Dicen que un nuevo trabajo significa comenzar una vida distinta, y, la verdad, eso es lo que deseo. A poca gente le interesa la lectura, cada vez se pierde más la costumbre de dejarse llevar por la marea de palabras y sentimientos, pero aquí estoy yo para entusiasmar al personal. La noticia de mi especial puesto de trabajo como bibliotecaria en la c/Estrella me dejó boquiabierta, sin embargo, no me quejaré lo más mínimo. Además, no es una biblioteca común, tiene añadida una cafetería para que mientras disfrutas de tu libro favorito, sientas el exquisito sabor de un buen café o té.

Cuando llegué al local, me recibió el jefe, Masato. Debo reconocer, que mis expectativas sobre aquel hombre eran bastante malas: cuarenta años, con arrugas, serio y frío, mandón, etc. Pero para mi afable sorpresa, resultó ser todo lo contrario. Sus ojos azules como el cielo resaltaban sus labios color coral y carnosos. Por no hablar de su media melena rojiza, recogida en un perfecto moño. A mi parecer, no pasaba de los veinticinco años. Creo que tendré algo con lo que alimentar mi vista...

- ¿(T/n) Gealach?- Preguntó con una gran sonrisa.

-Sí. Sé que he venido una hora antes de lo acordado, pero sinceramente, estaba tan nerviosa y emocionada por el trabajo que me era imposible permanecer sentada...- Confesé con cierto rubor sobre mis mejillas.

-No te preocupes, me gusta tu actitud.- Respondió con una risotada, mientras me daba una palmada jovial en el hombro.- Ven, te enseñaré los departamentos de biblioteconomía y cafetería. Luego te daré el uniforme para que empieces a trabajar.

Cuando terminó de proporcionarme adecuadamente toda la información, reglas y vestimenta, me puse manos a la obra. Hoy mi turno marcaba el ámbito de atención al cliente en restauración y servicio de bebida. Alcancé con mi mano izquierda la libreta de pedidos y con la derecha el bolígrafo azul de la compañía. Salí con la cabeza bien alta de la sala de trabajadores y empecé mi nueva aventura.