Capítulo 3: Trofeo.

Flower Fruit Mountain probablemente tembló cuando Monkey King saltó de su nube hasta el suelo. El sol mantenía su bastón dorado en la mano mientras caminaba rápidamente hacia su palacio, mirando los alrededores de reojo, pero con la mirada fija siempre al frente.

Todo parecía estar bien, pero no veía a los monos.

Abrió violentamente cada puerta hasta finalmente llegar a la habitación de la luna.

Pero la luna no estaba.

El sol frunció el ceño ante eso. 

Pronto, escuchó a los pequeños monos acercarse a el con miedo, buscando ser cargados y consolados, algunos se disculparon mientras temblaban.

Todos estaban allí, no había nada que recibiera daño, pero la habitación de la luna estaba destrozada.

Alguien se había atrevido a entrar a su reino solo para ir por la luna.

Su luna.

—¿Qué sucedió?—Preguntó el rey, mirando a los pequeños y cargando con cuidado a los que se subieron encima suyo. Su voz era suave y su mirada relajada, no iba a ser cruel con los pequeños.

Pero necesitaba saber lo que sucedió.

La suerte de la luna seguro era una mierda. 

Primero fue forzado a casarse y luego fue encerrado por el sol, quien antes se veía tan genial y sexy, pero resultó ser un idiota.

Al menos cumplían sus caprichos, pero a veces el rey era un idiota y le trae algo como una maldita vaca muerta, ¿Qué acaso no tiene neuronas en su cerebro de mono? Parece que el sol no terminó de adquirir conocimientos básicos.

Pero ahora las cosas fueron diferentes.

Había estado en su habitación, tranquilamente, sabiendo que los clones del maldito rey estaban afuera, pudo oír cuando se fue, pero también pudo escuchar cuando los clones fueron vencidos y alguien abrió su puerta.

—Permítame escotarle, mi lady.—Dijo aquel demonio de hielo con una sonrisa escalofriante y vestido elegantemente.

—¿Disculpa? No voy a ir contigo a ningún lado.

—Supuse que no sería fácil, entonces me lo llevaré a la fuerza.

—¿No sabes quién soy? Un mísero demonio como tu no podría contra mi.

—Oh, es realmente cierto... Pero sé que tiene un precioso collar ahora mismo, así que hagamos esto rápido.

Mierda.

La luna trató de pelear como pudo, lanzando cada cosa que encontrara y lanzándose contra el otro, pero sin sus poderes, las cosas que podía hacer eran realmente limitadas, ni siquiera podía escapar por sus portales de sombra, tampoco podía ser capaz de usar toda su fuerza.

Maldito emperador de jade rencoroso.

Liu Er no pudo escapar, siendo llevado a la fuerza por alguien más, realmente que debería de dejar de pasar por estas malditas cosas.

Ahora, la luna se encontraba en una nueva jaula. Esta vez era una habitación realmente simple, como una casa humana, sin tener lujos, pero no había ventanas, aunque Liu Er sabía que se encontrarían en algún lugar bajo la tierra.

Un sitio asqueroso, seguro.

Esta vez, la luna tenía cadenas en sus muñecas, las cuales estaban conectadas a la cama, también tenía cadenas en los tobillos, los cuales venían del suelo. Realmente estaba siendo tratado como un maldito animal encadenado.

—Ah, ciertamente usted es hermoso.—

La luna estaba sentado en la cama, su mirada fue dirigida al demonio que había entrado a su nueva celda.

—No sé por qué mierda me trajiste aquí, pero más te vale liberarme.—Gruñó Macaque.

—Oh, si, seguro se encuentra realmente confundido, lamento eso.—El demonio siguió sonriendo, acercándose a la luna.—Soy solo un simple demonio que tiene asuntos pendientes con Sun Wukong. Esto es algo personal, así que tan pronto como supe que se había casado con la luna, supe que debía aprovechar, en especial si estás sin poderes.—

El mono albino comenzó a reírse.

—¡Oh! ¡Qué gracioso! Mira, lamento decirte esto, pero tu plan es una mierda.—Liu Er recuperó el aliento tras reírse sin parar.—No soy nada para ese loco, así que a el no le va a importar.—

—Hm...—

El demonio de hielo lo pensó, acercándose a la luna, demasiado. Una de sus manos fue hacia el collar, pero la luna le gruñó y le dio una patada mientras se acomodaba más en la cama para alejarse. El demonio solo soltó una pequeña risa.

—Bueno, ahora que lo dices... Ni siquiera te ha reclamado. No hay ni una sola huella del sol en ti...—

—¿Ves? No hay nada entre ese imbécil y yo.—

—Pero estás equivocado.—El demonio volvió a acercarse.—Fuiste encerrado en la más lujosa habitación del palacio del rey, recibiendo miles de cosas. Eres un trofeo para el, algo valioso... Algo valioso que ni siquiera él a podido tocar... ¡Oh! ¡Solo imagínalo un momento! La poderosa y majestuosa luna fue reclamada por un mísero demonio... La luna, quien era la pareja del sol. Un sol que no pudo proteger a su pareja.—

Esto definitivamente no le estaba gustando a la luna.

—Mira, tu dijiste que es algo personal, ¿No? Bueno. Arréglalo tu con el, no me metas en esto, ¡El ni siquiera me interesa!—

—Podría dejarte ir, o podría intentar probar esto. Ya sabes, no todos los días te encuentras con una especie de deidad tan vulnerable.—

—Vamos, solo déjame ir o voy a romperte la cara y escapar.—

—No podrías hacer eso.—El demonio dejó escapar una corta risa.—Y si lo logras, afuera habrán muchos demonios a quienes le vas a interesar... Y no creo que puedas contra todos.—

—...Okay, entonces, ¿Y si en ves de dejarme ir solo me devuelves a donde me raptaste? Prometo envenenar al rey si eso quieres, pero no me metas en esto.—

—Debo declinar, majestuosa luna.—Respondió el demonio.—Prefiero la opción donde puedo ganar algo... Que le importe al rey o no, sigues siendo un trofeo del sol.—

Un trofeo.

Como si no fuera más que un maldito objeto.

La mayor desgracia de su vida definitivamente ha sido ese maldito sol.

—¡Ni lo pienses!—Gruñó Liu Er.

—Puedes luchar, pero cuidado... Podría doler más de esa manera.—

El demonio de hielo se subió a la cama, la luna comenzó a golpearlo para alejarlo, pero las cadenas comenzaron a volverse más pesadas y congeladas, disminuyendo sus movimientos. Además de eso, el demonio logró colocarse encima de él, manteniendo sus extremidades quietas y acercando su rostro al cuello de la luna.

—Incluso su olor es realmente dulce.—

—Vete a la mierda.—

—Oh, tiene un lenguaje muy curioso, preciosa luna.—

La luna nunca se detuvo de moverse, tratando de quitárselo de encima, podía sentir su respiración contra su piel, el mono gruñía mientras seguía tratando de negarse.

No era justo.

Todo por culpa de ese maldito mono inútil.

...

Aunque antes de cualquier otra cosa, la pared de la habitación fue destruida, de hecho, toda la guardia había sido destruida. 

El sol había llegado.

Justo como lo contaban las leyendas, un mono que tenía el pelaje en llamas, más nunca se quemaba. El mismísimo sol que quemaba todo a su paso, y de hecho, había reducido a nada la guarida del demonio.

—Sun Wukong.—El demonio de hielo habló, pero antes de que pudiese apartarse, el rey lo agarró del cuello. 

—No debiste atreverte a tocarlo.—Gruñó el sol con rabia. El demonio sentía como ardía el fuego de la mano que lo sostenía, lo estaba sofocando.

Definitivamente todo el discurso de venganza del demonio se fue a la mierda cuando el sol simplemente fue directo a destrozar en sus manos su cuello como si no fuese más que romper una galleta. Luego se alejó de aquella habitación, encargándose de golpear, destrozar, desmembrar y calcinar al demonio, eso lo hizo con el fin de que la luna no tuviese que ver nada de eso.

Aún cuando la luna no vio nada, pudo oír cada cosa, los quejidos y el sonido de la carne y huesos ser rotos y demás.

Sí que el sol estaba loco.

Y hablando de él...

El sol había terminado con el demonio de hielo, esta vez fue a acercarse a la luna, quien se estremeció por un segundo al verlo cerca. Wukong respiró hondo, quizás para relajarse, cosa que funcionó, pues el fuego se extinguió. Al estar cerca de la luna, simplemente rompió las cadenas como si no fuese más que papel.

—¿Estás bien?—La voz del sol sonaba preocupada.—¿Te duele algo? ¿El te lastimó?—

Mientras hacía esas preguntas, Wukong se fijaba en las partes visibles de la luna, aunque también usó su visión dorada para revisarlo correctamente, suspiró en alivio al no ver nada grave.

—...No, estoy bien.—Respondió la luna mirando a otro lado.

De hecho, si había algo, pero esto era algo que el rey se iba a encargar de manejar. 

Sin intercambiar otras palabras, Wukong cargó a la luna, llevándola en brazos. Ante la repentina acción, la luna rodeó el cuello del sol, para no caerse, apegándose a él.

—¡Podrías haber avisado!—Se quejó la luna.

—¿Dónde estaría lo divertido entonces?—El sol le sonrió.

—Por Buda, eres un maldito imbécil.—

El sol solo tomó aquellas palabras como si no fuesen más que un halago, llevándose a la luna de allí en un viaje en su nube, era hora de volver a casa. 

...

Y realmente, Wukong se sintió satisfecho sabiendo que luego de eso, la luna dejaría de oler a ese maldito demonio y le pegaría algo de su aroma.

Luego se le ocurriría algo más. 

Cuando ya estuvieron otra vez en casa, la habitación estaba arreglada. La luna volvió a estar en su cómoda cama que era como dormir en el cielo, además de tener en una mesa toda la comida y postres que pudieron darle ese día tras aquella mala experiencia.

Liu Er estaba en su cama, comiéndose unas frutas que había agarrado de la mesa. 

Debía admitir que era un alivio volver a ese lugar de mierda.

—¿Cómodo?—Preguntó Wukong, quien recién entro a su cuarto.

—Lo estaba, pero llegaste.—Respondió la luna.—¿Qué quieres?—

—Solo quería disculparme por eso.—Dijo Wukong.—Digo, el tenía algo contra mi, no contra ti.—

—Al menos reconoces que es tu culpa, eh.—

—De cierta forma.—

—Bien, acepto tus disculpas. Pero espero que mañana me traigas más moras, hoy hay muy pocas.—

El rey dejó escapar una pequeña risa, eso fue inesperado.

Pero no tenía problemas con lidiar con una caprichosa luna.

—Lo que mi luna desee, lo va a tener.—

—Quiero que dejes de llamarme así.—

—¿Qué?—

—Tengo nombre, idiota. Úsalo, no tienes que llamarme "mi luna", no soy un objeto.—

Wukong sonrió.

—Como digas, mi Liu Er Mihou.—

—Vete a la mierda, ya mataste mi buen humor.—Al decir eso, le lanzó un melocotón al rey, pero el mono de piedra lo logró atrapar, dándole una mordida luego.

—Gracias, Mihou.— Le guiñó un ojo y luego se fue de allí.

De verdad que la luna odiaba a ese sol engreído.

—¿Eso estuvo bien?—Preguntó el sol, quien había tomado asiento en su trono, siendo rodeado por los pequeños monos.

—¡Si!—Uno de los monos respondió con emoción.

De verdad que los fieles súbditos de su rey estaban aliviados de ver de que las cosas habían salido bien y la luna no había resultado lastimada. 

—Aún así, ¡Ni siquiera me agradeció! ¿No debió de pensar que me veía realmente guapo?—

Si, quizás Wukong era un caso perdido.

Pero quien sabe, igual habría oportunidad para aprender.



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top