Nunca me abandones...


Y que me emociono escribiendo y no pude aguantar a mañana. 

Les dejo esto:

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Amatista caminaba en círculos en su gigantesca habitación.

-Rayos..¡Rayos!- exclamaba dejando ver una lucha interna.

¿Debía ir al cuarto del chico o no?

Unos minutos atrás estaba realmente convencida de entrar y evitar que las demás gemas se aprovecharan del pequeño, pero de pronto, algo parecido al miedo le había ganado y todo el valor se había esfumado.

Se sentó en un sillón color vino que seguramente alguna vez fue de alguna casa muy rica y que ahora, solo soltaba relleno y resortes por todas partes.

Suspiró un poco mientras, derrotada por sus inseguridades en ese sillón, alzaba su mirada para ver el infinito cielo de su cuarto.

De pronto sonrió. A la mente como un chispazo de luz se le vino las sensaciones que había compartido con el chico cuando, aderezados por la adrenalina y la necesidad de fortaleza, se habían fusionado.

-Je...no eres la única Connie- pensó sin perder de vista el cielo.

Recordó que el chico la llenó de energía, de vitalidad, de alegría y, sobre todo, de esperanza.

Algo que un corazón golpeado por la soledad y la necesidad de atención como el de ella, tanto necesitaba.

-No me dejes...- murmuro estirando un poco su mano hacía el techo habiéndose perdido en sus pensamientos.

Luego, de súbito le llegó también los recuerdos del corazón oscuro del chico y se incorporó en el asiento rápidamente aspirando por la boca.

Recordó su inmensa tristeza por saber...por creer...

-que él nos quitó a Rose- dijo como un murmullo Amatista.

Y por creer en sus momentos más bajos que simplemente es...un reemplazo.

-No, no, no, no- dijo Amatista poniéndose de pie y corriendo con determinación renovada hacía donde se encontraba el charco mágico que daba hacia el cuarto de Rose.

-De Steven, no de Rose.- dijo con severidad regañándose a sí misma.

Ella ya había limpiado el camino hacia el charco así que no tardo demasiado en encontrarlo; se detuvo frente a él, y se puso de rodillas. Suspiro un poco y dijo.

-Bien, aquí voy-

Ella se iba a lanzar cuidadosamente cuando algo le llamo la atención.

No podía ver a Steven.

El cuarto de Rose siempre había sido un misterio hasta para ellas. El poder mágico de la gran cuarzo rosa hizo de ese habitación algo muy especial. Inclusive, a través de su charco no siempre la podía ver, pero eso era solo cuando ella específicamente...

-No quiere que lo vean...-dijo entendiendo poniéndose un poco nerviosa.

Y comenzó a buscar dentro del pequeño cuerpo de agua.

No llevaba demasiado en eso cuando vio de pronto a través del charco llegar a Garnet.

-¡Es Garnet! Vaya, con que ella va a entrar a esto, es increíble, seguro es por la caliente de Rubí- dijo haciendo un mohín.

La morada se asombró al ver que el cuarto rosa se había transformado en una especie de desierto rocoso. Veía a la roja confundida.

-Vaya, Steven ya le dio hasta un escenario. Creo que lo pasará con ella...- y realmente sintió una punzada en la boca del estómago.

La morada vio un poco más y decidió retirarse, no tenía caso seguir viendo lo que sucedería.

En eso estaba cuando sucedió algo inaudito. Como si el agua en realidad fuera de cristal, una cuarteadura comenzó a nacer desde la parte superior hasta cruzar todo el charco, partiéndolo a la mitad.

-Que demo...- iba a exclamar la morada cuando, desde una de las mitades partidas, el escenario cambio.

Dejó de ser una planicie rocosa para transformarse en algo que ella reconoció muy rápidamente.

-Es...es...el campo de fresas gigantes- y los ojos de la morada se expandieron cuando vio de pronto a Perla vagar desorientada por el escenario.

-¿Qué está pasando?- dijo la morada confundida.

Vio a Perla dar unos gritos, moverse de aquí para allá un poco perdida, mientras que en el otro escenario Garnet caminaba en el terreno rocoso.

Luego, el charco generó una tercera línea de fisura que lo dividió en 3 partes.

Amatista observó con detalle. Ya tenía una idea general de que pasaba con lo que ella llamaba sus "locus" pero, ¿Por qué? Y sobre todo ¿cómo?

Y en la tercera imagen que se generó, apareció el escenario del granero.

-Peridot o Lapis- murmuro algo fastidiada ya la morada al entender que todas estaban llegando al cuarto de Steven, aunque la confundía que inmediatamente se les generara un escenario.

Cuando vio a la verde salir del granero dando de gritos se dio cuenta de quién era ese espejismo.

El charco volvió a generar una tercera cuarteadura y todas se acomodaron para quedar exactamente del mismo tamaño. Ni unas más grande que la otra.

En esa el escenario era de un frondoso bosque de hojas caducifolias señalando un evidente otoño.

-Y esa...si, es Lapis- comentó con cierto sarcasmo Amatista poniéndose de pie mientras exclamaba.

-¡Pues bien señoritas! ¡En este momento les destrozare esas fantasías sucias que tienen con mi...! ...¿Steven?...-

Y por segunda vez en la noche sintió que todo se salía de control.

En los 4 escenarios, había de pronto aparecido Steven.

Ella se quedó sin habla, pero era cierto e indudable, Steven estaba interactuando con todas ellas...al mismo tiempo. Por ahora solo hablaban.

Luego, Steven besó a Garnet.

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Enfrente del charco Amatista caminaba como un lencillo furioso. No sabía que hacer, ¿Qué pasaría si entraba? Caía en una de las fantasías hechas o tendría la propia.

-¡AAAW! ¿QUE HAGO?-

Realmente estaba sin poder tomar control. Hasta que vio que Lapis aprisionó a Steven contra un árbol.

-Están avanzando...- se dijo.

Luego vio a Perla hincarse ante Steven y tomarle las manos.

-Ya van a empezar...-

Luego vio a Peridot...bueno en realidad Peridot perseguía a Steven por el maizal lo cual no era preocupante pero sabía que tarde o temprano las cosas iban a terminar...con sexo.

La dama morada puso mirada seria. Apretó más su cola de caballo, empuño las manos.

-Allá voy y que sea los que Rose quiera-

Y saltó dentro del charco mágico.

Amatista fue abriendo los ojos con lentitud. Había un brillo que le impidió poder ver bien en donde se encontraba por algunos segundos.

Cuando su vista se hubo recuperado por completo, pudo observar con detenimiento a su alrededor y ver donde se encontraba.

Y sintió un dejo de decepción.

-¡Steven!- gritó y el eco de las paredes reboto hasta el infinito.

-¡Steven sé que me oyes sal!- dijo ella con tono de cierta molestia.

De pronto escuchó unos leves pasos bajando por las escaleras.

-Disculpa que tardara Amatista, tardaste un poco en llegar-

Ella volteó a verle y cuando él se acercaba ella dio un par de pasos atrás.

-No te acerques- le ordenó.

Él se vio claramente sorprendido y dudo un poco en que decir.

-¿Pasa...algo Amatista?-

Ella no lo miraba. Sus sentimientos bullían; ella también deseaba al chico como todas, pero algo no andaba bien.

-¿Este escenario fue el que imaginaste para mí?- dijo señalando todo el lugar, -¿Las ruinas donde peleamos Steven?-

El chico sonrió -Amatista, aquí tengo recuerdos hermosos contigo-

-Y yo también- contestó inmediatamente – pero...-

Steven la interrumpió -Si es por qué dices que yo te gané y soy más fuerte ya te había dicho que...-

-¡NO ES ESO!- Le gritó molesta.

-¡Eso no importa ahorita! El problema es que tú...no sé si eres tú...-

El chico sonrió amablemente y dio un par de pasos hacía ella.

-Claro que soy yo Amatista ¿Quién más sería?-

-¿Quizá alguien que puede dividirse en cinco personas y atender cinco diferentes escenarios con cinco diferentes gemas?-

Y le clavó la mirada al joven cuarzo.

Steven se sorprendió bastante.

-¿De qué hablas?- dijo rascándose un poco la cabeza tratando de disimular.

-Deja de fingir- y le señaló con un dedo para tirar a matar.

-¡En este momento estas con Garnet en un escenario rocoso, con Perla en el campo de las fresas gigantes, con Peridot en el granero y con lapis en un bosque! ¡Niégalo!-

Y el chico se vio atrapado. No esperaba que alguien se diera cuenta de la situación, por lo menos no con tanta exactitud.

Se sintió descubierto, pero no podía darse el lujo de dudar así que se puso un tanto serio.

-¿Cómo lo sabes?-

-La manera que yo tengo para entrar a este cuarto es a través de una de mis charcos mágicos; tardé en entrar y cuando iba a hacerlo vi a todas las gemas llegar aquí y vi como estaban en lugares distintos, pero a la vez dentro de esta habitación. Ellas están aquí en este momento.-

Steven la escuchó atentamente. Amatista lo notó cansado.

-Sí, es verdad. Todo lo que dices.- dijo con algo de tristeza y quizá pena.

-¿Cómo lo logras? ¿Eres tú en realidad o he estado hablando con una copia mientras tu estas quien sabe dónde sin saber que estoy aquí?- dijo Amatista molesta sintiendo de pronto que hablaba con un espejo.

-No, soy yo en conciencia. Te escucho te veo y te siento. Estoy aquí en tiempo real por decirle así.-

-¿Y lo estás con todas?-

-Sé que parece loco, pero el cuarto me lo permite- y él le sonrió de nueva cuenta.

La morada se calmó un poco una vez que entendió la situación. Además, comprendía que el chico lo estaba haciendo por el problema que tenían y a la vez no quería decepcionar a nadie.

Lo conocía muy bien. Sabía lo noble que era.

También hubiera querido hacer una escena de dignidad y retirarse de allí molesta por no ser la primera ni la única pero, era Steven, su niño, su compañero. Alguien que hacia su corazón latir.

Su fusión.

Su amor.

El que nunca la abandonaría.

La morada se acercó y lo abrazó de pronto.

-Está bien Steven, ya lo entiendo y lo comprendo-

-Gracias Amatista- y le devolvió el abrazo.

De pronto, ella sintió que se fundía con él y estuvo tentada a recorrer su cuello con sus labios.

El golpe del aroma y el recuerdo del sabor le devolvieron los recuerdos de sus 5 minutos. Luego lo vio al rostro

-Te amo de verdad verdad-

-Como conoces esa canci...- iba a decir el chico pero la morada cerrando los ojos le dio un beso tierno y profundo a Steven, el cual la abrazó y la pegó así.

-Por favor Steven, no me abandones, no me dejes olvidada como hicieron en el pasado- murmuró a su oído abandonando de momento sus labios.

-Nunca Amatista, tú tampoco por favor, me abandones a mí-

"Nunca me abandones...nunca me abandones...

...Amatista NUNCA ME ABANDONES-"

Esas palabras hicieron eco en la morada y de pronto se despegó del chico saliendo con algo de dificultad del embriague que le provocaba.

-¡STEVEN!-

-¿Qué pasa?- se sorprendió el chico de pronto.

Lo agarró de los hombros con firmeza para decirle.

-Si tú estás aquí y en otros cuatro lugares... ¿Dónde está tu cuerpo?-

-¿Mi cuerpo? E..está aquí...- dijo señalándose a sí mismo.

-¡STEVEN! ¡Estas generando 5 conciencias! Hasta yo sé que eso debe provocarle algo a tu cuerpo, este cuarto es traicionero, lo sé bien. ¿Dónde estás?-

El chico bajó la cabeza y cerró los ojos.

-No voy a decirte-

-Steven ¿esto te está lastimando verdad? ¿Estar en cinco lugares te lastima?-

El chico no dijo nada.

-¡Dime!- y lo sacudió de los hombros.

El levantó la mirada y ella sintió su corazón congelarse hasta el vientre y la garganta.

-Bueno, sí –aceptó Steven- un poco, pero estoy bien-

-No es cierto, tu mirada tiene algo, estas sufriendo...-

-No pasa nada, de verdad Amatista- y sonrio con dificultad.

-¡No! ¡llévame contigo! ¡Quiero estar contigo!-

-Pero estoy aquí- dijo sonriendo débilmente.

-¡Quiero estar con tu verdadero tú!-

-Pero si te envió allá, no podrás hacer nada-

-¡YO NO QUIERO SEXO!- Gritó ella mientras respiraba agitadamente y con ciertos espasmos. Le temblaban las manos.

-Quiero ver que estés bien...te estás lastimando...por nosotras- y ella derramó un grueso par de lágrimas que no pudo contener.

-Por favor...llévame...-

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Y que se divide en dos capítulos....

Gendou Uribe

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