Capítulo 3 parte 2

Lo siento muchísimo por la tardanza. Me sienta fatal que tengas que esperar una eternidad para este cachito. Pero espero que lo disfrutes.

Me quedé despierto casi toda la noche, preguntándome si debería haberme esforzado más hablando con mi amigo para hacerle entrar en razón. Se iba a dar de bruces y el muy idiota no quería verlo. Si fuera por Cloey y él. No me lo hubiese pensado dos veces. Pero dejar que la cabeza de Mitchell fantaseara un poco podría convertirle en un chico sensato.

Sin embargo, sabía lo que iba a pasar y odiaba pensar en Lisa herida en el juego de mi amigo. Además de la oportunidad que mi amigo estaba dejando ir y yo siempre había querido tener en mis manos.

Pero no era mi trabajo cambiar el mundo y después de todos estos años de haber estado enamorado de Lisa, era hora de pensar en mí por una vez. Bueno, en mí y en ella. Estará en mi casa mañana en la noche como parte de mi equipo. Fiesta después de las pruebas. Todos estaban acostumbrados a mis fiestas y me aseguraría de poder hacer una después de las pruebas de mañana. Envié un mensaje con la hora de la fiesta en un grupo de unas sesenta personas, que se encargarían de difundir la palabra. Mi madre estaba en la lista de mensajes, por si se me olvidaba avisarla sobre la fiesta en la mañana. Nunca me tuve que preocupar de llenar la nevera. Bebida y comida siempre estaban al alcance, además de que siempre había alguien dispuesto a traer más bebidas a la fiesta. Pero lo mejor era que la chica de mis sueños iba a estar ahí. En algún momento de la media noche, conseguí dejarme dormir con una sonrisa en mi cara.

A la mañana siguiente, hice mi rutina normal que consistía en ducharme, afeitarme y vestirme, todo esto con música sonando desde el altavoz de mi habitación. Ahora estaba sonando P!nk and Nate Ruess asking for a reason. Me gustaba la canción, sobretodo porque era el tono de las llamadas de Lisa y escucharla me la recordaba.

Me puse mis pantalones de fútbol blancos. Me senté en la esquina de mi cama y me até los zapatos. Metí los tacos en la mochila, para ponérmelos luego en el campo. Cogí una sudadera limpia y la pasé por mi cabeza. Sobre la lampara de mi escritorio estaba colgando mi gorra de los Indians. Era mi favorita y la que suelo llevar la mayor parte del tiempo en el instituto, pero cuando estaba apunto de de ponérmela esta mañana, me miré al espejo en la puerta de mi habitación. Mi pelo seguía mojado por la ducha. Generalmente, este aspecto caótico volvía locas a las chicas. Iba a intentarlo con Lisa. Devuelta al baño, me puse un poco de gel en la palma de mi mano; solo lo suficiente para que no se viese pegajoso.

Las llaves del coche sonaron en mi mano mientras bajaba las escaleras. Desde el comedor se escuchaba un sonido y supuse que mi madre estaría ahí.-¡Mamá!- Grité por encima del hombro, ya iba tarde.-¿Leíste el mensaje?

-¡Sí, cariño!-Respondió desde la distancia de la cocina al salón que nos separaba.-Tu padre y yo estamos invitados a la fiesta de cumpleaños de Mary Fisher. ¡No estaremos esta noche!

-Sííí- Susurré y marqué mi puño en el aire.-¡Me voy al entrenamiento. Nos vemos luego, mamá!

En nuestro garaje doble, el Chrysler de mi padre eclipsaba mi Audi A3, pero no podía esperar para ponerme al volante de mi pequeño pintado en un brillante gris plata. Ella había sido un regalo de mis padres para mi cumpleaños número dieciocho, poco antes del campamento de fútbol. Y con mis propios ahorros había convertido el coche nuevo en un receptor de atención, con llantas de veinte pulgadas de aluminio diseñadas y con el cuerpo casi rozando el suelo. Dos cientos cuarenta kilómetros, dejemos que esta dama atraviese las calles como un tiburón bajo el agua.

Cuando me subí en el asiento delantero, acaricié el volante. Inhalé el olor a cuero nuevo y sonreí- ¿Me extrañaste, cariño?

La respuesta vino cuando pulsé el botón de encendido y suavemente la punta del acelerador. El Audi dio un rugido a modo de respuesta. Diablos, adoraba ese sonido. La puerta del garaje se abrió cuando apreté el botón del mando del garaje que tenía en mi llavero. La Luz del sol entró en el garaje y me cegó. Cogí mis gafas de sol que estaban en la guantera del coche, las sacudí para poder abrirlas con una sola mano y me las puse.

La música hacía vibrar a los altavoces, estaba a un nivel que dejaría sordo a cualquiera. Salí del garaje conduciendo hacia mi destino. No tardé nada en llegar ya que el campo de fútbol estaba al lado del instituto, a solo dos kilómetros de mi casa. Este sábado por la mañana, el aparcamiento estaba bastante ocupado, lo que significaba que más estudiantes , de los que me esperaba, habían venido a las pruebas.

Cogí la mochila, que había dejado en el asiento del copiloto, y me la colgué a un hombro. Cerré el coche y me dirigí al campo.

Ahí vi a Torres, Frederickson, Sebastian, Randall y Alex. Les tuve que pedir que me ayudaran con las calificaciones de las chicas hoy, patear el balón con ellas y juzgar sus habilidades. Frederickson era nuestro portero, así que tenia que hacer lo de siempre. Tony no había llegado todavía, no me había ni molestado en buscar a Lisa. Porque sabia que ella no aparecería sin él. Me dirigí hacia la banca donde había al rededor de mil bolsos y mochilas, y una chica. Mientras algunas de las chicas se estiraban o hablaban con alguien más, esta solo estaba leyendo un libro.

Ella no estaba en ninguna de mis clases, ni había salido con ella, pero sabía que me había dicho su nombre ayer en Charlie's. Maldición ¿Cuál era?

Dejé mis cosas a su lado y dije-Hola.

Levantó la vista de su libro y se quitó las gafas de montura de metal.-Hola.

-¿Es una buena historia?

-Fantástica.- Luego se sonrojó, probablemente porque había pillado mi sutil burla. Era raro venir a unas pruebas de fútbol y ponerte a leer. -Solo me queda medio capitulo y no podía parar de leer

Me reí. Era dulce-Ve y termina tu capítulo, de todas formas necesito un par de minutos más para tenerlo todo listo.

Parecía feliz por mis palabras, se puso las gafas otra vez y bajo la nariz hacia su libro otra vez. Lo que me sacó una sonrisa mientras sacudía mi cabeza y volvía a la lista de nombres que tenía en mi mochila. Pasé mi dedo de arriba hacia abajo, busqué su nombre que había anotado después de Elisabeth Mackenzie porque estaba seguro de que esta chica se había sentando a su lado en la cafetería. Sip, ahí estaba. Miller. Esa era ella.

Sentado a su lado, me cambié mis zapatos por mis tacos. Un golpe seco cerca de mi oido me dijo que ella había terminado su libro.-¿Cómo vas a hacer con todo esto?

Mientras me ataba los tacos, incliné mi cabeza hacia arriba para poder mirarla. -¿A qué te refieres?

-Bueno, hay alrededor de unas cincuenta chicas que quieren entrar en el equipo. ¿Cómo vas a hacer selección entre todas nosotras?

Me empecé a atar el otro zapato.-No sé. Dejaré que metan algunos goles y las veré jugar.

-Trabajo duro con un montón de chicas-Me respondió y puso su libro en uno de los millones de bolsos que había.-¿Tienes algún sistema de clasificación?

No lo tenía, porque pensé que tendría que elegir entre quince, a lo mejor veinte. No contaba con que iba a aparecer la mitad de la escuela. Arqueé mis cejas hacia ella y me mordí el labio inferior.

-Eso significa que no, ¿verdad?

-Si, la verdad.

Se rió. -A lo mejor podrías dar puntos por algunas pruebas y quedarte con las que tengan un mayor puntaje.

Eso sonaba como una idea brillante.-Eres lista- Me levanté y di una de mis sonrisas que suelo reservar para esos momentos de pedir-salir-a-chicas. Estaba bien, porque esos momentos ya no eran los mismos, se habían vuelto algo extraños. La única hoja que tenía estaba llena con los nombres de las chicas y no había espacio en ningún lado para apuntar las notas.-¿Por casualidad no tendrás

-Una libreta o algo para anotar?- Terminó por mí, devolviéndome el mismo tono de burla que había usado con ella antes. Por su sonrisa, era evidente que sí, tenía una. Me dio una libreta y un boli para poder escribir en ella.

Si, eso era perfecto. Coloqué el libro en una pequeña mesa delante de la tribuna y la moví un poco más cerca para poder escribir. La chica vino y me ayudó a moverla-Gracias- Le dije.

Ella asintió, sonrió y luego volvió al campo. Era raro que cualquier chica entrara en mi zona de confort tan rápido, pero ella era agradadle, inteligente y útil.-¡Hey, Susan!- Grité tras ella.

Cuando se detuvo para voltearse y mirarme tenía una mirada de sorpresa en su rostro.-¿Si...Ryan?

Ah, entonces si que era su nombre. Me reí. Sin duda, no se me volvería a olvidar. -Te importaría ayudarme con las notas? Es que creo que debería estar más en el campo que puntuando.

Susan regresó hacia donde estaba y me miró severamente a los ojos con los brazos cruzados con rabia sobre su pecho plano.-¿Quieres que sea tu secretaria?

-Uf-ph...- No tenia la intención de ofenderla y, para ser sincero, no tenia ni idea de qué responder a eso.

Por suerte, su linda cara se tornó en una sonrisa y me golpeó con fuerza en el hombro.-Es broma, Hunter. Por supuesto, te ayudaré.

Me reí y rodé los ojos. Si, definitivamente me gustaba.

Acordamos que, como teníamos que ahorrar espacio en la hoja, simplemente añadiríamos las puntuaciones en la parte inferior. Su libreta resulto ser una caja de sorpresas porque arrancó dos páginas con pequeñas etiquetas engomadas y cuadradas sobre las paginas y me las entregó. -Escribes los números y se los das a las chicas para que se lo peguen en el culo o donde sea.

Ella me dio otro lápiz y, como un asistente real, me empujó para que empezara.

Las chicas se pusieron en fila y una a una fueron recogiendo el número que yo les iba entregando. Cloey fue una de las primeras, y su amiga, Brinna, claramente, agarró el que le seguía. Cuando ya había entregando unas treinta pegatinas, la cola se había reducido tan solo a la mitad. Era sorprendente la cantidad de chicas que querían jugar al fútbol en nuestra escuela. Pero eso me hizo pensar que a lo mejor no fue el deporte lo que las había atraído.

-Cuarenta y cinco, Higgind! ¡Cuarenta y seis , Stevenson! ¡Cuarenta y siete...-Miré hacia arriba para ver a la siguiente y así estar cara a cara con la chica que estaba el noventa y nueva por ciento del tiempo en mi cabeza.-Matthews!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top