capítulo 3.

La estúpida clase de deportes había terminado, y todos sus sudorosos y apestosos compañeros estaban en el vestidor para cambiarse el uniforme. La gran mayoría tenía prisa, ya que no querían algún reclamo por llegar tarde a su siguiente clase, pero en lo único que pensaba Thomas era en venganza. La venganza y la violencia era la solución a todos sus problemas, y sus únicos problemas eran ese puto orejón.

Podía verlo, tranquilamente en los casilleros que dividían a ese lugar en una clase de considerablemente estrechos pasillos. No conversaba con casi nadie, nunca lo había visto abrir la boca para algo que no fuera comer el queso que robaba de almuerzos ajenos. Tal vez era mudo, o quizá se comió la lengua a sí mismo.

¿A los ratones se les diría "te comiste la lengua tú solo"? A veces Tom pensaba en eso al ver uno.

El casillero de Tom y el casillero de Jerry estaban algo lejos. El del felino estaba cerca de la pared en donde quedaba la puerta y la del roedor estaba en la penúltima fila de casilleros. O era casualidad o los que se encargaban de asignar esas cosas lo habían hecho a propósito.

Se intentaba asomar para ver si el castaño ya había acabado de cambiarse, pero algunos de sus compañeros le miraban raro, lo que generaba que el de cabello grisáceo se sintiera incómodo y volviera a su lugar.

Usualmente su profesor les dejaba ir a cambiarse diez minutos antes de que la campana sonara, y ese día no era la excepción, aunque igualmente varios siempre salían con prisa un minuto antes de su siguiente clase.

Varios ya estaban saliendo, despidiéndose de sus amigos o de todos en general. Cada vez quedaba menos gente, así como cada vez quedaba menos tiempo para la clase de matemáticas a la que Tom debía asistir.

Caminó hacia el antepenúltimo pasillo, asomándose desde éste para ver si es que Jerry aún seguía ahí. Para su suerte, sí era así. Estaba solo y guardando algo en su mochila; eso era sospechoso para el más alto.

El felino volvió a su casillero, mirando la hora en el reloj que tenía en su muñeca. Si tenía prisa, podía llevar a cabo su "brillante" idea.

Después de dos minutos todos los demás habían salido, ambos se habían quedado solos.

Tom se seguía atando el cordón de sus zapatos, sin estar totalmente seguro de la razón por la que Jerry aún no se iba, pero ¿qué importaba? Lo relevante era que tenía oportunidad de obtener su venganza, o algo parecido.

Empujó su casillero con la suficiente fuerza como para tirarlo, cayendo sobre el que estaba detrás, y así consecutivamente, hasta llegar al casillero que estaba delante del roedor.

Thomas salió casi al instante para llegar pronto a su clase.

Pudo escuchar el estruendo que hicieron los casilleros al caer, junto a un agudo grito.

[...]

Sentía adolorido todo su cuerpo. Tenía varios hematomas, se había golpeado la cabeza y tenía varias heridas más. Le parecía todo un milagro el poder haber ido a la escuela, y una maldición al mismo tiempo. No quería ser perseguido por un maldito maniático, y tener que huir. A veces se lamentaba de haber robado más de la mitad del almuerzo de Tom el primer día de clases, estaba completamente seguro de que esa era la razón por la que siempre le arruinaba el día.

También estaba seguro de que ese gato loco había sido el culpable de sus heridas, siempre lo era. ¿Quién más querría tirarle unos casilleros encima? era más que obvio quién era el culpable, pero la probabilidad de que otro estúpido minino haya sido el responsable no era inexistente, sin embargo, lo consideraba muy poco lógico.

Estaba claro que no iba a dejarse molestar así de fácil, aunque no sabía cómo poder vengarse con tremendo dolor que tenía.

Había llegado tarde a su clase, gracias a que no podía caminar rápido; al menos no se había fracturado algo.

Al entrar al salón fue directamente a su asiento, aun pensando en cómo sobreviviría a ese día sin fallar en el intento.

[...]

Se sentía raro al ser él quien buscaba al otro, usualmente era al revés. Toda la mañana había estado merodeando por la escuela en lugares donde tal vez Thomas podría estar, pero aún no lo encontraba.

Había decidido hacerle algo no demasiado grave como para mandarlo al hospital, pero que sí lo mandara a la enfermería para ahí continuar con su venganza. No sabía muy bien qué exactamente; había tantas posibilidades, pero había algunas ideas descabelladas que no creía posibles de realizar, o al menos no sólo.

"Algo que lo lastime, pero no que lo mate..."

Al parecer les ponía más empeño a sus planes que a sus trabajos escolares.

Tenía tantas ideas, pero no sabía cómo lograr hacerlas. Golpearlo, aplastarlo, asustarlo demasiado, varias violentas que requerían algo pesado.

Miró la puerta del club de carpintería, en la cual varios alumnos apenas salían gracias a que ya era la hora del almuerzo.

Con curiosidad de no solo de ver si había algo que le pudiera servir, sino ver qué cosas había en general, cautelosamente entró al notar que ninguno de los que había salido cerró la puerta; puede que haya sido porque volverían en poco tiempo, así que intentó agarrar algo útil lo más rápido y silencioso que podía. Una larga, considerablemente pesada y sin dudas dura tabla de madera.

Tenía claro que con eso no podía hacer algo que igualara el dolor físico que el otro le causó, pero quería intentarlo.


su escritor irrelevante menos favorito llegó

buenas seme olvidó actualizar la semana pasada lol, ya dentro d los proximos 2 capitulos entramos en ni idea hiatus cancelacion pq no tengo nada escrito de los demás capitulos, bueno, no los tengo acabados y ni idea si voy a seguir escribiendo. cabeza vacia, solo mis ocs


y bueno, ya saben si tengo errores diganme neta, seria d ayuda para poder corregir y evitar errores enel futuro, espero estén disfrutando d esta historia q llevaba planeando desde 2020 q loco. si les está agradando o les gusta no olviden votar y comentar, ambas cosas las aprecio 


mua mua besos les leo enla proxima actualizacion <3

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