Capítulo 6
Ava dejó de atender a los murmullos y gestos de los tigres reunidos en la sala al momento en que escuchó a Dima decir que estaban rodeados. Su agudo razonamiento intentó analizar la situación desde todos los ángulos posibles, pero seguía sin poder atar estos puntos sueltos. El comportamiento de los cazadores excedía lo habitual, totalmente diferente de todo lo que había aprendido en su trabajo.
Esto, sin duda, era algo nuevo, y frente a algo así no tenían herramientas para actuar.
¿Por qué pusieron a esta familia como su objetivo? ¿Acaso pretendían hacer una caza masiva?
Era un riesgo considerable, pero, puede que los estuvieran observando desde hace un tiempo, obteniendo información sobre sus debilidades y fortalezas. Debían saber entonces, que sin armas ni habilidades de pelea, estas personas eran vulnerables.
«No. Ahora están protegidos» Ella no permitirá que se lleven a nadie más.
La tigresa en su interior se puso inquieta, y gruñó cuando cerró la distancia y se unió a la conversación entre Marshall y Dimael. Un caliente olor masculino de un lado, del otro, un perfume más tibio y sutil. De pronto su mente recibió una imagen atroz, la de ella frotándose contra ese calor...
Absurdo.
-El sonar detectó esto -dijo Dimael, mostrando el aparato de avanzada tecnología, tenía el mismo tamaño de un anotador digital pero solo servía como antena y rastreador por sonar-. Hay entre veinte y treinta, todos están dispersos pero en una formación que rodea la casa.
Ava observó la pantalla, prefería un radar infrarrojo, pero el sonar podía llegar más lejos, el único defecto era que la imagen de respuesta no tenía muchos detalles. La imagen de la grabación estaba en colores negros, pero los cuerpos tenían colores verdes que brillaban de un segundo a otro.
-Estamos igualados en números -continuó el leopardo de las nieves, señalando cada grupo de puntos que comenzaban a separarse en diferentes direcciones para cubrir el espacio alrededor-. Podemos enfrentarlos.
-No -intervino Ava-. Las armas de los cazadores no deben ser subestimadas.
Sedantes, redes, balas paralizantes, balas de gas... Había todo un arsenal destinado a la captura de cambiantes, un humano no podía hacer nada frente a los sentidos agudos, la fuerza, velocidad, garras y dientes de los cambiantes.
-Aléjense de las ventanas -exclamó tras percibir por el rabillo del ojo que un par de mujeres se disponían a observar por un espacio entre las cortinas-. Nos están rodeando.
Miradas de alarma y furia, Ava sondeó a través de todo eso, solo debía encontrar la de la matriarca.
-¿Todos los miembros de la familia se encuentran aquí? -Le preguntó a Nora.
-No, faltan...
Una ráfaga de aire frío, el sonido de pasos desesperados y un golpe interrumpió a la mujer, una mujer corrió por el pasillo junto a las escaleras, terror en su mirada color café, temblor en su voz cuando al detenerse exclamó:
-Ziara y Malcolm fueron capturados.
Lo siguiente, fue una oscura sinfonía de maldiciones, gruñidos y peligrosas amenazas.
-¿Dónde? -Marshall preguntó, su voz acarició un borde peligroso.
Un borde violento.
La mujer, tomó aire pero no podía parar de temblar. Sus dientes castañeteaban, los dedos de sus manos no dejaban de moverse.
-Un kilómetro al este del camino principal -respondió, sus ojos oscuros comenzaron a inundarse-. Había trampas, yo iba detrás, sentí algo raro y me paralice, no pude detenerlos ellos siguieron y activaron la trampa y...
-Tranquila -Nora se acercó a la atemorizada y nerviosa mujer para envolverla entre sus brazos-. Calma, Nickie.
-Debí hacer algo... -Sollozó.
-Correr por ayuda fue lo correcto.
Ava capturó un movimiento, los firmes puños de Marshall cerrándose con fuerza, las venas saltando a la vista. Su tigresa se relamió ante la prometedora oferta de sangre, presionando hacia él.
La situación era insostenible, debían hacer algo, por la familia, por ella, por estas sensaciones tan confusas que se enredaban como espinas alrededor de su pecho.
-Iremos por ellos -dijo Ava.
Esperó alguna réplica por parte del lugarteniente, pero cuando chocaron sus miradas, junto con las chispas ardientes que solo ellos pudieron sentir, hubo una ligera confirmación. Las palabras no eran necesarias cuando lo evidente estaba frente a ellos, debían trazar un plan.
Con un enemigo impredecible y cambiantes capturados, eso aumentaba la desventaja.
-¿Esta casa tiene un sótano?
Marshall se tensó.
-Sí -afirmó Nora.
-Lleva a todos abajo -pidió-. Alex, ve a avisar a Chiara, Eugene y Trent, quédate arriba y protejan a los heridos. Gala y Dima vienen conmigo, Marshall protegerá al resto en el sótano, ¿de acuerdo?
Ava se inquietó cuando halló al león inmóvil, sus labios apretados, su enojo repentino y la parálisis le confundieron, ¿qué demonios le estaba pasando? Ava lo tomó por el brazo y obtuvo un fiero gruñido de su parte, su felino violento respondió empujando contra su piel, como pólvora y fuego, estar juntos, tan cerca, era una señal de pelea.
-Voy contigo -afirmó, de una forma profunda, sin lugar para una objeción-. Alexander cuidará de la familia en el sótano.
-Marshall...
-Los refuerzos llegarán en una hora -agregó, rompiendo el contacto visual, buscó la atención de cada uno de los tigres-. Si quieren salvar a sus compañeros, por favor, acepten nuestra ayuda y obedezcan.
Y con eso, Marshall buscó a Gala y Alexander, luego hizo un ademán para llevarlos cerca de la puerta. El cocinero no se encontraba contento, estaba tan inestable como Marshall, Ava esperaba una reacción negativa de su parte, pero Gala lo detuvo al besarlo.
-Podemos hacerlo -la enfermera le animó, con una dulzura que antes no había creído posible que existiera en ella.
Todavía más..., los cambios de estos dos eran abismales...
-No me agrada la idea de exponerte frente a esos desgraciados -Alex siseó, rara vez podía ver a este león tan enojado al punto de estallar, pero habitado a un temperamento dócil, lo único que hizo fue tomar del apoyo de su compañera.
-De todos aquí -Marshall habló, enfocándose en el cocinero rubio-. Gala es la más fuerte -le aseguró-. No correrá peligro alguno.
-Tú deberías quedarte -Ava le sugirió.
De nuevo, recibió un gruñido bajo, y una mirada difícil de entender, ¿estaba asustado? No, parecía haber desesperación en sus ojos.
Algo malo sucedía con él.
«¿A quién rayos le importa?» Ava debía ser la última persona que sintiera preocupación por ese hombre.
-Iré al frente -respondió, un segundo después buscó a la matriarca-. Nora, necesitamos prendas de los capturados.
-Yo las buscaré -dijo Amber, corriendo a las escaleras.
-¿Cuál es el plan? -Preguntó Dimael, en un gesto nervioso, se rascó la parte trasera de la cabeza.
Podía hacerlo mejor ahora que había cortado su cabello rubio casi al ras.
-Rastrear y salvar -Ava respondió-. No puedo armar un plan si no sé cuál es la situación completa.
-¿Será necesario pelear? -Gala preguntó, suavizó la instintiva reacción violenta de Alexander al colocar una mano en su camisa celeste, justo donde latía su corazón.
El pecho de Ava se apretó.
-Espero que no, pero, eso se verá cuando los alcancemos y debemos hacerlo pronto.
Ava detuvo el carril de sus pensamientos cuando encontró un nuevo enfoque, si había más de un grupo de cazadores, y el resto se coordinaba para armar un rodeo, eso podía significar que podían estar esperando a capturar a toda la familia antes de abandonar el territorio. Por lo tanto, no había prisa, mantendrían a los capturados en las trampas hasta terminar su cacería.
Aunque solo tenía una suposición, todo apuntaba a eso. Y era una pequeña y ligera ventaja, pero la explotarían al máximo.
-Aquí -Amber bajó las escaleras y le dio un par de remeras de algodón sin mangas a Dimael.
-¿Identificas sus olores? -Marshall preguntó.
Dimael respiró profundo sobre las prendas, una y otra vez, hasta que sus pupilas se dilataron consumiendo el color gris y su voz se hizo más grave cuando dijo:
-Sí, vamos.
En este juego perverso, salieron cazadores diferentes al abrigo de la noche. En la mente de Ava todavía seguía esa inquietud por la reacción de Marshall ante la sugerencia de ir al sótano, mordiéndose el labio, intentó despejarse, no había tiempo para desperdiciarlo en cosas sin sentido.
Marshall no significaba nada para ella como para preocuparse.
Dimael trazó la ruta adecuada, alejándose entre la maleza, gracias a sus patrullajes él sabía donde se encontraban los cazadores y eso hizo más fácil evadirlos. Mientras avanzaban por el terreno, Ava sintió un sabor amargo en la boca, ¿qué sucedía si en realidad, los cazadores estaban esperando que salieran? ¿Si al capturar a dos y dejar uno libre, solo era un cebo para dejar al resto de la familia desprotegida? Su tigresa se revolvió, inquieta. Una trampa como esa solo indicaba que los cazadores sabían quienes eran ellos y de lo que eran capaces, algo que no veía posible, no había forma de anticipar que Nora pediría ayuda a Gold Pride horas después del asesinato de su pareja vincular.
Esto no podía ser una trampa.
Media hora después, Dimael se detuvo, sacó el rastreador de sonar.
-Hay un grupo grande -dijo, atento a la imagen del aparato-. Nueve.
No era una desventaja tan grande frente a una polar, un león, un leopardo de las nieves y una tigresa, todos bien entrenados para pelear. Pero, el mayor temor que los mantenía en la cubierta de la oscuridad del parche de árboles, era no saber que tipo de armas poseían.
-Dos de ellos pueden ser los tigres capturados -dijo Gala-. ¿Qué hacemos?
Ava volvió a ver la imagen del sonar.
-Hay que separarlos, el problema son sus armas.
-Oye, nos has entrenado para evadirlos, ¿lo olvidas? -Dimael chasqueó la lengua-. Dejen que el fantasma se encargue de la distracción.
Aunque era difícil de ver, la sonrisa de Dimael era feroz.
-De acuerdo. Gala, ¿puedes rodearlos por detrás? Eres nuestra carta sorpresa, Marshall y yo distraeremos al resto mientras liberas a los tigres.
-Entendido. Marshall -Gala se acercó al león-. No pongas mucha presión sobre tu corazón, la exigencia física es peligrosa.
-No te preocupes.
Ava no estaba segura de que el león seguiría el consejo de la enfermera. Ava quería gruñir, en el estado en que se encontraba Marshall, ya no era muy útil para pelear o correr largas distancias, tenía un corazón debilitado por la presión y los bloqueos en sus arterias.
Sería una presa fácil para cualquiera...
-Inmovilicen a los que puedan y no se dejen atrapar -ordenó él.
Un par de ojos dorados se encendieron en la oscuridad, la chispa violenta de Ava respondió desplazando un sutil oleaje caliente por su cuerpo.
«Esto tiene que terminar»
Todos excepto Gala, se quitaron la ropa y se transformaron, Dimael se desvaneció en la oscuridad, la enfermera se movió hacia la derecha, Ava quedó con Marshall. El león volteó para verla, pero ella continuó observando la oscuridad absoluta, no debía mirarlo, no podía mirarlo, enfrentarlo en estas condiciones solo desataría más reacciones inadecuadas, confusas. Por un ligero momento, él pareció moverse, ella pensó que rozaría su flanco derecho, pero no lo hizo.
Otra imagen cayó, la de los cálidos pelajes chocando uno contra otro, mezclándose, compartiendo esencias. Tal imagen le hizo erizar el pelaje del lomo, Ava arañó la tierra fría bajo sus patas, lamiendo su hocico golpeó al león con la cola en un llamado sutil y se pusieron en camino.
Todavía quedaba una distancia considerable entre ellos y los cazadores que retenían a los tigres, ella debía pensar en lo que haría después, ¿qué clase de distracción debía provocar para evitar pelear? Las armas podían mantenerla alejada, así que no lograría acercarse y derribarlos, si los incentivaba a cazar podría llevarlos lejos pero se arriesgaría demasiado, ella no podía esquivar todas las balas.
Exponerse parecía el único camino.
Solo necesitaban ganar tiempo.
Cuando escucharon voces, ambos se agazaparon contra el suelo y escucharon con atención. Antes de cualquier ataque, era vital tomar toda la información disponible.
-Están reunidos en la casa central -decía uno de ellos-. El segundo grupo espera órdenes.
-Sí -afirmó otro-. Ya deberíamos empezar con la captura del resto. La mujer que evadió la trampa debe haberlos puesto en alerta.
-¿Envío la señal?
Movimiento más allá, la conversación se detuvo, los cazadores guardaron silencio y apuntaron con rifles. Escondido, Dimael se detuvo unos segundos, luego apareció de un salto frente a ellos y en otro volvió a ocultarse.
-¡Leopardo de las nieves! -Exclamó uno.
-Vayan por él, que no escape -Ordenó otro, por el tono de su voz y la gravedad, parecía que era el líder del grupo.
Como esperaban, cuatro cazadores fueron en busca de Dimael, lo que redujo al grupo a solo tres. Igualados en número, pero no en fuerza, la única ventaja que tenían era el polar de Gala.
A su lado, Marshall sacudió su melena, luego avanzó, pero Ava lo detuvo con otro golpe leve de cola, ambos se miraron esta vez y la imagen se volvió más intensa. Ella la borró antes de siquiera poder entenderla, hizo un gesto con la cabeza, él entendió, rasgó la superficie del suelo con las garras y luego se fue.
La idea era separarse para generar confusión, en un territorio poblado por tigres, ver aparecer a cambiantes de otros tipos es algo que estos idiotas no esperarían. Si Dimael se fue por la derecha, Ava debía ir por el centro y Marshall por la izquierda.
Era lo mejor...
«O tal vez solo necesito alejarme de él para poder pensar»
Su sola presencia era capaz de ahogar sus sentidos.
Ava empezó a trotar, debía aparentar un patrullaje, así que al llegar al punto se detuvo y mantuvo una postura defensiva, orejas abajo, dientes expuestos... Era difícil controlar las ganas de morder y desgarrar a los tres hombres que le apuntaron con sus rifles.
Bajando un poco la cabeza para lucir más atemorizante, Ava empezó a identificar los olores, no sentía el de la pólvora ni el de los gases. Aunque el hecho de que no los tuviesen no significaba que no los utilizaran, todo apuntaba a que estaban destinados al grupo más grande que rodeaba la casa.
Sin gas ni balas, las únicas opciones que quedaban eran los sedantes y los paralizantes.
-Es una hembra -habló uno de ellos-. Podemos capturarla ahora.
Con el sofisticado equipo de camuflaje, que además de la ropa incluía gafas especiales de visión nocturna, Ava no podía identificar sus rostros. Gruñó, estos debían ser de la rama más alta de cazadores, aquellos que se dedicaban a las presas grandes y cacerías complicadas.
-Esperen -dijo el que se encontraba en el medio, era el líder-. Esto es extraño.
Y entonces bajó su rifle, pero le apuntó con un arma más pequeña: balas paralizantes.
Un solo impacto y el choque eléctrico podía dejarla inconsciente. Ava retrocedió, escuchó una risa baja que hizo su sangre calentarse, había hecho lo que él quería.
-Parece que la noche se está poniendo interesante.
-¿De qué habla?
-Esa postura y cautela solo puede ser posible de alguien que nos ha estudiado un poco, esta tigresa no pertenece a la familia.
-Imposible -masculló el cazador a su izquierda-. Yo mismo he investigado cada detalle de la familia.
-Las cacerías son impredecibles -afirmó con cierto aire sabio, repugnante-. Con su experiencia, deberían saberlo.
El cazador veterano preparó su arma, Ava se agazapó, evadir el disparo requería de un puñado de suerte y sus reflejos funcionando al máximo, pero ahora mismo ella estaba buscando el olor de Gala.
-La capturaremos viva para averiguar cuánto sabe, tal vez es una infiltrada de otro clan, nos conducirá a nuestra siguiente cacería.
«¡Eso nunca!»
El cazador giró levemente su atención, el pelaje de Ava se erizó al sentir la presencia de Marshall avanzar por la derecha.
-Maldita sea -farfulló el cazador, luego echó un breve vistazo hacia atrás-. Stone.
Un silbido atravesó el aire, un ruido veloz de cadenas, luego el crudo sonido de algo atravesando la carne. Marshall rugió girando sobre sí mismo y cayendo de costado tras perder el equilibrio, el olor a sangre despertó la ira violenta cuando Ava vio que le dispararon un arpón en una de sus piernas. Gruñó, nadie tenía el derecho de hacerle daño, solo ella.
Solo ella.
-Arpón asegurado -anunció un cuarto cazador escondido.
-Arrastra y captura -ordenó el cazador veterano-. Estos malditos gatos de Gold Pride... -murmuró-. Hay que acelerar las cosas e irnos, probablemente pidieron refuerzos, Ace, envía la señal.
Ava se impulsó de un salto con las patas traseras y derribó al cazador antes de que pudiera dar la orden por el transmisor, los ensordecedores gruñidos de Marshall, el caliente olor de su sangre, sangre que no era derramada por ella..., la desesperación al ver como lo arrastraban con el arpón y la cadena... Todo eso se concentró en un único punto que le hizo abandonar cualquier clase de piedad por estas bestias, ansiosa, inquieta y extremadamente violenta, Ava mordió y rasgó todo lo que estuvo a su alcance.
Gala apareció por detrás antes de que el veterano le disparara.
-Una polar... -balbuceó el otro, en un hilo delgado de sonido.
-¿Qué demonios está pasando con estos animales? -Refunfuñó el veterano-. Ace, dispara todos los sedantes.
No hubo respuesta, Gala avanzó y se paró en sus patas traseras, había sangre manchando su pelaje blanco, pero no era suya, la osa polar gruñó al bajar al suelo haciendo la tierra temblar bajo su peso.
Al diablo con la postura amenazante de Ava, el verdadero terror se lo llevaba Gala.
-Dean, dispara -ordenó el veterano, apenas quedaban resquicios de su confianza-. Yo me encargo de ella.
Ava dejó al cazador desangrado y enfrentó al veterano, aún si la electricidad de sus balas la dejaba inconsciente, Gala podía terminar el trabajo.
-Ya entiendo tu molestia -dijo el cazador-. Ese león es tu presa ¿no es así? -inquirió cambiando el objetivo de su pisyola-. Bien.
El desgraciado le disparó a Marshall cuatro veces, el león comenzó a temblar con violencia, un nuevo disparo lo dejó inconsciente.
-Diablos, realmente tienen buena resistencia.
-¡Jefe!
El último cazador emitió un grito de pánico cuando Gala se le tiró encima y lo derribó.
-Oh, vamos, ¡esto no puede ser posible!
Descargó las últimas balas en la osa polar, Ava ardió de rabia al ver la escena, el grueso pelaje de Gala y la capa aislante de grasa podían evitar que los aguijones de las balas se incrustasen más allá de la piel, pero las descargas superficiales seguían siendo dolorosas.
-¡Muere maldita bestia!
Ava no pudo soportar más, se entregó por completo a sus instintos sedientos y derribó al cazador veterano, quien rodó de espaldas de inmediato pero no fue tan rápido como para huir de ella, Ava encontró su cuello y lo presionó con su pata, la tigresa rugía en su interior, quería más, más sangre, más violencia, más muerte... La humanidad de Ava apenas podía sostenerse a flote en la turbulenta consciencia animal.
«Marshall puede morir... El solo debe morir en mis manos»
Elevando la cabeza, incapaz de seguir adelante si no liberaba la oscura presión dentro de ella, Ava rugió, el sonido salió más alto de lo que hubiera esperado, con rabia y dolor, parecía como un grito de guerra.
-¡El jefe!
El resto del grupo de cazadores comenzaron a disparar, Gala se puso de pie y cargó contra ellos. No había rastros de Dimael, así que no fue capturado, Ava volvió a rugir para llamarlo, pero quien respondió no fue el leopardo de las nieves, sino los tigres capturados.
La pareja liberada atacó a un cazador mientras Gala derribaba a otro, Ava fue hacia el tercero, no había tiempo para dejarlos inmóviles, cuando la vida misma estaba en riesgo la única opción era matarlos.
La osa polar acabó con el cuarto, pero lo dejó inconsciente.
El bosque volvió al escalofriante silencio, Ava se sacudió el pelaje, analizó la situación, siete cazadores abatidos, todavía quedaba el grupo mayor rodeando la casa y no sabía si su rugido los había alcanzado. De ser así, se pondrán inquietos o iniciarán el ataque.
Ava resopló, estaba quedándose sin opciones.
Dimael apareció entre los árboles, había regresado a su forma humana, estaba tenso y parecía algo abrumado.
-Te escuché -dijo, sacudiendo la cabeza-. Y algo..., nunca había sentido tantas ganas de matar en mi vida.
Ava bufó, no era momento para sus bromas. Tras un cambio regresivo, ordenó sus prioridades.
-Marshall está herido, probablemente necesite algo de cirugía para quitarle el arpón de la pierna. Gala, ¿estás bien?
La osa polar suspiró y se afirmó sobre sus patas, luego dirigió esos ojos negros al bosque.
Quería regresar con Alexander.
Volver ahora, sería enfrentarse a veinte cazadores o más, si apenas pudieron con siete, Ava no podía imaginar como harían para vencerlos cuando ellos usan esos tipos de armas.
-Ava, mira -Dimael apuntó al cielo-. Bengalas blancas.
Casi suspirando de alivio, el corazón de Ava tembló en su pecho, los refuerzos estaban aquí, pero... ¿Sería suficiente?
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