Capítulo 16

El día del partido llegó y Lucas se encontraba lo suficientemente nervioso como para haber chocado cinco veces con una de las columnas.

—Lucas, debes calmarte. Nada harás si entras a jugar así —le dije ya cansado de escuchar sus pequeños quejidos cada vez que se golpeaba.

—No puedo evitarlo, es mi primer juego oficial, mucha gente irá —suspiré.

Estábamos en su casa, trataba de calmarlo, pero resultaba inútil y casi era tiempo de que nos fuéramos.

—Oigan, chicos, Robert ya está aquí. ¡Vámonos! —indicó Cinthya y pude ver cómo la expresión de Lucas cambiaba a una de absoluto pánico.

Me acerque rápidamente y sostuve su rostro para que me mirara a los ojos: — Escúchame, todo estará bien. Te he visto jugar y lo haces muy bien, así relájate y vámonos. ¿Está bien?

Lucas asintió y antes de que pudiera alejarme, me agarró de la muñeca y con una sonrisa entre nerviosa y tierna, me pidió un beso.

— ¡De ninguna manera! Todos están afuera

—Por favor, siento que si lo haces estaré más tranquilo

No pudiendo con su expresión, miré a ambos lados rápidamente y bese la comisura de su boca rápidamente.

—Confórmate con eso por ahora. Vamos —finalmente me siguió afuera y nos subimos al auto.

Mi madre dijo que llegaría con Trina, mientras nosotros iríamos con el papá de Lucas, Lily y su esposa Katherine.

Tal vez sonara mal, pero me alegra que su padre regrese a su ciudad mañana, ya me robó lo suficiente a Lucas.

—Hola chicos, ¿Cómo han estado? —nos saludó Katherine con una sonrisa apenas nos sentamos.

La madrastra de Lucas me caía bien. Trataba de agradar a todos, y siempre cuidaba que estuviéramos cómodos. Le sonreí de vuelta.

—Emocionados, ¿cierto Lucas? —volteé hacia el pelinegro y su rostro se tornó un poco pálido. Parece que el beso ya perdió su efecto.

Sin querer solté una risita, disimuladamente tomé su mano y la apreté. Él enseguida volteó a verme, cerró los ojos y finalmente se relajó en el asiento.

~Kevin~

— ¡Te dije que ya voy! ¡No me apresures! —respondí enojado por teléfono.

Dylan me vino a buscar para irnos juntos al partido de Lucas, pero no encontraba mi billetera y me tenía harto llamando cada cinco minutos para apresurarme.

—Está bien, está bien... Esperaré aquí —dije colgando.

¡Mierda! ¿Dónde estás, puta billetera?

Revisé una vez más debajo de la cama, muebles y demás cosas. Decidí revisar en el baño de la sala y ¡bingo!, estaba encima de la tapa del inodoro. La tomé rápidamente y salí de casa al fin.

Dylan me esperaba en la entrada cruzado de brazos, al salir me miró con una ceja alzada.

—No te enojes, pero... ¿Qué te tomo tanto tiempo? Ni que fueras mujer. —Esto último lo susurró, pero aun así pude oírlo.

—Eso no tiene nada que ver, Dylan —Rodé los ojos—. Mi billetera estaba desaparecida, es todo, vámonos.

Él asintió y empezamos a caminar uno al lado del otro. De vez en cuando rozaba mis dedos, como si quiera entrelazar nuestras manos.

Esta era una de las cosas que había cambiado entre nosotros desde aquella primera cita. El chico comenzó a comportarse de forma más "coqueta", recordándome constantemente aquella confesión.

Toques casuales, que podrían pasar desapercibidos para cualquiera, pero que a mí me erizan la piel. Cosas como rozar nuestras manos cuando caminábamos juntos, o acariciar mi cuello de repente. Revolver mis cabellos o rozar sutilmente mi cintura cuando pasaba por mi lado, son gestos que daban a entender que nuestra relación había cambiado.

Pero las dudas seguían ahí... ¿Por qué un chico como Dylan estaría interesado en mí? No soy feo, y puedo ser una persona agradable, pero más allá de eso... ¿Qué?

—Oye, Dylan —le llamé, con un repentino ataque de valentía y curiosidad —. ¿Por qué te gusto? —pregunté, sintiéndome tímido enseguida.

¿Cómo pregunto algo así?

—No hay una razón —respondió al cabo de unos segundos —Solo... Te miro y pienso: "este chico me gusta" eso es todo —sonrió como si acabara de decir lo más normal del mundo.

Cómo si no fuera consciente de lo mucho que había acelerado mi corazón con esas palabras.

—Y este gustar implica todo. Sigo queriendo comerte la boca... Entre otras cosas, como por ejemplo tu...

—Ya entendí —le detuve antes de que pudiera soltar otra cosa.

¡Que honesto, Dios!

— ¿Sigues queriendo ir despacio?

—Sí, yo... Lamento si te llego a aburrir —comenté mirando al suelo. Sé lo que es estar detrás de una persona, y que esta no sea sincera con sus sentimientos.

Sin embargo, no me imagino comenzando algo con él, al menos no aún.

—No lo haces, no pienses en eso —detuvo sus pasos y se paró frente a mi tomándome de los hombros. Levanté la mirada, y me encontré con la suya, observándome con una sonrisa reconfortante —. Sé que te atraigo, y eso es suficiente por ahora. Esperaré, y mientras... puedo seguir conociéndote

Asentí varias veces, sintiéndome mucho más seguro.

Me soltó y seguimos caminando, pero esta vez, sintiendo un poco de vergüenza acerqué mis dedos y dejé que estos se engancharan con los suyos, recibiendo un cálido apretón en respuesta.

Cuando llegamos a la cancha, ya había mucha gente y casi nada de asientos vacíos, así que afiance mi agarre en la mano de Dylan y lo jalé rápidamente hacia unos que aún estaban desocupados.

Nos sentamos justo a tiempo y coloqué mi pierna sobre el asiento que estaba junto a mí, reservándolo para Luis. Una chica nos miró molesta, al parecer se lo habíamos robado; le sonreí a modo de disculpa y llevé mi mirada al frente.

Escuché una tos falsa.

—Kev, aunque me gusta lo que estás haciendo, no creo que tú estés consciente sobre ello. —Miré al castaño extrañado y su mirada estaba posada en nuestras manos, aún juntas, y lo peor, muy cerca de su entrepierna.

La retiré rápidamente.

—L-Lo siento, no me di cuenta —balbucee, totalmente avergonzado.

—Tranquilo, no me molesta en lo absoluto, puedes tocarme cuanto quieras. —Levantó ambas cejas repetidamente con una sonrisa, cuyo significado no quise descifrar, golpeé su mano levemente para que dejara de burlarse de mí.

—Llamaré a Luis. Si no se apresura, se perderá el inicio. —Dicho esto le marqué y al segundo repique contestó.

— ¡Ya voy en camino! Tuve un percance, apártame un asiento. Adiós. —Colgó, miré el celular extrañado y me encogí de hombros, ya le preguntaría después.

Di un salto cuando el celular sonó de repente y esta vez era Cinthya.

— ¿Hola?

— ¿Por qué se sentaron tan lejos? —dijo casi gritando.

— ¿Dónde están? —pregunté mirando a mi alrededor, hasta que distinguí su figura unos diez puestos a mi izquierda.

— ¿Ya nos viste?

—Sí, lo siento, no había muchas opciones. —Agité mi mano saludando en su dirección.

—Nos veremos al terminar. Bye. —Me devolvió el saludo enérgicamente.

—Ok.

Colgué, y fijé mi mirada en la cancha, ambos equipos estaban saliendo en ese momento hacia las bancas. Reconocí a mi amigo entre ellos.

Apresúrate Luis.

—Lástima, estaremos solos —dijo Dylan soltando un exagerado suspiro.

—Olvidas a Luis y a las personas a nuestro alrededor, no estamos solos. —Me crucé de brazos.

— ¡Pobre lamparita! —susurró.

— ¿Qué?

—Nada, ya comienza.

Miré al frente y, efectivamente, ya comenzaba el partido.

— ¡Chicos! —Luis llegó jadeando y se dejó caer en el asiento.

—Justo a tiempo.

El juego comenzó y quince minutos después...

Una mano furtiva trataba de hacerse paso hacia mi hombro, con la esperanza de acariciarlo y así encerrarme en una especie de abrazo.

Miré de reojo a Luis, pero él parecía concentrado en el juego.

Al sentir como rozaba mi cuello, me alejé. Soy sensible en esa zona. Un solo toque y se me erizan todos los vellos del cuerpo.

—Lo siento, fue casi inconsciente —se disculpó al notar mi rechazo. Rodé los ojos y sentí mis mejillas calentarse.

—No volveré a tocarte si te molesta —dijo serio de repente.

—N-No me molesta, es que lo haces de repente y... Hay gente a nuestro alrededor. Me pones nervioso —respondí bajito.

—Mmm... ¿Te preocupa lo que puedan pensar?

—Yo... No lo sé —respondí resignado. Sin saber qué es lo que realmente me preocupaba —. Es la primera vez que me encuentro en esta situación

—No quiero que pienses en la gente a tu alrededor. Solo me interesa lo que tú sientas. Ahora dime... ¿Te molesta que te toque? Si es así, no lo haré más

—No, no me molesta... Solo me da... vergüenza

Una sonrisa se extendió en el rostro de Dylan, y se reflejó en sus ojos. Tiene una linda sonrisa.

—Eres adorable

—No lo soy

—Que lo niegues, te vuelve más adorable. En fin... No te tocare en público si eso te hace sentir incómodo ¿Está bien?

—Está bien. —El chico asintió y continuó mirando el partido.

Solté el aire contenido, sintiéndome más tranquilo.

Quería estar seguro sobre Dylan antes de dar otro paso. Y "salir del clóset", por así decirlo.

~Lucas~

Eli logró tranquilizarme un poco en el auto, pero aún me sentía nervioso.

Quería hacerlo bien en mi primer partido oficial.

Escuché el llamado del entrenador para salir, tomé una gran bocanada de aire y entré en la cancha.

Al salir busqué con la mirada a los chicos, primero vi a Kevin, Luis y Dylan juntos. Seguí buscando y me encontré con la mirada de Eli, le sonreí y agité mi mano sin pensarlo. Él me correspondió el gesto, mi padre a su lado volteó a verlo, para después saludarme también.

El silbato sonó y empezamos a jugar.

—🍁—

Unos minutos después, nos encontrábamos exhaustos, llevábamos apenas tres puntos de ventaja y ya comenzaba el último período. Suspiré y me limpié el sudor de la frente, el equipo contrario era bastante bueno. Se notaba la experiencia.

La gente no dejaba de vitorear, gritando consignas de ánimos para ambos equipos.

Nuestro capitán nos reunió a todos para unas palabras antes de continuar el juego.

—Muy bien, solo quedan estos cinco minutos, podemos hacerlo. Sigan esforzándose como hasta ahora, concéntrese en defender su canasta a toda costa y ganaremos, no decaigan

Asentimos a sus palabras, listos para dejarlo todo en la cancha.

Sonó el silbato y comenzó la cuenta regresiva. Llenos de entusiasmo por la posible victoria, nuestro equipo jugó lo mejor que pudo y lograron evitar que el equipo contrario anotara. Hasta el último minuto.

— ¡Lucas! —Miré hacia mi compañero y me di cuenta que un jugador contrario corría con el balón dispuesto a lanzar.

Rápidamente lo seguí, y antes de que pudiera prepararse para notar logré quitarle el balón y lo lancé hacia el otro lado, siendo atrapado este por uno de mis compañeros.

En ese momento, el reloj llegó a cero y el partido se dio por finalizado. Corrimos a abrazarnos para celebrar la victoria, mientras saltábamos emocionados.

La gente gritó eufórica, y los aplausos resonaron en el lugar. Sus gritos y ánimos me llenaron de felicidad. Para ser nuestro primer partido, lo hicimos bien.

Pude ver a mis amigos bajar de las gradas corriendo, los primeros en llegar fueron Kevin, Luis y Dylan. Los tres me abrazaron con fuerza, casi tirándome al suelo y palmearon mi espalda con fuerza. Los detuve antes de que pudieran sacarme un pulmón. Luego llegó mi familia y la mamá de Eli, que también me abrazaron con emoción, con sonrisas de orgullo en sus rostros.

— ¡Excelente, hijo! Felicidades, muy buen partido —exclamó mi padre.

—Gracias, papá.

— ¡Felicidades, Lua! ¡Fue increíble! —Mi hermanita se lanzó a mis brazos y gritó emocionada en mi oído.

—Gracias, pequeña. —Besé cada una de sus mejillas, haciéndola reír y la bajé con cuidado.

Cinthya fue la siguiente, me apretujó entre sus brazos, dando saltitos emocionada. Besó mi frente con rudeza, casi golpeándome con su boca, antes de apartarse con el rostro rojo y una sonrisa que se extendía por toda su cara.

Vi entonces a Eli, un poco apartado del resto, esperando pacientemente su turno. Sin poder esperar más, me acerqué y sus brazos se extendieron para recibirme entre ellos.

— ¿Ves? Te dije que lo harías bien —le escuché susurrar contra mi oído.

Me separé entonces, y admiré, con el corazón desbocado, la preciosa sonrisa que portaba su rostro. Una sonrisa que era para mí.

Sintiendo la euforia del momento, y como mis sentimientos se desbordaban sin control, decidí hacer algo que venía conteniendo desde hace mucho tiempo.

Tal vez no estaría bien hacerlo, pero en estos momentos poco me importaban las posibles consecuencias de mis actos. Apreté el cuello de su camisa entre mis manos, lo jalé hacia mí y lo besé.

Sus ojos se abrieron de par en par y trató de apartarme, pero no lo dejé. Miré de reojo y por suerte entre la conmoción las únicas personas que nos observaban eran nuestros amigos y mi familia, además de un par de chicos chismosos que me valían un pepino.

Al sentir como Elián se relajaba en el beso, me separé con un chasquido.

El chico me miró aturdido y después abrió y cerró su boca varias veces, sin que ningún sonido saliera de ella.

— ¡¿Estás loco?! —exclamó por fin, su cara enrojeció y miró a su alrededor nervioso.

Yo también hice lo mismo y me encontré una gran variedad de reacciones.

Cinthya estaba que saltaba en su lugar, y con ambas manos en su boca parecía contener un grito. Mi hermanita tenía la boca abierta en una graciosa mueca, pero después de unos segundos, simplemente sonrió. Como si lo que acabara de presenciar fuera lo más normal del mundo.

Los chicos nos observaban sorprendidos, solo Dylan parecía tranquilo, con una sonrisa relajada y una expresión que parecía gritar ¡Hasta que por fin!

La madre de Eli no estaba a la vista, quizás no nos había visto; Katherine lucía un poco aturdida, hasta que finalmente posé la mirada en mis padres.

El rostro de mi madre reflejaba calma, como si lo supiera desde hace mucho y no le sorprendiera en lo absoluto, he de ser muy obvio respecto a Eli. Y mi padre, bueno, aún no había gritado, lo cual era un punto a favor. No sé si es homofóbico, pero espero de todo corazón que no lo sea.

— ¿U-ustedes son pareja? —preguntó mi padre con una mirada seria, señalándonos a ambos.

—No... Exactamente —respondí yo.

— ¿Entonces qué son?

—Es difícil de explicar papá, lo que... me gustaría saber es si te molestan mis preferencias. —Miré a Eli, quien temblaba ligeramente, estiré mi mano y acaricié la suya lentamente, tratando de infundirle seguridad.

—No me lo esperaba, tampoco es una noticia que me llene de alegría. Aún debo digerirlo —respondió, asintiendo para sí —. Será mejor que nos vayamos al hotel, mañana debemos salir temprano, espero consideres la oferta que te hice. Pasaré por la casa para despedirnos, cuídense. —Dicho esto levantó a mi hermana en brazos y la acercó para que pudiera despedirse.

—Adiós, Lua. —Lily me miró triste, con un puchero en su rostro. Sus bracitos rodearon mi cuello, reacia a separarse.

—Vamos Lily, tenemos que irnos —apuró mi padre.

La pequeña me soltó y después señaló a Eli —. Es un príncipe, cuídalo mucho —ordenó con una mirada "seria" sonreí con ternura y sobé su cabecita con cuidado.

La pequeña se despidió de todos, al igual que mi padre y su esposa, hasta que finalmente se fueron.

— ¿Mamá? ¿Estás bien con esto?

—Lo supuse, veías con demasiada adoración a Elián para ser simple amistad. —Ella se encogió de hombros y acarició mi mejilla—. Eres mi hijo, no importa a quien quieras, tienes mi apoyo. Te amo mucho —inclinó mi cabeza y beso mi frente con dulzura —. Iré a buscar a Verónica —terminó de decir para desaparecer entre la multitud.

Miré entonces a mis amigos, y les sonreí agradecido. Tenía a los mejores.

Eli me golpeó suavemente en el hombro, llamando mi atención, sus mejillas seguían rojas.

—Estás loco, eso pudo haber salido muy mal, Lucas.

Lo tomé de la cintura con delicadeza y susurré en su oído: — Lo sé, pero salió muy bien y ya era hora de que lo hiciera

— ¡Al fin! —Gritó Cinthya de repente—. Estoy muy feliz por ustedes, chicos, de verdad.

Verónica volvió, ella y Eli se alejaron un poco de nosotros para conversar. Temí por su reacción, pero mi corazón se tranquilizó al ver como la mujer le sonreía dulcemente y como su hijo la abrazaba con fuerza. Quería decir que nos apoyaba.

Una vez que hubo pasado la conmoción, la madre de Eli y la mía se fueron a casa, no sin antes advertirnos de no llegar demasiado tarde.

Decidimos celebrar nuestra victoria, mis compañeros sacaron, no sé de dónde, botellas de alcohol y empezamos a tomar y a charlar mayormente del partido. Ya pasadas unas horas, la mayoría de las personas estaban ebrias o mareadas, Eli era de los últimos, tenía rato mirándome fijamente y soltaba risitas.

— ¿Estás bien? —Besé su frente divertido. Él asintió torpemente.

—No sé por qué no te lo dije antes, que tonto —murmuró arrastrando las palabras.

— ¿Decirme qué?

—Que me gustas —soltó sin reparo.

—Eli-...

—O-oye Lucas, me quiero ir... ¿Podemos irnos ya? —Cinthya se acercó, en un estado de ebriedad notable. Se apoyó en mi espalda, dejando caer todo su peso.

—Aún no quiero. ¿Te pido un taxi? —le pregunté, tratando de apartarla, antes de que ambos nos cayéramos.

—No quiero irme sola —dijo con un puchero, sus ojos se humedecieron de pronto.

Oh, Dios.

Se apartó de mí y caminó hacia Luis tambaleándose, y se hubiera estrellado contra el piso si no hubiera sido por este último, que la sujetó a tiempo.

—Si quieres, me voy contigo —comentó mi amigo preocupado, estabilizándola.

—No-no, tú vives lejos de mi casa, no quiero molestarte.

—Yo me voy contigo —le propuso Eli —, tengo sueño.

Asentí dudoso y después de que se despidieran de los chicos, los acompañé afuera para que tomaran un taxi. Una vez que estuvieron montados en el mismo, le pagué al conductor y le di la dirección.

—Te quiero, Lucas, no llegues tarde —musitó Eli, tomando mi rostro para besarme rápidamente.

—Yo también, descansen. Díganle a mamá que me escriba apenas lleguen

El auto arrancó y volví adentro. La noche siguió transcurriendo un poco más calmada y a dos horas para el amanecer decidimos irnos a casa. Nos despedimos de mis compañeros, tomamos un taxi entre todos y nos fueron dejando uno por uno, quedando yo de último.

Llegué a casa y encontré a mi madre sentada al teléfono, con semblante preocupado.

—Mamá, ¿Qué haces despierta? —pregunté, un tanto mareado, caminando hacia ella.

Ella volteó a verme con ojos llorosos. Me asusté.

— ¿Qué pasa? ¿Mamá? —inquirí nervioso sacudiéndola un poco, al ver que no reaccionaba.

—Ci-Cinthya y Elián...

Sentí mi corazón detenerse.

— ¿Qué pasó? —susurré.

—Tuvieron un accidente, están en el hospital.

Al escuchar la palabra hospital y preguntarle el nombre de este, giré sobre mis talones hacia la puerta, con ella siguiéndome. El taxi tardó en aparecer, pero finalmente conseguimos uno e íbamos en camino.

Que estén bien... Necesito que estén bien.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top