💌 5. Detecto problemas emocionales 💌
Revisión del sistema: Completo
Estado actual: En línea
[No se encontraron errores en el sistema]
Con su diagnóstico de rutina terminado, la unidad robótica 3801, rebautizada como Gianluca por su nuevo maestro, vuelve su atención al demonio frente a él.
Sus niveles de estrés están ligeramente elevados, ¿un error? Supuso que cualquier Cupido androide lo tendría al estar en presencia de uno de sus creadores. En especial, uno tan defectuoso como él.
—¡Voy a matar a ese cabrón cuando lo vea! —grita Rodmentor una vez que cruzan el portal
Los escáneres de Gian recorren el lugar con lo más cercano a curiosidad que puede permitirse ¿si quiera debería estar haciendo esto sin autorización? Probablemente no pero decide ignorar la señal de advertencia que aparece en sus ojos, ya se ocupará de tranquilizar su sistema.
El sitio es amplio y acogedor, con paredes en amarillo pastel y muebles blancos con decoraciones rosas. La alerta <<Hogar de Cupido>> aparece en su campo de visión, sobresaltándole ligeramente, aunque al notar la familiaridad con la que su creador se mueve por la pequeña casa logra tranquilizar sus ventiladores, no queriendo interrumpir el...monologo molesto de su creador.
—¡Y no me contesta! —dice el demonio arrojando su teléfono sobre uno de los sillones —Espero que Fede este bien.
Gian ladea la cabeza con curiosidad, notando como la expresión de molestia de su creador se aligera dando paso a la preocupación. Su sistema empieza a calcular posibles opciones para ayudar al estado de ánimo del demonio, descartando varias al no saber como reaccionará; como robot Cupido de compañía, su principal propósito es traer amor y alegría a su maestro, aunque definitivamente nada en su programación le preparó para tener que confortar a uno de sus creadores que, como si no fuera suficiente, también es pareja sentimental de su dueño. Maravilloso.
—¿Gusta que le traiga algo, maestro Rodmentor? —decide finalmente preguntar
Se arrepiente casi de inmediato al recibir la atención del demonio, sus ojos dorados se fijan en Gian y el robot siente como su cuerpo se estremece, una pequeña descarga de electricidad le castiga cuando intenta desviar la mirada. El maestro es primero. Lo sabe, solo desearía que no lo mire tan fijamente.
—No te preocupes. —responde Rodo con voz suave —Vamos, ponte cómodo.
El Cupido androide parpadea un poco, procesando la indicación.
—Oh, no lo necesito, señor. —dice tranquilo Gianni —Como modelo de compañía es mi deber brindarle confort y bienestar, no necesito ponerme cómodo.
La respuesta automática siempre fue la mejor opción para lidiar con su anterior dueño y, mientras aprende más sobre sus nuevos maestros, es la mejor vía de acción. Incluso si esta satisfecho con su respuesta, Gianni se balancea sobre sus tobillos, brindándose cierta calma a su nervioso procesador.
Rodo frunce el ceño, y los censores de Gian se ponen en alerta ¿lo molesto? ¿Hizo enojar a su creador en menos de un día? El robot aprieta con fuerza sus manos en puños contra sus costados, tratando de prepararse para el castigo que se avecina y, al ver al demonio caminar hacia él, se tiene que obligar a no salir corriendo incluso si su sistema le ruega huir. Siempre es peor cuando lo hace.
—No tienes que preocuparte por eso, chico. —dice Rodo suavemente
El golpe nunca llega, por el contrario la cálida mano de su creador acaricia su cabeza, agitando los mechones verdes y rosas de Gianluca. Sus miradas se cruzan, para temor del robot, antes de que Rodo sonría y se aleje un poco de él.
—Ven, —dice Rodmentor ofreciéndole una mano —Fede me matará si no te encontramos algo mejor antes de que llegue, ¿tienes alguna preferencia en moda?
Gian niega con la cabeza rápido, inseguro de si decir algo más. Puede sentir como su programa de "sudoración" se activa en sus palmas mientras lucha contra el impulso de alejarse y toma la de Rodmentor. La mano del demonio es cálida y apenas ejerce fuerza en su agarre, el contacto es tan suave que sorprende a Gianni, bajando sus niveles de ansiedad, cosa que desde hace años no ocurre.
No dura nada la tranquilidad al ver hacia donde lo conduce: una habitación. Tiene que respirar varias veces antes de poner un pie dentro del lugar; su curiosidad le pide que escanee el lugar, pero con cada paso más cerca de la cama solo nota como sus extremidades se sienten más pesadas.
—Ey. —lo llama Rodo —Tranquilo.
¡Lo descubrió! ¿Qué se supone que diga? No puede fallar en su función ¡no con su creador! Huir suena cada vez más tentador pero su sistema le castiga con fuertes descargas por siquiera atreverse a considerarlo.
—Solo vinimos para que puedas limpiarte y cambiar tu ropa por algo más cómodo, ¿está bien? —explica Rodo con tal calma que suena como si intentara calmar a un niño que llora
"No necesito estar cómodo", aprieta los labios con fuerza, negándose a decir lo que su código espera que responda. Incluso si no debería, quiere disfrutar de un momento a solas, tal vez pueda procesar lo ocurrido y consiga prepararse mentalmente para afrontar sus funciones. Rodo lo conduce hacia un baño amplio, bastante espacioso y con colores diferentes al resto de la casa, más vivos.
— Hay jabones y toallitas húmedas en la repisa de la ducha. —dice Rodo alegre—Estaré afuera si necesitas algo.
Gianni sonríe agradecido de tener un instante a solas; ordenar sus pensamientos es prioridad si quiere evitar un colapso del sistema pero en estos momentos todo lo que quiere hacer es quitarse de encima la sensación de suciedad. Aunque su programación exige devoción hacia sus creadores, una pequeña parte de él no puede evitar pensar que fueron muy crueles al dotarles de la capacidad de sentir, ¿en qué estaban pensando cuando lo programaron?
Una advertencia seguida de una descarga interrumpe el flujo de pensamientos, devolviéndole al presente. Para tranquilizarse, Gianni decide hacerse una lista mental de pasos a seguir: Paso 1, toma las toallitas, no es necesario desperdiciar agua en ti. Una vez que la labor se complete, continua con el paso 2, filtra y ordena pensamientos generados desde el arranque del sistema, no quieres colapsar ante tus nuevos dueños, un escaneo rápido de rutina no estaría de más. Si todo sale bien, sigue el paso 3, sal y busca al maestro creador Rodmentor, espera nuevas instrucciones.
Listo para el primer paso, el robot busca con la mirada en el sitio que se le indico, encontrando gran variedad de shampoo con diversos aromas, cajas vacías de tinte negro y un patito de goma. Sonríe, dejando de lado el juguete mientras toma una caja con toallitas húmedas, justo lo que necesita. Empieza a frotar el pañuelo contra su rostro, disfrutando la suavidad del material y la frescura que siente al restregarla contra su mejilla; no demora mucho en ello, continúa limpiando sus brazos, piernas y cuello, cuando algo en el exterior llama su atención.
Al otro lado de la puerta un ruido empieza a escucharse, algo que no reconoce. Ignorando por completo el paso 2, decide salir rápidamente y descubrir lo que es aquel sonido que se vuelve más atrapante a cada minuto.
Asomando lentamente su cabeza por la puerta entreabierta, Gian observa a Rodo moverse rítmicamente mientras saca algunas cosas que el robot asume es un armario; el ruido, que parece provenir de un celular, se hace más rítmico y es acompañado por el tarareo del demonio.
—¡Ah, terminaste! —exclama animado Rodo poniendo fin al sonido —Eso fue rápido, pensé que necesitarías más tiempo, no podías resistirte al llamado de la música, ¿eh?
Gianni ladea la cabeza, conectándose a la red para obtener el significado de aquella palabra: música. Así que así se llama, interesante.
—Ven, encontré esto en el armario de Fefi. —dice Rodo con entusiasmo —Nunca lo he visto usando nada de esto, así que puede que conseguimos algo para ti.
El robot no presta mucha atención a las palabras del demonio, su mente y su vista no se despegan nunca de la pantalla en pausa del teléfono olvidado en la cama. Después de unos segundos, Rodo detiene su balbuceo sobre el terrible gusto de Fede, para seguir la mirada de su pequeño Cupidroide.
—¿Te gusta la música? —pregunta curioso
Gian se congela, incapaz de pronunciar nada pero asiente, esperando que sea suficiente respuesta para su maestro. Rodo toma el teléfono y vuelve a poner la música, es un tanto estruendosa, pero el ritmo y el tiempo entre cada compas se transforma en algo tranquilizador para el robot.
—¡Grandioso! —grita emocionado Rodo —A Fede no le gusta mucho cuando pongo rock, pero finalmente hay alguien que aprecia la buena música en esta casa.
"Rock" repite en su mente Gian, emocionado al descubrir este nuevo mundo, ¿siempre había estado ahí? Difícil saberlo cuando todo lo que conoces es tu pequeño espacio...No, cerrando los recuerdos emergentes, los archiva lo más ocultos posible en su sistema. Él no puede arruinarle esto también.
Centrando su atención en la melodía que emerge del celular, descubre lo llamativo que le resulta la secuencia y patrones rítmicos que tiene la música; mientras lo disfruta, observa las prendas tendidas sobre la cama sin cuidado, si ya estaban arrugadas o fue obra del demonio, no necesita averiguarlo. Una prenda en particular llama su atención, es una sudadera sencilla color amarillo pastel y su único atractivo es el pequeño patito bordado, pero no puede evitar pasar su mano por la tela.
—Ok, parece que tenemos un ganador. —dice Rodo sin perder la sonrisa en su rostro —Muy poco sexy si me lo preguntas, pero ideal para un Gianluca.
El pequeño androide toma un instante para entender que aquello era una broma, le dedica una sonrisita de lado mostrando un poco los dientes. Al recibir una sacudida de su pelo en respuesta, decide relajarse un poco, marcando las sonrisas como algo positivo en la interacción con Rodmentor...Rodo, se recuerda así mismo.
Rodo le ofrece la sudadera, una playera blanca y unos pantalones verde pastel. Su sonrisa titubea al pensar que su creador le pueda ver desnudo, claro, es una máquina y forma parte de sus funciones como modelo de compañía pero no hace que las cosas sean más fáciles de procesar.
Antes de que pueda decir algo, el demonio se le adelanta y prácticamente le arroja la ropa en las manos.
—Te dejo esto, voy al baño. —dice Rodo apurado —Mientras te cambias puedes poner algo de música para pasar el rato.
Dejándole el teléfono encendido, Rodo camina dando saltitos hacia el baño como si fuera el sitio más emocionante del mundo y Gianni no puede estar más agradecido por ello. Toma el celular y empieza a buscar, descubriendo la variedad de melodías entre las que puede elegir, sin pensarlo mucho, selecciona una al azar, esperando no arrepentirse de la decisión; una suave tonada le recibe, interpretada con lo que sus sistemas reconocen como ukelele, acompañada de una voz agradable y bastante agradable. El robot empieza a cambiarse, memorizando los patrones melódicos que la tonada ofrece y disfrutando de la calma que le produce oír esa voz.
La tela deslizándose por los sensores en su piel de plástico y metal se siente agradable, tan suave en comparación a la ropa que su anterior dueño solía darle, tan rígida e incómoda que prefiere no usarla jamás. Aunque no demora mucho en vestirse, se permite disfrutar la sensación del material en sus dedos y del agradable aroma a suavizante en la ropa.
—Listo. —dice Gianni alzando un poco la voz para sonar más que la música
—Vaya, —responde Rodo saliendo del baño —¿hace cuántos años no escuchaba esa canción?
Sobresaltado, el robot toma el teléfono para entregárselo al demonio que entra relajado con las manos entrelazadas en su nuca. Un ruido interrumpe la música, Gianni se aleja alarmado del aparato ¿lo había dañado? Rodo hace una mueca de disgusto al ver el nombre en la pantalla: "Asmodeus". Gianluca mira asombrado, ¡otro de sus creadores! ¿Sería igual de amable que Rodmentor o sería aterrador como él? Su sistema le reprende por atreverse a imaginar algo negativo sobre uno de ellos.
Rodo desliza el botón para colgar, sorprendiendo al robot que se debate internamente entre regañarlo por no responder y respetar la decisión de la pareja de su maestro Fede.
—Te queda bastante bien. —dice Rodo intentando calmar al robot —Tal vez podrías ir con Fede con Bertha, seguro puede hacerte algunas más.
Gianni ladea la cabeza, mirándolo curioso y sintiendo como sus ventiladores se esfuerzan por evitar que colapse, ¿realmente merece tanta atención? No es más que un Cupido androide defectuoso.
—¿Bertha? —pregunta Gianni sin poder evitarlo
Una descarga hace que le duela la espalda, pero no puede evitar notar que Rodo parece feliz de responderle. El teléfono vuelve a sonar y el demonio lo apaga, sin perder dejar de sonreír.
—Oh sí, —dice Rodmentor entusiasmado —una amiga de Fede, ha trabajado con cada Cupido en la historia. No la soporto.
Sin poder controlarlo, Gian hace una mueca que refleja toda la confusión de su procesador, la actitud alegre y despreocupada del demonio no coincide con el mensaje de sus palabras ¿Rodmentor también estará defectuoso? Otra descarga lo reprende.
—Larga historia pero... —empieza a decir Rodo antes de que un fuerte ruido lo interrumpa —¿Pero qué...?
Rodo se asegura de que Gianni este tras él y se dirige corriendo hacia el origen del ruido. Gianluca sigue de cerca a su creador, incluso si su protocolo indica que debe brindar protección y seguridad a sus dueños, esta más que seguro de que en estos momentos Rodmentor es más que capaz de protegerse. A ambos, de hecho.
Mientras más se acercan a la entrada donde está la sala y el recibidor, los sensores de Gianni lo ponen en alerta. Algo en sus escáneres no parece estar correcto, pero no puede decir lo que es hasta que llegan a la habitación: Un alto ser de colores brillantes y dos cabezas flotantes a sus costados está cargando a un Cupido completamente dormido...no, no está dormido, parece más bien herido.
—¡¿Fede?! —grita angustiado y molesto Rodo mientras corre hacia ellos—¡¿Qué significa esto, Asmodeus?!
—¡¿Por qué no contestas el maldito teléfono?! —pregunta angustiado Asmodeus —¡Estuve intentando contactarte!
Gianni puede notar como su creador, Asmodeus, esta al borde del llanto; Rodmentor no tarda mucho en llegar con ellos y examina a Fede. Incluso desde lejos, el robot nota como algo de sangre es visible en la oreja y mandíbula de Cupido. El demonio de la lujuria le entrega a su hermano una nota, cuyo contenido solo altera más a Rodo; Gian se acerca y, con cuidado, ayuda a Asmodeus a acomodar al ángel en el sillón.
—¡Ese maldito hijo de...! —Rodo grita molesto arrugando la nota y tirándola al suelo —¡¿Cómo se atrevió ha hacer algo así?! ¿Y por qué? ¡¿Por un estúpido mensaje?
El robot permanece al lado de su maestro, apartando los mechones blancos de su rostro y cuidando que no queden pegados por la sangre. Su sistema trabaja lentamente, organizando las actividades que debería estar realizando para brindarle auxilio al ángel; aun así, una pequeña parte de él, aquella que debería ignorar, le dicta que no lo deje solo con el demonio alterado, como si sintiera que algo podría pasarle a Cupido si se aleja de él.
Su vista se aparta con miedo del intento del creador Asmodeus por calmar a Rodo, enfocándose en el trozo de papel en el suelo; incapaz de soportar la curiosidad y moviéndose con cautela, se estira para tomarlo. Lee rápidamente la nota, sorprendido por la caligrafía temblorosa y la cantidad de veces que parece haberse escrito antes de finalmente dejarla así.
"Rodo, no te preocupes. Belial me llamó para discutir algunas cosas de mi contrato; como ya lo notaste, o eso espero, no todo salió bien en la conversación pero te prometo que estaré bien en unos días. Solo asegúrate de hablarme fuerte y que no me quede dormido si la alarma no me despierta, tu hermano quiere que me presente mañana para ayudarle a limpiar mi desastre en su casa.
Con cariño, Fefi."
Gian pasa sus dedos por la pequeña abejita dibujada, sin entender muy bien la razón del garabato ¿sería algún código? Probablemente deba investigarlo después, por el momento lo que realmente preocupa al androide es la idea de que su maestro vuelva a salir herido si se encuentra con Belial. Su código le indica que el nombre pertenece al tercero de sus creadores y no puede evitar temblar, después de todo parece que en un día aprendió mucho de los seres que lo crearon.
—Gracias por traerlo.
Escucha a Rodmentor hablar más tranquilo, su voz es quebradiza y Gianni detecta la pesadez en el cuerpo del demonio después de su arranque de ira. Asmodeus le sonríe con compasión, dirigiendo su vista hacia el ángel y el robot, Gianluca aparta la vista y aprieta con fuerza el papel, sintiéndose como un niño al que descubrieron haciendo algo malo.
—Debería estar bien en unos días, —dice en voz baja Asmodeus —me asegure de que Belial no dañará permanentemente el oído, pero fue todo lo que pude hacer.
Rodo le da una palmada en la espalda a su hermano; Gianluca mira con sorpresa al par de demonios, la diferencia de alturas le resulta divertida y ni hablar de la apariencia de ambos, supone que el parecido entre ellos es limitado por las semejanzas entre la lujuria y el amor obsesivo, pueden existir pero no necesariamente son iguales. Vaya, no sería tan mal poeta. Sonríe un poco pensando lo ridículo que suena, pero puede guardar el pensamiento para sí mismo.
—Descansa, Deus. —se despide Rodo caminando hacia el sillón —Puedes dormir en la habitación donde estábamos, Gianni, —le dice con voz cansada —yo me encargaré de él por ahora.
Gianni solo asiente, mordiéndose la lengua para no remarcar el hecho de que no necesita dormir, aunque tal vez pueda aprovechar el momento para finalmente ordenar toda la nueva información que recopilo...o tal vez...
Se detiene en su camino hacia la habitación asignada, mirando hacia donde Rodmentor lleva cargando al maestro Fede, el demonio no voltea a verle y después de que entrar en el cuarto, cierra la puerta. Gian salta por el ruido, pero su mirada se dirige directamente hacia el papel que dejo abandonado en el suelo.
Camina con todo el sigilo que el chirrido metálico de sus extremidades le permite, voltea para asegurarse de que ninguno de sus dueños le haya escuchado antes de tomar el papel con fuerza y pegarlo a su pecho. No puede permitir que el maestro Fede salga herido de nuevo, pero ¿el creador Belial le permitirá tomar su lugar? Probablemente no, pero no pierde nada con intentarlo.
En silencio, busca en su código una función que jamás se había atrevido a usar: viaje. Es una locura si quiera pensar en ir a enfrentarse a su creador, pero su prioridad es cuidar de su maestro ¿cierto? Definitivamente alguien fue muy cruel al programar esa regla; tomando todo el aire que no necesita, mordiendo su labio con fuerza y limpiando sus palmas en su nueva sudadera, abre un pequeño portal, cruzando antes de perder el poco valor que tiene.
¿Es muy tarde para arrepentirse?
Gracias por leer.
Nos leemos en el próximo capítulo, ¡Chau!
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