Cap 5: Una extraña familia.


—¡Mierda! ¡Mierda! ¡Joder!—gritaba el peli azul con cólera y dolor mientras yacía tirado en el suelo.

—¡No te muevas maldita sea, trato de arreglar esto!—se quejó Jeon Jun aún sin atreverse a tocar su brazo.

—¡No lo toques!—le gritó frenando la acción del contrario—¡No eres un jodido médico!

—¡Vi un documental de medicina, Suga! ¡Necesito poner el hueso en su lugar antes de que se enfríe!

—¡Te juro niña...que si haces algo mal voy a asesinarte, y te dejaré aquí para que los buitres te coman los ojos!

—¡Qué ya no soy una niña!

Esperen un segundo.

Seguramente se están preguntando ahora...¿Qué carajo está pasando aquí? ¿No? ¿No se lo preguntaron?
Bueno, de igual voy a contarles.

Bien, para que pueda ponerlos al tanto, y explicar con sumo detalle como es que llegamos a esta situación, debemos partir un par de minutos atrás.

Bien, así que, ahí se encontraba la adolescente de cabello negro escondida detrás de unos estantes mientras se persignaba repetidas veces, pues lo siguiente que haría realmente sería muy arriesgado. Tratando de hacer el menor ruido posible cuán ninja, se colocó boca abajo sobre el piso, tomó unas cuantas bocanadas de aire y comenzó a arrastrarse pecho tierra como si fuese un soldado, en el camino tomó una caja con papel film dentro, lo sacó y corto un trozo largo, luego continuo hasta topar con la pared donde se hallaba el extintor.

Poco a poco se fue poniendo de pie, siendo ajena a todo el desastre en el que su vecino y el cajero se encontraban envueltos. Observó con sutileza al ladrón a unos cuantos pasos frente a ella, y mandando todo a la basura, cargo el extintor y golpeó su espalda con fuerza, (aunque había apuntado a la cabeza) pero...recuerden, estamos hablando de una chica de diecisiete años contra un hombre robusto de quizá unos treinta y con altura de 1.80. Por consecuencia, el golpe le afectó, más no como la chica de pelo negro esperaba.

—¡Miren que tenemos por aquí!—exclamó burlón llevándose la mano cerca de su cabeza para revisar si estaba sangrando, y en efecto, lo estaba.

—¡Por mi madre!—exclamó lanzándose como un mono a su espalda sin permitir que diera la vuelta, y con ayuda del papel film, cubrió su cara para impedir que respirara.

El hombre se tambaleaba de un lado a otro con la joven sobre su espalda sujetando el papel film, tanto que incluso su arma terminó en alguna parte del suelo.

Poco a poco el tipo fue perdiendo la conciencia y fue ahí donde lo soltó contra el piso, creyendo que no despertaría en al menos, al menos hasta que ellos ya se encontraran lo bastante lejos de ahí.
Levantó la vista para que el alma le regresara al cuerpo encontrándose con un cajero escondido detrás del mostrador y un peli azul levantando las dos manos con la palidez a flor de piel.

—Señor pitufo, eso no es muy rockstar de su parte—le espetó recuperando su respiración—¡Wow! Creí, creí que moriría.

La chica caminó unos cuantos pasos hacia su vecino sin mirar atrás.

—¡Cuidado!—exclamó el peli azul cubriendo al menor con su cuerpo, recibiendo un fuerte golpe en su brazo derecho con el extintor.

—¡Ahhhh!—se quejó dejándose caer al suelo.

—¡Mierda, Suga!—espetó tumbándose al lado del contrario para ver si se encontraba bien.

Pero era claro que no lo estaba.

—¿Acaso te crees una súper heroina, niña bonita?—espetó el ladrón sosteniéndose con dificultad. Si, el había sido el causante de aquel golpe.

—El no, pero yo si—se escuchó una cuarta voz.

Los tres llevaron la mirada hacia aquel quien hizo presencia inesperadamente, encontrándose con el cajero sosteniendo el arma frente al hombre de complexión robusta. A diferencia de antes, ahora se le miraba muy seguro.

Y es aquí, dónde llegamos a la parte donde el cajero (ahora llamado Bob) y la peli negro de apodo Bunny (según el peli azul de apodo Suga) terminaron amarrando a tal hombre con cinta adhesiva, hasta que la policía hiciese presencia.

—Déjame ver eso—dijo la chica acercándose.

—¡No, no, no! Mejor aléjate

—¡Maldición! ¡Está roto!—exclamó ahogando un grito de horror al ver el hueso casi fuera de su brazo.

—¡Mierda! ¡Mierda! ¡Joder!—gritaba el peli azul con cólera y dolor mientras yacía tirado en el suelo.

—¡No te muevas maldita sea, trataré de arreglar esto!—se quejó la peli negro aun sin atreverse a tocar su brazo.

—¡No lo toques!—le gritó frenando la acción del contrario—¡No eres un jodido medico!

—¡Vi un documental de medicina, Suga! ¡Necesito poner el hueso en su lugar antes de que se enfríe!

—¡Te juro niña...que si haces algo mal, voy a asesinarte, y te dejaré aquí para que los buitres te coman los ojos!

—¡Qué ya no soy un niña!

—Esperen, esperen—les interrumpió Bob antes de que Jun pudiese siquiera acercar un dedo—Tengo un tío que tiene su clínica por aquí cerca, él puede ayudarlos.

—¿De verdad? Eso nos vendría bien, bueno, a él—respondió la de menor edad.

—Vayan, y digan que su sobrino Bob los mando, yo los alcanzaré en un momento cuando la policía se lleve a este.

De acuerdo, no pregunten cómo es que aquella adolescente se las arreglo para poder conducir hasta la clínica antes mencionada, porque no sé la respuesta. Sólo me limitaré a decir, que fue la media hora más estresante y larga, además de la más dolorosa para el mayor. Sin embargo. Lo había conseguido, era lo importante.

En efecto, Bob no mentía, su tío si trabajaba en esa clínica, quien al escuchar el nombre de su sobrino, los recibió y trato como si los conociese de toda la vida lo cual era algo incómodo.

No obstante, el doctor procedió a colocar un yeso, si, (no sin antes acomodar el brazo, lo cual saltaré ya que la imagen mental del chico es muy...dolorosa) ¡Suga no podía creer que por primera tendría un yeso! Ni siquiera tuvo que usar uno cuando cayó de las escaleras desde el doceavo piso en su antiguo edificio, y ahora...todo era gracias a un jodido extintor. ¿Acaso podía tener peor suerte? Para colmo aún no podía deshacerse de esa chica, ahora estaba más atrasado en su camino, lo que significaba que tendría que convivir más tiempo de lo establecido con la susodicha. Algo no muy agradable a sus oídos.

Jun esperaba pacientemente en el pasillo de espera, moría de sueño, y ahora su estómago pedía a gritos comida. Minutos después, Bob llegó ofreciéndoles pasar la noche con su familia como agradecimiento al peli azul por haberle salvado. (Jeon pensó que en teoría ella los había salvado a ellos, pero no corrigió nada). La familia de Bob trabajaba en una granja dentro de un pueblo pequeño y poco conocido (no, enserio, Jun en la vida había oído hablar de ese pueblo, el cual llevaba de nombre "Ruttermberg" en honor al extranjero que lo fundó años atrás).

Aquella no creyó que fuese una excelente idea, no conocía a ese hombre, su aspecto le indicaba que no era de fiar, quiero decir, llevaba queso de nachos entre su barba y una banderilla guardada en la bolsa trasera del pantalón, ¿Acaso se había sentado en ella durante el camino? Porque ya no se veía muy apetito....okay, concéntrenos otra vez. ¿En que estaba? A si. Jun al evaluarlo, llegó a la conclusión de que no, en definitiva no era buena idea, pero el sueño estaba matándole y la idea de tener que conducir otra vez hasta encontrar un motel cerca, no le agradaba para nada. Entonces acepto.

Ruttermberg estaba a sólo veinte minutos de camino. Y bueno, no era absolutamente nada igual a cómo la peli negro se lo había imaginado. El césped no era verde y lleno de vida, era reemplazado por un camino rocoso y lleno de tierra, la popó de vaca inundó sus fosas nasales haciéndole querer vomitar, pero se contuvo. Los caballos dormían en los establos y el sonido de los toros queriendo salir le asustaron un poco. El auto siguió adentrándose hasta estacionarse al frente de una gran casa construida en su totalidad por madera. Pero una buena madera.

—Aquí es, bienvenidos a mi humilde hogar—dijo Bob metiendo la llave en la manija de la puerta—Siéntanse como en casa.

Adentro era completamente un mundo diferente y más decente quizá. Los sillones eran de un color vino y de cuero, las paredes eran adornadas con cuadros, trofeos de competencias típicos de un pueblo como lo era el "Primer lugar al rábano más grande". (O al menos eso fue lo que leyó Jun en uno de ellos) y una que otra cabeza de venado u osos colgadas.

—No son de verdad—le dijo Bob al notar como el peli azul observaba esas cabezas—Son simplemente réplicas exactas. Mi padre y mi hermana las coleccionan.

—In...teresante—susurró la chica con la piel de gallina—Muy rústico tu hogar.

—Así nos gusta aquí—respondió encogiéndose de hombros—Mis padres ya deben estar durmiendo, si los despierto ahora podrían...—se detuvo causando confusión en los dos chicos—Mejor dejémoslos dormir, los presentaré por la mañana. Ahora...ustedes dormirán en la misma habitación.

—¡¿Q-qué?!—exclamó el peli azul—No hay problema, puedo dormir en el sofá.

—Mamá odia que alguien duerma en su preciado sofá—le dijo guardando las manos en sus bolsillos—Les mostraré su habitación.

El silencio reinaba entre ambos.
La tenue luz de la lámpara alumbraba el lugar. Uno al lado del otro, hace un momento morían de sueño, pero ahora...parecían no poder dormir. La habitación daba miedo, de verdad, mucho miedo, hacía frió y la pijama que les había prestado su nuevo conocido no era muy caliente. Y Dios, las cobijas, pesaban más que ellos dos juntos.

La peli negro cansada del silencio, se aclaró la garganta.

—¿Por qué vas a...

—Visitaré a una persona muy importante para mi—le interrumpió antes de siquiera terminar de escuchar la pregunta.

—¿Quien es?—continuo sin despegar la mirada del techo.

—¿Qué dije acerca de las preguntas?

—No dijiste nada acerca de no hacer preguntas.

—Bueno, entonces lo dire ahora...Prohibido hacer preguntas.

—Perdón—se limitó a responder con timidez.

Una leve sonrisa se dibujó en el rostro del peli azul. Luego un pesado suspiró le abandonó.

—Es el señor Min, la persona que me crió.

—¿Vive en china?—continuó con la platica satisfecho.

—Si.

—¿Te criaste en China?

—Soy de descendientes chinos.

—Pero...¿El señor Min no es coreano?

—Es una larga historia coneja, una de la que no me gustaría hablar ahora—finalizó con ese tema y la peli negro optó por no preguntar nada más.

—Lo siento.

Un silencio corto reino por segunda ocasión.

—¿Y tú? ¿Por qué huiste?

Era raro que estuviesen teniendo una conversación sin gritar, insultar o enojarse, definitivamente una platica profunda y civilizada.

—¿Por qué no hacerlo?

—Esa no es una respuesta bunny.

—No me llames así.

—Bien... ¿Y entonces?—insistió.

—No lo sé, sólo estaba algo cansada de vivir lo mismo todos los días.

—¿Tú madre no te trata bien?

—Ese es el problema. Me trata demasiado bien. Tanto que llega a ser hostigosa.

—Niña, no creo que sepas lo afortunada que eres—le susurró dándole la espalda para acomodarse en una posición donde no le doliese tanto el brazo—No todos tenemos la oportunidad de tener una madre como la tuya. Así que cuando regreses, simplemente aprovecha cada minuto, cada segundo con ella, luego vas a arrepentirte...créeme, yo sé lo que te digo. No querrás terminar como...

—¿Tú?—completo curiosa y pudo sentir el cuerpo del contrario tensarse.

—Si...Eso era yo. Aquel chico que abandonó a su padre, aquel que ni siquiera podía hablar bien cuando recién llegó a Corea. Un adolescente estúpido que aprendió a vivir aún con desprecio, pero que jamás llegó a acostumbrarse. —espetó con cierta brusquedad y melancolía.

Y esa fue la primera vez...en que Jeon Jun sintió una inmensa curiosidad por la vida de alguien, que no fuese la suya.

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