Go outside
Todo lo que quiero
Capítulo catorce| Buddy Holly: Noche del día en el que Fred vendió su primera pintura
Abrió los ojos tras negarse rotundamente a dormir por culpa de la taza de café que había tomado algunas horas atrás; no era normal estar así un jueves por la noche y el recordar que tenía que estar a primera hora en su trabajo solo la hacían considerar el gusto por servir café junto con Fred.
Se giró hacia la ventana y notó como no había cerrado su cortina, se quedó perdida en los barrotes de metal que podía observarse afuera los cuales conformaban la escalera en de emergencia. Suspiró sentándose en la cama y tomando su teléfono del suelo para dar un último vistazo a sus mensajes pues lo había colocado en silencio para dormir mejor.
No te asustes.
Fue lo que leyó de un mensaje de Oliver recibido hace cinco minutos. Silver frunció el ceño confundida y buscó algo a su alrededor esperando por alguna broma que el chico haya dejado en la oscuridad de su habitación, pero no lo había visto desde que se fue con algunos amigos cuando aún había sol y ella había estado encerrada en esas cuatro paredes desde las tres de la tarde.
Lentamente se puso de pie, pero no terminó de colocarse sus pantuflas cuando vio al chico asomarse por su ventana, como una sombra siniestra esperando por ella. Iba a gritar pero decidió tapar su boca ahogando aquello tras caer de nuevo en su cama.
Oliver golpeó el cristal delicadamente y, con desesperación, veía a su derecha como si quisiera asegurarse que nadie lo observaba desde las otras ventanas del departamento.
Silver respiró hondo recuperándose del susto y fue hasta él, abrió la ventana confundida y Oliver sonrió agradecido.
—¿Qué haces? ¿No puedes simplemente tocar la puerta?
Se hizo a un lado y él entró, con dificultad por su tamaño y el poco ruido que podía hacer.
—Son casi las nueve.
—Sí y me parece increíble que estés dormida—se burló.
—Tengo trabajo mañana temprano.
Oliver suspiró y rodó los ojos.
—Qué nena.
—Cállate.
El castaño se estiró e intentó mirarla de arriba abajo.
—Apresúrate, llegaremos tarde.
—¿A dónde? —Silver intentó reír por el chiste pero él sonrió aún más.
—A un concierto—dijo como si aquello fuese muy obvio.
—¿Por qué?
—Porque tengo boletos—insistió un poco molesto por la pregunta mientras iba a la cama y se recostaba ahí—. Estaba en el bar y aposté que podía escupir más lejos que todos, y un chico extraño apostó unos boletos para un concierto en el Queen Elizabeth esta noche, gané—explicó, se incorporó quedando sentado—. Iremos.
—¿De qué es el concierto? —se cruzó de brazos frente a él.
—Música clásica.
—¿Música clásica? —Silver rio.
—Sí, y pareces ser alguien que disfrutará de eso, además sería bueno ver a verdaderos músicos en acción.
—¿Y en vez de explicarme por teléfono decidiste subir por la escalera de emergencia?
—Esa es la parte divertida, nos fugaremos unas horas y Fred no se enterará; haces una versión de ti con almohadas mientras la verdadera tú está disfrutando Vancouver de noche por primera vez y no solo contará que conoció la biblioteca más bonita del mundo.
Silver dejó caer sus brazos, analizándolo. Miró al chico quien no dejaba de sonreír seguro de que era buena idea y la había convencido. Oliver parecía un loco la mitad del tiempo pero había ocasiones en las que emanaba cierta vibra de aventura a la que nadie se podría negar.
—Me cambiaré—dijo, yendo hasta el armario.
—¿Para qué? Ya pareces de la realeza.
La chica rio y él sonrió por haberlo logrado.
—Ponte algo que diga: Estoy aquí porque gané unos boletos en una apuesta de saliva.
—¿Jeans negros y una blusa blanca ? —Silver comenzó a desabotonar su camisa de rayas que usaba como pijama.
—Claro—Oliver asintió, tratando de mirarla. Silver aclaró su garganta—. Ah, claro—giró su cabeza para poder admirar la pared—. Después podemos ir por pizza, o tacos. Conozco un lugar que es muy bueno.
—Pareces conocer mucho Vancouver.
—He vivido aquí toda mi vida—forzó su ojos para poder distinguir una fotografía de tantas que había en la pared, parecía ser Silver más joven junto a sus padres. Una típica foto familiar—, con mi familia.
—¿Tienes hermanos?
—Dos hermanas menores, Kaya y Jackie. Así que no temas, no te haré daño—se encogió de hombros.
—Listo—Silver avisó y Oliver la miró de nuevo, la encontró colocándose un par de botas al mismo tiempo que intentaba mirarse en el espejo de cuerpo entero que tenía en una esquina.
—Pediremos un taxi abajo—se puso de pie yendo de nuevo a la ventana.
—¿Qué? ¿Saldremos por ahí?
Oliver la abrió de nuevo y rio.
—¿Quieres que Fred nos vea y haga un escándalo? —le miró.
Silver guardaba su teléfono en un pequeño bolso que acaba de tomar del suelo e hizo una mueca.
—Necesito que confíes en mí—Oliver dijo.
—¿Qué más da? ¿No?
—No te haré daño—reiteró, riendo.
—No me preocupa que me hagas daño—se acercó a la ventana, quitándolo de ahí y saliendo con un solo movimiento demostrando determinación. Silver miró hacia abajo y suspiró—. Pero si me caigo de me lastimo, es tu culpa.
—Sí, claro, mi culpa—intentó salir también después de regresar por un libro—, ¿es tu primera vez fugándote?
—Es la primera vez que un chico entra por mi ventana.
Oliver colocó el libro para que la ventana no se cerrara por completo.
—¿Y hay otras primeras veces donde puedo ser un participante?
El castaño sacó su teléfono del bolsillo e iluminó las escaleras para bajar con cuidado; dejando que Silver fuese delante mientras intentaba no reír por la pregunta.
—Eres mi primera vez yendo a un concierto de música clásica.
—No, otra primera vez.
—Lo siento, pero no. Ya tuve mi primera vez y ni hablar de mi primer beso—fue al grano.
—¿Y qué hay de tu primer beso conmigo?
—Estás pidiendo mucho.
—No espero poco de ti—se encogió de hombros.
Silver negó con su cabeza, evitando reír de nuevo por el juego involuntario que Oliver creó. Se detuvo cuando las escaleras se acabaron y tocaba dejar caer la escalera de mano para llegar al suelo. Pero aquello hacia tanto ruido que podían despertar a todos los vecinos.
—Tenemos que saltar—dijo Oliver, saliendo por las barras y sujetándose de lo que podía; aun colgando de ahí miró a Silver—: Rose, sálvate tú—fingió una voz dramática pero no le dio tiempo de reír cuando se soltó de cayó de pie—. Ven—levantó sus brazos, dispuesto atraparla.
Silver se recargó en el barandal y lo miró, de una forma juguetona negándose a hacerlo aunque de todas maneras lo haría sin su ayuda.
—Vamos—dijo él, riendo también—, será como caer enamorada de mí.
—De todas tus amigas, ¿por qué pensaste en mí para acompañarte a este concierto?
Oliver bajó sus brazos y dudó recordando como decidió aquello. La miró de nuevo, algo confundido.
—De hecho no pensé en nadie más.
Go outside - Cults
¿Para qué llorar por Claire y Wesley cuando existen Oliver y Silver?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top