Capítulo II
Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.
"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena
No había podido dormir lo suficiente. Le dolía desde el cuerpo hasta el pensamiento, no tenía ganas de salir de su habitación y afrontar un nuevo día sin él cerca. Pero se había prometido noches anteriores a tratar de mejorar. Así que sin más abrió lentamente sus ojos y se desperezó sobre su cama. Posó sus pies sintiendo la fría madera del piso de su habitación y se dispuso a abrir una de las ventanas que daban al jardín de su difunta madre.
El día era la antítesis de sus sentimientos, todo soleado y brillante, con una brisa fresca y agradable. Para Hinata no podía ser más molesto. Recargó su peso en el ventanal y miró los girasoles que había plantado especialmente para su Niisan, y la pena la embargó nuevamente. Se sentía más sola que nunca. Desde siempre despreciada por su padre y el consejo del clan, vista con lástima por los demás, y hasta Neji en algún momento la odió con tanta fuerza, que en un enfrentamiento estuvo a punto de mandarla con su madre, su querida y bella madre...
Sintió como las lágrimas se agolpaban en sus ojos con ganas irrefrenables de salir, pero trató de retenerlas lo más que pudo y soltó un pesado suspiro.
— Onee-sama, ¿estás despierta? — escuchó seguido de unos golpes en la puerta. Era nada más y nada menos que su pequeña hermana, Hanabi. Que acostumbrada a no recibir respuesta por parte de la peliazul, se dispuso a entrar al lugar, esperando encontrarla en la cama de espaldas a la puerta, fingiendo dormir.
Grande fue su sorpresa al verla sumida en sus pensamientos, con la vista fija en el jardín de Hanna, su madre, a la cual no recordaba del todo.
— ¿Te encuentras bien Onee-sama? — preguntó a la peliazul acercándose lentamente. Aunque no esperaba una respuesta por su parte.
— Lo estoy Hanabi, lo estoy — giró levemente hacia su hermana y extendió los brazos, una clara invitación para la pequeña Hyūga, que no dudó un sólo instante en correr a los brazos de su hermana mayor y darle un cálido abrazo.
— Me alegra que estés de vuelta Hinata-neesama — el pequeño cuerpo de la menor temblaba por las lágrimas de felicidad contenidas, eran Hyūgas después de todo. Pero el ver a su hermana despierta y dirigiéndole sus primeras palabras en mucho tiempo significó mucho para ella.
Hinata al ver la reacción de su hermana se sintió aún más culpable que antes, había sido egoísta, otra vez. Encerrándose en su propio mar de sentimientos, sin pensar en que su pequeña hermana también necesitaba apoyo emocional. Después de todo, y aunque era quien más atención de parte de su padre y el clan recibía, Hinata era como una madre para ella.
— ¿Desayunarías conmigo hoy? — preguntó temerosa de su respuesta mientras se separaban.
— Por supuesto — comentó dedicándole la mejor sonrisa que pudo fabricar.
Y aunque Hanabi sabía que no era una sonrisa del todo sincera, por el momento para ella, era más que suficiente.
●●●●
Luego de compartir el desayuno, decidió salir de la mansión con dirección a la torre del Hokage con la intención de poder hablar con Tsunade-sama, la actual Hokage de la aldea de la hoja, sobre su estatus como ninja. Era el momento de honrar los esfuerzos de su Niisan y los suyos propios.
Mientras caminaba por las calles que empezaban a llenarse de personas, algunos que iban de misión, otros simplemente abrían sus negocios o circulaban por las calles sin más; no pudo evitar fijarse en las remodelaciones de la aldea, que si bien eran algo recientes, no presentaban demasiados cambios al diseño anterior.
Iba sumida en sí misma, reflexionando sobre el tiempo que decidió estar lejana de todo y de todos, cuando tropezó con la última persona que quería ver. Y no era porque lo odiara, al contrario, su corazón con solo verlo se saltaba un latido y sus manos empezaban a sudar.
— Hinata-chan — exclamó el rubio con los ojos abiertos por la sorpresa de ver a su amiga con su ropa de misiones y fuera de su hogar — Es bueno verte después de tanto ¡Dattebayo! —
— Ha-Hai — respondió mientras ocultaba la mirada bajo su flequillo a la par que jugaba con sus dedos graciosamente.
— Etto... Hinata-chan... — intentó decir el rubio pero fue interrumpido por cierta pelirosa.
— Vamos Naruto, Kakashi-sensei y Sai nos esperan — comentaba la chica mientras se acercaba a los dos jóvenes — Hinata... por Kami ¿Cómo has estado? — preguntaba a la peliazul mientras la abrazaba torpemente.
— Bien Sakura-chan — contestó suavizando un poco la mirada.
El rubio a esas alturas se encontraba un tanto incómodo, después de todo tenía cosas que solucionar con la peliazul.
— Sakura-chan, será mejor irnos — la pelirosa se separó de su amiga dedicándole una sonrisa — Adiós Hinata-chan — y junto a su compañera se dispusieron a partir hacia las puertas de la aldea, donde a ambos los esperaban para iniciar con su misión.
Hinata por su parte sólo observó cómo se perdían entre la gente para luego retomar su camino. Era hora de volver a tomar las riendas de su vida.
Llegó a la torre del Hokage minutos después. Mientras caminaba por los pasillos saludaba a quien se topaba en su camino con un leve asentimiento. Se colocó frente a la puerta que daba paso a la oficina principal y dio tres toques de manera suave, y esperó a que se le permitiera pasar.
La rubia del otro lado de la puerta estaba sentada tranquilamente revisando unos pergaminos y junto a ella se encontraba su leal acompañante, Shizune. Ambas quedaron sorprendidas de ver a la ojiperla en la oficina del Hokage puesto que era sabido por todos el estado en el que terminó después de la guerra.
— Buenos días Tsunade-sama, Shizune-san — saludó a ambas mujeres con un asentimiento, mientras entraba a la habitación.
— Hinata... ¿A qué debo tu visita? ¿Algún problema con el clan o tu padre? — le preguntó la rubia directamente saltándose los formalismos, mientras dirigía una mirada a su acompañante quien entendió perfectamente su significado y se dispuso a dejar el lugar, no sin antes devolver el saludo de la pálida chica.
— Todo está bien Tsunade-sama, o eso creo. No tiene por qué preocuparse —
— ¿O eso crees? — refutó la rubia mirando a la chiquilla atentamente. Notó en seguida que estaba mucho más delgada que antes, su suéter lila le quedaba extremadamente grande y qué decir de los pantalones que cargaba. Pero lo que más la inquietaba era ese vacío que podía apreciar en los ojos de la chica.
— Vine hasta usted a pedirle que reactive mis actividades como ninja — contestó con parsimonia — No tiene nada que ver con problemas de mi clan o mi padre Hokage-sama —
— ¿Estás segura que eso es lo que deseas? — preguntó la rubia aliviada de que no se tratara de problemas con los estrictos miembros del clan Hyūga. A lo que la morena sólo respondió con otro asentimiento — Bien, pero antes debes pasar por el hospital. Shizune se encargará personalmente de ver tu estado de salud — contestó la rubia dando por terminada la interrupción de la ojiperla a su oficina.
— Otra cosa Hokage-sama — la rubia volvió su atención a la menuda joven frente a su escritorio — Me gustaría aplicar para ascender a rango Jōnin y entrenar con usted, si me lo permite —
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:) si llegaste hasta aquí, quisiera dar gracias por darle una oportunidad a la historia.
PD1: si pudieran dejar su opinión sería fantástico.
(✿◠‿◠)
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