Rumors Club, ese es el nombre del lugar donde mi padre me obligó a acompañarlo. Era un club como su nombre lo decía. Pero si de verdad mi padre quería que yo me hiciera "hombrecillo", como había dicho entonces este lugar era un club de sexo servidoras.

Miraba a mi alrededor y solo me encontraba con lo que parecía una pasarela que terminaba con un tubo al final de esta. Estábamos sentados justo enfrente del lugar donde se encontraba al show. Se veía todo, y cuando me refiero a todo, era a TODO.

Pasaban chica tras chica, después de cada fémina mi padre me preguntaba: ¿cuál me gustaba?. Pero no había ninguna que me llamará la atención. Ya que Monriokova aún seguía rondando en mi cabeza.

Desde que la conocí no quise ver a otra chica que no fuera ella.

Las luces se apagaron. Y el enunciador comenzó a presentar a la que era la joya del club. Sus palabras no las mías.

—Ella es la joya de este lugar, es la preferida, la más buscadas, la mejor en todo lo que hace, hoy tengo el gusto de presentarles a Lisadora.—Una tenue luz carmesí iluminó disipando un poco la oscuridad.

El sonido de las cortinas se escuchó, con ello se dejó ver a una mujer de unas buenas proporciones.

La pasarela le quedaba mejor de lo que le queda a las demás, ya que ella tenía un cuerpo de modelo. La manera en la que movía sus caderas, daba sus pasos, la seriedad sensual en sus gestos. Es todo lo que una modelo necesito para entrar el mundo bajo el reflector vistiendo ropas de diseñadores emperifollados.

Transmitía confianza, ella sabía que podía tener a cualquiera de ese lugar. Toda su aura lo reflejaba, era una mujer. Y una muy misteriosa, con el autoestima alto y secretos que te atraen cuál adicto a su perdición.

Su ropa era también algo que la diferenciaba de las demás. Ropa fosforescente. Negra de colores galácticos. Sentí algo duro entre mis piernas, acomode mi miembro.

Cuando llegó a el tubo comenzó a bailar recargado en este, sus caderas bamboleandolas al son de la música de fondo, sus brazos extendidos hacia arriba, manos el rededor de el metal.

Me reelamo los labios, sintiendo seca la garganta, mi entrepierna estaba siendo estrujada. Mi erección atrapada en mi pantalón. Necesitaba tocarme y acabar con el dolor de no aliviar mi exitacion que burbujeaba en mi vientre.

Comenzó a bajar por el tubo moviendo sus caderas, tenía los párpados cerrados. Un antifaz sobre la zona de sus ojos y pómulos.

Sin darme cuenta me acerqué reclinando mi cuerpo hacia enfrente. Ella en cuclillas dejo caer sus manos y las coloco enfrente suyo en el piso de la pasarela. Comenzó a gatear hasta por fin llegar al borde de este.

Yo estaba al borde del asiento. Cuando ella decidió dejar que viéramos el color de sus iris.

Azules, azules turquesa.

Eran tan familiares y tan preciosos.

Se sentó en el borde de ese precipicio cruzando las piernas.

—Como pueden ver amigos míos, la bella dama quiere elegir a alguien del público para que suba y la acompañe en su acto.— Nos informo el presentador.

Sus ojos se pasotearon por todo el lugar, mirando a todos. Hasta que paso por mi padre y se detuvo en mi. Sus labios temblaron, regalándonos una sonrisa. Una sonrisa preciosa.

—Tú.

Su voz apenas y fue un susurro.

—Parece que nuestra joya te a escogido, sube al escenario, afortunado,—el maestro de seremonia me miró expectante.

Me levanté manipulado por el deseo. Mi padre me dio un apretón de hombros antes de que subiera al escenario al lado de un: ese es mi muchacho, coreado mientras me alejaba.

Ella se levantó y se puso enfrente mío. Tomo mi barbilla y sonrió.

Para luego depositar un beso en mi barbilla. Sus ojos eran soñadores, su sonrisa cambio a una mas decidida y pícara. Su mano se estampó en mi pecho, y me acorraló. Logrando pegarme en el tubo.

Bailo enfrente de mi, como una stripper. Sus manos recomiendome. Se dio la vuelta y pego su fisonomia. Movió sus caderas pegando su trasero en mi erección y lo restrego aún más provocando que gruñiera.

Siguió bailando pegada a mi, mostrando lo sensual que es.

Papá, me gusta ella