Capítulo 8: Enamorado.
Liu Er Mihou, la luna, era un ser tan poderoso como hermoso, el mismo sabía sus propio valor, sabía lo habilidoso que era. Por este tipo de cosas es que sabía que si alguna vez iba a casarse, debía de ser alguien tan maravilloso como él.
Oh, y la luna tenía a alguien en mente.
El sol.
Sun Wukong, un mono celestial, poderoso y guapo, todo lo que Mihou deseaba como compañero, alguien que se rumoreaba era capaz de enfrentar al reino celestial. Pero claro que la luna no tenía planes de dar el primer paso, ¡El sol debía de saber sobre él! En algún momento se iba a proponer, no había forma de que alguien como Sun Wukong no se enamore de él.
¡Y la luna tenía razón!
Había rechazado todas las propuestas de matrimonio, porque la única persona que iba a permitir a su lado era al sol, así que tan pronto como llegó la primera propuesta de matrimonio hecha por el mono de piedra, la luna se había emocionado y abrió la carta, esperando ser cautivado por aquellas palabras.
Claro que nunca pensó que Sun Wukong iba a ser un idiota.
...
Rechazarlo tres veces pareció no ser suficiente mensaje para que el sol entendiera que no estaba absolutamente nada interesado en casarse con él, pues lo siguiente que Mihou recuerda, es despertar una mañana en su preciado templo y unos segundos más tarde, encontrarse en una pelea por su libertad, siendo llevado al cielo con cadenas.
Lo primero que pensó Mihou, había sido que vinieron por los crímenes que había cometido alguna vez, pero lo que no esperaba el mono albino, era que simplemente estaba allí por capricho de Sun Wukong.
Aún así, el emperador de jade parecía disfrutar cada segundo de aquel momento donde Mihou fue obligado a arrodillarse ante él. Así que de cierta forma parecía una venganza por todo lo que había hecho, ¿Quién diría que el reino celestial podía ser tan rencoroso? Lo único que hizo fue un truco de "magia", diciéndole al emperador de jade que era capaz de volver sus riquezas nada con solo un movimiento, lo cual hizo, abriendo un portal de sombras bajo sus tesoros y se los llevó todos. O quizás estaba molesto por la vez que se hizo pasar por el y se llevó cosas de los demás dioses, de cualquier manera, solo fueron pequeñas travesuras.
Ahora, de entre todos los castigos, quizás casarse con el sol era uno de los peores, en especial cuando lo conoces y te das cuenta de que es un auténtico idiota.
...
Un lindo idiota.
—Mírate, Mihou, te ves como un imbécil.—
El mono albino murmuró mientras seguía acostado boca arriba en la cama, cubriendo su rostro con sus manos, su cola se movía ansiosamente. En todos sus malditos años de existencia, nunca hubiese pensado que se volvería un tonto romántico que disfruta de escribir y recibir cartas de su amante.
Se supone que era un respetado ser, poderoso y hermoso, todos deberían de arrodillarse ante él, nadie podría ser capaz de dejarlo tan indefenso. La luna sentía que su corazón estaba tan expuesto ante el sol, quien con cartas había logrado ganarlo, haciendo su rostro enrojecer y su corazón latir como loco.
La luna estaba enamorada del sol.
Pero el sol era un idiota.
Mihou volvió a gruñir mientras daba vueltas en la cama, tratando de calmar sus pensamientos desastrosos, o el incontrolable latir de su corazón, todo por solo volver a pensar en las palabras escritas por Wukong.
El mono albino no planeaba dejar que el sol sepa que, de hecho, estaba enamorado, eso no sería nada bueno, aún quería guardar algo de dignidad, y si iba a admitirlo, sería cuando el sol muestra mejoras, no solo en sus cartas, también en sus actos, cosa que por cierto, estaba sucediendo.
Primero, se había disculpado, ¡No solo en una carta, también se lo dijo con su propia voz! Ya no llegaban animales muertos a su habitación, en cambio, venían regalos, como joyas preciosas o telas costosas para que pudiera vestirse realmente deslumbrante. No había un mejor regalo que accesorios y ropa para alguien con un autoestima como el de Mihou.
Las cartas que llegaban era una mejor que la otra, siempre logrando que la luna terminara ahogándose en vergüenza. Claro que eso solo sucedía luego de que Liu Er cerrara la puerta de su habitación, ¿Qué sería de su implacable reputación si lo encontraban actuando como una muchacha enamorada? Eso sería el final de su existencia, Mihou no podía permitir que eso sucediera, pero también le regresaba cartas al sol, donde, si escuchaba con cuidado, podría llegar a sus oídos el ruidoso latido del corazón de Wukong.
La luna ya no se escondía, ahora salía más a menudo de su habitación, paseando por Flower Fruit Mountain y jugando con los pequeños, también disfrutaba algunos días con la compañía del rey, alguien que valía la pena molestar.
Mihou no quería admitirlo, pero esto era mucho mejor que su reino.
El mono albino vivía en un hermoso templo en la mitad de un bosque, un lugar donde es adorado por humanos y demonios, que iban a entregarle ofrendas. Pero nadie se atrevía a mirarlo, nadie se atrevía a acercarse a él, los animales se apartaban, como si temieran el poder de un ser como él.
Era adorado, pero estaba solo.
Su mayor tesoro residía en su templo, y era una lampara de sombras, la cual brillaba en lo alto del lugar, protegiendo el sitio y a su portador, iluminando el lugar. Los clones de sombras eran la compañía de la luna, pues no había nadie más.
Pero ahora, la luna no estaba sola.
...
El sonido de la puerta siendo tocada llamó la atención de Mihou, no esperaba ver tan pronto a Wukong.
—Adelante.—Respondió Mihou mientras tomaba asiento en la cama y se arreglaba rápidamente el pelaje, ojalá no se note el rubor de hace un momento.
—Hey.—Wukong abrió la puerta y saludó con su mano cuando sus ojos se fijaron en la luna.
—¿Qué haces tan pronto aquí? ¿Tanto me extrañabas, Peaches?—Mihou sonrió con su habitual sonrisa coqueta, como respuesta, el rostro del rey pareció enrojecerse de vergüenza.
—¿Qué? ¡No, no es por eso!—
—¿Entonces no me querías ver?—Preguntó con un tono triste, su sonrisa se desvaneció.
—¡Eso no es lo que quise decir, claro que quería verte!—
Una pequeña risa escapó de la boca de la luna, quien pareció tan feliz de haber ganado en aquella conversación, amaba molestar al sol y luego verlo avergonzado. Aunque su vista se fijó en la venda que tenía el rey en la cabeza, eso era nuevo.
—¿Te lastimaste?—Preguntó Mihou, su tono burlón desapareció, era increíble ver que el poderoso sol estaba herido, ¿De verdad era posible? ¿Cómo permitió eso?
—Yo, uhm...—Wukong se rascó la nuca. —Digamos que tuve una pequeña conversación que acabó mal.—
—¿Fue con alguien del reino celestial?—
—No, ellos no se atreven a poner un pie en mi reino.—
—¿Entonces quién fue?—
Wukong abrió la boca, vacilando sobre la respuesta que iba a dar, el rojo en su rostro aumentó, porque el rey no tenía ganas de decir que PIF lo regañó y luego le dio un buen golpe, digamos que DBK no iba a ocultarle cosas a su esposa y finalmente se enteró de la enorme estupidez del mono de piedra.
—Es lindo ver que te preocupas por mi.—Wukong decidió cambiar el tema, disfrutando de ese pequeño momento.
—¿Preocupado? ¿Yo? ¡No! Solo... Tenía curiosidad, es todo.—Mihou miró a otro lado, tratando de mantener su cola lo más quieta posible, no era justo cuando el rey le hacía esas jugadas.—Solo me da curiosidad quien fue capaz de herir tu pobre cabeza, deberían de saber que no hay nada allí.—
—Ja, ja, muy gracioso.—
Mihou sonrió victorioso al volver a tener el control de la situación, no le gustaba sentirse vulnerable ante el sol, no quería mostrarle que estaba enamorado, ¡Porque claro que no lo estaba! El sol era un idiota, pero es lindo, divertido, un tonto que se ve avergüenza fácil y escribe unas cartas tan... ¡No, concéntrate, Mihou! Es imposible que te guste.
—Bueno, lo que quería decirte es que... PIF vino a verte.—
—¿PIF? ¿A mi? ¿Hoy?—La luna parecía ansiosa, no esperaba una visita de ese tipo.
—Si, está afuera, dije que iría por ti.—
Aunque, quizás, una charla con PIF no sería nada malo, Mihou quería una segunda opinión, y siendo aquella mujer algo así como su única amiga, así que expresarle sus problemas seguro sería algo terapéutico.
—Dile que iré enseguida, voy a prepararme.—
—¿Necesitas arreglarte? Te ves bastante bien así.—
—Ya vete.—
—Bien...—
Tan pronto como el sol cerró la puerta, la luna se cubrió su sonrojado rostro, ¿De verdad se había puesto así por escuchar aquellas palabras de Wukong?
Definitivamente era un idiota por enamorarse de un idiota.
Mihou y PIF se había alejado del palacio de Wukong, ambos caminando entre los arboles, disfrutando del aire fresco que se podía sentir.
—No puedo creer que acabo de oír eso.—PIF se lamentó mientras negaba con la cabeza, definitivamente estaba desaprobando esta situación.
—¡Lo sé! Solo... Sé que es un idiota, pero...—
—Un idiota es poco, ¡Te obligó a casarte!—
—Eso es un buen punto, pero ni siquiera ha tenido otras relaciones antes. ¡Eres su amiga! ¿No deberías... Defenderlo?—
—¿Defender a ese idiota? ¡No! Primero que todo, mi esposo es su amigo, es todo. Es un desastre, y ya sabía que él es un idiota, ¡Pero luego de enterarme de la situación, me doy cuenta que es peor de lo que pensaba!—
—Bueno, si lo piensas, ahora ha mejorado, y tiene las cualidades de un buen pretendiente.—
—Por todos los dioses, Mihou. ¿Te has visto? Te mereces solo lo mejor, y Sun Wukong es como las sobras del mundo.—
—Lo sé... Pero de verdad parece intentarlo.—
—¡Y más vale que siga haciéndolo! Mira, si de verdad te gusta, supongo que no se puede hacer nada.—
—¡Trato de no pensar en él! Pero... Sus cartas son...—
PIF podía notar perfectamente la cola de la luna moverse ansiosamente, además del leve rubor en sus orejas y rostro.
—Vaya, de verdad te gusta ese idiota.—
—¡Lo sé!—Mihou se lamentó mientras se cubría el rostro.
La mujer suspiró y le dio una palmadita en la espalda a Mihou mientras sonreía.
—¿Sabes? Mi esposo también era un idiota.—
—¿Enserio?...—
—¡Claro que si! Era amigo de Sun Wukong después de todo.—
—¿Y por qué te casaste con él?—
—Porque es difícil engañar al corazón.—PIF dejó escapar una pequeña risa.—Además, de verdad intentó que lo aceptara. Sus cortejos eran buenos, pero era lindo verlo tratar de conquistarme.—
—¿El ya te gustaba? ¿Entonces por qué no lo aceptaste?—
—¡Por la misma razón que has dicho! Simplemente me negaba a enamorarme de alguien que es amigo de Sun Wukong. Aunque también quería seguir viéndolo intentar cortejarme, hasta que un día lo acepté. Y verás... Cuando es así, te tratan como una reina.—
—¿Y no te arrepientes?—
—Ni un solo día. Quizás tu caso sea similar, debes saber que para ese tipo de hombres, lo mejor es que se consigan alguien con un buen carácter, nosotros, como su pareja, no podemos curar su idiotez, pero podemos ayudarlos a ser mejor, harían lo que sea por nosotros.—
Mihou meditó aquellas palabras, ciertamente había razón con lo planteado por PIF, aún recordaba el hecho de que literalmente Wukong haría lo que sea que la luna pidiera, ya sea que le solicitara la corona del emperador de jade o un reino nuevo, el sol se lo entregaría en bandeja de plata sin sudar ni una gota.
—Gracias, PIF.—
—Espero que este consejo te sirva.—La mujer sonrió. —¡Pero no dudes en venir a mi si ese idiota hace algo mal! No hay una tercera oportunidad.—
—Lo tendré en mente.—
Mihou tuvo una idea para su carta de ese día.
El día trascurrió tranquilamente, donde la pareja de monos se reunió unas horas luego para una pequeña "cita", y luego cada quien volvió a ser libre, un tiempo que ambos usaron para preparar su carta.
Y cuando la noche había llegado, Wukong recibió una carta, la cual a veces era entregada por los pequeños monos.
"Querido Sol, me pregunto si otro día me contarías historias tuyas del pasado, quiero conocerte más, ¿Siempre fuiste así de tonto? No lo tomes a mal, eres tierno de esta manera.
Has tenido mejoras, debo felicitarte por eso, ¿Qué te gustaría recibir como recompensa? Trataré de entregártelo tan pronto como tenga una respuesta.
Hoy fue agradable estar contigo, y siento que la charla con PIF era todo lo que necesitaba. Esperaré con emoción tu siguiente carta, también estás cerca de mi corazón.
-Liu Er Mihou. "
El rojo pintó el rostro del rey, su cola no paraba de moverse y su corazón no podía ser más ruidoso, había tantas cosas en su cabeza y apenas podía formular palabras, nunca pensó que se sentiría tan bien leer todo eso, una carta lo había vuelto loco, no iba a poner dormir, no, claro que no.
Salió de su habitación y llegó a pasos apresurados hasta el cuarto de la luna, abriendo la puerta y encontrándose con Mihou, sentado en su cama y con la carta sin abrir en manos, sorprendido por la repentina visita, iba a decir algo, pero fue interrumpido pronto.
—...Un beso.— El rey aún estaba tratando de recuperar el aliento por la rapidez con la que llegó hasta el cuarto de la luna. —Yo... Quiero que la recompensa sea un beso.—
Una risa se escuchó en la habitación, Mihou no podía creer que tan pronto como el rey lo había leído, había ido a verlo para reclamar su recompensa. Además, no esperaba que Wukong sea tan sincero.
—¿De verdad viniste solo por eso?—
—Dijiste que... Tan pronto como lo diga, iba a recibirlo.—Wukong estaba avergonzado, pero esta era una oportunidad con la que solo había soñado.
—Bien... Entonces, acércate.—
La luna extendió sus manos, sin moverse de la cama, el sol hizo caso y casi corrió hacia Mihou, acercándose a él, sintiendo como la luna lo agarraba suavemente del rostro y se acercaba. Wukong cerró los ojos, ansioso, pero lo único que sintió fue un pequeño beso en su frente.
—Mañana tengamos una cita, y quizás, te ganarás otro mejor.—Susurró la luna antes de alejarlo y soltarlo, mirándole con una sonrisa coqueta.
El rey abrió los ojos, su rostro enrojeció de vergüenza, no podía creer lo que estaba pasando y no podía decir palabra alguna, todas las letras morían en su garganta, Mihou solo pudo volver a reír.
—Buenas noches, mi rey. Pero si me disculpas, quiero leer mi carta a solas.—
Wukong fue sacado de allí, y apenas pudo dar un par de pasos antes de volver a quedarse quieto, con su cola balanceándose sin parar y su corazón que deseaba salir de su pecho.
Estaba enamorado.
El maldito sol estaba más que enamorado.
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