Capítulo XVI
Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.
"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena
El último mes habían rumores en la aldea de que el héroe de la 4ta gran guerra ninja y la aprendiz de Tsunade mantenían una relación que iba viento en popa. Hinata se había enterado de todo gracias a Ino y Tenten, quienes se preocuparon por el estado emocional de su amiga peliazul. Si bien estaban felices por lo radiante que se le veía a Sakura, no podían ignorar que Hinata había salido herida a causa del éxito de esa relación. Incluso estuvieron dispuestas a marcar distancia entre ellas y la pelirosa para que la joven de ojos perlados no pasara un mal rato.
Les había asegurado a sus amigas que estaba bien y que la relación de los dos no le suponía ningún tipo de problema, ni siquiera los había visto todo ese tiempo. Aunque la verdad era que por dentro se sentía un poco insegura de sí misma.
Justo en ese momento se miraba al espejo, sólo en ropa interior, sintiéndose incómoda con su cuerpo, quizá por no ser lo suficientemente bonita Naruto la había rechazado. Esa clase de pensamientos siempre se colaban en su mente sin permiso, su autoestima y actitud habían mejorado bastante desde que empezó a entrenar con Kakashi, pero a veces se permitía menospreciarse un poco, sin saber por qué realmente.
Estaba bastante acomplejada de sí misma, en especial su gran delantera, esa era la razón por la cual se encontraba debatiendo sobre qué usar ese día. Kakashi le había dicho que se presentara con ropa más ligera, pero no debía olvidar que era un entrenamiento, por lo cual la ropa de civil estaba descartada. Le surgió una idea de pronto, podía utilizar el traje de entrenamiento tradicional del clan, aunque le quedara un poco ajustado era lo mejor que tenía.
Luego de alistarse, bajó a desayunar, encontrando en la mesa a su padre y hermana. Los saludó a ambos respetuosamente y compartieron algunas palabras, había quedado de hablar con su padre en unos días, cuando él pudiera desocuparse para aclarar las cosas entre ellos, Hanabi incluida.
Al salir de la mansión decidió que no caminaría por las calles de Konoha con un traje tan revelador, así que fue saltando de techo en techo hasta llegar a su destino. Ese día Kakashi no estaba esperándola, por tanto le tocaría a ella aguardar por su llegada.
Estaba de espaldas cuando sintió que se acercaba, dio media vuelta de forma retraída, tratando de que todo dentro del traje estuviera en su sitio, cualquier movimiento mal calculado podría significar una vergüenza eterna.
— Hinata-chan, Buenos días... — terminó la oración en un susurro el Hatake al ver tal escena frente a él. La tímida Hinata había llegado con un traje muy diferente al de siempre, y no era que no la cubriera como debía, es que era tan ajustado que dejaba ver su figura completamente. Estaba sorprendido, la chica de dieciséis años era bastante desarrollada para su edad.
"Por Kami, ¿cómo no lo noté antes?" pensó levemente ruborizado.
— B-Buenos días Sensei — la joven estaba roja de vergüenza, había sentido la sorpresa que causó en él, pero al contrario de lo que creía el hombre frente a ella no dijo nada.
— Bien, empecemos — comentó aclarándose la garganta — Demuéstrame que puedes hacer — sus propias palabras lo sobresaltaron un poco.
"Eso no sonó muy bien" se decía a sí mismo mientras sacudía la cabeza para alejar pensamientos indebidos. Pero no lo podían culpar, tenía de frente a una linda y virginal chica, cuyo traje marcaba el esplendor de sus bellas y atractivas curvas.
"Si Kurenai se entera de lo que estoy pensando va a matarme" pensó con sudor marcando su frente.
Hinata se acercó al riachuelo que pasaba justo por todos campos de entrenamiento, acumuló chakra en sus pies y caminó hasta quedar en medio del río. Cerró sus ojos y se concentró hasta que miles de agujas fueron dirigidas hacia Kakashi, quien apenas pudo esquivarlas con eficacia. El Hatake se encontraba algo aturdido por la sorpresa de verla en tales fachas.
— No está mal, Hinata-chan —
Se acercó a la chica y la imitó, debía enseñarle algunos movimientos para controlar el agua que fluía a su alrededor, el siguiente paso sería poder utilizar el Suiton en un lugar donde no tuviera acceso a la misma. Él también iba más ligero en cuanto a vestimenta se trataba, usaba una sencilla camiseta de cuello alto y sin mangas junto a un pantalón fresco, el objetivo de las mismas era otorgarle más libertad en sus movimientos. Después de terminar empapados por completo se despidieron y cada quien volvió a su hogar.
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Los días que siguieron resultaron iguales, se reunían con las mismas vestimentas y entrenaban sin parar. Kakashi cada vez estaba más afectado por la visión de la chica en esas fachas, se sentía un viejo pervertido, no podía creer que se sintiera atraído hacia ella. Pero no era nada descabellado de pensar, la chica era una auténtica preciosidad.
Mientras salían del río para dar por terminado el entrenamiento, Hinata trastabilló con sus pies. Kakashi al ver esto se apresuró a sujetarla, tirando de ella con más fuerza de la necesaria, con tan mala suerte de que por el impulso ambos cayeron al piso. Él sobre ella mientras sus labios se encontraron, y a pesar de que Kakashi tenía la máscara puesta, pudieron sentir el calor que desprendía el aliento del otro.
El mayor se despegó de la joven con celeridad, le daba gracias a los dioses que Hiashi días atrás hubiera decidido relevar a Kō de los cuidados meticulosos a Hinata durante su entrenamiento. La joven por su parte estaba que echaba humo por las orejas, se sentía completamente avergonzada, si le hubiera pasado antes estaba segura que ahora mismo estaría inconsciente en el piso. Ese había sido su primer beso, técnicamente, y fue nada más y nada menos que con su Sensei, quería que la tierra se la tragara y la escupiera en Suna para que pudiera morir en el desierto y escapar de la vergüenza que sentía en esos momentos.
— Vamos Hina, es hora de irnos — le ayudó a levantarse del suelo sin hacer contacto visual. Se retiraron a sus respectivas obligaciones en silencio, temían que con cualquier palabra dicha el ambiente de tornara peor.
Hinata llegó a la mansión Hyūga, fue recibida por Tokuma, quien le informó que su padre y su hermana la esperaban en el despacho. Después de agradecer por el mensaje, tomó dirección hacia el lugar. Al llegar tocó hasta que le fue permitido entrar, allí sólo se encontraban su padre y hermana, como le habían dicho.
— Padre, Hanabi-chan —
— Okaeri Onee-sama — dijo su hermana con emoción. En cambio sólo recibió un asentimiento por parte de su padre. Se sentó frente al líder de los Hyūgas, justo al lado de su hermana.
— Hinata, Hanabi... Sumimasen — expresó dolido Hiashi mientras hacía una reverencia marcada frente a sus hijas, quienes no cabían es su asombro — He sido un padre y líder terrible todos estos años. Sumido en mi dolor y mi desdicha tomé malas decisiones que acabaron en la muerte de mi hermano y posterior a esta la de mi sobrino — a esas alturas Hanabi tenía sus ojos anegados en lágrimas, jamás había visto a su padre en una posición tan vulnerable.
— Por si fuera poco también arruine las vidas de ambas, en especial la tuya Hinata. Les pido a ambas que perdonen a este viejo guerrero que no pudo cumplir las promesas que le hizo a su madre antes de partir. No las cuide como merecían, creí que el dolor y la restricciones de nuestros sentimientos las haría fuertes a ambas, pero estaba muy equivocado, con mi actitud sólo traje desdichas y miseria al clan... a mi familia — a esas alturas lágrimas caían sobre el suelo, donde Hiashi aún mantenía pegada la frente, sin variar su postura — Les ruego a amabas me perdonen, y me permitan resarcir mis errores —
La primera en acercarse a él fue la hija mayor, quien había olvidado por completo la vergüenza de ese día para concentrarse en el hombre frente a ella.
— Has sido un padre terrible todos estos años. Si mamá estuviera viva no sería muy feliz con la forma en la cual nos has tratado a todos — susurró Hinata con pesar. Hanabi estaba aún más sorprendida de la actitud de su hermana, esas palabras habían afectado a su padre a tal grado que empezaba a percibir un leve temblor en él — Pero... también sé que tenía un gran corazón, siempre dispuesto a perdonar. Levanta tu cabeza Otō-sama, Hanabi y yo no te guardamos rencor —
Ambas mujeres se acercaron a su padre dispuestas a dejar pasar todo lo que había sucedido en el pasado, con la intención de tener un futuro mejor, tanto en el clan como entre ellos. Abrazaron a su padre con todo el amor que eran capaces de profesar y esta vez fueron correspondidas.
— Soy muy afortunado. Las amo a ambas, tanto como su madre lo hacía también —
Y allí se permitieron llorar, abrazados el uno al otro, juntando las piezas de esa familia rota que intentaba tener un nuevo comienzo.
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¡Viva el amor!
Nos leemos (✿◠‿◠)
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