Epílogo: Dawn of us
Lo cierto es que cuando conocí a Kim NamJoon -hace tanto ya- jamás creí que de verdad iba a enamorarme de él.
Es decir, no es que te conoces con alguien y aparece en ti una intuición de que la persona frente a tí se volverá indispensable para tus días y noches. De hecho, hasta puedo decir que NamJoon llegó a ser mi amigo casi por descarte. Él creía que era genial tener un hyung que no lo tratara como un crío sin modales y yo sentí cierto placer en ser admirado por un dongsaeng con tantos talentos.
Porque NamJoon podía discutir y debatir sobre temas realmente interesantes y, a su vez, sin perder la jovialidad y la seriedad, se admiraba de los cangrejos que encontrábamos en nuestros muchos paseos a la playa.
Cuando menos lo esperaba, tenía a NamJoon en mi departamento durmiendo en el sofá los días que su familia decidía no perdonar sus sueños de ser artista. Y ya él me regalaba su presencia refrescante tras mi jornada de trabajo.
Y fue luego que aparecieron los celos; míos al principio y casi al final los suyos. Aunque, pensándolo bien, siempre fue así entre los dos. Solo que ninguno parecía lo suficientemente valiente de aceptarlo.
Okay... era demasiado adorno para una realidad simple e imperfecta: dos chicos poco dispuestos a afrontar sus sentimientos y madurar una relación estable.
—¿En qué piensas, hyung? —volteo a verlo con un deja vu chisporroteando en mi cuerpo.
Entonces, ingresa en el cuarto como visita esperada -lo es- se acerca a mí cuando interrogo a qué ha venido. Sigo esta sensación de que ya he vivido tal cosa, salvo que es distinto ahora.
—Ya no sueñas con ser Runch Randa. —le desorienta mi pregunta y sonríe—. ¿Qué quieres?
—Quería verte, hyung. —y sentí que era mi turno de echarlo, pero eso no es posible.
Ya no puedo lanzarlo a la calle y cerrar con llave, pues, después de todo, él tiene la copia de nuestro departamento.
Sí, nuestro.
Me pongo de pie y me abraza, le quito los lentes para ver sus pupilas brillantes. Es en instantes así, donde sólo nos observábamos, que yo sé que mi amor es caprichoso y hace trampas al camino, pero el punto de llegada es seguro. Es nosotros queriéndonos a nuestro peculiar modo.
—Te amo, SeokJin. —y las mariposas siguen sin revolotear en mi estómago aunque en su lugar un torbellino cálido me brota hasta las orejas.
—Eres un dongsaeng irrespetuoso, hablándome como si no fuera mayor. Debería enseñarte modales. —uso una voz de anciano que lo hace carcajear.
—Aún así te amo. —repite esto último sobre la piel de mi garganta y trago saliva nervioso.
—Lo sé. —un jadeo escapa de mis labios cuando su boca hace succión justo ahí; un chupón sería marcado en breve—. Y te amo por eso.
Porque mientras Kim NamJoon me sostenga tan cerca de su corazón como para hacerme un espacio en él, Kim SeokJin podrá dejar de lado cualquier restricción y corresponderle.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top