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Desde que TaeHyung llegó a la preparatoria Source, ha destacado por sus altas notas e increíble inteligencia, sin mencionar el estereotipado cuerpo de muñeca que posee (incluyendo su esculpido rostro), lo hicieron subir rápidamente a la punta más alta de la pirámide social dentro de los alumnos. Esto no solo lo hizo ser muy conocido, y siempre andar junto a los más populares y respetados de su escuela, sino que en varias situaciones también le provocó conflictos y con el pasar de los años se fue ganando uno que otro enemigo. Porque por supuesto, ser popular tenía sus ventajas y desventajas, como cada cosa en la vida.
Aquí es donde entra Park JiMin, el famoso deportista de Source. Igual de conocido que TaeHyung, con la gran diferencia de que el pelinaranja era un imán para chicas por su estilo lanzado hacia lo masculino y TaeHyung, por lo general, era carnada para los chicos.
Siempre estuvieron con sus peleas innecesarias, de aquí para allá. Competían por notas, trabajos, deportes, etc. Era como una rutina entre ellos comenzar a discutir por lo que sea, solo para molestarse.
Pero aquel día era uno de los últimos antes de salir de vacaciones y próximamente entrar a su primer año de universidad, por lo que, al menos TaeHyung, deseaba finalizar con su rivalidad y acabar en paz con el chico con quien compartió tantos años de experiencia, aunque no haya sido la mejor. TaeHyung quería largarse de Source sin nada que le hiciera peso en los hombros para poder partir una vida de adulto tranquilo, sin más estupideces y cosas infantiles. Quería un cierre de ciclo y estaba seguro que el único que podría dárselo era JiMin.
Con esa idea en mente, el pelinegro fue a buscarlo a los camerinos, donde generalmente se encontraba.
Lo había visto jugar su partido de fútbol americano, el último que jugaría en la escuela, y debía de admitir que aunque fuese algo idiota, el muchacho era un muy atractivo jugador. Hombros anchos, pero sin llegar a ser robustos, manos fuertes, uno setenta y pico de altura, cara bonita... Definitivamente si no hubiesen sido enemigos, TaeHyung lo hubiese querido en su cama.
—¿Park? —preguntó, entrando al camarín de hombres.
Los espejos estaban algo empañados y no presenció ningún alma allí dentro.
—¿Qué pasa? —apareció sorpresivamente, secando su cabello anaranjado con la toalla. Llevaba la playera de su equipo, solo que sin las hombreras, y había cambiado sus shorts del uniforme por un pantalón gris de buzo. Su mirada engreída recorrió todo el cuerpo del más alto sin descuido alguno—. ¿Vienes por un autógrafo, Kim? —dijo burlesco, acercándose a él.
TaeHyung rodó los ojos.
—No, lindo, venía por otra cosa.
—¿Y eso sería...? —sus ojos de intriga divirtieron al mayor.
—Un tratado de paz.
—¿Tratado de paz? ¿A qué mierda te refieres, mh?
—A que en esta última semana de clases que nos queda dejemos de molestarnos y tratarnos mal, ya estamos grandes para eso. Además, no nos veremos nunca luego del viernes, ¿cuál es la necesidad de terminar así?
El de Busan rió.
—¿Así que quieres que te trate bien?
—No, idiota, solo que dejemos atrás nuestros problemas.
—Mmhh —movió su boca pensativo mientras su cuerpo se acercaba más al de TaeHyung, tanto que terminó estirándose unos centímetros para hablarle sobre la oreja—. No, no hay trato.
Un escalofrío le recorrió la espalda y casi se deja ganar por un tiritón.
—Ugh, eres insoportable —le golpeó el pecho, intentando disimular la debilidad que sintió por unos segundos—. Ándate a la mierda, yo solo venía a ser maduro, pero veo que no es lo tuyo —se separó unos pasos, caminando hasta el espejo para sacar su lápiz labial y delinear sus belfos—. Idiota.
JiMin soltó otra carcajada, muy a gusto con fastidiarlo.
—¿Sabes lo que quiero yo, TaeHyung? —se posicionó tras él, quedando con su mentón casi rozando el hombro del otro, quien suspiró inevitablemente.
TaeHyung tenía su teoría. Cada persona que tenga algún rival, siempre, por más mínimo que sea, se va a producir una especie de tensión sexual. Era obvio, una ley de vida. Porque el odio fácilmente podía ir agarrado de la mano del deseo sexual, según Kim.
Y JiMin también lo sintió, quizás pocas veces, quizás realmente se odiaban, pero ahí estaba, esas miradas que se dirigían, esos insultos molestos, pero que a la vez parecían muy coquetos... significaban algo. Y no tenían problemas en admitirlo porque estaban seguros que, en algún punto, el otro sintió lo mismo, aunque ninguno lo expresara con palabras.
—No, no lo sé, JiMin —sus manos se sujetaron a la cerámica cuando Park se pegó contra su culo, descaradamente.
Él sabía lo que iba a pasar, Dios, lo sabía hace tiempo. Solo faltaba el momento adecuado y este parecía serlo.
—Follarte antes de nunca más verte la carita, princesa.
La respiración del pelinegro se entrecortó cuando JiMin comenzó a frotar su miembro contra su trasero, corriéndole el cabello hacia un lado para atacar su cuello.
TaeHyung se dejó ser, disfrutando de su encuentro y gimiendo en el momento que JiMin comenzó a puntearlo vulgarmente por detrás.
—JiMin~ —gimió desesperado, volteando hacia el más bajo, quien lo besó aún frotándose contra él. Sus grandes manos fueron a caer al culo de TaeHyung, apretujándolo y aumentando la velocidad en sus movimientos. Kim era absurdamente sexy.
—¡Mhj! —volvió a gritar, esta vez sobre sus labios. El pelinaranja le había mordido el cuello y lo embistió duramente sobre la tela de su prenda. Estaba tan caliente y sensible que el roce de la ropa lo enfermaba—. Déjame... déjame chupártela.
El menor se separó de él con una sonrisa ladina, entretenido por la desesperación del chico.
Tae rodó los ojos, pero de todas formas se agachó sobre sus rodillas y bajó con un solo movimiento el pantalón de buzo, dejando a la vista el bóxer de JiMin que retenía su erección dentro. Soltó un gemido, fascinado por el tamaño y frotó su mano contra el falo. Sin hacerse de rogar, bajó la ropa interior del otra hasta tener el pene frente a sus ojos. Lamió sus labios antes de introducírselo a la boca.
—Mierda —soltó JiMin, cerrando los ojos y disfrutando de cómo se lo comían.
TaeHyung era muy bueno haciendo orales, era un rumor que alguna vez escuchó y ahora podía confirmar.
El mayor siguió saboreando el falo en su boca, ahuecando sus mejillas mientras apretaba los labios y succionaba suave. Su cabeza iba de arriba hacia abajo y JiMin abrió los párpados para apreciar la erótica escena.
TaeHyung de rodillas ante él, mirándole a los ojos con su polla hasta la garganta y soltando pequeños sonidos.
—Joder, TaeHyung, eres tan sexy... —llevó su mano por detrás de la cabeza del muchacho y lo empujó hasta dentro, para luego sacarla un poco y repetir el proceso.
TaeHyung soltó una arcada por lo grande que era.
Algo totalmente morboso se removió en JiMin al oírlo y comenzó a penetrarle la boca con rapidez, ansiando por llenarlo de sus fluidos.
El mayor se ayudó sosteniéndose de las caderas de JiMin y cuando iba a cerrar sus ojos para dejarse llevar, un fuerte golpe los distrajo.
—¿Qué fue eso...? —cuestionó el pelinegro, saliendo dentro de él.
El menor maldijo internamente por la interrupción.
—No lo sé, pero creo que...
En menos de dos segundos ya había otro chico dentro de los camarines, quien no se fijó en ellos por la media pared que los separaba, pero sí estuvo lo suficientemente cerca.
—Mierda, mierda, vístete, JiMin —murmuró, tomando agua del lavabo para quitarse el sabor del pelinaranja—. No pueden vernos así —un temor lo inundó, imaginándose qué tan mal quedaría si los descubren.
—Está bien, pero... —no podía dejar que eso se acabara allí, no podía porque no se lo perdonaría jamás—, vamos a otro lado...
—¿A dónde? Te recuerdo que seguimos en clases, Park.
—Mi auto está afuera y conozco un lugar por donde podemos escaparnos. No hay cámaras ahí —le susurró, acercándose otra vez a TaeHyung.
¿Escaparse con su rival? ¿En serio Kim iba a hacer eso? Por supuesto.
—Está bien, pero tú me guías —el de Busan sonrió con triunfo, robándole un beso a la par que se subía los pantalones—. Ya, ya, que en cualquier momento nos encuentran.
Park bufó antes de dejarlo pasar primero para salir de los camarines, no sin antes darle una cachetada en el trasero.
Lo llevó hasta su auto, saliendo por una ventana de un salón que casi ya no se ocupaba, pero que estaba en el primer piso, por lo que fácilmente podían escapar por ahí. Corrieron entre risas hasta el estacionamiento y se subieron al auto del menor.
JiMin encendió el motor y salió rápidamente, deseando llegar lo antes posible a su apartamento. La entrepierna le dolía y todos sabemos por qué.
—Mierda, TaeHyung... —reclamó, echándose hacia atrás, sosteniendo el volante con una sola mano mientras tiraba su cabello hacia atrás. Algo demasiado atractivo para el otro joven—. Me dejaste... mal —dijo y él entendió a lo que se refería.
Una impulsiva idea llegó a su cabeza, y aunque supo que era una idiotez, que podía acabar en un accidente, su caliente cuerpo no le dejó opción.
Una vez estuvieron en un semáforo en rojo, TaeHyung se sacó el cinturón de seguridad y se lanzó a sus labios. JiMin le correspondió al inicio, pero entonces la luz volvió a verde y tuvo que separarlo.
—No me beses, princesita. ¿No ves que me dejas más duro? —habló, acelerando con el pedal.
TaeHyung negó con la cabeza.
—No te preocupes por eso —susurró antes de bajar su mano hasta el pene de JiMin y pasar por debajo de su ropa, comenzando a masturbarlo.
—Tae...
—Shh, tú solo encárgate de no chocar —lo interrumpió, tomándose el cabello en una cola alta y bajando ahora su cabeza hasta llegar al latente pene. Antes de eso había logrado bajarle un poco la ropa, así que tenía el espacio necesario para chupársela sin problemas.
JiMin gruñó, sintiendo los labios de TaeHyung apretándose contra la cabeza de su polla. Se ayudó con su mano para volver a masturbarlo esta vez con el doble de intensidad. Subía y bajaba, bajaba y subía, todo con las mejillas huecas. El grotesco sonido y las deliciosas sensaciones que recorrieron a JiMin lo obligaron a soltar gemidos cada vez más graves y difíciles de controlar.
—¡TaeHyung, mierda!
TaeHyung le lanzó un escupo al pene para tenerlo más lubricado, y aunque no fuera fan de hacer eso porque creía que era una indecencia, sentir a JiMin así de débil por él lo hizo querer hacer hasta la cosa más inapropiada que existiera.
De repente se separó bruscamente, volviendo a su asiento y limpiando sus belfos.
—¿Pero qué...?
—Dios, JiMin, estabas por venirte y ahí sí que chocábamos. Contrólate un poco, quieres.
—¡¿Pero cómo mierda quieres que me controle si tú estás así... aquí... abajo?!
TaeHyung comenzó a reír y JiMin bufó, acomodándose el pantalón y acelerando la velocidad porque estaba seguro que no aguantaría más.
—¡Ji-JiMin! —el grito que salió de la garganta de TaeHyung fue simplemente impresionante. Cualquiera que hubiese estado cerca hubiera pensado que lo estaban torturando, aunque era todo lo contrario.
JiMin estaba apoyado contra el borde de la cama con las piernas de TaeHyung sobre sus hombros mientras se lo follaba como máquina. Ahora el mayor entendía por qué era tan bueno en deportes.
Entraba y salía, el sonido de sus pieles era caliente y los gemidos de TaeHyung lo llevaban a la gloria.
—Mmh~
JiMin bajó su pecho hasta llegar a los labios hinchados de TaeHyung y los besó con pudor, sosteniéndolo de la cintura para que el otro bajara las piernas y lo rodeara con ellas.
—Súbete —ordenó en un tono áspero.
TaeHyung hizo caso y lo rodeó también con los brazos, los cuales los posicionó tras su cuello. No podía creer la fuerza que Park tenía. Estaba literalmente cargándolo mientras seguía penetrándolo con la misma intensidad.
—¡Uuuhhg! —la garganta del mayor ardía gracias a la cantidad de veces que había gritado y maullado como gato en celo.
Estar así con Park JiMin fue algo que sí, quizás alguna vez se lo pensó, pero ¿saber que era tan bueno? Dios mío, el chico lo hacía mejor que con todos los hombres con quienes se había acostado antes y eso que no era un número reducido.
—Mierda, me voy a v-venir —dijo, aún penetrando al joven en sus brazos. Unos segundos más y se acercó a la cama para dejarlo allí.
—Espera, espera —lo detuvo, indicando que no saliera dentro suyo, JiMin hizo caso con una mueca, confundido.
—Tae... pero me voy a venir... —soltó agitado, siguiendo con el movimiento de caderas.
—L-Lo sé, pero hazlo dentro...
Los ojos del pelinaranja se agrandaron como nunca.
—Estamos sin condón...
—Por favor~ —gimió, JiMin no había parado de follárselo—, necesito q-que m-me llenes...
Eso fue demasiado para él, de tan solo oírlo rogar lo volvía loco. Sus pupilas se dilataron y su piel se erizó. Él iba a venirse dentro y le importaba una mierda si acababan criando un hijo.
JiMin se subió por completo a la cama y lo sostuvo bajo suyo, mientras lo penetraba con cada vez más fuerza, sintiendo las paredes anales de TaeHyung apretarse a su miembro, robándole gemidos y suspiros.
—Voy a hacerte mierda, TaeHyung.
Gruñó, llevando una de sus manos al cuello del muchacho y lo ahorcó, penetrándolo por última vez antes de llenarlo de su semen.
De alguna manera muy retorcida, Kim no encontró algo más excitante que JiMin robándole el aire por unos segundos.
—¡Mierda!
Acabaron juntos, el culo de TaeHyung lleno del semen de su rival y éste con el pene mojado gracias a la mezcla de sus fluidos y sudor.
—Umh, Park, eres tan bueno en esto —halagó, sintiéndose mejor que nunca.
—L-lo sé —habló como pudo, intentando regular su respiración—. Pero tú... —se separó unos centímetros para mirarle a los ojos—, tú eres grandioso, TaeHyung.
Aún estaba dentro de él y no pensaba separarse. TaeHyung era como la última pieza de un puzzle que le hacía sentir completo.
—Quiero follarte toda la tarde... —susurró en su oído, frotándole los pezones con su mano izquierda.
TaeHyung asintió como perrito desesperado por algo de comida. Él deseaba tanto como JiMin tener el sexo más salvaje de sus malditas vidas.
Luego de una pequeña siesta, ambos desnudos, JiMin lo despertó de la mejor forma posible.
El chico estaba entre sus piernas, besándole los muslos y susurrando que despertara.
—Mmh...
—Vamos por el segundo round, mi amor —dijo con un toque de burla, antes de hundirse al centro del más bajo y aferrar su lengua como sanguijuela al agujero de TaeHyung.
Este gimió, fascinado por la exquisita sensación.
JiMin pasó con rapidez su húmeda lengua sobre los pliegues del pelinegro antes de llegar nuevamente a su pene y juguetear con la suficiente agilidad como para que los ojos de TaeHyung se fueran hacia atrás, totalmente excitado.
Con su pulgar se ayudó para estimular la punta y sonrió cuando las grandes manos de Tae se dirigieron a su cabeza, acercándolo lo máximo a él.
Los gemidos del muchacho eran agudos, desesperados, tan femeninos que hicieron la polla de JiMin volver a estar dura.
No pasó tanto hasta que el mayor se vino, chorreando todas las sábanas y gran parte de su boca.
El cuerpo del más alto temblaba, muchos espasmos recorriéndolo. Una sonrisa macabra se dibujó en el rostro del de Busan, tan orgulloso de por fin haber podido follarse a su sexy enemigo.
JiMin se acercó a sus labios, besándolo con más calma esta vez. Le acarició el cabello, le delineó la mandíbula y lo besó con un sentimiento distinto a todos los anteriores.
—No te vayas a enamorar, Park —bromeó, riendo con burla.
Quizás no fue lo mejor porque la cara del menor se puso roja, pero antes de dejarse en más vergüenza, el muchacho cambió totalmente su actitud.
—Jódete, Kim —soltó, levantándose. TaeHyung iba a hablar, pero él le ganó—. Ponte en cuatro, ahora —demandó, su tono dominante y frío.
TaeHyung mordió su labio.
No se interpuso y se dio vuelta, apoyando las rodillas y palmas de sus manos en las sábanas, tal cual en la posición que le pidieron. Alzó el culo, esperando complacer a JiMin, quien golpeó su nalga.
—¡Joder, Park!
El mencionado volvió a pegarle, esta vez asegurándose de tatuar su palma en una linda marca rojiza.
—¡Ahh! —lloriqueó Tae, fascinado por esa agresividad erótica.
JiMin se masturbó un poco antes de agarrase el pene y frotarlo contra el culo de TaeHyung, quien arqueó la espalda ansioso.
—JiMin... —pudo susurrar.
El nombrado soltó un quejido, hundiéndose por fin en él.
Partió el movimiento, uno feroz. Tae tiró la cabeza hacia atrás con la boca abierta y soltando un sin fin de palabrotas.
JiMin lo comenzó a nalguear nuevamente, gruñendo pesado. Le sostuvo las caderas y entró y salió de él con tanta facilidad que TaeHyung tuvo que ahogar un grito mordiéndose los labios.
Era rápido, verdaderamente rápido y complaciente. Ambos con las respiraciones agitadas hechas un desastre.
—Oh... TaeHyung, Dios, eres delicioso.
TaeHyung agachó un poco la cabeza, mordiéndose la mano intentando dejar gemir como un enfermo. Tampoco quería ahuyentar a los vecinos del pelinaranja y que terminaran llamando a la policía aterrados.
—¡JiMin...! ¡Ahhhhh~! —se corrió con los ojos cerrados.
El mencionado le siguió, agachándose para abrazarse a la espalda del mayor y apoyar su cabeza en esta. Lo volvió a llenar de sus líquidos, dejándolo pegajoso y se sintió orgulloso, como si estuviera reclamando a TaeHyung.
El pelinegro se acostó boca abajo, intentando regular su respiración. Park hizo lo mismo, volteando ambos cuerpos para abrazarlo por la espalda y rodearlo con sus brazos, aún dentro suyo.
—¿Por qué no habíamos hecho esto antes? —preguntó en un susurro y JiMin se rió contra su piel.
—No lo sé, pero juro follarte tantas veces hoy que no habrá sido tiempo perdido.
—Me gusta esa idea —se volteó, procurando sacar el pene dentro suyo con cuidado.
Antes de que el menor pudiera reclamar, él se acercó a sus labios y comenzaron a besarse intensamente, pegando sus cuerpos lo máximo que podían.
TaeHyung terminó sobre él, removiéndose sobre su polla.
JiMin se sentó en la cama, su espalda apoyada contra el respaldo.
—Acomódate —pidió, sosteniendo al otro desde la cintura, quien rápidamente posicionó ambas de sus rodillas a los costados del cuerpo contrario.
Comenzaron a besarse, aún con el frote de sus intimidades. TaeHyung gimió en su boca en cuanto JiMin sostuvo su pene y lo pasó por sus nalgas, presionando en sus pliegues.
—Espera... —lo detuvo en cuanto lo sintió casi adentro—. Quiero hacerlo yo —se separó del más bajo unos centímetros, alzándose un poco para luego tomar el falo entre sus manos y masturbarlo.
JiMin apretó los dientes en cuanto Kim se sentó sobre él, enterrándose hasta tocar fondo.
El pelinegro comenzó a moverse, primero en círculos, luego, al ver la cara de satisfacción del menor, empezó a saltar, haciendo sus cabellos rebotar de forma maravillosa. JiMin gruñó por la mezcla de sensaciones.
Pronto estiró ambos de sus brazos hasta llegar al pecho ajeno y le apretujó sus tetillas en sus manos, fascinado por la suave piel que poseía su rival. TaeHyung le gimió en el oído, desesperado y mientras lo rodeaba con sus brazos para seguir montándolo.
JiMin acercó su boca a los rosados pezones del chico, metiéndose uno a la boca, mordiéndolo con los ojos cerrados.
Era alucinante, perfecto.
Pronto JiMin se vino, no pudiendo aguantarse.
—¡JiMin!
La sensación de estar lleno del semen del pelinaranja era su nueva cosa favorita. Comenzó a gemir, desesperado, aguzado y rogando por él.
Park lo abrazó por el torso, murmurando palabras que no se entendían.
—Oh, mierda, mierda, mierda~ —gimió JiMin, buscando los labios contrarios para iniciar un beso morboso.
TaeHyung siguió saltando sobre él, rudo y con firmeza.
Estaba a punto de correrse, pero JiMin lo detuvo, acostándose como pudo sobre el colchón.
—Siéntate en mi cara.
Oh, eso fue mucho para TaeHyung.
Se salió dentro de JiMin y se acomodó con las rodillas a los lados de la cabeza del menor, muy cerca de su boca.
El menor tomó su culo, empujándolo para que al fin su agujero quedara en sus labios, iniciando con el sexo oral más satisfactorio que alguna vez TaeHyung tuvo.
Se movió hacia delante y hacia atrás, frotando sus testículos contra la nariz del menor, mientras este se encargaba de recorrer con su lengua toda aquella zona húmeda y palpitante. Era exquisito, un sabor ácido que hacía cosquillas en su boca.
TaeHyung chilló fuerte, sosteniéndole el cabello para montarlo mejor.
Luego de unos cortos minutos se vino, empapando todo el rostro de JiMin. Se separó un poco, su respiración agitada e irregular.
Vio a JiMin lamer sus labios, aún con sus fluidos cayéndole por los costados.
—Sabes... —suspiró—, de maravilla...
Kim rió, acercándose a él para pasar su mano por su boca, limpiándola.
Lo besó, esta vez más tierno, reían sobre sus labios y JiMin pronto lo atrajo a su pecho, acostándolo allí. Se taparon con las sábanas y se miraron a los ojos.
—Follas tan bien que me siento un poquito atraído de ti, Park —admitió con gracia.
Pensó que JiMin se burlaría, algún comentario irónico o algo así, pero el menor solo sonrió, robándole un pico y pronto buscó sus manos, entrelazándolas.
Fue un momento cálido entre ellos, inesperado, pero que puso sus corazones a bombear sangre como desquiciados.
—Quiero hacerte tantas cosas, TaeHyung —fue lo último que dijo antes de cerrar sus ojos y tomar su segunda siesta de aquel día.
Tae lo acompañó, durmiendo como una pareja melosa y cursi y no dos enemigos que no se soportaban más de cinco minutos.
Cuando se despertaron, horas después, TaeHyung creyó que ya no seguirían teniendo relaciones pues sinceramente, nunca se había corrido tantas veces en un día (los chicos con los que estaba siempre parecían quedar listos cuando ellos mismos se venían, tan aburridoooooos).
Pero JiMin tenía otra idea en mente, por supuesto.
—¿Qué hora es?
—Las cuatro y media —avisó JiMin, aún con el chico sobre él.
—Wow, ¿cuánto dormimos?
—Lo suficiente para poder seguir —dijo, volteándolos y comenzando un nuevo beso.
TaeHyung se impresionó, pero no se negó y aceptó los besos en su cuello. Estaba lleno de marcas, al igual que la espalda del otro.
—Te ves tan bien con mis marcas, TaeHyung —suspiró, alejándose unos centímetros.
Tae rió, fascinado con sus palabras, y en cuanto JiMin iba a volver a besarlo, el estómago de este mismo gruñó en un sonido cómico.
—Creo que tienes hambre, corazón —se burló el mayor y Park rodó los ojos.
—Sí, la verdad es que sí —se levantó de la cama, tomando su ropa con su calzoncillo y la playera que traía antes—. ¿Comemos algo?
—Me parece bien, yo también tengo hambre —admitió, estirando su cuerpo para alcanzar sus bragas.
JiMin, al verlo con el culo alzado, no perdió la oportunidad y lo apretó entre sus dedos.
Kim se volteó incrédulo, con la boca abierta.
—¿Qué? Me gusta tu trasero.
—Sí, cómo sea. Ahora, pásame mi playera, por favor, está por allá.
JiMin asintió, pero una idea la hizo sonreír.
—Toma, ocupa esta —dijo antes de sacarse su propia remera del uniforme de fútbol americano. Él buscaría otra por ahí.
TaeHyung no se negó, colocándosela con cuidado.
La vista que tenía Park era sin duda, inolvidable. TaeHyung parado frente a él con su playera que le quedaba algo grande y con las piernas descubiertas por la sola braga que llevaba puesta. Sonrió en grande, tomándolo en brazos sorpresivamente.
Tae rió, rodeándolo con sus brazos y piernas, besándolo lento.
—Te ves hermoso así, Kim.
—Me gusta usar tu ropa, Park.
Y salieron de la habitación hasta la cocina. JiMin lo acomodó sobre el mesón para sacar un sartén.
—Yo debo comer huevo por la proteína, ¿tú qué quieres?
—Huevos están bien.
Y así, la pareja comenzó a hablar de cosas triviales, como si jamás se hubiesen odiado. JiMin le contaba chistes revolviendo la comida, y TaeHyung se reía, feliz de estar así.
También se besaban de vez en cuando, mirándose a los ojos de manera especial, una nueva forma de observarse.
Una vez listo, JiMin tostó unas rebanadas de pan y las sirvió con el huevo, llevando el primer bocado a la boca del más alto.
—Prueba —pidió y TaeHyung abrió la boca, mordiendo un pedazo—. Debo comer esto todos los días por el gimnasio, así que se volvió mi especialidad —dijo y ambos rieron.
—Sabe exquisito.
—Gracias —y le robó un pico.
Comieron cómodamente y terminaron preparando limonada para hidratarse. Esta vez la hizo TaeHyung. Solo se metió Park cuando debía partir los limones, recibiendo unos ojos en blanco y un "Eres un exagerado" del mayor.
—Aún así te encanto.
—¿Tú a mí? No... Yo diría que yo te encanto a ti, Park —lo miró con gracia.
—¿Sí? ¿Entonces no te encanta cuando hago esto? —se acercó, corriendo las bragas negras hacia un lado para comenzar a masturbarlo.
TaeHyung, con las manos apoyadas en el mesón, mordió sus labios maldiciendo.
—Jódete —insultó, echando la cabeza hacia adelante para apoyarla en el hombro del menor mientras este seguía con su trabajo.
Y antes de poder correrse, JiMin se alejó.
—¿Quieres más limonada, Kim? —preguntó inocente, chupando la punta de sus dedos.
—Park... —cerró los ojos, estresado.
—¿Qué? —sonrió.
TaeHyung pensó en la posibilidad de cachetearlo por atreverse a dejarlo así, también pensó en mostrarse furioso ante su jueguecito, pero fue más inteligente; no lo dejaría ganar, se vengaría.
Habían tenido sexo, sí, pero aún eran rivales.
Dio un estirón a sus músculos intentando deshacerse de la calentura y fue hasta él.
—Sí, quiero limonada —respondió, sorprendiendo a Park. Esperaba un golpe o algo, pero no una respuesta tan pacífica—. Me la llevas al sofá, por favor —pidió, caminando hasta la sala para acomodarse en el sofá.
—¿Qué...?
JiMin, desconcertado, tomó los dos vasos llenos y lo siguió.
Lo observó fijo parado frente a él, pero al notar que TaeHyung no lo miraría, se sentó a su lado.
—¿Tienes Netflix? —preguntó de repente, con el control en sus manos.
JiMin no respondió, pero tampoco fue necesario, pues TaeHyung hizo todo por sí mismo, buscando en las aplicaciones de la TV.
Sin pedir permiso -ni mirarlo aún- se metió a su cuenta y puso una película al azar, aunque claro, eso JiMin no lo sabía.
—Yo... —JiMin seguía confundido, él esperaba que luego de su mini colación fueran a su pieza para volver a follar, pero no. Ahí estaban, mirando no sabe qué con un TaeHyung supuestamente concentrado en la pantalla—. TaeHyung, podrías decirme...
—¿Puedes guardar silencio, por favor? Quiero ver la película —habló en tono amable, enredándolo aun más.
La primera teoría de JiMin es que TaeHyung decidió ignorarlo por andar molestándolo, pero le hablaba normal, casi como si fueran simples amigos disfrutando de una tarde de películas.
Suspiró, rindiéndose y estirando su cuello hasta que su cabeza quedó apoyada en el sofá. Cerró los ojos, por lo menos aprovecharía ese rato para descansar un poco.
Kim, viéndolo en su propio mundo, aprovechó la oportunidad y se bajó del sofá, agachándose en silencio en el piso, de rodillas gateando hasta quedar en su entrepierna.
Era ágil, por lo que JiMin no notó sus movimientos. Y en un momento repentino, pasó su mano por el falo que se veía a través del bóxer.
—¡TaeHyung! Ah- —sus palabras quedaron a medias, sorprendido por verlo allí abajo—. Joder... —apretó sus labios cuando TaeHyung sacó su pene, dejándolo en sus manos y comenzando a masajearlo.
La idea era la siguiente: masturbar a JiMin hasta que diera indicios de venirse y separarse abruptamente para reírse en su cara.
Se acomodó mejor, mirándolo a los ojos antes de hundir su cabeza entre las largas piernas de JiMin y tragarse el pene del chico, quien tuvo que apretar la tela del sofá para no gruñir como animal.
Bajó y subió la cabeza, deteniéndose en la punta para succionarla y terminar con un escupo.
—Mierda, Kim.
—¿Te gusta? —puso esos ojitos inocentes que de tantos castigos lo salvó.
JiMin no tuvo palabras, demasiada excitación en su cuerpo como para responder, así que simplemente asintió, moviendo sus caderas hacia arriba, desesperado por tener esa caliente boquita dentro de él otra vez.
TaeHyung se burló, sin negarse cuando JiMin le empujó para que siguiera con el trabajo.
Y allí, en la sala con una película a bajo volumen, JiMin recibió uno de los mejores orales que alguna vez tuvo.
Sus manos se envolvieron pronto en el cabello del más alto, empujándolo bruscamente y con mucha velocidad, ansiando ver estrellas. Escuchó las arcadas contrarias y sintió como dos grandes manos se posicionaron en sus piernas, pero sabía que TaeHyung lo disfrutaba tanto como él.
—¡TaeHyung...!
Iba a correrse, lo sabía por la forma en que le temblaban las piernas. Debía separarse para joderlo igual como lo hizo Park, pero le fue imposible. Quería que JiMin se viniera en su boca y el deseo fue tan grande que le importó la nada misma no lograr su venganza.
Y tal cual lo supuso, JiMin lo llenó de semen, haciéndolo sentir en la cima.
JiMin lo jaló hacia arriba del mentón toscamente para fijarse en su boca que goteaba el líquido espeso y blanco. Sonrió orgulloso, sintiéndose increíble ante lo sumiso que se comportaba TaeHyung para él.
—Trágatelo —exigió.
TaeHyung, con su cabello desordenado y sus mejillas rojas, pasó saliva, llevándose así el semen también. Lamió sus labios de forma sensual cuando terminó y JiMin se sintió duro de nuevo.
—Eres mío, TaeHyung, solo mío —gruñó.
Se agachó hasta tenerlo en sus brazos y posicionarlo sobre su regazo, pegándose a él como una lapa. No lo dejaría ir nunca más.
—¿Lo soy? —cuestionó inocente, jugando con su anaranjado cabello—. ¿Dejarás de verte con otros por mí, Park? —se restregó contra su pene, sintiendo sus bragas húmedas.
Él sabía que JiMin tenía un gran ganado, muchas jóvenes desesperadas por tener al deportista en sus camas.
Y eso ahora, no le gustaba mucho.
JiMin le mordió el lóbulo de la oreja, asintiendo repetidas veces.
—A ninguno —repitió antes de quitarle la playera y estimularle los pezones con los labios—. Y no dejaré que nadie se te acerque —terminó, corriéndole un poco la ropa interior para hundirse en él. No necesitó masturbarlo antes porque el mayor ya estaba lubricado.
Kim gimió, cerrando los ojos.
Sus palabras, sus gestos y su forma tan dominante de ser lo calentaban de manera perversa.
Comenzó a saltar sobre su polla, sus cabellos rebotando en la cara del otro.
—¿N-ni a JungKook? —cuestionó inocente.
JungKook era su ex novio, un tipo alto y guapo igual de popular que ellos. Era sabido que el muchacho seguía tras el bajito, pues siempre que tenía la oportunidad, le coqueteaba como podía. TaeHyung fue quien le terminó, pero no por eso le disgustaba la atención que le daba, así que de vez en cuando le seguía el jueguito, atrayendo muchos rumores y susurros de sus entrometidos compañeros.
JiMin, al saber quién era aquel tipo, sintió una ola de celos invadirlo. Su enojo fue obvio cuando cambió las posiciones, acostando a TaeHyung a lo largo del sofá y colocándose sobre él, sin dejar de penetrarlo.
Llevó una de sus manos al cuello contrario y lo ahorcó presionando solos sus dedos, sin hacer mucha presión sobre su tráquea. Kim puso los ojos en blanco, perdido en su excitación.
¿Masoquista? Tal vez.
—Mataré a JungKook si lo veo cerca tuyo —reclamó, enterrándose en él hasta alcanzar su punto G.
TaeHyung gimió más alto que nunca. Su cuello siendo apretado de esa exquisita manera, el cuerpo grande de JiMin sobre él moviéndose sin control y el tono de voz tan grave, tan posesivo...
No aguantó más, se vino con los ojos llorosos, soltando gritos e insultos. Jamás en su vida había durado tan poco en relaciones sexuales. Se avergonzó de sí mismo, pero la sonrisa de JiMin al abrir los párpados lo hizo sentir mejor.
Unos segundos más y el menor también llegó a su límite, llenándolo como tanto le gustaba hacer. Se derrumbó sobre él, su respiración agitada y sus caderas débiles.
Abrazó al más grande, hundiéndose en su pecho.
—Eres increíble, TaeHyung —susurró sobre su sudorosa piel, que aún así olía a su perfume dulzón.
—Lo sé —rió, acariciándole el cabello.
Hizo el intento de moverse, pero JiMin lo impidió en un gruñido, enterrando su pene lo más que pudo en su culo, robándole un pequeño grito.
—No —negó, alzando la cabeza para besarlo—. No saldré de ti nunca.
TaeHyung carcajeó, asintiendo contento con la idea.
Park volvió a bajar la cabeza, esta vez comenzando a chuparle los pezones.
—JiMin... Acabo de tener un orgasmo, d-déjame descansar.
Gimió viendo cómo JiMin le dejaba un chupón. Varios chupones.
—Es que amo tus tetas —soltó sin descaro, lamiéndole los pezones fascinado de su textura tan suave.
El mayor negó, dejándose ser, teniendo a un muchacho sobre él comiéndole el pecho como si fuera un bebé.
—Kim... —succionó, fascinado.
—D-Dime.
—Eres el rival más caliente que he tenido y no quiero alejarme.
—Yo tampoco... JiMin, yo tampoco.
historia original de yunamipolola
adaptado sin fin ofensivo o lucrativo
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