V. Honorer votre famille
El tintineo de las espadas chocando hacían eco en el pequeño patio de la humilde casa, Park, un joven Omega, bello y fuerte, empuñaba en su mano derecha una espada afilada, en la cual se reflejaba su rostro suave y hermoso, la sostenía con fuerza frente a él, en posición de pelea, el sudor cubría su piel y corría por su rostro, espalda y pecho, su cabello dorado pegando a su rostro. Listo para atacar a su oponente, su hermana. Mientras una sonrisa se instalaba en su rostro, aquello no era propio de un Omega, pero él se sentía feliz, se sentía vivo y dichoso.
Jimin sonrió, ese día era su cumpleaños número dieciocho, estaba algo molesto por aquello, con los años había florecido como solía decir su madre. Había crecido y se había convertido en un Omega fuerte y bello, el perfecto Omega para casarse decían, sin embargo, él no deseaba un matrimonio, pero eran las leyes de su pueblo casarse a los dieciocho años. Era parte de la cultura que al alcanzar la edad de dieciocho debía casarse con algún Alpha o Beta, cada Omega debía participar en la danza de las dos lunas y ese día debía de conocer a algún Alpha que ofreciera cortejo y luego casarse.
Sus ojos color avellana brillaron. Sabía que era hermoso, sin embargo, no era arrogante respecto a ello, pues sabía que también era diferente de otros Omegas, su cabello no era dorado, su madre solía teñirlo, pero era de plateado con destellos oscuros casi negros. Sus gruesos labios formaron una sonrisa indulgente y se dispuso a atacar, estaba retrasando su presentación para conseguir un marido Alfa o Beta. Ese día sería llevado ante la casamentera, quien lo evaluaría para el día de la danza a las dos lunas, ella le presentara un perfecto, marido.
- ¡Basta niños! - la voz de su madre sonó detrás de ellos, parecía entre molesta y divertida y aún con los años los llamaba niños - Nayeon, tu esposo espera, no deberías estar jugando, ve con él y vuelve pronto para ayudar a preparar a Jimin - dijo ella
Nayeon le sonrió a Jimin con pena y luego salió corriendo, ella se había casado con un Beta el año pasado y eran muy felices, él era un soldado imperial y aún así eran muy felices, a Jimin le agradaba el hombre, no era malo con su hermana y eso era suficiente para él. La hacía feliz y trataba de ser fuerte por ella.
Pero eso no significaba que él deseaba encontrar un esposo, sentía que había algo más en el mundo para lo que estaba destinado, algo le decía que el podría alcanzar grandes cosas en el mundo y no un matrimonio, no estaba en sus planes. Al menos no ahora, pensaba muy en el fondo. Pero muy en el fondo.
- Vamos cariño - la mujer Omega que lo había criado, Park Jinsi, lo tomó de la mano y lo guio dentro de la casa. Ella había sido sincera con él después de cumplir sus quince años, le había dicho sobre sus padres biológicos y aquello no había hecho que la amara menos, sino más.
Pronto se encontró despojado de su ropa y su hermana apareció en la habitación, fue aseado con los aceites más olorosos encontrados, limpiado en cada parte de su cuerpo. Él sólo dejaba que hicieran lo que quisieran con él, la lucha allí no era una opción, su cabello dejó salir la tinta dorada, pero sabía que le sería colocada otra y su cabello plateado con destellos negros apareció a la vista, pegado a sus hombros y rostro. Su hermana corto un poco de su cabello largo y lo cepillo un poco.
Cuando fue sacado del agua, su cuerpo fue cubierto por una túnica blanca, fue sentado en un banco frente a un reluciente espejo, su madre puso la tinta dorada en su cabello y cuando estuvo listo, su hermana comenzó a peinar su cabello en una media cola, dejando debajo de esta cabello suelto, una peineta con forma de flor de cerezo fue colocada en su cabello. Luego comenzaron a maquillar su rostro, era una costumbre cuando un Omega, macho o hembra eran llevados a la presentación donde la casamentera. Su rostro estaba cubierto de polvos blancos, sus mejillas teñidas de polvos rosados, sus labios fueron pintados en un delicado tono cereza, la tradición de decía que una vez casado, su marido le permitiría ser visto por otros. En sus orejas colocaron aretes largos, la túnica fue sacada de su cuerpo y fue cambiada por unos pantalones color blancos, una camisa también blanca de fina tela, encima de estos una túnica de sedas rojas amarrada a su fina cintura con una cinta roja brillante, encima de esta otra tela con leves rayas negras fue colocada y atada con un listón tornasol en rojo.
Sus pies fueron cubiertos por finas botas de tonos rojos y decoración platinada, casi blanca, un listón rojo hacía un pequeño moño en la parte de arriba.
Jimin se giró hacia el espejo cuando le fue indicado, se veía y sabía que era él, pero no se reconocía, no podía verse como esa persona, pero la sonrisa de su madre hacía que, toda protesta se quedase dentro de él.
- Eres el perfecto Omega para esposo - ella sonrió con nostalgia llevando sus manos a su pecho, sus ojos brillantes de alegría
- Espero - dijo él, un poco cabizbajo, todo era sobre el honor y la familia, era su deber
Sin embargo, ¿era honorable vivir una mentira?, porque él no deseaba aquello.
- Sé que eres un Omega diferente, Jimin, pero jamás te aceptarán de otra manera, no quiero sonar dura, pero el mundo espera sólo una cosa o se vuelven en tu contra, también puedes traer honor a la familia como tu hermana, con un matrimonio - ella le sonrió de nuevo y Jimin tomó una profunda respiración, honor, honor a la familia. Él sabía que sus palabras eran reales, ya no era un niño y ahora sabía que había mucha maldad en el mundo
- Vamos hermano menor, luces hermoso - él había observado a su hermana antes, en su misma posición y lucía feliz, ¿Por qué con él era tan diferente?, quitó ese pensamiento de su cabeza y se obligó a caminar y salir, afuera su padre esperaba con una sonrisa
- Tus padres estarían tan orgullosos - dijo él y tomó la mano de Jimin, en ella colocó suavemente una pulsera dorada - Era de tu padre - dijo y Jimin quiso llorar, pero sabía que no debía, la tomó la apretó contra su pecho, sonriendo.
Sin decir una palabra más caminó fuera de su casa, sentía que era una clase de presa que sería presentada a un depredador para ser comido. Las miradas se desviaban a él, quería salir corriendo lo más lejos posible de allí y no mirar atrás, excepto que era por el honor de su familia. No había conocido a sus padres biológicos, sus tíos, sus padres adoptivos contaban con que diera honor a su familia. Y sabía que sí sus padre vivieran lo habrían deseado así.
Se detuvo cuando vio a varias Omegas mujeres y hombres allí de pie, pronto la puerta se abrió y una mujer alta y esbelta salió hacia ellos, un abanico con decoraciones de una gacela cubría su rostro, sus ojos eran los únicos visibles, azules como el cielo, pero fríos como el hielo, ella quitó el abanico y Jimin observó su rostro, se veía mayor, aunque traía también mucho maquillaje que lo disimulaba un poco, aún era una mujer hermosa, sus labios estaban pintados con un leve tono rosa.
- Park, Kim, Baek, Wen, por favor síganme - su voz suave, pero fuerte como un martillo sonó clara entre todos allí
Jimin respiró y caminó hacia enfrente, ella se giró y lo vio de arriba abajo. - No tú Park, el otro Park - dijo con desdén, Jimin bajó la cabeza y asintió volviendo a su lugar.
Jimin vio a los demás entrar en orden, durante veinte minutos estuvieron allí esperando. Luego fueron llamados otros y observó que ya sólo quedaba él. Iría solo, de alguna manera eso lo ponía en extremo nervioso.
Cuando por fin fue su turno, ella comenzó a interrogarlo, - ¿Quién escogió tu ropa? - preguntó, casi con molestia
- Mi madre y mi hermana - respondió de la forma más tranquila y suave que pudo, tratando de sonar educado. Su mantra, honor a la familia.
- Un Omega que busca esposo debe buscar sus propias prendas y saber escoger las de su esposo - anotó algo en una pequeña hoja de papel y siguió caminando, Jimin trago grueso.
- ¿Sabes preparar el Té? - preguntó ella con molestia, no sabía si ella era así o sólo con él, pero decidió hacer lo que ella pidió
- Sí, señora - respondió él y se dispuso a hacer lo pedido
Ella no dijo nada y sólo espero observando a Jimin a preparar té y servirlo, las pequeñas manos de Jimin temblaban y se acercó a ella para servirlo. Sin embargo, la mujer se levantó de un salto haciendo que Jimin dejase caer el té y salpicándola un poco. - Un Omega no debe llevar una joya más de las que se necesitan, sólo las que su esposo le dé - dijo furiosa tomando la muñeca de Jimin con fuerza.
- Es de mi padre - se defendió la furia sonando en su voz
- No es una excusa, Omega - gruñó ella, como si ser omega fuese un insulto.
Y con gran molestia en su interior, Jimin la retiró de su muñeca, ella aún tenía su mirada molesta, luego le indicó lo siguiente a hacer anotando más en su papel.
Cada Omega que iba allí debía bailar y mostrar su elegancia y suavidad con su baile, el baile debía ser preparado por el Omega mismo. Ese mismo baile debía de cautivar a los Alphas el día de la danza de las dos lunas.
Jimin tomó su abanico y se paró frente a ella, sus movimientos eran fuertes, certeros y ágiles, también eran suaves y elegantes, pero no denotaban la sumisión total, ella movía su cabeza en desaprobación, el cuerpo de Jimin era delgado y algo pequeño, pero sus movimientos hacían notoria la fuerza que poseía. Jimin había movido el abanico como si de una espada se tratase, blandeándolo de lado a lado, al final lo uso para cubrir su rostro.
- No estás listo para ser un buen esposo - escupió la mujer - tu marido no estaría complacido contigo, jamás encontrarás un esposo que quiera desperdiciar su tiempo contigo, ni traerás honor a tu familia. Nunca, no tienes la elegancia de un verdadero Omega, eres muy delgado, no podrías traer hijos al mundo, tu madre no te educó como debería educarse a un Omega, eres una vergüenza para los Omegas y tu familia, tu madre quien te educó, es también una vergüenza - terminó y dejó a Jimin allí, furioso, quien sin antes de saberlo su lobo apareció, justo enfrente de él, lucía enojado. El animal lo estaba protegiendo de la mujer que lo había atacado, gruñendo y rugiendo.
La mujer trastabillo hacia atrás y su rostro se puso pálido, aún más pálido de lo que era, el lobo dejó salir un rugido. Pero Jimin lo abrazó por el hocico y lo hizo calmar, susurrándole palabras para calmarlo, él era muy consiente de su lobo y de lo molesto que podría llegar a estar, sabía que la mujer estaría molesta y le diría a su padres, pero lo que en ese momento le importaba era calmarlo. Hasta que lo logró y el lobo se calmó y se dejó acariciar, luego se dejó caer al suelo, con Jimin aún abrazándolo.
Cuando se calmó y desapareció, volviendo dentro de Jimin, la mujer lo veía horrorizada, su mirada era furiosos - Eres una deshonra y tu familia no tiene salvación contigo, un Omega que deja que su animal lo domine, es una falta de respeto para sí mismo, su familia y su futuro esposo, largo y no vuelvas nunca aquí - gruñó y lo sacó de la casa
Una vez fuera, ella gritó a sus padres y hermana que lo esperaban. - Su hijo es una deshonra, nunca tendrá un marido que lo quiera, nunca le traerá honor a la familia Park - luego cerró las puertas y Jimin trago grueso, él había hecho eso, no había podido controlar su molestia y ahora su familia sería señalada, sus ojos brillaron con las lágrimas amenazando por salir, juraba haber olido el miedo de ella, se volteó a sus padres que lo veían con duda y confusión en sus rostros, preocupados.
- ¿Qué pasó? - la preocupación había inundado la voz de Jinsi
- No soy un Omega digno de ningún Alfa o beta - respondió simplemente, tratando de contener las ganas de llorar, ahora avergonzaría a su familia.
- Aún eres joven, no importa lo que ella dijo - dijo su hermana dándole un abrazo, él le respondió y la abrazó de vuelta.
Pero antes de que pudieran decir algo más, un niño corría a toda velocidad así tropezando por la calle, la gente empezaba a murmurar cosas, y sonidos de caballos galopando llenaron el espacio haciendo eco.
- ¡Soldados del emperador! - gritó el niño haciendo a todos soltar exclamaciones, eso sólo significaba que se acercaba una guerra, Jimin observó a su padre, él estaba enfermo desde la guerra pasada.
El padre de Jimin se había enderezado y preparado enfrente de ellos, pronto se observaron atravesar las puertas del pueblo, varios caballos, soldados armados los montaban.
Se detuvieron en medio de la ciudad y la gente se aglomero cerca de ellos, un hombre con una armadura dorada con azul, sacó un pergamino de una bolsa en su caballo y las banderas comenzaron a ondear, para proceder a leerlo.
No sé de quién es el fanart, pero está muy bonito. 💓
Creo que voy a subir los capítulos de una sola así ya no me complico. ✌🏻 (este capítulo, como ya hec dicho todos han sido editados y este en especial, de ninguna forma que lo escribí y volví a escribir me gustó).
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