Querido diario

No te conté cuando conocí mi pequeño alemán.

Eso fue cuando era pequeño, un pequeño inocente. Mi padre quería que conociera su mayor aliado y su hijo, yo acepté alegre, quería tener alguien con quien jugar.

El señor Reich llegó a la casa de mi padre acompañado de su hijo, un tricolor con pequeñas gafas. Nuestros padres nos dieron permiso de que jugaramos en el jardín mientras hablaban de sus alianzas. Ale era un poco tímido, cuando me acerque le di mi mano y lo lleve al jardín, mi padre se fue con el papá de Alemania a su despacho.

Llegamos al jardín que era rodeado por una cerca blanca y muchos arbustos con flores coloridas y vegetación, agarré la pelota roja para jugar, con un poco de timidez acepto. Jugábamos al balón y poco a poco agarraba confianza dejando los nervios atrás. Después nos cansamos, nos sentamos recargando nuestras espaldas en el árbol, Ale me mostró un libro de historia que me compartió cualquier suceso de los ex countrys del pasado, en especial de nuestros abuelos.

Así pasamos días, el señor Reich traía a Ale y le daba permiso de traer sus juguetes, jugabamos juntos y compartíamos nuestras anécdotas, lo más divertido es cuando imitamos a nuestros padres....pero lamentablemente eso cambió...

Cuando el padre de Ale traicionó al mío, fue la última vez que lo ví, como se alejaba con lágrimas en sus ojos...preciso cuando empecé experimentar sentimientos hacia él, yo era un niño que tenía curiosidad de experimentar el amor, mi padre decía que era para débiles pero algo me decía que no era así.

Prometí encontrarlo, ahora al fin lo tengo a mi lado y no puedo soltarlo. Polonia tiene suerte de tener alguien como Ale pero lo está desaprovechando de la peor manera, no dejaré que Ale sienta inseguridades y odie a su padre por los caprichos de ese imbecil.

Gracias por escucharme querido diario.

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