𝖋𝖗𝖆𝖓𝖌𝖎𝖇𝖎𝖑𝖊
SABRINA SPELLMAN daba vueltas frente al espejo de su habitación, mirando detalladamente su elección de vestido. Era negro con un sutil encaje morado, pero decidió, después de veinte minutos de modelar y apreciar su figura en él, que no era el indicado. Dio una vuelta y, con su magia, de pronto ya tenía puesto otro vestido que era verde esmeralda. Divertida comenzó a dar vueltas y a bailar, hasta que cambió otra vez de prenda. Azul, amarillo, morado... ningún vestido llamaba mucho su atención pero no dejaba su buen humor. Se movía con una gran sonrisa en su rostro, tarareando una canción cursi, "Tell It to My Heart" de Taylor Dayne, y Salem solo la miraba atento y entretenido.
No podía evitar ocultar su emoción, pues Harry la había invitado a una cita. Era surreal, y más porque la noche anterior la había besado, y juró que no había sentido eso con nadie. Ni con Harvey ni con Nick. Esto era diferente, y había una conexión tan grande entre ellos que cualquiera podía notar. Y, a pesar de que faltaban horas para la cita, su insomnio por pensar en él había causado que ahora mismo a las seis de la mañana cuestionara qué ponerse. No había saciado su sueño en absoluto pero no dejaba su buen humor.
Por lo menos, así fue hasta su última clase del día.
Harry no se había despegado de Sabrina pues él argumentaba que Hermione y Ron se habían peleado, y en primer lugar, Harry tenía que aguantar con frecuencia la presencia de Lavender Brown, quien opinaba que cualquier momento que no estuviera besándose con Ron era tiempo desperdiciado; y además, se hallaba él en la difícil situación de ser el mejor amigo de dos personas que no parecían dispuestas a volver a dirigirse la palabra. Le contaba respecto a todas las peleas que ellos dos habían tenido, comenzando desde su primer año. La peliblanca sintió mucha pena por Hermione y un disgusto hacia Ron por cómo la trataba. Su paciencia se colmó cuando le contó la vez del baile de Navidad, así que advirtió a Harry que no siguiera o miraría mal a Ron siempre, lo cual el chico lo tomó como un chiste pero esa no era su intención.
—Sé que no le agrado, pero ¿por qué no acompañamos hoy a Hermione? —sugirió Sabrina con las mejores intenciones—. No quiero que sienta que perdió a ambos de sus amigos.
—Lo he intentado, pero tiene una agenda tan llena que sólo puedo hablar con calma con ella por la noche. Aunque eso tampoco resulta porque Ron está enroscado alrededor de Lavender y se niega a sentarse en la sala común si están allí.
—Ambos necesitan una intervención —argumentó Sabrina, girando hacia el pasillo para llegar a su siguiente clase—. ¿Has intentado emparejar a Hermione con alguien más? Claramente Ron no es bueno para ella.
—No lo había pensado, tal vez ayudaría —dijo Harry pensativo.
Ambos se detuvieron y charlaron alejados de los alumnos que entraban al salón de Transformaciones. Draco Malfoy pasó cerca de ellos y los miró mal, pero tanto Sabrina como Harry estaban embobados el uno por el otro que ni siquiera lo tomaron en cuenta. Tampoco Sabrina notó que Hermione se dirigió dentro del salón charlando con Theodore Nott (la identidad que Caliban había robado). Y, finalmente, tampoco vio que Lilith estaba al final del pasillo cuando ambos comenzaron a tener una charla de la fiesta de Slughorn.
—Tal vez podamos conseguirle una pareja a Hermione para ir los cuatro y se sienta menos nerviosa.
—Es cierto, te quería preguntar —comenzó a hablar Harry, mientras Madam Satán los veía mal ya lo suficientemente cerca para poderlo oírlo decir—: ¿Cuál es el color de tu vestido? Puedo usar un traje del mismo color, y así iríamos juntos como pareja a nuestra primera cita.
—Sabrina Spellman, tengo que hablar contigo de inmediato.
La mencionada palideció de un momento a otro, escuchando a Lilith arrastrar sus palabras. Lo que pudo haber sido el mejor momento de su vida al oír lo que Harry recién le había confesado, se volvió el peor de su día. El castaño se escabulló hacia el salón, dejando a la chica sola y nerviosa.
—Sé lo que vas a decir —dijo Sabrina antes de que las furiosas palabras salieran de la boca de la castaña—, pero viéndolo en el lado de nuestra misión, él es con quién debo estar más cerca.
—¿Me podrías explicar? Yo sólo veo a una niña enamorada de alguien que estará muerto en unos meses, y nada concentrada en su verdadero objetivo.
Era obvio que Lilith estaba más que enojada. Podía verlo en sus ojos y en el tono de su voz, propio de la madre de los demonios, a pesar de que tenía una sonrisa en el rostro. Pero ella decidió inventar algo totalmente alejado de su plan para que le permitiera estar con Harry en paz.
—Harry es lo que Voldemort quiere, y lo conseguirá, sabemos que así será. Y mi padre es la clave, está con Voldemort que sabe del paradero de las reliquias. Podemos usar a Harry como carnada. Hacer que confíe y entregarlo a él.
Lo que la despistada Sabrina de nuevo no notó, fue que Hermione salió corriendo del aula con lágrimas en los ojos a causa de Ron puesto que imitó los brincos que ella daba en la silla cada vez que los profesores formulaban una pregunta. En eso, logró escuchar la última oración, y eso bastó para que sus lágrimas se detuvieran por completo y las mirara con los ojos entrecerrados.
—También mi plan es acercarme a Malfoy —prosiguió Sabrina—, estoy segura de que él es mortífago y puede ayudarnos.
—Suficiente. —Suspiró Lilith—. Confiaré en tu plan pero no quiero que te encariñes con ese niño, será entregado a Voldemort en poco tiempo y no puedes cambiar eso.
—Por supuesto —tragó saliva—, él sólo es un mérito para nuestro objetivo.
Hermione, al ver que ambas se dirigían al salón, corrió tan rápido como pudo hacia los baños para que no vieran que había escuchado la conversación de las dos. Sin embargo, no se inmutaron en preocuparse o en siquiera darse cuenta pues ambas estaban sumidas en su mal humor y preocupación.
Claro que para nada pensaba en Harry como una carnada, jamás se le había pasado por la cabeza. Lo único que Sabrina había pensado estos últimos días era en una manera de salvarlo y vencer a su padre, de nuevo, y era todo lo que le importaba. Ni siquiera pensaba más en buscar las reliquias de la muerte. El amor la tenía tan mal que hasta había pensado en quedarse en esta línea de tiempo por siempre, pero sería muy egoísta de su parte ya que no ayudaría a sus amigos en casa ni los volvería a ver jamás. Sus intenciones eran buenas, después de todo, pero era algo que era difícil de creer por lo que acababa de decir en voz alta.
—¡Por fin la invitaste a salir! —dijo Ron, incrédulo, durante la cena—. ¿De verdad sabes lo fastidioso que era escucharte hablar de cómo lo harías cada noche?
—Basta, Ron —lo reprendió Harry, deteniéndose cuando vio a Sabrina en el comedor.
Sabrina intentó animarse pensando que Harry quería invitarla tanto como lo deseaba ella, pero no lo consiguió del todo. Estaba sumida en sus pensamientos de lo que haría para salvarlo ya que la charla con Lilith le dió un golpe de realidad y cayó en la conclusión de que su único brillante plan era acercarse a Malfoy, y no había tenido ningún éxito en eso.
Por su parte, Hermione entró y buscó con la mirada a Harry. Al encontrarse, ella llegó hasta ambos chicos que aún estaban en pie. Sabrina estaba frente a ambos, sentada, removiendo el estofado de su plato. Harry se fijó en que Hermione la miraba con disimulo, incluso con miedo.
—Tenemos que hablar los tres —ordenó la castaña con autoridad en su voz—. Ahora mismo.
—¡Sí, hombre! ¡Para que me ataques con otra bandada de canarios asesinos! —exclamó Ron en son de burla.
—No, Ronald, esto es importante...
Pero Ron no la escuchó, porque Lavender, que acababa de llegar con Parvati, se apretó entre los tres amigos y, sin perder un segundo, le echó los brazos al cuello a Ron.
—¡Hola, Harry, Hermione! —dijo Parvati, que, al igual que ellos, parecía un poco molesta y harta por el comportamiento de aquellos dos tortolitos—. ¿Van a la fiesta de Slughorn esta noche?
—Sí, he quedado con Theo a las ocho y... —Se oyó un ruido parecido al de una ventosa desplegándose de un sumidero obstruido y Ron levantó la cabeza. Hermione prosiguió como si nada—. Iremos juntos a la fiesta.
—¿Con Theo? —se extrañó Parvati—. ¿Theodore Nott?
—Ya entendí por qué me zumban los oídos.
Caliban se acercó a la mesa y posó sus manos en los hombros de Hermione. Sabrina se atragantó con su jugo de calabaza y comenzó a toser mientras el rubio le dirigía una mirada de superioridad.
—Hola, sólo debo hablar con Harry y ahorita te ayudo con tu tarea.
—Vámonos ya, primor —Caliban le ordenó como si no hubiera salido nada de los labios de Hermione.
—Creo que te siguen zumbando los oídos porque no escuchaste que quiere hablar con Harry —Sabrina se interpuso levantándose del asiento.
El rubio siguió caminando guiando a Hermione de los hombros por el pasillo del comedor, pero no perdió la oportunidad de voltear y mirar burlonamente a la peli blanca, mientras que ella echaba dagas por los ojos. Harry se quedó perplejo al igual que Ron. Por otro lado, Lavender y Parvati juntaron las cabezas para analizar aquella primicia y poner en común lo que habían oído acerca de Theodore y lo que sabían acerca de Hermione.
A Sabrina no le importó que Harry le estuviera llamando a sus espaldas mientras ella salía con prisa para seguir a la nueva pareja. Ignoró, incluso, que Draco Malfoy la siguió todo el rato en el que ella los buscaba por los pasillos sin mucha suerte. Finalmente se rindió cuando se encontraba en un pasillo que reconoció, por lo cual decidió subir las escaleras que la dirigió a la torre del telescopio y a la linda vista. Se recargó en el barandal para tomar aire. Estaba harta de que todo esto estaba saliendo tan mal, y no había tenido suerte con nada más que en mentirle a la persona que menos quería ocultarle cosas. Y para nada quería que alguien más fuera víctima de ese demonio, tenía que hacer algo.
—No saltarás, ¿verdad?
La voz de Draco sobresaltó a Sabrina, pero ella no pudo evitar dirigirle una sonrisa cuando él se acercó a su lado mirándola expectante. Negó con la cabeza.
—Sería una salida fácil y a mí me gusta el camino largo.
Draco asintió comprendiendo, pero algo adentro de él no lo entendió del todo. Se quedaron en silencio un momento apreciando los terrenos del castillo cubiertos de un manto blanco, mirando a algunos búhos que volaban en varias direcciones y la nieve cayendo. Se acercaba la Navidad, y Sabrina distinguió una figura en el patio vacío que arrastraba un gran árbol y supuso que era Hagrid.
—¿Te quedarás la Navidad en el castillo, con tu... tía? ¿O lo que sea que es?
—Eso creo, no puedo ver a mi familia aún —suspiró sonoramente—, de igual forma para ellos aún no es Navidad. —Draco frunció su ceño confundido y Sabrina se mordió el labio para evitar hablar de más—. ¿Qué hay de ti?
—No pienso ir con mi deprimida madre a que me obligue a visitar a mi preso padre para que me reprenda por no haber logrado mi misión aún.
Sus palabras fueron golpeadas y con un hilo de voz. De pronto se removió en el barandal para que no viera sus lágrimas caer de sus ojos y así limpiarlas desprevenidas sin dejar rastro.
—Lo siento mucho, debe ser duro para ti.
Draco se encogió de hombros en respuesta.
—Si quieres hablar sobre esto...
—Eso es lo que más me molesta, que no puedo. Me obligaron a no hablar de nada y mantener las apariencias.
El chico parecía herido, desesperado, y solo quería correr para volver a la realidad así evitando abrirse con una chica que apenas conoce. Y eso estaba por hacer, pero un ligero agarre en su brazo lo detuvo. Él tuvo que contenerse para no mirar a sus dulces ojos que lo incitaban a abrirse.
—Estoy aquí para ayudarte si lo necesitas —su voz fue cálida y Draco no recordaba la última vez que alguien le había hablado de esa manera. No hizo más que dirigirse a la salida, sin antes voltear cuando Sabrina volvió a hablar—. Te veo en la fiesta de Navidad.
Él esbozó una sonrisa. No había sido invitado, pero igual asintió con la cabeza.
—Te veré entonces.
Sólo quiero decirles que juro solemnemente acabar esta historia. Perdón por no actualizar en mucho tiempo pero la verdad estaba muy mal y creo que lo van a notar por mí escritura en futuros capítulos. Y quiero agradecerles por su paciencia y por haber leído y dejado esos comentarios. Una noche donde tenía insomnio vi varios de ellos y me sentí con un propósito de nuevo. Quizá una fanfic no es mucho para varias personas, pero para mí esto lo es todo, porque me he puesto a escribir y me ayuda con mi ansiedad. Espero que les ayude a sacar una sonrisa eso es lo que quiero, y los quiero por leer♥️
Recuerden que dedico capítulos a quien comenté primero pero le quiero dedicar este a una personita que me quiso querer publicar por todos sus comentarios. Gracias por todo.
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