💌 8. ¡El karma puede irse a la villita! 💌

Si algo le enseño la vida a Belial tras siglos de existir es que jamás debe dejar pasar las oportunidades, incluso si se presenta en forma de un torpe robot de cabellos coloridos ofreciéndose a limpiar su casa, no lo dejará pasar... ¡En especial porque es gratis! Por otro lado, la compañía no le viene nada mal.

En condiciones normales diseñaría un contrato para asegurarse de que todo se haga como él quiere, pero con alcohol en su sistema y un golpe en la cabeza es lo último que le importa. Y pensándolo bien, siempre puede agregar a las deudas de Cupido todo lo que el robot rompa. Un buen plan sin duda.

—¿Por...—dice inseguro el robot poniéndose de pie —por dónde debería empezar?

Belial se encoje de hombros, viendo como la copia de Cupido se esfuerza por mantener la sonrisa en su rostro.

—Por donde quieras, no importa. —dice Belial dando un sorbo a su botella —Solo asegúrate de no romper nada, no ando de humor para eso.

De reojo, observa como el robot asiente rápidamente y entrelaza los dedos nervioso; aparta la vista molesto, terminando su bebida de un solo trago. El sabor amargo le embriaga y su mente ya adormecida le agradece por su dosis matutina.

—No debería beber así.

—¿Qué? —es lo único que Belial logra decir

El robot le mira con sorpresa, como si hubiera olvidado que el demonio sigue aquí. Patético.

—Disculpe mi atrevimiento. —dice el robot volviendo su atención a un estante

—Muy tarde. —responde molesto Belial —Adelante, ¿qué mierda dijiste?

Escucha como los ventiladores del androide hacen esfuerzo por mantenerlo tranquilo; el demonio sonríe ante lo absurdo de la situación. El robot toma un instante para tranquilizarse y mirarlo, frunciendo levemente el ceño.

—No debería beber así, —repite en voz alta —señor.

—¡¿Y qué va a saber un pedazo de metal cómo tu?! —responde molesto Belial

—Lo suficiente para saber que ningún ser vivo bebe hasta desmayarse tan temprano sin razón.

Belial se queda quieto, observando como los ojos del robot se agrandan y cubre su boca rápidamente. Al menos ambos saben que un Cupido, aunque sea robot, no debe responderle así, entonces ¿por qué esta riendo? Sin importarle lo ridículo que debe verse, Belial suelta una carcajada y deja de lado la botella.

—Tenerte aquí no es tan terrible después de todo. —dice Belial entre risas —Eres más entretenido que el idiota de Cupido.

Ignorando la mirada sorprendida que le lanza el robot, Belial se pone de pie con torpeza y se dirige a lo que queda de su cocina. Una taza de café sin duda despertará sus sentidos y, con algo de suerte, el buen humor permanecerá el resto del día; comienza a preparar su café, aunque de reojo continua atento a los movimientos del robot, quien levanta los pedazos de lo que alguna vez fue un lujoso sillón.

El demonio suspira y saca una segunda taza, no pierde nada ofreciéndole café.

—Ten. —dice bruscamente Belial colocando la taza frente al rostro del androide

Sorprendido, el robot deja caer el relleno de un cojín que traía en sus manos y toma con cautela la bebida. Demora unos instantes inspeccionando lo que se le ha ofrecido, Belial lo mira impaciente esperando alguna reacción.

—Gracias. —dice finalmente el robot —Pero no necesita darme nada, señor.

Bel suelta un gruñido, ¿quién se cree qué es este montón de hojalata para rechazarlo?

—No es una sugerencia. —responde molesto el demonio sentándose en el suelo —Ahora tómalo, se enfría rápido. —hace una breve pausa para ver al robot tomar asiento a su lado —Y deja de decirme señor, suena ridículo, —agrega pensativo —dime Belial.

Una campanita suena en el interior del robot antes de que, sonriente, asienta con entusiasmo y vuelva su vista a su propia taza.

—Entendido. —responde el robot —Gianni, —agrega alegremente —puedes decirme Gianni.

Ambos permanecen en silencio después de eso y Bel no puede estar más confundido, ¿por qué parece tan relajado? Nadie ha estado tan tranquilo a su alrededor desde que Fede se convirtió en Cupido y de eso ya hace algunos años.

Dando algunas miradas cautelosas entre cada trago, Belial enlista los rasgos del robot, sintiendo la curiosidad apoderarse de él mientras más detalles nota. Realmente debía felicitar a Venus la próxima vez que la vea, el cuidado que puso en sus diseños es fascinante; aun así, lo que captura su atención, es lo diferente que es Gianni del resto: los rulos verdes de su cabello lucen naturales, el contorno de unos pequeños corazones es apenas visible en las pupilas y la marca de una fractura en el material del rostro hace que el demonio se pregunte como se hizo en primer lugar.

—Eso fue...—dice Gianni arrugando un poco la nariz —delicioso.

—Mentiroso. —responde divertido Belial —Si no te gustó no tienes que mentir.

Gianni clava su mirada en la taza vacía en sus manos y sonríe apenado. Bel no puede evitar sonreír también, dejando su propia taza de lado.

—No estuvo tan mal, —dice pensativo el robot —solo necesita más azúcar o algo de miel.

—¿Quién diría que un robot tendría preferencias en su endulzante? —dice Belial sarcástico poniéndose de pie —Lo recordaré para la próxima.

—Oh no, —dice avergonzado Gianni poniéndose de pie y recogiendo ambas tazas — solo que el maestro Fede pone mucha azúcar en su café, supuse que así se preparaba.

Y ahí va el buen humor de Belial, ¿qué necesidad de meter al ángel en esto?

—Pues ve y traga café con ese idiota, —dice molesto Bel —nadie aparte de él tiene el azúcar como base alimentaria.

Gianni asiente mientras lava las tazas en la cocina.

—Es bueno saberlo. —responde Gianni aun con una sonrisa tranquila en sus labios

—¿Y qué hay de ti? —pregunta curioso Bel olvidando el mal sabor que le deja la mención de Cupido —¿Algo que te guste comer?

El robot niega efusivamente, secando con un trapo de cocina viejo las tazas y dejándolas en la única mesita que sobrevivió a la borrachera del demonio.

—En realidad no. —dice Gianni tenso—Mi anterior dueño decía que es un desperdició darle comida a una máquina. —suelta una pequeña risa triste sin mirar al demonio a los ojos —Tenía razón, supongo.

—Ya veo. —dice Belial molesto

El sonido de un timbre suena y Gianni se sobresalta, pasando velozmente junto al demonio para reanudar su labor,  recogiendo cada trozo de tela rasgada, relleno y algunas otras cosas de gran volumen del suelo, arrojando todo al contenedor de basura de la oficina de Belial.

—Debería irme ya. —dice apresurado Gianni sin detenerse—El maestro Fede llegará en cualquier momento y prometí que no saldría sin su permiso.

—Vaya, —dice burlón Bel recargándose en la pared que separa la sala de la cocina —así que tenemos a un robot rebelde y quisquilloso. —hace una pequeña pausa para deleitarse con la mirada ofendida y molesta de Gianni

—No te burles de mí. —chilla el robot terminando de tirar los últimos pedazos del sillón —Solo no les digas que estuve aquí.

Si, dejar pasar las oportunidades no está en la naturaleza de Belial, pero tal vez pueda hacer una excepción y dejar ir la oportunidad de fastidiar más al robot, quien ya parece estar al borde del llanto al ver que el demonio tarda tanto en responder.

—Como digas. —responde fingiendo aburrimiento Belial —Pero te quiero aquí mañana a primera hora, yo me encargo de convencer al idiota.

Confundido, Gianni ladea un poco la cabeza y la simple idea de que esa acción se traduzca a "¿cuál de los dos?" hace increíblemente dichoso a Belial.

—Al idiota alado, —dice indiferente Bel —no puede decirme que no.

El robot le mira con desconfianza pero asiente y rápidamente abre su portal en la pared vacía más cercana. El demonio se sorprende teniendo el impulso de pedirle a Gianni que se quede un poco más, pedir perdón en vez de permiso no debería ser problema con alguien como Fede y si es por el mal carácter de Rodo...prefiere no pensar en él por ahora.

En un segundo se queda solo, otra vez.

El silencio y la calma del lugar resultan asfixiantes después de un rato, por lo que Bel decide enfocarse en lo importante: el trabajo; ya podrá beber de nuevo en la noche.

Suspira, levantando con pesadez el montón de papeles regados en el suelo de su oficina y toma asiento en la silla cercana al escritorio.

Uno tras otro, revisa los contratos y propuestas ridículas de sus trabajadores, es decir, ¿para qué querría gastar dinero en mejorar una aplicación como la de Cupido? Ese ángel ya es bastante inútil, darle una aplicación que le facilite las cosas...ja, sería un inútil y holgazán al que tendría que darle el mismo sueldo por no hacer nada. No gracias.

Aunque, si lo hiciera ¿podría convencerlo de permitir que el robot trabaje para él sin reclamos? Aleja rápidamente la idea y continúa viendo las solicitudes aburridas de Venus, muy maduramente ignora todo lo que tenga el nombre de Rodmentor en el texto, rechaza cada sugerencia de subir salarios y...esto no esta funcionando.

Con cada documento que revisa, su mente vuelve a la conversación con Gianni, le plantea ideas de cómo conseguir tiempo con él o simplemente le aburre tanto que no puede concentrarse, ¿qué le hizo ese maldito robot? Oh, como descubra que le hizo algo ese montón de piezas con patitos deseará jamás haber puesto un pie en su hogar.

Molesto, empieza a buscar por su oficina el maldito pedazo de cristal verde para abrir un portal, tiene que hacer una visita y hacerla antes de que lo que sea que el robot le haya hecho deje secuelas en él.

—¡Aquí! —grita entusiasmado al ver el cristal debajo de lo que supone es una parte de su sillón

Sin vacilar, el demonio abre un portal directo a la fábrica de Venus.

—¡VENUS! —cruza la entrada gritando tan fuerte como puede —¡¿En dónde esta la loca de mi hermana?!

La recepcionista le mira aterrada, viendo al molesto y desalineado demonio, antes de salir corriendo a buscar a su jefa. Bel se recarga en el mostrador, viendo como todas las trabajadoras se alejan rápidamente; su mirada se fija en el reflejo de la puerta de la entrada, odiando lo que ve en él: su camisa a cuadros verde esta desabotonada, los pantalones arrugados, algunas de sus rastas salen de su coleta alta y...¿en serio solo trae un zapato? Tal vez debió mirarse al espejo antes de salir corriendo de su casa.

—¡¿Qué significa este alboroto?! —dice molesta Venus entrando —Es la segunda vez en una semana que vienen a armar escándalos en este lugar.

—¿Quién...? —se interrumpe Bel —Olvídalo, Vee, hermanita querida, necesito tu ayuda.

La mujer le mira un instante, recorriéndolo de arriba abajo antes de soltar un suspiro cansado. Privilegios de ser hermanos, supone.

—Ya que. —dice cansada Venus —Ven, necesito a mi gato para esto.

Bel no dice nada, solo sigue de cerca a su hermana mientras lo conduce por la fabrica hasta un lugar apartado: su propia casa. Un espacio bastante...aburrido, apenas uno que otro mueble y algunos juguetes de gato, ni siquiera los toques de color fucsia salvan al deprimente departamento.

—¿Quién murió aquí? —pregunta Bel sin pensar

—Mi entusiasmo. —dice Venus cargando a su gato y tomando asiento en el único sillón —Adelante, siéntate.

Atrayendo una silla de plástico blanca, Belial se sienta junto a la diosa del amor y acomoda un poco su ropa, intentando no lucir tan desesperado como se siente.

—¿Y en qué puedo ayudarte? Hace siglos que no vienes a pedir mi ayuda. —dice suavemente Venus

—Creo que un idiota me lanzó un hechizo o algo así. —responde Bel cruzándose de brazos 

La diosa alza una ceja y hace una mueca llena de escepticismo, esperando que el demonio explique más.

—Verás, estaba teniendo una asombrosa mañana en la que estaba de tan buen ánimo porque obviamente no me desmaye y desperte con una cruda...

—Ajá, peleaste con Rodo y te embriagaste. —interrumpe Venus aburrida

—¿Cómo lo...? —pregunta sorprendido Belial

—Bel, despertarse con ganas de existir es como darle una invitación abierta al universo de joderte pero, en tu caso, sería un milagro. —responde Venus aburrida —Prosigue.

—Pues vino el tonto robot mascota de Cupido, me dio un regalo... debió tener algo porque desde entones no paro de actuar como idiota ¡y no puedo sacármelo de la cabeza!

El silencio dura solo un segundo antes de que Venus se suelte a reír con tanta fuerza que su gato sale corriendo a esconderse. Belial la mira indignado, ¿de qué se ríe? Claro, como no es ella la del problema.

—No puedo creer que salieras de tu cueva, vestido...a penas, —dice Venus contando con los dedos cada cosa que menciona —y vinieras hasta acá solo por eso.

—Me alegra que mi desgracia te divierta, hermanita. —responde irritado Belial pasando una mano por su cabello —Debí ir con Asmodeus, al menos él si es capaz de conectar sus dos neuronas.

—Y lo dice el tonto que no sabe lo que es que le guste alguien. —dice Venus burlona

Belial se queda inmóvil, viendo como su hermana saca su celular y le da un tiempo para procesarlo. Eso no tranquiliza al inquieto y molesto demonio, ¡¿quién se cree que es Venus para hablarle así?! No es un idiota, claro que sabe lo que es enamorarse pero eso no responde a su pregunta.

—¿Ya lo procesaste? —pregunta Venus —Mira, Bel, sé que a pasado un tiempo pero hasta alguien como tu tiene derecho a enamorarse...

—¿Alguien cómo yo? —Belial dice con seriedad

—Si ya sabes, alguien de temperamento volátil, sin sentido del humor y cuyo karma por lo de Eros debe estar hasta el cie...

El estruendo de la silla estrellándose en la pared tras Venus corta su balbuceo; la mujer, nerviosa, tiembla mientras intenta recuperar su celular. Belial sonríe con malicia, ¿dónde quedó la glamurosa y brillante diosa del amor que jamás se calla? Él sabe la respuesta, pero se niega a pensar en Eros otra vez, ya tuvo suficiente de Cupidos por un día.

—El karma dices, ¿eh? —dice Bel en voz baja recuperando la compostura —Si no ibas a ayudarme pudiste decírmelo, nos hubieras ahorrado el mal rato.

—¡Aléjate! —grita Venus —Ve...vete de mi casa, ¡ahora!

—Vamos, Vee, —dice Belial riendo sin ganas —solo dime lo que quiero saber, ¿qué clase de magia había en esa caja?

Venus se pone de pie, arrojando el teléfono al sillón, corre hacia la puerta intentando mantener la distancia entre ellos.

—No hay ninguna magia, —dice Venus en voz baja —ahora, vete, Belial, ambos sabemos que cuando estas en este estado puede acabar todo muy mal.

—Vee, hermanita, —Bel trata de sonar calmado —jamás te haría nada, no podría hacerlo...

—Seguro eso le dijiste a él. —dice Venus molesta

Belial azota sus tres colas en forma de flecha en el suelo, sobresaltando a Venus, quien deja escapar un grito corto. La habitación queda en silencio después de eso, ¿no podía ser una sencilla conversación de hermanos? Solo quería que alguien le confirmará que sus sospechas eran ciertas, ¡no todo este circo! Nada en la vida de Belial puede ser sencillo.

<< ¡¿Venus?! ¿Estás ahí?...Rodo, no responde... ¡Vamos para allá!>>

El télefono se apaga cuando Fede corta la llamada.

Genial, ahora también esos dos se unen a la fiesta, ¡hurra!; si el karma existe, por Belial puede irse a la villita y no volver jamás.

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