3
Un nuevo plato de comida desaparece del frente la puerta de lo que ahora es mi habitación.
Deje de contar los días desde que hable con esa Muggle, por no decir que todo es borroso y sin sentido a grados que ni la magia más poderosa podría ordenar para bien o para mal el desastre de mi mente.
Los "vecinos" pasaron a saludarme unos días después de la anciana, todos ellos con sonrisas brillantes y "coquetas". De uno en uno me dieron un repulsivo horneado que el elfo agradeció haciéndose pasar por mí usando un hechizo ilusorio.
Con cada nueva y corta visita más fuerza ejercía contra mi piel.
Mis uñas comenzaron a tener un color negro por los arañones y sangrado que me hacen recordar la posición que estoy en el lodo del distrito Muggle.
Empiezo lento, como si algo quisiera escapar de mi piel e intentará abrirla para poder escapar de este limbo.
Una uña, subiendo y bajando hasta que lo que es comenzó comienza a arder, muerdo mi labio con fuerza, enterrando mis dientes para sentir el sabor a cobre en el paladar. Cuando la mente me exige detenerme... Sigo, y sigo, y sigo para que el elfo deba limpiar y yo deba sanarme con la varita.
Siempre y cuando sea lo suficiente como para no olvidar.
De mi brazo izquierdo (exactamente en dónde el medallón hace inútil la marca tenebrosa) paso a mi muslo, clavando con fuerza y levantando la piel. Los gritos, esos gritos que se ahogan bajo un hechizo son lo suficientemente altos que logran callar las voces. Su voz, la voz de mi hermana, de ambas, de mi madre, de mi padre y la constante risa de Sirius.
Llena de satisfacción.
El elfo dejó de darme tenedores o cubiertos hace apenas un día cuando volví a clavarlo en mi mano cuando por, ya sea castigo o mofa. Vi a Sirius de reojo en la entrada de la cocina.
Pero eso solo es en los días. En las noches apenas puedo permanecer en Grimmauld Place.
Al inicio fueron las sombras tomando formas de Dementores o de Él. Eso estaba bien al inicio, solo que... Cambió. El elfo intenta explicar son alucinaciones inducidas por el miedo. Pero yo lo vi, los vi, estaban caminando a mi alrededor.
Rodolphus, Severus, Cissa, Greyback e incluso Lucius. Todos ellos mirándome, señalando mi debilidad, mi inferioridad.
Comencé a salir en las madrugadas. Me quedo fuera de este lugar, sentada en las escaleras que dan a la entrada. Temblando y esperando sus voces dejen de seguirme, esperando que la sensación del mundo creciendo y viendo sobre mí desaparezca.
Mi corazón late con tales fuerzas que sostengo mi pecho con una mano y la otra la llevo a mi boca para tratar de contener los sollozos y gemidos.
No sé cuántos días han pasado...
¿Una semana, dos... Un día?
¿Cuándo acabará esto? Escape para alejarme de Él. De los dolores que me causa, pero. Esto... Esto... No sé parece a Azkaban, es peor, todo es peor.
¿Por qué, por qué?
¿Cuándo acabará? Debería volver, volver y tener las consecuencias de mis cobardes y viles actos.
Pagar la traición a la sangre.
Debería hacerlo, aceptar su castigo, mi castigo.
Castigo, castigo, castigo, castigo...
-¿Señora?- la voz del elfo hace miré hacia arriba. La puerta de la habitación está abierta de par en par y su rostro está lleno de preocupación -¿Se encuentra bien?-
-... ¿Qué día es?-
-¿Disculpe?-
-¿Qué día es?- pido -¿Qué día es, que día es? ¿¡Qué día es, cuánto llevo aquí!?-
Da un paso hacia atrás, asustado y temblando. Traga lentamente antes de contestar.
-M-miércoles, mi señora. Hace dos semanas y media que llegó-
-Dos... Dos... Dos... Dos semanas... Dos... ¡Dos! Solo dos semanas- pongo las manos en el suelo con fuerza, presionando sintiendo las lágrimas en mis ojos -¡Dos, dos, dos! ¡Solo dos semanas! ¡Solo dos semanas!-
A la par del crujido que hacen los elfos al desaparecer llegó su voz.
Lenta, delicada... Llena de veneno que se impregna en las palabras favoritas que tiene de entre todas las maldiciones.
¿Cuántas veces la dijo en el primer conflicto, cuántas veces disfruto pronunciar cada una de las letras que forman tal maldición?
"Crucio"
Lo decía con tal lentitud y gozo que hasta monstruos como Greyback tenían miedo de escuchar.
"Bella, Bella, Bella"- repite cada vez más cerca de mi odio alejando mis quejidos y súplicas.
-Por favor, para, para, déjame-
"Ahí está... La gran Bellatrix Lestrange. La Mortífago más poderosa, la más grande"- habla Sirius a mi costado -"Tirada y llorando como los Muggles que odia. Mírate prima, hasta un sangre sucia tendría pena de ti"-
-Cállate, Cállate- pido acostándome en el piso, tratando de cerrarme al mundo en una simple y lamentable posición fetal -¡Váyanse! ...-
-Bella- ahora Cissa.
Abro los ojos, busco su rostro, algo de ella. Pero solo es la gris oscuridad de Grimmauld Place.
Todo queda en silencio de nuevo. Jadeos son lo único que aleja el horrible y feroz ruido blanco que inunda la casa. El elfo aparece de nuevo, tiene una poción azul entre las manos, se acerca y la ofrece.
-Filtro de paz- explica -Kreacher creyó que algo así ayudaría a la ama. Tome dinero de la bóveda para comprar en su nombre, Kreacher aceptará cualquier castigo, pero la ama debe beber-
-... Esto-
-Su madre lo bebía en ocasiones. También llegué a ver a Sirius Black bebiendo de el antes de su muerte-
Arrebato la poción, la trago con desesperación y... Todo... Se calma. Las sombras son solo eso. Sombras, y las voces se alejaron dejando solo mis suspiros.
-¿Ama?-
-Gracias-
-Kreacher solo está para servir a la familia Black-
-Gracias... Kreacher-
El elfo asiente, con una sonrisa en su apático rostro y desaparece al momento.
Miro la habitación, no se ve tan aterradora ahora. Salgo de ella y bajo las escaleras lentamente.
Paso por la cocina, por la sala y el pasillo hasta llegar a la puerta y sentarme en las escaleras de afuera.
Es de día. Posiblemente medio día apenas, no hay silencio, miles de ruidos distantes se escuchan alrededor como algunas pláticas de vecinos y... Música.
-Música Muggle- digo mirando alrededor. Un chico, con ropa holgada y extraña hasta para un Muggle está sentado en la escalera de mi izquierda, lleva una ¿Radio Muggle? Mientras leé una revista, siente lo veo pues deja su lectura y me ve.
-Hey- dice bajando el volumen.
-"Tan diferente y parecido"- pienso viendo la radio Muggle -¿Por qué le bajas?- pregunto a lo que él mira hacia otro lado.
-¿Para no molestar?-
-Sube el volumen- pido cerrando los ojos para recargar mi mentón en la mano, la música se hace más alta y más y más hasta que los sonidos alejados desaparecerán y los susurros internos se apagan con lentitud.
Una sensación de querer correr me inunda, pero a la vez es tan... Tan alegre. Me siento a gusto, casi como si algo se hubiera puesto en su lugar.
La voz de la cantante me pone en los pies de una joven yo, tan tonta e inocente. Me imagino escuchando esta canción con mis hermanas, disfrutando está... Tonada Muggle.
Calmada, estoy calmada. Por segundo, por minutos todo se apaga dejando solo a Bellatrix en mi cabeza.
No señor tenebroso, no Cissa, no Sirius. Solo yo y yo.
La canción llega al final junto a palabras de otro Muggle el cual debe ser el encargado en poner la música. El chico baja el volumen y hay silencio por segundos.
-Bastante buena, ¿No?- pregunta con elocuencia.
-Sí- admito con vergüenza. Miro una vez más al chico, viéndolo detenidamente debe tener tal vez la edad del chico Potter. Con la diferencia de que uno pela por su vida y un mundo mientras que esté escucha música en la entrada de su casa.
-Mis papás dijeron que había una nueva vecina, pero nunca la había visto-
-Bueno-
-¿Está enferma o algo así?-
-¿Qué?-
-Esta pálida y tiene bastantes ojeras. ¿Duerme bien? Mi mamá es médico, le puede recetar algo si usted se lo pide-
-Eh... Gracias. Pero no, solo... He tenido largas noches-
-Si, mi mamá tiene de esas. Nada que un té y dormir resuelva-
-... Claro-
El chico sonríe justo en el momento que un grupo de chicos llegan montados en unas brillantes y llenas de accesorios bicicletas Muggle. Se levanta, dice adiós con la mano y corre hacia sus amigos desapareciendo en risas aquel grupo de seis Muggles.
De nuevo quedó en silencio y sola.
Miro la calle, miro la entrada de la casa. Entro y me detengo admirando la oscuridad y el silencio.
-Kreacher-
-¿Si, mi señora?-
-Ve a mi bóveda, cambia Galeones por dinero Muggle. Yo... Quiero cambiar el lugar-
-A sus órdenes ama-
Kreacher desaparece. Y quedó sola una vez más.
Respiro, sostengo el aire para después dejarlo ir.
No sé si sea el filtro de paz o la corta y leve charla con el chico que no acabo conmigo corriendo a vomitar o haciéndome sangrar y gritar.
Pero...
Debería. ¿Convertir mi prisión en un hogar?, ¿Correr en mi mente hacia lo que me ataque y esperar mejoras o la muerte?
Quiero correr. Pero no para escapar, quisiera correr alrededor de toda la calle y más allá. Ver lo que está cerca, lo que está lejos.
Que las voces y sombras se alejen a mis pasos.
La canción tiene mucho que ver con Bella y lo que será su desarrollo ;v
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