°Soup°
Solía admitir que su rutina de ir a la escuela en las mañanas y trabajar en las tardes era más agotador de lo que una persona promedio podía soportar, su espalda le mataba cada que hacía absolutamente nada y ni hablar de sus ojos cansados y llenos de rojo alrededor.
Aunque disfrutar de la paga no estaba nada mal.
Trabajaba haciendo servicios en una zona militar reconocida, su jefe era un camaleón encargado de la sanitización del lugar. Recibía alrededor de diez mil dólares al mes y eso le alivianaba en momentos cruciales.
Justamente en ese momento se encontraba caminando de regreso a su hogar, con los pies pesando como ladrillos y su espalda encorvada como camello, iba a paso rápido, puesto que la situación lo ameritaba, pues trabajar por la tarde conllevaba una cosa: salir de noche.
Knuckles conocía que sus puños eran capaces de derribar cualquier hombre ebrio o asaltante que se le atravesase, pero la situación cambiaba cuando el tipo traía algún objeto punzocortante de por medio. Sus nudillos no partían hierro, ni balas.
Llegó al edificio con pereza y entró desganado, tomó el elevador al último piso y esperó impaciente a subir. Al llegar salió de la máquina y caminó hasta el fondo de aquel pasillo, mirando casi con amor y corazoncitos en los ojos la perilla plateada de su vivienda y el número 78 en la puerta.
Abrió con una tarjeta que llevaba en su pantalón color verde y pasó, inhaló profundamente mientras cerraba los ojos, recibiendo el olor cariñoso y delicioso de su departamento.
—¿Delicioso? —abre sus ojos extrañado, olfatea un poco más—. Es...¿Sopa?, ¿Mamá hizo sopa?, ¡Que rico!
Dejó su chaleco en el sillón color marrón y se quitó la camisa del uniforme, quedando únicamente en una camisa blanca de tirantes que usaba debajo de todo eso.
Inclinó su trasero tranquilamente, a punto de sentarse en aquel mueble exquisito para su retaguardia, pero...
— ¡Pero yo vivo solo! —dijo temeroso.
Se levantó de golpe y tomó el primer objeto amenazante que encontró cerca, el cual era el perchero que pacíficamente ignoró para colgar su ropa y se dirigió con pasos cuidadosos a la puerta de cada habitación.
— (No te espantes Knuckles, solo has lo que aprendes con el comandante) —se tranquilizaba a si mismo.
Primer puerta: el baño. Abrió despacio y encendió la luz, se asomó en la regadera moviendo un poco la cortina de forma silenciosa y salió al no encontrar nada.
Segunda puerta: su cuarto. Dudaba mucho que se encontrara ahí, pues ni siquiera él mismo era capaz de entrar por tanto cochinero que había en el suelo, milagrosamente tampoco estaba escondido ahí. Fue a la tercera puerta, la del cuarto de invitados, pero tampoco había nada.
— (E-Esta en la cocina sí o sí...)
Se colocó a un lado del marco de concreto, puesto que no había puerta para obstruir el paso. Se asomó un poco con cautela y regresó de inmediato la cabeza.
— (Está sentado en la barra, está de espaldas así que será fácil noquearlo) —nervioso, apretó la madera en sus manos.
Salió aún más despacio, casi de puntitas, preparó el golpe y alzó el perchero con fuerza. Sin querer y por el miedo cerró sus ojos al "golpear" al extraño en su barra, dándole exactamente a la nada.
— Casi tiras mi comida, ten cuidado.
— ¿¡Qué demonios!?
Abrió los ojos de golpe (otra vez) y miró como aquel tipo estaba en otro lado de la barra mientras daba sorbos a aquella sopa. Notó las ropas negras que lo cubrían completamente y como solo tenía descubierta la parte de su boca para poder comer.
—¡¿Y t-tú quién eres!?, ¿¡Qué haces en mi casa!? —se apartó de golpe mientras le apuntaba con su "Arma".
—...¿Te parece que el plato lo tengo de adorno?
Volvió a comer del tazón mientras el equidna estaba confundido y asustado.
—¿C-cómo demonios entraste?, ¡Nadie entra a un edificio privado así como si nada!
— Entré por la ventana, deberías ponerles seguro, podrían robarte algo —volvió a inclinar el tazón mientras balanceaba sus pies.
— ¡ESTAMOS EN UN PUTO DUODÉCIMO PISO!, ¡No mientas!
— No lo hago —sorbo—, es muy fácil escalar hasta aquí. Deberían de poner protecciones en las ventanas o cualquiera podría entrar —comentó masticando.
El equidna suspiró incrédulo de lo que veía, aquel tipo escaló un edificio de doce pisos ¿Para comer de su comida?, ¿No podía conformarse con los pisos de abajo?, ¿¡Por qué estaba tan tranquilo!?
— ¡T-Tienes que irte de mi casa ahora! —amenazó con el perchero—, ¡no sé quién eres o que m-más quieres, pero vete!
—...—deja el plato de lado y se limpia los labios con un trapito que encontró por ahí. Baja de la barra de un leve salto y se acerca sonriendo bastante juguetón— ¡Eres un miedoso!, ¿Cierto?
— ¡Claro que no!, ¡Es mi puta casa!
— ¡Knuckles the equidna, tienes veintiuno de edad, descansas los sábados y no tienes novia desde los dieciséis!, ¡Esa mujer ahora mismo también estudia para entrar en G.U.N y te jode el trasero tenerla tan cerca porque aún te gusta!, ¡Te gusta el helado de menta y chocolate, vives solo y ya no tienes salsa de soja en el estante izquierdo! —dijo con emoción.
— ¿Qué demonios?...
— Siempre investigo antes de hacer algo —le rodeó observándolo y con una sonrisa enorme en el rostro le susurró en el oído:— en especial antes de asesinar.
Hubo un silencio temeroso que deseó acabar en cuanto sus nervios le permitieran expresar su desacuerdo con aquella acción, sus piernas le temblaron ante el posible criminal frente a él y se aferró a aquel objeto en sus manos.
— Sin embargo, esta vez solo tengo hambre —soltó simplón—. Vi el edificio, me pareció lindo y aquí estoy —alzó sus hombros y volvió a tomar su tazón.
— ¿Eh? —soltó aire sin creerlo.
Miró como se servía nuevamente más sopa y se sentaba cómodamente en su barra. Lo observó un buen tiempo, el suficiente para que el supuesto asesino le ofreciera de lo que preparó.
— ¿Quieres?, Es de letras.
— Suena b- espera no, ¡No suena bien!, ¡Sal de mi casa ahora!
— Y volvemos a lo mismo —expresó sarcástico.
— ¿¡Cómo sabes todas esas cosas!?, ¡De seguro que si me quieres matar!
— ¿Qué? —rió— Ya veo, eres estúpido —dejó el plato vacío en la mesa y se acercó un poco más—. Dime, ¿Qué adulto de casi veintidós años de edad tiene un jodido diario que detalla su vida al pie de la letra con una portada de Hello Kitty en el buró izquierdo?
No hizo nada más que sonrojarse por la tremenda bomba autodestructiva que había hecho para si mismo, ¡Pensó que era normal hacerlo!, Soltó el perchero y se dirigió molesto y avergonzado a tomarlo por el cuello con sus grandes manos.
— ¡He dicho que te largues!
Lo acercó a la ventana con toda la intención de arrojarlo por la misma, el otro parecía estar tranquilo.
— Oh, adelante, no hay problema —le calmó—. He sobrevivido de caídas de helicóptero sin paracaídas en varias travesuras que he hecho.
— ¡Carajo!, ¡Eres un puto alcón!, ¡Un alcón ladrón que vino a robarme sopa de letras! —lo soltó brusco contra el refrigerador haciendo caer algunas cosas.
— Hasta eso, que tuve que conseguir la sopa a parte ya que no tenías —comentó indignado mientras se levantaba del suelo, se acercó a él de rojos músculos y lo toqueteó con seducción en los brazos—. Por cierto~, ¿De casualidad sabes dónde está el museo del caos?~
— Ah no, ¡Ni creas que te ayudaré a robar algo!
— No necesito la ayuda de una masa de músculos estúpidos para llevarme un maldito museo en una noche —molesto le contestó.
El de ojos violetas sonrió mientras una venita se le asomaba por la sien, solo quería que ese engendro se largara cuánto antes.
— Estás en la ciudad incorrecta, eso está en Casino City.
— ¿Lo juras por tu riñón derecho?
— Por mi riñón derecho —alza su mano en son de paz y se sienta en la sillita giratoria de su barra—, ahora vete de aquí.
Él, acomoda su máscara de tela negra en todo su rostro de nuevo, cambiando sus facciones a unas llenas de seriedad y amenaza que el equidna no puede percibir.
— ¿Una última cosa?
— Agh, ¿Qué?
— ¿De casualidad conoces a un tal...Shadow en tu zona militar?
—...si te digo, ¿Qué le harás?
— Entonces si está ahí —sonrie burlón y suelta una risa sencilla—, no te preocupes, es un agente que está tras mi culo desde que robé mi primer banco. Te doy un consejo: si él te molesta con algo solo dile..."Al menos a mí Darkblue no me pateó el trasero".
Se dirige al borde de la ventana abierta y se pone en ella con bastante calma, mira al de ojos violetas, el cual está estresado con la cara embarrada en los mosaicos color crema. ¿Es enserio que ese dichoso Darkblue solo entró a robar de su fuego?
— Fue un gusto conocerte, Knuckles —llamó su atención—, espero algún día colaborar de nuevo contigo~
Lanzó un beso con su mano derecha y se dejó caer sin remordimientos al vacío negro. Sacándole el corazón por la boca al que estaba en la cocina.
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Días después...
— En la madrugada de este sábado se reportó el increíble caso de un robo en el museo más custodiado de Casino City "The Caos Museum" a las tres horas con cuarenta y cinco minutos de la noche —hablaba la reportera—. Al parecer se han llevado la esmeralda caos de color amarillo que se resguardaba dentro de las instalaciones, todos los investigadores apuntan a un ladrón desconocido, puesto que no ha dejado pistas tras su delito. Yo soy Amelia Rose, reportando desde Casino City esta terrible tragedia.
El equidna mira las noticias y se maldice a si mismo, ese ladronsuelo se había salido con la suya.
Oh, claro que se verían de nuevo, pero esta vez...en G.U.N.
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