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Él siempre fue ácido, duro, áspero y salvaje. Era como uno de esos dulces que lo metes a tu boca y te riega una sensación que agarra tu lengua y la estruja, pero poco a poco, ese sabor va disminuyendo, siendo sustituido por un agradable dulce acidito.
¿Y yo? Bueno, él me decía que era como el chocolate, y no solo porque es el color de mi pelo y de mis ojos, o que mi piel fuera como el acompañante de este, vainilla; o quizá porque era adicta a ese postre. No, él lo decía porque desde que me conoció soy enérgica, agradable para algunos así como desagradable para otros, una mezcla de un dulce que te vuelve adicto. Yo nunca le creí... Nunca.
Porque a él siempre pareció que le era desagradable.
Por mucho tiempo creí que solo era una golosina para que se divirtiera un rato. Algo para entretener al paladar antes del verdadero postre.
Nunca entendí sus palabras cuando me llamaba: "¡hey cacao!" O "¡pedazo de chocolate, ven aquí!"... Incluso cuando empezamos nuestra pequeña red de mentiras y actuaciones, seguí sin comprenderlo por mucho tiempo.
-¿Entonces se te confesará mañana?- le pregunto y apoyo mi cabeza en su hombro mientras caminamos despacito bajo el frío invierno con copos de nieve como compañía
-Sí.- fue lo único que me respondió, no frío o seco, simplemente indiferente a lo que su "sí" significaba
-Mmm... ¿Estás seguro?
-Jaja, bombón, la tengo por fin en mis manos.
-Fue un hueso duro de roer -. admito
-Asi es la cara redonda conmigo, pero ya no más.- mi mano derecha que está dentro de su bolsillo de su suéter, siente un pequeño apretujon de su parte
Apenas salimos del café, él tomó mi brazo y lo cruzo por el suyo, guardando mi mano en su bolsillo; se bien que es friolento y también que le gusta mi temperatura caliente, y a mí me gusta que me use como su calefactor, aunque pronto ya no seré yo la que lo caliente y lo cuide.
-¿Volverás a intentarlo con Hawks?- siento que me ve de reojo, pero yo sigo viendo mis botas color crema como si fueran lo más interesante del mundo
-Nah, lo voy a dejar en paz, él no me quiere... Sus celos solo fueron por capricho, como él lo fue para mí.
-Jaja, ¿te das cuenta de la estupidez que acabas de soltar?- se ríe bajito y ronco -Montamos todo esté show por petición de la princesita como para que ahora simplemente digas: "fue un capricho".- imitó mi voz, pero obviamente muy chillona y horrible
-Jaja, estarías bueno para actor de doblaje Katsu.- río levemente
-Oye, ¿qué te pasa?- mueve su hombro donde tenía mi cabeza apoyada, haciéndome que la levanté
-¿Ah?
-Estas demasiado calmada, das miedo así.
-Jaja, lo tomare como un ¿halago?- termino mi oración dudando
-¿Qué te sucede? ¿No me digas que no quieres que esto acabe?- frunce el ceño, estudiando mi rostro impasible ante sus palabras, pero al no ver reacción de mi parte, comienza a cubrir sus emociones con la máscara de siempre -Ja, ¿al final caíste a mis pies también?- se burló orgulloso, pero lejos de molestarme o ponerme agresiva, prefiero guardar su risa para mis oídos
-Mm, quizá...- respondo indiferente llevando mi mano que estaba descubierta y soplando sobre está para calentarla un poco, el frío estaba haciendo que se entumiera, pero ese entumecimiento hacía que mantuviera mis pies en la tierra, o era así hasta que la gran mano de Bakugō me sorprendió tomándola, y dejando de caminar, en seguida se colocó en frente mío viéndome a los ojos
-Dime la verdad Ryuka, ¿te gustó?- aprieta ligeramente ambas manos
"Sí" quiero responderle, pero si lo digo me apartará. Él no está dispuesto a tenerme a su lado como una amiga enamorada que se interpondrá en su relación con su querida Uraraka, porque una vez que me declare, estoy segura de que empezaré a luchar para que él sienta lo mismo que yo. Porque así soy, cuando admito que quiero algo, lo tengo que obtener, pero por desgracia, Bakugō no se dejará.
-¿Tú qué crees?- le pregunto con una muy leve sonrisa en mis labios, casi invisible para cualquiera pero que él nota muy bien
-Respondeme.- ordena firme sin despegar sus ojos de los míos
El vapor que sale de su boca al hablar, el sonido de la gente en sus compras navideñas, el olor a chocolate que se nos quedó impregnado por beber una taza de aquella bebida caliente, y el sonido de mi corazón que resuena en mis oídos me hace sentir tan viva. Y sobre todo, sus bellos y brillantes ojos carmín que me ven esperando ansiosos una respuesta.
-¿Me quieres, Bakugō?- suelto la pregunta que ronda por mi mente desde hace tiempo
-¿Q-qué carajos dices?- su agarre en mis manos se afloja bastante
-Jaja nada, olvídalo...- la alarma en mi celular suena, es hora de irme -Tengo un show en un rato, me voy, cuídate.- mis manos se deslizan por las suyas hasta caer, mis pies dan un paso lejos suyo para comenzar a andar hacia atrás -Fue un gusto actuar a tu lado Katsuki.- le sonrió sincera y mis mejillas que son empujadas por mi sonrisa me impiden verlo antes de girarme
Ya no dice nada, y yo tampoco. Esta claro, no podremos ser nada, él nunca querría intentar algo conmigo, después de todo, aunque se que se acostumbro a mí, no está dispuesto a tener una novia gorda e hiperactiva, soy poca cosa. No va con él, con su gran imagen; a parte de que iniciamos esto con un objetivo, o bueno, dos, y ambos se han cumplido ya. No es que me menosprecie, es que se que yo no soy su tipo, y eso está bien, no me haré la víctima culpandolo de no querer un cuerpo diferente a la figura de reloj que la bella Uraraka, cada quien sus gustos, y ese es el gusto de mi rubio.
Al parecer, el sabor a chocolate que tanto me reclamaba por desprender no fue lo suficiente adictivo o de su gusto para que se quedara a mí lado.
¿Por qué rayos me termine enamorando nuevamente del rubio explosivo aunque ya me había roto una vez el corazón? Realmente él es el que resulta tan adictivo como el chocolate, no yo.
Comenzamos...
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