Capítulo veintisiete: Maritumque Contemnens

Anoche mi tío tenía demasiados asuntos que atender, no estaba preparado para recibirnos. Pidió que nos llevaran la cena a nuestras alcobas, prometiendo compensarlo con un desayuno digno de reyes. Compartí la habitación con Gorka, pero las palabras de Rómulo pidiéndome que no lo hiciera resonaron en mi cabeza durante toda la noche. Rechacé con excusas tontas cada intento de mi esposo por subir la temperatura en la velada. Respetó que no estuviera de humor y en su lugar estuvimos charlando hasta tarde. No puedo negar lo agradable que fue su compañía, logró arrancarme varias carcajadas que bien pudieron haber resonado en todo Westperit. Apenas despertó quiso volver a hablar con mi tío para aclarar los detalles de la tregua, su principal preocupación en estos momentos.

Yo trato de dormir un poco más, pero la tranquilidad se escapa de mi alcance. En lugar de eso, me encuentro absorta en mis pensamientos, observando el techo mientras mi mente teje historias, evoca recuerdos y reflexiona acerca de lo que podría haber pasado de haber tomado alguna decisión distinta en mi vida. Aunque siempre me han enseñado que de los errores se aprende, me gustaría no haber cometido tantos.

—Señorita Maithon —Una de las damas de compañía interrumpe mi descanso al tocar suavemente la puerta—, el rey y los invitados la están esperando para tomar el desayuno.

—Iré en un momento... —contesto después de un suspiro. Realmente estaba disfrutando estar sola.

Si las cosas fueran como antes tendría al menos a seis doncellas a mi lado para vestirme y peinarme, pero esta vez rechacé su asistencia. Ya me di cuenta de que ponerme pantalones por las mañanas no es el trabajo más difícil de los cuatro reinos. Hoy me parece estúpida la idea de no poder realizar tareas básicas por mi cuenta. Soy capaz de hacer eso y mucho más. Me siento satisfecha con la persona en la que me he convertido.

Frente al armario descubro un vestido de tono azul oscuro. La zona del abdomen presenta un estilo de corsé, decorado con sutiles espirales en un tono blanco pálido. El cuello exhibe un escote discreto, en línea con la prudencia que se espera de la realeza. Mi parte favorita son las mangas que comienzan ceñidas y se ensanchan a medida que descienden, formando una elegante campana. Aunque su belleza es innegable, ya no me siento cómoda vistiendo este tipo de prendas.

Aparto la prenda con la intención de buscar algo más. Los caballos, junto con nuestro equipaje, se habían quedado a las afueras de Westperit ocultos. Apenas estuvimos a salvo frente a mi tío, los sirvientes de Westperit los trajeron a los establos y nos entregaron nuestras pertenencias. Del bolso que preparé elijo una ropa que me resulte más cómoda.

Apenas llego al comedor las puertas son abiertas de par en par por los guardias, anunciando mi llegada de manera más exagerada de lo necesario. Todos los presentes están ya sentados en la mesa, esperando mi aparición para que la deliciosa comida pueda ser servida. El único que no dirige su mirada hacia donde estoy parada es Rómulo. Su expresión es seria, tanto como el primer día que lo conocí. Gorka, por su parte, se levanta para cortésmente abrir la silla a su lado, invitándome a tomar asiento junto a él. Una vez que lo hago, los sirvientes comienzan a colocar los platillos frente a cada uno de nosotros.

—Lamento haberlos hecho esperar —me disculpo.

—No hay problema, Adalia —habla Seamus con una enorme sonrisa—. Tuve tiempo para conocer a tus amigos, todos son increíblemente agradables. Estoy feliz porque estén aquí.

Damián y Rómulo evitan el contacto visual con mi tío, evidenciando su desagrado a pesar de que él intenta ser amable. Por otro lado, Gorka se mantiene bastante tranquilo. Está acostumbrado a sentarse a la mesa de este palacio con mi familia. Valeska disfruta de la comida, Killian está tan nervioso como siempre y Seth se encarga de relajar el ambiente con algunos chistes imprudentes, pero de algún modo divertidos.

Mi plato está repleto de fruta con vivos colores, queso, pan recién horneado y un cerdo bastante jugoso. La comida es deliciosa, pero falta la dedicación que Morgan solía poner en sus platillos al cocinarlos. Siempre decía que su ingrediente secreto era el amor, y aunque solía burlarme de eso, empiezo a pensar que tenía razón. Sirvieron vino para ayudar a bajar la comida; si me cuesta pasar el alcohol por las noches, a esta hora me parece imposible. Noto en los ojos de Rómulo dolor y rencor cuando mi esposo toma mi copa al instante de terminar la suya, acción similar a la que él realizó cuando no quise la cebada fermentada. En mi mente aparece de inmediato la imagen de nosotros bailando en la taberna, haciendo que pierda por completo el apetito.

La conversación fluye, pero me limito a participar en lo necesario para no ser descortés. El príncipe de los Nobey apenas ha tocado su comida, pero ya va por su quinta copa de vino. Le doy un golpe suave con el pie debajo de la mesa, intentando que tome conciencia sin llamar mucho la atención. Sus ojos amarillos se fijan en mí. Sostengo su mirada instándolo a comportarse y a poner una mejor expresión en su rostro. Él simplemente aprieta los labios y coloca con más fuerza de lo necesario su copa sobre la mesa. Cuando Gorka se percata de mi movimiento coloca de inmediato su mano sobre mi pierna para darme un leve apretón, recordándome que él es quien está a mi lado.

—¿De dónde vienen? —pregunta Seamus a mis compañeros después de un diminuto bocado de frutas. Tal vez su falta de apetito es la razón de su estado demacrado.

—De una lugar cercano a Eastliberi —contesta Rómulo antes de que alguien más lo haga. Tiene talento para disfrazar la verdad sin que sus ojos lo delaten.

—Eastliberi es un lugar peligroso, la reina no es la persona más amistosa de los cuatro reinos. Ni Regno ni Westperit tienen tratados con ese lugar, es demasiado cercano a Northbey. Tomaron una buena decisión al salir de ahí. Si necesitan un empleo puedo arreglarlo para ustedes.

—Gracias, pero preferimos seguir viajando. Solo trajimos a Adalia a casa. —Lo veo seria, pero él sigue jugando con la comida, manteniendo su expresión seria.

Terminado el desayuno, me retiro con mi tío para finalmente tener una conversación a solas. Caminamos por los pasillos del castillo, como solíamos hacer antes de que mi padre arreglara mi compromiso con Gorka. Tomo su brazo y me apoyo en su hombro; lo extrañé mucho. Siempre ha sido mi confidente más leal. La conversación no comienza abordando temas sensibles, en su lugar, se enfoca en hacerme sonreír.

—Tus amigos son... interesantes —suelta con prudencia y yo río—. No me malinterpretes, pequeña. Me parecen agradables, pero nunca te imaginé rodeada de personas como ellos. No es lo que quería para ti.

—Para ser honesta, apenas conozco a Killian, Seth y Valeska, pero me parecen buenas personas. Un poco toscos, quizás, pero inofensivos. Damián es el ser más divertido con el que me haya cruzado, no imaginas la cantidad de bobadas que pueden salir de su boca. Y Rómulo, a pesar de su seriedad, tiene un corazón enorme. Te prometo que, una vez que lo conoces, te das cuenta de que está lleno de virtudes. Creo que te llevarías bien con él, tienen mucho en común. —Seamus asiente con una sonrisa.

—Ya veo... —me examina unos momentos—. Te agrada ese muchacho.

—Lo cierto es que, luego del torneo, pensé que mi matrimonio habría quedado disuelto. Entenderás que con Gorka aquí, las cosas se complican.

—No lo dudo. —continúa analizando la situación mientras avanzamos por los largos pasillos—. Y él es un hechicero.

—Todos lo son, no tengo por qué mentirte.

—¿Te enseñaron a usar tu magia?

—No alcanzaría el día entero para explicarte todo lo que he aprendido estos meses.

—Me encantaría escuchar todas tus historias. Siempre quisiste salir para conocer el mundo, me alegra que algo bueno haya surgido de ese penoso evento.

—Prometo contártelas, pero primero quiero que me digas lo que pasó con Calum y mi padre. —Él suelta un suspiro.

—No quiero entrar en detalles, es demasiado doloroso. Tu padre perdió la cordura poco después de tu partida, y no pude volver a hablar con él para reprocharle lo que hizo. Calum, algunos soldados de Regno y yo fuimos a buscarte, pero unas espeluznantes criaturas nos atacaron en el Bosque Negro. Cargaré en mi conciencia siempre la muerte de mi sobrino.

—Lo extraño demasiado. Desearía haber tenido la oportunidad de despedirme de él al menos.

—Yo también, Adalia. Pero el regalo más grande para mí es que hayas vuelto a casa. —Le sonrío para luego mirar al frente.

—Estoy feliz de verte, tío. En serio lo estoy, pero no voy a quedarme aquí.

—¿Qué? Pero si acabas de regresar. Regno puede esperar, dale al menos unos días de tu compañía a este viejo.

—Tampoco iré a Regno, Seamus. Aunque estar contigo me causa una inmensa felicidad, lo cierto es que el motivo de nuestra visita es otro. —Él enarca una ceja confundido—. El día del torneo los Nobey le pidieron a mi padre un libro. No uno cualquiera, querían el Argentum Oblinit.

—Lo sé.

—Y no puedo explicarte ahora, pero Rómulo lo necesita porque si no...—Sus palabras tardan en cobrar sentido en mi mente—. ¿Lo sabes? ¿A qué te refieres con que lo sabes?

—Hay una razón por la cual nunca permití que tocaras ese libro, pequeña. Es sagrado y poderoso. Tu padre te amaba, pero tomó la decisión correcta al entregarte a los Nobey. La decisión de un rey responsable que pone a su pueblo primero. —No esperaba esa respuesta de su parte. Al entrar con él a su cámara de libros, se aparta de mí soltando un largo suspiro. Intento aclarar mis pensamientos y continuar la conversación.

—Amm... tío, necesitamos ese libro. La vida de muchas personas está en riesgo.

—¿Acaso no me expresé con claridad, Adalia? Ese libro es peligroso.

—Justo por eso es por lo que necesito llevárselo a Rómulo.

—Tus sentimientos hacia ese chico están nublando tu juicio. Rómulo no lo protegerá mejor que yo.

—Es un protector de la magia. Tú la adoras, sabes de eso. Te prometo que estará seguro con él y en cuanto todo termine lo regresaré a su lugar. — Mi tío me mira con decepción, moviendo la cabeza de un lado a otro en señal de negación.

—Ay, Adalia —suspira. Al quitarse los guantes, la sangre se me retira de la cara. Sus manos están quemadas y le faltan algunos dedos—. Ojalá hubieras tardado más en pedírmelo.

Retrocedo algunos pasos, pero no logro alejarme lo suficiente. Me paraliza un viento helado que de pronto ha comenzado a soplar a pesar de que no hay ninguna ventana cerca. Me giro para encontrarme con una figura alta y esbelta, emanando una elegancia impresionante y llevando una sonrisa aterradora en su rostro. La reconozco de inmediato, aunque nunca la había visto en esta forma: es Lilith. Los nervios me traicionan y al intentar usar mi magia contra ella, mi hechizo resulta demasiado débil. Lo desvía sin esfuerzo alguno.

—¿Eso es todo lo que puede hacer tu sobrina, Seamus? —comenta con burla mientras simula apretar mi garganta en el aire. Aunque no me toca físicamente, siento su agarre con claridad. Mis pies dejan de tocar el suelo. Intento desesperadamente luchar, pero está tan lejos que ni siquiera puedo tratar de liberarme. Por el rabillo del ojo observo a mi tío, quien no se inmuta ante la escena. Está sentado en su silla, con el rostro inexpresivo. La falta de oxígeno nubla mi visión y en pocos segundos, pierdo el conocimiento.

Mi cabeza palpita y un dolor agudo se hace presente en mi tráquea. Luchando contra la confusión, abro los ojos y me encuentro en una situación desconcertante. Estoy embarrada de lodo, las gotas de agua caen incesantemente sobre la tierra a mi alrededor. Mi visión se aclara gradualmente y enfoco mi mirada en unas enormes rejas que se encuentran frente a mí. Valeska y Seth están concentrados en golpear la cerradura con magia.

—¡Está encantada, idiotas! ¡No van a hacerle un maldito rasguño! —grita Rómulo en frustración.

Me esfuerzo por incorporarme y descubro que Gorka está a mi lado, cuidándome. Mi respiración se agita y la realidad se impone: estamos en un grave aprieto. Cuando notan que he despertado, la mirada de los elegidos me hace sentir la peor escoria de los cuatro reinos, como si fuera la culpable de esta situación.

—Tú nos trajiste, ¡ahora sácanos de aquí! —me grita Valeska.

—Ella no puede hacer más de lo que nosotros podemos, Valeska. Debes calmarte —la regaña Damián mientras intento ponerme de pie.

—¿Qué pasó...? —pregunto aún aturdida.

—Tú tío está con Lilith, eso es lo que pasó —me responde Rómulo molesto.

—No tenía forma de saber que esto sucedería. —La acusación de todos parece centrarse en mí, a pesar de que no fui la única que aceptó venir aquí.

—Claro, ¿cómo podrías haber anticipado que un miembro de tu familia sería un traidor, como el resto de la maldita realeza de Westperit? —Sus palabras me sorprenden y me hieren profundamente.

—Cuida tu lengua, Rómulo —interviene Gorka con firmeza y al Nobey le brillan los ojos en tono amarillo.

—Tú, Maithon, no eres mejor que ellos. — Mi esposo parece listo para responder con violencia, pero Damián habla antes.

—Tenemos problemas más grandes —recrimina—. Ayudarían más pensando que discutiendo por estupideces.

La furia en los ojos de Rómulo me hace sentir diminuta. Como un aguijónenterrándose en mi corazón. No me había mirado de esa manera desde el día deltorneo, cuando me consideraba solo la hija de su enemigo. No soy responsable de lo que está sucediendo. Mis ojos se inundan al verlo, nopor tristeza sino por coraje. Tengo que darle la espalda para ocultar miexpresión. Necesitamos salirde aquí lo antes posible.

Hola, hola. 

Disculpen la hora. En esta ocasión, "Maritumque Contemnens" se traduce del latín como "traidor". Espero que les haya gustado. 

Sección de memes:

Nos leemos pronto. 

—Nefelibata.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top