La niña del moño anaranjado (Final)
Al anochecer, Lincoln y Lucy se dirigieron al cementerio de Royal Woods con un par de linternas en mano. Una vez ahí, los dos empezaron a revisar los nombres en las lapidas uno por uno.
-Aquí está -avisó el chico, en dado momento que se topó con una que tenía inscrito el nombre que buscaba-. Stella Zhau, es ella.
-¿Estás seguro? -preguntó Lucy, curiosa ante el hecho de que no se tardaron tanto en encontrar lo que buscaban.
-Si, aquí dice. ¿Cuántas Stellas Zhaus más habrán?
-Bueno, si, tal vez pero... ¿Cómo supiste tan rápido que estaba aquí?
-Pues... Hay, no lo sé.
-¿Qué? ¿Simplemente entramos al cementerio y adivinaste dónde estaba?
Lincoln se regresó a mirar a su hermana. Evidentemente ella sabía algo que no le había terminado de contar.
-¿De qué estás hablando, Lucy? -exigió saber.
-Tú ya sabías exactamente donde estaba -lo acusó la niña de pelo negro-. Dime, ¿por qué será, Lincoln?
-No sé de que hablas, Lucy -contestó en su defensa.
-Tal vez estuviste aquí antes -sugirió-. ¿No lo has pensado?
-No... ¿Por qué habría de estar aquí? Estamos en un cementerio.
-Si, y en este terreno fue donde mandaron a colocar las tumbas de los que murieron en el accidente. ¿O ya lo olvidaste?
-¿Olvidar qué?
-El funeral -respondió Lucy, cuyo tono de voz se elevó un poco-. El que la alcaldesa Davis organizó hace un par de semanas en honor a las víctimas del accidente.
-¿Qué?... ¿Hace apenas dos semanas?
-¡Si! -la voz de Lucy se elevó otro poco-. Lincoln, ¿en que mundo vives? Fue una noticia a nivel nacional. Todo mundo en Royal Woods asistió a la ceremonia: mamá, papá, nuestras hermanas, los abuelos, los Mcbride, nuestros amigos, tus amigos. Incluso Ronnie Anne y los Casagrande vinieron desde Great Lake City. ¿Lo recuerdas?
-... No -confesó cada vez más perplejo y confundido.
-¡¿Es que no lo entiendes, Lincoln?!... -le replicó su hermana menor, quien para su sorpresa habló con un chillido agudo-. ¿Qué no lo entiendes?... Stella llevaba puesta la sortija de Ace Savvy ese día.
-Si, ¿y eso qué?
-La sortija que sus padres fueron a regresarle a mamá y papá después del accidente y que después yo puse en tu casillero para ver si lograbas recordar.
-¡¿Recordar qué?! -preguntó Lincoln con mayor exasperación.
-Los padres de Stella nos la regresaron porque ella la llevaba puesta en su dedo en el momento que ocurrió todo -siguió explicando Lucy, conforme su voz se agudizaba cada vez más-; pero era la sortija que te obsequió Bill Buck, el creador de Ace Savvy. Te la obsequió por lo mucho que le gustó el cómic que escribiste en colaboración con Clyde. Estabas tan orgulloso de ella que la llevabas puesta a todas partes.
De repente, el recuerdo del impacto y la explosión se manifestaron en la cabeza de Lincoln, quien instintivamente se llevó sus manos a ambos lados de la cabeza, se dejó caer al suelo de rodillas y pegó un fuerte grito que a su vez se vio acallado por uno femenino que sólo él pudo escuchar.
-¡STELLA...!
Entonces Lucy se aproximó a hincarse en una rodilla frente a él. Ahí, Lincoln observó con mayor perplejidad que su boca se torcía horriblemente en una mueca de angustia, una que sólo daba a notar en muy contadas ocasiones en que la tristeza podía más con su actitud sombría, como cuando creyeron que las mascotas de casa se habían extraviado o supieron que el señor Quejón no disponía de suficiente dinero para poder reunirse con su familia cada navidad por citar algunos ejemplos.
-¿Si recuerdas?... -preguntó su hermanita con un nudo en la garganta-. Ese día tú decidiste tomar el autobús escolar, en vez de ir en Vanzilla con todas nosotras como acostumbrábamos a hacer siempre.
≪¡No! Estoy seguro de que tienen un plan y quieren decirme que hacer. Pero la ultima vez que seguí su consejo de amor terminé con el ojo morado≫.
-... Porque quería tener tiempo a solas con la niña nueva para presentarme -confesó Lincoln conforme los recuerdos de ese día se iban esclareciendo con mayor nitidez.
-Si -asintió Lucy, al tiempo que un par de finas lagrimas asomaban por debajo de la cortina de pelo de sus ojos-. Tu plan original era ir vestido como un chico rebelde, con chaqueta de cuero, tatuaje temporal y todas esas tonterías... Creías que con eso la ibas a impresionar, pero nosotras te convencimos que no necesitabas hacer eso porque... Eras perfecto tal y como eras.
≪Lincoln, eres perfecto tal y como eres≫, le había dicho Leni precisamente.
≪Eres gentil≫, le dijo Lori.
≪Estás a la moda≫, le señaló Leni.
≪Tu rockeas≫, le dijo Luna.
≪Eres divertido≫, le sonrió Luan.
≪Eres fuerte≫, afirmó Lynn Jr.
≪Eres profundo≫, fue lo que le dijo Lucy.
≪Y amigable≫, exclamaron las gemelas que acudieron a darle un reconfortante abrazo.
≪Erez lizto≫, ceceo Lisa.
≪Ede Dincon Doud≫, balbuceó Lily.
-Tú me dijiste que era profundo... -le comentó Lincoln a Lucy, una vez recordó lo ultimo que le dijeron sus hermanas ese día-. Si, ahora lo recuerdo todo... Pero recuerdo que antes de eso... Me golpeé la cabeza y tuve un sueño muy extraño... Soñé que era un conejo y tenía veinticinco hermanas en lugar de diez.
Con suma dificultad, Lucy se las arregló para articular una pequeña sonrisa en su rostro por el que ya corrían unas cuantas lagrimas
-Ja, que loco, ¿no?... -rió un poco-. ¿Después que pasó?
-Hice exactamente lo que me dijeron... -respondió Lincoln, cada vez con mayor certidumbre de todo lo que iba rememorando-. Subí al autobús... Me acerqué a ella y fui yo mismo...
≪Hola... Eh... Yo, Me llamo Lincoln Loud≫, recordó con claridad lo que había dicho para presentarse.
≪Mucho gusto, Lincoln Loud≫, había contestado la chica nueva.
≪¿Y eres nueva en Royal Woods?≫.
≪Si, es difícil ser la nueva≫.
≪Tal vez no has conocido a las personas adecuadas≫.
≪¿Quieres acompañarme?... Creí que no alcanzarías el autobús, je je...≫.
≪Si, menos mal mi ropa es llamativa o la conductora no me habría visto≫.
≪Ja ja ja ja ja... Eres divertido, Lincoln. ¿Quieres zanahoria?≫.
≪Gracias... Oh, por cierto, ¿cómo te llamas?≫.
-Stella y yo congeniamos muy rápido y descubrimos que teníamos muchas cosas en común... -prosiguió Lincoln con su relato de lo sucedido el día del accidente-. Y cuando mencionó que también le gustaban los cómics de Ace Savvy... Le mostré mi sortija y dejé que se la probara...
-¿Y luego? -volvió a preguntar Lucy tras ahogar un sollozo.
-Luego Stella miró casualmente por la ventana... -contestó-. Y vio a una pareja de conejos que cruzaban saltando por la otra vía... El conductor del camión que venía de frente trató de esquivarlos a ultimo momento derrapando mal por la carretera... Y la conductora del autobús... No pudo frenar a tiempo...
En total estado de shock, Lincoln volvió a erguirse y alumbró con su linterna las lapidas que rodeaban a la de la tal Stella Zhau, en las que pudo leer unos cuantos nombres de varios chicos que asistían con él a la escuela primaria de Royal Woods. Los nombres de los chicos que había visto en la manifestación de la fuente de sodas junto a los otros fantasmas.
-¿Ya recordaste? -preguntó nuevamente Lucy con voz ahogada.
Y acto seguido se apartó de la lapida situada al lado de la de Stella y la alumbró con su linterna... Para que así su hermano pudiese leer su propio nombre inscrito ahí.
Lincoln Oliver Loud
2006-2018
-No puede ser... -exclamó echándose para atrás-. Es... Es la mía, ¿no?
-Temo que si -afirmó la niña, a quien cada vez le resultaba más difícil contener el llanto.
-Lo que implica que...
Lucy sacó otra vez el recorte de periódico en el que aparecían las fotos de Stella Zhau y las otras víctimas del accidente y lo terminó de desdoblar frente a Lincoln, de modo que pudo ver su foto en la otra mitad de la pagina, aparte de leer la fecha del encabezado que era de apenas hacía unas dos semanas, acorde a lo que su hermana menor mencionó anteriormente. Con esto ya no tenía la menor duda.
-¡¿Por qué no me lo dijiste?! -inquirió enojado por el susto que le produjo enterarse que en realidad era un alma en pena al igual que la niña del moño.
-¡Porque no lo recordabas! -chilló Lucy con su voz aguda, su verdadera voz de niña que solía disfrazar con un tono rasposo para darse aquel aire siniestro cuando pretendía mantener su fachada espeluznante-. ¡Volviste a casa del accidente y actuabas como si nada hubiera pasado!
De pronto todo tuvo sentido. El que su familia lo ignorara, el que vaciaran su casillero y el altar que evidentemente sus compañeros habían alzado en este mismo en su memoria.
-Lincoln, yo era la única que podía verte... -gimoteó la pelinegra-. Y por alguna extraña razón no recordabas nada... Ni siquiera que estabas...
-Muerto... -acabó de decir-. Ahora entiendo porque todos en casa estaban de tan mal humor todo el tiempo.
-Si.
De pronto se acordó otra vez de su mejor amigo, al que no había visto en días.
-¿Cómo lo tomó Clyde? -se le ocurrió preguntar, pese a que la respuesta era más que obvia.
-No muy bien -aclaró Lucy con pesar-. En el funeral lloró tanto que cayó desmayado del agotamiento... Por eso sus padres creyeron que un tiempo lejos de aquí le haría bien... Pero no te preocupes, sé que el se repondrá y regresará pronto.
-¿Y ahora que hago? -preguntó un muy angustiado Lincoln.
-Bueno, ahora que lo sabes, todo saldrá bien... -dijo Lucy limpiándose las lagrimas con una de sus mangas rayadas-. Seguiremos siendo una familia, como siempre... Encontraré el modo de convencer a los demás que aun estás con nosotros y todo estará bien.
-Lincoln... ¿Lincoln Loud?
Siguiendo el eco de aquella voz angelical, ambos hermanos se regresaron a mirar hacia un lado del camino empedrado del cementerio, en el que súbitamente una blanca y densa neblina empezó a cubrirlo todo.
Momentos después, la niña del moño emergió de entre esa neblina y le sonrió a Lincoln con calidez.
-Volviste...
Seguidamente extendió su mano invitándole a que la tomara.
-Ya es tiempo, Lincoln -dijo con su dulce voz angelical-. Ven, vamos.
-¿Yo?... -balbuceó el otro fantasma, que en cambió retrocedió dos pasos.
-Tú me ayudaste una vez -le sonrió la bella chica-, ¿lo recuerdas? Ser la nueva es muy difícil, pero tú fuiste amable conmigo y te acercaste a hablarme cuando nadie más se atrevió a hacerlo. Ahora yo te devolveré el favor.
Lincoln miró a su afligida hermana. Sorpresivamente Lucy se halló dandole la razón al fantasma de la niña del moño al saber exactamente a que se refería.
-Yo... -balbuceó otra vez al comprenderlo igualmente-. Es que no sé si pueda.
-Ella tiene razón, Lincoln... -gimió Lucy entre sollozos-. Tú ya no puedes estar aquí... Debes seguir adelante.
-No tengas miedo -dijo la alta y hermosa niña, manteniendo aun extendida su mano a la espera de que el niño de blancos cabellos fuese a tomarla-. Ven, te prometo que no estarás solo. Estaré contigo a tu lado todo el camino y lo que siga más allá.
-Ve con ella... -le sonrió Lucy a su hermano, ya sin poder contener las lagrimas que inundaban su pálido rostro que poco a poco empezó a ruborizarse a causa del llanto que había mantenido reprimido hasta entonces-. No querrás perder esta oportunidad.
Finalmente, Lincoln entendió que debía abandonar el plano terrenal.
- Te echaré mucho de menos, Lucy -dijo para despedirse-. A ti y a toda nuestra familia.
-Lo sé... -chilló su pequeña hermana, a nada de quebrarse emocionalmente.
Así mismo, en cuanto el mayor se acercó a abrazarla, la gótica rompió en llanto como la pequeña niña que era en realidad.
-Adiós, Lincoln... -se despidió con un lastimero gemido, producto de lo mucho que le dolía tener que separarse de su hermano para siempre-. No olvides lo mucho que te amo.
-Y yo a ti -la consoló el peliblanco mientras acariciaba suavemente sus oscuros cabellos.
-Eres mi hermano varón favorito -sollozó-. ¿Lo sabías?
-Soy el único que tienes -rió dando por finalizado el abrazo de despedida, para de ahí ir hacia la chica que lo acompañaría en su viaje al más allá.
Pero antes de ir a su encuentro, Lincoln se detuvo un momento y miró a Stella, quien le volvió a sonreír y asintió con un gesto afirmativo, tras lo cual se regresó a tomar suavemente la mano de Lucy y hacerle entrega del anillo decodificador de Ace Savvy, que ella felizmente atesoraría para recordarlo.
Después le descubrió el fleco para mirarla directo a los ojos por ultima vez, le dio un cálido beso en la mejilla y luego si se dirigió a tomar la mano de Stella con quien se adentró en la densa neblina que cubría el rumbo que seguía por delante del camino empedrado del cementerio.
Hasta que las siluetas de ambos se difuminaron por completo y la neblina se disipó toda, Lucy se quedó mirando en aquella misma dirección, antes de dar media vuelta y tomar el camino de regreso a casa.
***
Mucho más tarde esa misma noche, a la hora en que las diez hermanas de Lincoln fueron a acostarse, Rita y el señor Lynn decidieron con pesar que ya era tiempo de donar las pertenencias de su difunto hijo al ejercito de salvación, salvo por algunas cosas que apartaron para repartir entre las niñas como el conejo de peluche Bun-Bun para Lily y el videojuego de basura y la consola para Lana.
Mientras su marido se ocupaba de desocupar las repisas, Rita salió cargando una de las cajas repletas de cómics y figuras de acción de el pez musculoso, cuando en eso se encontró con la puerta abierta de la recamara de Lucy y Lynn.
Al asomarse a mirar adentro, primero observó el ataúd desocupado en el un lado de la habitación, después la ventana abierta de par en par, y por ultimo a Lynn Jr. quien se despertó a causa de una corriente de aire que entró por allí.
Curiosa, la señora Loud entró a la habitación y se asomó a la ventana, desde donde vio a la pequeña Lucy acurrucada encima del tejado con su mirada fija en un bello cielo estrellado que se apreciaba esa tranquila noche.
Lo que más llamaba la atención era que tenía sus ojos al descubierto, algo muy inusual de ella que decía que nunca debían ser vistos, además de que estos seguían desbordando varios hilillos de lagrimas; pero también mantenía una muy sincera sonrisa que le producía el pensar que el espíritu de Lincoln por fin descansaba en paz.
Como tal, en dado momento, Lucy avistó pasar volando a una estrella fugaz y quiso interpretar aquello como un beso de buenas noches de parte de su hermano que estaría contemplándola desde allá arriba dandole repetidamente las gracias.
Aparte de todo esto, Rita descubrió que la pequeña gótica calzaba en su meñique derecho aquel anillo de juguete que se había extraviado poco después de que los Zhau se lo regresaran a los Loud. Mas decidió no llamarle la atención por ello, con tal de que alguna de sus hijas lo conservara en memoria de su hijo fallecido.
Pues, al igual que todas sus hermanas, Lucy siempre echaría de menos a Lincoln; pero se sentía mejor, ahora que tenía la certeza de que por siempre sería feliz, al lado de esa bella chica que lo había cautivado desde que la vio por primera vez, en especial por la forma en que se ataba su moño en el cabello.
FIN
***
Nuevamente en la tienda repleta de artículos misteriosos, Haiku se pasó un pañuelo suavemente alrededor de los ojos para limpiarse la sombra corrida que amenazaba con manchar sus pálidas mejillas.
-Perdón por eso -se excusó con el lector-. Pero es que esta historia, en particular, me deja hecha polvo. Recuérdenlo: si tienen a alguien especial en su vida, no dejen de hacerle saber lo mucho que lo aprecian, ya que la vida misma se los puede arrebatar en cualquier instante. Y si tienen facultades de médium como mi amiga Lucy, tampoco dejen de ayudarlo a ascender al más allá para que no termine vagando como alma en pena...Como lamentablemente les ha pasado a muchos otros... Y eso es todo por ahora, mis apreciados fantasmitas. Espero nos volvamos a ver muy pronto, para contarles otra estremecedora historia de esta ruidosa antología del horror...
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