Sabes que no soy buena

Este OS está basado en la canción "You know I'm no good" de Amy Winehouse. Es drama, nada de humor.

Tanto Sirius como Bellatrix tienen treinta años.  Es bastante distinto a lo que suelo escribir, sobre todo Bella, que no está OOC sino como me imagino que estaría de haber sobrevivido a Voldemort... 

¡Espero que os guste y agradeceré muchísimo cualquier comentario y voto! Os adoro.

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

El reflejo que me devuelve el espejo del baño es casi esperpéntico. Por suerte estoy demasiado borracha para distinguirlo. Me paso una mano por el pelo, como si ese gesto fuese a suavizar la maraña de rizos oscuros que casi alcanzan mi cintura. La sombra de ojos hace horas que se convirtió en una nube negra presagio de tormenta; el pintalabios rojo sangre ha sido arrastrado y sustituido por algo que quizá sea auténtica sangre. Busco el maquillaje en mi bolso para retocarlo pero... ¿para qué?

Bajo las escaleras casi tambaleándome, todo está difuso. Pero ni aún así suelto la copa de whisky que alguien ha colocado en mi mano. Nos cruzamos en la planta baja del bar. Sirius acaba de despedirse de sus amigos y me mira. Los bíceps se le marcan bajo las mangas de la camisa que lleva arremangada. No soy capaz de mirarlo a los ojos.

-¿Qué? ¿Qué has hecho hoy con él? –pregunta sin acritud, más bien con aburrimiento.

Sin responder, apuro la copa y abandono el bar, pese a que el alcohol y los tacones de aguja amenazan mi verticalidad. Él me sigue, apartando a puñetazos a los tíos que se interponen. Volvemos a casa en silencio.

Me engaño a mí misma, como sabía que lo haría. Ya le avisé de que era problemática. Lo sabe, me conoce desde siempre. Todo el mundo se lo advirtió: con tu trastornada prima nada puede salir bien. Ya lo sabe, sabe que no soy buena.

Se va a trabajar tan pronto que ni siquiera sé si esta vez ha dormido en mi cama. En eso pienso mientras mi exnovio ocupa su lugar. Nunca sentí interés por Rodolphus, pero sabe cómo tratarme. Aún así no consigo disfrutar, no logro sacar a Sirius de mi cabeza. En los últimos estertores pienso en él y es entonces cuando suena el timbre. Mi amante desaparece y yo corro hacia la puerta.

-Casémonos, no soy rencoroso –me propone Sirius con su voz profunda y seductora-, así no habrá otros nunca más.

Lloro de felicidad en el suelo del baño, lloro por él. Y de nuevo me engaño a mí misma diciéndome que el compromiso me hará cambiar. Que terminará con el trastorno de dependencia y las carencias psicológicas que generó mi maestro. Pero... yo le avisé, sabe que no soy buena. Nunca lo he sido.

Un par de semanas dulces. Viajamos rememorando nuestra juventud, cuando disfrutábamos viendo el mundo arder; y si no ardía, nosotros prendíamos la mecha. Estamos como estábamos antes, como al principio, como yo soñé que sería.

Regresamos a Londres y regresa al trabajo. No lo necesitamos, nos sobra el dinero (sobre todo a mí, no me importaría mantenerlo), pero Sirius jamás se pierde una misión. Siempre se apunta el primero junto a su amigo James. Cuando vuelve a casa ya es de noche.

Estoy en la bañera, con una copa en una mano y una revista en la otra, pero apenas distingo las imágenes. Me saluda sin mirarme mientras se lava la cara. Se relame los labios mientras yo me enjabono los hombros. Entonces descubre en la moqueta una quemadura de cigarro. Ninguno de los dos fumamos. Mi corazón se acelera y se me retuerce el estómago.

Sirius se encoje de hombros. Y eso es lo peor. Yo me engañé a mí misma y le engañé a él. Sabía que era problemática, nunca fui buena persona, pero... ¿Quién clavó el cuchillo primero?

Me sumerjo por completo en la bañera para que el agua arrastre las lágrimas. Se está bien así. La sensación de ingravidez, de ligereza, es agradable. Unos segundos más y todo habrá terminado. El alcohol nubla mis pensamientos, aniquila mis reflejos vitales. Cierro los ojos.

Cuando escucho que por fin Tánatos pronuncia mi nombre, alguien tira de mí. Mis pulmones se llenan de aire y empiezo a toser. Me tiembla el cuerpo y me lloran los ojos. Sirius me sigue agarrando del antebrazo, justo donde antes lucía la marca que me unía a mi pasado. Se sienta en el borde de la bañera contemplándome. Seguramente siente lástima: tan brillante, tan hermosa y tan perdida... O no, quizá no siente nada. Y eso es lo peor.

Sacudo la cabeza y la realidad se vuelve más nítida. Lleva la camisa desabrochada. Sobre su pecho sigue mi nombre tatuado, algo desdibujado por el tiempo. Decía que era su amuleto de la suerte... pero de eso hace ya décadas. Ahora que está más cerca, huelo el perfume de mujer que impregna su ropa.

-Es de Lily, ha venido a buscar a James y hemos tomado unas cervezas.

Asiento e intento esbozar la que antaño fue mi sonrisa macabra. Fracaso y me da igual.

-¿Quieres que... salgamos a cenar... o algo? –me pregunta titubeante.

Niego con la cabeza. "Otro día" respondo mientras intento incorporarme. Sospecho que la oferta es solo por compasión y que no habrá otro día, pero estoy cansada. Y no quiero torturarle con más momentos incómodos. Ya cubrí mi cupo de torturas.

Me ayuda a salir de la bañera y me pasa la toalla. Me envuelvo en ella, pero no consigo dar dos pasos sin marearme. He perdido varios kilos desde que descubrí que puedo alimentarme solo de whisky. Me siento en el suelo, con la espalda apoyada en la pared y cierro los ojos de nuevo. Siempre supe que mi vida sería así: el poder, la inteligencia y la fortaleza sirven de poco si todas tus decisiones son erróneas. Y las mías lo fueron desde el principio.

-Alguna vez fuimos felices, ¿verdad? –murmura Sirius apoyado en el marco de la puerta.

-Lo fuimos –aseguro pensando que, aun mareada, necesito más alcohol.

Él calla durante unos minutos, probablemente intentando rememorar aquella época. Y la pregunta de siempre: ¿Qué falló?

-Me jugué el puesto al desvincularte de los mortífagos y hacer desaparecer tu historial –me recuerda-. Y no me arrepiento, pero...

-Yo me jugué la vida al salvar a los Potter. Y me arrepiento.

-¿De jugarte la vida o de salvar a los Potter? –me pregunta con rabia contenida.

Lo medito y finalmente murmuro: "De ambas". Parece dispuesto a replicar, a gritarme por fin. Pero no lo hace. Sacude la cabeza y sale del baño. Me miro al espejo con los ojos enrojecidos y me pregunto cuándo dejé de quererme, cuándo perdí mi voluntad. Probablemente a la vez que me obsesioné con un psicópata. Él murió, pero mi carácter fuerte y seguro murió con él.

Busco algo de ropa limpia para ponerme. No es fácil, todo gira a mi alrededor. Sirius aparece de nuevo.

-¿Por eso lo haces? –me interroga en tono desabrido- ¿Porque tuviste que matar a tu maestro para salvar a mis amigos? ¿Desde entonces me has odiado?

Ni siquiera me giro a mirarle. Sigo abriendo cajones hasta que encuentro un jersey de angora que alguien me regaló. Con eso y las bragas de encaje ya es el doble de ropa de la que suelo llevar últimamente. Me siento en el borde de la cama y dejo que mis ojos oscuros resbalen hasta los suyos para ver si realmente siente lo que dice.

-No te odio, nunca podría.

En mi mirada, en mis palabras, en mi gesto extenuado... en algún punto mi marido ve que soy sincera.

-¿Y tú? – le pregunto mientras me sirvo otra copa- ¿Cuándo dejaste de quererme?

-Yo no... -empieza él incómodo.

-No recuerdo si fue poco a poco o si todo cambió un día concreto –susurro para mí misma mientras me tumbo en la cama-. Sé que cuando estábamos en el colegio tú eras mi mundo y yo era el tuyo. Siempre estuvieron también tus amigos, claro, a los que ni soporto ni ellos me soportaron nunca... Pero entonces no te escudabas en ellos para retrasar la hora de volver conmigo.

-¡Pero si tú te uniste a...!

-Tuve que hacerlo para proteger a mis hermanas (que paradójicamente dejaron de hablarme por unirme a él). Pero aún así tú nunca dejaste de ser mi prioridad. En cambio yo fui perdiendo puestos en tu lista... Tus amigos, tu ahijado, tu trabajo... Te inventas misiones para no tener que pasar tiempo conmigo, ¿verdad?

-No, es que... -lo intenta de nuevo.

-No, no respondas. Mejor encógete de hombros como con todo lo relacionado conmigo.

Él cierra los ojos y acusa el golpe. Después, se sienta en una esquina de la cama, se sirve también un vaso de licor y empieza a elaborar su respuesta.

-Tuve que hacerlo al principio. Cuando alteré tu historial y manipulé testimonios de los testigos para que no te mandasen a Azkaban. Era más seguro que no nos relacionaran. Fingí que no teníamos relación más allá de ser primos para que nadie sospechara. Y supongo que en el proceso... ambos nos convertimos en otras personas. Nadie sale indemne de algo así.

Yo asiento sin sentir.

-Bebemos demasiado, nunca hablamos. Siempre lo solucionamos todo con sexo y...

-Porque siempre fue lo que mejor se nos dio –murmuro.

Sonreímos, intentamos reír pero ninguno lo consigue. No es cierto. Hubo otras cosas en las que éramos muy buenos juntos, pero ninguno las recuerda ya.

-Hace tiempo que cuando te miro sé que no te hago feliz, que por mucho que ambos lo deseamos, no lo consigo –admite él-. Supongo que ya no nos conocemos y... es más fácil retirarse que asumirlo.

-Supongo que sí. Cuando nos casamos todo el mundo vaticinó que no duraríamos ni dos meses. Han sido dos años, ya es un triunfo. A veces pienso que lo hiciste solo para llevarles la contraria, como...

-No –me interrumpe al punto-. Te he querido con todo mi ser, Bella. Jamás deseé casarme, pero tú fuiste la excepción.

-Entonces lo siento –respondo tras unos minutos de silencio-, siento haberte engañado y haberme engañado. Me quedaron muchas secuelas del tiempo con Voldemort y ya nunca seré una persona estable. Intenté llamar tu atención de varias formas y ninguna fue la adecuada... Ya sabes que no soy buena y que conmigo todo son problemas.

-No es solo culpa tuya. Nunca tuve una relación de más de una noche antes de ti y no fui capaz de gestionarlo. No es que no me importe lo que te pase, es que es más fácil fingirlo así. Yo también lo siento. Supongo que nuestro pasado supone un lastre demasiado grande como para que nada bueno nazca de ahí. Nos cansamos de luchar.

Estoy de acuerdo y siento que ya está todo dicho. Así que opto por cerrarlo:

-Mi abogada se encargara, mándale una lista con lo que quieras. No habrá problema. Alegaremos que fue un matrimonio concertado, como los de tantos Blacks, y así será nulo. Como si nunca hubiésemos estado casados.

Me mira en silencio sin sorprenderse.

-¿Es lo que quieres, Bella? ¿Estás segura?

Asiento con la cabeza, ya nos hemos hecho suficiente daño. Dejo caer mi copa –me da igual si a la mesilla o al suelo- y me sumo en el coma en el que se han convertido mis noches.

Una semana después nos encontramos en el registro civil del Ministerio. Mi abogada vuelve a leer los términos del acuerdo. Sirius no quiere mi fortuna ni mis propiedades; le vale con su casa familiar, su sueldo y lo que queda de la herencia de su tío. Todo en orden.

-¿Estás segura? –me repite él.

Confirmo lentamente, con la mirada nublada y la mente vacía. Ya no sé si estoy borracha, triste o tan solo perdida. La pluma rasga el papel mientras Sirius garabatea su nombre. Después, me la tiende incapaz de mirarme. Sé que tiene prisa: es el cumpleaños del hijo de los Potter y por supuesto no empezarán sin él. Yo tampoco quiero prologar la agonía. Me inclino sobre la mesa para firmar y la manga del vestido se me sube ligeramente, dejando a la vista el perro negro que me tatué para ocultar la marca tenebrosa. En un impulso irracional, Sirius me agarra la muñeca. Cierro los ojos.

-No va a cambiar nada –aseguro.

-No quiero separarme de ti, Bella –susurra cogiéndome de la barbilla para obligarme a mirarle.

La abogada se levanta y abandona la sala entendiendo que necesitamos un momento. Nuestros ojos se encuentran y se estudian durante largos minutos. Es él quien rompe el silencio:

-No quiero rendirme, no si se trata de ti; aunque haya hecho falta estar a punto de perderte para reconocerlo. Siempre quisiste ir a Islandia a ver los volcanes, los campos de lava y las auroras boreales. Te llevaré y...

-¿Y cuando volvamos qué? Cuando viajamos y estamos los dos solos es como si volviésemos a tener veinte años y ninguna fuerza pudiese separarnos. Pero en cuanto regresamos, la caída aún es más dura. Y estoy cansada de recomponerme.

-Entonces no volveremos –sentencia él.

-¿Cómo? –le pregunto desconcertada- Tu trabajo, tus amigos y...

Lo medita durante unos segundos. Finalmente, destroza el contrato de anulación, me agarra del brazo y dice: "Ven". Obedezco por inercia y porque me arrastra él. No entiendo qué pretende ni qué va a cambiar. Recorremos los pasillos a toda velocidad hasta llegar a la Oficina de Aurores. Sin ni siquiera llamar a la puerta, entramos en el despacho del jefe. Antes de que Shacklebolt pueda preguntar a qué se debe la interrupción, Sirius proclama: "Dimito". Su jefe ni siquiera tiene tiempo para responder antes de que salgamos.

-Oye, Sirius, no hagas esto –le suplico-, tendrás que volver a...

No me permite responder. Me obliga a acompañarle hasta uno de los escritorios, el de James Potter.

-¿Ya habéis firmado? –le pregunta su compañero mirándome- No es muy normal seguir cogiendo de la mano a la mujer de la que te acabas de separar...

-No, no hemos firmado. Vengo a contarte que nos mudamos a otro país, te mandaré la dirección más adelante.

-¿Perdón? –replica mirándonos con incredulidad.

-James, has sido mi familia y te lo agradeceré siempre. He sido demasiado crío y demasiado arrogante como para aceptar la realidad mientras tú formabas tu propia familia y me incluías de nuevo en ella. Quieres tenerme a tu lado para conservar tu parte infantil como si nada hubiese cambiado. Y yo te lo he permitido. He cuidado a Harry, ido de copas y de vacaciones con vosotros y acepté este trabajo porque era lo que tú querías. Pero ya está. Necesito y quiero pasar cada uno del resto de mis días con mi mujer y con nadie más.

-Canuto, vamos a ver... -empieza James apabullado.

-Felicita a Harry de mi parte, te escribiré más adelante.

Sin más, salimos del despacho. Me conduce entonces a la oficina de trasladores y sustrae media docena indicándole al encargado que son para una misión. No están al tanto de su dimisión y no ponen pegas. Ya fuera del edificio, me muestra los trasladores con la etiqueta que indica a qué país conduce cada uno.

-¿A dónde prefieres ir? –me pregunta con ojos brillantes.

-¿De verdad? –insisto aún dudando de si me hallo dentro de una alucinación- Ya sabes que soy problemática, Sirius. Te quiero, solo a ti y a nadie más. Pero no soy buena y no quiero que sufras...

-Ninguno de los dos somos buenos. Somos Blacks: trastornados, temerarios, casi alcohólicos y con un humor muy inestable. Hemos pasado por demasiado y hemos cambiado mucho. Lo único que se mantiene en mi vida desde que tengo uso de razón es que te amo. De una forma u otra, pero nunca he dejado de quererte. Así que elige a dónde prefieres que nos mudemos. A no ser que desees quedarte, claro...

-No. Aquí son todo malos recuerdos y decisiones que otros tomaron por nosotros. Me da igual a donde ir, solo quiero que estés conmigo cuando me despierte por la mañana. Y que si quemo la moqueta para simular una infidelidad, te cabrees y me grites que me odias y me demuestres que la pasión que tenemos nunca se desvanecerá.

-Te lo prometo, pequeña –sonríe él estrechándome entre sus brazos.

Me besa por fin, haciéndome sentir débil e invencible a la vez. Agarra un traslador sin separar sus labios de los míos. Cuando abrimos los ojos, las estrellas dominan el cielo sobre un bosque repleto de luciérnagas y flores silvestres. Pero no prestamos atención. Todo el color que necesito en mi vida es el gris de sus ojos. Ahora, por primera vez, soy consciente de lo que es la libertad. Y de que para serlo, ambos necesitamos estar juntos.

Apoyo la cabeza sobre su hombro y deslizo la mano bajo su camisa hasta alcanzar su corazón. El perro tatuado en mi muñeca acaricia mi nombre tatuado en su pecho. Y en ese momento, el cielo resplandece. La aurora boreal inunda el paisaje en un espectáculo de colores fantasiosos que desde entonces nunca nos ha abandonado.

Él sabe que no soy buena y me quiere así. Y yo le quiero a él. Juntos volveremos a ver el mundo arder.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top