ii . . . talking snake

CAPÍTULO DOS
serpiente habladora





Mientras conducía, Vernon se quejaba con Petunia. Le gustaba quejarse de muchas cosas. Harry, el ayuntamiento, Tulip, el banco, ¿y ya les dije que de los mellizos? Esos eran algunos de sus temas favoritos. Aquella mañana le tocó a los pobres motoristas.

—… haciendo ruido como locos esos gamberros —dijo, mientras una moto los adelantaba.

—Tuve un sueño sobre una moto —dijo Harry—. Estaba volando.

Tío Vernon casi chocó con el coche que iba delante del suyo. Se dio la vuelta en el asiento y gritó a Harry:

—¡LAS MOTOS NO VUELAN!

Su rostro era como una gigantesca remola con bigotes. Dudley y Piers se rieron disimuladamente.

—Todo mundo sabe eso —habló Tulip—. Por algo dijo que fue un sueño.

Tulip entrelazó sus manos con las de Harry, mientras apoyaba su cabeza en su hombro. —Yo soñe con elefantes bailarines y donas gigantes —susurro muy bajito.

Harry se echó a reír al oír la extraña y divertida descripción del sueño de su hermana.

—¿Elefantes bailando y donas gigantes? —repitió igual en voz baja, su sonrisa ampliándose mientras imaginaba la extravagante escena—. Eso suena mucho mejor que motos voladoras, —dijo él, acariciándole el cabello con su mano libre.

No pasó mucho cuándo llegaron a su destino, el zoológico estaba repleto de familias. Los Dursley compraron a Dudley y a Piers unos grandes helados de chocolate en la entrada, y
luego, como la sonriente señora del puesto preguntó a Tulip y Harry qué querían antes de que pudieran alejarse, no tuvieron más opción que comprarles una paleta de limón, que era más barata.

Tulip y Harry se encontraban jugando veo veo al mismo tiempo que disfrutaban de su paleta.

—¡Veo veo! algo que camina sobre cuatro patas, tiene pelo oscuro y una frente ancha.

—¡Es Dudley! solo que ese Dudley no es rubio, —dijo Harry mientras señalaba al gorila.

—El gorila no merece tal insulto Harry, —Tulip reprendió a Harry con una voz firme, aunque su seriedad se desvaneció instantáneamente cuando sus ojos se encontraron con los de su hermano. Tulip no pudo contenerse y estalló en una carcajada.

Ella también había pensado que ese gorila se parecía tanto a Dudley. 

Fue la mejor mañana que los mellizos habían pasado en mucho tiempo. Se alejaron lo más que pudieron de los Dursley, para que Dudley y Piers, que comenzaban a aburrirse de los animales cuando se acercaba la hora de comer, no empezaran a practicar su deporte favorito, que era pegarle a Harry. Aunque cuándo lo hacían Tulip mordía con todas sus fuerzas el brazo o cualquier parte de piel expuesta de Piers para que soltara a su hermano.

Por gracia del destino Piers nunca intentó hacer algo en contra de Tulip, solo gritaba cuando sentía que la chica Potter lo mordía, ni más ni menos. Después de eso solo se alejaban sin decir nada. Tulip al ver que nunca venía un regaño después de eso aprovechaba siempre la misma táctica para que dejaran en paz a Harry.

Continuando con su día, comieron en el restaurante del zoológico, y cuando Dudley tuvo una rabieta porque su bocadillo no era lo suficientemente grande, Vernon le compró otro y Tulip y Harry tuvieron el permiso para terminar el primero.

Todo iba de maravilla, parecía un sueño hecho realidad pero como todo sueño este debía de llegar pronto a su fin.

Después de comer fueron a ver los reptiles. Estaba oscuro y hacía frío, y había vidrieras iluminadas a lo largo de las paredes. Detrás de los vidrios, toda clase de serpientes y lagartos se arrastraban y se deslizaban por las piedras y los troncos.

Dudley y Piers querían ver las gigantescas cobras venenosas y las gruesas pitones que estrujaban a los hombres. Dudley encontró rápidamente la serpiente más grande.

Podía haber envuelto el coche de tío Vernon y haberlo aplastado como si fuera una lata, pero en aquel momento no parecía tener ganas. En realidad, estaba profundamente dormida. Dudley permaneció con la nariz apretada contra el vidrio, contemplando el brillo de su piel.

—Haz que se mueva —le exigió a su padre. Vernon golpeó el vidrio, pero la serpiente no se movió.

—Hazlo de nuevo —ordenó Dudley.
Vernon volvió a repetir la acción, tocando una y otra vez el vidrio sin importarle en absoluto el cartel que decía no tocar. —¡Despierta vamos! —¡Despierta! —sus gritos fueron en vano pues la serpiente seguía dormitando.

—¡Esta durmiendo! —murmuro Tulip irritada, hablando a continuación solo para que Harry la escuchara—, tontos y ciegos lo que les faltaba.

—Esto es aburrido —se quejó Dudley mientras se alejaba arrastrando los pies.

Tulip se movió frente al vidrio y miró con una mirada llena de disculpa y tristeza a la serpiente. Si ella hubiera estado allí dentro, sin duda se habría muerto de aburrimiento, sin ninguna compañía, salvo la de gente estúpida golpeando el vidrio y molestando todo el día.

—Lo siento por eso. No saben lo que se siente, estar encerrado noche y día, —hablo Tulip mientras un escalofrío recorría su espina dorsal al recordar todas  las veces que los encerraban en la alacena.

—... Ver como vienen y ponen sus tontas caras contra el vidrio, —Harry termino su frase.

De pronto, la serpiente abrió sus ojillos, pequeños y brillantes como cuentas.

Lenta, muy lentamente, levantó la cabeza hasta que sus ojos estuvieron al nivel de los de Tulip y Harry.

Y entonces les guiñó un ojo.

Tulip abrió la boca en forma de o, parpadeo una, dos veces y luego volteo a ver a Harry que se veía igual de impresionado que ella. 

—N-nos acaba de guiñar un ojo, —susurro con voz atolondrada.

—Si lo hizo, —susurro de vuelta Harry.

La serpiente torció la cabeza hacia Vernon y Dudley, y luego levantó los ojos hacia el techo. Les dirigió a los mellizos una mirada que decía claramente: Me pasa esto constantemente.

La ojiazul se apresuró a hacer una pregunta inocente, —¿Puedes entendernos? —para sorpresa de ambos la serpiente asiente, más atenta que antes.

—Es nuestra primera vez... —Harry también tiene su voz llena de inocencia y curiosidad cruda—. Quiero decir, es nuestra primera vez que hablamos con una serpiente.

—¿Haces esto seguido...? ¿Ya sabes, lo de hablar con la gente a menudo? —la serpiente niega con la cabeza a la pregunta de Tulip.

—A propósito, ¿de dónde vienes? —preguntó Harry.

La serpiente levantó la cola hacia el pequeño cartel que había cerca del vidrio. Los mellizos miraron con curiosidad.

«Boa Constrictor, Brasil.»

—¿Extrañas tu hogar? —Tulip preguntó.

La boa constrictor volvió a señalar con la cola y Harry leyó: «Este espécimen fue criado en el zoológico.»

—Oh, ya veo. ¿Entonces nunca has estado en Brasil?

La serpiente negó con la cabeza.

—Nosotros tampoco conocimos nuestro hogar —dijo con voz triste Tulip—, bueno en un tiempo lo hicimos pero ya no recordamos como era... es como si nunca hubiéramos estado ahí.

—Pero nos tenemos el uno al otro y eso recompensa todo lo demás —Harry se acercó un poquito más a su hermana y entrelazó sus manos, Tulip le brindo una sonrisa demasiado brillante.

Alguien grito detrás de ellos interrumpiendo su momento de hermanos, ambos saltaron en sus lugares.

—¡DUDLEY! ¡SEÑOR DURSLEY! ¡VENGAN A VER A LA SERPIENTE! ¡NO VAN A CREER LO QUE ESTÁ HACIENDO!

Dudley se acercó contoneándose, lo más rápido que pudo.

—Quítate de mi camino —dijo, golpeando a Harry en las costillas. Tomando por sorpresa a Harry y a Tulip en un vano intento de evitar la caída de su hermano.  

—¿Te duele James? —preguntó Tulip mientras se agachaba a la altura de su mellizo.

—Solo un poco, pero estoy bien Lily.

De no haber sido por Harry qué la detuvo se hubiera incorporado y darle su buen golpe a su primo, bufando molesta se limitó a ver fijamente a su primo y Piers con enojo, al igual que lo hacía Harry. Lo que sucedió a continuación fue tan rápido que nadie supo cómo había pasado: Piers y Dudley estaban inclinados cerca del vidrio, y al instante siguiente saltaron hacia atrás dando gritos de terror.

Harry se incorporó con ayuda de Tulip y se quedaron boquiabiertos: el vidrio que cerraba el cubículo de la boa constrictor había desaparecido. 

La serpiente se había desenrollado
rápidamente y en aquel momento se arrastraba por el suelo. Las personas que estaban en la casa de los reptiles gritaban y corrían hacia las salidas.

Mientras la serpiente se deslizaba ante ellos, les habló con una voz baja y sibilante.

—¡Brasssil, allá voy!… Graciasss, amigosss.

Un buena suerte y de nada se escuchó de parte de los mellizos, Tulip y Harry se miraron el uno al otro, llenos de asombro y sorpresa por la conversación que acababan de tener con una serpiente habladora.

—¿Has oído eso? —preguntó Tulip, mirando a Harry—. ¿No estoy loca, verdad?

—Definitivamente escuché eso —respondió Harry, todavía sin creer lo que había sucedido.

Los gritos de horror de las demás personas al ver pasar a la gran serpiente de alguna manera hicieron reír a Tulip, era divertido ver cómo algunas personas corrían y chocaban entre ellos en el proceso, incluso pudo ver que un hombre se desmayo.

La mirada de Tulip se dirigió de nuevo a Dudley y Piers, que estaban a punto de salir del cubículo dónde momentos antes estuvo la serpiente, pero se dieron cuenta de que el cristal parecía haber vuelto a su sitio y que estaban encerrados. Entraron en pánico de inmediato.

Dudley empezo a gritar en busca de la ayuda de Petunia que en cuanto vio a Dudley y Piers, también entró en
pánico. Trató de sacarlos a ambos pero fue imposible.

En ese momento apareció el cuidador de los reptiles que se veía totalmente confundido por la situación.

—Pero… ¿y el vidrio? —repetía—. ¿Adónde ha ido el vidrio?

—Saquen a mi pobre muchacho, ¡Alguien haga algo! —Los gritos desesperados de Petunia se mezclaban con los gritos de horror de Dudley y Piers.

Los mellizos no contuvieron las risas, mientras observaban todo el alboroto, risas que no duraron mucho pues de repente Vernon los miró muy fijamente, haciéndolos tragar grueso.

Esa simple mirada les bastó para saber que estaban en problemas.




















El camino de regreso a casa fue demasiado tenso, Dudley no paraba de quejarse de que la serpiente lo había mordido ganándose una mirada de incredulidad de parte de Tulip, la serpiente no había hecho nada más que morderle los talones juguetonamente al pasar, Dudley era un mentiroso de primera, les estaba contando cómo casi le había mordido la pierna, mientras Piers juraba que había intentado aplastarlo hasta matarlo.

Nadie le prestaba atención a los mellizos y para ellos estaba más que bien pero Piers tenía que abrir su bocota —Harry estaba hablando con ella, ¿no es así, Harry? —dijo mientras miraba a Tulip de reojo y le brindaba una pequeña mueca de disculpa—, Y... T-tulip también.

Vernon apretó con fuerza el volante más no dijo nada ni siquiera los miro, esperó hasta que Piers estuviera fuera del auto y llegarán a la casa para bajar del vehículo azotando la puerta en el proceso, a jalones saco a los mellizos, a Harry lo llevaba jalando de la oreja mientras a Tulip la arrastraba de su cabello, destruyendo la trenza que Harry le había echo en la mañana.

—¡La estás lastimando, déjala! —Harry gritaba y estiraba los brazos para evitar que su tío siguiera jalando los cabellos de su hermana.

—Déja de lastimarme —Tulip por otra parte intentaba darle patadas a Vernon, una de ellas le dio directo en el estómago, causando que los soltara a ambos.

Con un suspiro y un último empujón se adentraron a la casa. —¿Qué pasó?, —preguntó Verno con un notable enojo. 

—¡No lo sabemos!, —Tulip exclamó con una mueca evitando soltar las lágrimas que se habían acumulado en la esquina de sus ojos. Si eran de dolor o rabia solo ella lo sabía. 

Vernon entrecerró los ojos.

—¿Qué pasó? —preguntó, esperando que Harry le respondiera— ¡Quiero la verdad!

—¡Ya te hemos dicho que no sabemos! —gritó entre dientes de dolor— ¡Fue como magia! —hablaron al mismo tiempo los mellizos.

Vernon se puso tan colorado que parecía que iba a explotar del coraje. Los empujó hacia el armario y cerró la puerta de golpe. A través del respiradero de la puerta, les dijo: —¡La magia no existe! —Cerró el respiradero y el armario con llave, y caminó hacia su familia dejando a los mellizos solos una vez más.

Mucho más tarde mientras yacían abrazados en el armario oscuro, Harry deseó tener un reloj. No sabía qué hora era y no podía estar seguro de que los Dursley estuvieran dormidos todavía. Hasta que lo estuvieran, él y Tulip no podían arriesgarse a escabullirse hasta la cocina para buscar algo de comer.

Cuando eran más pequeños, Tulip soñaba una y otra vez que algún pariente desconocido iba a buscarlo para llevárselo, pero eso nunca sucedió: los Dursley eran su única familia.

—Harry... —Tulip habló con voz ronca, había estado llorando, en cuento tío Vernon los dejo encerrados, tentó su cabello y empezó a llorar, no de dolor eso ya le daba igual, Tulip amaba con su alma que Harry la peinara y el ver cómo su tío había arruinado su peinado la lleno de una profunda tristeza que le fue inevitable no llorar—. Cuándo cumplamos dieciséis nos iremos para siempre de aquí.

—Te lo prometo, Tulip —Harry murmuró con ternura, peinando con cuidado los mechones desordenados del cabello de su hermana. Sentados en el diminuto armario debajo de las escaleras, el niño tomó las manos de Tulip entre las suyas, tratando de otorgarle un pequeño consuelo a través de su toque. Aunque su entorno era oscuro y lleno de incertidumbre, la promesa del futuro que Harry le hacía, la llenaba de una leve esperanza.

Era algo que ambos habían hablado antes en susurros, cuando las horas se alargaban y el silencio se hacía pesado en el armario. Escapar y construir un mundo juntos aparte del dominio de sus tíos y primo.

Habían crecido juntos en un mundo de abusos y negligencia dentro del armario, y su vínculo era tan fuerte como su determinación de escapar de el. Para Ambos, la idea de separarse del otro era inimaginable.

Tulip solo espera que el futuro no sea tan cruel y permita que sus caminos continúen juntos.

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