One.

Si soy sincera, realmente no pensaba que esto fuera tan duro. La cabeza me va a explotar con tantos pedidos, resulta que al ser viernes, hay más gente que sale para disfrutar de su tiempo libre antes de ponerse otra vez a estudiar, así que esto se está convirtiendo en una monstruosidad.

-Toma, (T/n), lleva el té blanco, las dos tazas de café sin leche ni azúcar y el batido de vainilla a la mesa ocho.- Me pidió Max, uno de los cocineros.

-Oído.- Respondí, poniendo todas las bebidas sobre la bandeja.

Busqué con la mirada la susodicha y me acerqué rápida pero silenciosamente, para no molestar la lectura de los cuatro clientes que debía atender. Puse cuidadosamente los vasos y tazas y me di la vuelta para volver a la cocina, cuando una mano me agarró de la muñeca.

-Yo no he pedido esto.- Reclamó un chico rubio, de ojos azules como el mar y tez blanca como la nieve.- No era un batido de vainilla, era uno de fresa.- Prosiguió.

-Yo... Lo siento, caballero, es lo que me han ordenado en cocina, se habrán equivocado al organizar los pedidos.- Me disculpé, con voz temblorosa.

-Para una vez que vengo aquí y resulta ser una cafetería cutre como muchas. Ruki, vayámonos a otra parte, además, no quiero leer más, me aburro.- Añadió, con aire presumido y egocéntrico.

Uno de los muchachos que se encontraba sentado al lado del protestante, levantó la mirada y clavó sus ojos en los míos, fríos como el hielo.

-Kou, compórtate. Al camarero de antes le dijiste claramente un batido de vainilla y no uno de fresa. Por favor, no montes un escándalo innecesario, ¿quieres?- Replicó con dureza.

-¿Sabes qué? Yo me voy. Tengo muchas cosas que hacer en la revista de moda. Nos vemos luego chicos.- Dijo mientras se levantaba y se despedía con la mano de sus otros dos acompañantes.

-Espero que algún día deje de ser tan bocazas...- Comentó en voz baja un chico con el pelo anaranjado y aire molesto.

-Hm...- Asintió, por último, el cliente de tez cicatrizada y serena.

-Disculpa su carácter, hoy no ha tenido un buen día.- Se disculpó Ruki.

-Descuide, nos puede pasar a cualquiera.- Respondí con una amplia sonrisa.

El chico se fijó en mis labios curvados durante unos segundos, los cuales se me hicieron eternos, como si nuestro alrededor no existiera y se hubiera detenido por siglos. Luego, volvió a poner su atención sobre el libro que estaba leyendo y dio un pequeño sorbo al café.

-Puede retirarse, gracias.- Dijo, sin expresión alguna.

-De acuerdo, si me necesitan, solo tienen que llamarme.

Ruki se limitó a asentir con la cabeza y concentrarse en su historia. Vaya manera de empezar el primer día de trabajo, jolines... Resignada, volví a la barra de pedidos y seguí con mi deber de camarera. La tarde se pasó más rápido de lo que esperaba, y solo quedaba una última mesa por abandonar el establecimiento. 

-(T/n), quieren que los atiendas tú, no preguntes, no sé la razón de su decisión.- Comentó Masato, secándose el sudor de la frente con un paño.

-¿Yo?... Bueno... Pues nada... Ya voy...- Respondí con curiosidad. 

Alcé la vista y resulta que los últimos clientes eran los de la mesa ocho de antes... Qué suerte... En fin, el trabajo es trabajo... Me acerqué con la mejor cara posible y retiré todas las tazas vacías de la mesa.

-¿Eres nueva?- Preguntó el de pelo naranja.

-Em... Sí, de hecho, hoy era mi primer día aquí.- Respondí, sonriendo.

-Yuma, ¿ya te estás metiendo donde no te llaman?- Comentó Ruki, mientras sacaba el monedero para pagar la cuenta.

-Oh, vamos... Solo era que nunca la había visto y me dio curiosidad. Además, tú eres el que quiso que nos atendiera otra vez, ¿cierto?

El muchacho se limitó a fulminar con la mirada a su compañero y luego me cedió el dinero.

-Muchas gracias, caballeros, espero verles otra vez.- Me despedí, haciendo un gesto formal con la cabeza.

-No te preocupes... Ha sido un servicio... Excelente... Sin duda nos volverás a ver...- Añadió uno de los jóvenes.

-Cierto, Azusa. Aunque no me extrañaría que quien más viniera fuera Ruki, ¿eh?- Se burló Yuma.

-Sí...- Respondió, con una gentil sonrisa.

-Dejaos de habladurías y regresemos a casa, nos estará esperando Kou.- Ordenó Ruki.

Nos despedimos por segunda y última vez y me reuní con los demás para hacer el recuento y poder cerrar el café/biblioteca.


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