Lado de Levi




Revoloteando de un lado a otro, iba un joven que cubría su cabello con una pañoleta blanca, por la que se escapaban unos cabellos azabaches, y solo estaba a la vista sus grises ojos y su melena que cubría por los lados su perfilado rostro.
Iba con un paño húmedo, limpiando ventanas, los libros de la vieja estantería, trapeando el piso de madera, el escritorio… el escritorio que había sido testigo de las muchas noches de locura pasional entre él y el líder de guarnición.
Se quedó mirando nostálgico ese escritorio, pues en medio de su locura, aquel hombre había escuchado las palabras que jamás pensó que alguien pronunciaría.
Acarició con la punta de sus dedos la madera tallada y pulcra de aquel escritorio, que estaba normalmente repleto de montañas de documentos, y estrategias para las expediciones, y que de vez en cuando, dos tazas de té negro humeante, acompañaban las noches en que el dueño de esa oficina, se quedaba hasta tarde trabajando acompañado por el soldado más fuerte de la guarnición.
Era una mañana de primera, aunque un poco fría.
El joven luego de recordar las cosas que pasaban en ese lugar cuando la puerta se cerraba, pasó su mano por su frente, para quitar el sudor que había en su rostro.
El cajón que solía estar con llave en ese escritorio estaba entre abierto, cosa que llamó la atención del joven, que, dejó a un lado su labor de limpieza.
Se sentó en aquella silla, y abrió del todo el cajón.  Sacó el contenido para ordenarlo y volver a ponerlo en su sitio, pero unos sobres, cayeron de entre el montón de papeles y basura que había en ese cajón.
Dejó los documentos sobre el escritorio, y aunque el joven, jamás se entrometía en las cosas personales de su superior, esos sobres habían llamado poderosamente su atención.
Había por lo menos, cinco o seis sobres. El primeo que tomó, no tenía remitente ni nada.
Se quedó mirando el sobre por un momento, tratando de decidir si abrir y leer el contenido o no, y regresar todo a su lugar.
Pero el olor que emitía aquel sobre, terminó por convencer al joven de abrir leer el contenido que allí había.
“He aprendido a decir tu nombre mientras duermo
Lo he aprendido a decir en noches iluminadas…”
— ¿Qué mierda es esto…? — sonrió al ver esas pocas líneas, pero esta se desvaneció cuando descubrió que la letra no era la de su amado superior.
Dejó ese sobre para abrir los demás y todos hablaban d lo mismo, pero la última carta, fue la que terminó por enfurecer al joven.

“Hola amor:

Llevo un buen rato delante de este papel en blanco y realmente no sé si seré capaz de llenarlo de tinta. No lo sé, porque ni siquiera yo misma tengo claro cómo me siento. Si te soy sincera, me encantaría que en este momento estuvieras pensando en mí. Yo no te puedo sacar de mi cabeza: pienso en tu sonrisa, esa sonrisa prohibida, esa que tantas veces juré que no me gustaría. Pero ya sabes, quien juega con fuego se quema y es demasiado fácil arder cuando estoy a tu lado. Pienso en tus besos, en tus caricias, en todo lo que podríamos llegar a ser si no tuviéramos ningún impedimento. Sí, lo sé. Sé que este amor imposible nació en mitad de una vida ya realizada. Tengo claro que nos seguiremos viendo una vez a la semana durante tan solo unas horas en algún sitio escondido. Tengo claro que no puedo escribirte cuando me apetezca, tan solo cuando no haya ningún riesgo de ser descubiertos. Tengo claro que debo morderme los labios para no expresar mis sentimientos y ponernos en evidencia. Tengo claro que debo disimular, lo sé. Sé que no somos libres. Sé que yo duermo con él y tú duermes con…él. Sé que a veces le haces el amor, aunque también sé que mientras tanto piensas en mí. Sé que soy la única en despertar tu deseo y desatar tu pasión, pero no te voy a engañar: por dentro muero de celos e impotencia. Me encantaría ser yo la que paseara contigo de la mano por cualquier sitio, a cualquier hora. Ser yo la que te preparara una cena romántica en casa después de un duro día de trabajo. Ser yo la que despertara cada día a tu lado y aguantara todas y cada una de tus pequeñas imperfecciones.
No sé cuánto tiempo más vamos a poder guardar este secreto. No sé cuánto va a perdurar este amor imposible que lucha cada día por mantenerse a flote en un mar muy agitado. Solo quiero que sepas una cosa, aunque nuestras vidas tengan dueño hay algo en lo que jamás podrán mandar: en nuestro corazón. Y el mío es solo tuyo.

Siempre tuya
María”.

Arrugó el papel entre sus manos y lo apretó entre sus dedos hasta convertirlo en una pequeña pelota de papel, la que arrojó con rabia contra el suelo de madera brillante.
Dejando todos sus implementos de limpieza, el joven salió de esa oficina dejando sobre el montón de papeles, las cartas que se habían salvado de la ira del menor.
Las cosas estaban tranquilas en los cuarteles y en la ciudad. Una tranquilidad de la que no se gozaba desde que tenían recuerdo.
¿Quién es esa María? Se preguntó ¿Por qué le escribe cartas a Erwin?
Quitando la pañoleta de su cabeza y de su rostro, las tiró enojado al suelo y salió de los cuarteles.
Caminó sin rumbo por la ciudad, por unas horas, pensando. Su novio, llevaba ya varios días fuera de la ciudad ¿Y si iba a verse con esa mujer ahora que no estoy cerca? Los pensamientos del joven divagaban en esas ideas que sólo lo ponían nervioso.
“Es apuesto, buena presencia, sexy, cualquier mujer quisiera a un hombre como él”
Se detuvo al darse cuenta que, Erwin podía dejarlo por una mujer.
— ¿Capitán? —
Una voz suave le llamaba, sacando al joven de sus pensamientos.
—Petra— dijo el muchacho alzando la vista para encontrarse con la mirada preocupada de su subordinada.
— ¿Se encuentra bien? —
— ¿Qué estás haciendo aquí en tu día libre? — dijo.
—Vengo de visitar a mis padres… hace tiempo que no me pasaba por casa… ¿seguro que está bien? —
—Sí… es solo que olvide algunas cosas… iba por ellas…—
— ¿Tomaría un té conmigo, capitán? — preguntó de pronto la joven, sorprendiendo y tomando por sorpresa a Levi.
—Es tu día libre, deberías…—
—Puedo ocuparme de mis asuntos más tarde…—
Levi se quedó mirando a la joven un momento. Sería grosero de su parte rechazar a la muchacha así que apenas asintió con la cabeza y Petra sonrió al ver que Levi aceptaba su invitación.
La joven parecía nerviosa, miraba de reojo a su capitán que parecía tener la mente en otro sitio.
— ¿Qué sucede? — Volvió a preguntar y se detuvo frente a Levi —No creo que solo sea algo que olvido…—
Levi le prestó atención otra vez, la muchacha era muy observadora.
El joven se quedó mirando otra vez a la joven. Era una suerte que no estuviera en misión, o ya habría sido devorado por los titanes.
Llegaron a una tienda que había cerca de la barraca que compartía con Erwin, y tras sentarse, miró hacia la ventana que daba a la habitación que compartía con su superior.
Petra miró también en esa dirección, pero no al punto en que realmente miraba Levi.
—El comandante es un hombre ocupado ¿no lo cree? — soltó de pronto la joven, empezando a jugar con su cabello.
—Es un estúpido…—
— ¿Disculpe? —
—No es nada— dijo al darse cuenta que su pensamiento se convertía en palabras.
Llegaron a un puestito que tenia varias mesitas esparcidas por el lugar. Tras llegar, una mujer se acercaba para guiarlos a una mesa.
—¿Qué les gustaría beber jóvenes? —
Levi seguía distraído así que Petra, ordenó por él. La mujer se retiró tras tomar su orden.
—Sé que no es de incumbencia y también sé que no me dirá, pero si puedo ayudarle en algo, por favor no dude en decirme— dijo Petra mirando a Levi algo tensa.
—No tienes que preocuparte, solucionare este problema…—
—Hace un tiempo, antes de unirme a la Legión, tuve un novio—
Petra había comenzado a hablar, justo cuando la mujer traía con ella en una bandeja gastada de madera, las tazas con aquel líquido oscuro y humeante, junto con una azucarera.
—Al principio creí que él era el hombre de mi vida, pero cuando me uní a la Legión, me dijo que… ya no podíamos seguir juntos, que ya no me quería. Pero no era solo que ya no me quería, sino que había encontrado a alguien más.
— ¿Por qué me cuentas todo esto? —
Petra tomó la cuchara que había dentro de la pequeña azucarera, y vertió dos cucharaditas soperas a su infusión.
—He visto esa mirada antes…  sé que no me dirá, pero su mirada lo dice todo. Hay algo que lo lastima…— dijo luego de que le diera un sorbo.
Levi se quedó mirándola un momento.
¿Tanto se me nota?
Pasaron varios minutos de incomodo silencio, hasta que Petra nuevamente hablo.
Sin previo aviso la joven dejó la taza sobre la mesa y se levantó para arrodillarse ante su capitán y estrecharlo entre sus brazos.
—No sé qué es lo que le sucede, pero creo que me gusta más cuando luce serio y gruñón—
Gruñón
Levi se quedó de piedra, no estaba acostumbrado a las muestras de cariño, a excepción de las que le expresaba su novio.
De alguna forma, ese gesto, le confortaba un poco. Tal vez solo necesitaba de un abrazo para poder pensar con más claridad.
Cuando la joven se dio cuenta de que había ido demasiado lejos con su actuar, se levantó rápidamente apenada y se disculpaba una y otra vez con Levi.
—Gracias— dijo de pronto Levi y gesticulo algo similar a una sonrisa. Sacó de su bolsillo unas monedas y pagó a la mujer por las tazas de té.
—Capitán…— murmuró ella apenada otra vez — se suponía que yo pagaría… yo lo invite después de todo—
Levi levantó su mano y sacudió con cariño el cabello de a joven, para luego abandonar el lugar y regresar al dormitorio, donde esperaría a Erwin, para hablar con él sobre aquellas cartas.

***

Mientras tanto, en otro punto de la ciudad, un hombre alto, apuesto, serio, de hermosos ojos azules, espesas cejas y cabello dorado, regresaba de sus últimas juntas con los aristócratas que donaban su dinero para financiar las expediciones. Caminaba tranquilamente por las calles de Stohess, sin prisas, ni urgencia.
Aunque lucía serio, en su interior, se sonreía al llenar su mente de pensamientos sobre una persona. Una persona que estaba seguro, estaba pasando su tiempo libre en su oficina, limpiando sin duda.
Pasó cerca de unas tiendas callejeras en la que había un sinfín de chucherías y cosas que ellos creían eran de valor. Y en una de esas tiendas, encontró unas bolsas de té negro. Las tomó entre sus manos e imaginó la expresión que pondría el joven al ver aquellas bolsitas, pues conseguir buen té, era casi imposible.
—Será bueno beber un poco de té, en compañía de Levi… estoy seguro que le encantará…—
Que la ciudad estuviese más tranquila, no quitaba el hecho de que la policía militar, la guardia estacionaria y la misma Legión de Reconocimiento, no desplegaran algunos de sus soldados para mantener el orden.
—Quiero llevarme estas bolsas de té por favor…— pidió el rubio mientras buscaba entre sus ropas el dinero para pagar.
Mientras estaba en eso, un hombre de casi su misma estatura, de corto cabello negro y de corta barba en el rostro, ponía su mano sobre el hombro del rubio.
— ¿Qué tal amigo mío? — saludó el hombre alegremente —¿Oh, eso es para Levi? — añadió al ver el paquetito en las manos del rubio.
—Ah, nile. Solo eres tú— su tono de voz no era grosero, pero si cortante.
— ¡Vamos Erwin! ¿Así saludas a tu amigo? — contestó el otro mientras ponía su brazo por sobre los hombros del rubio.
Erwin lo miró encarnando las cejas y frunciendo su nariz como si de pronto un hedor inundara su nariz.
Luego miró la mano sobre su hombro.
—No eres mi amigo — dijo con calma, pero denotando disgusto en su voz, lo que causó que nile retirara su mano del hombro de Erwin.
— ¿Cómo puedes decir eso? ¡Hemos sido amigos desde siempre! —
—Dejaste de ser mi amigo en el momento en que levantaste un arma y me apuntaste con ella dispuesto a matarme—
—Solo cumplía con mi deber, debía mantener el orden…— comenzó a excusarse el otro, al tiempo que Erwin pagaba y retomaba su camino.
—Tu deber era dejarme hacer mi trabajo, pero me lo impediste, y luego ordenaste que me encerraran y torturaran para obtener información sobre los planes que teníamos en la legión para restaurar la monarquía de los muros, no me digas que así es como le demuestras cariño a tus amigos—
Le dio un suave empujón para apartar a ese hombre de él.
—Ese té le encantará a Petra—
—Lo dijiste antes, es para Levi y no para la joven Petra…—
— ¿Qué no lo sabes? Levi lleva un tiempo saliendo con su subordinada. Seguro disfrutará más de su té con esa jovencita a su lado—
El rubio se detuvo ante esas palabras.
— ¿Levi saliendo con Petra? Eso es nuevo— dijo Erwin soltando una risita nerviosa.
—Son rumores que circulan, muchos soldados y superiores aseguran haber visto a ese delincuente con esa joven—
Erwin no se molestó por lo que nile acababa de decir sobre los rumores de Levi, sino que se molestó por el hecho de que lo llamara “ese delincuente”
— ¡Levi! — Corrigió y continuó caminando —Su nombre es Levi—
—Vamos a tomar unos tragos, Erwin, y recordar nueros tiempos como reclutas—
Intentó retener a Erwin, pero este se soltó.
Ahora si estaba molesto. Ante nile no quiso admitirlo, pero le dolió el hecho de que esos rumores sobre Levi se propagaran y temía que fuesen ciertos, pues ya llevaba varias semanas fuera de Trost. Ahora había que confirmarlo.
No quería creerlo, Erwin sabía que Levi lo amaba, siempre se lo demostró.
Tomó el carruaje que lo llevaría de vuelta al distrito de Trost.
Llegó a la ciudad pasado el mediodía, por una vez se sentía angustiado, y ansioso.
Una vez en el distrito, fue directo a su oficina, que era el lugar donde Levi solía esperarlo cuando tenía que salir de la ciudad.
Seguro estaría dormido sobre su escritorio luego de haber ordenado todo, estaba seguro de que estaría ahí llevando su usual traje negro… abrió la puerta.
Peo no había nadie. La oficina estaba vacía.
El plumero de sacudir, los trapos para trapear el suelo, y los que usaba para limpiar, así como los cepillos y escobas que utilizaba para asear, estaban tirados por toda la oficina.
—Levi…— susurró.
No muy lejos de él, encontró las pañoletas tiradas cerca del escritorio.
Rodeó su escritorio, donde encontró, los documentos y las cartas que Levi había sacado de aquel cajón.
— ¿Qué es esto? — se dijo el rubio mientras tomaba aquellas cartas en sus manos.
Empezó a leer esas hojas, no entendía como eso había llegado hasta ahí, y mucho menos quien lo había enviado.
Llamó a Mike hasta su oficina, donde le mostró las cartas que estaban dedicadas a él.
—Necesito hablar con María, pero nile no debe enterarse— dijo — y cuando te dé la orden, ve trae a ese mal nacido aquí—
Mike así lo hizo, sin preguntar ni decir nada. Salió de la oficina de Erwin cerrando la puerta tras él.
Empezaba a asustarse, no quería creer lo que nile le había dicho. Había pasado muchos días desde que se había ido al muro interior.
Ahora se preguntaba si Levi había visto esas cartas, y si estas habían sido las responsables del tiradero que había en su oficina.
Mirando toda su oficina, se encontró con un papel arrugado que yacía en un rincón.
—Levi— repitió y salió raudo de su oficina, olvidando por completo cerrarla.
En el camino, casi atropella a Hanji, que iba en compañía de Moblit.
— ¡Wow Erwin! ¿Cuál es la prisa? — dijo esquivando por unos centímetros que Erwin chocara con ella, gracias a la rápida reacción de Moblit.
—Comandante…— dijo Moblit, y se quedó con Hanji mirando como su superior pasaba por su lado ignorándolos por completo.
Tanto Moblit como Hanji se giraron mirando a Erwin, serios y preocupados.
— ¿Qué habrá pasado? — pregunto ella mirando a su asístete que se encogió de hombros.
Erwin buscó a Levi en su propio cuarto, el que compartían. Pero no lo encontró.
Preguntó a varios soldados y algunos reclutas si habían visto a Levi, algunos negaron y otros aseguraban haberlo visto con Petra, solo que sus versiones cambiaban, cuando Erwin preguntaba donde los había visto, y todos mencionaban diferentes lugares.
Regresó a su habitación para cambiarse de ropa, llevaba horas buscando a Levi sin dar con su paradero.
Pudo simplemente ordenar a sus subordinados a ir por Levi, pero no quería que nadie supiera que necesitaba al capitán de la Legión.
Tras bañarse rápidamente, se paró frente a la ventana mientras se ponía la camisa.
Fue entonces cuando se encontró con una escena que esperaba solo fuera un rumor.
Levi estaba allí afuera. No estaba solo, pero estaba de espaldas a la ventana de Erwin.
—Levi…—
Se apoyó en el vidrio de la ventana mientras observaba s Levi. Estaba con alguien eso sin duda.
Cuando distinguió a la persona junto a Levi, el mundo se le vino encima. Era Petra.
—Sólo es una salida de amigos, no hay nada de malo en eso… Levi necesita abrirse más con sus subordinados…—
Al ver a Petra que se arrodillaba y abrazaba al menor, sintió una punzada en su pecho.
Apretó los puños y dio un golpecito al vidrio.
Cerró sus ojos al ver la escena y decidió salir de la habitación, seguro aquella mujer llegaría pronto a Trost.
La noche caía y las antorchas de las calles empezaban poco a poco a iluminar la ciudad.
Ni el enfrentarse contra los titanes lo había aterrado tanto, en toda su vida. Pero esa noche, sentía que Levi podía dejarlo por una mujer.
La fama de Levi, entre las féminas, era bastante conocida, las mujeres deseaban tener a su lado a un hombre como Levi. Erwin, era consciente de esa popularidad, y muchas veces sintió ese terror de perderlo, y en ese momento estaba temiendo el perder a Levi.
Había pasado aproximadamente media hora, y con los contactos que tanto Erwin como Mike tenían, lograron conseguir que la mujer llegara a las instalaciones en sólo una hora y media.

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