CAPITULO 2- SIN FUERZAS.

NARRA LUCIA

No sabía exactamente lo que había pasado, no tenía ni idea del ¿Por qué Estaba corriendo esquivando arboles y piedras? ¿Por qué tenía que huir como si fuese una gacela en peligro? ¿A dónde iría? ¿Qué sería de mí? Y sobre todo ¿que tenía que ver mi madre en todo esto? Miles de preguntas sin respuestas se amontonan en mi cabeza, a un día de cumplir la mayoría de edad, y todos los de alrededor creen que estoy muerta y quizás eso sería lo mejor, seguramente unos llorarían, como mi amiga Ariadna, a la que ni ella siquiera puede saber mi paradero y otras les dará igual, estoy segura que mi madre, dentro de dos días estará haciendo su vida normal, haciendo creer que está rota por dentro, pero de eso a su realidad hay bien poco, así lo hizo con mi padre y así lo hará con mi supuesta muerte.

Desde que murió mi padre, mi relación con ella cambió... mi padre era lo que más quería, mi padre me trataba como su princesita, como lo que realmente era, su única hija, siempre me decía que era lo que más quería, y que era el elemento principal de su vida... mi madre en cambio, nunca la vi tratarme como el resto de madres con sus hijas... incluso, llegué a pensar que me tenía celos, pero era una tontería, ¿Qué clase de madre le tendría celos a su hija? Pero jamás me trató delante de él como me trató desde que murió, chillidos, peleas, discusiones constantes eran lo común en mi vida, yo jamás la culpé, debió ser muy duro que su marido se muriese, debía estar amargada, y esa fue la excusa que encontré a su comportamiento, hacia mi... estábamos las dos solas, y en vez de refugiarse en mi, prefería estar en constantes peleas conmigo, incluso por tonterías, prefirió hacerlo en el trabajo... mi padre era el dueño de una pequeña fábrica de textiles, realmente nunca supe, si teníamos mucho o poco dinero ya que era mi madre la que se encargaba de administrarlo todo, incluso me atrevería a decir que ni mi padre si quiera sabía, todo lo que tenían, pero lo que sí estoy segura es que a mí nunca me faltó un plato de comida en la mesa, o algún que otro capricho que mi padre se atrevía a darme... quizás mi madre no ha sido el ideal de madre que todos desearían tener, pero tampoco, creo que llegue a tanto, para la preocupación de Álvaro en sus palabras...

Mientras corría, una pesada e intensa lluvia empezó a recorrer y empapar mi cuerpo, no sabía dónde iba a ir... ni lo que sería de mí, pero definitivamente no podía volver atrás, por los ojos de preocupación de Álvaro, sabía que si me quedaba algo grave me terminaría pasando, y eso era lo que menos quería ¿Qué sería lo que tendría pensado mi madre sobre mí? Si mi padre hubiese estado aquí, nada de esto hubiese pasado, de eso estoy segura.

FLASHBACK INEDITO.

- Papá – dije acercándome a la cama en la que estaba postrado, intentaba ser fuerte, que no viese que estaba mal, él no podía verme llorar, no podía verme mal, no me lo perdonaría, si esa imagen fuese la ultima que viese mía -

- Mi pequeña, mi hermosa pequeña –dijo con un hilo de voz, mientras me tocaba mi cara- sé fuerte, pequeña, tu tendrás que sufrir mucho, pero tienes que ser fuerte, no te des por vencida... pequeña, no te fíes de nada ni de nadie... siempre te he querido contar algo, pero jamás me he atrevido temiendo tu reacción – de repente, una tos apareció, impidiendo que siguiese hablando, cada vez se puso más pálido, no podía respirar, yo de mientras estaba inerte y sin saber que decir, o que hacer, dio un sobresalto en su cama y cerró los ojos para no volverlos a abrir más...-

FIN DEL FLASHBACK.

Mientras doy mis últimos pasos por el bosque, una lagrima recorre mi mejilla al recordar este momento, esa imagen tan amarga. Ya veo la estación de tren a la que Álvaro se refería, no llevo dinero, no sé si podré entrar en un tren para llegar lo más lejos posible, no sé donde dormiré después, ni siquiera si podré llevarme algo a la boca para comer... no sé que me deparará todo esto, en mis sueños de ser libre, no estaban estos malos ratos, ni unos pies cansados a los que no sabía que esto sería tan duro, pero tendría que escapar.

En la estación, había varias personas, afortunadamente no conocía a ninguna, nadie me podría reconocer, porque yo para todos ya estaba muerta, me senté en un banco que había allí cerca, así descansaría mis pies, y vi una galleta tirada en el suelo, estaba partida por la mitad, y sin ninguna duda fui a por ella, jamás había hecho esto, es más me daba mucho asco, pero el hambre, apretaba en mi estomago que rugía como si de un león se tratase, parecía una indigente y no por qué había tenido que llegar a este punto de mi vida y si lo que me depararía sería igual o incluso peor...

Afortunadamente, el primer tren no tardó en llegar y sin incluso saber ni a donde se dirigía tomé el camino a la parte más importante de mi misión, colarme, lo tenía que hacer de esa forma, sin dinero, no podría llegar muy lejos mis pies no aguantarían mucho más... y si me quedaba aquí alguien acabaría reconociéndome al fin y al cabo no estaba tan lejos de mi punto de partida... sin que nadie se diese cuenta me colé por una puerta de unos de los vagones de atrás, si la suerte me acompañaba en quizás unas 5 o 6 paradas, me quedaría en cualquier pueblo y allí que el destino haga conmigo lo que desee.

Estaba lo más alejada posible, en uno de los asientos del final del vagón, no quería llamar mucho la atención ya que mi situación aquí era irregular, en el camino me entretendría con una revista de cotilleos que se habían dejado en uno de los asientos vacíos por los que pasé, para así evitar cualquier pensamiento negativo.

A la tercera parada, se sentó un chico bastante guapo, para que negarlo, a mi lado, se veía mayor que yo, no le pregunté su nombre pero no paraba de mirarme... pero la suerte, parecía que no estaba de mi lado, a los pocos segundos un revisor de billetes, estaba comprobando todos los billetes de los pasajeros, mi nerviosismo aumentaba por segundos a un nivel desmedido.

- Su billete señorita –me pidió,  el revisor al llegar a mi lado, frunció el ceño sin creerme-

- Yo... yo... no lo encuentro – comenté, inventando la primera excusa- se me habrá debido caer por allí, o no sé – la cara del revisor no era amigable, sin duda no se había creído mi mentira-

- Su billete, o tendrá que bajar del tren en la próxima parada –me agarró, de la mano y me llevó hacia la puerta del vagón- ¿ha encontrado su billete señorita? – yo solo pude negar con mi cabeza- sabía que no me engañaría así de fácil... usted se ha intentado colar... las cámaras de la estación la vieron... pero le ha salido mal la jugada, dijo quedándose en completo silencio hasta la próxima parada-

Definitivamente la suerte no estaba de mi lado, sola, perdida, y con un hombre al que me empujó literalmente para sacarme del tren... me había hecho daño en mi muñeca, y mis pies y mi cuerpo no podía más intenté volver a correr y andar, pero no tardé mucho tiempo, en que mi cuerpo estuviese muy cansado, me sentía sin fuerzas, un mareo vino a mí, lo empecé a ver todo negro y solo noté como mi cuerpo caía al suelo, mis ojos y todo mi cuerpo me pesaba más de lo debido.

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ESPERO QUE OS ESTE GUSTANDO VOTAD POR FAVOR... gracias... besiss

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