02- Golpe del pasado

Sanji se despertó cuando los rayos del sol le tocaron la piel. Anoche no pudo evitar curiosear las redes sociales de Zoro, quedándose en vela bastante tiempo. Cogió su teléfono y volvió a cotillear el perfil de aquel chico.

"@r0ron0a_hunter"

Había muchas fotos interesantes. Sólo sonreía en algunas fotos, ya que en la mayoría estaba serio o de mal humor. En fin. Se vistió con una camiseta índigo claro, pantalones semi largos turquesas y zapatillas de lona negra bajas. También cogió sus gafas de sol fucsias y su mochila beige, dónde metió algunas cosas que él supuso que le harían falta.

Cuando tenía el día libre, Sanji iba al comedor social. Él era consciente de que había gente que no podía comer dada su situación. Por tanto, decidió ir de voluntario al comedor para echar una mano cada que podía. No tardó mucho en llegar, puesto que estaba a un par de calles de donde vivía, lo cual era una ventaja.

Al entrar fue recibido por una mujer joven con el pelo negro y largo. — Me alegro de verte, cook-san.

— Buenos días Robin-chan. He venido a ayudar como siempre.

— Por supuesto. Agradecemos mucho tu colaboración en el comedor.

— No hace falta darlas. Ninguna persona merece pasar hambre y mucho menos estando en la calle.

Robin sonrió. — Ojalá hubiera más voluntarios, pero creo con tu apoyo será más que suficiente.

Sanji sonrió y se puso a trabajar. El rubio disfrutaba ver la sonrisa de las personas disfrutando su comida. Pero lo que más le enorgullecía, era que estaba usando sus habilidades para ayudar a los necesitados. Se acordó de su madre. Ella lo animaba a cocinar y a perseguir sus sueños. Pero ella murió cuando era un niño.

Aún así, tenía buenos recuerdos. Agradeció de haber nacido con el pelo rubio claro. Le recordaba mucho a su mamá. Estuvo cocinando un par de horas cuando Robin se le acercó. — ¿Sanji?

Sanji la miró con las mejillas rosas. — ¿Qué deseas mi querida Robin-chan?

— Hay un chico en la entrada que te busca.

— Ahora mismo estoy ocupado, dile que venga otro día.

— Dice que es tu hermano.

Sanji se paralizó un momento. ¿Cuánto hacía que no tiene contacto con sus hermanos? La última vez que supo algo de ellos, es cuando no paraban de acosarle, humillarle y golpearle. — Está bien. Ahora voy, gracias Robin.

Sanji cogió sus cosas y avanzó a la salida del edificio. Pudo divisar un característico tupé rojo y sus ojos se llenaron de furia. Esa sonrisa socarrona que caracterizaba a su hermano mayor. — Cuánto tiempo, Sanji.

— ¿Qué demonios quieres Ichiji?

— Tranquilo, solo estoy de paso. No estoy interesado en ti o tu patética vida de pobre.

Sanji frunció el ceño. — Al menos me gano la vida de manera honrada, no como vosotros que vivís a costa de los demás.

— Eso me ha ofendido hermanito.

— No es mi problema. Dime ya qué demonios quieres.

Ichiji se burló. — Como si quisiéramos algo de un fracasado como tú. Sólo pasaba por aquí, pero no me esperaba verte dando de comer a…esa gente.

A Sanji se le hinchó la vena. Sus hermanos iban a verle sólo para burlarse de él o de lo que estaba haciendo. — Mira, estaba teniendo una mañana agradable hasta que me dijeron que me avisaron de que me estabas buscando. Así que te invito educadamente a que te vayas.

El pelirrojo se rió. — ¿Pero qué dices?

— Tranquilo, te lo traduzco. Ichiji. Lo que quiero, es que te vayas a la mierda antes de que te patee la cara.

— Como si fueras capaz de hacerlo.

Sanji se le encaró. — Maldito…

Ambos miraron a la carretera cuando escucharon la sirena de un coche patrulla que aparcó cerca de ellos. Cuando el agente bajó del coche, Sanji reconoció ese pelo verde. — ¿Qué demonios ocurre aquí?

Ichiji habló primero. — Nada señor agente, sólo estaba hablando con mi hermano pequeño.

Zoro miró al rubio. — ¿Es cierto señor?

— Sí…claro, sólo charlábamos.

Ichiji se marchó y el peliverde se acercó extrañado al rubio. — Ese tipo no me da buenas vibraciones.

— Bienvenido a mi mundo. De todas formas, ¿qué haces aquí?

Zoro suspiró. — Se supone que hoy empezaban mis días libres, pero al parecer un compañero se tomado la baja por paternidad y me ha tocado el marrón.

Sanji se rió. — Culpa suya por no usar protección.

Ambos se rieron. — Bueno, no creo que pasaras por aquí de casualidad. ¿Querías decirme algo acaso?

Zoro se puso algo nervioso. El rubio le miraba con ojos curiosos y no sabía cómo decirle lo del bento. — Quería…bueno…agradecerte por el bento. Estaba delicioso.

— ¿De verdad? ¡Me alegro! No suelo hacer bentos, así que temía que no saliese bien.

El peliverde casi se muere. Esa sonrisa que Sanji le ofreció era, en su opinión, lo más brillante que había visto en mucho tiempo. Incluso pensó que su katana, que guardaba con cariño en su habitación, era opacada por aquella sonrisa. — Emm…oye eh…

Sanji le miró confuso. — Yo…suelo ir con tantas prisas que me olvido el almuerzo…y…bueno…

— ¿Quieres que te prepare bentos para tus descansos del trabajo?

— ¿Lo harías?

El rubio lo pensó. Hasta que se le ocurrió una idea. — ¿A qué hora terminas tu turno?

— A las nueve, ¿por?

— Me gustaría conocerte un poco más. Me das mucha curiosidad, cabeza de musgo.

Zoro se molestó. — ¡Tengo nombre cejillas!

Sanji se rió. — Bien, bien, iré por ti a las nueve. Más te vale no quedarte dormido musguito.

— Tsk.

Zoro se volvió al patrulla y siguió con su trabajo. Sanji continuó ayudando en el comedor hasta que se hizo la hora de comer. Recogió sus pertenencias y volvió a su apartamento. Por alguna razón, una sensación cálida le recorrió el pecho. Sanji sonrió para sí mismo. — Parece que no has cambiado nada, Zoro…

En ese momento, le sonó el teléfono. Miró la pantalla y era un número que no le resultaba familiar. Aún así, contestó de inmediato. — ¿Hola?

???: Hola, Sanji.

Sus ojos se abrieron. — ¿Cómo tienes este número?

???: Yo también me alegro de escucharte, rubito.

— Déjate de cursilerías, dime quién te ha dado este número.

???: Tengo mis métodos. ¿Sabes? Me molestó mucho que me dejaras de esa forma.

— Tú fuiste la principal razón por la que me largué. Quiero que me dejes en paz.

???: Sabes que no puedo hacer eso. Quizás deba pedirle ayuda a tus hermanos.

Sanji se puso nervioso. — No te atreverás.

???: ¿Quieres ponerme a prueba cocinerito?

El rubio se estaba agobiando. — No vuelvas a llamarme. Y quién sea que te haya dado este número, dile de mi parte que se vaya a la mierda.

???: No podrás huir de mi, cariño. Siempre sabré dónde, cuándo y con quién estás.

Sanji colgó. Se sentó en el suelo, pegado a la puerta y se tapó los ojos. — Maldito desgraciado…¿cómo supo dónde estaba?

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Hola, ¿qué tal estáis? Espero que bien. Espero de todo corazón que os haya gustado el capítulo. Si tenéis alguna sugerencia o duda, la podéis comentar sin vergüenza y yo la atenderé.

Nos vemos ♥️.

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