💌 7. Por Cupido, dame paciencia 💌
Las reglas para un Cupido androide son claras, están grabadas en su mente y forman parte de su código, ese pensamiento no le gusta. No debería querer nada diferente a lo que su dueño quiera, no debería necesitar nada que su dueño no le ofrezca y, sobre todo, no debería estar deseando ir a ver a alguien más. Pero ahí está, escuchando de fondo como su maestro Cupido regaña a Rodmentor por su vocabulario, deseando que terminen para poder ir a entregar la caja de música a su creador Belial.
El recuerdo de su visita fugaz al departamento de su creador surge antes de que pueda reprimirlo: la mirada sorprendida del demonio al verle y el ceño fruncido que dio antes de cerrarle la puerta de su oficina en la cara para dejarlo "trabajar" en la sala. Si, no habían hablado mucho y realmente no hacia falta, Gianni estaba tan impactado por el poder que emanaba del demonio que no cree que hubiera podido ser capaz de decir algo.
¿Dónde estuvo el error entonces? Gianluca se reprende por la audacia de no conocer sus errores. Si el haber dejado una mancha aun más notoria en el suelo y haber roto todo lo que encontró no son suficientes motivos, definitivamente haberse atrevido a contestarle a su creador le hace merecedor de ser desmantelado inmediatamente.
La conversación se reproduce en su cabeza, negándose a dejar el tema de lado.
—¡¿Pero que mierda hiciste, pedazo de chatarra?! —gritaba molesto Belial al ver el desastre que había hecho
—Yo...—la lengua de Gianni se congela al sentir una fuerte descarga en su espalda —Lo lamento, lo arreglaré.
—¡Ni siquiera eres capaz de hacer algo tan sencillo como limpiar una mancha! —continúa gritando el demonio —¡Lárgate de una vez! ¡Maldita sea!
Gianni solo observaba aterrado como una espesa niebla verde comienza a salir de la boca de Belial, pero no podía moverse. Si no hace las cosas bien, ¿por qué sus nuevos dueños lo querrían? Un robot como él, incapaz de cumplir la más simple orden no vale nada, pero pensar en la idea de que el maestro Fede o el maestro Rodo puedan hacerle algún daño como lo hacía su anterior dueño...no podría con ello.
—No puedo irme hasta completar la labor. —respondió de manera automática —El maestro Fede no esta en condiciones de hacerlo él mismo y debo cumplir con la tarea encomendada.
Y vaya que el demonio se enojó, tal vez esa es la razón de la inquietud por entregar su regalo pronto. Una ofrenda de paz hacia un demonio al que daño por un descuido, por otro lado, el interés que éste le genera a Gianni es abrumador, no solo es su creador sino que, por accidente, encontró una enorme colección de partituras, no solo significa que a Belial le gusta la música, ¡es un músico también!
Recuerda haber alcanzado a leer un par de hojas antes de notar el error de la mancha, tal vez...
Poniéndose de pie rápidamente, toma con cuidado la bolsa que el maestro Fede había estado cargando, en el interior hay una gran variedad de golosinas y objetos aleatorios, pero, lo que llama la atención del Cupidroide es un hermoso ukelele nuevo con un pequeño pato pintado en el cuerpo, un adorno similar al de su sudadera. Gianni sonríe, recordando como su maestro había colocado una abeja en su carta, ¿así es como Cupido los identifica? ¿Con figuritas de animales? Sonríe ante la idea de haber obtenido algo así de su dueño.
Toma el instrumento, dejando que los sensores en sus dedos se activen mientras pasa las yemas por las cuerdas, pequeñas descargas de emoción recorren su sistema al imaginarse tocando el instrumento, ¿podría llegar a interpretar algo como lo que el maestro Rodo escucha? Quizá también podría agradarle a su creador Belial si aprende a tocar música como él.
—Podías haberme dicho que ibas a hablar con tu hermanito, nos hubiéramos ahorrado la hora que gastaste gritándole. —se queja Fede entrando en la sala
—Oh, perdóname, —dice Rodo con sarcasmo antes de gritar —¡no sabía que ahora debo darte un reporte de lo que hable con mis hermanos!
—No es eso lo que quise decir. —dice molesto Fede apartando la vista —Es solo que,... —suspira tratando de calmarse —Esta bien, tienes razón, pero... ¿amenazarlo? No necesitamos empezar una guerra con él.
Rodo también parece relajarse un poco, ambos siguen sin mirar a Gianni, quien deja rápidamente el instrumento en el interior de la bolsa y abraza con fuerza su regalo contra su pecho, ¿cómo les podría decir que quiere ir a ver al demonio por el que están discutiendo?
—Lo sé, pero ¡¿qué se supone que hagamos?! ¿Disculparnos toda la vida con él por una tontería? —se queja el demonio sentándose en el sillón frente a Gianni
—Si fue una tontería, ¿verdad? —se ríe Fede sentándose a su lado —A veces me pregunto como alguien tan poderoso puede actuar peor que un niño berrinchudo. —la alegría del ángel desaparece al escuchar el sonido de su celular esperándole en el cuarto —En serio, con todo esto ni siquiera he pensado en el trabajo.
El demonio lo mira con diversión, levantando una ceja y colocando sus dedos en su barbilla como si estuviera reflexionando.
—No lo sé, ¿la humanidad necesita el amor? —pregunta Rodo —Seguro sobreviven un año sin enamorarse, la cajera de esa cafetería a la que fuimos parece estar perfecta sin amor.
Cupido se ríe y voltea a ver a Gianni, quien accidentalmente golpea la cajita de música; el robot aparta la vista, intentando ocultar su rostro avergonzado con los largos mechones verdes de su cabello.
—Lo lamento. —dice un poco alto para asegurarse de que Fede lo escuche —No quería interrumpir.
Fede y Rodo comparten una mirada que el escáner de Gianni no logra descifrar, aunque las sonrisas en sus rostros evitan que entre en pánico. Rodo se acomoda, arrojando fuera del sillón el cojín sucio, recibe una mirada molesta de Fede antes de que ambos vuelvan su atención al robot.
—Hablando de trabajo, —dice Rodo —también yo tengo que volver, ¿qué sería de este mundo sin la obsesión en sus vidas?
—Un mundo feliz. —dice Fede con aburrimiento —Pero, si, entiendo a donde vas con esto.
Gianni ladea un poco la cabeza, curioso por escuchar lo que su maestro tiene que decirles. Tal vez, esta sería una oportunidad para ir a entregar su regalo sin enfadar a sus dueños.
—Con los dos trabajando no habría alguien que se quede con Gianni, —empieza a decir Fede preocupado —no me gustaría que se quede so...
—¡No importa! —grita Gianni emocionado
Tanto el ángel como el demonio le miran sorprendidos y, en el caso de Rodo, con una sonrisa cómplice en sus labios. El Cupidroide sacude su cabeza y vuelve a mirarlos, esperando sonar lo más calmado que sus circuitos le permiten, ignorando las descargas que le castigan por ir contra las reglas.
—Es decir, no me molesta quedarme. —dice Gian nervioso —Puedo aprovechar el tiempo y limpiar o preparar la cena para cuando regresen. —por la mirada del maestro Fede aun necesita convencerlo —Igual podría usar el tiempo para investigar y escuchar música...
—¿Lo ves, Fefi? —interrumpe Rodo con alegría —No necesitas preocuparte, el pequeño estará a salvo aquí. —la sonrisa triste del demonio confunde más al procesador del robot —No hay lugar más seguro que tu casa.
El maestro Fede parece considerarlo, incluso si su semblante muestra preocupación. Suspirando, el ángel asiente y apoya la cabeza contra el metal de la muleta en sus manos.
—Está bien, —antes de que Gianni pueda agradecerle, Fede continúa —pero solo si prometes no salir de aquí si no es con Rodo o conmigo.
—¡Lo prometo!
Un fuerte dolor le recorre el cuerpo, ¿qué esta mal con él? No solo es desobedecer una orden, sino que está mintiendo... Si el infierno para un robot existe, definitivamente se ganó su lugar ahí.
—Ahora, no sé ustedes pero yo solo quiero quitarme los zapatos y disfrutar de una noche de películas. —dice Fede estirándose
—Solo si tú no haces las palomitas. —dice Rodo con verdadero terror en su rostro —No quiero saber como hiciste para incendiar mi cocina con un microondas.
Fede sonríe y se encoje de hombros.
—No te revelaré mis secretos. —dice Fede restándole importancia al asunto —Además, compre bolsas de palomitas hechas y dulces para la ocasión, así que lo siento, hoy no gozarás del privilegio de mi talento culinario.
Incluso si nunca lo ha visto cocinar, Gianni se une a la risa del demonio y va a buscar la bolsa con las compras mientras su maestro Fede se acomoda en el sillón, usando las piernas de Rodmentor como otomana tras quitarse los zapatos.
Noche de cine con Cupido y el demonio del amor obsesivo, ¿qué tan malo puede ser?
¡Terrible! No hay otra forma de describirlo, Gianni no pudo apagarse durante la noche después de que el maestro Fede propusiera ver una película de un monstruo y una humana enamorados. Tanto Cupido como Rodo habían dicho que es una película romántica y quizá lo es... ¡eso no quita toda la crueldad que vio en menos de dos horas! ¿Cómo puede alguien dañar tanto a otros sin razón? Su código no tiene una respuesta satisfactoria.
Y si su recién descubierto miedo a la humanidad no basta, sus archivos decidieron asociar la triste mirada del monstruo con unos ojos verde neón mirándole...Agita un poco la cabeza, volviendo su atención a los panqueques que esta preparando, si no va a dormir al menos puede hacer algo útil.
—¡Buenos días! —grita animado el maestro Rodo entrando a la cocina
Detrás de él, un somnoliento Cupido entra arrastrando los pies aunque, para alivio de Gianni, no hay ninguna muleta a la vista.
—Buen día, —responde Gianni sirviendo la comida —¿se encuentra mejor, maestro Fede?
—Solo dime Fede. —dice el ángel tomando asiento frente a la isla —Y si, necesitaba descansar un poco.
El robot lo mira complacido antes de colocar dos platos de panqueques rosas frente a ellos. Rodo le sonríe y pasa su lengua por sus labios viendo la comida.
—Debo estar en el paraíso, —chilla Rodo con comida en la boca —nunca había comido algo tan rico en esta casa.
Gianni observa como Fede aparta la vista con vergüenza, probando su propio desayuno. El teléfono en su bolsillo empieza a sonar, disminuyendo el entusiasmo del ángel al comer; revisa sin mucho interés los mensajes matutinos de sus jefes.
—¿Algo que deba saber? —pregunta Rodo con seriedad
Fede niega y le muestra la pantalla; intentando evitar saltar sobre su maestro solo para saciar su curiosidad, el robot vuelve su atención a la sartén vacía. Esta seguro que no debería ser tan interesante ese pedazo de metal.
—Solo tu hermana arruinando mi desayuno. —dice Fede encogiéndose de hombros —¿Seguro puedes quedarte solo?
Gianni nota que le hablan a él y voltea demasiado rápido; la mirada llena de preocupación del ángel estrujaría el corazón del robot... si tuviera uno.
—Estaré bien. —dice tratando de sonar tranquilo —No iré a ningún lado.
El ángel lo mira un instante, suspira y termina de comer sus panqueques, ignorando las constantes notificaciones. Una vez que termina, se pone de pie sin ganas y deja el plato en el fregadero; Gianni se congela al sentirse atraído a un abrazo por su maestro, no tarda mucho en devolverlo.
—Cuídate, volveré tan pronto como pueda. —dice Fede
Asintiendo, el robot mira a Rodmentor ponerse de pie y sacar un cristal rojo del bolsillo de su pantalón. "Un portal" piensa Gianni, confirmándolo al ver un enorme y brillante agujero frente al demonio.
—Nos vemos en la noche, Gian —dice Rodo atravesando el portal — ¿Vienes o te quedas?
—¡Cualquier cosa te deje mi número en la sala! —grita Fede corriendo antes de que el portal se cierre tras él
Una vez que sus censores le indican que se encuentra solo en la casa, Gianni deja de agitar su mano despidiéndose y pone manos a la obra. Incluso si sus dueños pueden tomar todo el día trabajando, prefiere desobedecer lo menos posible.
Corre hacia la sala, tomando con cuidado la caja de música de la mesa, la abre un poco, dejando que la melodía se escuche por todo el lugar. Sonríe y, dando un salto de emoción, activa su función de portal, imaginando el departamento de Belial. Espera darle una grata sorpresa.
La sorpresa se la lleva él al poner un pie en el lugar, el cual parece haber sido arrasado por un tornado: papeles esparcidos en el suelo, la mesita de café rota por la mitad y una mezcla de aromas que no logra identificar. Nada en ese espacio esta intacto, discos, almohadas, cortinas, vajilla...todo, y en medio del caos, un cuerpo yace en el suelo, alarmando al robot.
Sin pensarlo, se arroja junto al demonio para asegurarse de que este bien, con que este vivo se conforma. Escanea a su creador, sintiéndose aliviado al notar que solo esta ebrio y con un golpe en la cabeza; antes de que pueda hacer algo, una mano le sujeta con fuerza y Belial empieza a hablar arrastrando las palabras.
—Vete a la mierda, Rodmentor. No necesito que me ayudes.
—Disculpe señor, no soy Rodmentor.
El demonio abre los ojos, sorprendido por no escuchar la voz de su hermano; observa unos instantes al robot, antes de que sentarse con evidente molestia en su rostro. Gianni permanece quieto, sujetando el regalo contra su pecho, esperando que el estado del demonio no le impida completar su misión.
—¿Y qué haces aquí? —dice Belial gruñendo —¿Y por qué no esta aquí el idiota de mi hermano?
Gianni se encoje un poco cuando el demonio agita los brazos sin cuidado mientras habla, pero su vista no abandona en ningún momento los ojos de Belial, aquella mirada no es de molestia sino que esta llena de decepción y tristeza. Por un segundo, el archivo almacenado de la película de anoche llega a la mente de Gianluca y sonríe, tomando el riesgo de poner su mano sobre la del demonio, la diferencia entre su pequeña mano metálica y la enorme mano con garras del demonio salta a la vista.
—Yo...—empieza a decir Gianni sin saber que responder —En realidad venía a ver si se encontraba bien y traía un regalo para usted.
Belial le mira confundido. Sin avisar, aparta la mano del tacto del robot y le arrebata el regalo, sonriendo enormemente al tenerlo entre sus manos.
—¡Dámelo!
El Cupidroide solo permanece quieto, viendo al demonio abrir la pequeña caja y como su mirada parece iluminarse cuando las primeras notas salen de su interior. La sonrisa apretada de hace unos momentos se suaviza, aun así, los filosos dientes siguen asustando al robot; si antes había encontrado un parecido entre el monstruo de la película y Belial, ahora lo confirma.
—Vaya, —dice con arrogancia Belial —así que el inútil de mi hermano decidió disculparse con esto, ¿eh?
—Oh no, esto es un regalo mío. —dice agitado Gianni —Quería disculparme por el desastre del otro día.
Perdiendo un poco del ánimo, el demonio cierra la caja y la coloca a su lado.
—Está bien. —dice Belial —Supongo que compraste unos minutos de mi tiempo así que, adelante, ¿qué quieres?
Gianni le mira sin comprender sus palabras, ¿hizo algo mal?
—¡Vamos, robot! No tengo todo el día. —continúa hablando impaciente Belial —Nadie da un regalo si no quiere algo a cambio.
Negando rápidamente, Gianni trata de calmar sus ventiladores internos antes de causar un colapso en su propio sistema por los nervios.
—¡No, no! No pretendía obtener nada, señor. —Gianni baja la cabeza mientras habla —Solo quería disculparme y...—se detiene al notar lo ridículo que se escucha
—¡Ahí está! —grita divertido Belial —¡Quieres algo de mí! ¡Todos quieren algo de mí! Como el malagradecido de mi hermano, no le basta con haberme cambiado por un ángel de cuarta, sino que se atrevió a amenazarme ¡a mí! —grita molesto el demonio mientras agarra la botella de licor más cercana a él —¡Soy su hermano!
Gianni recuerda lo molesto que estaba Rodo cuando él y el maestro Fede llegaron, ¿qué pudieron estar discutiendo para que Rodmentor perdiera el control y Belial terminará de esta forma?
—Tal vez solo deberían hablar. —dice Gianni con la respuesta estándar que sugiere su sistema
El demonio suelta un bufido antes de dar un trago a su bebida, Gianni mira con desaprobación la cantidad de alcohol que Belial ingiere en un sorbo.
—Como si ese idiota fuera a escuchar lo que sea que le diga. —ríe con tristeza Belial antes de mirarlo —Pero dime, ¿qué querías de mí?
El robot se detiene un momento a pensar, ¿quería obtener algo? Quizá su sistema tiene razón en castigarle, es casi tan egoísta como los humanos.
—Solo que me permitas seguir ayudándote aquí. —responde finalmente Gianni
—Eso hará enojar a Cupido...—dice Belial pensativo —Es un trato.
La sonrisa del monstruo hace que los ventiladores del Cupidroide giren demasiado rápido. Por Cupido, ¿qué acaba de hacer?
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