II. Depresión sabor pastilla

He tenido que lidiar con el pesar, aunado al vacío de saberme deprimida desde que tengo un uso de razón, por lo tanto quiero compararlo con la amargura de una pastilla resbalando a través de mí garganta.

Causa un asco que se acumula en mis papilas gustativas, al saber que el medicamento está llegando a mi sistema, ni siquiera es una cápsula, es una pastilla desnuda en todos sus componentes regando su fórmula dentro de cada parte que puede absorberla para finalmente estimular un poco el sistema nervioso, tranquilizando por momentos un eterno dolor vivo y palpitante en cada fibra de el cuerpo que forma la existencia de esa mujer que soy yo, es un sabor simple y áspero que se acopla conmigo en una conexión inalterable, no es una cura pero por lo menos me permite mantener una funcionalidad adecuada con mis semejantes, tiene un sabor que me hace quejarme un poco pero por fortuna puedo tragar sin mucho inconveniente después de dos minutos de observar la pastilla en mi mano derecha.

¿Es acaso una vida agradable sabiéndose dependiente de una fórmula externa para callar por un rato los pesares de cada día?

¿Tengo que seguir tomando medicamentos amargos para reducir el dolor y tranquilizar a mi cerebro que vive maquinando planes tristes en donde yo soy la protagonista?

Sí.

Es la respuesta que obtengo por ahora, pero por lo menos sigo respirando...

Hola, buenas noches, saludo a cada uno de ustedes agradeciendo su compañía, ha pasado un año desde el primer relato y quise traerles este alusivo a un malestar propio de las personas incluyéndome, la depresión duele y es amarga pero si sigues aquí te felicito porque tú fortaleza no tiene límites.

Sinceramente.

Lady X.

Publicado por primera vez el 11/09/2023

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