Capítulo treinta y uno: Prophetiae
Abro mis ojos con suavidad para encontrarme con la imagen de Rómulo aún dormido frente a mí. Está tan cerca que puedo sentir su calmada respiración cruzarse con la mía. Es la primera vez que lo veo tan tranquilo, en su rostro no hay un solo músculo mostrando tensión. Sonrío al contemplarlo, pidiendo a los dioses despertar muchas veces más de esta manera. Observo su torso desnudo, apenas cubierto por la sábana que se extiende hasta su cadera. Cada marca en su piel, desde sus lunares hasta las cicatrices de sus batallas, se graba en mi memoria mientras lo estudio con atención.
Deslizo suavemente mis dedos por su mejilla y me acomodo entre sus fuertes brazos. Su reacción no se hace esperar y me rodea con ellos protectoramente. No quiero que me suelte nunca. Me inclino sobre su abdomen para comenzar a besar varias veces su cara, sin dejar que se me escape un solo sitio. Aunque sus ojos siguen cerrados, su rostro se ilumina con una sonrisa que no puede ocultar. Me atrae a él mientras yo sigo repartiendo cariños sobre su barbilla, frente, nariz, cuello y labios.
—Podría quedarme así toda la vida... —susurra, y yo acaricio sus mejillas con ternura.
—Buenos días.
—Hola, brujita —pronuncia por fin abriendo sus ojos. No han cambiado de color desde el momento en que lo besé.
—¿Ahora sí vas a dignarte a comer o necesitas otra ronda para abrirte el apetito?
—Definitivamente necesito otra ronda. —Me río negando.
Quisiera quedarme el día entero a su lado, pero sé que debo irme de aquí lo antes posible. Gorka podría regresar de la cacería en cualquier momento y, si me ve saliendo de la tienda de Rómulo con la misma ropa de ayer, seguro nos mata. Lo beso pretendiendo que no está mal lo que hemos hecho. Él, al percatarse de que me estoy despidiendo, desliza su mano entre mi cabello para impedir que me aparte. Me recuesto a su lado sin separarme de su boca mientras que él acaricia mi cintura y da un leve apretón a mi trasero que me saca una sonrisa.
—Aún no te vayas... —pide y vuelve a besarme con dulzura durante unos segundos más.
—Rómulo, si alguien me ve saliendo de aquí... —él suspira separándose. Se recuesta mirando al techo con un brazo sobre su cabeza. Tuerzo la boca recargando mi cara en su pecho—. Oye, no me arrepiento de lo que pasó —digo con total sinceridad, pero al juntar su mirada con la mía, noto que ha vuelto a ser púrpura.
—No, pero vas a escabullirte para que tu esposo no se entere de que dormiste conmigo. —Bueno, si lo dice con ese tono, cualquier cosa suena mal.
—No quiero herir a Gorka.
—Pues conmigo estás haciendo un grandioso trabajo —responde con cierta amargura. Suspiro y me acerco para besar su mejilla. Necesito arreglar esto antes de que sea demasiado tarde. Tengo claro lo que quiero. Gorka es mi amigo, mi cariño por él es enorme y no soportaría que algo le pasara, pero las cosas con Rómulo son muy diferentes. A él lo necesito para sostener mi mano en cada paso que dé a partir de ahora.
—Hablaré con él. —El príncipe me mira con incredulidad—. Lo prometo, arreglaré todo esto. Te quiero, no pienso perderte.
—Repite eso. —Su expresión se suaviza y yo sonrío levemente.
—¿No pienso perderte? —Él niega, sé muy bien a lo que se refiere.
—Antes de eso. —Me río dándole un corto beso.
—Te quiero, Rómulo.
—Otra vez.
—Te quiero
—Una más...
—Te quiero. —Finalmente, su sonrisa vuelve y me abraza. Vaya, fue bastante sencillo hacer que se contentara.
—También te quiero, brujita.
—Ya sé.
—Oye, aquí el del ego soy yo. —Me río atrayéndolo—. Promete que lo harás pronto.
—Lo haré pronto.
—En cuanto llegue. —Lo miro unos momentos y tengo que pasar saliva. Suena más a una amenaza que a una petición. Sé que no va a ser una conversación agradable la que planeo tener con Gorka, pero la mirada del hombre a mi lado me hace saber que esto no va a repetirse si no pongo en orden las cosas. Me obligo a asentir, aunque realmente no sé de dónde voy a sacar el valor para hacer lo que prometo—. Bien, entonces... si voy a querer esa otra ronda.
Me río en cuanto vuelve a poner sus labios sobre los míos. Al estar ambos desnudos, no le es difícil volver a ocupar su lugar entre mis piernas.
Apenas termino de ponerme la ropa, pretendo escabullirme hasta llegar a mi tienda para tomar un baño y cambiarme. Los Drakirians no deben haberse despertado aún, tampoco mis compañeros. No encuentro más que a los vigilantes cuidando el perímetro con los dragones. Espero que sean discretos, no tienen por qué delatarme con nadie. Ellos no saben lo que pasa... ¿o sí? Demonios, los nervios comienzan a jugar en mi contra al igual que la culpa. Dioses, Gorka no se merece esto.
Entro a mi tienda, a salvo. Necesito dejarle claro a mi esposo lo que sucede. Si no lo hago, en mi intento de no herirlo voy a hacerlo el doble. Estoy decidida a enfrentarlo, a seguir por primera vez lo que realmente quiero y no lo que me fue impuesto. Lo nuestro comenzó como una simple alianza que ahora carece de valor. Regno no volverá a ser amigo de Westperit después de lo que Seamus hizo y yo no pienso ni por un momento volver a estar entre cuatro paredes solo para lucir bonita al lado de él en los eventos importantes. Regno, aunque me acogió, nunca se sintió realmente como mi hogar.
Los baldes de agua están listos para llenar la tina. Hago que el líquido salga de ellos solo con mover mis manos y la caliento con un hechizo mientras busco ropa cómoda. Hoy será la primera vez que celebre Yule, pienso hacerlo al lado del príncipe de Northbey.
—Hola, Adalia —pronuncia la oscura voz acariciando mi nombre con su lengua y yo detengo mis manos. Estaba a punto de quitarme la ropa—. Oh, por favor, no pares por mi presencia.
—¿Quién no tiene modales ahora? —Me giro y le dirijo una leve sonrisa para encontrarme de nuevo con esa lascivia en su rostro—. Te vas sin siquiera despedirte y ahora entras en mi tienda sin permiso. —Se ríe, el profundo sonido eriza mi piel.
—Te ofrezco mis más sinceras disculpas.
—Y yo te agradezco por haberme ayudado en Westperit. —Baja levemente la cabeza para restarle importancia. Este ser es pura elegancia—. Yo... estaba a punto de tomar un baño.
—Vaya que lo necesitas, apestas a lujuria. —Me sonrojo y él me observa notablemente divertido. Gira la silla que está frente a la mesa de noche para sentarse en ella, recargando sus brazos en la parte trasera—. Siento traer malas noticias, pero no puedo permitir que hagas lo que planeas.
—¿Lo que planeo?
—Dejar a tu esposo. —Enarco una ceja, pero él no me deja hablar—. Permíteme explicarte antes de objetar. ¿De verdad crees que cinco idiotas van a detener a Lilith? ¿Solo cinco? ¿Sin ayuda?
—Rómulo dijo que eso estaba escrito en la profecía.
—Y no dudo que así lo haya interpretado, pero él solo tiene un pedazo. Adalia, no eres tonta, analiza las posibilidades. Primero tenemos a Valeska, su símbolo es el trisquel, pero ella se niega a sacrificar su vista para poder ver con la mente. Sigamos con Seth, quien posee el espiral de la... ¿inteligencia? Por favor, una harpía tiene más cerebro que ese inútil. Killian tiene el nudo cuaternario de la valentía y no es más que un gusano asustado. Rómulo es el líder, hiciste bien en animarlo, pero fuiste demasiado lejos. Tú eres la responsable de mantener a todos unidos. Y por todos, no hablo solo de los elegidos.
—Nada de eso me impide estar con Rómulo.
—¿No escuchaste? Ustedes tienen que cumplir su parte para que esto funcione, pero no pueden hacerlo solos. Necesitamos un ejército para defendernos y como Northbey perdió gran parte del suyo, tu esposo va a dárnoslo.
—Sus hombres no tienen magia.
—Son los guerreros más peligrosos de los cuatro reinos, un par de cabezas podrán cortar.
—Pero... no voy a utilizar a Gorka solo para que sus soldados nos ayuden. Ni siquiera es su pelea.
—Eres Adalia Maithon. La responsable de...
—¡Adalia Hagebak! —le grito y mis ojos comienzan a inundarse—. Mi nombre es Adalia Hagebak. Maithon es el apellido de Gorka, no el mío.
—Pues bien, Adalia Hagebak. Eres la armonía entre los opuestos, eres la iluminación, la trascendencia del deber sobre el ego. Tu responsabilidad es hacer que todos cooperen, incluido tu esposo. Está escrito que, si los amantes no son separados, esto no funcionará. Una sola pieza faltante lo arruinará todo.
—¿Y tú? —Mi collar debe ser amarillo—. ¿Cuál es tu maldito papel en todo esto?
—¿Aún no lo notas, niña? —Se levanta para apartar la silla y caminar hacia mí con paso firme, pero no me intimida—. Te he mantenido con vida a pesar de todas tus estupideces, al igual que a los otros cuatro. Llevé un maldito ejército de Drakirians a sacarlos de las pocilgas. Si no te hubiera otorgado el talento, jamás hubieras hablado latín con tanta fluidez en tan poco tiempo y tus poderes seguirían siendo mediocres. Regno estaría en cenizas si yo no hubiera ido a advertirles que el ejército de Westperit se dirigía a ellos luego de nuestra huida. Gracias a mí la perra está débil. Nos estoy dando todo el tiempo posible. Yo le regalé a este mundo la magia, no voy a permitir que Lilith me quite eso. Mucho menos tú.
—¿Regalar? ¿De qué hablas...? —El oscuro ser chasquea su lengua negando.
—Sí tan solo el principito te hubiera enseñado demonología estoy seguro de que lo habrías adivinado.
—¿Adivinar qué?
—Mi nombre, Adalia. —Me sonríe a la vez que el orgullo inunda su cara—. Yo soy Agares, el dador de dones. Alguna vez fui el comandante de más de treinta legiones de demonios, pero esa maldita me arrebató algunas. Yo otorgo poder, enseño cualquier lenguaje e incito a los hombres a seguir la inmoralidad de sus corazones. La hechicería es la obra más grande de mi existencia. —Lo veo con expresión seria y un tanto confundida. No sé realmente qué contestar o si debería arrodillarme ante él. Me recorre de arriba a abajo con la mirada y de una, aparece el Argentum Oblinit sobre su mano. Me sorprendo—. Tu querido tío lo dejó sobre la mesa cuando salió a ver lo que pasaba. Lo tomé antes de irnos. —Me lo ofrece, pero tengo miedo de tomarlo—. Anda. Si no me crees a mí créele al libro y después explícaselo a Rómulo. No va a ponerte por encima de la magia, eso te lo aseguro.
Tomo el libro con cautela. Jamás lo había visto fuera de la vitrina de Seamus, pero definitivamente es lo más divino que alguna vez haya tocado. No hace falta ser un conocedor para notar que es sagrado. Agares abre el tomo en el lugar más importante para nosotros: el hechizo que Lilith quiere, al lado de las instrucciones sobre todo lo que necesita antes de intentarlo.
—¿Por qué me lo das a mí?
—Porque Rómulo no va a confiar en un duque del infierno. Léelo, explícale la situación y yo regresaré mañana, necesitan comenzar con el entrenamiento. No soporto estas tonterías de Yule.
—¡Adalia! —Escuchamos la voz de Seth acercarse a la tienda. Agares me guiña un ojo para luego desaparecer. Detesto que haga eso. Escondo el libro bajo la almohada antes de que el chico entre apartando las cortinas de mi tienda sin esperar mi respuesta.
—Seth, tienes que aguardar a que yo conteste antes de abrir —espeto molesta
—Lo lamento, Gorka y los demás ya regresaron. Necesitamos toda la ayuda para preparar la cena.
—Diles que tomaré un baño. Iré en un rato. —El chico asiente con una enorme sonrisa para luego retirarse. Cubro mi cara con frustración.
¿Por qué nunca puedo hacer lo que deseo? ¿Por qué cada paso que doy en mi vida parece planeado? ¿Por qué siempre tengo que poner a los demás sobre mí? Lo único que deseo hacer en estos momentos es gritar, pero no quiero que nadie me escuche y venga a preguntar lo que sucede. Si tuviera la opción de renunciar a mi magia para evitar todo esto, creo que realmente lo consideraría. Lanzo las cobijas, las almohadas e incluso algunas cosas de mi esposo entre lágrimas de impotencia. Ha comenzado a dolerme el estómago por la rabia que siento. No quiero creer en lo que ha dicho Agares. No puedo seguir mintiéndole a Gorka, mucho menos utilizarlo. Y si no cumplo la promesa que le hice a Rómulo, estoy segura de que lo perderé.
¿Realmente pondría a la magia por encima de mí? Qué pregunta más boba. Claro que lo haría, la hechicería es su vida. Me dejó muy claro ayer que sin ella no tenía nada. Hará todo lo que está en sus manos para recuperarla y yo... ¿Sería egoísta al no apoyarlo? ¿Estaría mal interponerme en su camino? Su propósito durante años ha sido únicamente detener la profecía, ¿por qué habría yo de cambiar eso?
La curiosidad me hace sacar el libro de debajode la cama para comenzar a leerlo. Agares no pronuncio una sola palabra envano. Todo es cierto. Nuevamente, no tengo opción.
Hola, hola.
Los escritos describen a Agares como un demonio amistoso... ¿qué opinan de él?
Lamento la tardanza, pero los exámenes finales me consumían. En esta ocasión "Prophetiae" se traduce como "profecía". Nos leemos pronto.
—Nefelibata
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top