Capítulo 2
Cloey Summers es el equivalente femenino de mi persona. Pasando de relación en relación... Digamos, que no demasiado serias, que solían durar cerca de dos a tres semanas como máximo y dejándonos libres de cualquier tipo de atadura. Yo era perfectamente consciente del termino Playboy que las chicas habían asociado con mi nombre. Pero la verdad es que no quería estar atado a ninguna chica, porque la chica que quería caminaba delante de mí todos los días, totalmente inconsciente acerca de mis sentimientos, no entendía lo que le impedía tener una relación seria a Cloey.
Ya había flirteado con la mitad del equipo de fútbol después de las cinco semanas de campamento. Desde luego, eso había hecho que los chicos le atribuyeran un nuevo nombre para referirse a ella. Solo unos pocos de nosotros éramos inmunes a sus encantos, pero Tony Mitchell no se encontraba entre nosotros. Mentiría si dijera que no quería que cayera en su trampa, a pesar de que era mi amigo y merecía algo mejor. Pero ella había sido la primera chica, en una eternidad, que parecía mostrarse interesada en él, a parte de Liza. Yo no podía mantener mis esperanzas a raya cada vez que los veía juntos. No podría intentar nada con ninguna amiga de mis amigos. Pero si Tony estaba con otra persona, no podría quedarse a Lisa por más tiempo.
En el tren, volvimos a ser nosotros cuatro: Alex Frederickson, Tony y yo. Habíamos conseguido un buen bronceado al jugar al futbol en las canchas exteriores, por lo que presumíamos de cómo las chicas caerían a nuestros pies cuando regresáramos. Pero, en verdad, solo Frederickson lo decía en serio, porque yo... bueno, yo había apartado a todas las chicas del pasillo de la escuela hacía ya un largo tiempo. Tony estaba enviando mensajes como loco a Lisa y Alex Winter confesó por qué había tenido tan baja intensidad, en lo referido al sexo, en las últimas cinco semanas en el campamento. Tenía a una chica en mente también. Una chica especial. Intentó que saliera con él, a pesar de que lo había rechazado dos veces antes de que la escuela se hubiese acabado. Su nombre era Simone, creí recordarla de las fiestas que suelo hacer. Fiestas en las que siempre esperaba ver a Lisa atravesando la puerta, pero como era de esperar, Tony nunca le pasaba mis invitaciones. Decía que era demasiado buena para ser arrastrada al agujero infernal en el que se convertía mi casa durante las fiestas, pero yo estaba seguro de que sólo tenía miedo de que se pudiera fijar en alguien más que no fuera él y le gustara.
Miré a mi amigo que acababa de enviar otro mensaje de texto. Seguramente le estaba contando a Lisa que estaríamos en casa en unas dos horas y ella, probablemente, estaría sentada en su habitación, mordiéndose las uñas porque no podía esperar para verle otra vez.
— ¿Se están besando a través del móvil o qué?— Me burlé y le golpeé en el zapato con la punta del mío.
Tony levantó la vista con un inocente ¿Qué? En su mirada.
— Le has mandado a Lisa al rededor de veinte mensajes en la última media hora— dijo Alex apoyándome.— ¿Qué es tan urgente que no puede esperar a que lleguemos a casa?
—Nada—Tony se aclaró la garganta y metió el móvil en su bolsillo.— Solo intentaba ponerla al día acerca de las últimas semanas. Es que se pondrá furiosa cuando oiga que Hunter quiere que todo el equipo se reúna en cuanto lleguemos.
—Amigo, simplemente dale un respiro e invítala a venir contigo. No veo cuál es el problema. ¿Por qué lo haces tan complicado gastando tanto dinero en mensajes de texto?— Dije. Pero la realidad era que estaba celoso. Muy celoso. Hubiese deseado ser yo quien pudiera estar intercambiado mensajes con Lisa durante el trayecto de vuelta a casa. Tenerla eufórica esperando volver a verme y envolverla en un abrazo enorme. Que seguramente recibiría Tony en cuanto la viera.
—No vendrá. Odia el fútbol y cuando menciono tu nombre, suele hacer una mueca— Tony sonrió.— Sin ofender, Hunter.
— No ofende— Murmuré y me volví para mirar a través de la ventana. Lisa era, probablemente, la única chica en todo el universo que se resistía a mis encantos.
¡Medita sea! De todas formas ella no sabía demasiado acerca de mí. Y aún así, las chicas de mis amigos estaban prohibidas para mí. Era mi regla. Pero podría cambiar gracias a Cloey. Una pequeña chispa burbujeante de esperanza encendía mi pecho. Me hizo sentir estúpido. Intenté mantener el sentimiento bajo control. Le eché un vistazo a Tony. —¿Qué pasa con Summers?
—¿Qué pasa con ella?
—Bueno, ustedes dos han estado saliendo mucho durante todo el campamento.
Sus labios se convirtieron en una línea fina.—Sí. ¿Y qué?
Maldita sea, no habíamos hablado de ella en todo este tiempo y ahora que pensaba en eso, no lo habíamos hecho ya que cada vez que alguien mencionaba su nombre, Tony cambiaba de tema. — Entonces, ¿hay algo entre ustedes dos?
—¿Y tú por qué quieres saber eso?
—¿Y tú por qué no quieres dar una respuesta?
Alex golpeó su hombro con el de Tony.— Porque este tío esta enamorado y no de la dulce Matthews.
Tony lo empujó hacia atrás.— Ya basta. No estoy enamorado de nadie.
—¿Entonces por qué estás tan susceptible de repente?— Preguntó Alex.
—Y tan a la defensiva— Añadí.
—No lo estoy, idiotas.
Vale, No podíamos contradecirle en eso. Pero yo estaba cada vez más interesado en la vida amorosa que Tony pretendía mantener en secreto. Entonces me golpeó como un martillo en la cabeza. — ¡Es por ella!
Arqueó las cejas hacia mí—¿eh?
— Es por Cloey. No por mí. Ella es la razón por la que no quieres traerla a la reunión. No quieres que las chicas se conozcan, ¡es eso!— Solté, casi burlándome de mi amigo a causa de mi ingenio.
Entonces sucedió algo extraño, algo con lo que ninguno de los chicos contábamos que sucediera. Anthony Mitchell se sonrojó, se puse de un color rosa muy femenino.
—¡Oh, Dios mío!—Me golpeé en la frente.— Entonces, sí que hay algo con Summers y tienes miedo de contárselo a Liza.
Tony se pasó una mano nervioso por el pelo.—No lo entenderá.— Se quejó y no le ayudó recibir otro mensaje de texto de Lisa.
Sabía que era un movimiento idiota, pero no lo pude resistir. Tan pronto como sacó su teléfono de su bolsillo, lo atrapé y abrí el mensaje. Tony Se lanzó hacia mí, pero yo mantuve el dispositivo fuera de su alcance.
—Podemos hacer lo quieras. ¿Ir a nadar? No lo hemos hecho en todo el verano. Pero es verdad que te fuiste todo el verano.—Leí en voz alta y los otros dos repitieron en voz alta ¡Te fuiste todo el verano! Nos reímos a más no poder.
—Devuélvemelo. Estas siendo infantil, Hunter.
—Infantil— Repetimos todos a la vez, otra vez. Riéndonos como estúpidos. Estaba demasiado débil a causa de las carcajadas para resistir antes los ataques de Tony, lo que permitió que consiguiera de vuelta su teléfono. Quién sabe lo que le había escrito a Lisa después de eso. A lo mejor que estaba atrapado en un compartimiento con los de Kinder Garden del Grover Beach.
Cuando el tren se detuvo en nuestra estación, cogimos nuestras bolsas y salimos del tren. El sol nos envolvió en un cálido calor de una tarde de viernes. Me estiré. Luego escaneé todo el lugar en busca de una morena con ojos verde manzana. Pero no había venido, ni siquiera para recoger a su mejor amigo y amor de la infancia. No haber visto a Lisa en mitad de verano y mantenerme cuerdo había sido todo un reto. No verla ahora me estaba torturando.
Pero, tendríamos que volver a la escuela dentro de tres semanas. Me gustaría ser un hombre y soportar la espera con una sonrisa, o eso me dije.
Los chicos y yo golpeamos nuestros puños y nos despedimos de otros amigos que habíamos hecho en el campamento. Luego nos separamos en nuestros respectivos viajes a casa. Mi padre me recogería hoy, pero antes de encontrarle, me topé con mi amigo Justin. Tenía a un hermano pequeño roto a su lado. Bueno, solo su muñeca derecha, lo que no me dio dinero. Pero me había hecho sentir mal. Había pasado hacía solo tres días, justo cuando todos nos estábamos preguntado si lograría volver a casa de una sola pieza. No hubo suerte.
Justin se acercó a mí con una expresión sombría en su rostro, pero antes de que pudiera decir algo, lo corté en seco.—Amigo, ni siquiera estaba cerca cuando pasó. Se cayó en la ducha. ¿Cómo podría haber evitado que eso pasara, eh?
Lo consideró por un segundo y, luego, una sonrisa salió de sus labios y nos envolvimos en nuestro saludo habitual. Mientras caminábamos juntos en dirección al estacionamiento de la playa. Entonces, se acercó a mí, de manera que solo yo podía oírle. —¿Alguna chica te sacó a Matthews de la cabeza?
Sonreí de vuelta.—¿Pasaste un camión sobre tu sagrado BMX?
—Nah— Dijimos a la vez y reímos. Entonces le di una palmada en el hombro de su hermano pequeño y le dije, —te veo en Charlie's en un rato.—Antes de dejarles para irme con mi padre.
Mi padre estaba esperando al lado de nuestro Ford Chrysler. Le di un breve abrazo, arrojé el bolso en el maletero y me senté en el asiento del copiloto. Aunque el campamento de verano hubiese sido épico este año, no estaba nada mal volver a casa.
Mi madre tuvo que estar esperando detrás de la puerta como un lince, porque, en el momento en el que abrí la puerta, me atrapó en un enorme abrazo de oso que me dejó sin respiración.
—Mamá— Dije casi sin voz, pero le devolví el abrazo y se rió.—Mamá, suéltame. Me estas haciendo daño.
—Si, echaba de menos a su terrible hijo.—Dijo mi padre mientras se apretujaba contra nosotros y la puerta para poder entrar en la casa.
— Cinco semanas. No tienes ni idea.— Dijo mi madre con una sonrisa brillante en el rostro. Entonces acarició mi mejilla y me besó en la otra.— Esta casa esta muy vacía con los niños fuera.
Desde que mi hermana se escapó de casa a los veinte. Vale, no se escapó, simplemente se mudó a San Luis, obtuve todo el amor de mi madre. Mientras que Rachel había dejado la universidad para casarse con el propietario de un bar, yo era un niño bueno, que aun vivía en casa e intentaría entrar en la empresa de mi padre algún día. Tenía una clínica veterinaria donde me dejaba hacer algunas practicas de vez en cuando. Me gustan los animales y ayudarle a cuidar de esos pacientes peludos, siempre esta bien.
Cuando logré separarme del abrazo de mi madre. Vacié mi bolso en el lavabo y corrí escaleras arriba para una buena ducha. Con una toalla envuelta y sin apretar al rededor de mis caderas, me afeité. Me puse algo de Axe Temptation y froté la toalla contra mi pelo para secarlo. Cogí una camisa blanca, unos pantalones anchos y unos tenis negros. Al lado de mi cama estaba mi monopatín de estilo graffiti. Lo miré fijamente por unos minutos y decidí dejar mi coche en el garaje por un día más y usar el monopatín en su lugar.
Los ojos de mamá se agrandaron cuando bajé las escaleras hacia la sala con el monopatín bajo el brazo. —¿Vas a salir otra vez? Apenas has tenido tiempo para decir hola. Ni si quieras me has contado cómo estuvo el campamento.
—Si. Tengo una reunión con los chicos del equipo en...— Miré mi reloj— quince minutos.
—¿Regresarás para la cena? Voy a hacer mariscos esta noche.
Mi boca se transformó en una sonrisa enorme. Amaba la comida del mar, de todo tipo, de cualquier forma que la cocinaran. Como cuando su querido hijo volvía del campamento después de cinco largas semanas. Solo había una cosa que se podía decir al respecto.—Te amo, mamá.—La besé en la mejilla.—No tardaré. Solo un par de horas, lo prometo. Entonces te contaré todo lo que quieras acerca del campamento en la cena.
El beso fue mi boleto de ida. Ella no me podría negar nada cuando era el chico dulce que no se sentía avergonzado al decirle que la quería.
Fuera, lancé el monopatín al asfalto y me dirigí al Charlie's Café.
Tan solo entrar, reconocí a alguno de los chicos, habían reunido algunas mesas en el jardín. El lugar estaba lleno de energía por la actividad de ese viernes en la tarde. Dejé el monopatín en la entrada con un par más de ellos y fui directo al grupo para tomar un asiento en la mesa. Brinna tenía razón, había unas pocas chicas que estaban interesadas en jugar al futbol. No esperaba tanto.
Cuando Charlie vino a tomar mi orden, pedí una limonada y algo donde escribir. Unos minutos después, el hombre alto y casi calvo me trajo unas hojas de papel y un bolígrafo, junto con mi bebida.
Tony aún no había llegado, lo que me hizo tener un poco de esperanzas de que liza vendría con él. Tomé un sorbo de mi bebida y le di un vistazo a Cloey, que llevaba un vestido blanco que parecía pintado sobre su piel. Pensándolo bien, a lo mejor no era buena idea presentar a las chicas el día de hoy.
—Está bien—dije para obtener la atención de todos— que tantas personas vinieran hoy. Pero, ya que no podemos tener más de once jugadores en el equipo, tendremos que encontrar la forma de hacer selección. Lo que solemos hacer son pruebas para los chicos, estaba pensando en organizar una prueba para mañana en la mañana. ¿Hay algún problema con la fecha?
Hubo asentimientos y murmullos de que mañana estaría bien.
—Genial. Entonces, voy a apuntar cada uno de los nombres en esta lista y si saben de alguien más que quiera anotarse al equipo de los Bay Sharks, díganles que estaremos en el campo sobre las diez.
Conocía a la mayoría de las chicas presentes, ya sea porque estaban en mi clase o porque había salido una o dos veces con ellas en el pasado. Cuando terminé con la lista, levanté la cabeza, mi corazón golpeó con fuerza contra mi caja torácica. Tony solo caminó hacia nosotros y con él estaba la chica más hermosa del mundo.
Santo Dios, como había extrañado haberla perdido de vista este verano. Como siempre, sus ojos verdes brillantes, llamaron mi atención en primer lugar. Mirarlos me recordaban al cuenco de manzanas Granny Smith que mi madre colocaba en la mesa del café. Su hermoso pelo estaba recogido en una coleta alta y algunas hebras sueltas enmarcaban su cara.
La camiseta rosa que llevaba hoy era mi favorita, porque se le ajustaba como una segunda piel. Por debajo del cuello, dos hilos verde neón corrieron hacia arriba y alrededor de su cuello para atarse en la nuca. Un bikini, supuse, recordando el mensaje de texto que había leído en el móvil de Tony antes. Estaba lista para un chapuzón en la playa. Al mirar a sus bonitas y desnudas piernas, me di cuenta de que justo lo que necesitaba para refrescarme. Bajé mi gorra apartando mis ojos de mi brillo solar personal y aclaré mi garganta que se me había secado en cuestión de segundos.
Ni siquiera habían llegado a la mesa cuando Cloey se levantó de su asiento.—Llegas tarde, Anthony. Empezaba a creer que no vendrías.
Me pareció hilarante que solo ella, de todas las personas que conocía, lo llamase Anthony. Pero a él parecía gustarle, así que ¿qué más daba? Pero, cuando caminó hacia Tony para besarle en la mejilla izquierda, todo lo hilarante desapareció de la situación y me descubrí manteniendo el aliento. Alex y Frederickson parecían tan desconcertados, como Liza y yo estábamos. La escena fue de mal en peor cuando Tony puso sus manos en las caderas de Cloey y le dejó besarle la otra mejilla.
En ese momento hubiese deseado tener las agallas de levantarme y envolver a lisa en un abrazo, no por mi placer personal, sino porque lucía como si un camión la acabara de atropellar y necesitaba algo de consuelo.
—Equipo de fútbol mixto, ¿eh?— Gruñó a Mitchell mientras tomaba un asiento a su lado, lo que la hizo sentarse justo frente a Cloey.
Lo menos que podía hacer era burlarme un poco de ella y animarla. —Las pruebas son mañana, Matthews. Te puedo anotar en la lista, si te interesa.—No parecía feliz por mi broma, que no era ninguna broma, sino un intento de meterla en el equipo para poder jugar con ella dos veces a la semana y tener razones para acercarme a ella. Me dirigió una mirada de sorpresa en mi dirección. Tal vez porque era más de lo que le había dicho en un solo respiro en todo el tiempo que la había conocido. Siempre me resultó más sencillo resistirme a ella si no tenía que hablar con ella.
—¿Lis y fútbol?— Se rió Tony.—Eso es como intentar que un elefante bailara el tango. ¿Verdad, Lis?
Oh, mierda. ¿Podría haber tenido menos tacto? Nunca le había oído hablar a Lisa de esa forma tan mezquina. Cuando volvió la cabeza hacia él, sus ojos mostraban todo lo que le habían herido esas palabras. Pero, al parecer, fui el único en notarlo.
Pero, entonces, ocurrió lo impensable. Cloey abrió la boca, sabía que nada bueno saldría de ahí.— Nunca mejor dicho lo del elefante.
Ahí estaba. Corto y penetrante. Definitivamente se sentía amenazada por Lisa o no se hubiese arriesgado de ese modo por marcar territorio. En algún lugar de mi cabeza, me encontraba impresionado. Cloey parecía sentir algo por él.
Él falló épicamente en el test del amigo. No dijo ni una palabra cuando Summers insultó a Lisa y eso, saliendo o no con Cloey, era totalmente intolerable. Me preguntaba qué iba a hacer lisa.
—Cuando estaba empezando el instituto, intentaba vomitar la comida, pero parece que eso se te da mejor a ti que a mí.—Esa fue su respuesta y vaya que fue buena. Esa chica no era tan tímida y silenciosa como nos hacía creer a todos.
Me reí, pero al parecer yo era el único que se reía. Todos los demás se sumaron en un silencio colectivo intentando desaparecer de la zona del peligro.
—¿Acabas de insultarme?
¡Sí, Summers, eso hizo! Al parecer, esta era la primera vez para mi equivalente femenino. Tanto ella como yo, no estábamos acostumbrados a ser superados por nadie. Estaba bastante seguro de que le había dolido de un modo que no dejó ver.
Lisa pareció mucho más aliviada cuando Tony recibió un mensaje de texto y le preguntó si le gustaría quedarse o caminar a casa con él. Nunca había visto a nadie terminarse un vaso de refresco, prácticamente lleno, tan rápido como lisa hizo mientras se levantaba de su silla. —No, estoy lista.— Le dijo.
Tony sacudió la cabeza hacia ella, entonces él puso una mueca y se encogió en mi dirección.
—Te veo mañana, Anthony.— Dijo Cloey detrás de él.
Con la barbilla baja y la mirada fija en el suelo, Lisa apretó los dientes de una manera que me hizo temer por sus molares. No me gustaría estar en sus zapatos en estos momentos. Pero, había sido lo suficientemente difícil estar en mis zapatos a causa de ella. Tal vez las cosas estaban empezando a jugar a mi favor.
Cuando pasó por mi lado, de repente me di cuenta de que si no actuaba ahora, podría no tener otra oportunidad. Lo menos que podía hacer era intentar que fuera a las pruebas. A lo mejor, si le enseñaba que el fútbol no era tan malo, estaría en mi equipo. Tenía una visión bastante clara de cómo me podría acercar a ella. En un momento de falta de autocontrol, casi me lancé para cogerle el brazo y hacerla detenerse. Entonces le pregunté.—¿Qué me dices, Matthews?¿Vendrás a las pruebas o no?
Se detuvo en seco y me miró seriamente sorprendida.—Yo...
—No te burles de ella. Simplemente no está hecha para el fútbol.—dijo Tony, interrumpiéndola. Trató de alejarla de mí.
Oh, como me hubiese gustado patearle el culo por eso.
No sé lo que se le habría pasado por la mente en esos momentos, si era solo el deseo de pasar más tiempo al lado de Tony o si tenía algo que ver la risa de Cloey. Pero cuando se giró hacia Tony y dijo— ¿Sabes qué? Creo que simplemente le daré una oportunidad.— Tuve que luchar para mantener mi sonrisa estúpida bajo control.
Tony le dio una mirada extrañado.—Me estas jodiendo.
Diablos, no se atrevería a cambiar de opinión, ¿o sí? Pero su expresión era de ¿Quieres apostar? Y estaba claro que le arrancaría la cabeza si él decía una estúpida palabra más al respecto.
—Bien, estas en la lista.— Ahora sí que no pude evitar sonreír. También porque tenerla de pie me hizo disfrutar de una vista directa de ella, sin que pareciera que la espiara. La pequeña parte de su piel desnuda, entre su camisa y su pantalón corto, era una tentación ilegal.— Te veo a las diez en el campo.— Murmuré
—Ahí estaré.
Ese fue el sello de una promesa.
Una vez más, sus hermosas piernas, arrastraron mi mirada hacia abajo, quería tocarlas. Señor, mátame. Saboreé cada pulgada de su piel expuesta con la mirada, desde sus muslos, observando el pequeño morado de su rodilla izquierda, hasta las cholas azules que llevaba puestas. Tragué saliva y me forcé a volver la vista hasta su cara. Nos miramos a los ojos por unos silenciosos segundos, lo que me dio una extraña sensación de piel de gallina en la nuca, como si supiera que la estaba analizando con la mirada. Como si ella lo disfrutara.—Y lleva zapatos— le dije y le guiñé un ojo, de un modo que nunca había visto salir de mí.
Sus labios se abrieron ligeramente. Solo mirarlos me hizo querer besarlos hasta dejarla sin sentido. Pero nunca llegué a oír lo que quería decir, porque Mitchell hizo que se moviera.
Cuando se fueron, vi que Alex me miraba fijamente y me puse nervioso en cuestión de mili-segundos. —¿Qué?— Articulé hacia él.
Alex sonrió y negó con la cabeza, al igual que hizo Frederickson a su lado. Cogí el extremo de mi gorra y la bajé para tapar mi cara, así podía sonreír sin que nadie pudiera notarlo.
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