Cap 7: Una madre desesperada.
La noche era joven, aquella señora de cabello largo y ébano esperaba sintiendo inquietud a que aquel policía regresara para seguir atendiendo su caso.
Hace días que había recibido esa extraña llamada, días en que no sabía nada de su querida hija y estaba completamente eufórica al respecto. De pronto, aquel oficial hizo presencia nuevamente y ella no tardó en levantarse para correr hasta el.
—Su cabello es negro, mide un metro con setenta y cinco centímetros—explicó apenas él tomó asiento—Ojos color café, nariz respingada y...
—Señora Jeon—interrumpió aquel policía frotando sus sienes.
—Kang—corrigió al instante secando sus ojos con un pañuelo—Deje de ser la señora Jeon hace ya unos años.
—Bueno, señora Kang—corrigió algo cansado—Necesita tranquilizarse, su hija no fue secuestrado, usted comentó que se marchó por voluntad propia, entonces...
—¡¿Cómo quiere que me tranquilice?!—exclamo ahogando un grito, llamando la atención de muchos en aquella estación de policía—Mi hija con asma, está allá afuera en quien sabe dónde, con un hombre adulto haciéndole quien sabe que cosa. ¡No me pida que me tranquilice!
—Unos compañeros ya están buscando el vehículo que usted describió—continuó tratando de entender la situación por la que esa mujer pasaba—En cuanto nosotros sepamos algo, no dudaremos en contactarla.
Fue lo último que le escuchó decir al oficial antes de abandonar la estación. Pero no, no podía contar completamente con la policía. Tenía que hacer algo también para ayudarlos, para que su preciada bebé regresara a casa lo antes posible. Así que, sin pensarlo dos veces deslizó su mano dentro del bolsillo de su abrigo y de él sacó su teléfono celular.
Automáticamente tecleó ese número que se sabía de memoria y pegó el aparato a su oreja.
—Jung Hyun—mencionó una vez alguien le respondió al otro lado de la línea—Quiero que regreses a casa de inmediato, y no le digas nada a tu padre. Tú hermana ha desaparecido.
—¿Entonces eres de china?—habló la chica dándole una gran mordida a su hamburguesa.
—Vivía en China, así es—respondió girando para mirarle—Oh vamos, ¿Podrías comer decentemente?—le reclamo contorneando con su pulgar los labios de la joven.
Acción que por supuesto le hizo sentir escalofríos por todo el cuerpo.
—¡Dios! De pronto se sintió un calor abominable—espetó separándolo abruptamente para bajar la ventanilla del auto y respirar aire fresco—Así que...¿Con quien vivías?—dijo tratando de continuar el tema casualmente.
—Creí que había quedado claro el hecho de que odio las preguntas personales—habló mirando con seriedad hacia la carretera.
—Oh vamos, no seas aguafiestas. El silencio me está matando—exclamó siendo dramática.
—Con un tío—soltó de pronto, y Jun no pudo evitar sentirse victoriosa.
—¿Y dónde está ahora?
—Murió por un cocodrilo.
—¿Dices que lo asesino un cocodrilo?—cuestionó mirándole con sorpresa.
—No, le dio un infarto antes de que se lo comiera uno. De eso murió.
—Oh.
—Si, oh.
El silencio reino entre ambos por segunda ocasión, la temperatura comenzaba a disminuir, la oscuridad los envolvía conforme más seguían avanzando, y el hecho de que la radio estuviese apagada no ayudaba mucho.
—Ahora dime, ¿Por qué estás escapando de tu madre?
—Creí que ya había respondido esa pregunta—se quejó la peli negro desviando la mirada.
—No. La evadiste a toda costa.
—Bueno. ¿Qué puedo decir al respecto?—murmuro acompañada de un bufido—He caído bajo presión.
—¡¿Bajo presión?!—se burló el peli azul—¿Qué va a saber una chica de diecisiete años sobre la presión?
—Oh lo siento, señor experto en vivencias—contestó con cierto sarcasmo.
—Bien, lo siento. ¿Presión dices?
—Mi madre simplemente no se da cuenta de cuánto influye su manera de presionarme para ser su "niña perfecta"—continuó la peli negro—Sólo le importa lo que la gente diga de nosotros, no le bastó con alejar a papá o presumir a mi hermano y su ingreso a la universidad nacional, ahora hará lo mismo conmigo. No lo sé...supongo que estaba cansada de no poder cumplir con sus tan altas expectativas.
—Bueno...
—Espera. Ya sé lo que dirás—interrumpió girando su cuerpo para quedar frente a él—Qué como mi madre sólo busca lo mejor para mi, que está preparándome para enfrentarme al mundo cuando me toque salir sola porque me ama.
—¿Terminaste?—preguntó Suga con diversión, ganándose un asentimiento por parte de la chica—Bueno, como tú madre, supongo yo que en parte tiene razón, y sólo busca lo mejor para ti.
—¡Oh vamos!
—Pero...—prosiguió antes de que ella lo volviera a interrumpir—Aunque sea tu madre, no significa que debas ceder a todo o que no se equivoque a veces, porque te pedirá más. Me pareció muy valiente el hecho de que trataras de liberarte de esa red de presión social en que habías estado atrapada, no cualquiera logra reunir el valor para hacer lo que quieres. Eres grande...
—Jun—completó sin poder dejar de mirarlo.
Antes de animarse a cometer tal estupidez de escapar con un completo desconocido, vivía en ese espiral de normalidad y cotidianidad nada novedosa, no era infeliz pero tampoco la mantenía tan contenta. De repente, y de golpe, comenzó a repasar lo que había vivido en sólo cuestión de horas, y las sensaciones nuevas que tales momentos trajeron con ellas.
La adrenalina, el miedo, la sorpresa, la emoción por lo desconocido, y no sabía si todo eso había sido gracias a su mala suerte o al desconocido que en ese momento le hacía compañía. Pero si sabía, que muy en el fondo, termino por lanzarse a esa piscina vacía que albergaba sus más profundos y prohibidos deseos, y aunque jamás se lo pidió a ese peli azul de ojos bonitos, terminó por conducirla a la mayor aventura de su vida.
—Me llamó Jeon Jun—continuó.
—Bien, Jun. Yo soy...
Pero entonces un gran estruendo terminó por interrumpirlo, causando que el auto se descontrolara un poco y el susto los invadiera a ambos.
—¡Maldita sea!—espetó Suga observando todo ese humo que ahora salía del cofre—¡No, no, no!—continuo diciendo repetidamente hasta que el vehículo dejó de avanzar.
El chico ni siquiera se hizo esperar mucho, simplemente bajo con rapidez del auto para investigar qué estaba pasando.
—¡Ahh!—le escuchó gritar, luego de propinarle una fuerte patada—¡Lo que me faltaba!
—¡¿Qué pasa ahí afuera?!
—Creo que el motor se ha quemado—le respondió cuando observó que ahora la joven salía también.
—¿Qué haremos entonces?—cuestionó mirando hacia todas partes con paranoia—Literalmente estamos en medio de la nada.
—Bueno...—divagó sacando el celular de su bolsillo—Si está cosa no miente, hay un motel cerca de aquí, podríamos pedir ayuda.
—No es mala idea.
—Vamos, ayúdame a empujarlo—pidió caminando a la parte trasera del automóvil.
—¡Es una broma!—espetó cargando con el enorme vestido de novia.
—¿Acaso me ves riendo? No puedo empujarlo yo solo, por si no lo notaste, tengo un brazo roto.
Jun rodó los ojos, y sin más alternativa se acercó a él para ayudarle, sin embargo, por más que ambos empujaran, el auto no avanzaba ni un centímetro.
—¡Agh! Olvídalo, es inútil—espetó el peli azul frustrado—Dejémoslo aquí por ahora.
—¿Bromeas? ¡Podrían llevárselo!
—Aquí no hay ni una sola alma en pena, el motor está muerto y no se puede empujar. Estará bien. Sacaremos cualquier cosa de valor y caminaremos hasta el motel que mencione.
—Bueno, si tú lo dices...—terminó por aceptar.
Y sin más, ambos comenzaron a caminar por esa larga y oscura carretera.
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