Capítulo VII

Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.

"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena

Hiashi Hyūga estaba en su despacho pensando en una sola cosa, Hinata. La chica había estado haciendo grandes avances la última semana, pero después de su encuentro con el rubio oxigenado había retrocedido tres pasos. No podía parar de darle vueltas al asunto, se sentía frustrado y muy preocupado. Después de la guerra, el clan estaba tan afectado que las cosas se le escapaban de las manos, y quien más sufrió su falta de manejo de situaciones fue su primogénita, como siempre.

Desde hace tiempo la tenía bien vigilada, Kō se encargaba de seguir a la ojiperla siempre que salía de la mansión, a Hiashi le preocupaba que la chica decidiera hacer una locura para terminar con su dolor, del cual él tenía la mayor responsabilidad. Si tan sólo hubiera sido un buen padre, quizás su primogénita tendría más seguridad en sí misma, autoestima y carácter.

Quería acercarse a su hija, tratar de ayudarla a sobrellevar sus sentimientos, decirle los suyos propios, aconsejarla sobre qué hacer y qué no, ser un padre más amoroso y comprensivo. Pero había perdido todo derecho como padre en lo que respectaba a su hija mayor, si bien ella lo respetaba, lo hacía más por ser el líder del clan que por ser su propio padre. Todo el asunto, sumado a las responsabilidades como líder y su deteriorada condición no hacía más que agobiarlo, debía arreglar todo ya que no disponía de mucho tiempo para hacerlo.

Es irónico, que justo cuando se daba cuenta de las cosas importantes, es cuando menos tiempo le quedaba. Se estaba volviendo viejo y lo sabía. Por eso quería asegurarse de que sus hijas, ambas, estarían en buenas manos y condiciones antes de partir.

Decidió acudir donde el hombre que tendría bajo su responsabilidad a Hinata en unos días, debía pedirle un favor, no solo como el líder de un clan prestigioso preocupado por la posible heredera en caso de que ocurriera lo que sospechara, sino más bien como un padre preocupado por el futuro de su hija mayor.

●●●●

Hinata se encontraba en el hospital. Llevaba allí toda la mañana, ayudando a Shizune en lo que podía. Debía aplicar los conocimientos adquiridos por su arduo entrenamiento para saber que debía mejorar y cuáles eran sus debilidades en el campo de la medicina. Todo conocimiento era absolutamente necesario. Aunque también le servía para mantener la mente ocupada, si se quedaba en casa no pararía de llorar por el rechazo de cierto rubio de ojos azules.

Terminaba de ayudar a un pequeño con sus heridas cuando Tsunade irrumpió en la habitación. Miró inmediatamente en su dirección, la Hokage imponía respeto con su sola presencia, era una mujer muy notable.

 Hinata, ven un momento por favor  y sin más volvió sobre sus pasos, con la intención de que la joven la siguiera. Ella no se hizo esperar.

 ¿Pasa algo Tsunade-sama?  cuestionó preocupada, no era usual que la Hokage se encontrara en el hospital a menos que se tratara de algo importante.

 De hecho sí, ¿podrías explicarme por qué llevas tres días en el hospital sin ir a casa a tomar un debido descanso?  la miró esperando una respuesta.

 Bueno... y-yo...  trataba de articular la chica visiblemente nerviosa.

 Te expliqué bien lo peligroso que es extralimitarse, te di indicaciones claras de que hacer — dijo con molestia la Hokage Si bien Sakura trabajó en el hospital mientras entrenaba, contigo es totalmente diferente. Eres una Hyūga, entrenas el Puño Suave, que es aún más demandante que el Ninjutsu médico  la menor se sintió mal por el comentario, hasta en eso Sakura le llevaba ventaja.

 Gomen nasai Tsunade-sama  la mayor suspiró con cansancio.

 Bien, ve a casa. A medio día Aburame Shino e Inuzuka Kiba llegarán a la aldea —se retiró luego de esas últimas palabras, dejando a una Hyūga dolida por no poder ser de utilidad una vez más, o eso creía ella. La razón por la cual Tsunade le había despachado a casa era simplemente porque dentro de cuatro días su entrenamiento especial empezaría, y no iba a ser fácil para ella enfrentarlo si se encontraba en malas condiciones.

Salió del hospital luego de reportarse con Shizune en dirección a su hogar. Al pasar frente a la florería Yamanaka se dispuso a entrar, unas bonitas flores violetas le habían llamado la atención. El lugar estaba vacío, solo Ino se encontraba tras el mostrador con una expresión cansada.

Hola Ino — musitó lo suficientemente alto para sacar a la rubia de sus cavilaciones.

¡Hinata, qué bueno verte! — exclamó de forma ruidosa saliendo del mostrador para poder abrazar a su amiga — ¿Lo mismo de siempre? — la chica sabía a qué se refería, después de todo Ino siempre le guardaba los mejores girasoles para su Niisan.

 Sí, aunque estas flores llamaron mi atención al pasar  habló, con la misma suavidad de siempre.

 No me extraña  la chica la miró confundida  Éstas son sumires, unas bonitas y delicadas flores. Representan amor, sinceridad y humildad. Además de vínculos que las personas pueden crear  la rubia acarició los pétalos de la flor con delicadeza  Como tú Hinata, la flor te describe a la perfección. Eres un amor de persona, sincera, humilde y es fácil crear lazos contigo  apuntó Ino con una sincera sonrisa, logrando que su amiga se sonrojara levemente.

 Quisiera algunas, por favor  anunció, correspondiendo la sonrisa de la joven mujer. La Yamanaka era una buena amiga, aunque a veces solía ser algo atrevida.

Después de pagar por ambas flores, Hinata pasó por el cementerio a dejar las flores de su primo antes de llegar a casa. Todo estaba tan quieto como siempre, su padre no estaba y Hanabi se encontraba en el Dōjō entrenando con Tokuma.

Subió a su habitación y colocó sus flores en el alféizar de la ventana que daba al jardín, y se sumergió en sus pensamientos, que iban desde su deseo de mejorar hasta el rechazo que experimentó días atrás. Dejó de compadecerse y fue a tomar una ducha, la necesitaba. Se mantuvo ahí alrededor de diez minutos, al salir se colocó una blusa ligera y sus bragas. Descansaría un rato hasta la llegada de sus amigos, el cumpleaños de Kiba y Akamaru había pasado, así que debía hablar con Shino sobre qué iban a hacer para celebrarlo.

Los miembros de su equipo arribaron a la aldea después de mediodía, ella estaba ahí para recibirlos con una cálida sonrisa. El primero en llegar a ella fue el enorme Ninken, quien al estar a la altura de la joven saltó a sus brazos haciéndola caer de espaldas en el proceso. Feliz de ver a su amigo procedió a acariciarlo con amor mientras le susurraba dulces palabras sobre cuánto lo había extrañado y lo mucho que lo quería.

Basta ya Hinata, es un perro ninja no un cachorro doméstico — espetó el Inuzuka un tanto molesto — No son necesarios tantos mismos — la sonrisa de la joven se borró al instante.

 Gomen' Kiba-kun — Akamaru gruñó en respuesta, la actitud de su dueño no le agradaba nada.

— Vamos Kiba, no hay necesidad de ser tan borde — le reprendió Shino con seriedad, si bien él también estaba dolido por la actitud de Hinata los últimos meses, tratarla de mala forma no iba a resolver nada.

 ¿Borde a mí me dices?  refutó el castaño ofendido  Ella es la que se negó a hablarnos y a vernos por tres meses, ¡maldita sea Shino!   estaba a punto de explotar de coraje.

 Discutir no va a arreglar nada, ya no eres un niño, actúa como tal  reprendió con la misma serenidad al castaño mientras se acercaba a una temblorosa ojiperla que aún estaba en el piso. Se colocó en cuclillas frente a su amiga mientras le colocaba una mano en el hombro.

— Es bueno ver que ya estas mejor, aunque no hayamos sido nosotros quienes te ayudarán a estarlo  le decía con suavidad, mientras se escuchaban las maldiciones de un molesto Kiba  Solo ignóralo Hinata, ya se le pasará  le aconsejó mientras la ayudaba a ponerse de pie, no le gustaba ver los ojos de su amiga cristalizados por retener las lágrimas.

 Arigatō gozaimasu Shino-kun  trató de acercarse a su molesto amigo y cuando se disponía a hablar para disculparse con él, este levantó su mano deteniendo todo intento por explicarse.

 No estoy listo para escuchar nada de lo que tengas que decir  sin más emprendió camino a su hogar sin mirar atrás seguido de su fiel compañero, quien iba tras él cabizbajo y triste.

 Aún estás seguro de que se le pasará Shino-kun  encaró a su amigo dolida y con lágrimas surcando su bello rostro. Y es que era el colmo, había tenido una semana de mierda, primero Naruto, luego lo del hospital y ahora esto.

 Lo estoy  le afirmó el Aburame — Te quiere demasiado como para no hacerlo, al igual que yo  abrazó a su triste amiga un momento hasta lograr calmarla.

 Ven, vamos por unos rollos de canela  ambos se dirigieron a la tienda de dangos. Tenían mucho de qué hablar.


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No actualizaré por algunos días, estoy algo dispersa, la fanaticada tóxica de naruto me ha desanimado un poco.

Prometo volver con un maratón, tendrá de 3 a 5 capítulos tal vez más. Hasta entonces (✿◠‿◠)

Aquí les dejo como es la flor 🤗

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