Capítulo 5
Insectos de colores. Eso es lo que se proyecta en la pantalla. Libélulas, abejas, hormigas, mariposas. Algunas en macro, otras con el zoom exprimido al máximo. El lente es demasiado nuevo, le falta algo de grano.
No suelo analizar demasiado los trabajos ajenos pero si hay algo que me está dejando en claro este espacio es que todo lo que expongas será criticado. Y no digo criticar como análisis neutro, sino negativo. El mínimo error es expuesto y lo que no convence, defenestrado. Seguro puede aplicarse a cosas más allá que este tipo de entregas pero todavía no puedo confirmarlo.
Lo único que puedo confirmar es que ya es martes y eso significa, primer juicio.
Llega la diapositiva negra, al final de la serie. El alumno se queda quieto cerca del escritorio del profesor Wallace. Tiene el cabello largo y lacio pero lo cubre con un gorro beanie naranja. Lentes redondos de esos que no son para ver y un conjunto blanco y hasta algo hippie. Más allá de sus apariencias, sus brazos cruzados y su garganta seca, demuestran los nervios que sufre. Pobre tipo.
Mientras, Wallace cruza sus piernas sobre el escritorio, como si gobernase este lugar. Es como si toda la seguridad que el alumno intentó denotar con su presencia planeada y hasta ensayada, se anulara por su ubicación al final de la pirámide social-universitaria. Allí abajo, invisible...rogando atención.
—¿Sabes que une los ingredientes? Huevos.— comienza Wallace bajando las piernas del escritorio.— Esto es, uh... 'casi sugestivo', mais très variées. Necesito colisión, encuentro, orden. Más huevos.
Los demás alumnos parecen o muy aburridos o muy relajados. ¿Estarán acostumbrados a este tipo de sentencias?
Jugueteo con el pendrive entre mis manos. Lo que sea para no salir corriendo. No ahora, Skyler.
—Chicos.— Se pone de pie. Esta sería la primera vez que lo hace, después de ¿cuántos? ¿siete alumnos?.— Si encuentran difícil el crear la sensación de orden en una serie de diez tomas, entonces la próxima entrega les va a suponer un problema. Deberán entregar veinte tomas y ¿adivinen qué? Esta vez sus modelos tendrán vida.
—La naturaleza también tiene vida.— Masculla un alumno.
Los cercanos a él, ríen.
Wallace desconecta el pendrive y se lo entrega chico de beanie naranja. Éste se dirige hacia su sitio como si acabara de recibir la peor de las sentencias. El profesor se toca las sienes, como si dar clase le diese dolor de cabeza. O quizá solo nos encuentra incompetentes. No sé que tan alto llega su soberbia pero las nubes parecen quedarle bajas.
—Repito: Quiero ver qué es lo que lo hace una serie y no el festival de colores y formas.— Revisa su lista.—...Skyler West, sigues tú.
Maldita sea.
Me pongo de pie mientras me acomodo la falda azul en dirección al escritorio. Trago saliva y trato de evitar los temblores para conectar el pendrive en su toma correspondiente.
Wallace revisa nuevamente su lista, pero esta vez lo hace con sus otros lentes. Al final, puede ser que su falta de comprensión general se deba a su extrema miopía. Me pregunto como pudo dedicarse a la fotografía en algún momento. Dios mío, ¿se dará cuenta que lo estoy juzgando?
Uso el mouse para abrir el disco.
—¡Una estudiante becada! Nunca me decepcionan. Bueno, veamos que tienes para nosotros... 'Skyler'. —Repite mi nombre volviendo a chequearlo en la lista.
Las luces vuelven a bajarse a medida que el visor de imágenes aparece en el proyector. Ahí están. Hojas en blanco y negro.
—Blanco y negro...veo que te ayudó a trabajar las texturas con el contraste. No sería lo mismo en color.
Asiento desde mi posición lateral y sonrío un poco. Apenas una curvatura.
La atención de Wallace está centrada en las fotografías.
—¿Qué apertura usaste en esta?
—1.4— respondo.
—Es un punto más oscuro, ¿por qué no 1.8?
—La apertura máxima de mi lente es 1.4— Admito.
—Quizá sea tiempo que comprar uno nuevo...—Agrega sin observarme.
A pesar de la vergüenza, obligo a mi mente a quedarse pegada a las fotografías.
La última...por fin.
Se hace un silencio al aparecer el negro final de la proyección. Las luces vuelven a encenderse.
—Funciona, pero para la próxima te quiero más... 'suelta'. Experimenta el hecho de no estar en control del mundo que observas, ¿okay? ¡piérdete, descubre!
Me pierdo en su exageración pero asiento un poco.
—¿Alguien tiene algo más para agregar?— le pregunta a la clase.
Los observo en medio del silencio. Algunos evitan observar, otros incluso bostezan.
Más silencio.
—¡Okay! Supongo que eso es todo. La siguiente es...¡Linda Mann! ¡Uuujú!
Camino derecho hasta mi lugar, procurando no encontrarme con la mirada de nadie.
—¡Esto si que es excitante! Nena, tu tía y yo hicimos una apuesta durante la última expo de Mario Testino en Las vegas el verano pasado. ¡Más te vale decirle que sigo esperando esa copa de vino!
El sol del mediodía ingresa por los ventanales del comedor. Toca algunos cuerpos pero varios de ellos parecen estar de paso. Las conversaciones parecen un zumbido de fondo permanente.
Lucho contra el táper. Hago de cuenta que no me está costando aunque espero que nadie me esté mirando. Nadie además de Nick.
—'¡Mantiene tus ojos cerrados y tu mente abierta!'— Dice Nick intentando imitar el acento de Wallace.—...¿¡Cómo se supone que fotografíe algo si no veo una mierda!?
Sólo somos nosotros en la mesa.
Logro abrir mi táper, finalmente. Zambullo mi tenedor hambriento y corto un poco de pasta.
—Al menos le agradas.— Comento antes de echarme un bocado.
—¿Cómo lo sabes?
—Bueno...dijo 'mantiene' y no 'está todo mal'— concluyo observando fijamente mi comida.
—¡Oh vamos! Solo te sugirió que te pierdas un poco...— Le da un bocado a su bagel de salmón y aguacate—lo que sea, sigue sin tener sentido.
—'No es suficiente' sería más acertado de todas formas— Agrego antes de masticar un nuevo bocado.
—Vamos Sky...¿De verdad te importa?
¿Sky? ¿desde cuándo me dice así?
Levanto la vista suspirando un poco y diviso algo conocido en una mesa a casi siete metros de distancia. Él tiene una campera de cuero negra y ella, esta vez no tiene una gorra. Esto me permite observar su pelo rebelde y color mar caribe hacer juego con la luz del sol. Sus ojos son quizá hasta más claros y sus labios, redondos y suaves.
—¿Qué hay de la próxima entrega?— pregunto aún sin volver por completo a nuestra mesa.
—Supongo que llamaré a un par de amigas modelos al estudio e improvisaré un rato.— Comenta Nick ya limpiándose con la servilleta y tomando su mochila.
—¿Un par cómo...dos, cuatro...?
—Más como siete, ocho. Quizá sean seis. Debo correr al estudio, soy host en una sesión para Dazzed. ¡Te veo mañana!
—¡Suerte!
Se cuelga su mochila y comienza a alejarse. Suerte que se fue.
Corro mi tupper tras terminar mi porción de pasta e intento no levantar la vista pero, sonríe. Ríe con su grupo de amigos, como si realmente estuviese pasando un buen rato. Apuesto a que es de esas personas cuyo nombre combina con el apellido. Como si fuese a propósito pero no es más que mera coincidencia.
Saco el único libro de literatura de mi mochila. Cumbres borrascosas.
Debo forzar mi mirada a otro lugar...al menos para fingir mejor.
Abro la página cuarenta y siete pero escucho una risa. Mis ojos se levantan de un respingo. No hay nada nuevo en el cuadro, solo mi ridiculez exuberante ¡basta Skyler!
Espío por sobre mi libro. Le dice algo al oído al chico alto de vestimentas extravagantes. Bajo la mirada por los segundos que puedo mantenerla alejada pero al elevarla un par de grados, me encuentro con la suya. Uno, dos...tres.
Bajo la mirada revolviéndome en mi propio lugar, incómoda.
Un segundo más que la otra vez pero aún así, no parece ser suficiente.
Más risas, más conversación. Mejor así. Que nada más se altere.
—¡Rebelde, la reina del flequillo!
Pestañeo un par de veces. Trato de acomodar mi postura mientras él se sienta en el lugar que hace poco ocupaba Nick. Noto un prendedor de mosquito uniendo ambas solapas de su camisa blanca. Parece hecho con piedras brillantes y seguro, caras.
Su cabello cae y termina en sus hombros de manera elegante, al igual que su fina figura. ¿Cómo hace para lucir tanto glamour y que no parezca exagerado?
Espía y huele mi táper.
—Soja, sí o si...déjame adivinar: pollo, ¿verdad?
—Albóndigas en realidad.— Le corrijo.
Sonríe cómplice y apoya su cara sobre sus manos.
—¿Además de rebelde eres cocinera?
Sonrío sin darme cuenta.
—Si, pero esto es pasta envasada.
—¿En que programa dijiste que estabas?— Pregunta casi interrumpiéndome. No por prisa, sino más bien como si el tema ya le empezara a aburrir.
—Seis meses en fotografía— Respondo.
Asiente y se acerca más sobre la mesa.
—Corrígeme si me equivoco pero...siento como si fueses el tipo de persona que espera eternas amistades para ser comprendida.
Creo que me perdí...
—Espera, ¿qué?
—No tenemos que ser amigas para entendernos.— me dice con completa comodidad.— Todos estamos locos aquí. Estás a salvo.
Me observa con los ojos brillantes y sus labios se dibujan en una sonrisa expectante. Creo que nunca había conocido a alguien tan cómodo bajo su propia piel. ¿Tendrá algún tipo de inseguridad?
—¿Gracias...?— le respondo sin saber bien cuál es la respuesta adecuada.
Me sonríe como sellando el tema y toma mi libro entre sus manos esculpidas.
—'Cumbres borrascosas'...si te gusta el drama deberías leer 'El gran Gatsby' y/o también...podrías venir a una fiesta que mi amiga Jesse y yo estaremos dando en nuestro departamento este sábado. No puedes decir que tienes tarea, ¡vamos! Ya está sobrevalorado.
—Y de verdad tengo...— admito.
—¡El mundo es tu escenario, dulzura! ¡Trae tu cámara! Te agregaré en Facebook y te enviaré la invitación del evento. Supongo que no te encontraré como 'Rebelde, la reina del flequillo.'
Río.
—Skyler West.
—Eso pensé.— comenta con una mueca.— Quentin Parker.
Se pone de pie y se da la vuelta para irse pero se detiene y vuelve a acercarse.
—Oh y Daisy...la gente la subestimaba y la pelaron por completo pero la verdad es que, ella era suficientemente fuerte como para pretender que le importaba. Hasta Gatsby, la persona más interesante y más intensamente enamorada de todas, temía marchitarla...esa luz verde era lo único que le daba esperanzas, ¿sabes? Ella nunca dejó de brillar.
Quentin sonríe y se va. Suspiro. Me doy la vuelta para comprobar que el ambiente sigue vivo. En todo este tiempo, el tiempo no había frenado para nadie más.
El día se pasa entre clase de rebelado y estética visual. Ya es de noche y las únicas luces encendidas en mi habitación son la del velador y la pantalla de la vieja notebook de Daniel. Coloco mi sopa recién hecha sobre la mesa de luz y me acuesto frente a la computadora.
El perfil de Quentin en Facebook, ocupa toda la pantalla. Todavía no somos amigos pero aún así su página es completamente pública. Por supuesto.
Me paseo hacia abajo encontrando todo tipo de fotos artísticas y divertidas. Muchos, muchísimos me gusta y todo tipo de vestimentas exuberantes.
Otra vez, por supuesto.
Me detengo en una cara conocida. Dos, tres, cinco fotos juntos. Vaya que son inseparables. Si hay algo que puedo notar en todas esas fotos además de su irrefutable magnetismo, es la diversión que parecen compartir.
Me detengo en seco y presiono las etiquetas de la foto. Quentin Parker y...
—Jesse Dixon.— confirmo en voz alta.
Ya sé su nombre.
Un sonido entrante interrumpe mi pantalla. Es una llamada de Skype.
Dios mío, que susto. Vuelvo a respirar. Minimizo Facebook y atiendo la llamada de Adam.
—¡Ey!— Saludo con una sonrisa poco convincente.
—¡Ey!— me responde con un claro cansancio y segura alegría. Seguro estuvo todo el día en el taller de mi tío.
A pesar de la baja calidad de nuestros aparatos, los pixeles se esfuerzan.
—¿Cómo estuvo el trabajo?
—Hoy cambié cuatro ruedas, reparé dos motores y...¡di cinco limpiezas completas!
—Un verdadero record. — Sonrío, pero esta vez es genuino. Conozco tanto la satisfacción que le da el ser útil y esas arrugas que se forman en sus comisuras cada vez que sonríe. Casi como si fueran mías.
—La señora Blanchard fue la tercera cliente del día y ¿adivina qué?
—¿Qué?— Le pregunto cambiando mi posición para beber un poco de sopa.
—Me ha dado una indirecta bastante directa sobre lo mucho que te extraña. Te quiere de vuelta en el salón.
El salón. Una boutique de belleza femenina donde pintan las uñas de los pies, depilan pero por sobre todo, cortan el cabello. Barrer esos cabellos, abrir la puerta y cobrarle a las pocas y típicas clientas era mi antiguo trabajo al cual renuncié al día después de ser aprobada mi beca. En Shediac no existe eso de renunciar a los trabajos así que digamos que fue motivo de conversación en todo el pueblo. 'La otra traidora que abandona a su familia para irse a la ciudad'. Al principio me molestaba un poco pero luego aprendí a reírme. Nunca antes había tenido el placer de ser una más en el equipo de traidores, siempre fui una niña buena.
—¿Cómo llegaron a entablar una conversación siquiera? ¡Esa mujer apenas dice hola!
—Oh en francés puede liderar la conversación, créeme.
—¿Te contó la historia de su nieto? Ese otro joven loco de Shediac que se fue a la cuidad y nunca volvió.
El nieto de la señora Blanchard no era un niño bueno pero pasó a ser algo así como la fábula del traidor del pueblo. Abandonó el negocio de su padre en la finca para irse a trabajar en una banda de heavy metal. ¡Un verdadero anticristo!
—¿Tommy Gagnon? No lo mencionó.— Responde a sabiendas de la historia.— ¿Quebec?
—Montreal, pero es lo mismo.
Un sonido de notificación suena primero desde mi celular y luego desde mi computadora. Abro la página de Facebook sobre la llamada de Adam. El perfil de la chica verde agua me recuerda mi investigación de hace unos minutos. 'Jesse Dixon'.
—También me preguntó como te está yendo con los estudios...¿qué quieres que le diga?— Pregunta Adam.
Presiono con el cursor las notificaciones de Facebook para encontrarme con una solicitud de amistad de Quentin Parker. Intento ocultar mi alegría pero la sonrisa no tarda en escaparse de mis labios.
—Eh, dile que...— Acepto la solicitud.—...todo está perfectamente bien.
—¡Bien!— responde Adam mientras vuelvo mi atención a la conversación.— ¿Alguna anécdota-perfectamente-bien para hoy?
Decido no minimizar Facebook esta vez. La pantalla está dividida en el perfil de Jesse y la conversación de Adam. Así no me pierdo de nada.
—Tienen batidos de frutilla en la cafetería dela universidad...embotellados pero no puedo ponerme tan exigente, ¿verdad?
Adam ríe.
—Verdad.
***
Sí, Adam, nuestra protagonista tendrá muchas anécdotas para contar muy pronto. ¿O no, lectorxs? →
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