Capitulo 01
Reino de Midgard, Transilvania.
Año 1550.
Todos abandonaron sus posiciones de ataque cuando el caos comenzó. Jungkook corrió hacia el lugar donde estaban las trampas escondidas y de pronto, la primera jaula de red que estaba colocada sobre la tierra salió disparada hacia el cielo atrapando nada más que aire. Habían fallado. Tan solo un momento más tarde, un torbellino color marrón brincó ágilmente por encima de la siguiente trampa, esquivó todos los indicios y desapareció velozmente entre los árboles del bosque emitiendo un largo aullido que hizo eco entre la naturaleza nocturna.
Licántropo.
El humano sintió un escalofrío en la columna vertebral al ver a la criatura con sus propios ojos. Nunca había visto uno en persona. Era impactante. Conmocionado, Jungkook corrió entre la línea de árboles hacia la tercera trampa cuando múltiples aullidos en varios tonos se oyeron después del primero. No era uno, eran muchos de ellos. Y con esos aullidos, los gritos agonizantes de los cazadores humanos inundaron el bosque.
Eso fue suficiente para saber que el plan había salido mal, terriblemente mal.
Jungkook se quedó paralizado en medio del claro al observar otra grotesca silueta color almendra cayendo sobre la llanura, tirando al piso a uno de sus compañeros para después zangolotearlo entre sus fauces y arrancarle la columna vertebral de la espalda.
—¡Corran! ¡Aborten la misión! ¡Suban a los carruajes!
Los cazadores comenzaron a correr despavoridos y separaron en diferentes direcciones. Jungkook se quedó un momento estático hasta que se dio cuenta que en el otro extremo del campo aparecieron cuatro licántropos más, los cuales se echaron a correr tras las personas.
Mierda .
Jungkook también se echó a correr despavorido, tratando de salvar su vida. Las bestias eran una de las criaturas terrestres más rápidas que existían, sabías que te alcanzarían más temprano que tarde. Era escalofriante escuchar el sonido de las enormes patas corriendo a sus espaldas a una velocidad surrealista al mismo tiempo que retumbaban el pesado sonido de las personas caer al suelo junto a sus gritos agónicos.
Estaba siendo una masacre.
Aquellas criaturas peludas estaban desgarrando la piel y triturando los huesos de los cuerpos humanos como si fuesen de papel. El verde del césped se había vuelto rojo. Los licántropos eran iguales a animales salvajes e indomables. Y nadie podía detenerlos.
Jungkook se agachó cuando, de repente, un licántropo color marrón salió expedido por los aires, atrapando a un hombre que corría a la par suyo. Ni siquiera pudo ayudarlo porque la bestia lo asesinó al instante.
Este era su castigo por haber subestimado la inteligencia de las criaturas monstruosas. Ahora una manada completa de licántropos estaba aquí en plena luna llena, lo cual los hacía más fuertes e inhumanos.
Fueron realmente tontos al creer que en verdad podían capturar a un licántropo en su propio territorio y Jungkook se los advirtió, sin embargo, nadie le hizo caso. A nadie le importó lo que tenía que decir. La gente de la aldea había sido muy avariciosa, aspiraba a más de lo que podía obtener. No estaban conformes con los cíclopes, trolls, duendes y hechiceros blancos que habían capturado en la primera hectárea del bosque.
Necesitaban algo más.
Algo más grande y fuerte.
Los licántropos eran conocidos como las bestias salvajes que medían más de dos metros de altura, con grandes músculos e hileras de incisivos afilados como cuchillas. Conseguir una garra te podía cambiar la vida y hacerte rico, pero capturarlo vivo era... otra historia. Podrías incluso destruir al Rey, si sabías cómo usarlo a tu favor.
Pero Jungkook nunca quiso ser parte de esto, pues sabía exactamente como terminaría.
Jungkook alcanzó una flecha de su carcaj y la puso en el arco de madera que él mismo había fabricado en su cabaña, apuntando a uno de los licántropos de pelaje grisáceo que estaba encima de su compañero, Hongjoong. Aquel ya estaba muerto. La hembra lloriqueó y retrocedió hacia los árboles cuando las flechas comenzaron a clavarse en su lateral izquierdo.
Sin balas de plata, cualquier arma no sería suficiente para detener a las bestias de ojos tonalidad ámbar, y lastimarlos solamente los volvía más agresivos.
Jungkook siguió lanzando ataques desde una distancia prudente mientras sus compañeros corrían hacía los últimos carruajes que estaban allí, listos para ser estirado por los caballos asustados debido a la presencia de sus depredadores. Los otros jinetes ya habían escapado como los cobardes que eran. Jungkook llegó al carruaje e hizo un amago por subirse, sin embargo, se encontró con unas botas negras en su camino.
Jungkook levantó la mirada y observó a Lee Hyungsoo encima suyo, con el rostro salpicado de sangre y ojos dementes.
Aquel sonrió psicótico, casi con alegría.
—Gracias por traernos, Jeon, no lo habríamos logrado sin ti — dijo él, riendo victorioso —. Pero me temo que no serás parte de la repartición de diamantes.
—¡¿Qué?! — Jungkook abrió los ojos asustados —¡No, espera!
Jungkook soltó un alarido cuando la bota de Hyungsoo impactó contra su rostro y cayó del carruaje. Azotó contra el suelo y rodó varios metros sobre la tierra. Jungkook no pudo levantarse inmeiatamente y se quedo tendido en el piso, saboreando el polvo de la traicion.
Aunque le gustaría decir que no lo esperaba, en el fondo sabía que nunca debió confiar en esta gente.
Con los músculos ardiendo, las rodillas llenas de raspones, la mandíbula pintada con feos moretones y el enojo naciendo en la boca de su estómago, Jungkook se levantó lo más rápido que pudo para ir tras el carruaje que comenzó a avanzar por el sendero.
No podía rendirse, no podía dejar que se salieran con la suya y empezó a correr rápidamente hasta quedarse sin aliento, casi alcanzaba el carruaje, casi tocaba la madera con su mano, no obstante, cuando escuchó un aullido justo a sus espaldas supo que era el final.
Un enorme licántropo golpeó a Jungkook con semejante fuerza que el hombre salió disparado por los aires e impactó contra el tronco de un árbol. El golpe fue tan duro que Jungkook sintió que dejaba de respirar por un momento. Sus costillas estaban rotas e hizo un esfuerzo sobrehumano para arrastrarse lentamente por el suelo y alcanzar su arma que había caído cerca de él.
El lobo se acercó y con sus enormes patas desplazó el arma lejos de ellos, pues sabía perfectamente lo que era. Jungkook se quedó paralizado cuando el gigantesco animal de pelaje negro que se camuflaba con la oscuridad de la noche se colocó encima de su cuerpo. Jungkook dio una fuerte inhalación lleno de miedo y miró fijamente los ojos del animal durante un segundo. Dorado contra negro. Bestia contra hombre.
Casi pudo descifrar lo que decía su mirada.
Venganza .
Por haber venido aquí y molestado a su manada.
El lobo aulló frente a su rostro con tanta furia que Jungkook terminó empapado de su saliva apestosa.
Los dientes del licántropo se enterraron en su hombro mientras sacudía la cabeza con una enjundia desenfrenada llevándose parte de su músculo. Jungkook gritó tan fuerte que sus cuerdas vocales se desgarraron en el proceso, pero el animal no tuvo piedad alguna. Las feroces mordidas continuaron cayendo sobre su cuerpo al tiempo que las garras desgarraron parte de su abdomen con un simple roce.
Con lágrimas en los ojos y sangre en todo el cuerpo, Jungkook llamó a sus compañeros para que lo salvaran, sin embargo, lo último que divisó con la mirada nublada de agonía fue como el carruaje restante huía por el sendero cargando las jaulas de las criaturas mágicas que habían capturado.
El licántropo se burló de él, mostrando sus incisivos y haciendo un extraño sonido gutural, parecido a una risa.
Quienes se suponía que eran sus compañeros lo arrojaron a los lobos, literalmente, lo engañaron, y Jungkook supo que este era su destino.
La bestia le propició la mordida final en el cuello para estrangularlo mientras Jungkook le estiraba débilmente por los bigotes, tratando de defenderse... hasta que, de pronto, dejo de moverse y sus brazos flácidos cayeron al suelo.
Cuando terminó el enfrentamiento, el licántropo lo tomó por el pie y lo arrastró por el suelo inestable, lleno de ramas y rocas mientras Jungkook emitía sus últimos alaridos en un hilo de voz. Después, el licántropo de pelaje negro se reunió con su manada y lo abandonó en una zanca como si fuese basura.
No terminó el trabajo probablemente para hacerlo sufrir un poco más. La mordida que debía ser letal no lo mató tan rápido como se suponía que debía. Jungkook estaba agonizando y lo único que le aseguraba que seguía vivo era el mismo dolor. Era un dolor inmenso e indescriptible.
Jungkook sabía que no se recuperaría de esto. Nunca nadie había sobrevivido a un ataque parecido. No podía moverse. No podía hablar. Apenas lograba respirar. La piel de su estómago estaba desgarrada y tenía mordidas por todas partes, en donde su carne roja estaba expuesta y palpitaba de forma cruel.
Estaba muriendo, lo sentía en sus huesos y en su corazón lento.
Al final, se convirtió en uno más en la lista de masacrados y sería olvidado con el pasar del tiempo. Jungkook podía visualizar lo que esos idiotas grabarían en su lápida. Querido nieto, amigo y guerrero, que "dio su propia vida" por sus compañeros. O eso le dirían a sus queridos abuelos.
Jungkook cerró los ojos, orando porque el dolor acabara.
Su vida debió haber terminado esa noche, sin embargo, ocurrió algo que no estaba escrito en su historia.
Esa madrugada, el viejo conde que vivía en el castillo abandonado a mitad del Páramo mágico, olfateo a la distancia el exquisito aroma de la sangre humana y como si hubiera sido hechizado por ella, fue guiado a la hondura del bosque para encontrarse con el joven.
El humano estaba apunto de morir, no le quedaba mucho tiempo, pero aunque su cuerpo estaba destruido y su sangre estaba salpicada por todas partes, tenía unas ganas de vivir y aferrarse a la vida como nunca había visto.
La presencia del conde parecía una alucinación para el humano. Jungkook no estaba seguro si lo era o no. Su visión estaba borrosa y aunque lo único que podía distinguir eran sus grandes ojos color escarlata... lo reconoció, era el ente maligno de las leyendas antiguas.
Jungkook estiró la mano hacia él.
—A... Ayúdame... —pidió con la garganta seca —A-ayúdame... no quiero morir aún... por favor... — fue lo que dijo Jungkook envuelto en agonía, pero el hombre de los colmillos afilados se burló de él por su hipocresía.
—Te he visto aprehender a esas criaturas mágicas en nuestro bosque. Los Lycans te han dado lo que mereces — dijo con su voz escalofriante que hacía eco como una canción susurrante.
—Por favor... Estoy arrepentido... — insistió Jungkook en voz baja. Su pulso se volvía lento y su corazón palpitaba cada vez más despacio.
El conde se elevó sobre él y lo observó durante un momento con la cabeza inclinada hacia un costado.
Una de las peculiaridades de los vampiros era que se sentían atraídos por las cosas hermosas y Jungkook definitivamente era hermoso para ser un simple humano, sin embargo, percibió otra cosa interesante en él, algo mucho más excitante que la sangre e intrigado por ver más allá , decidió hurgar en su mente.
Al tomar su mano, el vampiro pudo ver toda la historia de su vida como si fuese propia y sonrió con sus colmillos al observar cuando aquel niño travieso jugaba en las ramas de los árboles y caía al suelo bruscamente antes de volver a levantarse con determinación. Cuando caminaba kilómetros y kilómetros para conseguir un poco de agua del río. Cuando recolectaba canastas de moras para que sus abuelos pudieran comer. Cuando fabricó su primer arco y aprendió a cazar ardillas que vendía a la nobleza. O cuando muchos veranos más tarde, aquel mismo joven apuesto encontró un huevo de wyvern y lo cuidó hasta que éste salió de su caparazón y después, lo liberó en el límite del bosque encantado para que volviera a donde pertenecía.
Demasiados recuerdos malos, pero la resiliencia nunca había flaqueado. Y gracias a eso, el corazón muerto del conde fue cautivado por el chico humano.
El clan de los vampiros era escaso debido a que creían que no cualquier persona merecía el elixir de la vida eterna, además de adquirir las inigualables habilidades que eso conllevaba. No obstante, dejar morir a este humano parecía inaudito cuando había potencial en él.
—Te otorgaré la oportunidad de redimirte de tus acciones pasadas — le respondió el gobernante de la oscuridad —. Pero tienes que responder, ¿deseas una segunda oportunidad?
Con los párpados pesados, Jungkook asintió en medio de su agonía y desesperación, sin comprender verdaderamente lo que estaba aceptando y lo que implicaba convertirse en un ser de la oscuridad, transformarse en la especie más temida de todos los tiempos...
En un vampiro.
El conde sonrió, mostrando sus colmillos afilados.
—Andando. Socorre a esas criaturas que tú mismo pusiste en jaulas. Libéralos — demandó el viejo vampiro antes de inclinarse y clavar sus largos colmillos en la piel blanca de su cuello. Jungkook gimoteó y se retorció en el suelo —. Después, puedes saciar tu sed de aquellos humanos que te orillaron a hacer esto, hijo mío. Puedes tener cuanto sea necesario —luego, el hombre descubrió su muñeca huesuda y se cortó a sí mismo con su uña afilada para dejar caer sus gotas de sangre podrida en la boca entreabierta del humano.
Jungkook atrapó las gotas débilmente con su lengua y después de un último minuto de sufrimiento, su corazón dejó de palpitar.
Jeon Jungkook murió ese día, en medio del bosque encantado, pero nació otra criatura siniestra en su lugar.
Cuando Jungkook volvió a abrir los ojos rojos , las heridas en su cuerpo se cocieron con hilos invisibles al mismo tiempo que sus sentidos se expandieron mucho más lejos de lo que su vista le permitía observar. Su piel se puso pálida como la nieve y gélida como el hielo mientras que sus nuevos colmillos sobresalieron de su boca y comenzaron a picar por el hambre voraz. Su cuerpo entero agonizó y se retorció de dolor cuando la maldición terminó por fragmentar su columna vertebral para darle espacio a las alas de su murciélago interior.
Fue entonces cuando sus rasgos faciales comenzaron a hacerse más alargados, iguales a los de un mounstro; su frente se hizo más alta mientras que su mentón ancho, contrastando con sus mejillas hundidas y demacradas, su nariz aguileña, sus orejas largas y puntiagudas como las de un murciélago gigante. Su gabardina negra se desagarró cuando su musculatura aumentó de tamaño, igualando la estructura de un licántropo, con largas uñas mortíferas que brotaron de sus dedos huesudos.
Con su nuevo cuerpo, más alto y grande, sus rasgos vampiros y sus nuevas habilidades, Jungkook se levantó con un torpe aleteo al principio, acostumbrándose a observar el mundo de diferente manera, pero a cada segundo sintiéndose más fuerte que nunca.
Frunció las cejas y miró hacia abajo, a su creador con quien ahora tenía una conexión intangible. Podía sentirlo en su interior. Era extraño pero natural. Éste tenía una ligera sonrisa plasmada en su rostro pálido mientras mantenía sus manos entrelazadas en su espalda baja, despreocupado.
—Mi progenie finalmente ha nacido — exclamó, pasando su lengua anormalmente larga por sus colmillos con la sangre fresca de Jungkook —. No has decepcionarme, Jungkook.
El viejo vampiro hizo un gesto con su mano para darle permiso de ponerse en marcha. No necesitaban palabras para comunicarse. Había una orden impuesta en su cabeza la cual debía cumplir. Entonces, Jungkook le respondió con un aullido animal. Sus enormes alas de murciélago tocaron el suelo antes de dar un fuerte aleteo que levantó la tierra a su alrededor y luego, se propulsó hacia el cielo estrellado como un cohete.
Jungkook no tenía miedo de su nuevo yo, al contrario, sentía como si siempre hubiera sido así. Su forma de entender el mundo había cambiado completamente desde el primer momento en que abrió los ojos.
El neófito volvió a su pequeña aldea, cegado por el descomunal sentimiento de venganza, pero sin olvidar que el renacimiento venía acompañado con la terrible sed de sangre.
Durante su ausencia en el bosque encantado sus abuelos enfermos de la peste negra fallecieron. Los cuerpos fétidos rodeados por moscas seguían en la misma posición en la que los había dejado al momento de partir a la cacería. Solamente había aceptado participar porque quería conseguir unas cuantas monedas de oro para comprar medicinas y así poder sanarlos.
Eso aumentó su sentimiento de rabia y melancolía.
Tal y como le fue ordenado por su creador, Jungkook liberó a las criaturas que él mismo había ayudado a capturar, mientras que sus supuestos compañeros quienes siempre lo habían odiado trataron de justificarse cuando lo vieron regresar transformado en la criatura que más temían. Jungkook no era el mismo que antes, en ese momento no quedaba mucho de su parte humana, por esa razón ni siquiera escuchó sus penosas súplicas y sus llantos desgarradores cuando se dejó dominar por los que ahora eran sus instintos más primitivos.
Lee Hyunsoo literalmente rompió en llanto al verlo y en cambio, Jungkook le dio su más grande sonrisa.
La primera gota de sangre que tomó por la fuerza le hizo enloquecer, desear más, mucho más y nadie fue capaz de frenarlo. Su moralidad se había adaptado a su nueva naturaleza. Alimentarse era una necesidad. Beber sangre se sentía bien. Acabar con el pueblo entero en menos de cinco minutos se sintió glorioso, como una descarga de adrenalina caliente que lo hizo fortalecer en todos los aspectos. Jungkook nunca se había sentido mejor, más fuerte, más imparable, más respetado, más valiente... más vivo.
Al terminar la masacre de su propia aldea, las criaturas mágicas que había liberado no le tuvieron miedo, al contrario, le estaban agradecidos y lo reverenciaron como a un Rey antes de volver a adentrarse en el bosque encantado, el lugar donde pertenecían y donde ahora perteneciá él.
Jungkook había dejado de ser un humano.
El impacto de volver a nacer como vampiro y la sed insaciable lo había mantenido en un estado de shock hasta ese momento.
Jungkook se detuvo en un charco de agua, sin embargo, su reflejo había desaparecido. Entonces, miró sus manos tonalidad blanca casi llegando a ser grisácea, largas, heladas y con uñas afiladas. Después, observó las cabañas de su aldea quemándose y las decenas de cuerpos tirados a su alrededor.
Eso le confundió en un primer instante, más no le asustó.
Cuando su sed se desvaneció por completo y sus emociones se tranquilizaron, Jungkook pudo recuperar su apariencia humana. Su rostro grotesco se amoldeó a lo que era en un inicio al mismo tiempo que sus alas se fundieron en su espalda como si nunca hubieran emergido de ahí. Estaba un poco más alto y músculoso que antes, pero parecía un humano común y corriente otra vez, con la diferencia de que cualquier imperfección en su piel nívea había desaparecido y ahora sus ojos eran rojos como la sangre.
Esto era lo que era ahora.
Esto era en lo que se había convertido.
Un vampiro.
[...]
Reino de Midgard, Transilvania.
Año 1600. Cincuenta años después.
En algun lugar del bosque encantado...
Jungkook abrió los ojos rojos abruptamente en medio de la oscuridad.
Con un sonido gutural, parecido a un gruñido, deslizó su mirada de un lado hacia otro para analizar el panorama a su alrededor, en el cual no había ningún atisbo de luz. Desde su posición alcanzaba a ver los rayos solares colándose por la entrada torcida de la cueva, los cuales lastimaban su visión. Estaba por anochecer. Podía sentir el calor del sol descendiendo. También podía distinguir a los murciélagos agrupados en el techo, colgados en la misma posición invertida que él mientras aleteaban y chillaban agudamente a su alrededor al sentir que finalmente había despertado.
El vampiro despabiló, sacudiéndose, y no tardó mucho tiempo en darse cuenta porque había salido del letargo. Había estado soñando. Hoy había vuelto a tener ese sueño. Más bien, ese recuerdo. Ese molesto recuerdo que regresaba cada vez que empezaba a olvidarlo con el transcurso de los amaneceres, ese en donde fallecía y volvía a nacer como lo que estaba destinado a ser desde el comienzo.
No le gustaba recordar su pasado, la mayoría habían sido momentos malos, aunque de hecho, en este punto ya había olvidado la mayor parte de sus recuerdos.
Con el paso de los minutos, Jungkook comenzó a sentir cierta inquietud en el pecho. Sabía lo que era. Reconocía perfectamente bien la quemazón creciendo desde lo más profundo de sus entrañas, extendiéndose hasta su garganta y sus venas, las cuales le reclamaban alivio.
Durmió durante mucho tiempo y ahora estaba terriblemente hambriento, sin embargo, era incapaz de abandonar la cueva porque todavía había luz solar afuera e incluso el más sutil e insignificante rayo de sol podía convertirlo en ceniza en unos cuantos segundos. Esa era una de las pocas debilidades de los vampiros. Jungkook solía extrañar ver el amanecer o poder salir cuando el día estaba despejado, sin embargo, poco a poco lo fue aceptando y se acostumbró a su ausencia.
Las leyendas contaban que los vampiros muy viejos tenían la habilidad de ser inmunes al sol. Jungkook sospechaba que su creador tenía esa habilidad. Esa y muchas otras facultades de las que Jungkook carecía.
Aunque habían pasado muchos años de su transformación, Jungkook todavía era un vampiro joven e inexperto. Seguía ajustándose a su condición. Aún tenía muchas cosas que desarrollar y muchas cosas que aprender a controlar. Incluso para él era desesperante ser tan impulsivo y emocional en ocasiones. Sin embargo, también tenía cosas buenas. Una de sus habilidades bien desarrolladas eran su telepatía emocional, su capacidad de leer y percibir las emociones de otros era muy aguda. Su padre lo llamó un don innato.
Cuando puliera todas esas habilidades y descubriera sus propios poderes, pues todo vampiro tenía habilidades propias, sería invencible. Ni siquiera los licántropos o híbridos de animales más grandes podrían hacerle frente, -si es que tenían la osadía de desafiarlo-.
Hasta ahora, eran contadas las personas que habían tenido el infortunio de toparse frente a frente con él y salieron con vida. Era bueno escabulléndose como un fantasma de la noche, sin embargo, cuando se ameritaba que vieran su presencia absolutamente todos siempre temblaban por el simple hecho de ver su mirada oscura y filosa como una daga, deseosa de sangre, la cual podía tomar si le apetecía.
Por sus venas corría directamente la sangre de un vampiro de sangre pura y eso era suficiente para hacerlo más fuerte que cualquier otra criatura mágica en ese bosque. Su rango únicamente estaba por debajo de su creador y éste no tenía más progenie por una simple razón; muchos vampiros significaban caos, descontrol, muertes en exceso, desequilibrio. Anarquía para resumir.
Hasta cierto punto, el conde era políticamente correcto.
Jungkook era su único descendiente porque estaba destinado a tomar su lugar algún día y ser el gobernante del páramo mágico. Él sería el responsable de que nunca fuese invadido por los humanos... Esa era la visión. Un poco irónico, ya que el había sido un humano.
Entonces, una vez que los rayos solares dejaron de escabullirse por la entrada y la noche inició, Jungkook extendió sus enormes alas y se impulsó hacia adelante, saliendo por el agujero torcido de la cueva mientras lo seguía la parvada de murciélagos, los cuales chillaban dramáticamente.
[...]
El hambre cada vez se volvía más voraz mientras planeaba entre los árboles frondosos del bosque. Cazaba mejor cuando estaba en su forma animal, pues al igual que los murciélagos, entendía el mundo a través de la ecolocalización. El vampiro podía distinguir los diferentes cuerpos calientes moviéndose por el bosque a distancias muy largas. Un kilómetro atrás había captado el rebaño de cíclopes saltando entre las rocas del río, a los duendes caminando alrededor de sus hogueras o el agua de la cascada cayendo en la laguna encantada, en el cual bailaban los pececillos mágicos.
Criaturas cuya sangre parecía más la de un animal y eso era aberrante para su paladar.
El viento soplaba en contra suya, permitiéndole captar los distintos olores que venían de kilómetros atrás. Jungkook olía el aroma húmedo del musgo en las rocas, la resina de los árboles, las setas creciendo en el pasto, sin excluir también los asquerosos rastros de estiércol que solían dejar especialmente los licántropos para delimitar sus tierras a otras manadas.
Jungkook siempre hacía caso omiso a esas delimitaciones. De todos modos, nadie podía detenerlo a hacer lo que quisiera y a cazar. Existía una cadena alimenticia establecida, un ciclo, y todos la respetaban por su propio bien. No era el único que se alimentaba de otros seres vivos.
Un tramo más adelante, Jungkook agudizó sus sentidos cuando finalmente captó un olor muy sutil pero rico en el aire. Era un aroma dulzón que provocó un estremecimiento en su cuerpo entero e hizo que sus pupilas se dilataran como las de un verdadero murciélago. Fue un golpe directo en su buen juicio porque antes de darse cuenta, un feroz gruñido se había abierto paso a través de su garganta y salió de su boca.
Encontró lo que quería.
Por un instante, Jungkook se sintió realmente aturdido por aquel aroma. Era exquisito, dulce, tentador... Hace mucho tiempo que no olfateaba nada parecido, nada más delicioso, ni siquiera podía reconocer de qué criatura provenía, pero sabía que necesitaba saciarse de él a como diera lugar.
Era tan ligero que se perdía un poco en el aire, ya que encima de ese espléndido efluvio, se anteponía la peste de animal sucio que caracterizaba a los licántropos y Jungkook tuvo que enfocar toda su atención en el para localizarlo.
Estaba entrando en territorio de lycans. Esta hectárea pertenecía a la manada del norte. Era arriesgado estar aquí porque los lobos se caracterizaban por ser muy territoriales, sin embargo, el increíble aroma fue capaz de hipnotizarlo y hacerle seguir adelante. Cuando un vampiro olfateaba un olor que verdaderamente le encantaba, la obsesión era tan intensa que hacía cualquier cosa para conseguirlo y así satisfacer sus oscuros deseos.
Jungkook aleteó con más fuerza, planeando sobre el lago encantado que era de un hermoso azul turquesa. A orillas de este, localizó los cuerpos a los cuales pertenecían aquellos aromas. Cinco licántropos yacían en la base del risco; escuchaba sus poderosos corazones latir varias veces por segundo, bombeando sangre con matiz animal al resto de sus anatomías, la cual no era de su agrado, incluso le causaba asco. La sangre de un licántropo era básicamente igual a la sangre de un perro.
Eso no era lo que quería...
Sin embargo, una sexta criatura estaba allí, una más pequeña y frágil, la cual emanaba a montones la exquisita fragancia que lo estaba aniquilando.
A unos treinta metros de vigía, Jungkook aterrizó en la rama gruesa de un árbol. Ninguno de aquellos se dio cuenta de su presencia porque era un maestro en cuanto a sigilo se trataba. Se agachó un poco, ladeando la cabeza hacia un costado cuando una nueva ráfaga de viento le regaló un poco más de ese aroma. Jungkook inhaló con ganas. Sus colmillos salieron de su boca instintivamente y sus ojos tintinearon en un color rojo intenso cuando finalmente vio a la criatura que quería.
El mundo se redujo a su tentadora y bien proporcionada silueta. Una criatura más pequeña que los cinco licántropos que lo rodeaban como leones a un antílope. Era un varón, delgado y de piel transparente, vestido con extrañas ropas de satin blanco. Algo peculiar si era sincero. Su cara era un misterio debido a la distancia, pero aún así resaltaban sus grandes ojos color azul.
Jungkook no sabía qué especie era, no lograba identificarlo, sin embargo, había decidido que quería esa belleza entre sus garras, quería su cuello en su boca y su sangre caliente bajando por su garganta. Jungkook se lamió los labios color cereza, anticipando el festín y se encorvó un poco, agudizando su oído a la conversación que tenían los licántropos con esa bella criatura.
—Ah, ¿pueden olfatearlo, muchachos? — alardeó el primer hombre, tenía un largo cabello amarrado en una trenza y tatuajes en sus brazos hechos con carbón. Los otros licántropos asintieron, sonriendo diabólicamente entre ellos —. El gratificante olor a miedo.
—No, por favor. No me hagan daño — dijo la criatura asustada mientras sus piernas temblaban. El licántropo hizo un amago por tocar su mejilla y aquel grito horrorizado —. ¡No me toques! ¡Socorro! ¡Taehyung ayúdame! ¡Taehyung!
El pequeño hombre estaba rodeado por cinco licántropos de aspecto grande e intimidante, los cuales lo tenían acorralado contra las grandes rocas del risco. Estaba demasiado asustado. Jungkook escuchaba su corazón latiendo a más de cien latidos por minuto al tiempo que su sangre viajaba por su cuerpo entero. La criatura buscó un espacio para poder salir corriendo, sin embargo, una barrera de cuerpos musculosos estaba delante suyo y lo pusieron nuevamente en su lugar con demasiada facilidad.
Los licántropos rieron con sus voces ásperas.
— ¿Por qué estás pidiendo ayuda, cachorro? — mencionó otro de ellos con tono severo, el cual estaba un paso más adelante que el resto. Era un hombre de grandes músculos, cabello negro, barba ligeramente tupida y varias cicatrices trazando su cara, claramente el Alfa de la manada —. Defiéndete. Vamos, cambia a tu forma lobuna y pelea contra nosotros. ¡Atacanos! ¡Hazlo!
La criatura de ojos azules lo miró con temor, presionando sus labios en un puchero y quedó en su misma posición sin poder hablar. No hizo absolutamente nada, ni siquiera fingió que haría el intento de contraatacar y prefirió encogerse de hombros.
—Por supuesto que no cambiarás porque no eres un Lycan. Lo sabía desde la primera vez que te vi, solamente el líder idiota de la manada Kim creería que eres uno de nosotros — dijo el licántropo, señalándolo de manera acusadora.
Jungkook parpadeó un par de veces. Estaba de acuerdo en que esa criatura de aroma increíble no era un licántropo. Además, sin tomar en cuenta el olor de su sangre, los licántropos eran guerreros naturales, normalmente sus cuerpos eran grandes en musculatura, medían dos metros de estatura y tenían apariencias bronceadas e intimidantes. Lo opuesto a lo que fuese ese chico tembloroso.
Ahora tenía un poco de curiosidad.
—¿Qué cosa eres, eh? — cuestionó el licántropo, cogiendo un rizo dorado de su cabello mientras lo veía de pies a cabeza —. ¿Por qué te tienen en su manada como si fueras uno de ellos? ¿En qué les beneficia tenerte ahí?
La criatura de ojos azules le dio un manotazo para que dejara de tocarlo e inmediatamente se alejó, pegando su espalda contra las rocas.
—Soy uno de ellos, es mi manada —insistió aquel.
Lo que decía no parecía mentira pero tampoco verdad. El lobo alfa no estaba convencido en lo absoluto y Jungkook tampoco.
Estás mintiendo, pequeña cosita.
El licántropo le sonrió, incrédulo.
—Y si eres uno de ellos, ¿qué estabas haciendo en nuestro territorio? Las tierras que pertenecen a tu manada se encuentran muy lejos de aquí, sabes que no puedes cruzarlas.
—Yo...— la criatura vaciló —Quería lavarme en el lago encantado — contestó, guiando su mirada desesperada al estanque que estaba a su izquierda —. No volveré a cruzar los límites, déjenme partir y evitemos conflictos entre nuestros clanes. Mi manada vendrá a buscarme cuando se den cuenta que no he vuelto.
Entonces, el alfa soltó una carcajada como si hubiera dicho un gran chiste en lugar de una amenaza.
—Los estaremos esperando —se burló el licántropo sin miedo alguno—. Cuando lleguen probablemente ya no habrá nada de ti. Un pequeño recordatorio para que no vuelvan a invadir nuestras tierras.
El licántropo levantó una mano para tocarlo, sin embargo, al parecer no esperaba que la criatura de ojos azules fuera bastante ágil y le diera un empujón para apartarlo del camino en un intento desesperado por correr y llegar al lago encantado.
En ese momento, Jungkook pudo ver mejor su rostro. Sus impactantes ojos azules eran como un par de diamantes relucientes, tenía pómulos pronunciados, pecas salpicadas por encima de su pequeña nariz, labios rosados y afelpados, cabello rubio y una piel blanca como la nieve. A los vampiros les gustaban las cosas hermosas... Y a Jungkook definitivamente le gustaba ese chico. La corriente de aire arrojó su dulce aroma directamente a sus fosas nasales, haciéndole ensanchar los orificios para aspirar a más de él.
De todas las personas y criaturas mágicas que había visto a lo largo de sus más de cincuenta años de vida, ninguna olía tan bien como esta.
Jungkook estaba deleitándose con el aroma, no obstante, de pronto, le arrebataron su goce cuando los licántropos sujetaron a la criatura de ojos azules por los brazos para arrojarlo al suelo con fuerza. Aquel gimoteó.
En ese preciso instante su gordura se fue al caño.
El vampiro se erigió abruptamente, la garganta le quemó como fuego ardiente y sin darse cuenta, expandió su mirada enloquecida a la primera gota de sangre que salió del pequeño rasguño en su rodilla.
—No hemos terminado contigo, cachorro — dijo el tercer licántropo al mismo tiempo que todos comenzaban a acercarse a la pequeña criatura indefensa.
Esta vez, el alfa de cabello negro se inclinó sobre la criatura de ojos azules, olfatando, mientras los demás lo veían fijamente con mucho interés. No iban a dejarlo libre. Era un hecho y empezaron a rodearlo pausadamente como verdaderos cazadores de ojos dorados.
—No entiendo porque hueles tan bien, hueles... dulce — dijo el alfa, aspirando el aroma con parsimonia al igual que los demás. Al parecer, el vampiro no era el único que percibía su inusual aroma cautivador —. Incluso hueles mejor que una hembra... Admito que me gusta.
—No... —asustado, el chico retrocedió hasta que no tenía escapatoria contra las rocas del risco.
Aquellos estaban avanzando peligrosamente a él y Jungkook dejó salir un gruñido enfadado, pues los licántropos estaban amenazando con quitarle a la criatura, su criatura. Las garras de sus pies se clavaron en la rama en la que estaba posicionado y apretó la mandíbula cincelada, con sus colmillos afilados afuera, listos para ser clavados en sus contrincantes.
La criatura de ojos azules escaló algunas rocas para escapar de la manada. El Alfa lo agarró por una de sus piernas para retenerlo, pero al parecer eso no le gustó al chico bonito porque finalmente se defendió. Aquel se giró desde su posición y estampó sus uñas en el rostro del hombre, quien soltó un fuerte aullido. El licántropo retrocedió, sacudiéndose del dolor mientras se cubría el rostro con las manos y la sangre brotaba caóticamente hacía todas las direcciones.
—¡Agarrenlo! ¡No lo dejen escapar! — ordenó y los lobos restantes alcanzaron al chico y lo hicieron caer nuevamente del risco —. ¡Ahora sí estás jodido!
La criatura rubia se removió bruscamente como una fiera entre los múltiples brazos que lo retenían y comenzó a gritar el nombre que había mencionado antes "Taehyung", al ver como el alfa de la manada contraria comenzó a transformarse. El rostro del licántropo trazado con los tajos hechos por sus garras se hizo más alargado, dándole forma al hocico de un animal, después los huesos de su cuerpo comenzaron a quebrarse, desgarrando sus ropas en el proceso y la piel se fue cubriendo con pelaje negro.
—¡Me arrepiento de lo que hice, lo siento! ¡Por favor ! — exclamó aquel con gritos desesperados.
—Demasiado tarde. Nunca debiste venir aquí — le contestaron con burla.
Los miembros de la manada arrojaron al chico directamente a las patatas del alfa para que quedara a su merced y aquel abrió los ojos azules completamente horrorizados. El enorme licántropo se paró en sus dos patas traseras y emitió un feroz gruñido en su dirección mientras un hilo de saliva le caía por el hocico donde se apreciaba una hilera de incisivos afilados como cuchillas.
La criatura indefensa gritó con miedo y se encogió en su sitio, poniendo las manos sobre su cabeza mientras temblaba exageradamente.
Entonces, antes de que el Lycan saltara sobre la criatura, Jungkook aterrizó en medio de ambos y lanzó un tremendo golpe directamente al amplio pecho del licántropo, creando una onda expansiva. El animal salió disparado hacia atrás, a más de dos metros de altura e impactó contra la pared del risco con una fuerza tan grande que toda la montaña de piedra se sacudió mientras se fragmentaba en varias partes.
El alfa de la manada comenzó a lloriquear del dolor, incapaz de ponerse de pie de inmediato, haciendo que los licántropos restantes se girarán defensivos al ojos rojos, quien estaba puesto firmemente frente a ellos con su apariencia gallarda e impotente. Su mirada sangrienta se deslizó por todos los lycans mientras sus grandes alas se extendían en el aire, aleteando con tanta fuerza que arrojaban una gran presión de aire.
Aquellos no podían dar crédito lo que veían, era poco común estar frente a frente con un ojos rojos. Solamente había dos en ese bosque, el conde y su progenie, Jungkook. La criatura de ojos azules también estaba impactada por la repentina aparición, tirado en el suelo a espaldas del vampiro.
Los lycans le mostraron los caninos afilados al mismo tiempo que gruñían rabiosos.
— Chupasangre ... — mencionó el hombre de cabello cobrizo, salivando del coraje, con sus incisivos de fuera —. No deberías estar en este lugar.
Jungkook hizo un sonido con la nariz y los miró fijamente, con su tranquilidad todavía intacta.
—No me estoy mostrando ante ustedes para una contienda sino porque cierta criatura que tienen ha llamado mi atención — respondió sin vacilaciones —. Cuando la tenga, me habré ido.
La criatura de ojos azules dejó salir una exhalación aterrada a sus espaldas, ya que sabía que se trataba de él mientras que los licántropos no relajaron sus posturas de ataque. Por supuesto que no era porque quisieran proteger a la criatura bonita sino por mero ego de clanes. Vampiros y licántropos tenían una rivalidad cimentada desde hace mucho tiempo atrás, incluso antes de que él fuese transformado.
—No te llevarás a nadie que se encuentre en nuestro territorio. No eres bienvenido aquí— dijeron y Jungkook sonrió sutilmente, no esperando menos de ellos.
Licántropos, siempre demasiado orgullosos y llenos de sí mismos. Los aborrecía, tenía que admitirlo. A pesar de que había pasado medio siglo y lo había aceptado, Jungkook seguía teniendo resentimiento hacia ellos, pues un maldito hombre lobo había sido quien le quitó la vida.
—Hubiera sido mejor que voluntariamente me dieran lo que pido... — respondió Jungkook bajando el tono de su voz, amenazante y enfadado —. Pero si así lo prefieren.
Jungkook decidió que no les daría tiempo de cambiar de opinión. Sinceramente quería luchar, no solo porque era la primera vez que tenía la oportunidad de pelear con un licántropo sino porque deseaba probarse a sí mismo.
Aleteando a varios metros sobre el suelo, un poderoso rugido brotó entre los colmillos afilados del vampiro en una clara forma de intimidación y los licántropos retrocedieron un paso por inercia, no obstante, cuando vieron a su Alfa reanimarse, comenzaron a transformarse todos al mismo tiempo.
Cuando comenzó la batalla Jungkook vio de reojo a la criatura de ojos azules escabullirse por el suelo con intrepidez y lanzarse al lago encantado con un clavado perfecto. Dejo que lo hiciera. Primero le quitaría a los buitres de encima y luego se encargaría de ir por él.
El primer lobo de pelaje plateado brincó al ataque, sin embargo, moviéndose a una velocidad sobrehumana, el vampiro consiguió esquivarlo y su garra alcanzó el flanco derecho del animal, desgarrando gran parte de su piel gruesa. El licántropo retrocedió instantáneamente, removiendose del dolor para darle paso a otros dos miembros de la manada que colisionaron contra Jungkook al mismo tiempo.
El primer licántropo cayó encima de él, sobre su espalda y apresó una de sus alas entre sus fauces afiladas ocasionándole un terrible dolor al vampiro, quien sostuvo la mandíbula del segundo licántropo, evitando su feroz mordida directamente en la cara. Se gruñeron mutuamente como bestias furiosas, mostrando sus respectivos colmillos. Había saliva y sangre de por medio. Jungkook le dio un puñetazo en la quijada y un gemido lastimero se ahogó en la garganta del animal que azoto contra el suelo.
Enfadado, el vampiro alcanzó a tomar al licántropo que estaba trepado a sus espaldas aferrado a su ala.
Ambos se mordían, golpeaban y arañaban salvajemente mientras buscaban la garganta del rival con sus respectivos colmillos mortales. Era un enfrentamiento entre dos grandes especies. Tanto el vampiro como el licántropo se movían tan rápido que un humano no sería capaz de verlos.
Los licántropos tal vez eran más fuertes y salvajes, pero los vampiros eran más rápidos y tenían habilidades especiales. Jungkook sabía cómo atacar. Posiblemente era un novato para otro vampiro pero era un veterano para un licántropo.
Jungkook sacó los colmillos y los clavó en el lomo del animal, arrancándole un aullido desde lo más profundo de su pecho cuando succionó su sangre animal. Este intentó huir despavorido, sin embargo, Jungkook lo cogió por la cola y prácticamente lo mandó a volar hasta el otro extremo de la llanura.
Cuatro de los cinco lobos estaban heridos. No podían ponerse de pie sin llorar. El alfa de pelaje negro volvió a ponerse de pie después de mucho tiempo. Aquel arrugó el hocico descubriendo los incisivos afilados y un gruñido hizo vibrar su amplio pecho. Jungkook le hizo frente y también dejó salir un aullido vampírico. De sus colmillos goteaba la sangre de uno de sus compañeros lobunos. Ambos líderes se dieron una mirada llena de odio hasta que el licántropo se rindió y se dio media vuelta para correr detrás de sus compañeros que ya habían huido entre la línea de árboles, bramando del dolor.
Jungkook volvió a aullar hacia el cielo, orgulloso por haber ganado e imponer respeto a una manada de Lycans. Los había derrotado en su propio territorio.
Su ala derecha estaba encorvada, tenía un gran mordisco mientras que su pecho y espalda estaban llenas de rasguños, los cuales comenzaron a cocerse con hilos invisibles hasta quedar perfectamente como en un inicio. Jungkook no tardó en recuperar la compostura, acomodándose elegantemente las mangas de su camiseta blanca que estaba hecha de jirones y manchada con sangre de licántropo.
Jungkook se giró sobre sus talones y caminó hacia el estanque encantado en donde el aroma dulzón se había apagado como una mecha de fuego al contacto con el agua. Caminó lentamente por la orilla, inclinándose para ver las aguas tranquilas. No se podía ver el fondo debido a la oscuridad de la noche y no conseguía detectar rastros de la criatura por ningún.
Un gruñido se abrió paso entre sus colmillos afilados y abrió las alas para volar por encima del agua que se ondeaba rítmicamente con cada aleteo que daba. El lago debía abarcar ocho kilómetros o más, era grande y hondo. Muchas criaturas vivían ahí, algunas muy peligrosas. El chico no podía haber nadado demasiado lejos y tampoco podía durar tanto tiempo sumergido sin salir a tomar aire.
Pero la criatura había desaparecido sin dejar rastro.
—Maldición.
Jungkook pensó que en algún momento debía salir, así que espero. Pero cuánto más pasaba el tiempo, más creía que aquel se había ahogado. Su olor se estaba haciendo más débil pero la sed del vampiro se estaba haciendo más fuerte, tan dolorosa que comenzaban a desaparecer todos sus pensamientos racionales. Ahora estaba más que furioso. Jamás, en todos esos años jamás había perdido una presa y eso le frustraba aún más porque había luchado contra un grupo de licántropos y ganado para conseguirlo.
La victoria ya no le sentaba bien. Sabia amargo.
El cuerpo le comenzaba a temblar mientras que la garganta quemaba como si hubiera bebido lava ardiente. Se hacía la idea que no iba a encontrar otra cosa que lo lograra satisfacer este anochecer. Necesitaría mínimo una docena de cuerpos para calmar el deseo que le desató la sangre de aquella deliciosa criatura.
Soltando otro aullido enfurecido, Jungkook partió y fue a la aldea más cercana, la cual tendría que sufrir los estragos de su hambre.
[...]
Los vampiros eran obstinados cuando algo querían obtener y Jungkook no era la excepción a la regla. Las siguientes noches siguió visitando el lago encantado con la esperanza de encontrar a la criatura de ojos azules ahí. El aroma de su sangre seguía perfectamente grabado en su cabeza, atormentandolo a cada minuto por lo cerca que estuvo de probarla pero haber fallado en el último momento. La tuvo al alcance de sus manos y se escapó como arena entre sus dedos, lo cual aumentaba su frustración.
Nada había sido igual desde entonces.
Desde que su presa consiguió escapar el hambre y la agonía prevalecieron en su ser. Era constante esa horrible quemazón en el esófago yendo hacia la garganta y terminando en la punta de su lengua. Su cuerpo se sentía con fiebre aunque estuviera helado como un cadáver y el dolor en las venas lo hacía retorcerse.
Esa noche después de luchar con los licántropos, Jungkook salió a cazar y terminó asesinando a más personas de lo que usualmente bebía porque no era capaz de sentirse completamente saciado. Al principio estaba asustado, pero rápidamente el temor le abrió paso a la frustración y luego al enojo.
Ni siquiera las docenas de humanos, brujas blancas y distintos híbridos habían conseguido que se olvidara de lo que realmente quería beber, incluso mató a un bonito elfo de cabello rubio por su parecido físico con la criatura de ojos azules. Una muerte en vano porque su sangre no era remotamente parecida a la que olió en aquel joven misterioso.
Jungkook se sentía demasiado irritado y agresivo desde entonces, una mala combinación en unos ojos rojos.
En este momento, incluso él tenía miedo de sí mismo y de lo que podía llegar a hacer con tal de satisfacerse.
Así había ocurrido hasta que una de esas noches, Jungkook volvió a olfatear ese dulce aroma en el aire. No creyó que alguna vez volvería a olerlo, pero ahí estaba, tentando a la maldita bestia. La respiración del vampiro se agitó al saber que el chico estaba vivo, podía sentirlo, sus ojos hambrientos se volvieron completamente negros y sus colmillos se abrieron paso entre sus labios, preparados para ser clavados en un hermoso y delgado cuello.
En esta ocasión no lograría escapar.
Cuando se abrió paso entre la línea de árboles hacia el lago encantado, Jungkook encontró a la criatura de ojos azules sentada en un peñasco ubicado a pies de la cascada. No podía creer que realmente estaba ahí e inmediatamente, instintivamente, el vampiro adoptó una rigurosa postura de cazador. Mantuvo una distancia considerable entre ellos para no asustar a su pequeña presa y se tomó el tiempo de observarlo en silencio.
Te estuviste escondiendo todo este tiempo.
El chico se estaba bañando, tranquilo y esmerado, estirándose para coger un poco de agua entre sus manos y dejarla caer sobre su cuerpo desnudo. Su piel era pálida, de apariencia helada como el agua en un día de invierno y de textura suave como la seda. Los colmillos de Jungkook podrían hundirse ahí y ser la única imperfección en su anatomía, pues incluso tenía curvas que el vampiro no había visto más que en la escultura de Afrodita. Era un varón, pero su espalda era elegante al igual que los movimientos de sus brazos.
Los vampiros se sentían atraídos por las cosas hermosas.
Y esta definitivamente era una de esas cosas hermosas.
Jungkook estaba cautivado, casi hipnotizado por aquel. Prestó atención hasta el más mínimo detalle, a cada expresión en su rostro, a cada movimiento, desde como los riachuelos de agua caían pecaminosamente por su espalda estilizada, como pasaba las manos por su cuerpo entero para lavarse o como se inclinaba hacia atrás, peinando su cabello rubio mientras sus carnosos labios se abrían ligeramente...
Ahí fue cuando el vampiro lo escuchó.
Estaba cantando.
Jungkook parpadeó varias veces e inclinó la cabeza hacia un lado, desconcertado.
No esperaba eso.
Su voz era sorprendentemente hermosa. Probablemente la más hermosa que había escuchado en sus casi más de cien años de existencia, lo que era inédito.
Era dulce y seductora, y daba la impresión óptica de que viajaba en extrañas olas sobre el agua encantada mientras los pececillos de colores fluorescentes brincaban sobre las rocas al ritmo de su falsete. No parecía la voz de un hombre pero tampoco la voz de una mujer. Era melodiosa, andrógina, fuerte pero al mismo tiempo etérea, te atrapaba en un segundo y te obligaba a escucharla con devoción.
Debía ser tonto al cantar en un sitio como este, donde los depredadores podían oírlo y atacarlo.
Sin embargo, Jungkook era uno de esos depredadores, el dientes de sable que estaba a punto de brincar sobre el venado que bebía agua a orilla del lago también lo era y sin darse cuenta, todos, TODAS las criaturas que estaban cerca del estanque se habían detenido para escucharlo cantar.
Eso debió significar algo pero no lo entendió.
Jungkook se acercó un poco más. La curiosidad mató al gato. Era una expresión que usaban los humanos. De pronto, una ráfaga de aire se desató en el claro despejado y el delicioso olor lo golpeó bruscamente en la cara. El aroma era más fuerte que la primera vez, más invasivo, más tentador, más retador, y Jungkook entendió la razón cuando la criatura arqueó la espalda y una cola de delfín moteada en colores azules y morados se dobló, salpicando gotas de agua.
Jungkook se quedó impactado un segundo, pero después todo tuvo sentido.
Las sirenas eran poderosas criaturas con el don de seducir a sus presas a través de su apariencia, de su olor y... de su canto.
Entonces, Jungkook se crispó cuando la hermosa criatura se giró por encima del hombro para mirarlo fijamente mientras seguía cantando. Sus ojos azules eran iguales al más bello de los océanos. Su expresión facial era distinta a la que había mostrado la primera vez que lo vio, ya no estaba asustado, los latidos de su corazón eran normales y su mirada confiada.
Le estaba sosteniendo la mirada con tanto poder que era terriblemente atractivo.
La criatura le sonrió de soslayo, era un sonrisa engreída y Jungkook sintió como si le hubiese clavado una estaca de madera directamente en el pecho.
Jungkook aún sentía la quemazón en su cuerpo gracias a la sed de sangre, aún la quería, aún lo volvía loco, sin embargo, la necesidad frenética por beberla se estaba apagado lentamente, dando paso a otro tipo de sentimiento... otro tipo de deseo. Jungkook sabía que tenía que ver con su canto mágico. Su voz estaba adormeciendo sus sentidos salvajes y lo mantenía controlado, concentrado únicamente en admirar, no atacar.
Jungkook se fue acercando y aquel no retrocedió o volvió a sumergirse en el agua envuelto en terror. Ni siquiera parecía sorprendido por verlo allí.
Entonces, aquel decidió hablar.
—Son contados los ojos rojos que hay en este bosque... Debes ser la progenie del conde Min — mencionó después de varios momentos de observación intensa al vampiro —. Eres famoso entre las habladurías de la gente después de tu altercado con los Lycans. Lo has asustado. Tanto que han estado bendiciendo sus chozas.
Su voz al hablar era hermosa, baja y suave, y Jungkook cada vez se sentía más hipnotizado por ella.
—Normalmente causo ese efecto.
Pero al parecer en ti no.
Jungkook entrecerró los ojos, analizando al contrario y la sirena insinuo una risa.
—Se dicen muchas cosas sobre ti, rumores más bien, porque nadie ha logrado verte personalmente — dijo él tranquilamente —. A la gente le da miedo las cosas que no pueden ver o las cosas que no pueden entender.
—Quienes consiguen verme nunca suelen salir con vida — contestó el vampiro, acercándose lentamente a él con aleteos imponentes.
La criatura no se inmutó y siguió estudiando a Jungkook de arriba a abajo, mirando sus grandes alas que arrojaban poderosas ráfagas de aire así como su cuerpo anormalmente grande y torso cincelado en músculos. Su actitud era muy diferente a cuando estuvo a merced de los licántropos. Su ritmo cardíaco estaba completamente tranquilo y su mirada serena.
Jungkook no entendía porque estaba relajado y curioso como un niño cuando el vampiro quería lanzarse sobre él, quería inmovilizarlo, enterrar la cara en su garganta y clavarle los colmillos hasta el fondo. No lo había hecho porque sus instintos estaban adormecidos. No sentía el famoso latigazo que lo volvía loco.
Su mente se sentía ligera y su cuerpo no estaba reaccionando como debería.
—Bueno, yo lo he conseguido y lo seguiré haciendo — contestó con arrogancia, un poco de burla también —. Has venido aquí cada noche y sabía que hoy no sería la excepción. Confieso que te he hecho sufrir, quería que siguieras buscando y te volvieras loco, pero al mismo tiempo quería volver a tenerte de frente...
Jungkook frunció el ceño, no muy contento de saber que la criatura siempre estuvo aquí pero debajo del agua. Lo hacía sentir como un tonto.
—¿Por qué quisieras eso? — exigió él.
—Tengo curiosidad por ti.
La criatura giró sobre su estómago y dejó descansar sus brazos cruzados sobre la piedra violeta que sobresalía del agua. Su cola se enervaba detrás de él encantadoramente. Incluso haciendo el mínimo gesto, se veía increíblemente atractivo.
—Si te dijera mis intenciones contigo no estarías tan curioso — contestó Jungkook, acercándose hasta aterrizar en el pequeño peñasco junto a él.
Una vez más, la criatura no se inmutó a pesar de la cercanía. No parpadeó. No se movió. Su corazón no se alteró dentro de él. En cambio, permaneció en el mismo lugar con un brillo animado en sus ojos color turquesa.
Por supuesto que lo sabía pero no le importaba.
Podía decirse que compartían un extraño interés por el otro. Jungkook admitía que se sentía intrigado por esta bella cosa . Nunca le había tomado tanto tiempo en saciar su sed. Nunca había diálogo, sus presas solamente suplicaban y lloraban unos segundos antes de que les clavara los dientes.
Jungkook quería levantar su mano y acunar su rostro. Quería hacer tantas cosas.
—Durante toda mi vida creí que los vampiros eran las únicas criaturas a quienes debía respeto — le dijo éste sin miedo, cargando la cabeza en un gesto algo tierno —. Pero ahora puedo ver que solamente eres un chico.
Chico.
Jungkook frunció las cejas negras y después carcajeó, realmente carcajeo, dándole protagonismo a sus colmillos prolongados que sobresalieron de sus labios. Su comentario consiguió hacerlo reír, lo cual era extraño porque no había muchas cosas que le causaran gracia.
—He estado merodeando en este mundo durante mucho tiempo. Ya había acabado con cientos de vidas cuando tú aún eras un alevin — contestó él.
Esta vez, la criatura fue quien carcajeó e incluso su risa se escuchaba como parte de una composición melódica.
—¿Quieres apostar que no es así, mm? — encaró una ceja.
Su seguridad al decirlo fue tan drástica que de pronto Jungkook se sintió inseguro y permaneció en silencio.
En ese mismo instante, Jungkook escuchó el chapoteo del agua y miró de reojo la cola de escamas azules que se curvaba en el agua detrás de Jimin, recordándole a quien estaba enfrentando.
—En tierra firme muchas criaturas piensan que son omnipotentes, pero estarían muy decepcionadas al saber que no es así — la criatura descendió la mirada por debajo de las pestañas al igual que su tono de voz —. Presiento que eres uno de ellos.
Su manera de hablar era presumida, altanera, enojada. No exudaba miedo. Ninguna otra criatura mágica se hubiera atrevido a hablarle con tan poco respeto, ni tampoco se hubiera quedado delante suyo, a su merced, con una amplia sonrisa en la cara.
—No me importa el poder, simplemente me importa obtener lo que quiero — contestó él.
—Los vampiros son tan predecibles — dijo la criatura con algo de aburrimiento y apoyó sus manos sobre la roca para levantarse un poco. Jungkook se animó inmediatamente, lo que le hizo reír —. La necesidad te está aniquilando por dentro, ¿no es así? Puedo verlo perfectamente en tu semblante. Que débil.
La sirena se estaba burlando de él, pero Jungkook apenas podía concentrarse debido a la cercanía y parpadeo, enfocado en la fragancia endulzada que emanaba aquel.
Se estaba haciendo más fuerte.
—Ven, acércate — murmuró él —. Sé que quieres hacerlo.
Su hermosa voz lo invitaba a hacerlo y Jungkook no pudo resistirse.
Jungkook se inclinó sobre la criatura con una lentitud desgarradora.
Y es que su belleza era inigualable. Sus rasgos eran finos, tenía labios color cereza y ojos rasgados tonalidad azul que estaban delineados con algo parecido a maquillaje negro mientras el cabello mojado le caía entre ellos. Su piel mojada irradiaba luz como si fuese porcelana cubierta por diamantina blanca y su silueta tenía su propio resplandor en el agua cristalina. Su imagen era la representación de la sensualidad pero al mismo tiempo de la oscuridad, porque debajo de esa cara bonita se escondía algo, Jungkook podía percibirlo.
El dolor en sus colmillos y la ponzoña en sus venas se volvía cada vez más intensa. Jungkook descendió su mirada sedienta a la zona de su cuello donde era proveniente del exquisito aroma. Su sentido visual se expandió a ese lugar como si fuese un microscopio. Su piel se veía tan tersa y suave como el pétalo de rosa blanca. Tenía un lunar bastante atractivo en un costado y una gargantilla fabricada con diamante y piedra Esmeralda que decía "JIMIN". Ese era su nombre. Tan lindo como él.
Ya no podía soportarlo más.
Necesitaba... Necesitaba hacer algo.
Sus colmillos comenzaron a doler como el infierno y por fin, sobresalieron de sus labios al mismo tiempo que sus pupilas se dilataron al enfocar toda su atención en cómo palpitaba la vena en el interior de su cuello. Jungkook estaba en un túnel hueco que tenía un solo destino.
La agitación era la primera característica que se presentaba cuando la sed iba en aumento.
Entonces, la criatura llamada Jimin le sonrió, mostrando sus dientes perlados al darse cuenta de a donde estaba mirando tan ensimismado. Pero aunque su sonrisa era encantadora, había algo peligroso en ella.
No debería estar sonriendo.
No debería seguir delante suyo, sino huyendo.
Mucho menos debería estar echando la cabeza hacia un lado para exponer su cuello como si fuese una invitación voluntaria. No iba con la naturaleza de una presa mostrar su cuello con tanta devoción, sin embargo, la carencia de raciocinio era la segunda característica de la sed. En un abrir y cerrar de ojos, Jungkook ya se encontraba inclinado hacia Jimin en el agua, tomando su rostro con sus dos manos para inclinarla hacia un lado. El vampiro enterró su nariz en el lateral de su cuello y aspiró el olor con fuerza para drogarse con él.
Delicioso.
Enloquecedor.
Todo para mí.
Nunca había olfateado a nadie igual, tampoco entendía por qué le gustaba tanto hasta el punto de pensar en no volver a alimentarse de otra sangre que no fuera la de esta majestuosa criatura.
—¿Qué me estás haciendo...? — Jungkook se esforzó por decir, gastando sus últimos rastros de coherencia.
Jimin se quedó quieto, todavía había serenidad en él cuando cualquier otra persona ya hubiera intentado escapar al tener un vampiro con la cara enterrada en su cuello, sin embargo, él estaba allí, su corazón seguía palpitando con normalidad y dejó escapar una pequeña risita cuando Jungkook pasó su lengua desde la columna de su cuello hasta su oreja... El sonido de su hermosa risa retumbó a través de su garganta y Jungkook pudo sentirlo atravesando su cerebro.
Jimin tomó el rostro de Jungkook para alejarlo un poco. Estaban demasiado cerca. Desorientado, Jungkook miró sus ojos azules que brillaban como dos piedras preciosas y se hundió en ellas como si hubiera caído en el mar arremolinándose con fuerza.
La sirena volvió a sonreír, sin embargo, está vez su sonrisa era diferente, más retorcida. Su belleza estaba hecha para atormentar a las personas y llevarlas a la perdición, a la locura. Era la obsesión personificada, el mal disfrazado que se metía bajo su piel e infectaba su cabeza hasta volverlo loco... No tenía colmillos afilados o garras mortales, pero poseía sus propios trucos. Jungkook parpadeó varias veces cuando aquel tarareo con energía. El sonido salía fluidamente entre sus labios carnosos como si fuese el sonido de una flauta mágica que cautivaba a todas las especies a su alrededor.
—Creo que te equivocaste de presa, tonto e inocente, murciélago — contestó Jimin con un tarareo armonioso.
Así había sido.
Jimin lo tenía en la palma de su mano.
—En estas aguas encantadas he estado llorando, no hay nada más que mi canto agonizando, el cual espera ser escuchado por mi valiente ser amado.
Sus palabras penetraron la cabeza de Jungkook, quien parpadeó un par de veces y ladeó la cabeza hacia un costado cuando vio a Jimin sonreír con una inocencia que no tenía. Cuando la criatura acunó su mejilla con una mano, Jungkook ni siquiera pensó en alejarla, simplemente se quedó quieto, tampoco hizo nada cuando aquel tocó uno de sus colmillos con su pulgar, fingiendo pincharse. El pulso se le aceleró por la excitación, no podía creer que alguien había hecho eso, pero aunque aroma lo estaba volviendo loco y quería morderlo salvajemente, simplemente retrajo los colmillos.
De pronto, Jungkook se sintió invadido por una sensación de calma y obediencia. La risa de Jimin era como una melodía etérea que llenaba el aire y se infiltraba en su mente, desplazando cualquier otro pensamiento y no dejando espacio para otra cosa.
Jungkook sintió que estaba levitando. La sed de sangre que había enloquecido a Jungkook momentos antes se esfumó de repente, reemplazada por un deseo más profundo y desconocido. Ya no quería la sangre de Jimin solamente, sino que lo quería a él. Era confuso.
La sirena apoyó las palmas de sus manos sobre la piedra para levantarse y sacar la parte superior de su cuerpo del agua. Su torso era delgado pero firme, salpicado por motas de colores brillantes en la parte donde comenzaba su cola de delfín. Jimin se divirtió, rozando sus narices sin dejar de ver su boca entreabierta.
—Te ordeno que te sometas a mi presencia todas las noches, como castigo por tu audacia al intentar hacerme tu presa — dijo, concluyendo su canción.
Entonces, para sellar su hechizo, Jimin se impulsó hacia arriba y presionó sus labios contra los labios del vampiro en un extraño beso. Jungkook no intentó alejarse, ni siquiera se movió, se quedó completamente quieto, aturdido, con los ojos rojos abiertos de par en par mientras Jimin lo besaba a su antojo, acariciando su nuca. Era dulce, incluso se podría decir que tierno al mover sus labios afelpados.
Su cabeza se sentía adormecida al igual que su cuerpo, como si algo azucarado nublara su pensamiento, sin embargo, Jungkook disfrutaba el sabor y la textura de aquellos labios afelpados. Eran tan suaves y acogedores como se veían. Le gustaban. Podía sentir perfectamente su calidez contrastando con la frialdad de su cuerpo. Su viveza, agitación y pasión, animaban el cuerpo muerto de Jungkook que quería moverse y corresponder, pero no podía.
Sin despegar sus labios, Jimin tomó a Jungkook por el cuello de la camiseta y lentamente se fue sumergiendo en el agua, llevándolo con él a las profundidades. El vampiro no estaba pensando con claridad y antes de darse cuenta, se estaban besando debajo del agua.
Jimin lo abrazó, enrollando sus brazos alrededor de su cuerpo, y lo besó una y otra vez a un ritmo desesperado mientras los hacía girar románticamente en el agua.
Estuvieron debajo del agua durante mucho tiempo, o al menos así se sintió, demasiados minutos que hubieran llevado a Jungkook a la muerte sino necesitara oxígeno.
—Por fin te tengo — la sirena susurro en su boca.
Con un último beso, Jimin lo dejó libre e inmediatamente Jungkook sintió que salía del encantamiento y nado hacia arriba con ayuda de sus alas. Salió a la superficie, buscando recuperar el aliento mientras sacudía la cabeza de un lado hacia otro, con el cabello mojado.
Conmocionado, Jungkook miró el estanque oscuro, pues no sabía exactamente qué había ocurrido. En un pestañeo se había quedado solo en la cima del peñasco. La laguna estaba sola mientras la cascada seguía cayendo tranquilamente como todas las noches. La presencia de Jimin fue como una ilusión, como si nunca hubiera estado aquí, sin embargo, su hermoso canto seguía viajando a través del agua como si fuesen ramificaciones mágicas, así como sus palabras se quedaron grabadas en su mente, dando vueltas una y otra, y otra vez...
[...]
Faltaban unos cuantos minutos para el amanecer y el calor del sol comenzaba a quemar su piel pálida. Jungkook aleteó con más fuerza y sintió un gran alivio cuando al pasar las montañas finalmente distinguió la fosa que rodeaba el castillo de piedra oscura. Cayó en picada como una gigantesca ave y entró directamente por la barbacana que lo mantuvo a salvo de los rayos solares que comenzaron a salir por el horizonte.
Una vez dentro, se meneó entre las columnas del enorme castillo hasta llegar al salón del trono.
El salón real era gigantesco y tenebroso. Había sido abandonado desde hace generaciones. Los cristales con figuras medievales estaban opacos gracias a la suciedad mientras que los techos estaban llenos de telarañas y los pisos con desechos de ratón. Decenas de murciélagos descansaban en el techo, los cuales chillaron emocionados con la dramática llegada de Jungkook.
El vampiro azotó las pesadas puertas de madera y se dejó caer de manera descompuesta sobre la alfombra empolvada, la cual tenía camino hacia el escalofriante trono de piedra que solamente podía ocupar un Rey.
Jungkook soltó un alarido cuando sus alas volvieron a unirse a su espalda y las facciones de su rostro volvieron a ser humanas. Aún estaba empapado en agua, con el cuerpo temblando y permaneció tendido pecho tierra mientras levantaba su vista al trono vacío.
Aunque seguía teniendo la misma fuerza física por alguna razón sentía fatal, ansioso como un esquizofrénico... escuchando una linda voz en su cabeza.
—Padre... — dijo en voz baja, su cuerpo estaba temblando involuntariamente debido al malestar interno y se quejó —. Padre... Muéstrate ante mí.
No necesitaba gritar porque sabía que su creador podía encontrarse en el lugar más recóndito del palacio y aún así sabría que estaba aquí. Este castillo era el sitio más temido del Páramo mágico porque estaba custodiado por el vampiro más fuerte de la región. Nadie que no fuese un ojos rojos se atrevería a entrar aquí, incluso aquellos que no fuesen de su progenie lo pensarían dos veces.
—Distinguía tus aleteos desesperados venir aquí desde hace un kilómetro atrás.
Jungkook dio un respingo cuando, de pronto, la tétrica voz de su creador vino de alguna parte del balcón oscuro que estaba en el segundo piso encima del trono.
—No esperaba tu visita esta noche. Hace un par de años que no entras por esas puertas.
La voz se escuchó en el otro lado del salón donde estaba la tribuna y Jungkook se giró repentinamente a sus espaldas, encontrando nada más que polvo y asientos vacíos.
—Creí que querías independencia. Fui generoso contigo. Respete tus deseos y deje que explorarás por tu cuenta.
Ahora, la voz venía detrás del trono del Rey.
Odiaba cuando hacía eso.
Jungkook era veloz por la naturaleza, nadie lograba sorprenderlo, no obstante, siempre daba un brinco cuando su creador aparecía de las maneras más sorpresivas posibles. A veces creía que no era rápido simplemente, sino que tenía el don de teletransportarse.
Aún no sabía mucho sobre el ser oscuro que lo convirtió en vampiro. Aquel era un misterio. No solía hablar demasiado sobre si mismo o sobre su pasado.
—¿A qué debo el honor de tu visita, hijo mío?
Finalmente su creador salió de una esquina oscura del salón y Jungkook se hincó para hacerle una reverencia de respeto. Aquel se acercó a él, dando pasos elegantes que hacían eco en el salón abandonado hasta que Jungkook quedó postrado a sus pies. Vestía una larga gabardina color vino pero sus pies estaban descalzos, sus dedos decorados con anillos y su largo cabello amarrado en una coleta.
—¿Qué te ha sucedido? Puedo oler tu angustia — notó aquel.
Jungkook levantó la mirada desorientada y aunque quería hablar, ningún sonido salió de su boca. No sabía como explicarlo.
—Ponte de pie — dijo, dándole su permiso para ponerse de pie con un gesto diestro.
Jungkook lo hizo con dificultad. Su cuerpo estaba reacio a obedecer y su mente estaba perdida en una hermosa voz que lo llamaba sin parar, impidiéndole concentrarse en otra cosa.
Jungkook quería seguir su voz e ir devuelta al lago sin importar que fuese plena mañana.
No entendía que le pasaba.
No se sentía igual que siempre. No podía hablar. No encontraba las palabras para describir lo que sentía. Así que le ofreció su mano al viejo vampiro para que lo viera por sí mismo. Aquel aceptó su mano entre las suyas al mismo tiempo que lo miraba directamente a los ojos para hundirse en lo más profundo de su alma.
Los recuerdos pasaron rápidamente a través de sus ojos rojos y la comprensión llegó a su rostro enseguida.
Era uno de sus tantos poderes, uno que Jungkook esperaba desarrollar algún día.
—Vaya, que interesante encuentro.
Una risa brotó de sus labios y soltó su mano mientras caminaba devuelta al trono, en el cual se sentó lentamente, acomodando sus túnicas viejas. Un murciélago bajó del techo y se colocó sobre su hombro puntiagudo. El conde Min Yoongi era un ser impresionante. Aunque su apariencia era la de un hombre atractivo que rondaba los treinta, tal vez cuarenta años, se movía y se comportaba como lo que era, un anciano de miles de años.
—Así que tuviste un encuentro con una bella sirena — dijo manteniendo su sonrisa lacónica. No parecía preocupado en lo absoluto a pesar de lo que había visto —. Debes tener suerte. Las sirenas vienen del océano, son una de las criaturas más viejas que existen entre los seres sobrenaturales, incluso más que los vampiros.
Ahora tenía sentido.
—No era una sirena... Mujer. Era un hombre —explicó aquel, ignorando la burla hacia su ignorancia.
—Ah, un macho. Un tritón — mencionó, acariciando con las manos huesudas el murciélago en su hombro—. No hay muchos de ellos, ¿sabías eso? No recuerdo cuando fue la última vez que vi alguno, pero he de decir que son más inquietantes que las mismas sirenas. Su belleza es inigualable, pero eso los hace más perversos.
Jungkook presionó la mandíbula y tragó saliva.
—Él me hizo algo. Entro en mi mente — aviso, no queriendo admitir que estaba preocupado, sin embargo, su presencia en el castillo debía delatarlo —. Primero era el olor de su sangre, pero ahora su voz está en mi cabeza. Él me llama. No me deja tranquilo. Siento el imprudente impulso de ir hacia allá aunque sé que los rayos del sol me harán cenizas. Tampoco puedo saciar mi sed, asesiné a más de una docena de personas antes de venir aquí y aún así no estoy satisfecho.
Jungkook estaba temblando, sus garras tenían que aferrarse a sus palmas porque no dejaban de alargarse mientras que sus colmillos dolían como el infierno. Querían desesperadamente ser clavados en alguien.
—No cazamos sirenas por una razón, mi querido Jungkook; son más poderosas que nosotros — anunció y Jungkook palideció —. Supongo que debí advertirte, pero no creí que alguna vez te encontraras con alguna. Ese tritón debe ser el último en su especie.
Jungkook gruñó, terriblemente molesto. Esa información le hubiera sido útil antes de ensañarse con uno y querer cazarlo a cómo diera lugar.
Subestimó a su presa y ahora estaba pagando las consecuencias.
—¿Cómo puedo hacerle frente? — todavía se atrevió a preguntar.
—No puedes pelear contra él, o al menos de la forma que piensas. Una vez que su hechizo te alcanza comienza a tejer telarañas en tu cabeza y te destruye desde adentro — dijo él, hablando con demasiada tranquilidad —. Los vampiros, licántropos e híbridos somos físicamente más fuertes que ellas, sin embargo, su canto es lo que las vuelve más poderosas que cualquier criatura en este bosque. Nadie es inmune a él.
Jungkook aguantó una exhalación temerosa y preguntó: —¿Estoy condenado?
Condenado a someterse todas las noches, como castigo por su audacia al intentar hacerlo su presa.
Su padre lo miró un instante. Entonces, se levantó del trono calmadamente y caminó hacia la salida del salón, arrastrando su túnica detrás de él. No dijo nada, pero Jungkook siguió sus pasos obedientemente como un súbdito.
—Te dejo ir aún cuando querías cazarlo — reconoció el conde con un asentimiento —. Pero si de algo estoy seguro es que las sirenas no sienten compasión, ellas no perdonan.
Las sirenas eran conocidas por ser malvadas, crueles y embusteras. Esa era su naturaleza.
—Si quería pudo haberte decapitado con plata pura, encerrarte en una jaula bajo el agua o dejarte sentado en una piedra hasta que el sol hiciera su trabajo — tarareo para sí mismo mientras caminaba por el corredor —. Se divierte contigo o... tal vez quiere algo más de ti.
—¿Qué se supone que significa eso?
La pregunta de Jungkook hizo que el Conde sonriera de soslayo, mostrando su colmillo puntiagudo.
—Tal vez te quiere como compañero... — aviso él —. Un vampiro y un tritón. No sería tan descabellado.
Jungkook frunció el ceño por lo absurdo que era eso.
—Eso es ridículo — contestó rechistando.
—No es ridículo que las dos criaturas más peligrosas de todos los tiempos se líen entre ellas. Serían invencibles — dijo su padre con un tono firme, casi molesto.
Jungkook guardó silencio, esta vez interesado en sus palabras, las cuales hicieron eco en su cabeza.
Invencibles .
Llegaron al salón contiguo donde guardaban el arte del castillo. Las paredes estaban llenas de pinturas antiguas y objetos con siglos de antigüedad. En los retratos empolvados había todo tipo de criaturas mágicas y contaban diferentes historias fantásticas. Jungkook jamás les había prestado demasiada atención antes.
Mostraban la famosa guerra entre vampiros y Lycans, la historia de los faraones y momias en su recorrido por Egipcio, el pánico hacia los fantasmas que hubo en la época tenebrosa o la primera aparición de los esqueletos andantes, regresados a la vida por el hechizo de una bruja oscura. Por supuesto, ahí también estaban los retratos cincelados de las sirenas, sosteniéndose de los botes marinos en donde los tripulantes de los barcos yacían embobados con su belleza, sin embargo, en el fondo del océano había pilas de cadáveres.
El conde señaló con su mentón uno de esos recuadros.
Había una pintura en el centro más grande que las demás, mostrando a una hermosa sirena de cabello cobrizo con la mitad del cuerpo fuera del agua, la cual estiraba su mano hacia el cielo en donde flotaba un gran e imponente vampiro de ojos escarlata. Ambos estiraban sus manos para tocarse mientras se miraban con anhelo e interés.
Jungkook no podía creer lo que veía.
—Ni siquiera yo tengo conocimiento de quien hizo estas pinturas. Son más antiguas que el día de mi muerte — dijo el conde, dandole un fuerte soplido al polvo de la pintura que se esparció por el salón —. ¿Te parece familiar?
Jungkook se acercó a la pintura, dubitativo.
Todo se esclareció como un relámpago cuando se imagino a Jimin y a él en esas posiciones. Pudo verlo perfectamente.
—Él tenía piernas — notó entonces, ya que ninguna de las sirenas en los retratos tenía piernas.
Su creador alzó una ceja, asombrado.
—Solo las sirenas más poderosas tienen el don de transformación. Supongo que te encontraste con una verdadera anomalía — dijo con una pequeña risa.
A Jungkook no le pareció gracioso y se puso delante de su progenitor con seriedad, pero inclinando la cabeza hacia abajo con el debido respeto.
—¿Qué debería hacer, padre? — cuestionó ahora.
Aquel lo pensó durante un momento y suspiro.
—Las sirenas son fuertes en el agua, pero cuando están fuera de ella son vulnerables.
—¿Qué quieres decir?
—No son inmortales — declaró entonces —. Ningún organismo es completamente perfecto, así como la debilidad de un vampiro es la luz solar, las sirenas no pueden estar fuera del agua o sus poderes se vuelven casi nulos. Esa es la clave.
Una vez que lo mencionó, Jungkook recordó cuando los licántropos atacaron a Jimin. El tritón no pudo defenderse y por esa razón salto al agua en la primera oportunidad que tuvo. Estuvo a punto de morir en manos de los Lycans, de no haber sido por él.
—Gánate su confianza. No será difícil. Después de todo, tenemos algunas cosas en común con ellas — explicó el conde con diversión —. Las sirenas pueden llegar a ser increíblemente obsesivas con lo que quieren y si ha puesto su atención sobre ti entonces tienes oportunidad — dijo, dándole un golpecito en la barbilla, pues su padre siempre le había recordado lo atractivo que era.
—¿Oportunidad de qué? — Jungkook encaró una ceja.
El conde Min se detuvo abruptamente y lo vio con severidad por primera vez desde que llegó, como si hubiese hecho una pregunta tonta.
—De acabar con ella — espetó su padre con una convicción que parecía no admitir réplica.
—¿Te imaginas si algún día encontraran la forma de usar sus poderes fuera del agua? — continuó su padre, su voz llena de gravedad —. Podrían alterar toda nuestra dinámica por puro capricho, podrían volvernos a todos sus esclavos y nadie lograría detenerlas. No podemos permitir que eso ocurra, ese tritón es una amenaza, ¿estás de acuerdo, Jungkook?
Jungkook sabía que su padre decía la verdad, que las sirenas eran criaturas extremadamente peligrosas, capaces de alterar el equilibrio del poder con su sola voz. Sin embargo, algo se retorció en el estómago de Jungkook, algo que no podía explicar, algo que lo hacía sentir incómodo con la idea.
Se quedó en silencio un segundo, su mente luchando contra la lealtad que debía a su padre y la extraña sensación nueva que había surgido en su interior. Finalmente, asintió devotamente a las palabras de su padre, como siempre lo había hecho. Obediente como buena progenie.
Su padre se giró sobre sus talones, satisfecho, y Jungkook se sintió como si estuviera actuando, como si estuviera interpretando un papel que no era el suyo porque apenas su padre salió del salón, Jungkook desvió su mirada a la pintura colgada en la pared.
Un tritón y un vampiro.
Invencibles .
La palabra resonó en su mente como un eco, le pareció atractiva y por primera vez en cincuenta años, Jungkook sentía oposición a su lazo, a la lealtad que debía a su padre. Su mente había tomado otro camino sin darse cuenta. No quería obedecer a una de sus órdenes, no quería ser el instrumento de la destrucción del tritón. Algo en su interior se estaba rebelando, algo que no podía explicar, pero que lo hacía sentir bien.
Tal vez, después de tanto, no era del todo digno.
[...]
Jungkook sintió que había pasado siglos encerrado en los muros del castillo, esperando a que el aberrante sol de la tarde se escondiera detrás de las montañas. Con cada hora que transcurría, su sed se intensificaba y su mente se nublaba con imágenes de Jimin mientras seguía viendo las pinturas antiguas en el salón de arte.
Las pinturas parecían cobrar vida ante sus ojos y el vampiro se sentía identificado con los marineros que habían sido hipnotizados por el canto de las sirenas, quienes provocaban que se desviaran de sus destinos y sus barcos terminarán encallando contra las rocas en donde les esperaría un espantoso final.
Las sirenas eran criaturas manipuladoras, crueles y frívolas. No existía tritón o sirena que no fuese malvado por mera naturaleza y el chico de ojos azules no era la excepción. La imagen de Jimin se había incrustado en la mente de Jungkook como una obsesión, imposible de erradicar. Era como si estuviera condenado a repetir el mismo patrón de sed y deseo que había destruido a tantos otros antes que él.
Incluso en estas pinturas hechas hace cientos de años, imaginaba el hermoso rostro de Jimin en todas y cada una de esas doncellas con cola. Y era porque nadie podía igualar su belleza, nadie tenía su pequeño y delgado cuerpo, su piel inmaculada, su rostro de muñeca refinada, con esos impactantes ojos azules y esos jodidos labios carnosos... La perfección de sus rasgos, la delicadeza de su cuerpo, la pureza de su piel y la intensidad de sus ojos azules parecían haber sido creados para dejar a todos los demás en la sombra.
Jimin merecía estar en la pintura más grande de este salón, merecía ser inmortalizado en una obra de arte monumental que reflejara su belleza y su esencia, merecía que le hicieran una escultura de mármol en su honor, la cual podría venerar todos los días...
El vampiro sacudió la cabeza cuando se dio cuenta de como sus pensamientos enamorados lo descarrilaban.
Su obsesión por la sirena estaba alcanzando límites peligrosos. Lo sabía. La sed de sangre que consumía era cada vez más difícil de controlar, el número de personas que morían en sus garras era cada vez mayor y el equilibrio que se había esforzado por mantener se estaba desmoronando.
Jungkook se sentía fuera de control y debía encontrar una manera de detener su descenso hacia la oscuridad.
La necesidad de terminar con esto se había convertido en una urgencia.
Por esa razón, apenas cayó la noche sobre el castillo, Jungkook se dirigió al lago encantado.
Era gracioso porque sentía como si estuviera yendo hacia su propia perdición.
Jungkook aterrizó en el peñasco frente a la cascada. Era extraño estar aquí después de lo que había sucedido. Jimin no estaba ahí, sin embargo, su voz cantando provenía de algún lugar cercano.
La mirada aguda de Jungkook se sumergió en las aguas profundas. Las algas marinas bailaban en el fondo del estanque brillando en tonos verdes, amarillos y rojos mientras que el polvo de hadas se había convertido en parte del musgo que tocaba cada piedra, cada raíz y cada hoja de césped cerca del agua. Había otros animales mágicos como renacuajos fucsias, tortugas y caballitos de mar con alas paseando por allí.
El lugar era fantástico, literalmente sacado de un cuento de hadas. Tenía la inocencia para que las presas cayeran en la trampa de la sirena escondida en el fondo del estanque.
Justo como él.
El canto de Jimin se infiltró en la mente de Jungkook como una serpiente sigilosa, envolviéndolo en un hechizo hipnótico que no podía resistir. Jungkook no podía luchar contra él. Su voluntad se debilitó, quebrada por el deseo y la lujuria que sentía por la hermosa criatura. Sin darse cuenta, sus colmillos retráctiles se replegaron y la sed que lo consumía se opacó ante un sentimiento mucho más poderoso y hechizante.
Jungkook observó el estanque con ojos entrecerrados, intentando localizar a la sirena que lo llamaba insistentemente. Pero estaba mareado, sus sentidos no le respondían, como si una cortina de humo se hubiera interpuesto entre él y la realidad.
De repente, su nombre resonó en el aire, pronunciado en un susurro tenebroso pero a la vez seductor.
—Jungkook.
Jungkook se giró abruptamente a sus espaldas, buscando al dueño de la voz.
—Jungkook... Estoy aquí...
Jungkook se giró a su otro lado, encontrando nada más que soledad.
—Jungkook...
La voz de Jimin era una melodía sutil y ronca, que recorrió la columna vertebral de Jungkook como un escalofrío. Si su corazón aún latiera, habría palpitado con mucha fuerza. Hacía décadas que nadie pronunciaba su nombre y la sensación estaba casi olvidada. Su nombre había sido borrado de la historia. Cuando dejó de ser humano, incluso él se había olvidado de usar su nombre mortal.
—Escúchame... Sigue el sonido de mi voz...
Desorientado, Jungkook lo hizo y estiró el cuello para ver el fondo del estanque. La luna llena se reflejaba en la superficie del agua y Jungkook creyó ver a Jimin bailando en el fondo del estanque.
— ¿Dónde estás? — preguntó en voz baja.
— Fondo — respondió la voz de Jimin, su canto de sirena resonando en la mente de Jungkook como una sentencia de muerte.
Ahogarse en el fondo.
Eso decía su canción entre líneas.
Jungkook tocó el agua con su mano y sintió como si estuviera siendo absorbido por el abismo negro. La oscuridad lo envolvió, como si estuviera cayendo hacia su propia perdición voluntariamente.
—Ven conmigo... Jungkook... Aquí todo estará bien...
Jimin se estaba metiendo en su mente, podía sentirlo, e iba tejiendo redes venenosas. Jungkook sabía que era una ilusión creada por la sirena para atraerlo hacia su muerte. Jimin no era un bello ser sino un monstruo malvado. Era igual a un parásito que lo estaba haciendo pedazos desde adentro y lo llevaría a la perdición como a los marineros en las pinturas del castillo.
Usando sus últimos restos de conciencia, Jungkook sacudió la cabeza, tratando de ahuyentarlo.
—No, no voy a caer en tu juego — dijo con una inhalación débil, pues cada vez se sentía más desorientado mientras se tambaleaba sobre su eje.
Jungkook trató de resistir, de sacudir la niebla que nublaba su mente y lo confundía, pero era demasiado tarde. La sed y el deseo lo habían consumido por completo. Cada fibra de su ser le decía que se rindiera al hechizo, que estaba bien. El estanque parecía un espejo de agua que reflejaba su propia muerte y él se sentía inexorablemente atraído hacia su fondo.
Pero justo cuando Jungkook estaba a punto de sucumbir y dejarse caer, las nubes tóxicas que nublaban su mente se disiparon repentinamente. El vampiro sacudió la cabeza, como si despertara de un sueño, y su mirada se despejó. Fue como si alguien hubiera apagado un interruptor, y todo volvió a su lugar. Sus sentidos regresaron a él y recuperó el control de su cuerpo.
¿Qué había pasado?
La pregunta resonaba en su mente como un eco.
De pronto, una risa se escuchó a sus espaldas. Jungkook se giró rápidamente y sus ojos se encontraron con los de Jimin, que emergía del agua con una sonrisa pícara en el rostro. Allí estaba. La maldad disfrazada de un Ángel con cola de delfín. La visión de Jimin fue como un golpe de gracia que lo hizo olvidar todo por un momento. Su cabello mojado echado hacia atrás dejaba al descubierto su rostro salpicado de pecas, que parecían pequeñas joyas dispersas por su piel.
El vampiro tenía la mirada fija en la figura desnuda y tentadora de la sirena, lo cual evocaba inmediatamente una respuesta primitiva y animal en su interior. La tensión entre ellos era palpable, una energía eléctrica que parecía cargar el aire.
—Estás aquí — dijo aquel, aparentando sorpresa.
Era un descarado.
Él lo había hechizado para que así fuese.
Jungkook lo vio con ojos animales mientras ladeaba la cabeza hacia un costado, como un depredador listo para saltar sobre su bella, muy bella y malcriada presa. En ese momento sintió como su sed volvía, más intensa que nunca. Podía oler la sangre fresca que corría por las venas de Jimin, podía verla cabalgando por su anatomía entera, y podía ver su corazón palpitando rítmicamente con emoción.
Los colmillos comenzaron a dolerle, pues era tan jodidamente exasperante no poder lanzarse sobre Jimin y morderlo de una vez. Si pudiese, ya lo hubiera tomado por el cuello e inmovilizado contra la roca hasta dejarlo seco.
La frustración, el enojo y el hambre lo estaban consumiendo, y Jungkook apenas pudo contener un feroz gruñido en su garganta.
—Aún no he terminado contigo — respondió, su voz baja y ronca, llena de una promesa implícita.
Sabía que debía controlarse por su propio bien, aunque no estaba seguro de poder hacerlo durante mucho tiempo.
—Uh, parece que alguien está molesto — dijo él, despreocupado —. ¿Fue mi canción lo que te hizo enfadar? La interpreté especialmente para ti.
Jimin fingió decepción, encogiéndose de hombros y abultando los labios. Aunque su expresión era igual a la de una muñeca de porcelana, no había nada inocente en su manera de decirlo.
Casi lo convencía.
—¿Cómo sabes mi nombre? — cuestionó Jungkook.
—No eres el único que tiene trucos...
La sirena nado hacía el peñasco y se levantó con las palmas de sus manos para quedar casi a su misma altura. Su cuerpo desnudo era increíblemente tentador con las gotas de agua bajando por su pecho hasta su estómago. Jungkook bajo la mirada. Se le hacía agua a la boca. No soportaba verlo tan apetecible y pulcro. Quería cubrirlo con sus mordidas. Se imaginaba a sí mismo pasando su larga lengua por allí... y otros lugares para descubrir qué tan salado era su sabor.
Jimin miró los ojos rojos del vampiro y una sonrisa cínica se formó en la comisura de sus labios, ya que sabía perfectamente lo que estaba pensando.
—Ten cuidado con lo que haces — susurró él, su voz una advertencia velada que parecía danzar en el aire —. Supongo que no lo entendiste la última vez.
Pero el vampiro no se intimidó. En su lugar, una sonrisa confiada se extendió por su rostro, revelando la punta de sus colmillos. La atención de Jimin se centró en ellos, su mirada fija en la forma en que la luz se reflejaba en sus bordes afilados, hipnotizado por la promesa de peligro y pasión que emanaban de ellos.
—Lo único que entendí es que nos deseamos mutuamente — dijo Jungkook, su voz baja y ronca, llena de una certeza que parecía desafiar la lógica —. Por eso no me has asesinado. Por eso estamos aquí. ¿Me equivoco?
Probablemente lo hacía. Tal vez se equivocaba.
No obstante, una sonrisa traviesa se extendió por el rostro de Jimin, que parecía haber sido diseñada para hacer temblar el corazón muerto del vampiro.
—No estás muy alejado de la realidad — la respuesta de Jimin fue un susurro que parecía haber sido arrancado de los labios de la seducción misma —. Sé lo que quieres de mí, pero ¿acaso tú sabes lo que yo quiero? — dijo, inclinando su cuerpo hacia adelante, acercándose al vampiro con confianza.
El vampiro trago grueso y prefirió esperar su respuesta en silencio, su mirada fija en la de Jimin.
—Tonto —bufo él—. Lo que quiero es a ti.
El cuerpo de Jimin se movió con la gracia de un felino, acercándose a Jungkook con una confianza que desafiaba la naturaleza misma del vampiro. Entonces, sin mostrar el menor asomo de miedo, Jimin posó su mano sobre el pecho desnudo de Jungkook, y el vampiro frunció las cejas negras. Sin embargo, en lugar de rechazar el gesto, bajó la mirada para contemplar la linda mano de Jimin descansando sobre su pecho musculoso como una flor delicada.
Luego, subieron al mismo tiempo y se vieron fijamente a los ojos.
Jimin le ofreció una sonrisa radiante que iluminó el espacio entre ellos.
Jungkook no entendía qué era lo que Jimin buscaba o qué era lo que quería de él exactamente. Estaba acostumbrado a que los demás lo temieran, a que lo consideraran un monstruo, un ser horrible y temible. A escuchar los gritos horrorizados de sus presas que salían huyendo. Pero Jimin no tenía miedo, y su interés por él era algo que Jungkook no sabía cómo interpretar.
—¿Qué es lo que deseas de mi? — preguntó el vampiro, aún sereno, aunque su voz parecía vibrar con una tensión contenida.
Jimin se quedó en silencio un momento, fingiendo sopesar sus palabras.
—Aún sigo recordando aquella noche cuando me defendiste de los licántropos — confesó, endulzando tanto el tono de su voz que Jungkook se sentía levemente mareado con solo escucharla —. La forma en que luchaste por mí, la manera en que derrotaste a los licántropos sin sufrir un solo rasguño... — la mano de Jimin se deslizó sobre una de sus alas y tocó el lugar donde había recibido una de las mordidas de los lobos —. Dios, eso me hizo desear tu protección, tu fuerza... y no podía dejar que te fueras.
El ego de Jungkook se infló con la adulación, mientras levantaba la barbilla, como si estuviera aceptando un tributo. Le gustaba que alguien con el valor de Jimin lo viera como una criatura fuerte y capaz.
Jungkook hizo un gesto con el mentón, animando a Jimin a que continuara hablando.
—Quiero que me lleves al reino humano y me ayudes a buscar algo que me fue arrebatado hace mucho tiempo — mencionó con un ligero temblor en su voz —. Soy vulnerable cuando pongo un pie fuera del agua. Fuiste testigo de lo que sucedió, hay muchos depredadores que pueden asesinarme — Jimin rechisto secamente, un destello de ira pasó por sus ojos —. Pero contigo de mi lado, nadie podrá hacerme daño cuando esté en tierra. Eres la criatura más fuerte que he visto.
Esa era la respuesta a todas sus preguntas.
Jungkook escuchó atentamente, pero tenía la sensación de que había algo más detrás de las palabras de Jimin. Algo peligroso, algo que lo ponía alerta. Jimin creía que podía manipularlo y seducirlo con su belleza, pero Jungkook no era tan ingenuo. Sabía que había algo más en juego, algo que Jimin no estaba dispuesto a revelar.
—¿Quieres que sea tu perro guardián? — cuestionó entonces, con una pizca de molestia tiñendo su voz.
Jimin soltó una risita porque era justo lo que quería, sin embargo, rápidamente rostro se volvió más grave y serio mientras se inclinaba hacia Jungkook. El vampiro no hizo ningún esfuerzo por disimular su incomodidad ante la cercanía de Jimin. A esta distancia, podía ver con claridad el punto caliente en el cuello lechoso de la sirena, donde su pulso latía con fuerza. Era el lugar donde sus colmillos estaban destinados a estar.
—Ambos podemos conseguir lo que queremos — respondió Jimin, su voz muy baja —. ¿Eso te gustaría?
Jungkook se emocionó instantáneamente al mismo tiempo que una llama de deseo parecía arder en su interior. Se esforzó por ocultarlo, pero su mirada se clavó en la de Jimin con una intensidad anormal.
Jimin no parecía estar mintiendo, pero había una cosa que absolutamente todo el mundo sabía y era que nunca se debía confiar en una sirena.
—Tendrás que ser más persuasivo que eso si quieres convencerme — insinuó el vampiro.
La sirena estiró los labios en una sonrisa maliciosa que desafiaba a Jungkook por resistirse a su encanto.
—¿Más persuasivo? — repitió Jimin, su voz tenía una promesa de seducción y peligro.
Claro que el tritón podría haberse adentrado en la mente de Jungkook y manipular sus pensamientos para obtener lo que deseaba, pero se lo había tomado como un reto.
Entonces, Jimin inclinó su cabeza hacia un lado con una gracia seductora, ofreciendo su cuello como una ofrenda al vampiro. Sus ojos coquetos brillaban con una luz maliciosa, pues sabía que Jungkook no podría resistirse a su encanto.
Jungkook tardó un instante en reaccionar, pero cuando lo hizo, sujetó a Jimin por los brazos con una fuerza salvaje y luego, enterró su rostro en la curvatura del cuello de Jimin, inhalando profundamente el aroma que emanaba de su piel. El olor era embriagador, una mezcla de azúcar y seda que lo hacía sentir como un perro hambriento. Jungkook se deleitó con el aroma y hundió su nariz aguileña en la piel de Jimin como si estuviera buscando algo escondido ahí.
Cuando lo encontró, Jungkook sacó su larga lengua y lamió la zona donde latía el pulso caliente de Jimin. La sensación fue eléctrica. Una descarga de placer recorrió todo su cuerpo. Jungkook sintió el fuego ardiente corriendo por sus venas al mismo tiempo que la emoción crecía con cada latido del corazón de Jimin. Una sola lamida y ya podía adivinar el sabor de su sangre, un sabor que lo hacía sentir como si estuviera al borde de la locura.
—No sabes lo que estás haciendo — murmuró con voz lenta, deleitándose con el pulso de Jimin y lamiéndolo varias veces —. Si me das tu sangre, no me cansaré jamás de ella. Querré más y más hasta saciarme.
—Eso... Eso es lo que quiero — Jimin respondió con la voz entrecortada, su respiración agitada por la proximidad del vampiro —. Quiero mantenerte satisfecho, quiero que no desees a nadie más que a mí.
La sirena debía estar completamente loca, pero esa precisamente era su mayor característica.
Los colmillos afilados de Jungkook rasparon el cuello blando de Jimin, provocando un sobresalto en aquel. Jimin estaba conteniendo la respiración, pero Jungkook podia escuchar como su corazón empezó a latir más rápido de lo normal. Le estaba gustando el peligro de estar a merced de un vampiro o más bien le gustaba tenerlo babeando por él. Un tenebroso vampiro envuelto en los encantos de una bonita sirena...
No era tan descabellado después de todo.
Jungkook no pudo controlarse por más tiempo y mordió superficialmente la zona donde se unían el cuello y el hombro de Jimin, justo encima de su vena, sin embargo, antes de que pudiera succionar el líquido, Jimin hizo un sonido, algo como un quejido de dolor y se alejó al momento, dándole un empujón.
Se miraron directamente a los ojos y Jungkook pudo sentir como su autocontrol se desvanecía. Ya no conservaba ni remotamente el mismo autocontrol que hace cinco minutos, yacía a nada de atacar como un verdadero animal o nada de ahogarse en el fondo del estanque cuando Jimin decidiera defenderse.
—Tu ganas. Te daré lo que quieres — dijo Jimin, finciendo condescendencia, fingiendo haberse rendido.
Jungkook lo miró y antes de que volviera al ataque y tomara lo que quería, Jimin lo engañó. Jimin dio un salto sobre su espalda y se sumergió en el estanque, salpicando agua con su cola moteada de colores morados y azules.
Jungkook frunció el ceño y furioso, extendió las alas para perseguir desesperadamente a Jimin por encima del agua, a quien veía nadar rápidamente por debajo como un torpedo. Nunca había visto a un anfibio nadar a esa velocidad. Era impresionante. Las escamas de su coleta brillaban con luces bioluminiscentes al igual que el resto de pececillos mágicos e hidrófitas del Páramo.
Jimin siguió nadando increíblemente rápido de aquí para allá simplemente para desorientarlo hasta que llegó a la cascada del risco, en la cual se introdujo sin miedo.
El vampiro se detuvo ahí y enseguida percibió la corriente de aire al otro lado de la cascada. No sabía a dónde lo estaba llevando aquella criatura embustera, sin embargo, se lanzó hacia adelante guiado por la adrenalina de seguir a su presa y la necesidad de saciar el fuego en su interior. Ahora que estuvo tan cerca de probar su sangre, no se detendría hasta conseguirlo.
Llegaría hasta el final.
Con ayuda de sus enormes alas atravesó la cascada que caía con fuerza y apenas observó el lugar en el que se habían adentrado supo que era el hogar de Jimin.
En su época humana, Jungkook había leído sobre los cenotes mágicos, lugares sagrados para las criaturas acuáticas donde la naturaleza y la magia se entrelazaban. El agua era un espectáculo digno de admiración, con un color que se mezclaba entre un verde esmeralda radiante y un azul intenso, mientras que las paredes de roca caliza brillaban con diamantes morados incrustados. La iluminación era escasa, pero Jungkook no la necesitaba para ver perfectamente bien. Sin embargo, notó que había cuencos con plantas de luz flotando alrededor del Ojo de Agua, seguramente puestos por Jimin, lo que le pareció adorable.
El vampiro aterrizó en una orilla mientras fijaba su mirada sobre Jimin que emergió en el centro del agua.
Ambos se miraron fijamente.
—Entra — ordenó de repente el tritón y Jungkook lo miró con recelo —. En tu forma humana. Quiero ver como eras antes de morir.
El tritón no estaba jugando esta vez. Su expresión se había puesto increíblemente seria, ya no estaba sonriendo y sus ojos se habían vuelto totalmente oscuros. Su verdadera cara estaba ahí, Jungkook podía verla escondida bajo su belleza.
Podía ser una trampa, sin embargo, el vampiro ahora tenía la certeza de que Jimin no quería matarlo. Ambos querían obtener algo del otro. No eran santos, eran depredadores, cazadores, bestias, seres que el resto del mundo temía por su naturaleza oscura. .. Y ambos estaban acostumbrados a conseguir lo que querían.
Jungkook se enfrentó a Jimin, mirándolo directamente a los ojos mientras sus alas de vampiro se plegaban en su espalda y sus facciones grotescas y animales fueron recuperando lentamente su apariencia humana. Era una transformación que solo ocurría cuando se sentía relajado o cuando estaba en el castillo del conde. Su cuerpo mortal era pálido y musculoso, parecía tallado en mármol, con hombros anchos y clavículas marcadas. Seguía viéndose como un joven apuesto de veintitrés años, con rasgos afilados y varoniles que contrastaban con sus grandes ojos de ciervo y labios delgados.
—¿Satisfecho? — Jungkook encaró una ceja negra.
—Quítate los pantalones — exigió entonces, sagazmente —. Quiero conocer todo de ti...
Algo caliente parpadeo en la mirada escarlata de Jungkook. El cinismo de Jimin provocó que una oleada de calor lo invadiera, provocando que su polla se contrajera dentro de sus pantalones. Casi no podía creer que estuviera excitado, ya que eso jamás le había ocurrido con sus presas, quería su sangre, no sus cuerpos. Quería drenarlos, no follarlos.
—¿Estás seguro de que sabes lo que haces? — preguntó Jungkook, conteniendo un gruñido.
—Hace mucho que no me divierto — Jimin puso los ojos tristes mientras hacía un puchero —. Y algo me dice que tu y yo nos la pasaremos muy bien juntos...
Sin recato alguno, Jimin barrió el cuerpo de Jungkook hasta detenerse en su única prenda. Jungkook era muy consciente de que el contorno de su erección podía notarse bastante bien, era un bulto jodidamente enorme, como si fuese una serpiente pitón levantándose sobre su pelvis. Jimin no apartaba la mirada de ahí, lo cual lo estaba haciendo sudar. Comenzaba a notar la verdadera cara de Jimin y sus intenciones para nada inocentes.
Realmente tenía deseo por él. O al menos estaba curioso. Después de todo, no tenían la misma anatomía.
Jungkook no lo hizo sufrir por mucho tiempo y se quitó los pantalones para que lo pudiese ver. Piel suave, blanca e inmaculada, con abdomen ejercitado, muslos gruesos, caderas espaciosas y una gran polla erguida, sobresaliendo de una pequeña mata de cabello negro. Era enorme y todavía no estaba completamente duro. Jimin lo observó con ojos redondos y Jungkook supo que le gusto lo que veía porque los latidos de su corazón se estaban acelerando.
Eso le hizo recuperar un poco de su dignidad después de ser manipulado. No había escuchado el corazón de Jimin tan agitado desde que los licántropos casi lo asesinaban. Era una pequeña criatura pervertida. Jungkook podía oler la excitación de Jimin incluso estando a gran distancia, lo cual provocó una reacción en su entrepierna que se contrajo y su pene se azotó de arriba hacia abajo.
Los ojos de Jimin siguieron el movimiento y eso le hizo perder la jodida cabeza.
—¿Nunca habías visto una? — interrogó, con una pizca de mofa.
—Ninguna tan grande como la tuya — contestó Jimin, sopesando sus palabras —. ¿Eso... Eso me dolerá?
Jungkook hizo un ruido ahogado, sintiendo como Jimin estaba terminando con su nulo autocontrol. Lo peor era que su pregunta era genuina.
—No dolerá tanto como cuando te entierre los colmillos — escupió entre dientes, usando el aliento que le quedaba. Jungkook estaba al borde del colapso, solamente necesitaba un empujón y no podía creer lo que iba a decir —. Mierda. Será mejor que me controles o voy a acabar con tu lindo y frágil cuerpecito...
No había forma de que pudiera limitarse. No tenía esa facultad. Era un neófito. Aunque intentara ser gentil con Jimin, su fuerza física, resistencia y dureza era ridículamente mayor que la contraria. Podía romperle un hueso si lo agarraba muy fuerte o si lo embestía con demasiada enjundia.
La emoción cruzó fugazmente el rostro de Jimin al escucharlo. No había ninguna pizca de miedo en él. Incluso parecía que lo ansiaba fervientemente. Que ansiará tanto su polla, solamente aumentaba la desesperación de Jungkook.
—Voy a sostenerte muy bien... — murmuro Jimin.
Pasó sus ojos lujuriosos por el cuerpo de Jungkook, saboreando lo que venía y entonces, Jimin se mordió el labio inferior con semejante fuerza que una pequeña gota de sangre apareció ahí. El golpe fue instantáneo para Jungkook. Lo sintió en cada fibra de su piel que anuló toda parte de sentido común. Sus pupilas se dilataron como dos hoyos negros y sus fosas nasales se ensancharon para aspirar el delicioso aroma como un maldito perro mientras que sus colmillos afilados crecieron hasta sobresalir de su boca.
Sangre .
Eso era todo lo que necesitaba para perderse.
El olor lo dominó en un segundo, pues no era ninguna sangre la que se le estaba presentando. Era la sangre que había ansiado tan fuerte durante noches enteras. Era el olor que lo había puesto tan desesperado y cabreado que había acabado con decenas de vidas tratando de satisfacerse.
Y ahora estaba justo delante suyo.
Jungkook no se paró a pensar por más tiempo. No podía luchar contra su naturaleza. Entró automáticamente en un estado de hemotismo irrefrenable del cual era incapaz de escapar. Con una velocidad sobrenatural, Jungkook se lanzó al agua con un clavado, y Jimin no captó en que momento lo hizo sino hasta que las gotas salpicaron hacia todas partes.
Hasta ese momento, Jungkook se había comportado con cautela y racionalidad, pero eso se había terminado en el momento en que Jimin decidió exponer su sangre.
Un vampiro joven y sediento era incontrolable e imparable .
Jungkook emergió del agua unos metros delante de Jimin, con el cabello mojado pegado en la frente, las cejas arrugadas y los colmillos expuestos. Sus ojos eran salvajes, tenían una expresión vacía fijada directamente en Jimin que a cualquiera le causaría escalofríos. Jungkook no parecía la misma persona. Estaba totalmente perdido. Se había convertido en la bestia desalmada que realmente era, sin control ni remordimiento.
Jimin le dio una mirada atenta.
En ningún momento su calma se vio afectada y vaciló a Jungkook. Jimin se deslizó de un lado a otro, y Jungkook lo imitó, como si fueran reflejos en un espejo. Entonces, un espantoso gruñido se abrió camino a través de la garganta de Jungkook y salió afuera, tan primitivo que indicaba lo enajenado que se encontraba. Aquel ya no estaba jugando.
—No somos iguales a los demás. Por esa razón nos tienen miedo — le dijo Jimin aunque Jungkook no estuviese razonando sus palabras, lo observaba con la cautela de un león hambriento —. Voy a ayudarte a controlar eso que te domina... Voy a desaparecer la agonía que te consume... Conmigo serás más fuerte, mi audaz murciélago...
Jimin se fue acercando lentamente a Jungkook, provocando desconcierto en aquel cuando empezó a tararear suavemente sus últimas palabras.
Su voz era tranquila y primorosa, la cuál se deslizó por el pecho de Jungkook como una tierna caricia. Había algo en ella que la distinguía de la última vez que la había escuchado. Era menos... agresiva. No pretendía asfixiarlo y dominarlo sino más bien calmarlo, apagando la llamarada salvaje que había en su interior.
Jungkook sintió su intención porque flaqueó durante un muy pequeño segundo. Sus hombros se relajaron, ladeó la cabeza a un costado y parpadeo con sus grandes ojos de ciervo, como si estuviera a punto de sucumbir a la calma que Jimin le ofrecía. Pero luego, volvió a caer en la oscuridad y se puso en posición de ataque, gruñendo a Jimin con una ferocidad que parecía no tener fin.
La sirena esbozó una sonrisa al verlo reaccionar y se lanzó hacia adelante en un clavado perfecto.
Con el ceño fruncido, Jungkook giró sobre su propio eje mientras intentaba localizar a Jimin en la oscuridad del estanque. Pero aquel estaba en su elemento y en su propia guarida. El agua a su alrededor se ondeaba ante la inminente aparición de la cola moteada de Jimin, lo cual hizo que su instinto de supervivencia se activara.
De un instante a otro Jungkook se sintió como la presa, atrapado en la red de Jimin.
Su canto venía de todas partes, rebotando contra las paredes de piedra caliza al mismo tiempo que el agua empezó a arremolinarse en un extraño vórtice en torno a Jungkook y un rastro de humo mágico se elevó en el aire. Jungkook no sabía que estaba pasando. Era como si una bruja blanca estuviera haciendo una de sus posiciones en un caldero gigante. El color esmeralda del estanque brillaba asombrosamente como si tuviera luz propia, reflejándose contra los cristales de las paredes.
La voz de Jimin llegó a su punto máximo y después cesó en un hermoso falsete que se convirtió en un eco que se estrellaba contra las paredes de la caverna.
El agua dejó de moverse.
Todo volvió a la normalidad, tranquilo y oscuro, como si nada nunca hubiera sucedido.
Jungkook tardó unos instantes en comprender la transformación que había tenido lugar dentro de él. Sintió como su sofocante vesanía retrocedió, colapsó sobre sí misma como una casa de naipes que se derrumba bajo el peso de su propia fragilidad. De pronto, sus colmillos ya no dolían con ese fuego intenso que los consumía. Sus entrañas ya no se retorcían de hambre, como si un animal feroz se hubiera despertado en su interior. Sus venas ya no ardían con un fuego que parecía quemarlo por dentro. Las paredes de su garganta ya no se cerraban hasta asfixiarlo, como si una mano invisible estuviera estrangulándolo.
No era que ya no quisiera beber sangre, pero ahora se sentía con la facultad de controlarlo, de dominar ese instinto primitivo que había gobernado su existencia durante tanto tiempo. Era extraño, era como si hubiera descubierto una nueva dimensión de sí mismo, una dimensión en la que la sed de sangre no era el único imperativo que lo guiaba.
Algo que no se esperaba de un vampiro joven.
Jungkook observaba el mundo bajo una lente diferente, una lente que revelaba un mundo más suave y tranquilo, un mundo en el que la oscuridad no era la única realidad. Nunca había sentido tanto sosiego en el pecho, como si una paz profunda hubiera descendido sobre él, calmándolo y serenándolo. Era un sentimiento inusual, pero también era un sentimiento que lo hacía sentir vivo de alguna manera... aliviado.
Jungkook se quedó quieto, olvidando por un momento en donde se encontraba hasta que algo parecido a una anguila gigante rozó sus tobillos y después, unas manos se aferraron a sus caderas para tener un soporte. Jimin emergió del agua, a una distancia bastante cercana donde sus pechos quedaron casi pegados. Jungkook sostuvo a Jimin por la cintura mientras lo miraba con ojos desconcertados. Jimin también lo miró de vuelta, con una pequeña sonrisa estirando sus labios.
— ¿Qué fue lo que me hiciste? — pregunto enseguida.
—Solamente puse algunas barreras en tu cabeza que te harán ser más resistente al deseo de beber sangre. Tal vez te hago creer que no necesitas la sangre pero si a mi... — contestó malvadamente, hablando en voz baja —. Así podremos hacer esto.
Lentamente, Jimin puso sus pequeñas manos en el pecho de Jungkook y luego las deslizó por sus brazos, sintiendo los poderosos músculos de sus bíceps hasta dejarlas descansando sobre sus hombros cuadrados. Jungkook dejó que la sirena lo explorara. Estaban muy cerca. El delicioso aroma de Jimin estaba haciendo cosquillas justo en su nariz, sin embargo, Jungkook ya no sentía la necesidad de atacar sin escrúpulos.
Todavía existía un feroz sentimiento de sed arraigado en su cabeza, merodeando entre las sombras, pero era soportable.
Con cautela al comienzo, Jungkook deslizó su brazo por la cintura de Jimin, acercándolo a él con una suavidad que contrastaba con la intensidad de su deseo. Sentía el corazón acelerado de Jimin golpeando contra su cuerpo frío y hueco, como un tambor que tocaba a un ritmo frenético. La criatura más linda que jamás había visto finalmente estaba bajo su merced y ahora que la tenía, Jungkook le apretó contra su torso con más ímpetu, no estando dispuesto a dejarla ir.
El vampiro se inclinó hacia delante, obligando a Jimin a descubrir su cuello para él otra vez. Aquel lo hizo. Jungkook observó como el pulso caliente palpitaba en su garganta y sacó su larga lengua para lamer toda la extensión de abajo hacia arriba.
Jimin se estremeció por la humedad en su cuello y presionó los hombros de Jungkook. Ese gesto hizo sonreír al vampiro, pues así sabía que Jimin no le era indiferente. El aroma de Jimin se estaba volviendo más delicioso que antes, pues en él se estaba filtrando la excitación y la necesidad carnal. Jungkook aspiró y dejó un beso en la columna de su garganta, luego otro y otro... cada vez más tentado a dar la mordida.
No obstante, todavía había algo que lo detenía a hacerlo, tal vez el miedo a perderse y terminar matando a Jimin.
Probablemente Jimin supo lo que estaba pensando porque le regaló una cálida sonrisa como una promesa de que la noche aún tenía mucho que ofrecer.
—No te detengas, estoy listo para ti — susurro antes de desaparecer la distancia entre ellos.
Jimin se inclinó hacia delante y sus labios rozaron la comisura de los labios de Jungkook en un beso casto y suave. Para Jungkook, fue como un rayo de luz que iluminó todo su ser. Olvidó todo lo que le preocupaba en ese momento, se quedó quieto y su cuerpo se tensó como un arco listo para ser disparado. Sus colmillos afilados rozaron los labios afelpados de Jimin, y un gruñido de deseo se ahogó en su garganta. Eran justo como los recordaba, gordos, suaves, cálidos y dulces.
Fue como si su cuerpo hubiera estado esperando ese momento durante siglos, y ahora que finalmente había llegado, no quería que se acabara.
Por eso le molestó que Jimin se alejara demasiado rápido, sin embargo, entendió la razón enseguida y Jungkook se quedó completamente estático, como si estuviera petrificado.
Jimin lo observó por debajo de sus pestañas mientras mostraba esa sonrisa lasciva suya, como si hubiese hecho una travesura. Su boca estaba toda hinchada y roja. El brillo de la sangre se asomaba tentadoramente a través del pequeño corte en su labio inferior, lo cual provocaba a la bestia encadenada que llevaba dentro.
Ahí, sobre sus propios labios, Jungkook captó el rastro de un conocido líquido viscoso, y cuando su lengua se abrió paso entre sus labios para saborearlo, un subidón de adrenalina lo golpeó súbitamente.
Una pequeña probada de la sangre de Jimin amplificó sus sentidos con tanta fuerza que sus ojos se volvieron completamente oscuros y raíces negras aparecieron en sus párpados inferiores y superiores. Jungkook se sintió mareado de poder. Sus poderes alcanzaron su auge. Su sabor debía ser igual al elixir de la vida o la sangre de los grandes dioses. Jungkook nunca había probado nada más rico, nada que lo hiciera sentir más extasiado.
—No debiste hacer eso — gruñó.
Dejándose llevar por aquellos oscuros deseos, Jungkook llevo su mano a la nuca de Jimin y lo atrajo bruscamente a él para besar sus labios, los cuales le suplicaban por ser tomados correctamente. Jimin abrió la boca para recibirlo y se aferró a sus hombros para tener un soporte. Una vez más, Jimin le demostraba que no importaba lo que hiciera, no tenía miedo de él y eso le causaba cierto contento.
Al principio, el vampiro se mostró tan delicado como su naturaleza le permitía, inclinando la cabeza de Jimin hacia un costado para besarlo con mayor precisión y saborear limitadamente la dulzura de su sangre. Sin embargo, ninguno de los dos parecía querer andarse con rodeos, no eran criaturas inocentes, y poco a poco, ese beso fue ganando fuerza, convirtiéndose en algo duro, abrumador y exigente.
Sus respiraciones se aceleraron mientras entrelazaban sus labios mutuamente, intentando encontrar el mismo ritmo, el mismo compás que los llevara a un lugar donde solo existieran ellos dos. Jungkook no recordaba cuándo había sido la última vez que había besado a alguien. Décadas, probablemente. Nada de esto había sido parte de su rutina de cacería antes, pero ninguna de sus presas había sido remotamente parecida a Jimin.
Jimin era un enigma, un misterio envuelto en un velo de seducción. Era precioso y cautivador, fuerte y temerario, sagaz e inteligente, aunque insolente y malvado. Era todo lo que Jungkook no sabía que necesitaba, todo lo que lo volvía loco de deseo y ansia. Era la llave que abría las puertas de su alma, permitiendo que la luz y la oscuridad se mezclaran en un baile apasionado.
Sin despegar sus labios en ningún momento, Jungkook llevó a Jimin hasta una de las paredes rocosas para aprisionarlo bajo su cuerpo músculo. Puso una mano en la piedra aún lado de la cabeza de Jimin y los diamantes se rompieron bajo su fuerza cuando se recargó. La sirena soltó un pequeño grito, el cual Jungkook ahogó cuando introdujo su lengua en su boca, tragándose sus gimoteos y respiración entrecortada.
Jungkook estaba sorprendido de su propia reacción, por su deseo de besar y dominar a la sirena casi cruelmente. Su lengua se encontró con la de Jimin, entrelazándose en un baile sensual, mientras éste se retorcía bajo su cuerpo. Le gustaba que Jimin estuviera receptivo y no pudiera defenderse en absoluto.
No estaba siendo delicado. Para Jungkook era normal comportarse como un animal y dejarse llevar por sus instintos más primitivos. Era como un coyote sobre un conejo, pero esto era lo que Jimin provocaba en él: una locura pasional y desenfrenada, imposible de apagar.
Jimin estaba sin aliento, con la saliva escurriendo por las comisuras de su boca. Intentó alejarse para tomar una bocanada de aire, pero el vampiro no se lo permitió y siguió haciendo lo que quería con él. Era su turno de tener el control y disfrutar. Podría besar a Jimin hasta que saliera el sol y no se cansaría. Jimin se dejó vencer fácilmente y mantuvo la boca abierta para que la lengua de Jungkook lo explorará libremente. En ese momento, Jungkook se dio cuenta que solo necesitaba un brazo alrededor de su cuerpo para mantenerlo quieto y una lengua metida en su garganta para mantenerlo callado.
—Mírate. Ahora estás tan sumiso — susurrro Jungkook, con un matiz de enojo en su voz.
Lo peor era que no podía bromear con ello porque desde el inicio Jimin sabía que terminarían así. Todo fue parte de su plan. Sabía que Jungkook terminaría tan enamorado de él que no podría hacerle daño alguno.
Fue una trampa en la cual Jungkook estaba contento de haber caído.
Jimin envolvió sus brazos en el cuello de Jungkook para atraerlo y pegar la parte inferior de sus cuerpos, dando sentido a lo que estaba buscando. Parecía desesperado por sentir su pene aunque fuera un poco. Las caderas de Jungkook inmediatamente giraron hacia adelante en busca de fricción. Su polla se encontraba erguida, dura y orgullosa, clavándose en el suave ombligo de Jimin debido a la diferencia de estatura.
El mundo se había reducido a este momento, a dos cuerpos frotándose en el agua. A dos seres que se deseaban de una manera desesperada y retorcida.
—Toma lo que necesites de mi — dijo Jimin con la respiración agitada y Jungkook se detuvo abruptamente —. Vamos. Hazlo. Antes de que me arrepienta.
La inflexión en su voz era clara y Jungkook sabía que no volvería a tener la oportunidad sino lo hacía ahora.
Jimin le presentó su cuello, girando la cabeza a un costado, sin embargo, Jungkook lo sorprendió cuando llevó los dedos debajo de su barbilla para tirarlo hacia adelante y besarlo nuevamente. En esta ocasión, Jungkook finalmente dejó de reprimirse. Dejó que sus más profundas necesidades fluyeran y atrapó el labio inferior de Jimin entre sus colmillos para obtener la primera probada real de su sangre, haciendo que Jimin le encajara las uñas en su espalda cuando lo mordió.
Apenas el sabor se expandió por su cavidad bucal, Jungkook no pudo contener un gemido que brotó desde lo más profundo de su pecho, un sonido ronco y primal que revelaba la intensidad de su deseo. La sangre de Jimin era un elixir divino, un néctar que superaba con creces sus expectativas. Además del sabor metálico característico, había una dulzura en ella que recordaba a la miel de abeja sacada directamente del panal, un sabor que era a la vez intenso y suave, como el azúcar de una caña o el néctar de una flor.
Era lo más exquisito que había probado en su vida, un sabor que lo hacía sentir vivo, que lo hacía sentir que estaba experimentando algo nuevo y emocionante.
Desesperado por saborear más, el vampiro agarró los costados del rostro de Jimin con firmeza, impidiendo que se moviera, y succionó con fuerza, mezclando la sangre entre sus bocas en un baile obsceno y apasionado. Jimin no hizo nada más que quejarse y aferrarse a los antebrazos de Jungkook con fuerza, su cuerpo arqueado contra el suyo, incapaz de resistir la intensidad.
Maldito seas, eres tan perfecto.
Tan dulce y hermoso.
Fuiste hecho para mi.
Jungkook sintió que se estaba volviendo loco, que estaba perdiendo el control completamente otra vez. Había estado esperando esto por tanto tiempo, y finalmente lo tenía, finalmente podía saborear la sangre de Jimin y sentir cómo aliviaba su sufrimiento.
Sentía como la sangre de Jimin ardía en su garganta. Sus alas amenazaban con emerger de su espalda, impulsadas por la emoción, y sus uñas querían convertirse en garras afiladas para arañar la inmaculada piel de Jimin. El vampiro quería dejar salir a la bestia y tenerlo todo, hasta la última gota, pero una fuerza ajena a él lo estaba ayudando a contenerse, a no perder el control completamente.
Las barreras mentales realmente lo habían contenido.
Con la mente nublada de placer pero lo suficientemente racional, Jungkook se separó de Jimin cuando supo que había sido suficiente y pasó su lengua sobre los labios de Jimin, saboreando los restos de su sangre por última vez, antes de dejar descansar su frente contra la suya en un gesto de intimidad y conexión.
Sus respiraciones agitadas se mezclaban entre sí, creando un ritmo que parecía sincronizar sus corazones. Jimin estaba rojo, como si la pasión y el deseo también hubieran dejado huella en su piel, tenía los carnosos labios mordidos y rojos, mientras que sus ojos estaban llenos de lágrimas, pero mostraba una débil sonrisa que parecía iluminar todo su rostro. Su belleza aturdió la mente de Jungkook, haciéndolo sentir como si estuviera contemplando una obra de arte divina.
Jimin era como el mejor de los sueños, pero al mismo tiempo como la peor de las pesadillas, ya que entendía el propósito de semejante divinidad. Era un ser que podía inspirar tanto la adoración como el terror, y Jungkook se sentía atraído por ambas facetas de su personalidad.
Eran demasiado parecidos.
Jungkook también sonrió, y los avasalladores ojos de Jimin se abrieron, asombrado de ver los amenazantes colmillos de Jungkook manchados con su propia sangre. Su estómago se agitó, y estiró su adorable dedo para tocar la punta de uno de ellos. Jungkook no entendía cómo podía gustarle tanto algo que podía asesinarlo, pero simplemente lo dejó hacerlo y se concentró en admirar a la criatura que tenía en sus brazos.
—Acepto — murmuró Jungkook contra los labios de Jimin, y la sirena detuvo sus acciones, perpleja ante la respuesta del vampiro —. Mientras estes a mi lado, te protegeré con mi vida, seré tú guardián y defensor en momentos de debilidad.
Seré tu valiente ser amado.
La promesa que Jungkook hizo resonó en el aire como un voto sagrado.
Al escuchar estas palabras, Jimin no pudo ocultar el regocijo maligno que se reflejó en su rostro. Una sonrisa perversa se dibujó en sus labios, y se lanzó hacia adelante para besarlo fervientemente una vez más. Jungkook lo recibió con los brazos abiertos, abrazando su delgado cuerpo contra el suyo. Se estaba volviendo adicto a la sensación. Y en ese momento, supo que estaba sellando su destino, que estaba entregándose a la sirena sin reservas.
En el fondo, sabía que tal vez estaba cometiendo un error, que estaba cayendo en la trampa de la sirena. Sin embargo, en ese punto, le importaba muy poco. Esto era lo único que quería: caer en los encantos de Jimin, sentir el placer y la emoción que la sirena le ofrecía.
Incluso si iba en contra de lo que había dicho el Conde.
Desde que se convirtió en un vampiro, nunca había vuelto a sentir tanta emoción como cuando conoció a Jimin. La sirena había despertado algo en él, algo que había estado dormido durante décadas. La adrenalina era impresionante. Y no importaba lo que ocurriera a partir de ahora, ya no podía alejarse de Jimin. Más bien, no quería. Estaba dispuesto a seguirle el juego, a dejarse llevar por la corriente de la pasión y la emoción.
[...]
Prometieron encontrarse en el lago encantado al siguiente anochecer, después de que Jimin completara su ritual misterioso que le permitiría transformarse en su forma humana.
Para Jungkook, separarse de Jimin fue una tarea casi imposible, dejar de tocar su cuerpo, de besar sus labios, de sentir su cercanía. Regresar al castillo del conde Min fue un ejercicio de autodisciplina que puso a prueba su voluntad. Aún no era inmune a los rayos solares, que habían estado a punto de calcinarlo por su obstinación, ya que la idea de estar separado de Jimin durante el día era un peso que cargaba con dificultad.
Tal vez tenía miedo de que Jimin ya no estuviera allí al día siguiente, de que todo hubiera sido un juego suyo, una ilusión que se desvanecería con la luz del sol. Por eso, sintio un gran alivio cuando vio al tritón aburrido en la orilla del agua, jugando a crear pececillos de agua con sus manos, los cuales saltaban de un lado a otro por encima de las rocas. Jimin era lindo incluso estando distraido. Era un mar de secretos y habilidades desconocidas, y Jungkook estaba ansioso por descubrirlos.
El vampiro aterrizó en la orilla del lago encantado, y Jimin se reanimó rápidamente para verlo con la cabeza apoyada entre sus manos.
—No poder verte durante el día comienza a irritarme — fue lo primero que dijo éste.
—Tienes que esperarme, no puedo salir mientras el sol este arriba — respondió Jungkook —... A menos que quieras acompañarme al castillo — propuso antes de poder pensarlo con prudencia.
No obstante, la idea de tener a Jimin a su lado todo el día, de sentir su cercanía durante la mañana, era un pensamiento que lo hacía sentir completo.
Jimin tarareó, pensando en la propuesta mientras recargaba sus brazos en la roca color esmeralda.
—Nadie jamás ha entrado en el castillo del conde Min, ¿crees que seré bien recibido? — cuestionó, su curiosidad parecía genuina.
Jungkook sopesó las implicaciones de eso y prefirió guardárselas para sí mismo, ya que no le gustaban las posibles consecuencias. Su padre aún no sabía ni siquiera lo que había sucedido en su último encuentro, probablemente todavía no tenía idea de que su obsesión por Jimin ahora era más que eso. No estaba seguro de cómo reaccionaría si descubriera que estaba siendo el perro faldero del tritón que le ordeno asesinar.
Jungkook carraspeó, incómodo.
—¿Vas a salir de ahí? — encaró una ceja negra, señalando a Jimin con el mentón, pues no había motivo para que siguiera metido en el agua. Podía notar que ya tenía piernas —. ¿O es que aun no confías en mí?
Una vez que Jimin saliera del estanque sus poderes se irían debilitando poco a poco. Entre más tiempo estuviera fuera del agua, más débil se volvería, hasta que su magia desapareciera por completo.
Jimin carcajeo, divertido por la suposición.
—Tal vez no te has dado cuenta, pero no sería muy decente de mi parte salir así — dijo Jimin, indicando su desnudez con un gesto elegante —. Tengo que pasar desapercibido.
Con esa cara, eso será difícil.
Pensó Jungkook, sin embargo, se limitó a asentir impasible.
—Espérame aquí, te conseguire algo — contestó antes de echarse a volar.
Jungkook se dirigió al pueblo más cercano, sumergiéndose en la oscuridad del bosque como una sombra silenciosa. Allí, interceptó una carroza de plebeyos en un sendero indómito, rodeado de árboles que parecían alcanzar el cielo estrellado. Los humanos pegaron el grito en el cielo cuando lo vieron, sus ojos llenos de terror al enfrentar al vampiro. Aunque intentaron defenderse con sus patéticos palos de madera y quemarlo con sus antorchas, Jungkook los venció con unos cuantos movimientos precisos y mortales.
No pretendía matarlos, tampoco quería su sangre. Así que dejarlos desnudos y sin armas a mitad del bosque fue una muestra de piedad, en lugar de dejarlos sin vida.
Sabía que al dejarlos vivos, irían a contarle a los demás pueblerinos sobre su aparición, y esos pueblerinos a más de ellos, y esos a más. Era una cadena sin fin, una cadena que pronto haría que todos supieran de la existencia de un nuevo vampiro en la región.
No le gustaba mucho la idea, prefería ser un fantasma, un ser invisible y olvidado, que solo aparecía para cazar. Pero sabía que eso no era posible, no ahora que había encontrado a Jimin.
Jungkook volvió al lago, cargando una montaña de ropa mundana. La sirena le sonrió complacida y salió del agua, caminando con sus largas piernas desnudas sin pena, su cuerpo era radiante bajo la luz de la luna. Jungkook ni siquiera hizo un intento por desviar la mirada y observó cada parte del cuerpo desnudo de Jimin, disfrutando de la vista cuando aquel se inclinó hacia adelante para recoger la ropa.
La sirena escogió una camiseta blanca de seda con olanes en las mangas, unos pantalones negros, una capa del mismo color, unas botas y un cinturón de cuero, en el cual enfundó el revolver del plebeyo.
Cuando terminó de vestirse y amarrarse su hermoso cabello rubio en un moño alto, Jimin se dio cuenta que Jungkook lo miraba con el ceño fruncido, su expresión era de disgusto.
—¿Qué esta mal? — cuestionó Jimin, alzando una ceja. Tal vez no se veía muy humano.
—No me gusta verte con ropa — respondió sin recato —. No puedo ver tus curvas.
Jimin soltó una risa porque el vampiro no conocía la vergüenza, era algo que habia notado de él. Jimin caminó hacia Jungkook con pasos elegantes y fluidos, como si estuviera deslizándose sobre el suelo. Era extraño verlo en su forma humana, andando con la misma gracia y belleza que cuando estaba en el agua. Su belleza seguía siendo la misma, hipnotizante y seductora, y Jungkook se sintió atrapado en su aura una vez más.
Jimin se detuvo justo delante de Jungkook y sus dedos traviesos comenzaron a caminar por el brazo del vampiro hasta subir a su hombro.
—Puedes quitármela más tarde — murmuró cerca de su rostro, bateando las pestañas de forma coqueta y Jungkook tragó saliva con dificultad.
La proximidad de Jimin era casi insoportable, y el deseo que sentía por él era como un fuego que ardía en su interior. Era exasperante.
Dejándose llevar fácilmente por la pasión, Jungkook se inclinó hacia delante para tomar los labios de Jimin, sin embargo, la sirena puso su índice entre sus bocas para evitarlo. El vampiro se quejó con un gruñido mientras que Jimin lo veía sereno y divertido.
—Tenemos cosas importantes que hacer primero, campeón — Jimin le dio un golpecito en la barbilla antes de darle la espalda y alejarse animadamente.
Jungkook apretó los puños con fuerza, luchando con la salvaje necesidad de tomar a Jimin por la fuerza y estamparlo contra el árbol más cercano para arrancarle la ropa. Control, dominio sobre sí mismos y tolerancia no era una característica de los vampiros.
Sabía que debía empezar a controlar su impulsividad por sí mismo, porque a partir de ahora Jimin siempre estaría cerca de él, y no podía permitir que su deseo lo consumiera. Debía encontrar una forma de equilibrar su pasión con su razón, o de lo contrario, corría el riesgo de perder el control por completo aunque las barreras que había puesto Jimin en su cabeza se sentían muy sólidas.
—Soy todo oídos — dijo, aclarándose la garganta.
—Quiero entrar al castillo de los reyes de Midgard — avisó con determinación y de repente, la mente de Jungkook se quedó completamente en blanco.
No dijo nada durante un instante, su cerebro tratando de procesar la magnitud de los deseos de Jimin. Sinceramente, hasta ese momento no había tomado en cuenta la verdadera ambición que ardía en el corazón de la sirena.
El reino de Midgard se encontraba en el territorio humano de Transilvania, gobernado por el rey Hwang Jaejun y la reina Hwang Saebyeok desde hace muchos años. Su reinado era conocido por la tiranía y la opresión, la pobreza y la hambruna. El Rey Jaejun había estado tan concentrado en su propia riqueza y poder que olvidó el bienestar de sus súbditos. Mientras que la realeza y la nobleza disfrutaban de la abundancia que les otorgaba la seguridad de su palacio, nombrado el castillo de turmalina negra debido a lo sombrío de su estructura. El clero y la plebe vivían en humildes aldeas a sus alrededores, quienes se esforzaban para sobrevivir día con día, luchando entre ellos y contra los depredadores, consiguiendo recursos básicos como agua, comida y medicinas.
Un sentimiento de rabia y disgusto invadió el pecho de Jungkook al, de pronto, recordar perfectamente bien aquella parte de su pasado humano, cuando vivía bajo aquel régimen y tuvo que hacer cosas atroces para conseguir unas cuantas monedas de oro, las cuales no valieron la pena porque al final terminaría... muerto.
—El castillo de turmalina negra es el lugar más protegido de todo Midgard. Entrar no es cosa sencilla, incluso para mí — mencionó, regulando el tono de su voz agitada —. ¿Qué quieres buscar en ese lugar? ¿Qué es tan importante que quieres ir hasta ahí?
Jimin se quedó en silencio un momento, su mirada perdida en el horizonte. Luego, giró sobre sus talones para caminar devuelta a la orilla del lago encantado, donde las olas casi llegaban a sus pies. Respiró hondamente, dejando pasar los segundos, como si estuviera sopesando sus palabras antes de hablar.
—Casi nadie suele venir aquí porque saben lo que se pueden encontrar, ¿sabes? — dijo con una risa sin gracia, parecía más una ironía que una expresión de alegría —. Las personas piensan que estan enamoradas de mi pero en realidad todos me temen. Aunque no los culpo. Hacen bien en hacerlo.
—Yo no te temo — intervino Jungkook con tono firme.
Jimin lo miró con una sonrisa irónica.
—Por supuesto que no, tú quieres aparearte conmigo y después beberte mi sangre — dijo.
—No puedo fingir que es mentira.
Jungkook se encogió de hombros.
Ambos rieron al unísono y el vampiro se sintió sorprendido por la forma en que la risa natural de Jimin parecía iluminar el ambiente.
Jimin carraspeó y agachó la mirada cuando Jungkook lo observó con demasiada intensidad.
—He estado tan sólo todos estos años nadando en las aguas encantadas de este lago, esperando... la vejez, supongo — dijo él con algo de tristeza en su voz —. Pero no siempre estuve solo. Había más como yo. Aún lo recuerdo perfectamente. La última fue Yuna. Ella era mi familia. Mi hermana. Mi... única compañía.
La voz de Jimin se quebró ligeramente al mencionar el nombre de Yuna y Jungkook se acercó cautelosamente al lado de Jimin mientras oía sus palabras con atención.
—A pesar de las historias terroríficas acerca de mi especie, ellos seguían viniendo — Jimin gruñó la palabra y Jungkook inmediatamente adivinó a quien se refería —. Un día apareció un hombre. Carismático por supuesto. Su armadura tenía el logo del reino, era un guardia del castillo. Cuando lo vi, mi instinto inmediatamente me dijo que debía ahogarlo y matarlo, pero Yuna no me dejó. Por alguna razón, él llamó su atención.
El rostro de Jimin se oscureció, más que tristeza, se percibía realmente furioso.
—Comenzó a visitarla cada noche durante toda la primavera. Yo no estuve de acuerdo, tuvimos una pelea a causa de ello, pero al final me rendí. Siempre mantenía mi distancia mientras los veía divertirse juntos, hablar, tocarse, besarse... — Jimin hizo una pausa demasiado largo, recordando —. Aunque ella estaba feliz, aún podía sentir que algo no estaba bien. Y un día la convenció de salir del agua e ir con él al reino. Él... Él sabía que fuera del agua nuestros poderes se debilitaban, ella también lo sabía y aún así decidió irse. Prometió que volvería, pero no lo hizo jamás.
—Y crees que ese hombre la vendió al Rey Jaejun — mencionó Jungkook, ni siquiera fue una pregunta, era una afirmación.
Jimin asintió de inmediato.
—Los humanos vienen a este bosque a cazarnos y después nos venden a la realeza — dijo Jimin lleno de amargura y resentimiento —. Para ellos somos mercancía, trofeos que pueden presumir y una sirena viva es el premio que solamente un rey podría poseer.
La verdad en sus palabras era como un golpe en el estómago, y Jungkook se quedó en silencio un momento, recordando que él alguna vez lo hizo. No se lo confesaría a Jimin por supuesto, pero si estuviera en el lugar de Jimin, creería lo mismo. Los humanos eran capaces de cualquier cosa por pura ambición y la idea de que las criaturas mágicas fueran tratadas como una mercancía era repugnante aunque realista.
—No es la primera vez que intento llegar allá — continuó Jimin, su frustración era evidente —. He manipulado a muchas criaturas para que me ayuden con sus dones, pero nunca he llegado demasiado lejos.
Jimin soltó una risa llena de un sarcasmo que parecía envolverlo como una capa de hielo.
—Por eso me infiltre en la manada Kim — dijo, su voz cargada de una ironía que parecía cortar el aire —. Seduje a su líder Kim Taehyung para que me aceptara en su manada y me llevara hacia allá, pero al final no pudimos traspasar los muros del castillo sin morir.
Al escucharlo, Jungkook se giró hacia Jimin, su rostro reflejando una mezcla de sorpresa y disgusto. Trató de ignorar los celos que lo invadían al pensar que Jimin había utilizado sus encantos para seducir al líder licántropo de la manada Kim, una táctica que parecía haber usado con muchos otros antes que él. La idea de que Jimin hubiera estado tan cerca de otro ser, de que hubiera compartido su cuerpo y su pasión con alguien más, era un pensamiento que Jungkook no podía soportar.
Aunque tampoco podía olvidar que todos eran víctimas, parte de un juego de seducción.
Con una inhalación profunda, Jungkook se plantó delante de Jimin, su orgullo y su posesividad reflejados en su postura. Su mirada se clavó en la de Jimin, como si estuviera desafiándolo a no volver a decir aquello.
—Antes no me tenías a mí — dijo él, provocando que Jimin pestañeara con sus hermosos ojos azules. Por su bien debería dejar de hacer eso —. Lo que dije fue verdad. Conseguiré lo que desees, sin importar el costo ni el riesgo. Bueno, para mi no existe el riesgo — sonrió un poco —. Mi palabra es mi compromiso, y mi compromiso es contigo.
Jimin sonrió de soslayo, la maldad tintineando en sus ojos azules como un destello muy sutil y escondido.
—No me equivoque contigo — dijo, su voz llena de una intimidad que parecía envolver a Jungkook como una capa de seda —. Eres lo que siempre vi en mis sueños, el compañero perfecto para mi.
Jimin se puso de puntillas y apoyo sus brazos en los hombros de Jungkook, su contacto era cálido y electrizante, mientras levantaba la cabeza para verlo directamente a los ojos rojos. Su diferencia de estatura era abismal. Jungkook no solía ser tan alto cuando era humano. Su estatura era promedio, pero la mejora en su estructura ósea fue algunos de los cambios permanentes que le dio la transformación. A Jimin no parecía importarle, como si estuviera dispuesto a desafiar cualquier obstáculo con tal de estar cerca de Jungkook.
—Sé que ella está en el castillo — dijo con determinación —, pero solamente alguien de la nobleza nos dirá la verdad.
Jungkook sonrió, mostrando los colmillos.
—Se me ocurre un lugar en el que podemos encontrar lo que deseas...
[...]
La choza a la que llegaron se encontraba en un lugar escondido en el corazón del bosque, rodeada de árboles altos y una vegetación exuberante. Su techo y paredes de madera, talladas con precisión y cuidado, parecían haber sido fabricada por la naturaleza misma. La chimenea humeante atraía a las personas a entrar y calentarse, así como a disfrutar un trago de whisky y olvidar sus penas. Un letrero de madera colgado de una rama, que crujía suavemente con el viento, tenía la inscripción "Vals de media noche", un nombre que evocaba secretos y misterios.
Jimin miró el lugar con ojos entrecerrados, su rostro reflejando una mezcla de curiosidad y desconfianza, mientras se quedaba a espaldas de Jungkook, que decía conocer bien el lugar. A esta choza venían los hombres nobles en sus noches libres, así como cazadores a sueldo o campesinos de los alrededores, todos ellos buscando un refugio temporal de sus problemas y responsabilidades. Era un buen sitio para emborracharse hasta no recordar nada, hacer algunas apuestas, escuchar un poco de música clásica o, si tenían suerte, encontrar una mujer con quien pasar la noche.
Afuera de la choza, había varios pares de caballos amarrados a los bebederos, los cuales solamente podían pertenecer al castillo, pues además de que eran grandes y hermosos, se notaba su cuidado y atención. Estaban equipados con sus bardas de hierro, herraduras y sillas de cuero, lo que los hacía parecer aún más majestuosos e importantes.
Jungkook se acomodó la capa negra sobre su cabeza, mientras agudizaba su sentido auditivo para escuchar los sonidos que provenían del interior de la choza. Adentro podía escuchar las estridentes risas de las personas y el chocar de sus vasos de vidrio entre ellos, un sonido que indicaba una atmósfera de alegría y diversión. Si prestaba más atención, también percibía las anatomías calientes moviéndose de un lado hacia otro, gracias a los ecos que generaban sus cuerpos.
El vampiro se giró a Jimin, que estaba escondido a sus espaldas. Ahora que sus poderes se habían debilitado, se portaba más precavido, incluso más temeroso, como si estuviera consciente de su vulnerabilidad y fragilidad. El tritón también estaba vestido con una capa negra, la cual cubría casi todo su cuerpo y lo hacía ver más pequeño de lo que era. Su cara enmarcada en la capa se veía tan dulce y pequeña, mientras parpadeaba con sus ojos azules, que brillaban como estrellas.
—¿Cómo sabías de este lugar? — preguntó Jimin, curioso.
—He tenido muchos años para explorar gran parte del reino. Hace algunos años vine a esta taberna a cazar. Muchos de esos ebrios ni siquiera se dieron cuenta que murieron por mi culpa — dijo él, con su voz baja y suave —. Sin su ingenio para fabricar armas, los humanos son presas fáciles.
La confesión de Jungkook flotó en el aire, como una nube oscura. Por un momento, Jungkook pensó que Jimin estaría horrorizado porque confesara la facilidad con la que asesinaba, que su rostro reflejaría una mezcla de repulsión y miedo. Pero en cambio, aquel sonrió a la choza, su sonrisa llena de una ironía y una complicidad que parecían unirlo a Jungkook en un juego macabro y mortal.
—Se escucha divertido ser tú — contestó Jimin.
Jungkook rechistó por su frivolidad.
A veces olvidaba que era una sirena, que su moralidad estaba distorsionada por la naturaleza misma de su existencia. Jimin se movía por impulsos y deseos que parecían estar más allá de la razón y la lógica de cualquiera. Su brújula moral estaba muy dañada. Ambos eran asesinos a sangre fría, pero aquel asesinaba por mucho menos.
—Créeme, no lo es — dijo Jungkook, mostrándose increíblemente serio de repente.
—¿Por qué no lo sería? — preguntó el tritón, con curiosidad y una ligera dosis de escepticismo—. Podrías tener lo que quisieras.
—Estoy solo — respondió el vampiro más rápido de lo que hubiera querido —. Mi creador no cuenta. Los seres más cercanos a mí son los murciélagos que viven en mi cueva — dijo, tratando de hacerlo divertido, pero la ironía que se escondían detrás de sus palabras eran evidentes —. La eternidad que me espera no parece muy alentadora.
Aunque tuviera un "propósito". La idea de vivir para siempre, sin nadie que lo acompañara, sin nadie que lo entendiera, parecía una condena más que un regalo. Desde hace cincuenta años la soledad lo envolvía como una capa de hielo.
Jimin hizo un sonido gutural y asintió.
—Si es asi, supongo que tendremos que pasarla juntos — dijo, y después sonrió odiosamente.
Jungkook se quedó impactado por la respuesta del tritón. Lo había hecho sonar como una broma, pero eso no impidió que se sintiera como si hubiera sido golpeado por un rayo.
Antes de que Jungkook pudiera decir algo, un movimiento abrupto se escucho en el interior de la choza, junto a una serie de insultos.
—¡Esperame para la siguiente ronda, bastardo tramposo! Necesito orinar.
La puerta de la taberna se abrió bruscamente, y el instinto de Jungkook se activó. En un movimiento rápido, levantó a Jimin por la cintura y cruzó como una bala hacia el interior de la maleza, donde lo arrinconó contra la corteza de un árbol, cubriéndolo con su cuerpo. El vampiro enseñó los colmillos enojados, listo para defender a Jimin de cualquier peligro que se acercara.
Un hombre salió del interior de la choza, tambaleándose de un lado hacia otro, mientras sostenía un gran tarro de cerveza en su mano y hablaba consigo mismo puras incoherencias. Su rostro estaba enrojecido, y sus ojos vidriosos.
Jungkook se tragó su gruñido, reprimiendo el instinto feroz que lo impulsaba a defenderse y a proteger a Jimin. Solo era un pobre ebrio, en realidad no representaba ninguna amenaza real.
A veces su impulsividad era muy fuerte y actuaba antes de pensar, más cuando se sentía amenazado. Además, ahora tenía alguien a quien proteger, alguien que dependía de él para su seguridad y su bienestar.
Jungkook devolvió su mirada a Jimin y se dio cuenta de que éste se había aferrado a sus hombros, encajándole las uñas como si fuese un gato asustado. El mundo le había dado vueltas durante un momento por el movimiento repentino, y Jimin levantó su mirada desorbitada al vampiro, como si estuviera buscando una explicación o una justificación para lo que había sucedido.
—¿Puedes... Puedes ser más delicado si harás algo así? — le dijo con falta de aliento, mientras parpadeaba varias veces y sacudía la cabeza, como si estuviera tratando de despejar el mareo que lo rodeaba.
Jungkook sonrió al mirar al tritón mareado que lo abrazaba fuertemente como si fuera su única esperanza de supervivencia. Era tierno.
—El efecto pasa pronto — dijo, mientras acariciaba suavemente la cabeza de Jimin —. Tendrás que acostumbrarte porque seguiré moviéndote de esa forma si lo creo necesario — no pudo evitar decirlo con satisfacción, ya que se sentía bien tener el poder de hacer lo que quería con la sirena.
Jimin hizo una mueca y se quedó callado, mientras pasaba el mareo.
Jungkook volvió a mirar al hombre que caminó hacia el evacuatorio ubicado a un lado de la choza principal, su figura tambaleándose mientras se alejaba. Jimin también se giró sobre su hombro para ver desde su posición detrás del árbol, su mirada siguiendo al hombre con una intensidad que parecía brotar de las profundidades de su alma.
Enseguida, su mirada se agudizó al reconocer al soldado real, y sus labios se torcieron hacia arriba en una sonrisa que presagiaba algo peligroso pero emocionante. Jungkook ya podía identificar cuando aquel estaba especialmente contento o cuando estaba pensando en algo malévolo.
—¿Quieres que lo capture para ti? — propuso el vampiro en un susurro —. Hacerlo hablar no será difícil.
Jimin lo consideró por un momento, pero luego negó con la cabeza, su sonrisa persistiendo en su rostro como una llama que no se apagaba.
—En realidad quiero encargarme de ello — dijo Jimin, su voz tenía un toque de emoción —. Me gustaría saber cómo se desenvuelven los humanos en estos ambientes. Además, no creo que ese de ahí nos dé mucha información.
El soldado comenzó a vomitar en un arbusto, su cuerpo sacudiéndose convulsivamente mientras el líquido salía de su boca. Al final terminó cayendose sobre tal arbusto.
—A los caballeros nobles les gusta hacer apuestas y alcoholizarse de esa manera — explicó el vampiro —. Supongo que es la realidad de alguien con poca esperanza de vida. Al final de la noche suelen salir con una bolsa llena de monedas de oro y una linda chica trepada en sus brazos.
Jimin inmediatamente levantó la cabeza al escuchar esa última parte.
—Son arrogantes y crueles al igual que los reyes — continuo Jungkook —. Los campesinos les temen, esas personas que se supone deben proteger. No será fácil acercarse y entablar conversación con alguno de ellos.
Jimin soltó una risa como si hubiese dicho un chiste.
—Olvidas con quién estás hablando, sir Jungkook — mencionó Jimin, engreído — . Acercarme a los hombres nunca ha sido una tarea difícil.
Jungkook hizo una mueca, su rostro reflejando desaprobación y fastidio. La idea de que Jimin se acercara a los hombres con la intención de seducirlos lo ponía nervioso de una manera que no podía explicar.
—¿Qué estás planeando? — preguntó Jungkook con más firmeza en su voz, viéndolo desde arriba.
Jimin pegó su espalda a la corteza del árbol y sonrió de esa forma que Jungkook conocía demasiado bien, una sonrisa que parecía prometer cosas que Jungkook no estaba seguro de querer escuchar.
—Lo que mejor sé hacer — contestó.
—¿Y pretendes que me quede mirando como seduces a un humano? — preguntó Jungkook, no tratando de ocultar su disgusto.
—Te necesitaré eventualmente — le dijo Jimin —. Así que quédate cerca de mí y asegúrate de que no te vean a la cara. No quiero que todos salgan corriendo cuando vean a un vampiro en su aburrido bar mortal.
Jungkook reprimió un gruñido porque no estaba de acuerdo con ese plan de mierda, pero terminó adaptandose a aquel. Hizo lo que Jimin quería... otra vez.
El vampiro retrajo sus colmillos para que volvieran a una medida normal, y con una dentadura alineada se veía considerablemente más humano. Aunque sus ojos seguían siendo rojos.
Jimin lo miró con aprobación.
—Buen chico — levantó la mano para acariciar su mejilla con suavidad y Jungkook lo miró en silencio. Sentía muchas emociones que no sabía como procesar cuando Jimin hacía esos gestos. Estaba enojado pero al mismo tiempo estúpidamente enamorado —. Si obtengo lo que quiero, puedes hacerme lo que quieras esta noche.
Jungkook se inclinó sobre Jimin peligrosamente, recargando su mano contra el tronco a un lado de su cuerpo.
—Que valiente eres al ofrecerte a un vampiro ahora que estás completamente indefenso — murmuró cerca de su cara, su aliento helado y envolvente —. Podría hacerlo en este momento. Podría acabar contigo si quisiera.
Jimin no se amedrentó. En lugar de eso, estiró el cuello para verlo directamente a los ojos rojos y sonrió, estirando sus ojos en una línea que parecía desafiar a Jungkook a llevar a cabo su amenaza. Sus cuerpos estaban casi pegados gracias a la posición, pero ninguno había tenido intención de moverse. El aire que los rodeaba parecía estar cargado de electricidad, como si cualquier movimiento podría desencadenar una tormenta de pasión y deseo.
—Me deseas tanto que no serías capaz de perderme para siempre — afirmó sin una pizca de duda, su voz llena de una confianza desbordante.
—Me vuelves loco — concluyó el vampiro, con un suspiro cargado de frustración porque no podía refutarlo aunque quisiera.
Y con eso, Jungkook lanzó a Jimin adelante, como si estuviera impulsándolo hacia su destino.
Jimin caminó hacia la choza, viendo su estructura rústica, hecha de árboles y ramas que se habían unido para formar un techo inclinado y una puerta que se abría hacia afuera. Había antorchas para iluminar la entrada, la música y las risas escandalosas que salían de su interior eran como un extraño canto de humanos para Jimin, quien sentía demasiada intriga por entrar al lugar.
Jimin desapareció en el interior de la cabaña, y Jungkook esperó unos minutos, conteniendo su impaciencia y ansiedad. Tal vez debió esperar más, pero no podía tener a Jimin fuera de su vista durante mucho tiempo sin sentir que perdía la razón. La idea de que Jimin estuviera rodeado de humanos, sin protección, era un pensamiento que lo atormentaba y lo hacía sentir incómodo. Si alguien se enteraba que era una sirena, peor, una sirena sin poderes activos, correría mucho peligro.
Al entrar en la choza, Jungkook sintió en cada fibra de su piel, en cada vello erizado de su cuerpo, que había puesto un pie en territorio humano. El ambiente era denso, lleno de olores y sonidos fuertes que lo abrumaban y lo obligaban a mantenerse alerta.
Esto no estaba bien.
No se sentía bien.
Jungkook podía escuchar decenas de corazones latiendo a su alrededor, cada uno con su propio ritmo y a su propia cadencia, al mismo tiempo, escuchaba el sonido de la sangre corriendo por sus venas como una melodía que lo atraía. Podía sentir el calor de sus cuerpos, una radiación que parecía emanar de cada persona que estaba en la habitación. Podía olfatear sus aromas carnales, su sudor y sangre en sus heridas que lo hacía sentir hambre y sed al mismo tiempo.
Jungkook pasó saliva cuando sintió la garganta seca y agachó la mirada, cubriéndose con su capa para evitar llamar la atención. Estaba demasiado abrumado, pero no podía hacerlo notar. Al menos, las barreras que Jimin habia puesto en su cabeza lo estaban ayudando a contenerse. Debía verse como un cliente más, alguien que había venido a disfrutar de una bebida y de la compañía de los demás.
El interior de la cabaña era cálido y acogedor hasta cierto punto, con paredes de madera oscura y un techo de ramas gruesas que parecían haber sido tejidas juntas.
La barra era un gran tronco de árbol que había sido tallado y pulido hasta convertirse en una superficie lisa y brillante. Detrás del bar, había una gran chimenea que rugía y crepitaba, lanzando llamas y humo hacia la noche. La iluminación era tenue, proporcionada por velas y antorchas que estaban distribuidas por todo el local. El aire estaba lleno de olor a alcohol, y la música de un violín sonaba suavemente en el fondo, creando un ambiente relajante.
Los clientes eran una mezcla de personajes que parecían haber sido sacados de las páginas de un libro de historias. Había plebeyos que reían y charlaban animadamente en las mesas, cazadores que fumaban pipas y compartían historias de sus aventuras, y soldados del turmalina negra que jugaban cartas y hacían apuestas en el rincón.
Jungkook miró de reojo a los vigorosos soldados que jugaban cartas, su mirada escaneando el grupo con una mezcla de curiosidad y desconfianza. Había seis de ellos, todos con sus armaduras y cascos apilados en las mesas, al igual que sus espadas con las que peleaban sus batallas. Parecían estar disfrutando de una buena noche, lejos de las responsabilidades y los peligros de su trabajo.
Jungkook no los culpaba por bajar la guardia en un lugar humano y simple como ese. Después de todo, ¿quién esperaría que hubiese un vampiro y una sirena bajo el mismo techo que ellos?
El vampiro se sentó en una silla frente a la barra, su mirada seguía escaneando el local con curiosidad y desconfianza. Pudo ver que al otro extremo de la barra estaba Jimin, jugando con sus pequeños dedos sobre la mesa mientras observaba el mismo escenario que él con una mirada astuta y calculadora. Incluso sin verlo directamente a la cara, Jungkook podía adivinar que Jimin estaba tramando algo, que su mente estaba trabajando en un plan malévolo y ensayado.
De pronto, una voz lo distrajo y Jungkook se crispó, su cuerpo tensándose inmensamente.
—Bienvenido a 'Vals de Medianoche', ¿qué le gustaría beber? Tenemos ron, whisky, tequila... La especialidad de la casa es la cerveza de trigo — le enlistó un hombre maduro que atendía detrás de la barra, su voz era amable aunque su cara dura.
Jungkook se encorvó de hombros y mantuvo la mirada agachada, escondiéndose en su capa negra.
—Un whisky — le respondió cortantemente.
El hombre asintió con una sonrisa cansada de la rutina y puso un vaso de whisky frente a Jungkook, quien le dio las gracias tratando de sonar lo más agradable posible.
Observó el líquido ámbar transparente un momento y fingió que tomaba del contenido, manteniendo el vaso en su puño como si fuera un talismán que lo protegía de la realidad que lo rodeaba. Podía beberlo para hacerlo más creíble, sabía que no moriría si lo hacía, sin embargo, sentiría malestar y terminaría por vomitarlo después de un rato, lo que no era exactamente lo que necesitaba ahora. Necesitaba pasar desapercibido, fundirse en el entorno como un fantasma, y no llamar la atención de nadie.
A su derecha, había un grupo de cazadores que bebían grandes tarros de cerveza y disfrutaban del espectáculo musical que se desarrollaba en el pintoresco escenario. No debía ser muy inteligente para saber que lo eran, su indómito aroma a salvajismo los delataba. Cargaban con armas de alta gama, vestían pieles gruesas para combatir con el frío y tenían una expresión de querer prender fuego al mundo entero.
Jungkook los analizó mejor y notó que uno de ellos tenía un collar del cual colgaba un cuerno de unicornio. Eso le hizo apretar la mandíbula del coraje, su ira e indignación creciendo como una tormenta en su interior.
—Hijo de puta — masculló para sí mismo.
Los unicornios eran las criaturas más puras y nobles de todo el bosque encantado, seres de luz y magia blanca que no merecían ser cazados y asesinados. Los cazadores... Los humanos no tenían respeto por nada ni por nadie. Él lo sabía más que nadie, en su época como humano solamente conoció cosas malas de ellos.
De pronto, Jungkook escuchó un movimiento a su izquierda y eso le hizo enfocarse en lo que realmente debía. Jimin se levantó de su silla y caminó hacia los soldados que estaban en la esquina jugando cartas, su figura elegante y refinada destacaba en medio de la multitud. Ansioso, el vampiro fijó su penetrante mirada en los vinos tintos que tenía delante mientras agudizaba su sentido auditivo a la conversación que estaba iniciando.
—¿Me permite sumarme al juego? — preguntó Jimin, con su voz linda vocecita melodiosa, como la de un ruiseñor que canta en la noche.
El soldado, que estaba sentado en el extremo de la mesa, denotaba una postura prepotente y amargada. Aunque era atractivo, con ojos verdes que brillaban en la oscuridad, una barba perfectamente rasurada que realzaba la forma de su mandíbula cuadrada, y un cuerpo atlético que había ganado gracias a su arduo entrenamiento.
El soldado se quitó el cigarrillo de la boca y expulsó el humo elegantemente, con un gesto lento y deliberado.
—¿Tienes con qué apostar? — cuestionó sin siquiera mirar a Jimin directamente a la cara, como sino fuera digno de ello.
Aquel estaba concentrado en contar el botín que había ganado de su último oponente, su mirada fija en las monedas de oro que brillaban en la mesa.
—No iniciamos con menos de diez piezas de oro — agregó un segundo después —. Sino las tienes, lárgate de aquí, mendigo.
Jimin hizo un sonido de afirmación.
—Oh, entiendo. Lo lamento.
Jimin hizo un amago de girar sobre sus talones, pero se quedó donde mismo, su mirada fija en el soldado. Entonces, pasó las manos por su cuello y se quitó el collar de diamante con piedra esmeralda que tenía grabado su nombre. La luz de la cabaña se reflejó en la piedra, haciéndola resplandecer como una estrella en la noche.
—¿Esto es suficiente? — cuestionó inocentemente.
El hombre levantó la vista, aburrida al principio, casi fastidiada, pero apenas vio el collar, sus ojos verdes se abrieron de par en par y se enderezó sobre el asiento de su silla como un resorte.
—¿De dónde carajo has sacado esa pieza? — espetó, su voz llena de incredulidad —. Esa piedra no se encuentra en cualquier lugar.
Por supuesto que no, el Diamante y la Esmeralda solamente se encontraban en el bosque encantado, específicamente en las cuevas cercanas al santuario de hadas. Su valor no podía siquiera compararse con el Oro y solo una sirena podía ser digna de portarlo.
—Fue un regalo de nacimiento — mencionó Jimin.
Ese collar había estado en su cuello desde que tenía uso de razón. No sabía quién se lo obsequió, tampoco sabía que significaba la palabra "JIMIN", pero le gustaba y por eso adoptó el nombre años más tarde.
El soldado hizo una mueca de incredulidad, como si no pudiera creer que estuviera diciendo la verdad y por fin se permitió darle una mirada a Jimin. Su rostro se transformó en una máscara de asombro instantáneamente. Sus ojos, antes indiferentes, se abrieron de par en par, más impresionados que cuando vieron el collar. El visual de Jimin era un espectáculo que dejaba sin aliento a cualquiera, parecía una escultura viviente que había sido esculpida por los dioses mismos, así que no importaba si el soldado no se sentía atraído por los hombres, la belleza de Jimin era hechizante y confusa, la cual podía conquistar incluso al corazón más duro.
La sirena le sonrió un poco, y el soldado lo único que consiguió hacer fue parpadear repetidamente, como si estuviera tratando de despertar de un sueño. Era gracioso ver como un soldado, un hombre de acción y peligro, se convirtió en una estatua de piedra, incapaz de hablar o tener un hilo de pensamiento, hechizado por la presencia de Jimin.
—¿Puedo sentarme? — preguntó suavemente.
El hombre tardó en reaccionar un instante, tratando de salir de un trance.
—Por supuesto, por favor, tomé asiento mi lord — dijo finalmente el humano, con cortesía. Incluso se paró y le ofreció el asiento a Jimin, cambiando radicalmente su actitud hacia él.
Jungkook bufo con molestia.
Jimin tenía razón en algo, y es que ni siquiera necesitaba hablar para que la gente se enamorara perdidamente de él. Era parte de su naturaleza, un don que había recibido para ser usado de la manera más sucia posible. En ese momento, el vampiro se preguntó si se veía igual de tonto actuando cerca de Jimin. La respuesta, sin embargo, era obvia.
La sirena se sentó con la elegancia de una reina y después se bajó la capa de la cabeza, su cabello rubio con destellos dorados cayó sobre sus hombros como una cascada de oro. El soldado, quien parecía un tipo arrogante al comienzo, de repente parecía que ni siquiera podía moverse, le costaba parpadear o hablar, completamente embobado por él.
Jimin tuvo que hacer un gesto con el mentón para que el soldado soltara las cartas que le estaba ofreciendo.
—Oh, pido me disculpe — dijo el hombre en seguida, con una errática reverencia de cabeza —Yo... solo... Me parece que nunca lo había visto por aquí.
—No suelo venir a este tipo de chozas — respondió la sirena, tímidamente —. Es mi primera vez, y debo decir que lo encuentro más agradable de lo que imaginé. La atmósfera es cálida y acogedora.
El rostro del soldado se iluminó con un sentimiento de incredulidad e interés.
—¿Vive en la aldea? — preguntó, no obstante, se rió enseguida de que lo dijo, como si se hubiera dado cuenta de la absurdidad de su pregunta —. Disculpe la ofensa. Es imposible que alguien como usted viva en la aldea — agregó, su voz llena de vergüenza.
—¿Por qué eso sería una ofensa? — Jimin ladeó la cabeza, realmente intrigado por las palabras del soldado.
—La aldea es donde vive la plebe — dijo como si eso explicara todo, alzando la barbilla en un gesto de superioridad. El hombre apartó el cigarrillo de sus labios y lo apagó contra la mesa —. Los aldeanos son personas lamentables, ¿sabe? De esa pocilga han salido las peores enfermedades del reino. Si los viera lo entendería. No tienen agua para darse un baño. Están hasta los huesos. Su existencia es vergonzosa. Le quitan valor a nuestro territorio.
Jimin frunció el ceño inevitablemente.
No entendía por qué el soldado describía a su propia raza de manera tan cruel y condescendiente. Era como si estuviera hablando de una especie inferior, de seres que no merecían la dignidad y el respeto de los demás. Tenía entendido que todos los humanos eran exactamente iguales a diferencia de las criaturas mágicas que poseian características distintas. Era confuso para él, sin embargo, la sirena asintió fervientemente, como si lo entendiera y compartiera su opinión.
—Soy de un lugar lejano aquí — mencionó Jimin condescendiente, como si estuviera compartiendo un secreto que solo él conocía —. Pero usted no podría saberlo, no se preocupe. Mi pueblo está muy escondido en los mapas, está en un rincón de Transilvania que muy pocos conocen. No hay mucha gente en mi aldea, la mayoría son ancianos, así que pensé que sería bueno salir del caparazón y explorar.
El soldado se inclinó sobre la mesa cuando no pudo controlar su emoción.
—Si me permite, puedo enseñarle los mejores lugares de nuestro reino — le dijo caballerosamente antes de susurrar: —No es seguro que alguien como usted vague solo por ahí. Hay muchos peligros en el reino, muchos lugares no son aptos para alguien de semejante... delicadeza.
—¿Peligros? ¿Debo tener miedo? — Jimin miró a sus costados, haciendo un puchero con los labios mientras fingía estar muerto de terror.
El soldado sonrió por eso, enternecido, como si estuviese frente a alguien que requería protección.
—Hay muchos cazadores, como los que están sentados en aquellas mesas — señaló con el mentón. Ambos se giraron a verlos.
Sus apariencias eran bastante salvajes e intimidantes, parecían vikingos pensó Jimin, podrían pelear con un oso pardo solo usando sus puños y ganar heroicamente.
—Normalmente no debería tenerles miedo, pero a veces pueden ser bastante brutos y degenerados. Hacen cualquier cosa por una buena paga —explicó —. Cazan a las criaturas que están en el bosque encantado. Ellos son el verdadero peligro.
Un brillo excitante pasó por los ojos azules de Jimin, y se inclinó seductoramente más hacia el hombre, haciendo que aquel hiciera lo mismo. Sus ojos verdes volaron a su pecho y clavículas desnudas, y Jimin no pudo evitar pensar que era patético. El soldado estaba completamente bajo su control sin darse cuenta, no tenía idea de que estaba cayendo en su juego.
Jimin sonrió para sí mismo, su sonrisa era una obra maestra de la astucia y la manipulación.
—¿Qué tipo de criaturas? — preguntó, plenamente intrigado, como si estuviera descubriendo un secreto que había estado oculto durante siglos.
—Criaturas peligrosas y muy horribles — contestó aquel, enseguida.
—¿Horribles? — repitió Jimin, siendo difícil modular la indignación en su voz.
—Las más horribles y asquerosas cosas que se pueda imaginar — contestó el soldado con más entusiasmo, como si fuese bastante divertido, seguramente así solía bromear con sus colegas —. Las brujas que practican la magia negra son las peores, una vez vi una cuando era niño y no pude dormir por tres noches pensando en su fea cara. Supongo que son a las que más temo.
El hombre rió y Jimin fingió hacerlo también.
—Sin embargo, eso no es nada, también están los licántropos y los vampiros — continuo.
Jungkook no pudo evitar voltear en dirección a la pareja cuando fue llamado en la conversación. En realidad tenía curiosidad por lo que diría un hombre noble como él.
—¿Vampiros? — preguntó Jimin con cara asustada mientras se echaba para atrás en su asiento.
El soldado carcajeó roncamente y aprovechó para estirar su mano sobre la mesa y acariciar el dorso de la mano de Jimin, aparentando que era un gesto tranquilizador.
La mirada telescópica del vampiro se expandió a ese movimiento, como si hubiera sido golpeado por un relámpago. Sin darse cuenta, Jungkook soltó un gruñido y apretó el vaso de whisky con tanta fuerza que se hizo añicos. Ningún gesto de dolor pasó por su rostro pétreo cuando el cristal desgarró la palma de su mano, no obstante, fue cuestión de segundos para que el tajo se cociera rápidamente por sí mismo.
Cuando se dio cuenta de lo que había hecho trató de relajarse simulando una respiración, pues había llamado la atención de unos cuantos, incluso Jimin se crispó en su asiento pero no se giró a mirar.
—¿Se encuentra bien, joven? — preguntó con ingenuidad el hombre detrás de la barra que se encargó de limpiar los vidrios rápidamente —. ¿Desea qué le sirva otro?
Jungkook se disculpó rápidamente y asintió antes de girarse a otra dirección, guardando la compostura y tratando de contener su furia irracional.
Pero su mirada se clavó en el soldado, como si sus ojos fueran cuchillas afiladas.
—Oh, no se preocupe, mi señor. Los soldados reales siempre estarán para ayudar a alguien tan bonito como usted. Puede visitarme en mis aposentos algun día si tiene demasiado miedo — dijo, su voz cómplice y suave como la seda. Un rubor apareció en las mejillas de Jimin —. Además, los vampiros son criaturas escasas y es poco probable que se encuentre con uno alguna vez. La probabilidad es una en un millón.
Maldito ingenuo.
Jungkook rechistó para sus adentros. Si tan solo supiera que a ese chico rubio lo único que lo hacía ponerse duro era precisamente un vampiro.
—Es bueno saber eso — dijo Jimin con un supuesto alivio en su bonito rostro —. No quisiera dormir con un crucifijo en la mano esta noche.
El soldado se rió, su risa baja y gutural, como la de un hombre que ha visto demasiado en su vida.
—Es tierno que piense en ello como una defensa, pero un crucifijo no es suficiente para matar a un vampiro — dijo con diversión pero a la vez se percibía su seriedad al respecto —. Crucifijo, ajo, agua bendita, fuego, estaca de madera al corazón, todas esas herramientas no son suficientes para acabar con la vida de un inmortal. Solo son cosas con las que podrías frenarlos temporalmente.
—¿Entonces cuál es la forma de matarlos definitivamente? — preguntó Jimin, encarando una ceja.
—Hay dos formas — dijo el soldado, hablando con más severidad que antes —. La primera es decapitación, usando una espada de plata. Aunque hay ocasiones en las qe no no siempre funciona. Hay menos probabilidades de conseguir matar a un vampiro entre más anciano sea. Tienen un montón de trucos increíbles — respolo con molestia —. Lo que nos lleva a la tercera, exponerlos a la luz solar. Esa es la forma más certera de asegurarse de que murió. Es su mayor debilidad.
Jungkook no pudo evitar soltar una risa. Al menos no era un idiota al respecto. Sabía de lo que hablaba.
—Vaya, parece que sabe mucho acerca de estas criaturas extrañas — dijo Jimin, su voz llena de admiración mientras ponía ojos redondos y simulaba estar fascinado por la información.
—Gajes del oficio —respondió.
El soldado claramente estaba alardeando, seguramente nunca había visto a un vampiro, no estaría vivo si lo hubiera hecho, pero Jimin tuvo que fingir que estaba cayendo en su encanto, como un pájaro que se deja atrapar por una serpiente astuta.
—Su deber como soldado del castillo debe ser bastante arriesgado — continuó Jimin. El soldado infló el pecho con orgullo, como si quisiera hacer notar su vanidad y autoimportancia —. ¿No tiene miedo de algún día enfrentar algo que no puede vencer?
—Vale la pena enfrentar a la criatura más demoníaca con tal de proteger mi reino, y a mis Reyes — dijo, su voz llena de convicción y determinación, como si estuviera dispuesto a dar su vida por su monarquía.
—¿Entonces está diciendo que existe algo más fuerte que los vampiros? — interrogó Jimin, viéndolo fijamente a los ojos.
El soldado lo pensó durante un momento muy largo antes de responder, con prudencia.
—Por supuesto que lo hay, en ese maldito bosque hay todo tipo de criaturas con poderes inimaginables — respondió con un carraspeó—. Pero bueno, me he aburrido de hablar sobre esas bestias. ¿Le parece si iniciamos el juego?
Jimin tarareó un poco.
El juego ya había comenzado.
—En realidad, quisiera que me siguiera contando historias interesantes sobre su reino — dijo Jimin, usando su voz baja y seductora, mientras tocaba la mano del hombre con una suavidad que parecía una caricia. Su pulgar comenzó a acariciar la mano del soldado en círculos, creando un ritmo hipnótico que parecía atrapar al hombre en una red de deseo —. Pero no aquí... en un lugar más privado. Si le atrae la idea, por supuesto.
El hombre abrió los ojos emocionados, su rostro iluminado por una luz de excitación y anticipación. No había necesidad de hacerse el tonto y fingir que no sabía a qué se refería el rubio. Muchos venían a esta cabaña específicamente a buscar a un compañero con el que pudieran compartir una noche de pasión. El ambiente era perfecto, y Jimin sabía que aquel no podría resistirse.
El soldado le devolvió una coqueta sonrisa a Jimin.
—Claro. Espere un momento — dijo, mientras se levantaba de la silla y se acercaba a uno de sus colegas.
La conversación que siguió fue baja y susurrada, pero Jungkook pudo escucharla perfectamente bien, como si estuviera sentado junto a ellos.
—Volveré en unas horas, cuida mi caballo. Voy a darle una jodida a ese bonito plebeyo de ahí — susurró en el oído de su compañero.
—Oh, hermano, ¿de donde carajo lo sacaste? Es jodidamente ardiente — su compañero se quejó mientras veía a Jimin con una mirada llena de lujuria.
—No lo sé, el muy ingenuo vino directamente a mi — contestó con una risa arrogante —. Pero no me quejo. Me han estado doliendo las bolas desde que sentó frente a mi.
El compañero se rió pícaramente y le dio un golpe en el hombro, como si estuviera dándole su aprobación y su bendición para que siguiera adelante con sus planes. La escena era cómica y patética al mismo tiempo. Pero Jungkook no se rió en absoluto.
Escuchar que alguien quisiera joder a Jimin hacía que su cuerpo ardiera en llamas de celos y posesividad, sentimientos que lo consumían y lo hacían sentirse como un animal salvaje y descontrolado. Tal vez no era muy diferente a ellos. Quería las mismas cosas que ellos, pero era la forma en que hablaban de Jimin.
Ni siquiera sabía de donde venían esos sentimientos. Ya no le deberían de sorprender, pero nunca le había pasado con otra presa. Todo con Jimin era distinto, más intenso... Tal vez debería dejar de llamarlo presa.
Cuando Jimin y el soldado se dirigieron a la puerta y salieron de la choza, Jungkook supo que era hora de actuar. Se levantó rápidamente, dejó un montón de monedas de oro sobre la barra, muchas más de las que valía un whisky, y salió sigilosamente sin llamar la atención. Estaba comenzando a agitarse y su mente estaba llena de pensamientos oscuros y posesivos.
[...]
Jungkook entró a la bodega lejana donde guardaban los barriles de cerveza, y desde que estaba en el umbral de la puerta pudo escuchar los sonidos obscenos que provenían del fondo. Eran los gemidos de Jimin. Un fuego de ira y celos se prendió en su interior, ardiendo con intensidad, como un cohete que explotaba en el cielo nocturno. Sus colmillos crecieron, y sus garras se torcieron en sus dedos, como si estuvieran ansiosas por desgarrar algo. El vampiro caminó lentamente hacia la parte trasera de la bodega, deslizándose entre los estantes de madera como una sombra, y su rostro se contrajo en una mueca de disgusto cuando percibió los cuerpos calientes envolviéndose entre ellos.
El soldado estaba encima de Jimin, besando su boca hábilmente, mientras la sirena lo abrazaba y le correspondía el beso con la misma fogosidad.
Fue una imagen sofocante. Jimin, el objeto de su deseo, yacía debajo del soldado, su cuerpo arqueado en una pose de abandono. Su capa había desaparecido, su ropa estaba desordenada, y su cabello estaba hecho jirones. Jungkook se mantuvo quieto, observando la escena con una mirada fría y distante, mientras una tormenta de emociones se desataba en su interior.
Posesividad, celos, enojo. Todos esos sentimientos se arremolinaban en su pecho sin corazón, amenazando con explotar en cualquier momento.
Jungkook podía sentir que le hervía la sangre.
Su criatura bonita, su sirena, estaba siendo casi profanada por alguien que no era él. El soldado estaba dejando sus huellas en Jimin, huellas que el vampiro anhelaba borrar con su propio contacto. Quería ir hacia ellos, quería arrancar a ese hombre de los brazos de Jimin y hacer que se arrepintiera de haber osado tocarlo. Pero se contuvo, decidido a ver hasta dónde llegaría Jimin en su juego de seducción. ¿Qué secretos escondía detrás de su personalidad enigmática? Jungkook estaba decidido a descubrirlo, incluso si eso significaba soportar el tormento.
En un movimiento fluido, cambiaron de posición, y el vampiro se sintió invadido por una sensación de repulsión al ver a Jimin apoyado contra un estante en brazos del caballero humano, quien sostenía sus piernas en sus caderas y se frotaba contra él. La excitación del soldado era palpable, una emanación espesa y casi tangible que llenaba el aire y hacía que Jungkook se sintiera enfermo. Pero lo que realmente lo desconcertó fue la reacción de Jimin, mejor dicho la falta de ella. Si no hubiera sentido un vacío emocional en la sirena, habría pensado que Jimin estaba disfrutando del momento, que se estaba dejando llevar por la pasión del momento.
—Puedo parecer un hombre loco, pero no puedo evitar decirte que, desde el instante en que te vi, he sentido una atracción irresistible hacia ti — susurró el soldado en la boca de Jimin, su voz plagada de emoción y necesidad —. Y al tener tu cuerpo cerca del mío, siento una sensación de conexión irracional. Me siento como si estuviera enamorado de ti, dulzura — confesó con una risa divertida.
Jimin jadeó por la falta de aliento, y su voz sonó débil y sensual.
—¿En serio? — pregunto fingiendo asombro, y el soldado asintió contra su piel, su rostro enrojecido por la calentura —. Entonces demuéstrame como te hago sentir.
Jimin alzó su mentón hacia arriba cuando los labios del hombre trazaron un camino de fuego desde su mandíbula hasta su cuello. Las manos del soldado se deslizaron por los muslos de Jimin, luego por su abdomen, dirigiéndose hacia su pecho ligeramente abultado, provocando que un gemido hermoso y sensual saliera de los labios de Jimin. El sonido era un cuchillo envenenado que se clavaba en la mente de Jungkook, que no pudo soportarlo por más tiempo.
Con un movimiento brusco, Jungkook pateó una botella de vino vacía que estaba en el suelo, haciendo un sonido que resonó en la bodega oscura. Lo había hecho intencionalmente para que el hombre se detuviera y quitara su horrenda boca de Jimin. Pero el soldado no le prestó atención, demasiado envuelto en su propio deseo para notar la presencia del vampiro.
La sirena, en cambio, inmediatamente miró en su dirección, buscando a Jungkook en la oscuridad. Sabía que estaba allí, y fue cuestión de segundos para que sus miradas se conectaran en un momento de tensión eléctrica. Jimin se quedó en silencio, siguió en su papel y todavía tuvo el descaro de sonreírle ampliamente al vampiro mientras el soldado humano seguía frotándose contra él como un perro en celo y lo besaba por todas partes.
Jungkook sabía que Jimin estaba haciéndolo a propósito. Quería sacarlo de sus cabales y lo estaba consiguiendo. La mirada mordaz de Jimin era como un desafío, un reto para que Jungkook perdiera el control y se lanzara sobre ellos, que sacará a pasear a la bestia.
Y Jungkook estuvo a punto de hacerlo, su cuerpo estaba temblando de rabia y celos, de no ser porque Jimin habló primero.
—Déjame revelarte un secreto, sir Jeonghan — murmuró en el oído del hombre, con su voz ronca y persuasiva, mientras éste le besaba el cuello y le desabrochaba los botones de la camiseta para descubrir su pecho. El hombre estaba tan ansioso, tan consumido por su deseo, que no podía esperar para satisfacer sus propias necesidades carnales —. Las criaturas mágicas no son repugnantes y los vampiros no son criaturas abominables. Son incomprensiblemente hermosos... Su belleza es de una naturaleza tan exquisita y sobrenatural, pero no esperaría que tu mente humana lo entendiera.
Jimin miró fijamente a Jungkook mientras lo decía. Su mirada era insinuante, coqueta, llena de un anhelo que desafiaba al vampiro a acercarse y a tomar lo que era suyo. Era como si Jimin estuviera diciendo: "Ven y tómame, hazme tuyo, hazme sentir, haz todo lo que este humano no puede". Era una invitación, un llamado a la pasión y al deseo. Era una promesa de placer y satisfacción, una promesa de que Jungkook podría saciar su hambre y su sed en los labios y en el cuerpo de Jimin.
En cambio, el humano, estaba tan cegado por su propia lujuria para escuchar las palabras de Jimin. Siguió besándolo desesperadamente, su boca ansiosa por devorar cada centímetro de la piel de Jimin, mientras se desabrochaba la bragueta de los pantalones para liberar su erección. Estaba demasiado consumido por su necesidad carnal para notar la evidente amenaza que lo acechaba, para darse cuenta del vampiro que los observaba desde las sombras, un depredador al que había hecho enojar y estaba a punto de atacar.
—Aún sigues con ese tema, deja de mencionar a esas criaturas horribles mintras lo hacemos, me da asco — dijo Jeonghan, su voz llena de impaciencia y desconexión, como si no estuviera escuchando las palabras de Jimin en absoluto.
La sirena tarareó levemente, algo hastiado, su mirada indiferente, mientras dejaba que el humano tomara placer de su cuerpo.
—¿Sabes que es más peligroso que la locura de un vampiro sediento, el frenesí de un licántropo enfurecido o la maldición de una bruja resentida? — siguió preguntando y entonces, se separó del hombre para mirarlo con un toque mordaz —. Una sirena con sed de venganza.
El hombre finalmente pareció escuchar las palabras de Jimin, detuvo sus acciones y se alejó lo suficiente. Su rostro se transformó en una máscara de desconcierto y sorpresa, como si le hubiera salido un tercer ojo a su bella cara.
—¿De qué está hablando, Lord Jimin? — espetó el hombre, su voz llena de confusión y un toque de miedo.
—En que a veces, detrás de un rostro hermoso se esconde un corazón negro y una intención malvada — sonrió de lado a lado, mostrando su verdadero lado macabro, un lado que era oscuro y terriblemente peligroso. Su verdadero yo —. Deberías pensar más con la cabeza de arriba y no con la de abajo... — dijo dándole un golpecito a su erección.
En ese momento, Jeonghan pareció notar los sutiles indicios que revelaban la verdadera naturaleza de Jimin. Su apariencia excepcionalmente hermosa, su piel brillante y húmeda, su cabello largo y ondulado, su boca sensual, sus ojos seductores y azules como el color del mar, su voz melodiosa y sus movimientos fluidos. Todo parecía conspirar para revelar la verdad: no era una apariencia que tuviera un ser común y corriente. Demasiado perfecta.
El rostro del humano se transformó en una horrible mueca de pánico, sus ojos se abrieron de par en par y su boca se convirtió en una "O" de terror. Retrocedió con torpeza, acomodándose los pantalones con manos temblorosas y después, buscó a tientas la espada de hierro que había dejado sobre una montaña de paja para apuntarla al pecho de Jimin. La sirena lo miró con aburrimiento, como si estuviera viendo a un insecto insignificante.
Jimin dio un paso adelante, a lo que Jeonghan dio un paso atrás, su espada temblando en su mano.
—¡No te acerques, cosa! — exclamó.
—Uy, así que ya no soy "dulzura" — Jimin carcajeó y siguió caminando lentamente hacia él.
El humano lo amenazó con mas determinación, acercando la espada a la sirena, la punta casi tocando su pecho desnudo.
—Te lo advierto — dijo el hombre, con una mezcla de enfado y miedo.
—Mmm, lástima que no sea de plata — mencionó Jimin, con burla, antes de desviar la mirada hacia las espaldas del humano y fingir hacer un puchero compasivo —. Tus probabilidades eran una en un millón y aún así tuviste mala suerte.
La ironía de sus palabras era palpable.
Jeonghan no pudo entender a qué se refería hasta que Jungkook lo tomó por el pescuezo y lo hizo salir despedido por los aires hasta el otro extremo de la habitación. El estruendo que se produjo cuando Jeonghan cayó sobre algunas cajas de madera y derribó algunos barriles vacíos fue ensordecedor. El hombre se quejó de dolor, algunos pedazos de madera se habían clavado en sus brazos, pero rápidamente se puso de pie para correr hacia la salida, olvidándose de su espada en el suelo.
Sin embargo, Jungkook apareció delante de él después de un simple pestañeo, cerrándole el paso. Literalmente, quedaron cara a cara. El hombre vio los ojos rojos de Jungkook, después su apariencia muerta e impotente, y su cuerpo anormalmente grande. Su rostro se puso pálido del terror, como si hubiese visto al mismísimo Satanás. Técnicamente, lo era, según algunas leyendas rurales.
—Eres... Eres... — balbuceó aquel, intentando encontrar las palabras para describir lo que estaba viendo.
—Una de esas horribles criaturas — completó Jungkook.
El vampiro tomó al humano por el cuello y lo levantó, haciendo que Jeonghan ya no pudiera tocar el piso con sus pies. Jungkook lo miró fijamente, su rostro pétreo y mordaz, al mismo tiempo que sus ojos escarlata ardían con una furia que lo consumía por dentro. La ira que emanaba de él era palpable, casi tangible, una energía que parecía vibrar en el aire y hacer que el hombre temblara de miedo.
La verdad es que su único error había sido besar a su presa.
El hombre se retorció bajo su fuerza, mientras lo rasguñaba y le daba golpes para que lo soltara, pero no le hacian nada a Jungkook. Apenas era una caricia. Trataba de decir que no podía respirar, pero ni las palabras ni el aire pasaban de su garganta obstruida. Su rostro se estaba poniendo morado al poco tiempo, y sus ojos parecían a punto de salírsele de las órbitas.
—Espero que hayas disfrutado ese beso porque voy a arrancarte la maldita lengua — proclamó Jungkook, con voz furiosa y una mirada que parecía quemar el alma del hombre.
—N-no... t-te lo suplico... — dijo el hombre con un hilo de voz.
Pero Jungkook no se apiadó de él. Sostuvo con más firmeza el cuello del hombre, sabiendo que solamente debía usar una tercera parte de su fuerza y su columna se rompería. No le importaba si no les daba la información que querían, podían buscar a otro noble.
—Suficiente — ordenó Jimin, su voz firme y autoritaria, mientras se acercaba a Jungkook por la espalda y tocaba su brazo con determinación —. Déjalo ir, aún lo necesito.
La mirada de Jimin no era ninguna broma, y aunque Jungkook sabía que no podía hacerle ningún daño, que podía apartarlo de un empujón y hacer lo que quisiera con el humano, Jungkook sintió una extraña sensación de sumisión ante él. Era como si Jimin tuviera un poder sobre él que trascendía la fuerza física.
O simplemente era preso de sus caprichos.
—Suéltalo — repitió.
Jungkook soltó al humano, que cayó al suelo como un costal de papas mientras tosía con fuerza y se agarraba la garganta magullada.
—Todo tuyo — dijo el vampiro con un resoplido —. No irá a ninguna parte, no va a atacar y responderá a todo lo que preguntes... de lo contrario, bueno, aún no he cenado esta noche.
La amenaza era clara, y el humano la entendió perfectamente porque se quedó paralizado, aunque estaba temblando de pies a cabeza. Si este era un soldado condecorado del castillo entonces no podía esperar a ver al resto de cobardes.
—Dime si lo entendiste — exigió el vampiro y Jeonghan asintió erráticamente. Jungkook sonrió mostrando los colmillos afilados y el humano se arrastró torpemente hasta quedar sentado en el suelo, con la espalda pegada a la pared, respirando irregularmente —. Adelante.
Jungkook retrocedió un paso, hasta quedar al lado de Jimin.
—Eres tan ardiente cuando estas enfadado — dijo Jimin, con su voz susurrante, mientras rodeaba a Jungkook con la gracia de una serpiente que se enrosca alrededor de su presa. Se puso de puntillas y depositó un beso casto en la mejilla de Jungkook, como una pequeña recompensa —. Lo hiciste bien.
Jungkook no pudo evitar sentirse engreído ante el gesto de Jimin, mientras veía al humano que los observaba en un estado de shock, incapaz de creer la relación que existía entre las dos criaturas mágicas que tenía delante. Su mirada iba de uno a otro, como si tratara de descifrar el código secreto que los unía.
Jimin se acercó al hombre hasta ponerse en cuclillas frente a él. Jeonghan estaba petrificado del miedo, pero sus ojos redondos no se separaban del vampiro, que se encontraba a espaldas de Jimin, su presencia era demasiado imponente en la habitación.
—¿Es impresionante, no es así? — preguntó Jimin con orgullo —. Recuerdo cuando lo vi por primera vez... Me sentí igual que tú, bueno, fue un poco más de excitación — Jimin soltó una risa.
Pero Jeonghan no lo encontró divertido. Se quedó en silencio, su mirada fija en Jungkook, como si estuviera esperando a que la criatura se moviera de nuevo y lo atacara. La habitación se quedó en silencio, solo interrumpido por la respiración agitada del hombre, que parecía estar luchando por mantener la calma en presencia de la criatura reina de la oscuridad.
—Tengo algunas preguntas que requieren respuestas sinceras. Espero que puedas darmelas sin necesidad de... persuasión adicional, aunque estoy dispuesto a emplear todos los medios necesarios para obtener la verdad — inició Jimin con voz baja, sus ojos azules se clavaban en los suyos con una intensidad que parecía perforar su alma.
El hombre tragó saliva con dificultad, su garganta moviéndose convulsivamente mientras su mirada se desviaba hacia un lado y otro, como si buscara una escapatoria. Su rostro pálido y sudoroso reflejaba la ansiedad que lo embargaba.
—Dime, ¿cuántas criaturas mágicas hay en el palacio de los Reyes? — preguntó Jimin, con tono firme pero controlado.
—¿Q-qué? No sé a qué se refiere — la respuesta del hombre fue casi inmediata, pero su voz tembló ligeramente, como una hoja agitada por el viento.
—Está mintiendo — Jungkook intervino desde detrás de él.
El rostro del humano había palidecido visiblemente, como si la sangre hubiera abandonado su cuerpo. Su respiración era agitada, y su corazón latía con una rapidez que parecía ensordecedora. Jungkook podía percibir la mentirá emanando de él a borbotones.
Jimin observó ligeramente al vampiro antes de devolver su mirada al humano.
—¿Crees que puedas ser sincero o necesitarás persuasión? — preguntó Jimin, todo rastro de diversión había desaparecido de su cara —. Tengo algunas técnicas de persuasión bastante... útiles. Pero tal vez sería mejor buscar a alguien más para que me de lo que quiero y ofrecerte a las brujas, eh — dijo —. Podrían encontrar interesante tu compañía. Un hombre apuesto como tú sería muy divertido para ellas.
El dedo de Jimin trazó la línea de su mandíbula, y el hombre se estremeció ligeramente, como si hubiera sido tocado por una llama helada.
—¿Te gustaría conocerlas y sentir su hospitalidad? — preguntó el tritón.
En realidad se llevaba bien con las brujas, una vez hizo un trato con una a cambio de un mechón de su cabello dorado para un encantamiento, y en otra ocasión le obsequió a una bruja una nota de su voz para usarla como propia y enamorar a alguien.
El hombre negó frenéticamente con la cabeza, su rostro pálido y sudoroso reflejando la ansiedad y el terror que lo sofocaban.
—Está bien, les diré todo lo que sé — respondió en voz baja, como si supiera que estaba haciendo mal, como si estuviera revelando un secreto que debía permanecer oculto para siempre —. Hay decenas de ellas — continuó, con voz una mezcla de miedo y resignación —Desde animales mágicos como fénix, hadas, kappas, bakus, Hanamis, pegasos... Uno de los más poderosos es un Grifo, encerrado en una jaula impenetrable de plata. Hasta criaturas como duendes, trolls, cíclopes, centauros, momias y brujas blancas... O al menos esos son los que he visto.
Jungkook apretó la mandíbula al escuchar la lista, su rostro reflejando la ira y la indignación que sentía. A excepción del Grifo, todas esas criaturas eran parcialmente indefensas y nobles, cazarlas resultaría demasiado fácil y por eso eran el blanco principal de los humanos. Apostar por un licántropo, algún híbrido, un demonio, una bruja que practicaba la magia negra o un animal como el cerbero o los dragones eran una muerte segura.
—¿Para qué las quieren? — cuestionó Jimin, con el ceño fruncido.
—Todos los años, en la época de otoño, hay una exhibición a representantes de otros reinos — respondió el hombre, bajando la mirada como si estuviera avergonzado, lo cual solo era hipocresía —. Las venden a cambio de riqueza, poder y tierras. Lo que hagan con ellas cada persona, no tengo idea.
—Humanos... — Jimin soltó una risa enfadada, su rostro reflejando desdén —. Seres débiles pero con una gran avaricia.
Debería llegar alguien que les mostrara la realidad.
—¿En dónde las tienen? — preguntó entonces.
—La mayoría de ellas están en las mazmorras del castillo — contestó el hombre.
Jimin se quedó un segundo, pensativo, su rostro serio reflejando concentración y determinación.
—La mayoría de ellas... — murmuró —Ósea que hay algunas que no se encuentran encerradas ahí.
Los ojos nerviosos del hombre bailaron y desviaron la mirada, como si estuviera tratando de evitar la verdad.
—¿Dónde está la sirena? — preguntó finalmente, manteniendo la tranquilidad, pero con un tono de amenaza velada.
La cara pasmada que puso el hombre debió haberlo delatado inmediatamente, no esperaba que mencionara eso, sin embargo, todavía guardó la compostura, aunque su voz temblorosa traicionó su nerviosismo.
—No sé de qué sirena está hablando — contestó, intentando mantener una apariencia de inocencia.
Pero Jimin no se dejó engañar. Su rostro se oscureció, y su voz se elevó en un rugido de ira.
—¡De la sirena que tienen encerrada en ese maldito castillo! ¡¿Dónde diablos está ella?! — gritó Jimin, perdiendo la compostura por primera vez, sus ojos estaban exasperados, y su rostro reflejaba pura furia.
El hombre se crispó por el grito, sin embargo, agachó la mirada y se quedó en silencio, intentando mantener una apariencia de dignidad en medio de la tormenta que lo rodeaba.
—No lo diré — respondió finalmente, mostrando un poco de honor y lealtad al trono, aunque su voz temblorosa traicionó su nerviosismo otra vez —. Mátenme si eso quieren, moriré siendo fiel a mi Rey.
Jimin gruñó con coraje y se puso de pie abruptamente.
—Jungkook — señalo, dando un paso hacia atrás.
Jungkook levantó a Jeonghan fácilmente, tomándolo por la camiseta y quedó a centímetros de su rostro. El humano trató de luchar y zafarse de su agarre, sin embargo, el vampiro no se movía, estaba duro como si fuese una roca enorme.
—Debo confesar que disfrutaré hacer esto como no te puedes imaginar — Jungkook sonrió malvadamente, mostrando los colmillos, y su rostro reflejó una crueldad que hizo que el hombre se estremeciera de terror.
Las alas de Jungkook emergieron de su espalda con un movimiento brusco y fluido, como una extensión natural de su cuerpo. Antes de que el humano pudiera reaccionar, Jungkook se impulsó hacia arriba, atravesando el techo de madera de la pequeña cabaña abandonada que se erguía solitaria en el corazón del bosque. Estaba muy alejada de Vals de Media Noche, así que nadie los vería. La estructura parecía frágil y vulnerable bajo el peso de la noche, y Jungkook la traspasó con la facilidad de un fantasma.
Con el hombre sujeto por las garras de sus pies, Jungkook se elevó hacia el cielo, llevándolo en un vuelo salvaje y errático a través del bosque encantado. Las ramas de los árboles parecían extenderse como dedos para atraparlos, pero Jungkook las esquivaba con facilidad mientras el hombre gritaba de terror cuando lo golpeaban fuertemente. El vampiro lo llevó en un baile macabro, subiendo y bajando en picado, golpeándolo contra la tierra de vez en cuando y luego atrapándolo en el aire antes de que pudiera tocar el suelo. El hombre gritaba y gritaba, su voz ahogada por el viento, mientras Jungkook se divertía con él.
Los murciélagos los siguieron, revoloteando alrededor de ellos como una nube de sombras vivientes. Jungkook los dirigió hacia el hombre, y los pequeños animales lo mordieron y lo picotearon, mientras el vampiro lo sostenía en el aire, disfrutando del espectáculo. Seguramente ya tendría rabia. Una de esas enfermedades que tanto le disgustaba de los aldeanos.
Finalmente, Jungkook se acercó al pantano, un lugar de aguas verdes y hondas, donde la vida y la muerte parecían estar en un equilibrio precario. Allí, puso al hombre colgado boca abajo, ofreciéndoselo al Ryujin que vivía en las profundidades del pantano.
El hombre gritó, su voz ahogada por el terror, mientras la bestia emergía del agua, sus ojos amarillos brillando con una luz maligna en la oscuridad. Pero justo cuando parecía que todo estaba perdido, el hombre gritó: —¡No, basta, por favor! ¡Se los diré! ¡Se los dire!
Jungkook sonrió, satisfecho con la respuesta, y llevó al hombre de vuelta a la cabaña. Lo dejó caer por el agujero en el techo que había dejado antes, y el hombre azotó con un alarido, mientras Jungkook aterrizaba suavemente en el suelo, haciendo un soplido cuando sus alas tocaron la tierra.
El vampiro se paró junto a Jimin, que los estaba esperando pacientemente. Jungkook le dio una sonrisa complice, la cual Jimin le devolvió, mientras el hombre yacía en el suelo, temblando de miedo y dolor.
Antes de que la sirena avanzara hacia él, el hombre gritó, horrorizado por lo que había vivido, su voz llena de un pánico que parecía haberlo consumido por completo: —¡Está en los aposentos del Rey! ¡Ala oeste del castillo! — exclamó, como si las palabras fueran arrancadas de su garganta por una fuerza invisible.
Jimin se quedó paralizado, su cara congelada en una expresión de sorpresa y asombro.
—¿Aposentos del Rey? — repitió para sí mismo, como si estuviera tratando de procesar la información que acababa de recibir.
Jeonghan, aún recuperándose del golpe, se irguió sobre el suelo —. La tienen en un estanque. El Rey no permite que nadie la vea, ni siquiera yo la he visto con mis propios ojos, pero todos los soldados saben de ella. A veces se turnan para cuidarla afuera del dormitorio real por la traición — explicó con voz débil pero llena de resignación —. Es el tesoro más grande del Rey.
Jimin se puso de pie con una cara pasmada, completamente desconcertada. Nunca pensó que Yuna pudiera estar en un lugar como ese, mucho menos dentro de un estanque, y por alguna razón inmediatamente tuvo un mal presentimiento, como si una sombra oscura se estuviera cerniendo sobre él.
La sirena se alejó de Jeonghan y llegó hasta Jungkook.
—Eso es todo lo que estaba buscando — dijo Jimin —. Hay que irnos de aquí.
Ambos se dirigieron a la puerta, Jeonghan probablemente pensó que se había salvado, pues suspiró exageradamente, y luego se recargó contra la pared mientras se agarraba el abdomen magullado.
—Cierto. Casi lo olvidaba — dijo Jimin una vez que estaba en el umbral de la puerta y le sonrío al hombre, su rostro reflejando una malicia y una crueldad que parecían ser casi inhumanas —. Hice una llamada durante su ausencia. Espero que disfruten de su compañía.
—¿Q-qué? ¿De qué está hablando? — Jeonghan trastrabillo.
No escucharon las preguntas desesperadas del soldado. Jimin y Jungkook salieron de la cabaña, y en su lugar entró una mujer alta y delgada, con una espalda encorvada y una cabeza demasiado grande para su cuerpo. Su rostro estaba lleno de arrugas y líneas de expresión. Además, algunas verrugas con pelos salpicaban su rostro, dándole un aspecto aún más grotesco. Sus ojos eran dos agujeros oscuros que parecían succionar la luz de la habitación. Su cabello era un enredo de mechones grises y blancos que caían en cascada por su espalda, y su nariz era larga y curva, como el pico de un águila. Sus manos eran flacas y largas, con dedos que estaban en movimiento, como si estuvieran tejiendo una red de hechizos.
Vestía un vestido negro que parecía haber sido confeccionado en una época lejana, el cual contrastaba con el color verdoso de su piel. El vestido estaba adornado con símbolos extraños y patrones mágicos que brillaban con una luz tenue y misteriosa, como si estuvieran vivos.
—El tritón tenía razón... — dijo la mujer mientras caminaba hacia Jeonghan, su voz chirriante y desagradable, como el sonido de una puerta que se abría con dificultad —. Si que eres un hombre apuesto... Me servirás demasiado bien, amor.
Jeonghan soltó un grito horrorizado.
Y fue lo último que escuchó Jungkook al cerrar la puerta detrás de él con un sonido seco y definitivo, y dejar la cabaña atrás.
[...]
Consideraciones a tomar en cuenta. Tal vez debí ponerlas al principio pero bueno jeje:
+ Tomen en cuenta que Jimin es una sirena y Jungkook un vampiro, por lo tanto se comportan como tal. Ósea asesinan gente.
+ Moralidad muy dudosa. Pueden ser malvados, sobretodo Jimin.
+ Aunque han pasado años de su transformación, Jungkook sigue siendo considerado un neófito o bien "un vampiro joven e inexperto". No controla muy bien su impulsividad y emociones.
+ Es un mundo ficticio, hay mucha fantasía y se mencionan a muchas criaturas mágicas, así que no deberías analizar demasiado las cosas.
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