13
Nuevamente llegaba la tercera vigilia, más no arribaba con ella sus exuberantes ganas de salir de su futón como hace semanas.
Desde la repentina mudanza de su apreciable hermano, el castillo se tornó sumido en un ambiente deprimente y oscuro, donde incluso sus Reyes sucumbian ante él.
Los rayos de sol dejaron de sentirse cálidos, las noches se habían vuelto gélidas y el silencio no hacía más que enloquecer a la servidumbre; día tras día, el Reino Solar iba perdiendo su característico brillo y calor reflejado en las llamas de sus banderas.
La pasión que los dislumbraba no era más que recuerdo viejo ante la ausencia del mayor brillo de la familia. El cual, ahora pertenecía al Imperio Lunar.
Que todos los dioses castiguen con sumo dolor al Emperador Soyama que, aún tomando las vidas de centenares de soldados solares, no le bastó su codicia y ahora poseía entre sus paredes a su más grande orgullo.
Kyojuro.
Ante solo el recordar su persona, Senjuro, el actual Príncipe Heredero, rompió en llanto, uno completamente seco al no tener más lágrimas que derramar ante su pérdida.
Su madre, quien indecisa de interrumpir su pena, se hallaba postrada detrás de su tatami que fungía como puerta, con las manos temblorosas, tocó lentamente la madera.
—Adelante. —Senjuro dio su permiso sin mucho ánimo.
La Reina, corrió el tatami y se adentró en la alcoba de su príncipe, misma que compartía con Kyojuro, pero, desde su mudanza, todas sus pertenencias habían sido llevadas con él dejando aquella pieza semi vacía.
Ruka, la reina, se acomoda a espaldas del pequeño, le frota la espalda con suavidad brindándole apoyo por el proceso que sucedió. Senjuro, internamente no culpa a sus reyes, por muy apresurado que pareciera la decisión de una unión marital para encontrar la paz, sabe que para tiempos desesperados, se requieren decisiones de la misma potencia.
—Estoy seguro, que esto querría mi hermano.
Ruka lo toma en brazos tras su comentario, lo acuna en su pecho y besa su frente más de una vez, solo así, Senjuro entiende que no puede odiar a su amada madre, aún si su corazón exige sentir aberración por las actitudes tomadas.
De imprevisto, el tatami es abierto con fuerza provocando el susto de la reina y el príncipe. Al voltear, pueden observar a su recién nombrado Capitán con una mueca exagerada en el rostro.
—Ha llegado una carta del Imperio, el rey solicita su presencia en la sala del tono.
Sin pensarlo mucho, madre e hijo se ponen de pie y corren hasta el lugar mencionado con el Capitán de sus guerreros detrás, con el corazón entre las manos, entran sin necesidad de su acostumbrado nombramiento de permiso.
—¿Qué sucede? —dice la reina sin controlar sus emociones.
En el centro de la sala se encontraban todos los nuevos nombrados duques, capitanes, generales, coroneles y jefes, por mencionar algunos.
El Rey, Shinjuro tenía entre sus manos un pergamino elaborado en papel de arroz con un lazo azul y sello del Imperio. Todos contuvieron el aire al presenciar aquella carta.
Sin preámbulo, cada persona tomó asiento en el suelo para que su Rey procediera a la lectura de su contenido. Shinjuro tardó mucho en abrirla.
Una vez que se halló completamente seguro de saber el contenido de aquel rollo, quitó el listón, la abrió verticalmente y dijo, con voz ansiosa:
—"Allegados del Reino Solar, saludos, probablemente se dirán qué habrá pasado con su anterior heredero para que este no de huellas de su estado; gratamente me alegro de decir que me encuentro en sanas condiciones.
Si bien todo el tiempo que he estado ausente se ha debido a mis nuevas funciones como el Empetutriz del Imperio, por fin he conseguido ganarme la confianza de mi señor para comunicarme por mensajería con ustedes. He de decir que he aprendido de ellos, de su cultura, lengua e incluso las historias de sus ancestros.
Aún falta mucho por recorrer en este lugar que me ha adoptado como lugareño, no obstante, siempre llevaré en mi corazón todo lo que se me inculcó desde tierna edad, y, si me es posible, me gustaría invitarlos a mi palacio para que conozcan todo lo que se me ha confiado en sabiduría.
Firma, Soyama Kyojuro, décimo tercer Empetutriz del Imperio Lunar."
Tras ello, los presentes sueltan en una sola voz su respiración que habían estado aguantando desde el inicio de la lectura. Shinjuro mientras leía fruncía el ceño hasta quedar con las cejas torcidas en su totalidad.
La Reina, angustiada por su comportamiento, lo tomó del antebrazo y solicitó una explicación ante su actitud.
—Escribió todo en lengua Lunayama.
Si bien el lenguaje vecino era similar en pronunciación y escritura, tenía diferencias en el acomodo de palabras y utilización de signos de puntuación. Por supuesto, ellos, como familia real, debían de aprender ambas lenguas para llegar al trono con la dominación de las mismas.
Kyojuro, sin embargo, estaba iniciando con sus clases y tuvo muy poco conocimiento de esta como para saberla en su totalidad en el transcurso de tres semanas.
Shinjuro relajó su postura tras las noticas de su hermano, ahora se hayaba más tranquilo al saber que estaba bien y feliz. Aunque, muy dentro de su corazón, el odio por su ahora cuñado no cesaba en absoluto. Contrario a ello, parecía crecer.
Por su parte, los demás soldados y cabezas del ejército Solar entraron en debate para tomar acciones preventivas, aquella carta posiblemente pudo ser alterada por Soyama antes de llegar a sus tierras. No estaban seguros de quién era verdaderamente el autor de dicho mensaje, pero estaban convencidos que no era Kyojuro.
Sin embargo, ignoraban completamente que Kyojuro tardó más de dos horas en escribir el mensaje, Douma y Soyama eran los encargados de decirle si sonaba digno de un Empetutriz.
Además, Enmu también estaba involucrado, ya que era él quien adiestró a Yukijime y le enseñó varios trucos relacionados a la mensajería.
Los tres hombres reían y veían a Kyojuro tomarse del cabello en repetidas ocasiones al verlo tan frustrado por no saber qué escribir, fue una situación divertida.
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