iv.

Peter gimió ante el pensamiento de Tony ahí sentado, frente a él. Se lo imaginó con esa cara que ponía cada vez que se esforzaba en darle placer pero él siempre lo veía como si estuviera estudiándolo para después decirle sus errores mientras se lo follaba. Y era en esos momentos cuando Peter más aprendía.

Pero Brad era mil veces más fácil de satisfacer que Tony. Así que aplicar sus habilidades en él de aquella forma... lo sobrepasarían y harían que, naturalmente, terminara antes.

Peter lo escuchó gruñir fuerte, sintió sus manos temblar en su cabello y segundos después las pasó a sus mejillas, intentando levantarle la mirada.

—Quiero terminar en tu cara —dejo salir Brad en un susurro tan precipitado que Peter apenas le entendió. Hundió el miembro de Brad hasta lo más profundo de su garganta una última y más larga vez para sentir el desespero, los temblores y el semen de Brad, entonces lo liberó. Y, como un chico obediente, abrió la boca, sacó su ya manchada lengua y lo miró a los ojos mientras le permitía vaciarse en todo su rostro.

La habitación estaba hecha un escándalo de gruñidos, gemidos y respiraciones agitadas de parte de ambos. Para Peter esto era algo nuevo, estaba acostumbrado a ser el dominado, el que acata las ordenes, el que se siente expuesto y hasta un poco ridículo por aquella parte que dejaba salir en momentos de esa índole. Quizá porque era joven, y los jóvenes tendían a querer experimentar, e incluso después de hacerlo, ansiaban más, más y más. Eso pasaba con Peter, pero, claro, luego de que el señor Stark se haya ido... su libido se tomó unas largas y nada placenteras vacaciones. Pero ahí, aún arrodillado entre las piernas de Brad, frente a su recién lustrado pene y con toda la cara llena de semen, Peter supo que su deseo sexual había regresado para quedarse.

Tragó saliva revuelta con un poco de lo que Brad había dejado en su boca y, con los ojos brillantes clavados en él, sonrió. Brad seguía sin creerse lo que tenía enfrente: Peter semidesnudo con, oh-por-Dios, ese torso esculpido por Miguel Ángel, esa carita inocente manchada de blanco, esas manos mágicas acariciando sus piernas y esa maravillosa boca sonriéndole como si bien supiera todo lo que Brad estaba pensando.

—¿C-cómo lo hice?

Brad se congeló, no sabía cómo mierda decirle que había sido la mejor experiencia que había podido pasarle a su pene, que nunca se había sentido tan caliente todavía después de eyacular, o que ahora, al contrario de lo que creía, solo podía pensar en Peter quedándose con él toda la noche.

—Fue... —tomó aire, simplemente con la mente en blanco—. Wow.

Pero Peter pareció satisfecho con la retroalimentación, porque ensanchó su bellísima sonrisa para segundos después levantarse y tomar camino hasta el baño. Se echó agua en la cara, cuello y parte del pecho en donde se sentía algo húmedo. Mientras, Brad también se levantó, se puso los pantalones y siguió a Peter, recargándose en el marco de la puerta cuando él se lavaba.

—A mi... también me gustó —le escuchó admitir Brad, mientras se secaba lentamente el pecho con la toalla, se miraban a través del espejo y, después de segundos con la tensión palpable en el aire, Peter se atrevió—: Quizá otro día podemos... bueno...

—¡Sí! —interrumpió el entusiasmado Brad y Peter se volteó, desconcertado por la inesperada interrupción—. Quiero decir... Sí. Conseguiré dinero y podemos... llegar más lejos la próxima vez.

Peter rió y miró a Brad insoportablemente lascivo, sin siquiera darse cuenta. Y Brad se quedó en su lugar cuando vio que Peter se acercaba lento a él, aunque su piel y sus entrañas temblaran. Cuando Peter se detuvo a centímetros de su cara, casi chocando sus cuerpos, Peter tocó fuerte el hueso de su cadera con su pulgar y susurró con un siseo—: De verdad, Brad, que eres el primer cliente con que no puedo esperar estar.

Era mentira, pero eso parecía algo que un verdadero prostituto diría después de algo así. Además, a Peter esa frase le salió del alma. Estaba más caliente que nunca (bueno, desde hace unos buenos meses que no follaba) y quería hacerlo con alguien más... más... grande. Se sentía explotar, pero esa noche parecía que tendría que conformarse con crema, pornhub y su mano. Ya al siguiente día se metería en un avión camino a Nueva York y, posteriormente, en los pantalones de algún hombre mayor y desconocido de grindr.

No esperó a que Brad respondiera, sino que lo dejó ahí atrás con su escepticismo a flor de piel mientras Peter caminada hasta la silla donde estaba su camisa, y al estirar la mano para tomarla, se dio cuenta de lo que había hecho. Ahí detrás de la silla, sobre el escritorio estaba el dinero de Brad que había pagado por todo lo sucedido (o bueno, la mayor parte). Peter apartó la mirada en cuanto vio de reojo a Brad moverse y, rápidamente, vistió de nuevo su camisa.

Mientas se abotonaba, ninguno de los dos hablaba. Peter analizando las consecuencias de sus acciones y el valor moral de lo que todo eso significaba, llegó a la conclusión de que, en efecto, valía más la pena hacer un par de favores a la gente a cambio de dinero a que su identidad salga a la luz. Aunque significaría volver realidad un rumor de ese calibre, y no estaba muy seguro de querer definirse así. Podía follar con cuánta gente se le atravesara, pero si había dinero de por medio... se sentía más o menos como si estuviera haciendo de él mismo un objeto con el que podía comerciar. Y no sabía cómo sentirse al respecto. Hay miles de personas que son vendidas en todas partes del mundo, siendo violentadas, violadas, asesinadas... Peter, por suerte, no era uno de esos prostitutos que literalmente son utilizados como objeto para comerciar. Él tenía el derecho y la libertad de decidir por él mismo lo que quería o no hacer, cosa que no muchos sexo-servidores podían.
Por otro lado, era simplemente sexo. Y el dinero de por medio eran simples hojas de papel. No había diferencia entre chupársela a Brad o chupársela a Brad y que después le diera doscientos cincuenta euros. Todo era consensuado, ninguno de los dos hizo nada que no quiso y ninguno obligó al otro a hacer nada sin su permiso. Así como hay gente que no tiene otra elección, también hay quienes lo hacen porque quieren. Peter actuaba de acuerdo a su voluntad y no veía nada de malo con recibir dinero por ello.

En conclusión: aunque fuera bajo, vergonzoso y algo inmoral, Peter quería seguir haciéndolo.

Así que tomó el dinero, se lo metió al bolsillo y le sonrió a Brad en su camino hacia la puerta. Sin decir nada más, cerró detrás de él dejando del otro lado a su satisfecho primer cliente.

~

—¡Nos vamos a Londres!

Peter detuvo su andar, haciendo que Ned chocara con él. El grupo estaba cargando el autobús con su equipaje, pensando que se dirigían al aeropuerto para tomar un vuelo a casa después de tanto disturbio siguiéndolos a donde fueran. Pero, al parecer, eso no pasaría tan rápido.

—¿Londres? —preguntaron muchos, confundidos. El profesor Harrington asintió y explicó:

—Cancelaron nuestro vuelo a Nueva York y al parecer no habrá más desde Praga en varios días —recitó resignado sin dejar de asentir levemente. Los alumnos todos se miraron, como si fueran a encontrar las respuestas en las caras del otro. Entonces el señor Harrington cambió su ánimo por completo y exclamó emocionado—: ¡Pero la aerolínea nos cambió el viaje por uno con escala de dos noches en Londres!

Aquello parecía familiar. Como si otra vez las cosas fueran exactamente como si estuvieran planeadas por Nick Fury. Pero Peter no lo entendía, los Elementales se habían acabado, ido. ¿Qué otra cosa podría haber en Londres donde necesitaran de Spiderman? Pues Peter no se iba a quedar de brazos cruzados esperando a lo que sea que está pasando ahí, así que se separó del grupo con la excusa de que iba al baño y llamó a Happy.

"Según mis fuentes, es verdad" dijo Happy al otro lado de la línea, hablando sobre el contratiempo de los vuelos a Nueva York.

—¿Me estás diciendo que no habrá vuelos a la gran GRAN Nueva York desde la capital de República Checa por días y no es cosa de Fury? —respondió Peter, incrédulo y sorprendido exigiendo una inexistente explicación.

"También me sorprende, Peter, pero bueno. Es lo que es" habló Happy pacientemente. "Fury no se ha comunicado. Y ya sabes que los europeos son algo raros".

—Bueno, sí, pero...

"Mira, Peter, tómalo como tus bien merecidas vacaciones. No te preocupes demasiado". Y en eso Happy quizá tenía razón. "Disfrútalas".

~

Se empeñó en seguir el consejo de Happy. Se subió al avión sonriendo, se relajó y lo primero que hizo al instalarse en el hotel fue descargarse grindr. Muy entretenido navegando en la aplicación, se vio de pronto interrumpido por la llamada de un número desconocido. Contestó sin pensar, aburrido y esperando a que sea May avisando que se le descargó el celular o su compañía telefónica ofreciéndole un plan internacional otra vez. Peter habló suave—. ¿Hola?

"Peter" era Quentin Beck al otro lado de la línea. "¿Ya llegaste a Londres?"

Sabía que no había sido coincidencia que estuviera ahí.

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