Capítulo treinta y nueve: Remediis

Valeska y yo conseguimos que el médico de la corte nos dejara tomar los ingredientes necesarios utilizando sus dolores como excusa. Gracias a los dioses, esta vez omitimos la parte en la que Valeska lo fingía. Terminamos de recolectar hierbas asaltando la cocina de Fidelma, ganándonos varios gritos que mi cómplice no dudó en corresponder, logrando sacarme varias carcajadas. La cara roja y perpleja de esa chef valía más que todo el oro de los cuatro reinos.

Cuando todos los ingredientes estuvieron en nuestro poder, decidimos que el mejor lugar para preparar la poción sería en la habitación que la reina le había ofrecido a mi compañera en su palacio. Más bien, cerca de él. No es nada parecida a la que nos ofreció a Gorka y a mí. Mientras que la nuestra es sumamente amplia y goza de bastantes lujos como la chimenea, el timbre para llamar a la servidumbre y los sumamente costosos detalles de oro blanco en los acabados de los muebles, la de ella tiene únicamente lo necesario para vivir. Sin embargo, está limpia y mi compañera no parece echar de menos esas comodidades.

—¿Estás segura de que no quieres leer el libro que tomamos de la biblioteca? —le pregunto un tanto nerviosa.

—Confía en mí. He preparado esta cosa más veces de las que me gustaría admitir.

—Está bien. Es que en verdad necesito que funcione.

—Cuando nos conocimos te dije que había sido criada entre saqueadores. Apenas mi cuerpo comenzó a desarrollarse y dejé de entrar en espacios pequeños, ellos decidieron que solo podría quedarme si les pagaba mi comida compartiendo su cama. En cinco años no salió ningún bebé de entre mis piernas. Así que, créeme, sé preparar esto.

Valeska nunca viste con vestidos elegantes. Usualmente opta por ropa que deja a la vista gran parte de su piel y, por Ias múltiples cicatrices que se observan en su cuerpo, era obvio que su pasado no había sido sencillo. A pesar de eso, me sorprende la manera tan relajada con la que habla de eventos que para cualquiera serían difíciles tan solo de recordar. En cuanto nota que no sé cómo reaccionar a lo que ha dicho, resopla y vuelve a lo suyo.

—Olvida que lo mencioné.

—Siento que hayas pasado por eso.

—No lo hagas. A todos nos pasan cosas malas al menos una vez en la vida. Se aceptan y se sigue.

—Me gustaría compartir ese pensamiento.

—Si todos lo hicieran, la vida sería más sencilla —contesta —. Esto ya está listo, solo debemos esperar unos minutos.

Le sonrío agradecida y, mientras ella va por un frasco para poner lo que sobre de la poción, me propongo leer el libro que Valeska ha decidido ignorar. Rituales sin luna está escrito en el lomo del pesado tomo, pues no necesitamos esperar a la noche para poder realizarlos. Rituales para atraer fortuna, para recuperar la salud, para asegurar que el alma del ser amado está a salvo después de su muerte, para proteger el hogar... Hay de todo un poco dentro de las páginas, pero nada demasiado poderoso.

—Ahí no encontrarás nada interesante. Todos los buenos rituales se hacen con luna llena. También tome ese libro, si te interesa. —No dudo en sacarlo de su bolsa.

—Será mejor que los regresemos a su lugar antes de que la dama de la elegancia se entere de que los tomamos sin su permiso. —Comienzo a pasar las hojas. Ciertamente las ceremonias que encuentro son mucho más complicadas, pero también más interesantes. De todos, hay uno en especial que hace que mis ojos se abran—. ¡Valeska!

—¿¡Qué!? —contesta sobresaltada por mi repentino grito.

—¡Mira esto!

El título de uno de los capítulos finales me llena de esperanza a pesar de que ofrece una solución a un problema que ni siquiera es directamente mío. En letras grandes y rojas está escrito Ritual de Restablecimiento de la Magia. Cuando Valeska lo lee se sienta a mi lado y de inmediato comenzamos a revisarlo con más detalle. Involucra un hechizo, pero, desgraciadamente, es uno que implica sangre. Ambas sabemos que Rómulo jamás haría algo así.

Cuando todo estuvo listo, bebí la poción esperando con todas mis fuerzas que funcionara y volví a mi habitación antes que Gorka. Escondí el resto del brebaje entre mis cosas lo mejor que pude para que él no lo encontrara si se proponía husmear entre ellas. Valeska dijo que sería suficiente con tomarlo una vez cada tres días y que, cuando se acabara. ella me prepararía más. Le debo una muy grande por esto.

Tomé un baño al regresar y mi esposo no tardó mucho más tiempo en entrar a la habitación. Estaba nerviosa al inicio, pero él no me dio detalles de los asuntos políticos que discutió con Eleanor. Por su actitud calmada, sé que la dama hizo lo que Rómulo dijo que haría: guardarse nuestro secreto para después. Las únicas palabras que pronunció fueron que la reina pretendía que comiéramos todos juntos.

Al entrar al comedor, al lado de Eleanor, veo por primera vez después de semanas al padre de Rómulo. Él sostiene las manos de la dama entre la suyas con cariño, mirándola como si ya fuese una hija. A un costado está el príncipe Nobey, quien al verme entrar me dirige una mirada que grita «Sálvame».

—¿Quién lo diría? —pronuncia el padre de Rómulo con una gran sonrisa, cosa que pocas veces lo vi hacer—. Él heredero al trono de Regno y su esposa van a sentarse a comer con la Dama de Eastliberi, con el rey de Northbey y con mi hijo. Todos en la misma mesa. Dioses, definitivamente es algo que solo esta preciosa reina conseguiría hacer.

Al escuchar las palabras del rey de Northbay hago el mismo gesto que me dirigió Rómulo al entrar, provocando que este suelte una pequeña risa que le gana una mirada de reproche por parte de su padre. Se disculpa de inmediato, excusándose de sentir una picazón en la garganta. La reina mantiene su sonrisa y frente en alto, pidiéndonos tomar asiento con ellos. Gorka, sin titubear un solo segundo, se acerca a la mesa haciéndome caminar con él. No tardan en comenzar a traer la comida.

Pensé que, al enterarse de que el secreto de su reino había sido revelado ante sus enemigos, el padre de Rómulo estaría furioso. Creo que la esperanza de obtener la paz lo relaja, además de que a Eleanor le place buscar una alianza con nosotros. Por el momento, únicamente Gorka y yo conocemos el verdadero rostro de los Nobey además de sus aliados, pero no sé si nos dejarían volver con vida a Regno con esa información.

—¿No deberíamos esperar a Valeska, Seth y Killian? —comento cuando uno de los sirvientes sirve una buena cantidad de pescado en mi plato.

—Ellos no comerán con nosotros —contesta Rómulo más disgustado de lo que seguro pretendía sonar—. Ninguno de ellos tiene sangre real.

—Ojalá no te importe —interviene Eleanor—. Viejas costumbres, supongo. Además, como tu esposo se ha mostrado sumamente interesado en dejar a un lado las diferencias entre Regno e Eastliberi, preferiría que si se llega a discutir un asunto delicado quede solo entre nosotros.

—Entiendo. —Antes de que Gorka tenga la oportunidad de intercambiar su copa con la mía, yo le doy un buen trago al vino blanco. Voy a necesitarlo, tanto como para escuchar esta conversación como para soportar el fuerte olor del pescado. No sé cómo voy a terminar mi plato, pero sé que si no lo hago mi esposo armará alguna escena de como despreciar la comida de nuestros anfitriones es un grave insulto o algo así.

—Entiendo que tus padres aún no saben que estás planeando aliarte con Eastliberi y, por lo tanto, dejar a un lado el conflicto con Northbay —afirma el padre de Rómulo.

—Ellos no están enterados aún, tampoco conocen mi paradero actual. Sin embargo, estoy seguro de que podré convencerlos. De todos modos, cuando Seamus tomó el trono de Westperit y rompió nuestro pacto, nos orilló a buscar nuevos aliados.

—Dado el lamentable fallecimiento de Calum, entiendo que Adalia es quien debería estar sentada en ese trono —interviene Eleanor y yo la miro un tanto perpleja. Realmente nunca estuvo en los planes de mi familia que yo portara la corona y, por lo tanto, nunca fui preparada para ello. Incluso se me escapa una pequeña risa ante lo absurdo de esa idea.

—¿Yo en el trono? No, eso sería una locura. Además, a mí la política no me gusta mucho —comento, ganándome una mala mirada y un buen apretón en la pierna por parte de mi esposo.

—Lo que Adalia quiere decir es que el no haber sido preparada para reinar la pone nerviosa. Pero, si estuviera sentada en el trono, ella tendría mi apoyo en todo momento y mi consejo al tomar decisiones. —Definitivamente eso no es lo que quise decir.

—El ejército de Westperit no es pequeño. Después de la boda, cuando Eastliberi, Northbay y Regno tengan paz, podríamos considerar una prioridad recuperar el trono —propone la dama.

—Una excelente idea, Eleanor —habla nuevamente el padre de Rómulo. Es obvio que está encantado con la prometida de su hijo—. Gorka, ¿por qué no invitas a tus padres a celebrar con nosotros el compromiso? Sería un primer acercamiento a la paz.

—No hay que apresurarnos —interviene Rómulo antes de que mi esposo pueda contestar, haciendo que todos posen su mirada sobre él —. Es que, aún no es oficial el compromiso.

—Pues no sé qué esperas para arrodillarte, hijo. No encontrarás mejor esposa que ella. —Al escuchar esas palabras vuelvo a darle un buen sorbo a mi copa.

—No es algo que desee discutir ahora, padre.

—Conrad, por favor. Rómulo aún necesita unos días para decidir si necesita a mi ejército para librar su guerra o no. —La mirada del príncipe de Northbay se torna levemente amarilla. Le molesta tanto como a mí que otras personas se sienten a la mesa para discutir un futuro que no es suyo—. ¿Cambiamos de tema?

A los pocos minutos, Morgan entra al comedor con más platillos, apoyando a los demás sirvientes a pesar de su avanzada edad. Sonrío al verlo, pero me sorprendo al ver que ni Rómulo ni su padre se inmutan por su presencia. Batalla con mantener el equilibrio de la comida en sus manos y, al notar que nadie tiene la intención de ayudarlo, me disculpo con nuestros anfitriones para ponerme de pie y acercarme a él.

—¡Adalia! —me reprocha Gorka lo más calmado que sus modales se lo permiten.

—No es necesario, pequeña... —me dice Morgan con cariño, pero preocupado. Supongo que, si la reina no quiso comer con los demás elegidos, nunca pensaría siquiera en voltear a ver a un hombre que trae su comida.

—Solo tomará un segundo —le contesto con una sonrisa mientras le quito de las manos una de las dos charolas.

Al darme la vuelta caen sobre mí la perpleja mirada de Eleanor, la desaprobación del padre de Rómulo y la ya esperada furia en los ojos de mi esposo. Por unos segundos me quedo ahí parada frente a ellos, al lado de Morgan sin poder dar un solo paso al frente. Creo que ahora soy yo la que necesita ayuda para escapar de ahí.

Al notar que estoy quedando en ridículo, Rómulo no tarda en ponerse de pie para caminar hacia donde Morgan y yo nos encontramos. Lo saluda con una sonrisa amplia y le quita de las manos la segunda charola. Agradece su ayuda con la comida y le pide amablemente que se retire. Luego de eso, me hace un gesto para que ambos nos acerquemos a la mesa. Dejamos al alcance de todos los bocadillos y volvemos a tomar asiento.

—Se ven deliciosos, ¿no? —Habla Rómulo sonriendo para dispersar la tensión en el aire y mete uno de los aperitivos en su boca.

La velada sigue entre vino y más platillos que me esfuerzo por no vomitar. Mi esposo parece disfrutar de la reunión, pero cada vez que yo trato de incluirme en la plática para no pasarla tan mal recibo más apretones de su parte que me ordenan discretamente que me calle. Decido cerrar la boca cuando mi pierna comienza a doler, ya debe estar morada por la fuerza de sus dedos. En verdad le importa esto y teme que lo arruine. Me limito a intercambiar miradas con Rómulo de vez en cuando, escuchar la poco emocionante conversación y pasarme el marisco con vino, lo cual no lo hace mejor.

Después de algunas insufribles horas, por fin se nos permite regresar a nuestras habitaciones. Tanto Gorka como yo consumimos más alcohol del que debíamos, pero al estar yo menos acostumbrada, sus efectos en mí son más notorios. Me retiré tambaleando y con pasos cruzados. Apenas dejan de observarnos más personas, la cara de mi esposo se torna seria. Está notablemente molesto conmigo, lo cual es usual luego de un evento social.

—Es increíble que Rómulo no haya aceptado la propuesta de Eleanor aún.

—¿Por qué? —le digo arrastrando solo un poco las palabras mientras comienzo a ponerme más cómoda.

—Por favor, Adalia. Es la mujer más cotizada de los cuatro reinos. Cualquiera querría aceptar su mano.

—Sí, seguro que tú estarías encantado. —Él me mira aún molesto y apretando sus labios.

—Al menos ella no me avergonzaría en cada oportunidad que tiene. —Rodeo los ojos, siempre es la misma queja.

—¿Algo más que quieras agregar? Quiero irme a dormir. —Gorka lo duda, pero el alcohol en su sangre lo hace seguir.

—Eleanor es elegante, educada y hermosa. Apegada a las tradiciones e impecable en todo momento. Sabe qué decir y qué callarse. Es una gran estratega, un ejemplo y la dirigente de una nación próspera. Ella es...

—Anda, dilo.

—Ella es todo lo que tú nunca serás. —Las palabras de Gorka no me hieren por el hecho de que él la prefiera a ella antes que a mí, sino porque Rómulo es quien va a estar al lado de la mujer que cada persona en los cuatro reinos desea.

—Tal vez tú deberías ponerte de rodillas ante ella.

—Tal vez, pero desgraciadamente estoy atrapado contigo.

—Y eso es lo único que tenemos en común.

Gorka suelta un suspiro lleno de frustración y lanza lejos el cinturón que segundos antes llevaba puesto. Después de eso, ambos nos quedamos en silencio un buen rato. Pensar en él como la pareja de Eleanor es algo que haría muchísimo más sentido y, aunque esa solución es imposible bajo cualquier circunstancia, imaginarla me parece inútilmente reconfortante.

—Vamos a la cama, aún necesitamos que haya un heredero para Regno.

—Eres realmente idiota si piensas que vas a tocarme después de lo que dijiste.

—¡Hey! —me mira furioso por la manera en la que le he hablado—. Eres mi esposa, Adalia. Es tu obligación.

—Vete al demonio, Gorka.

Lo antes posible vuelvo a escapar de la habitación. Solo escucho los gritos de mi esposo detrás de mí, pero debe estar demasiado borracho o simplemente agotado de pedir que me quede. Mi cabeza duele y mis pasos no son rectos. La última vez que estuve tan alcoholizada estaba conociendo una aldea nueva. Definitivamente fue una experiencia mucho más placentera que esta.

Estoy decidida a pasar la noche en el cuarto de Valeska, pero antes de llegar a él, observo a Seth golpeando la puerta de Killian. Un intenso brillo se escapa por el borde de la madera, al punto de comenzar a pintarla de negro por el calor. Me acerco de inmediato para ayudarlo, luce asustado y realmente preocupado. Incluso siento como el alcohol comienza a dejar mi cuerpo debido a la adrenalina que me invade.

—¿¡Qué pasa!? —le pregunto a Seth. Ninguno de nuestros hechizos consigue abrir la cerradura,

—El idiota de Killian tomó un libro de lomo dorado.

Después de unossegundos, el brillo cede y escuchamos ese clic que indica que la puertaya no frenará nuestros pasos. Con cautela, Seth la empuja para que ambospodamos asomarnos. Las letras del libro frente al que está parado Killianbrillan en una tinta roja. Él tiene una amplia sonrisa en su cara y de susmanos ya no se produce un inocente brillo, si no una vívida llama. Parece felizde haber conseguido hacer magia, pero no estoy segura de qué tan bueno sea.

Hola. hola. 

Ando inspirada y con ganas de por fin poder terminar esta historia. Espero alguien por ahí aún la disfrute a pesar de que me he ausentado un tiempo.  Esta vez, "Remediis" se traduce del latín como "Remedios". Nos leemos pronto. 

Sección de memes:

—Nefelibata

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