III. Signes


Con el cambio de las estaciones sólo mostraba lo rápido que el tiempo corría, y como parecía este no querer detenerse. Y con ese avance tan rápido el pequeño omega, nacido de un deseo parecía florecer más, junto con las flores en la primavera. Cada vez se hacía más mayor y hermoso a los ojos de todos en aquel pueblo.

Jimin tenía tres años y era tan inocente, vivía tan ajeno al mundo fuera de las paredes de la pequeña ciudadela donde vivía, él amaba la naturaleza que había allí y disfrutaba jugar con los animales del campo. Él y su hermana mayor, Park Nayeon, dos inocentes criaturas en el mundo.

Mientras que la mujer que lo había cuidado desde su nacimiento lo observaba, pensaba que Jimin era sin duda un omega, su cabello cuando había nacido y era sólo un bebé de días había sido tan dorado como los rayos del sol, sin embargo, ahora era un poco más oscuro, pero sin perder la claridad y brillo. Ella siempre solía observarlo, sus rasgos eran suaves y delicados mientras crecía. Tan fino y elegante como sólo un Omega era.

 Él niño no conocía su origen y ella se debatía si algún día iba a decirle aquella para que supiera, tenía miedo del tiempo, cuando el embarazo de su hermana había desafiado toda ley natural, temía que los Dioses le castigaran con la criatura, sin embargo, parecía que el castigo había sido la terrible muerte, dejando al pobre cachorro, ese mismo día, huérfano de los dos padres, ya que en la batalla contra los shifters que se había revelado contra la familia real, había muerto el padre de Jimin, ella temía decirle y que él corazón del pequeño niño sufriera ese dolor y que no soportara tales noticias, y se sintiera culpable, por eso había jurado no decirle su verdadero origen. No negaría quienes fueron sus padres, pero no la manera en que vino al mundo.

Los observó jugar y luego ambos niños cayeron al suelo, la omega corrió a ayudarlos, observó sangre salir del codo del pequeño Jimin, pero su rostro se volvió tan blanco como las nubes en el cielo, al ver que la herida se curaba casi instantáneamente, los omegas no tenían una capacidad de sanación tan rápida, menos un niño. Olfateo el aire y ese olor dulce en Jimin aún estaba allí, le asustaba lo que pudiera pasar. Temía del futuro y que él castigo de los Dioses fuese más fuerte.

Ella había llevado a ambos niños dentro de la casa, aún le parecía tan extraño que el niño hubiese sanado su herida.

Con él paso de los días el miedo de aquella mujer Omega crecía sin cesar, los signos de lo que podría llegar a ser una tragedia saltaban a la vista. Años más tarde cuando Jimin había llegado a la edad de cuatro años empezaba a crecer en él una gran fuerza, su olor era muy poco de percibir a menos que él lo deseara, tenía cierto brillo en sus ojos que denotaba liderazgo y valentía. Era más veloz, más ágil, sus sentidos eran más agudos y su animal empezaba a formarse en su espalda. Las pequeñas marcas de su diferencia empezaba a saltar a la vista de la única figura materna de aquel niño.

Los shifters tenían un animal espiritual, esa era su verdadera esencia, aún cuando nacían como humanos, ellos eran animales escondidos en la piel humana desde su nacimiento. Se decía que sólo a los Alphas puros su animal empezaba a formarse cuando aún eran unos bebés y había unos que ya nacían con esa marca en la piel, lo que denotaba su posición y su sangre de realeza

Pero a Jimin su animal empezaba a formarse en él siendo un niño pequeño, no era de la realeza, pero no era un Omega común y corriente, incluso los Sorcières eran diferentes, se decía que ellos desarrollaban su marca más grandes. La Omega lo había descubierto en Jimin un día mientras lo bañaba en una tina de maderos, en la espalda del pequeño empezaban formarse líneas de color blancas, no había una forma clara, pero se aprecia a ver que estaba tomando forma como si fuese un tatuaje. A un Omega le comenzaban a salir luego de sus quince años, por el olor y los rasgos del pequeño sabía que era un Omega, pero ese rasgo en su espalda hacía parecer que era un Alpha, aunque la mujer sabía que había un nombre para aquello, pero el simple hecho de pensar en eso, le partía el corazón. Y tampoco creía que lo fuera.

Un día mientras el pequeño Jimin jugaba, la tía de Jimin se acercó y le sonrió, el pequeño también le sonrió, su corazón era muy inocente. — Jimin, debo decirte algo — su voz sonaba tensa por lo que diría, el niño se apartó de su caballo de madera y la volteó a ver, sus ojos fijos en ella, esperando lo que le diría.

— ¿Pasó algo malo? — preguntó el pequeño, temiendo haber hecho algo mal, no es como lo regañaran o golpearan, pero temía hacer algo mal y que se enojas en con él.

— No, no ha pasado nada malo, es sobre las líneas en tu espalda — dijo ella con un poco temor y el pequeño asintió, a pesar de no entender todo el problema, no las había visto, pero las podía sentir en su espalda, sentía cuando aparecía una nueva, porque aunque él dolor era leve, sentía una picazón extraña en él.

— ¿Son malas? — quiso saber, algo dentro de él le decían que no lo eran, pero era un niño inocente y ansiaba saber.

— No, pero no debes mostrarlas a nadie, nadie debe saber que las tienes, al menos no aún, sino hasta que estés mayor — susurró ella, como si le contase un grave secreto, que así era, nadie debía saber que Jimin era... diferente, el pequeño sólo asintió.

Después de esa conversación, Jimin no volvió a preguntar más sobre aquellas líneas, tampoco lo hizo la Omega. Cada día que salía tenía cuidado de protegerlas de la vista de cualquier persona, en la pequeña aldea habían humanos y shifters, los humanos eran muy ancianos. Y a pesar de ser un niño notaba lo diferente que lo veían las personas, porque allí todos sabían cómo había llegado al mundo, menos él. Desde niño sabía que había algo diferente en él, de niño lo comprendía, pero sería un adulto y entendería.

Mientras en el pequeño pueblo el pequeño Omega crecía, un profundo odio se alzaba en los pantanos. Un odio se comenzaría a albergar en un pequeño e inocente corazón, que no crecería con pureza sino odio a los suyos y con ganas de venganza o redención por parte de los que le habían dejado allí.

En lo profundo del bosque Geimryn, más allá del muro de espinas de zarza, se alzaba el pantano Loto, donde la luz del sol a duras pena entraba y la oscuridad parecía la cobija de cada día. El lugar siempre era húmedo y pegajoso, el agua era negra y fangosa, las plantas estaba cubiertas de lana y moho verde y naranja formadas por la humedad y un enorme muelle se alzaba en las sucias aguas, pequeñas cabañas alrededor, hechas de tablas, con techos de teja sucias cubiertas de musgos. Y algunas hojas de árboles.

Parecía que cada pequeña parte de aquel lugar tan lúgubre caería en pedazos en cualquier momento.

El lugar era horrible a la vista de cualquiera y lo único bello era las flores de lotos que crecían en aquel lugar, flores por las cuales llevaba aquel nombre, un lugar que parecía olvidado por los Dioses. Donde inocentes y exiliados se refugiaban de la muerte.

Y siendo el único sonido del lugar era el llanto de un bebé... un bebé que pedía a gritos el calor del seno de su madre, del cual había sido arrebatado, los llantos desesperados de un ser que había sido exiliado allí por el simple hecho de haber nacido, diferente. Porque su existencia manchaba una fachada perfecta.

Los llantos de aquel bebé habían llamado la atención de aquellos que vivían allí, mujeres y hombres que como aquella criatura no habían pedido nacer diferentes a los demás, pero habían sido exiliados porque amenazaban el orden biológico de la vida impuestos por los crueles Alphas, se les llamaba fenómenos, se les llamó deformes de la naturaleza. Pero nadie sabía que ellos no eran los deformes de la naturaleza. Y ahora una inocente criatura había sido dejada, abandonada a su suerte y la mala vida de aquel lugar. Una criatura que no sabía del mundo.

La inocente criatura había sido tomada en brazos de quien sería su padre y le enseñaría que el mundo era cruel con los que eran diferentes, que la cuidaría y le enseñaría que para ella lo correcto era tomar las cosas a la fuerza, le enseñaría que la bondad en el mundo era sólo un mito. Sería criada como alguien cruel, sin compasión por tomar lo que se le había quitado. Criada cómo la hija de un Alpha malo de corazón y que como una enfermedad la dañaría a ella.

Y mientras los días fueron pasando y la pequeña niña, empezaba a ser considerada como una hija del líder de ese pueblo, ellos se prepararon para una guerra por intentar tomar lo que les era suyo. Y el Alpha por tomar el poder que nunca tuvo y sin embargo, perdió.


Notitas que nadie lee, porque nadie lee las notas: uyyy recuerdo cuando estaba escribiendo esta historia, desde el año pasado Jajaja  y es que yo dije, le wa poner frases ICONIC, pero pues no Jajaja si ustedes logran rescatar alguna, bien. 😔😚 Oooooh y también decirles los capítulos no tienen una cantidad de palabras determinadas hay unos que son de 1000 a 1500 otros de 2mil a 3mil y creo que dos o uno de 5mil por ahí. 👉🏻👈🏻😚

Notitas dos que nadie va leer: ehh... Recuerden raza que acá su servidumbre, o sea yo, no soy una experta escribiendo y soy mas indecisa de Jooin (nótese pinche obsesión que ando con ese Manhwa y ni siquiera lo he continuado leyendo), en fin a lo que iba, pues soy tan indesisa que esta historia tuvo más remodelaciones que una casa que cambia de dueños. 

Notitas 3 que nadie leerá pero ajá: odio escribir desde navegador. 

Otra nota Jajaja: sinceramente al principio estaba asustada de subir la historia, pues la verdad siempre estiy así y es que sí soy bien insegura. 

Ese bosque de allí es un bosque de Corea, pero no recuerdo de Cúal de las dos y creo que en mi otra historia Alfa Superficial (vayan a leea si no lo han hecho esta en emisión cofcofpromocioncofcof), también lo menciono. Fin. 💖🥺❤️ Gracias por su apoyo. 💖

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