Capítulo 12

Entramos en el motel a escondidas y tratando de mantener el volumen bajo, tapándonos con las sábanas. Contenemos las risas hasta que un sonido en seco nos obliga a callarnos y darnos vuelta.

—¡Buenos días, mujeres!— Agrega Quentin asomándose por detrás de su revista de modas. Está sentado en la única mesa habiente, tomando café. Tiene una toalla en la cabeza y hay esmalte de glitter a su lado.

Sonríe alzando una ceja.

Me quedo estupefacta, tapada en la puerta mientras Jesse prosigue a ponerse bragas y una remera sin ningún tipo de vergüenza.

—¡Ey, Q!— Le saluda Jesse.

Evito ruborizarme mientras trato de imitar la postura de Jesse. Camino hacia la cocina, donde ahora se encuentra buscando algún tipo de snack. Quentin no me quita la mirada de encima.

Mierda. ¿Dónde me escondo?

—Así que las chicas tuvieron una noche agitada, ¿eh?— comenta Quentin observándome solo a mi.

—Oh, si...— comenta Jesse ya comiendo del paquete, sentada sobre la alacena.— Ella es...muy buena.

Ya está...ya estoy roja. Puedo sentirlo.

—Eh, Skyler linda...— comenta Quentin aprovechándose de mi vulnerabilidad.— si estás buscando tus bragas están tiradas en el baño...¡¡Al lado de la virginidad gay que acabaste de perder!! ¡¡WOOHOO!!

Jesse explota en risas mientras corro al baño para esconder mi cara. Estoy hirviendo de la vergüenza. Quentin me persigue hasta la puerta del baño, donde me habla del otro lado.

Gracias al cielo, la puerta ya está cerrada.

—¡¡Skyler, reina!! Esta noche vamos a salir de fiesta, ¿me oyes?—

Sentada en el piso del baño, apoyada sobre la puerta para que no entre, observo petrificada la pantalla de mi celular que no cesa de vibrar.

Son llamadas perdidas de Adam.

Ni siquiera me detengo en esos pensamientos. No creo que valgan la pena a esta altura. No puedo deshacer nada de lo que hice y menos, si no me arrepiento.

Suspiro dejando ir el miedo y dejo mi celular en el piso. El aire que expulso no tarde en transformarse en algo así como una risa torpe y aliviante.

—¡¡Bienvenida a la familia!!

Pasamos parte del día en el coche, ya en Toronto. Los chicos deciden pasar la noche en los suburbios de la ciudad, cosa que no me parece mal. Después de todo ellos ya viajaron por Canadá y conocen las ciudades a fondo. Por más que yo no conozca ninguna de ellas, sé que tendré tiempo para hacer de turista por mi país. Ahora el foco del viaje es otro y eso me agrada.

Me preparo para salir pero me preocupo menos por mi aspecto físico. Digamos que las últimas veces traté de impresionar a Jesse o demostrarle que yo también podía ser cool pero ya no le veo el punto además de ser muy tedioso. De todas formas, ¿a quién quiero engañar? No le piso ni los talones.

Jesse también luce casual, con su ropa deportiva y cabello verde agua. Yo visto una camisa de flores y Quentin, bueno...unos pantalones plateados de brillo al cuerpo y botas de caña alta. Apenas entramos al bar cowboy que él ya parecía conocer muy bien, comienza. Él y sus piernas largas son el centro de atención.

El bar está decorado a lo Hollywood- western, con lazos, carteles, fotografías y ambientación peculiar ¡Y también hay una bandera gay!

Vaya, Quentin debió haber hecho algún tour para conocérselos todos.

—OMG...¿¿Quentin Parker??— pregunta un tipo alto apoyado contra el bar. Tiene un sombrero de cowboy blanco, pequeños lentes redondos violetas y botas blancas.

Quentin sonríe al instante y camina hacia él con los brazos abiertos.

—¡¡Finn, mi amor!!

—¡No puedo creer que hayas venido!— le responde aún pasmado.

—¡Te dije que no me iría de Ontario sin ver tu bello trasero vaquero!— Dice Quentin abrazándolo.

Finn le besa la mejilla y le sonríe de oreja a oreja.

—Puedes montarlo más tarde, bebé.— Le guiña el ojo antes de darse la vuelta para pedirle algo al bartender.

—¡Le hice sexo oral!— nos dice Quentin en voz baja.

—¡Por supuesto!— responde Jesse irónica.

Quentin hace una forma de corazón con sus manos y sonríe.

—Fue mi primera vez.— agrega como si no fuera suficiente.

Por fin, Fin se da vuelta y le entrega a Quentin una copa de vino.

—El tinto sigue siendo tu favorito, ¿verdad?— pregunta.

—¡Oh, Finn! Eres el oxígeno de mi aire.

Le entrega la copa y le besa la mejilla. Esto es como estar en el cine.

—Déjame introducirte a mis dos chicas, Jesse y Skyler. Chicas, este es Finn Jones, un viejo amigo del secundario.

Le ofrezco mi mano a Finn pero prefiere abrazarme. Lo mismo hace con Jesse.

—Oh nena...ese perfume, ¡huele bien!— me dice...¿creo?

—¿Yo?— pregunto incrédula.

—No sabría decirte en realidad ¡Las dos huelen igual de exquisito!— comenta antes de reírse.—¿Que tomarán las bellas mujeres?

—Oh, déjame eso a mi.— responde Quentin tomando una botella de whisky.

Creo que me ruborizo. ¿Olemos igual? ¿Cuánto tiempo tienen que pasar juntas dos personas para oler igual?

Corro la vista hasta Jesse, quien ya me observa sonriendo. Le devuelvo la sonrisa.

Quentin nos interrumpe entregándonos dos vasos con hielo. Comienza a servirnos a ambas.

—Entonces, ¿cómo conociste a Quentin?— me pregunta Finn ya tomando de su trago.— Siempre hay una anécdota graciosa detrás de esa pregunta.

—Oh eh, me pilló cortándome el flequillo.— digo recordando aquél día.

Parece otra vida.

—...en el baño de la universidad.—agrega Quentin.

Mon dieu, ¿eres estilista?— me pregunta antes de darse la vuelta.—¡¡Jaqueline!!—Grita.

—Trabajo en un salón en Shediac, Westmorland ...soy más una asistente.— respondo.

—Espera, ¿trabajas en Shitland y planeas volver?— me pregunta antes de volverse a girar.—¡Jaqueline! Òu le merde...¡¡Bastien!! ¡Passe-moi trois chapeaux!

Gracias a dios, el francés y su interés en los sombreros, Jaqueline y Bastien lograron que la conversación terminase. Eso y la presencia repentina de Jesse que me entrega un vaso lleno. ¿Habrá escuchado la conversación?

Lo cojo y trago con dificultad. Jesse toma mi mano y la entrelaza con la suya. Me la besa y de alguna forma en un suspiro, vuelvo a calmarme.

Quentin nos pone sombreros de cowboy a cada una, él ya tiene el suyo.

—Finn, vienes a la fiesta en el Dirty Hole, ¿verdad?— le pregunta a su amigo.

—¿Es la que estás organizando tú? ¡Pues claro! Ya compartí el evento en mi Facebook y desde el perfil del bar...¡no me lo perdería por nada en el mundo!

—Traje flyers y pins para seguir promocionando la marcha, que en realidad ese es el side B de la fiesta...ya sabes, divertirse y crear conciencia de nuestra lucha.— agrega guiñándome el ojo.

—¡Por favor!— responde Finn antes de abrazarnos a los tres.— Mis clientes son nuestros amigos...¡somos todos una gran familia!

En medio del abrazo me encuentro con la mirada de Jesse. Mi mano sube por su espalda y curvas. Jesse se muerde el labio y rompe el abrazo para sacarme de un tirón, como ya es costumbre.

Sonrío por su efervescencia y la sigo hasta la pequeña pero iluminada pista de baile. Chequeo a Quentin para comprobarlo por mi misma...si. Ya está besándose con Finn mientras éste le acaricia el miembro por fuera del pantalón.

Río volviéndome a Jesse. Ella baila, libre. Como si sus brazos dibujasen formas en el aire, cosas que seguro tengan un sentido oculto al igual que ella. Me acerco aún guiada por el mismo deseo y la beso sin dejar de arrastrarla a mi paso. Su espalda estrella contra la pared mientras continuamos besándonos.

—¿Estas segura de esto?— me pregunta con un poco de seriedad.

Dejo que mis manos bajen desde su cuello hasta su entrepierna, buscando encenderla de la misma forma.

Jesse se muerde el labio y se inclina para morder el mío. Con sus dientes lleva mi boca hasta la suya para volver a unirlas.

Me río mientras acaricio su cabello y comienzo a besarla con más profundidad.

Esa noche además de dormir juntas, dormimos abrazadas. Hay algo de su calidez corporal que me abriga no solo del frío sino de los malos pensamientos. Como si ni siquiera existieran.

—¿Qué haces? ¿estudias?— pregunta besándome la cabeza.

Estamos en el jardín de la posada y hasta el momento, me encontraba subrayando mi manual grueso y fotocopiado de fotografía.

Gracias a tener el número de Nick agendado en mi celular, me mantuve al tanto de las clases...y la fecha próxima de examen.

Mi cámara descansa a mi lado y no en mi cuello. Me sirve para echarle un vistazo de hoja en hoja. Más cuando leo sobre cosas que debería encontrar físicamente en ella.

—Si...tengo examen en dos semanas. El primero, a decir verdad.— confieso.

Jesse se sienta a mi lado sobre el pasto. Está descalza y sostiene su cuaderno de hojas celestes, una lapicera y una caja de cigarros.

—¡Excitante!— responde irónica.—déjame ver...

Le entrego el pesado manual.

—Tío, le llevas años luz a esta mierda. Incluso yo estudié esto en mi primer año.

—Si pero nunca había estudiado las variables de esta forma...se siente más matemática que arte.

—Eso es porque ya lo sabes. Está internalizado en esa cabeza desquiciada tuya.—Sonríe.— Estarás bien.

Jesse no le quita la vista de encima al manual y lee aleatoriamente. Me pierdo en sus expresiones. La manera en la que entrecierra los ojos, muerde la lapicera y arruga la nariz.

—Tu primera fotografía.— dice dejando la lectura.— me dijiste que la seguías teniendo, ¿verdad?

—Tu, ¿Cómo?...¿Cómo recuerdas eso?

Jesse se encoge de hombros y sonríe a modo de respuesta.

—Si, la tengo.— admito.

Su mirada se ilumina.

—¿Puedo verla? Te vi poniendo una foto en tu bolsillo antes de irnos...¿es esa?

Guau. No entiendo cómo hace.

—¿¿Cómo...??

—¡Lo siento! solo estaba chequeando tu trasero, no quise ser grosera.

Abro la boca en gesto de sorpresa y contengo la sonrisa. Me acerco para besarla y aprovecho para acurrucarme en su cuerpo. Jesse no tarda en acariciarme el cabello.

Meto mi mano en el bolsillo trasero de mi jean y abro la fotografía plegada. La observo evitando que el recuerdo de la misma invada mi pensar. Mejor se la entrego.

Dejo que Jesse la tome en sus manos y noto como su expresión cambia lentamente.

La foto, para ella, muestra un hombre golpeando una mujer en la cocina desde el cerrojo de la puerta.

—Bajé desde el ático de mi abuela sosteniendo la cámara.— comienzo.— Quería contarle a mi madre sobre ella pero ya estaba discutiendo con papá en la cocina. No fue mi intención tomar la fotografía pero de alguna forma sucedió, yo... me sentí como si siendo otra persona, pudiese acercame más a ellos. La cámara me dio esa opción.

—¿No se dieron cuenta?

—Se dan cuenta de todo, solo pretenden como si nada pasara...pero ¿la fotografía? No, eso debe ser la única cosa que nunca notaron.

—Es por eso que te sientes tan atada a tu familia, ¿verdad? Sientes que de alguna forma tienes que salvarlos.

—Tratamos de hablarlo con mamá, mi hermano Daniel y yo pero no quiere divorciarse. Sintiendo que nos está protegiendo solo termina arruinándolo todo.— Digo sin tapujos.

—Si...estuve ahí, créeme.— responde Jesse con el semblante serio.

—¿Tú también sientes que tienes que salvarlos? ¿Tu familia?— Me animo yo esta vez.

Levanto la mano para acariciar su cabello verde agua y pasarlo entre mis dedos.

Jesse se inclina para besarme la frente.

—Es una larga historia.

—Genial.— admito.— Eso quiere decir que podré estar contigo más tiempo.

Jesse suspira con gracia.

—Mi guión está basado en eso, te lo puedo mandar por e-mail...

Rezongo.

—¡Okay, okay!...pero no voy a contártelo todo hoy, ¿bien?

—Bien.— respondo.

Jesse observa hacia el cielo antes de comenzar.

—Pasábamos las vacaciones de verano en el lago como todos los años. Yo tenía ocho años. Mi madre estaba siempre adentro, tenía una depresión severa pero para nosotros eso ya era normal...no tengo recuerdos de ella estando en sus cabales.— Dice ya entrando en contexto.—Mi hermana Mona seguro estaba jugando con sus muñecas mientras yo escalaba árboles y jugaba a la pelota con mi padre. Mi padre y yo, estábamos pegados...hacíamos todo juntos. Esa noche se fue a buscar leña por su cuenta, me dijo que cuidara la casa y que no me vaya bajo ninguna circunstancia. Hice como dijo, me quedé adentro frente a la puerta de entrada tratando de leer el diario que leía todas las mañanas para pasar el tiempo, espiando por la puerta cada cinco segundos esperando ver su sombra regresar.

La expresión de Jesse se ve perdida, como si se estuviese yendo a la deriva dentro de un agujero negro de recuerdos.

—Eso es todo lo que obtendré por hoy, ¿verdad?— pregunto con una sonrisa, tratando de sacarla de allí a tiempo.

Jesse asiente y sonríe observándome. Esta vez siento una ternura extraña y diferente cuando me acaricia el rostro. Como si estuviera agradecida de estar conmigo.

***

¿Cómo creen que continúa la historia familiar de Jesse? →

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