Capítulo 20

Luego de por fin haber hecho oficial nuestra relación, el resto del día fue simplemente maravilloso.

Nos recostamos en la grama de la pequeña isla y observamos el atardecer tomados de la mano, ignorando las miradas extrañas de la gente a nuestro alrededor. Hoy simplemente me valía lo que pudieran pensar, Lucas por fin es mi novio y no necesito nada más.

—Faltan solo días para graduarnos

Si voz rompió el silencio cómodo que habíamos mantenido.

—Aún me queda presentar para poder graduarme, pero sí, ahora viene la universidad

El tema me ponía nervioso. Aunque no quisiera pensar en ello justo ahora, existía la posibilidad de que Lucas estudiara en otro lado. Y la idea no me agrada del todo, menos ahora que por fin aclaramos nuestros sentimientos.

— ¿Has... pensado en lo de tu padre? No quiero presionarte ni nada, es solo que... Me gustaría saber... —fui bajando el tono de voz, hasta que solo quedó un susurro —. Aun así, quiero que hagas lo que sea mejor para ti —aclaré de inmediato, la felicidad de Lucas es más importante que mi ridículo temor.

—Lo he hecho y aún no he tomado ninguna decisión, pero no tienes de que preocuparte, nuestra relación no cambiará —respondió depositando un pequeño beso en mi mejilla.

A continuación, se acercó más a mí y me estrechó entre sus brazos, colando sus manos a través de mi ropa, acariciando la piel que sus dedos alcanzaban a tocar.

—Oye, Eli, ¿esto cuenta como nuestra primera cita? Porque si no es así debo empezar a planearla. —susurró contra mi piel, dejando un besito en mi cuello. Me aparté un poco, sintiendo cosquillas y lo miré a los ojos antes de responder.

—Supongo que sí, pero no estaría mal una segunda, una tercera, una cuarta y así...

Lo escuche reír, y a continuación dejó otro beso en mi cuello, para después subir hasta mis labios, dejando suaves y cortos besos en ellos, sacándome una sonrisa en el proceso.

—De acuerdo, ansío que te recuperes totalmente para que podamos ir a muchos sitios.

—Lo haré pronto, debo ir la semana que viene al doctor y si todo sale bien, estaré aún más cerca de poder caminar sin muletas. —Él asintió y en eso sonó su teléfono, lo tomó y soltó un suspiro al ver la pantalla—. Es tu madre.

—Supongo que ya es hora de irnos —comenté, algo desanimado por la idea. Lucas se incorporó y contestó la llamada.

— ¿Hola? Sí, estamos bien... Él está perfecto... De acuerdo, nos vemos —colgó y después de guardar el teléfono en su bolsillo, me jaló de la mano para que pudiera sentarme —Hay que irnos, pero no te preocupes, esta noche me cuelo a tu cuarto y dormimos juntos. —Sonreí, totalmente de acuerdo con la idea. Dejé que me ayudara a levantarme, para después tomar mis muletas.

Nos subimos en el bote para regresar, una vez en la orilla Lucas llamó a su madre para que nos recogiera. Trina llegó rápidamente y en un santiamén ya nos encontrábamos frente a mi casa.

—Gracias, mamá. Enseguida entro, voy a ayudar a Eli —le indicó mientras bajaba del auto y se acercaba para ayudarme.

Ella lo miró con una sonrisita, indicando que no le creía nada: —No tardes demasiado "ayudándolo". —Hizo el gesto de comillas con sus manos.

La miré avergonzado. Cayendo en cuenta que ahora tía Trina también es mi suegra. Por suerte no tuve que pasar por la etapa de aceptación, yo ya soy como un hijo para ella.

Al ver mi cara, la mujer se alejó riendo en el auto, dirigiéndose al garaje, mientras nosotros íbamos hacia la puerta.

—Estoy bien, solo necesito acomodar estas cosas —le dije a Lucas mientras batallaba con mis muletas. Nunca podría acostumbrarme a esto, por suerte pronto dejaría de usarlas.

—No pareces estarlo, déjame hacerlo —Finalmente con su ayuda pude estabilizarme y llamamos a la puerta. Mi madre abrió enseguida con una enorme sonrisa.

—Me alegra verlos. ¿Qué tal les fue, Lucas? Oh, no respondas. Eli me contará todo. —Pude percibir un ligero rubor en las mejillas del pelinegro—. Entra, cariño.

Sorpresivamente recibí un sonoro beso en la mejilla por parte de Lucas, se despidió brevemente de mi madre con un gesto de su mano, y salió casi corriendo en dirección a su casa.

—Tan cariñoso. —comentó mi madre con la burla impresa en su voz. Resople al escucharla y la apuré para que me dejara entrar.

Ella se apartó entonces entre risas y finalmente entramos.

—Y... como buena madre que soy y debo ser, me sentaré en el sofá contigo a mi lado y escucharé ansiosa el relato de su día. ¡Adelante!

—Lucas es mi novio. —susurré.

— ¿Qué dijiste, Elián? No pude escucharte —instó mirándome expectante con el atisbo de una sonrisa.

Ella lo oyó.

Tomé aire y solté las palabras de forma clara y lo suficientemente audibles.

—Lucas y yo somos novios ahora, mamá.

Ella fingió asombro a la vez que aplaudió emocionada para luego levantarse y darme un fuerte abrazo.

— ¡Eso es maravilloso! ¿Cómo te lo dijo? ¿Fue romántico o solo lo soltó? ¿O acaso fuiste tú el que se lo pidió?

—Él me lo pidió, y fue muy lindo —agaché mi cabeza un poco avergonzado y sintiendo mi rostro caliente.

—Oh cariño, me alegro mucho

Miré a mi madre con una sonrisa, totalmente agradecido.

Me llenaba de felicidad el saber que aceptaba e incluso se alegraba de que Lucas y yo estuviéramos juntos. De todos, ella fue la que más feliz estuvo al enterarse de nuestra "relación".

Y aunque Trina fue la primera en decírselo, mientras estuve en el hospital, tomó la iniciativa de preguntarme cómo había ocurrido todo.

Por supuesto se lo conté y ella, en ese momento, tomó mis manos y me aseguró que le alegraba enormemente que él me hiciera feliz y que, de algún modo, sospechó que me terminarían gustando los chicos.

Yo le aseguré, que hasta ahora, solo Lucas consiguió gustarme de esa forma.

Charlamos un poco más sobre nuestra cita, y en un momento surgió la incómoda pregunta acerca del chupetón que logró ver esta mañana. Aseguré, en mi defensa, que no habíamos ido más allá de unos cuantos besos.

Entrada la noche, al notar su bostezo, le sugerí ir a acostarse. Debía estar cansada. Así que haciéndome caso, me deseó buenas noches con un beso en mi frente y se metió a su habitación.

Yo ingresé a la mía unos minutos después, y casi suelto un grito al ver un bulto en la oscuridad, recostado en mi cama.

— ¿Qué tal? —habló el "bulto".

— ¡Mierda, Lucas! —exclamé tocando mi pecho —. Casi muero de un infarto, al menos prende la luz si vas a colarte en mi cama

—Lo siento, bebé.

Mis ojos se abrieron de par en par y me quedé estático por unos segundos al escuchar ese apodo salir de su boca.

—No me llames así.

Encendí la luz y pude ver su rostro totalmente confundido.

— ¿Por qué no? —cuestiono incorporándose.

—Es muy vergonzoso... —aseguré.

—Oh... ¿Y cómo prefieres que te llame? ¿Tal vez... mi deliciosa bola de helado? —No pude evitar reír como desquiciado al escucharlo. ¿Bola de helado? ¡Imposible!

—Creo que me quedo con "bebé" —Limpié las pequeñas lágrimas provocadas por la risa, mientras él refunfuñaba.

—Me encanta el helado al igual que tú. ¡Eres mi helado! —Me tomó sorpresivamente de la cintura y nos arrojó a la cama.

— ¡Oh, no! ¡Para! ¡Con cuidado! —Exclamé cuando Lucas empezó a hacerme cosquillas—. Está bien, está bien, soy tu helado... ¡Soy tu helado! —Él se detuvo mientras reía con fuerza. Al calmarse, rodeo mi cintura con un brazo y nos tapó a ambos con la sábana.

—Vamos a dormir.

—Espera, Lucas, no me he quitado la ropa.

—No importa, yo tampoco.

—Pero...

—Buenas noches, te quiero.

—Yo también te quiero —suspiré, resignado, acomodándome mejor en la cama.

—🍁—

Llegó el momento de presentar mis pruebas pendientes, de las cuales dependía mi graduación. Lucas me trajo al instituto y también prometió buscarme al finalizar.

Caminé por los pasillos, con los nervios a flor de piel, y antes de entrar al aula a presentar, inhale y exhale un par de veces, tratando de calmarme.

Al final del día, estaba agotado mentalmente. El hecho de tener que presentar todo de golpe, fue completamente estresante y para colmo las piernas comenzaron a dolerme. Y aunque el dolor ahora es mucho más leve, ya estaba harto y solo quería llegar a mi casa y tirarme en mi cama por siempre, preferiblemente con Lucas a mi lado.

— ¡Listo! —exclamé, quizás demasiado alto, al terminar mi último examen.

El profesor al escucharme se levantó y se acercó a mi pupitre, para recibir mi hoja.

—Excelente, espero buenos resultados, Castillo. Deseo que te recuperes completamente muy pronto. —tomó mi examen. Le agradecí por sus palabras y me despedí con una leve sonrisa, saliendo del aula.

Suspiré, sintiéndome más tranquilo, estaba seguro que aprobaría todo, estudié lo suficiente para ello.

Mientras doblaba en una esquina, algo impactó contra mí con fuerza y perdí el equilibrio cayendo sobre mi trasero, soltando un quejido.

— ¡Lo siento mucho! ¡Oh, eres tú! ¡Qué sorpresa!

Levanté mi mirada al escuchar esa voz y mi buen humor desapareció. Frente a mí se encontraba la chica de corto cabello rubio que me había alegrado no ver en un tiempo.

—No puede ser —murmuré.

— ¡Qué mal te encuentras! Con razón no te volví a ver por aquí, y yo que estaba feliz porque pensé que finalmente te fuiste y dejaste a Lucas para mí

—Ni en tus mejores fantasías —Traté de tomar impulso y comprobé con fastidio que no podía levantarme, pero ni loco le pediría ayuda.

— ¿Lucy? ¿Qué haces allí parada? —La hermana apareció y al observarme en el suelo, sus ojos se abrieron con sorpresa y rápidamente se agachó a mi altura—. ¿Estás bien? Déjame ayudarte. Por favor, Lucy, dime que tú no lo empujaste.

Rachel, que si mal no recuerdo es el nombre de la pelinegra frente a mí, tomó mis brazos y me levantó con una asombrosa facilidad. Una vez que hubo comprobado que estaba bien, se giró a ver a su hermana.

—Solo chocamos —espetó la rubia alzando sus manos en son de paz.

—Discúlpala, Elián

—No hay problema, es cierto. Chocamos por accidente

—Ya, no es para tanto. Bueno, mándale saludos a mi querido Lucas y dile que espero vernos pronto. Aún me debe la salida a la piscina —dijo con una gran sonrisa empezando a caminar.

—Eso ya no será posible, él jamás podrá ser para ti —Ella se detuvo y se giró rápidamente observándome molesta.

— ¿Disculpa?

—Lo que oíste. Lucas ya no está disponible, así que no podrá salir contigo, a menos que lo único a lo aspires con él sea una amistad. Pero como no es el caso

— ¿De qué estás...?

—Es mi novio ahora, así que me gustaría que te rindas con él. Con permiso, muchas gracias por tu ayuda, Rachel. — Tomé con fuerza mis muletas y seguí mi camino a la salida.

— ¡Oye, tú! ¡Detente! —No la escuché y finalmente llegué a la puerta.

Visualicé a mi novio -eso sonó lindo- esperando por mí. Al verme, corrió en mi dirección e hizo que me apoyara en su cuerpo, ayudándome a bajar los escalones de la entrada.

— ¿Cómo te fue? —preguntó besando mi mejilla, a modo de saludo.

— ¡Muy bien! —levanté la mirada y sonreí de forma boba, admirando sus lindos ojos.

— ¡Yuju! Sé que se aman y todo, pero no estoy pintada. —Me separé de Lucas y le sonreí a Cinthya, mientras sus brazos me rodeaban ahora.

—Ya quería salir. Gracias por venir a buscarme.

— ¡Hola, Lucas! Me alegra mucho verte. —La chica de ojos verdes se encontraba en la entrada mirando con alegría a Lucas.

Rodé los ojos, molesto al ver a Lucy abrazar al chico con fuerza y atreviéndose a besar sus mejillas, para después sonreírle de forma coqueta.

—Ho-hola, Lucy... ¡Qué sorpresa!

Aclaré mi garganta, molesto, y la miré con una ceja alzada.

—Oh, no creerás que en serio me tragué eso de que ahora son novios... O eres pésimo para las bromas o sueñas demasiado alto — soltó con burla.

—Me temo que te equivocas, Lucy. Eli no miente, él es mi novio ahora —le dijo Lucas con una sonrisa.

Ella se alejó de él, como si su cuerpo quemara y lo miró incrédula.

—No es cierto. —Ella negó con la cabeza varias veces y soltó un gritito de frustración—. Otra vez no...

¿Otra vez?

—Lucy, te dije que me esperaras... Oh... Hola, ¿qué tal?

—Todo bien, que bueno verte Rachel. —Ella asintió y se acercó a su hermana.

—Rachel —la rubia hizo un exagerado puchero y miró a su hermana—, otra vez es un gay. —Su hermana la miró y tomó su mano para arrastrarla al interior.

—Nos vemos luego. —Nos dirigió una sonrisa —. Te dije que lo era, lo noté desde un principio, pero eres una necia

Los fingidos lloriqueos de la rubia siguieron hasta que ambas se adentraron al instituto nuevamente.

—Por fin, ya me habían entrado ganas de golpearla y... ¡Por fin son novios! —exclamó Cinthya dando un saltito en su sitio.

—Solo había que aclarárselo —le dije con una sonrisa.

—Me encanta que lo hayas hecho. —me respondió Lucas caminando a mi lado. Cuidando de que no tropezara con nada.

— ¿Vamos por un helado? Seré su lamparita por un rato —comentó la chica risueña.

— ¡Vamos!

En la heladería pedimos una copa para cada uno y nos sentamos a disfrutar del dulce.

—Eli, las pruebas para la universidad serán en dos meses. No es por ponerte nervioso, pero deben estudiar desde ya, espero entrar cuando me toque. —Cinthya cruzó sus dedos mientras devoraba su helado.

—Lo harás.

—Lo haremos —apuntó Lucas. Sacándome una gran sonrisa.

— ¡Bueno, Eli, cumple con tus ejercicios al pie de la letra para que tu madre nos dé permiso de llevarte de viaje por nuestras vacaciones! —Exclamó Cinthya emocionada, metiendo una gran bola de helado en su boca para luego tomar su cabeza soltando pequeños quejidos—. ¡Aaaahhh, mi cabeza!

— ¿A dónde?

— ¡A la playa! Necesito broncear mis piernas y el resto de mi cuerpo.

Asentí, de acuerdo con la idea. Hacía mucho que no iba a la playa.

—Haré lo posible —aseguré palmeando mis piernas levemente.

Lucas me robó una cucharada de helado, lo miré mal mientras alejaba mi copa de su alcance.

—Ustedes son tan dulces. ¡Me encanta!

—Esperamos que no llegues al hospital por sobredosis

—Ustedes tranquilos, por suerte me encanta lo dulce.

—Te tomamos la palabra —comenté antes de compartir un breve beso con Lucas, a lo que Cinthya se tapó el rostro riendo.

Ahora solo quedaba recuperar por completo mi movilidad y todo estaría perfecto.

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