La Marca

Huir. Es en lo único que pienso, ya que no puedo hacerlo. Lo tenemos prohibido, es una norma. Este pueblo es un infierno pero salir de él es imposible. Nos vigilan, algo obvio ya que a nadie le gusta que su comida se escape. Pues eso es lo que somos, presas que saben que serán cazadas.

Tener miedo está a la orden del día. El pánico y el terror nos hacen compañía. Estamos bailando con ellos una danza mortal. Aún no entiendo porque tuvo que pasarnos a nosotros, ¿a quién molestamos para que nos los enviaran?

Un día aparecieron, así sin más. Mataron a los ancianos y se comieron a los bebés. Los demás seguimos vivos porque ellos quieren. Les gusta jugar.

Con nosotros.

- ¡Es la hora!

Oigo a mi madre gritar y segundos más tarde suenan las campanas. Las ocho , puntuales como un reloj. A partir de este momento no podemos salir de casa a menos que queramos morir. Si pones un pie fuera de tu hogar serás asesinado en menos de dos segundos. Me río amargamente al pensar en esos monstruos deambulando por las calles de nuestro pueblo, mancillándolo con sus malolientes cuerpos y sus risas macabras.

Tanto ellos como nosotros sabemos que un día desaparecemos, hay algunos que se han suicidado, otros que han sido devorados al violar el toque de queda y otros... (trago saliva) que han sido tratados como juguetes hasta ser asesinados. Esa es la peor manera de morir, tienes que correr por tu vida aún sabiendo que la perderás. Y todo por ese estúpido juego que se inventaron.

Cada luna llena rezo para que no sea nuestra puerta en la que hagan "La Marca" aunque eso signifique que alguno de nuestros vecinos muera. No podría soportar que madre o padre murieran siendo marionetas, ellos no.

Miro por la ventana, mañana habrá luna llena y empezará la cacería.

***********************************************

Abro los ojos de golpe, he oído algo fuera.

Cojo los prismáticos que tengo en mi mesita y centro mi atención en la oscuridad del exterior. Al principio no lo veo con exactitud pero cuando me acostumbro a las sombras...

Un chico está corriendo por las calles sin mirar atrás y como si la vida le fuera en ello. Bueno, no como, la vida si le va en ello. ¿Por qué ha tenido que salir de noche? ¿Por qué? Una lágrima se desliza por mi mejilla. No quiero ver lo que sucederá pero no puedo apartar la mirada. Alguien debe ver su final, recordarlo. Por desgracia normalmente esa persona soy yo. Mi casa se encuentra en el centro del pueblo y es algo más alta que las demás, si a eso le añadimos que tengo un sueño muy ligero obtenemos como resultado que vea como muere todo el mundo. Desde que llegaron esos monstruos, he visto a todas y cada una de las víctimas desvanecerse sin poder hacer nada.

De pronto aparecen, esas bestias que se hacen pasar por hombres pero que están muy lejos de serlo. Ahora están en su forma de lobo y se abalanzan todos a la vez encima del chico. Oigo sus gritos de histeria mientras le arrancan una a una las extremidades. Suplica porque lo maten de una vez por todas, pero tanto ellos como yo sabemos que eso no pasará, nunca es tan fácil.

Uno de ellos se destransforma...Pero... No puede ser, no, esto es imposible.

Mi cabeza empieza a dar vueltas, empiezo a marearme y si no fuera porque debo ver el final del chico me dejaría caer. Me aguanto las ganas de llorar y miro con odio al que es el alcalde de nuestro pueblo. ¿Qué está pasando? ¿Por qué es uno de ellos?

No consigo comprenderlo del todo...pero si lo pensamos fríamente todo tiene sentido. Me dijeron que él dejo entrar a los que se hacían pasar por comerciantes sin hacerles ninguna pregunta, cuando siempre era el primero en asegurarse de que todo estaba en su lugar, sin perderse ni el más mínimo detalle. Tampoco he visto nunca miedo en su rostro, pensaba que quería darle fuerza al pueblo ocultando sus temores pero la verdad es que jamás lo tuvo. Me trago la bilis al recordar que yo admiraba a ese ese hombre, yo pensaba que era un modelo a seguir, que él podía traernos la paz y la armonía que nos quitaron. Todos sus planes para librarnos de los hombres lobo eran mentira.

Debo dejar de pensar en esto. Debo centrarme en grabarme a fuego los últimos momentos del chaval. O eso quiero hasta que oigo la voz de nuestro alcalde.

- Veamos pequeño William. ¿Podrías decirme que hacías violando el toque de queda?

El joven le escupe en la cara. Seguramente ha llegado a las mismas conclusiones que yo. Enfoco su cara y veo una mueca de repugnancia similar a la mía. Aún así se puede ver que no le quedan apenas fuerzas, se está desangrando rápidamente.

- ¡Iros al infierno, usted y toda esta panda de chuchos callejeros!- Más que un grito, parece un susurro. Ya casi no puede ni respirar.

- Bonitas palabras. ¿Quieres decir algo más o esto era lo último?

William recobra la compostura y formula una pregunta que rondaba por mi mente.- ¿Desde cuando es usted uno de ellos?- para luego añadir con ira- ¡Pensábamos que era uno de nosotros! ¡Que le importábamos!- empieza a vomitar sangre. Espero que acabe pronto.

- Obviamente que me importábais. La comida debe ser tratada correctamente antes de ser servida.- Una sonrisa maliciosa recorre su rostro.- Y bueno, ya que estás apunto de ser nuestro aperitivo, te lo diré. Siempre he sido uno de ellos. Tú aún no habías nacido cuando yo llegué, pero yo era un forastero como ellos, aún así la gente del pueblo me acepto con amabilidad e incluso decidieron que me convirtiera en el alcalde. Esperaban que ideas extranjeras dieran prosperidad al pueblo. Pero ya ves, no todo es lo que parece.

- ¿Pero si la gente le trató bien por qué ha-... Antes de que pueda acabar de preguntar una garra le rebana el cuello.

- Lo siento chicos, pretendía jugar un rato más con él, pero empezaba a irritarme.- Se relame la zarpa que de repente vuelve a su forma humana.- Ahora disfrutemos.

Al menos ha muerto más rápido que los demás.

Estoy apunto de alejarme de la ventana cuando noto que me observan. Me giro y veo como el alcalde me mira fijamente. Me dedica una sonrisa antes de transformarse y unirse a sus amigos que están devorando a William. Un escalofrío recorre mi columna, mi cuerpo está cubierto de un sudor frío que hace que me congele cuando el aire roza mi piel.

Me dejo caer al suelo. Estoy muerta. Estoy muerta. Estoy muerta. Me agarro del pelo y lo estiro para abajo. Me han visto... Empiezo a llorar desconsoladamente. No quiero morir, no quiero. Maldigo a mi sueño superficial. Me cojo de las piernas, haciendo que mis rodillas toquen mi barbilla y me mezo para adelante y para atrás.

Siempre he observado como la gente moría sin hacer nada pero ahora me toca a mi y nadie me salvará. He sido una cobarde, pero nunca más. Me limpio la cara, me froto los ojos y pienso en un plan.

Está claro que mañana pondrán "La Marca" en nuestra puerta. Serían estúpidos si no lo hicieran. Pero no puedo dejar que mis padres se vean involucrados en esto. O incluso Tommy (mi hermano menor) podría. ser su víctima, por eso antes de que alguno de ellos se ofrezca como voluntario para el juego debo hacerlo yo. Todo es mi culpa.

Mi convicción es fuerte pero por esta noche quiero llorar hasta no poder más. Morir por los que quieres es lo correcto ¿no? Aún así tengo miedo... Odio esta mierda.

Me pongo a cantar para calmar mi desazón y soledad. Es mi canción favorita, me la enseño alguien especial. Además, mi madre siempre me decía que cuando tuviera miedo o estuviera triste cantará, que me sentiría mejor. Y siempre ha acertado.

- I keep waiting in the dark for someone to come and save me... and I've been holding onto something I could never change...

**************************************************

- ¡Ride! ¡Ride! ¡Espérame! Wow... ¿Qué te ha pasado?

- No he podido dormir mucho esta noche.

- ¿Has estado llorando? Tienes los ojos hinchados.

- Déjame en paz Jack. No es de tu incumbencia.

- Yo creo que si. Creo que ser tu novio ya hace que me incumba ¿no?- le miro con frustración pero su voluntad se mantiene firme, lo cual me hace ceder.

- Tsk, que pesado eres. Bien, si quieres saberlo ven conmigo.

Me lo llevo a un callejón por el que no pasa nadie y le doy un beso. Él lo profundiza y seguimos así durante unos minutos hasta que nos apartamos.

- Vale, este ha sido un buen comienzo.

- Cállate.- Le espeto entre risas. Quiero pasar unos momentos felices antes de que me deprima otra vez.- Esto es importante y puede que no me creas pero es la verdad.

- Sabes que puedes decirme cualquier cosa. Te creeré sea lo que sea.

- Bueno.. tú sabes que por las noches veo los asesinatos.

- Sí, algo que me parece estúpido. Es malo para ti hacerlo.

- Eso da igual, porque a partir de mañana ya no podré hacerlo.

- ¿Y eso?

- Mi casa es la próxima. Ayer vi algo horrible.- Me cuesta decirlo porque aún se me hace duro creerlo- El alcalde es uno de ellos.- Le veo parpadear unos momentos antes de ponerse a pasear arriba y abajo por el callejón. Mientras camina confundido, me habla.

- ¿Seguro que lo viste bien?

- Sí, además él me vió y me sonrió.

- Dios mío...- Me abraza con fuerza y yo se lo devuelvo.- Te ofrecerás voluntaria ¿verdad?

- Sabes que no puedo hacer otra cosa.

- Joder, joder ¡Joder! Te quiero.- una lágrima cae en mi hombre, no es mía.

- Yo también te quiero.- Le sonrío y le deposito un pequeño beso en los labios.- Debes prometerme que harás como si no te hubiera contado esto.- le agarro del mentón para que me mire a los ojos- Júramelo.

- Vale.

Nos quedamos un rato allí hasta que oímos el sonido de las trompetas. Hay un anuncio oficial. Esto me da mala espina. No sé de lo que será capaz ese hombre. Cogidos de la mano nos dirigimos al ayuntamiento.

- ¡Gente del pueblo! Esto es un horror, esta mañana nos hemos encontrado la cabeza del pobre William clavada en la valla que rodea el ayuntamiento.- pone cara de dolor pero por debajo de sus manos entreveo una sonrisa. Asqueroso.- ¡Debemos hacer algo! Están jugando con nosotros, están matando a nuestros hijos, mujeres y hombres. No podemos seguir así.- la gente tiene el terror pintado en sus rostros y más de una persona esta llorando o vomitando al ver los restos del joven. 

- ¿¡Y usted que propone alcalde!?- Le grito desde abajo.

- Oh joven Ride, como me alegro de oírla. Pues verá aún estamos ultimando los detalles, pero pronto seremos capaces de vencerlos.

- Me encantará verlo señor Al-cal-de.- remarco cada sílaba para que vea que me acuerdo de ayer por la noche.- Espero que esta noche no escojan su casa y así pueda acabar el "plan".

- Yo también espero que esta noche no escojan su casa.- sonrío amargamente. Claro, como si no fuera obvio.

Me giro para irme a casa cuando noto que alguien me estira del brazo. Es Jack, se le ve preocupado. No creo que le haya hecho gracia que diga eso. Para distraerlo decido cambiar de tema completamente antes de que se ponga a echarme la bronca.

- ¿Puedes hacerme un favor? ¿Me ayudas a cortarme el pelo?

- C-claro Ride.- parece confundido.

Una vez en casa me siento en la cocina y dejo que Jack haga su trabajo. Será un buen peluquero, si es que llega a la edad para serlo. Me quito esa idea de la cabeza, lo conseguirá, estoy segura.

- ¿De verdad quieres que te corte el pelo? Es largo y de un precioso color.

- Es rubio pálido, creo que no tenemos el mismo concepto de belleza. Además sabes que mi apariencia me da igual.

- No es rubio pálido, se llama platino.- Me mira con exasperación.

- Lo que sea.

Me deshace la coleta alta que llevaba y me lo corta hasta dejármelo un poco por debajo de mi cara. Perfecto.

- Gracias cariño, ahora deberías irte. Mi familia está apunto de llegar y no creo que les haga gracia vernos solos.

- Llevamos dos años juntos. Creo que ya se han hecho a la idea de que su hija no es un ángel puro y-

Le propino un codazo mientras me río.- Cállate y vete, va.- Aunque refunfuña consigo que se vaya.

Cuando me quedo a solas voy a mi habitación a llorar otro rato más. Espero que no me eche mucho de menos. No quiero pensar en como se sentirá cuando desaparezca, porque si lo pasa tan mal como yo me sentiría si le pasara a él algo, siento que me rompo. No quiero que pase por todo esto, pero no hay otra solución.

Me quedo compadenciéndome de mi misma hasta que llegan mis padres y mi hermano, debo aparentar normalidad, no puedo preocuparlos. Pero no tengo ganas de nada y para que no me molesten les digo que me encuentro mal y que no bajaré a cenar.

***************************************************

Oigo unos golpes en mi ventana. Otro día que no podré dormir por la noche. Me acerco y ahí está el alcalde. Al principio pienso en no abrirla cristalera que me separa con el exterior pero los acabo abriendo, quiero saber lo que me viene a decir.

- Oh, mi pequeña amiga.

- Evite esas tonterías. ¿Qué quiere?

- Nada, solo pasaba a saludar.

- Entonces lárguese.

- Bueno, de acuerdo. Dejemos las cortesías. Quería que viera como marco su preciosa puerta.

Le miro con odio pero no me puedo derrumbar, eso es lo que él quiere. No volveré a mostrar debilidad y menos ante él.

- Haga lo que quiera.

Los ruidos de la madera siendo rasgada me sobresaltan pero me mantengo firme. Aunque pensándolo bien... Cojo una maceta de mi balcón y se la lanzo a la cabeza.

Cuando impacta en el objetivo me río sonoramente. Ojalá alguien le vea.

- Espero que no le haya dolido.

- Pues gracias por preocuparse pero no me ha dolido. Los hombres lobo somos más resistentes que unas sucias cucarachas llamadas humanos.- dice con un tono divertido.- No puedo esperar a que empiece mañana el juego, luce deliciosa. Y con ese nuevo corte de pelo aún más.

Me estremezco pero no dejo que lo note. Sus ojos me miran con hambre, igual que un cazador mira a una presa.

- Siento que el señorito Jack y usted no puedan seguir con su romance, pero ya sabe que no todos los finales son felices, Caperucita.

Le escupo al igual que hizo el chico la noche anterior y antes de cerrar la ventana le espeto.

- Le aseguro que esto no acabará así. Pagará por todo lo que nos ha hecho. Buenas noches.

Sus risas penetran en mis oídos y hacen que tiemble. Cuando pienso que ya no me oirá con sus orejas de perro callejero, corro al baño y lloro desconsoladamente. Prometí ser fuerte, pero necesito desahogarme, creo que alguien que va a morir está en el derecho de hacerlo.

Dejo de llorar cuando vuelvo a oír el sonido de piedras golpear la ventana. ¿Qué querrá ahora? Me limpio la cara todo lo bien que puedo, no quiero que vea que he llorado.

Cuando me acerco para mirar la sangre se me hiela. Jack. Dios...

Corro escaleras abajo sin importarme despertar a nadie, abro la puerta y hago a entrar al imbécil de mi novio.

- ¿En que cojones estabas pensando? Podrías haber muerto.- le cojo de la camisa y la aprieto entre mis manos mientras apoyo mi cabeza en su pecho.

- Lo siento pero debía arriesgarme. Tengo un plan.

******************************************************

La gente de nuestro vecindario ya está dando el pésame a mis padres. Todos se pasan a decir que lo sienten y que ojalá no nos pasara esto a nosotros. Quiero creer en sus palabras, pero me suenan más bien hipócritas. Seguro que se alegran de que sean otros y no ellos los que han sido "marcados". Lo entiendo, yo he pensado lo mismo durante mis dieciocho años de vida. Es normal que el instinto de supervivencia prevalezca por encima de todo, es algo que los animales tenemos en el fondo de nuestro subconsciente. Aún así duele pensar que están felices de que te toque a ti y no a ellos. Egoísmo. Traición. Odio. Esas palabras cruzan mi mente pero las saco de mi cabeza. Debo recordar quienes son los enemigos, la gente solo está asustada, nadie quiere morir. Yo tampoco, pero alguien debe hacerlo para que los demás vivan.

Miro los rostros de mi familia y solo veo desolación, intento sonreír pero, ¿cómo se hace cuando estás apunto de morir? Cuando toquen las ocho debo correr, esconderme y si puedo... sobrevivir. Han intentado cambiarme la posición pero me he negado, ellos son más necesarios para Tommy y bueno yo... yo...

Dios, meneo la cabeza como hago siempre que quiero dejar de pensar. No quiero pasar los últimos momentos con mis padres deprimida.

*********************************************************

Suenan las campanas, miro a un lado y otro. Nadie a la vista. Tengo doce horas por delante de sufrimiento. Sonrío, soy más imbécil de lo que creía.

Ahora cuando corro por las calles de lo que antes era mi seguro pueblo tiemblo, lloro, sonrío. Soy libre. Nunca he experimentado el estar por las avenidas y los callejones a mis anchas tan tarde, pero pronto vuelvo a la realidad. Oigo el inconfundible y ensordecedor aullido de los lobos.

Empieza la cacería.

El sudor cae a borbotones por mi piel. La adrenalina provoca que mi corazón vaya a cien por hora. Me siento viva y a la vez... muerta. Me aposento en el suelo, sé que no es lo más inteligente, pero debo pensar.

Miro al cielo, la luna está más pálida que de costumbre y las estrellas más relucientes. Se ríen burlonamente de mi desdicha y yo no puedo hacer otra cosa que observarlas, sin embargo a la vez me dan ánimos para continuar, debo conseguirlo, no por mi, por todos.

El crujir del suelo me desvela que alguien se acerca. Inspiro y expiro rápida pero silenciosamente. Me concentro y tiro una piedra lo más lejos que puedo. El sujeto se aleja y pronto oigo su gruñido al descubrir que ha sido engañado. Pero cuando decide volver, ya estoy lejos.

Pongo piezas mías de ropa por las angostas calles por las que paso para así despistar. No servirá de mucho pero no puedo hacer otra cosa. 

Ráfagas de viento me azotan y me meten el poco pelo que tengo en la cara, suerte que me lo corté o no vería nada. El crepitar de las hojas de los árboles hace que me gire cada dos por tres para ver si hay alguien detrás de mi, me estoy volviendo una paranoica pero más vale prevenir que curar.

Todo esto está provocando en mi una sensación de malestar y miedo muy grande. Miro a todas bandas unas cuantas veces para asegurarme de que las sombras que veo provocadas por las farolas solo sean eso, sombras. A veces, sin embargo, no dudo en correr unos metros cuando no consigo distinguir todo lo que me rodea.

No puedo seguir vagando por las calles o me acabarán encontrando, entonces, sigilosamente me dirijo hacia uno de los callejones que está más cerca de mi ubicación, donde están situadas las basuras. Dios, esto es asqueroso pero no hay tiempo para ser tiquismiquis. Me sumerjo entre los deshechos que hay acumulados en el suelo hasta cubrirme completamente, dejando solo un espacio para mi nariz y ojos.

Y así me quedo durante dos horas (mirado en mi reloj) sin hacer nada. Respirando silenciosamente e intentando no tragarme a alguna mosca despistada que confunde mi boca con una manzana podrida. Entonces escucho voces.

- ¿Dónde está esa estúpida niña? Tengo hambre.

- No es buena idea que nos destransformemos. Podría atacarnos.

- No seas ridículo. Una niñata de quince años no podría matarnos.- ¡Tengo dieciocho! Soy idiota, no es momento para pensar en eso.

- Tienes razón.- Se ríen entre dientes hasta que oyen un ruido que proviene de mi lado.- ¿Crees que estará ahí?

- No creo que se atreva, ni yo lo haría. Que asco.

- Pero, ¿y si se ha escondido?

Empiezan a acercarse a mi montón de basura, con ojos hambrientos. Me han descubierto, me han descubierto... Comienzo a hiperventilar, el corazón me va a mil haciendo que el pecho me duela. El cansancio, la peste y el frenesí están haciendo que pierda la conciencia. Debo aguantar. Mis ojos se están cerrando, las orejas se me están taponando por la presión y la cabeza me martillea.

Cada vez están más y más cerca, sin embargo, frenan en seco cuando una pequeña rata sale despedida fuera de mi escondite. Uno de ellos la coge sin compasión y la muerde partiéndola por la mitad. Los intestinos de esta cuelgan mientras su sangre chorrea por la boca del ahora "humano" hasta el suelo. Aguanto las ganas de vomitar (después decían que meterse aquí era repugnante) y me permito el suspirar levemente, estoy a salvo.

- Tío ¿Cómo has podido?

- Tengo hambre, te lo he dicho.- Hace una mueca de felicidad cuando se come la otra parte de la rata.

- Te sentará mal, ya lo verás.

Les miro con detenimiento mientras discuten entre ellos. Uno es alto y rubio (el que se ha comido la rata) y el otro es pelinegro y tiene un cicatriz que le surca toda la cara. Son casi de la misma estatura, aunque el de pelo oscuro es un poco más alto. Bajo la mirada para ver su vestimenta pero al fijarme bien veo que solo llevan unos pantalones, ni siquiera una camiseta o unos zapatos. Hace frío, joder.

Siguen hablando delante mío durante lo que pienso es una eternidad, pero en realidad solo han pasado cuarenta y cinco minutos. Mi corazón sigue acelerado pero estoy más tranquila, esos zoquetes no se han acercado en todo el tiempo que llevan aquí.

- Vamos a buscar a otro sitio, si el jefe nos ve sin hacer nada nos colgará. Quiere ver a esa enana muerta.

- Tienes razón, aunque estaba esperando si veía alguna rata más.- Hace el ademán de acercarse a mi posición pero el otro le coge del brazo.

- Ni se te ocurra.- le mira desafiante y el otro retrocede. El moreno parece ser el que manda.

Sus voces son cada vez más tenues, al fin esos dos se están yen...

*******************************************************

Me despierto tosiendo y por el olor a putrefacción acabo vomitando. Genial, más porquería encima. Decido entonces, que ya es hora de salir de aquí. Miro el reloj, las dos y media de la mañana. Al menos tengo el consuelo de que queda menos para superar esta noche.

Cuando estoy apunto de levantarme para irme veo una sombra en la esquina de la calle. La farola delata la posición de un individuo. Cada vez se hace más grande hasta que aparece un pequeño niño en pijama. Corro a su lado, ya sin importarme mi apariencia o mi olor, y lo arrastro lejos de las delatoras luces. Al principio me mira con horror pero cuando ve que soy una de nosotros se tranquiliza y empieza a lloriquear. Podría ser una trampa, ¿pero qué alma cruel dejaría a un niño pequeño a merced de esos monstruos?

- Vamos, ya está. Tss, tss. Relájate, ahora estás a salvo.- Tras una larga espera hasta que el niñ se tranquiliza le pregunto.- ¿Qué haces tan tarde en la calle? Es peligroso.- Miro a un lado y a otro, este no es lugar para un chiquillo.- Deberías volver a tu casa, inmediatamente.

- Pe-pe-pero... mi pelota... Me la he dejado en el parque y mamá se enfadará cuando lo sepa.

- Se enfadará más si mueres por ir a buscarla.- le espeto con demasiada rudeza.- Lo siento, lo siento. No quería decir eso.- las lágrimas asoman por sus ojos pero no hay tiempo para calmarlo otra vez.- Haremos una cosa, te acompañaré a casa y después iré a por la pelota.

Asiente tres veces y me coge de la mano. Mierda, ahora será más difícil esquivarlos, pero no puedo ni quiero dejarlo. Vamos a salir de la calle cuando oigo unos pasos acercándose. Pongo la oreja en el suelo y escucho. No son humanos.

Mierda, mierda, mierda. Piensa joder, piensa. Miro al niño. Por mi cabeza se baraja la posibilidad de abandonarlo a su suerte, pero la descarto. Entonces se me ocurre una solución que puede servir, esperemos.

- Escúchame, los chicos malos se están acercando. Escúchame. No, ni si te ocurra llorar. No. Ahora te vas a meter en ese sitio sucio de allí. ¿Vale? ¿Sí? Bien. No harás ningún ruido, ni te moverás hasta que venga a buscarte o toquen las campanas a las ocho. ¿Lo entiendes? Vale. Y recuerda si no soy yo no te muevas de aquí hasta mañana.

Le doy un beso antes de que corra a esconderse en el montón de basura. Cuando veo que está tan bien escondido que ni siquiera yo le veo, salgo del callejón y grito en dirección al sonido.

- ¡Eh, vosotros los estúpidos de allí! ¡Sí, vosotros! ¡Me estaba empezando a aburrir. ¿Por qué no venís a por mi?

No espero si quiera a verlos, les oigo acercarse rápidamente.

Avanzo ágilmente por las calles con los lobos pisándome los pies. Éste es mi fin. Sonrío desesperanzada, al menos conseguí poner a salvo al niño. Joder, una lágrima escapa por mi mejilla. Joder, joder, casi lo había conseguido.

Las suelas de mis pies empiezan a escocer y los pulmones me van a explotar, no creo poder soportarlo más. Un momento en el que me descuido, por el cansancio, tropiezo y caigo al suelo. La angustia me invade hasta que veo mi salvación.

Ruedo hasta situarme debajo de un coche, de momento este lugar será seguro, pero debo volver a por el niño ahora que me han perdido.

Oigo como reniegan al pasar por delante del vehículo sin tener rastro de mi. Si fueran gatos gigantes no hubiera tenido la misma suerte (ya que ven en la oscuridad y esas cosas...; sé que mi humor deja mucho que desear pero bueno), aunque con su olfato no tardarán mucho en encontrar mi olor putrefacto y asqueroso provocado por el hecho de haberme desmayado entre basura y haberme vomitado encima.

Cuando estoy ya segura de que se han ido salgo y me muevo lentamente por las sombras. Tengo suerte de que el viento haya dejado de soplar, si lo hiciera ya haría tiempo que estaría muerta.

Unas sombras se agitan a la luz de una farola aún lejana, no creo que sean buenas noticias. Miro a los lados. Nada por aquí, nada por allá. Ningún sitio en el que esconderse... Mierda.

Hasta que... suerte la mía. Cerca hay unos parterres en los que puedo meterme debajo, están muy cerca de la casa de sus propietarios así que no se me verá. Corro todo lo rápido y silencioso que sé y me aprieto entre la dura acera y el implacable hormigón del que están hechas las macetas. No puedo respirar mucho si quiero conservar mis costillas intactas. Puede que no haya sido muy buena idea.

Poco después de que me esconda oigo unos pasos serenos, acercándose. Dejo de oírlos, estoy a salvo.

Pero... ¿qué es esto caliente y pegajoso que me cae en la mejilla? Me la toco para ver lo que es pero en la oscuridad no consigo distinguir nada. Me meto el dedo en la boca. Metálico. Mi cara se contrae en una mueca de asco, pero no es nada comparado cuando miro hacia arriba.

Veo ante mi la cabeza del niño colgando en la mandíbula de un lobo. Un trozo de columna está enganchado al cráneo pero no hay... nada más. La cara de horror del niño se ha quedado grabada en su rostro al morir, aún se notan frescos los restos de mocos que debieron caerle del miedo. Ante esta escena no puedo hacer otra cosa que gritar mientras gotas calientes y saladas caen sin cesar.

Sin esperar a la reacción del monstruo corro. Sin rumbo. Solo sé que voy a morir. Acabaré como él. No quiero, no quiero. ¿Por qué yo? ¿Hice acaso algo malo?

Quiero despertar y que todo haya sido una pesadilla. Cuando me despierte gritando mamá vendrá a abrazarme y dejar que llore en su hombro. Pero aún así estaremos felices porque nos tendremos los unos a los otros. Sin muertes. Seguramente le habrá tocado a otro vecino jugar e hipócritamente le iré a dar el pésame mañana por su futura perdida. Esa es mi realidad. Solo es un sueño. Despierta. Despierta. Despierta.

Tropiezo y caigo hacia adelante. Estoy en medio de la plaza. Alguien se acerca a mi. Le sonrío aunque este de cara al suelo.

- Hola. ¿Quiere algo?

- ¿No tienes miedo o qué?

- ¿Por qué debería tenerlo?- le respondo con las lágrimas aún cayendo pero con una sonrisa en el rostro.

Noto como la presión en mi pecho va aumentando. Las costillas empiezan a hacerme daño, suelto un quejido de dolor. Tranquila, esto solo es un sueño, nada pasará. Solo aguanta. Poco tiempo después, supongo que cansado de que no reaccione comienza a estirarme del brazo. Noto como cosas afiladas se me clavan en este con cada vez más fuerza. Duele, duele. Respira... El dolor va creciendo hasta que es casi insoportable, entonces todo cesa. Pierdo la consciencia por unos segundos. Veo como un trozo de el que era antes una de mis extremidades cae al lado de mi cabeza.

Es un sueño, es un sueño. Aunque es solo una pesadilla no puedo evitar el gritar. Duele demasiado... ayuda mamá... despiértame ya. Tengo miedo, mucho miedo.

- Parece que tu reacción va mejorando.

- Es solo un sueño, no me moriré. Nada de esto es real.

- ¿Qué dices?

- Esto no es real, estoy bien. En mi cama, teniendo una pesadilla.- Me golpeo la cabeza con mi única mano.- Despierta, despierta.- empiezo a reír.- Sabe, es divertido porque me he hecho pis encima. ¿No es gracioso?

- Depende como lo vea querida.

- Oh señor alcalde, no le había reconocido. Lo siento. Mañana nos vemos, cuando despierte.

Las pisadas van en aumento. Cada vez hay más gente a mi alrededor.

- Dejadla. Mañana será más divertido jugar con ella. Ahora solo es una patética humana. Quiero ver como acaba todo.

- De acuerdo.- dicen todas las voces al unísono.

- ¡Qué coordinación!- digo entusiasmada.- Otra vez.

Algo rueda hasta topar conmigo, parece una pelota. La cojo con mi brazo bueno. Es la cabeza del niño. Un nudo se me crea en la garganta y vuelvo a repetir lo mismo, a ver si así despierto de una vez. Abrazo los restos del infante en mis brazos y me mezo. No consigo recordar los versos de mi canción.

- Me voy a despertar. No queda mucho. Todo esto acabará. Y él estará vivo. Prometo comprar al niño al que pertenece esto una chuchería mañana. ¿Has oído? Tendrás una gominola de mi parte. ¡Qué guay eh! Vamos, esto no es real. Abre los ojos. Mamá ven ya. Ayuda, ayu-ay...

Un golpe sordo impacta en mi lado y voy perdiendo la conciencia mientras oigo unas voces.

- Esa niña se ha vuelto completamente loca señor. ¿Está seguro de que es ella de la que esperaba tanto?

- Es ella. Confía en...

**********************************************************

Abro los ojos de par en par y empiezo a respirar forzosamente hasta que veo que estoy en mi habitación. Se me escapa una sonrisa de felicidad. Todo era un sueño... o eso quería creer, pronto noto que me falta una parte del cuerpo. Giro mi cabeza en dirección a mi inexistente brazo y lloro. Los sentimientos de la noche pasada me golpean uno tras otro consiguiendo derrumbarme. Cuando recuerdo al niño todo pensamiento racional se escapa de mi cabeza. En mi mente solo se repite una y otra vez: Quiero vivir. Quiero vivir.

Me muevo sin rumbo y me acabo viendo en la calle. La gente me mira, veo lástima y asombro en sus ojos. No entienden como puedo estar viva. Yo tampoco. Los últimos momentos de esa noche siguen confusos. Sigo dando tumbos hasta que me choco con alguien.

- Cariño. Dios... Lo siento, no he podido protegerte. Lo siento, lo siento. Pero al menos tengo lo que necesitábamos.- Me dejo abrazar sin siquiera devolverlo. No sé bien quien es. No consigo enfocar su rostro ni oír correctamente su voz. Tampoco me paro a pensar. Cuando me suelta sigo caminando sin pararme aunque me llame. No me interesa lo que me tenga que decir.

Freno de golpe, hay algo rojo en medio de la plaza. Me dejo caer de rodillas al lado del seco charco y al recordar de donde proviene la sangre suelto un grito. Las piernas se me cruzan al intentar levantarme después de haber estado un buen rato sentada y casi caigo al suelo. Alguien me coge.

Soy arrastrada hasta un callejón en el cual alguien me habla al oído sin enseñarme su cara.

- Escúchame perra. Estás dando muchos problemas al jefe, pero le pareces interesante y por eso no te mata. Sin embargo, eres penosa.- se ríe mientras aprieta mi herida que se empieza a abrir.- ¿Por qué no te suicidas como hicieron tantos otros? Los humanos sois una raza inferior estúpida y débil. Me dais asco.

Dicho esto, ese personaje se va tirándome al suelo y soltando maldiciones a su paso. No entiendo de que iba todo eso. Me levanto y decido que es hora de volver a casa, debo curar la herida, empieza a escocer otra vez.

*************************************************************

- Cariño, no vayas.

- Mamá, yo ya estoy muerta y no quiero que vosotros me acompañéis.- le espeto fríamente.

Le doy un beso en la mejilla a cada uno y salgo por la puerta tranquilamente. Solo espero que acabe rápido, no quiero tener que aguantar mucho rato esta pesadilla interminable. Una y otra vez la imagen del niño me pasa por la cabeza. No puedo cerrar los ojos o le veo. Llorando, cogiéndome de la mano, con esperanza en sus ojos, muerto, muerto, muerto. Una bombilla se enciende ante mi, tengo que ir a por su pelota. Al menos eso tengo que hacer por él. Debo vivir hasta tenerla conmigo.

Me pongo en marcha hacia el parque, intentando que no me vean. Conseguir ese objeto es mi única meta ahora mismo, y quiero cumplirla antes de morir.

Las calles que llevan hacia allí están llenas de farolas que iluminan todo el camino, ahora mismo es algo en mi contra. Tampoco hay ningún coche a la vista o alguna otra cosa en la que me pueda esconder, pero no me queda otra. Camino por en medio de la carretera, siempre quise hacerlo.

Una ráfaga de viento inunda mis fosas nasales con un olor a jazmín y a sangre. Esas bestias están cerca, son las únicas capaces de hacer esa extraña combinación de fragancias. Es un perfume que no desagradaría si no fuera por su funesto significado.

Están cerca, a mis lados seguramente, pero sigo caminando en línea recta y sin girarme a comprobarlo. Tengo algo que hacer, recuerdo con una sonrisa verdadera.

- We all search for higher ground. When the world comes crashing down but I know, nobody will come into the dark and save me.

Oigo susurros de confusión a mi alrededor, parece que no les gusta como canto... Pero puedo hacerlo mejor. Respiro hondo y dejo salir a mi voz.

- Look what they've done to us... LOOK WHAT THEY'VE DONE TO US! I'VE GROWN SO SICK OF HIDING, IT'S TIME TO RECLAIM WHAT'S OURS!!!

Dejo de cantar y sigo caminando, es difícil hacer las dos cosas a la vez. Las sombras me rodean pero las ignoro, no puedo perder el tiempo. Los murmuros crecen. No tengo tiempo, debo darme prisa o no lo conseguiré.

Arranco a correr antes de que consigan frenarme los perritos. No tengo tiempo para jugar con ellos ahora, pero después volveré. ¡Lo prometo!

Veo a pocos metros el parque, por fin he llegado. Se me ilumina la mirada, sin embargo poco tarda en oscurecerse cuando veo que alguien me barra el paso.

- Mi pequeña amiga, ¿a dónde vas?

- Tengo prisa, después hablamos señor alcalde.- le digo sonriente al ver que es él.- Por cierto, no debería estar aquí, la noche es peligrosa.

- Sabes que a mi no me pasará nada, pero en cambio a ti puede que si.

- No es tiempo para hablar, tengo prisa. Deme un segundo y ahora vuelvo, por favoooor. Juro no volver a pintar las paredes del ayuntamiento.

- Así que eras tú...- se ríe entre dientes mientras me mira divertido.- ¿De verdad no tienes sentido del miedo o qué?

- ¿Miedo? Claro que lo tengo, pero tengo algo que hacer y no me puedo detener. Tengo que recoger una pelota.

- Oh, ¿te refieres a esta?- veo un pequeño balón entre sus manos. No sé si es el de ese niño pero es rojo y muy bonito. Me acerco entusiasmada a él.

Pero en vez de llegar a alcanzar mi objetivo noto un fuerte dolor en la barriga. Caigo al suelo y me arrastro lejos de aquél hombre malo. Esto no es divertido, aunque él ría a carcajadas. No me lo quiere dar... A mi paso dejo un pequeño rastro de manchas rojas que no sé de donde provienen pero que tampoco quiero descubrir.

Respiro forzosamente mientras me arrastro detrás de una casa para conseguir recobrar el aliento. Dios, no me ha gustado su último juego, me ha hecho más daño del que pensaba y mi barriga está impregnada de ese líquido rojo y caliente. Es asqueroso. Y tengo miedo. Y quiero irme con mi madre. Y... y... y...

Me cojo de la cabeza y me mezo para adelante y para atrás. Huir. Huir. Huir. Esto ya no es divertido. Mamá... mamá...

Oigo unas pisadas en la esquina de la casa más alejada de mi. Me pongo a tres patas y me muevo en la dirección contraria. Debo volver a casa. A salvo. Lo siento pequeño, no he podido recuperar la pelota... Un lágrima cae por mi sucia cara, de verdad quería cumplir mi misión.

Cuando miro hacia arriba me encuentro con la cabeza de un lobo que me observa atentamente. Caigo de culo al suelo e intento alejarme de él lo más rápido que puedo pero me coge de una pierna y estira de ella haciendo que caiga al suelo. Me arrastro unos pocos metros pero me vuelvo a tropezar y me quedo tendida en el suelo

- Déjame, quiero vivir. ¡Quiero salir de aquí! ¡MAMÁ! ¡JACK! ¡AYUDA!

La bestia inmunda me sigue observando con malicia mientras su saliva cae al suelo por la emoción. Sus ojos brillan en la oscuridad, me hipnotizan, juegan conmigo. Y no puedo escapar, el miedo me paraliza y mis músculos no hacen caso a mi cerebro.

Coge carrerilla para embestirme con más fuerza y poder darme un solo golpe fatal. Se acerca rápidamente, cierro los ojos. No quería morir aquí pero ellos siempre ganan. Cascadas de agua caen por mis ojos y un líquido caliente moja mis pantalones. Ni siquiera pienso en que puede ser. Solo me quedo esperando.

Pero el golpe nunca llega. Abro los ojos y veo a un chico pelinegro siendo atacado por ese monstruo, al principio no le distingo pero... ¡Es Jack! Lo están mordiendo de la misma manera en la que uno de sus compañeros hizo con la rata y yo solo puedo mirarlo mientras me agarro la cabeza y rezo para que sea mentira una vez más. Claro, es mentira. Es obvio que es solo un sueño. Entonces suelto una carcajada, todo tiene sentido. He sido una tonta, sigo soñando. No sé como he podido pensar que esto era verdadero. Jack está en su casa y mañana nos veremos, saldremos y seguirá siendo mi novio. Y el niño seguirá vivo y jugará con su madre y su pelota. Y yo estaré bien, tendré los dos brazos y seré feliz. Y el alcalde será uno de nosotros y no uno de ellos.

Pero toda esa ilusión se rompe cuando oigo la voz de mi chico. Me habla pero solo puede emitir sonidos. Sangra a borbotones pero me sonríe aunque se esté muriendo. Intento acercarme a él pero niega con su cabeza. Tose y su sangre me salpica en la cara, le miro horrorizada pero él sigue ahí mirándome y dándome fuerzas. Antes de que vuelva a morderle esa cosa consigue articular algunas palabras coherentes que me rompen.

- Co-co-corre cariño. Vi-ve por los dos. Ca-casi lo hemos co-conse-guido.- Vuelve a toser sangre e intento tocarlo pero no me deja.- Te quiero... ¡Corre!

Se gira hacia el lobo y le clava un cuchillo en el cuello mientras el otro lo tiene aprisionado en la boca. Le doy otro vistazo como despedida, me levanto y corro hacia cualquier lado.

*************************************************************

Miro el reloj, las tres y media. Aún queda demasiado tiempo de este infierno. Tengo la cabeza entre las piernas y tapada por mi brazo derecho. Me saco el gorro y lo lanzo contra la pared de la casa de enfrente, lo que provoca que un montón de escombros que estaban en estado precario apoyados en esta caigan al suelo y un pequeño vidrio se pose en medio de mis pies. Lo miro con curiosidad, me devuelve la imagen de una chica que da pena. Está sucia, llena de manchas rojas y cansada. Pobrecita, seguro que lo está pasando mal.

Tardo dos segundos en darme cuenta de que esa soy yo. Mis ojos ya no tienen vida y parecen estar más muertos que yo. No dejo que mi mente piense en nada que no sea este momento, cada vez que lo hago se me va un poco la cabeza y necesito mantenerme cuerda.

Pero... no puedo seguir aquí autocompadeciéndome, tengo que hacer algo. Vuelvo a mirar el trozo de espejo y esta vez veo determinación. Quiero que todo lo que he pasado hasta ahora valga para algo. Debo hacerlo, no solo por mi.

Recuerdo a Jack y mi mente vuelve a desconectarse por un momento. Respiro profundamente y me abofeteo con mi mano restante, muevo la cabeza y sé que estoy lista. Seré valiente.

- I've been a victim. I've been a coward hiding underneath my pain. I've been inmobilized and watch the system destroy everything I've loved.

Oigo como rápidamente me van rodeando. Me han encontrado, o eso creen. Es hora de rebelarse. Nunca más me arrodillaré ante ellos.

- Oh, pequeña. ¿Te has cansado de vivir?

- Ja. Vengo a devolverles todo lo que nos han hecho. Quiero luchar contra usted. Solos. ¿O acaso no se atreverá?- le miro con una sonrisa retorcida pintada en mi cara. Debo parecer una loca ahora mismo pero nunca he estado más cuerda en mi vida.

- Como quiera. Pero debo decir que esperaba más de usted. Creía que opondría más resistencia. Que lástima.

Me agazapo para coger velocidad y salto hacia él. Esquiva la cuchillada que va directa a su cuello y se posiciona detrás mío. Mierda, esperaba pillarle por sorpresa.

Me agacho cuando noto como su garra corta el aire y le propino una patada en el hocico. Me alejo ágilmente y espero a su nuevo movimiento.

- Dejadnos solos. Quiero disfrutar de esto lo máximo posible y para eso debo concentrarme.- no parecen conformes con su decisión. Pero el alcalde les suelta un gruñido que me hiela la sangre incluso a mi- ¡Dispersaos!

Le hago signos provocándole para que me ataque y como buen animal que es, se lanza sin siquiera pensar en las consecuencias. Le esquivo, lo que provoca que la herida que tenía se abra y empiece a dolerme. Me toco el estómago y noto que está mojado, mierda. Debo darme prisa y acabar esto o no aguantaré mucho más.

- ¿Sabe qué, alcalde? Las personas del pueblo han visto lo que ha hecho. Saben que usted es el culpable de sus desgracias y si yo muero usted caerá conmigo.

- ¿Piensas que te creerán antes que a mi?- sonríe maliciosamente.

- A mi puede que no, pero a pruebas visuales, sí. Salude a la cámara.- le señalo un pequeño objeto brillante situado entre las basuras.

Su cara se descompone en una mueca de disgusto y odio. Sonrío..

- Ah y tranquilo, que no es la única. Por todo el pueblo hay de estas preciosidades y están emitiendo en directo lo que está pasando.- empiezo a reírme ante a su ahora histeria.- Tranquilo, puede que le maten rápidamente.

Comienza a reírse como un poseso mientras me mira ferozmente. La ira mezclada con una extraña excitación invaden su mirada. Me preparo para su ataque.

Se lanza hacia mi con todas sus fuerzas. Dejo que esta vez su ataque impacte en mi cuerpo y me perfore la barriga, atravesándome. Vomito sangre encima suyo y aprovecho su momento de triunfo para rajarle el cuello con mi cuchillo.

- Ya sabe señor alcalde, no todos los finales son felices.- le digo con odio mientras la sangre sale por mi boca.

Con mis últimas fuerzas canto el final de la canción para inmortalizar el final de nuestra opresión y el principio de una revolución.

- They try to say what we'll become and rearrange the stars. I know I'm sick and fucking tired of this mess they've made. So let their arrows block the sun. WE'LL FIGHT UNDER THE SHADE!

Oigo el sonido de las escopetas de la gente. Han salido a las calles y están dispuestos a luchar. Empieza la era de la libertad.

Vuelvo a vomitar sangre. Sonrío con tristeza, ni yo ni Jack podremos ver ese período, pero estoy contenta de haber conseguido que la gente tenga la valentía suficiente para salir y luchar.

Los ojos se me van cerrando, estoy llegando a mi límite. Miro hacia mi estómago y veo la garra del alcalde aún clavada. Su cuerpo está inerte. He ganado.

Mientras me desvanezco noto como alguien me zarandea. Ya no oigo nada. Pero ya me da igual, al fin he dejado de huir y he luchado, ya puedo morir en paz...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top