Capítulo 49


Ava deseó que sucediera algo que interrumpiera la video llamada, un corte de energía, un apagón electrónico, un sismo, una emergencia..., algo que le obligara a despegar la mirada que mantenía a través de la pantalla con esa mujer.

Mientras veía cada parte del rostro de Josie, Ava recordó lo que había estado leyendo durante toda la tarde. Los registros de investigación, reportes, bitácoras, ensayos, vídeos... Los vídeos eran los peores. Abundantes y aterradores, Ava vio su propio crecimiento de adolescente a mujer, con el paso de cada uno.

Vio sus gritos, sus ruegos, su llanto. El sonido todavía golpeaba sus oídos, la garganta le ardía con aquel viejo dolor...

-Él es Wilder -Josie habló y giró la vista al hombre de color junto a su silla de ruedas automática-. Mi compañero.

Compañero.

Josie le hundió un poco más el corazón con aquella palabra. ¿Sería Wilder su padre? En los registros genéticos no habían nombres, todo lo que sabía era que su padre era un tigre y su madre una leona, ambos eran descendientes de líneas genéticas realmente fuertes. Los extensivos informes sobre el árbol genealógico de cada uno decía que había un largo proceso de investigación, que ya los tenían en la mira durante mucho tiempo.

En el árbol de su padre habían dos alfas, con una antigüedad de dos generaciones. Por otro lado, en el de su madre sólo había uno, una leona alfa como la madre de Marshall.

No sabía si esa mujer era la madre, abuela o bisabuela.

Pero Josie tenía en sus genes la mitad de la receta para crear pequeños monstruos, como Ava.

-Es un placer -dijo Marshall. Su voz reumbando en su mente como ecos profundos.

-¿Conocías a Nolan? -Ava soltó.

Mantener la fuerza en la voz era realmente difícil cuando todo lo que quería hacer era convertirse en una bolita diminuta y llorar.

-Sí, solíamos hablar mucho.

Wilder pasó un brazo alrededor de los hombros de la mujer, alisando algunos pliegues de su blusa blanca con volados.

Los ojos de Josie, casi idénticos a los de Ava a excepción del borde más oscuro en el centro, se cubrieron de tristeza.

-¿Cómo lo encontraste?

¿Por qué nos ignoraste?

Nunca esperó encontrar a su madre y menos que esta estuviera viva. Las mujeres que eran secuestradas o vendidas para obtener material genético, e incluso aquellas a las que usaban como incubadoras, solían morir en cautividad.

-Los encontré -Josie corrigió. La mujer esquivó la mirada de Ava que quería alcanzarla-. Hace años logré entrar por primera vez a una base de datos de cazadores. Mucho antes me dedicaba a filtrar información para las divisiones de mercenarios, pero no había sido capaz de entrar a una base. Cuando lo hice... -Josie tembló, y el hombre a su lado dejó una de sus grandes manos en su hombro-. Encontré las fichas de los hermanos Storm.

Josie encontró la fuerza suficiente para levantar la mirada, pero esta vez fue Ava quien la desvió. Las lágrimas cubrían sus ojos, sus labios temblaban y su corazón... Su corazón se había hundido tan profundo como si lo hubiesen arrojado a la laguna del territorio atado a una piedra.

Sus fichas...

-No es posible -dijo, parpadeando para ahuyentar las lágrimas-. Cuando Byron y Nolan compraron nuestra libertad, borraron nuestras fichas. Nos hicieron pasar por muertos.

Era la única vez que los controladores del recinto habían hecho algo bueno por sus productos.

Pero Josie sacudió la cabeza, los largos y gruesos mechones anaranjados que caían hacia adelante y enmarcaban su rostro se balancearon.

-Lo creí -murmuró ella-. Durante mucho tiempo -se tomó unos segundos para recoger aire, para encaminar su voz-. Yo los busqué -dijo, esbozando una sonrisa que era pura amargura-. Desde que me liberaron, y durante diecinueve años, los busqué. Ember trabajaba como doble agente en la AAC y la división de mercenarios, a mi me habían reclutado meses después de liberarme. Me dijeron: trabaja con nosotros y te ayudaremos a encontrarlos.

-Te reclutaron.

Te usaron.

-Sí. Dejé a mi familia, amigos, todo. Me enseñaron programación y hackeo. Trabajé para ellos hasta el ataque al recinto en que los mantuvieron. -Su voz se apagó, hasta sus ojos perdieron brillo y su mirada se fue. Tal vez recordaba el momento-. En los registros estaban sus nombres -continuó, temblando-. Alice había muerto en un parto, Byron por infección en sus heridas, Nolan por una herida mortal durante una pelea y tú -la miró, sus ojos empañados-. Tú te habías quitado la vida con un elemento cortante.

Marshall se tensó junto a ella. Ava levantó la mirada hacia él. Su mandíbula estaba tan tensa que temía que se rompiera, y sus músculos se apretaban contra la camisa azul. Ava quería abrazarlo, acurrucarse en el calor de sus brazos.

-Dejé a los mercenarios después de eso -Josie terminó, cubrió la mano de su compañero con la suya. Wilder besó sus nudillos-. Años después Ember volvió a llamarme, me pidió que trabajara con un informático que estaba innovando en la forma de atacar bases de datos. Acepté por compromiso, al final funcionó. Sus fichas estaban ahí, sus imágenes... Estaban vivos.

-Luego se acercó a Nolan -Marshall habló, su voz rígida.

Los hombros de Josie se tensaron, y Wilder estrechó la mirada sobre el león. Era una advertencia.

-A veces deseo no haberlo hecho -admitió en voz baja.

-¿Por qué? -Ava preguntó.

-Se obsesionó con las fichas. Muchas veces me pidió que las borre, me ofreció dinero, joyas, lo que quisiera. Yo me negué, irrumpir en una base de datos y manipular la información desde afuera son dos cosas diferentes.

-¿Te rendiste así de fácil? -Marshall cuestionó, su voz dura e implacable era desconocida para Ava.

La advertencia de Wilder subió a un gruñido gutural.

-Wilder, cariño -Josie extendió una mano en el amplio pecho de su pareja.

-No -gruñó-. Es fácil juzgar desde afuera, pero no saben lo que has vivido.

-Nolan murió -dijo Ava, era increíble que esa sencilla palabra le costase tanto de pronunciar. Ava cerró los ojos, convenciendose de esta realidad donde su hermano le había fallado, y ella le había fallado a él-. ¿Lo sabes?

Al abrir los ojos despacio vio las lágrimas de Josie caer.

-¿Y sabes por qué murió? -inquirió, con la voz temblorosa y su respiración irregular.

Dolía, dolía muchísimo. Un dolor que no se lo deseaba a nadie.

-Alta traición y homicidio.

Ava trató a través del dolor en su garganta. La rabia amarga rugia en su interior, tensaba el vínculo. Necesitaba a Marshall, fundirse en él, pero temía romperlo, temía sucumbir al deseo de gritar hasta destrozar sus cuerdas vocales.

No podía hacerlo.

La coalición podría convertirse en un baño de sangre.

-¿Nolan te habló sobre algo que quisiera hacer?

Por favor no me digas que planeaba matar a esa chica. Que quería matarla.

-Dijo que los mantendría a salvo de los cazadores, que no permitiría que los encierren otra vez. Me dijo que tenía contactos capaces de borrarlos del mapa, darles un nuevo inicio, pero para eso debía pagar antes. Realmente creí que se trataba de dinero.

A Ava le costaba respirar. Su hermano había vivido prisionero del miedo, él quien debía protegerlos, cuidarlos. Él quien debía ser fuerte por todos, se había retraído tanto como para confiar en las palabras de alguien más.

-¿Tienes alguna idea de quienes son esos contactos? -Preguntó Marshall, con mucha más suavidad.

Josie negó.

-Ember me hizo la misma pregunta. Está convencido de que alguien lo investigó y utilizó la amenaza de las fichas para tentarlo a hacer un trato. -Las palabras se diluyeron en fuertes sollozos que golpearon el corazón de Ava-. Debí hablar más con él, debí haber insistido en que hablara.

Wilder la rodeó más, acercandola hacia su cuerpo donde ella se refugió mientras lloraba. Ava le dio un momento para recomponerse, o purgar las emociones. Ella necesitaba eso también, pero necesitaba más a Marshall.

Estirando una mano, silenció el audio, Josie y Wilder no oirían nada hasta que lo volviera a encender.

-Marshall -titubeó.

Sabía que estaba enojado. Sentía su tensión en el vínculo, en su cuerpo. Tal vez estaba entendiendo la clase de mujer que tenía a su lado, con tanto peso en la espalda, tanto dolor en el corazón. Una mujer dañada hasta la médula.

Un hombre no debería lidiar con sus problemas.

Un hombre como Marshall merecía algo más.

Su corazón tocó fondo.

-Yo también mataría para mantenerte a salvo -dijo, sus palabras tan feroces. Parecía que quien hablaba era el león y no él.

Pero cuando se atrevió a levantar la mirada hacia él, dudando si había imaginado eso o lo había dicho en verdad, Ava se encontró con los fragmentos de verde, azul y ámbar, sus ojos humanos. Esos ojos deseaban absorberla en su interior.

-No puedo culparlo -prosiguió-. Sin quedar como un hipócrita. -Se pasó una mano por la melena y luego se agachó a su altura-. Si hubiera sabido que tu vida estaba en peligro lo habría aceptado.

Ava sacudió la cabeza, un par de lágrimas salieron silenciosas, él las borró con su pulgar.

-Nolan mató a una mujer.

Habían sospechas que decían que esa mujer era la compañera del hijo de Patrick. Ian cambió desde entonces.

-Lo que diré será una locura pero creo que sé porqué.

Ava esperó, él cerró los ojos unos instantes y al abrirlos eran dorados.

-El plan era vender las tierras a esa compañía minera. Esa mujer iba a revelar maniobras sucias que involucraban a la misma compañía y podía hacer que tuvieran problemas legales. Si se quedaban sin un comprador el plan se le venía abajo y no tendría manera de borrar las fichas. Estaba acorralado.

Ava podía imaginar la desesperación y al mismo tiempo no lo creía porque la imagen que Nolan proyectaba cuando estaba con ella era distinta.

Jamás lo habría visto venir.

-Pero no lo justifica -admitió-. No hace que duela menos tampoco.

Pero las cosas podrían haber sido diferentes si tan solo hubiera confiado en su familia, en ella.

-¿Por qué no dijo nada? ¿Por qué mintió cada vez que le pregunté si estaba bien? -Debería haber insistido más en ese aspecto, pensó con una enorme oleada de culpa, debería haber confiado en sus instintos que le decían a gritos que algo no andaba bien con Nolan-. Patrick podría habernos dado una solución.

-O habrían tomado sus cosas y se habrían alejado para mantener a salvo a Gold Pride.

Marshall le dio una mirada honesta y cargada de pesar.

-No me digas lo contrario, no después de haber visto lo que les hacen en los recintos, el destino que les espera a las víctimas de los cazadores.

Ava bajó la mirada. Su tigresa elevó en su mente un maullido lastimero.

Marshall tenía razón. La persona que usó a su hermano para evitar mancharse las manos, era lo suficientemente poderosa para manipular una base de datos a su antojo. Eso decía mucho del peligro que representaba para la coalición si no conseguía lo que quería.

-Y si lo hubiera logrado -su voz perdió el camino, la fuerza. Marshall acunó su rostro con una mano-. Habría destruido a la familia.

Eso fue lo que la sacudió, enervó su coraje y por primera vez desde que descubrió lo que su hermano hizo, por primera vez sintió una punzada de odio y lo maldijo.

Él y su estúpida falta de confianza.

Su absurda necesidad de llevar la carga solo.

-Disculpanos -le dijo a Josie una vez que encontró sus fuerzas y activó el audio-. Esto es..., simplemente es demasiado.

Josie abandonó su escondite entre el pecho de Wilder y la miró, una sonrisa nerviosa hizo temblar sus labios pequeños.

-No te disculpes -agitó una mano en el aire, restándole importancia-. Las cosas ya pasaron.

No hay vuelta atrás. Fue lo que leyó en su mirada llena de resignación.

-Debemos seguir adelante por él -terminó.

Lo que pudo ser no fue. Ava debería estar agradecida por eso. Gold Pride seguía en pie y creciendo, Patrick seguía con ellos y las tierras permanecían intactas, y ninguno de sus compañeros de coalición estaba siendo torturado o usado como experimento o incubadora. Ava debería sentir algo... Lo único que sentía era un enorme vacío con el poder de succionarla.

El precio que pagamos fue demasiado alto.

-¿Cómo podemos? -Murmuró.

-¿Qué?

Ava fijó su mirada en los desconcertados ojos de Josie.

-¿Cómo podemos seguir?

¿Cómo has podido seguir adelante?

-Una vez que ellos nos toman, nos rompen en pedazos. Y si logramos unir las piezas, el pegamento deja marcas que siempre traerán recuerdos.

Josie debía entenderla. No sabía en qué circunstancias fue capturada, pero su cautiverio debió ser, al menos, la mitad de traumatico que el de Ava. Claro que a ella no le deformaban la capacidad emocional con experimentos, solo la embarazaron en contra de su voluntad y luego le quitaron a sus hijos...

Viendolo así, Josie tenía más en común con Alice.

-Es necesario dejar ir el pasado que no podemos corregir, -habló la mujer mayor. Era la primera vez que su voz no tenía un borde nervioso o triste o al borde de romperse, sino que, era firme-. Aceptar las cosas buenas que llegaron. Tú vives en una coalición ¿cierto?

Ava asintió.

-Debes tener amigos y compañeros que te quieren. Una pareja que te ama -hizo un énfasis mirando a Marshall-. Hermanos que quieren verte bien -su voz tembló ligeramente-. Si sigues viva es porque no lograron destruirte. Tu vida es la mejor forma de rebelión en contra de los que te hicieron daño. -Josie bajó la mirada al igual que su voz-. Desearía que tu hermano hubiera entendido eso, desearía haber podido enseñárselo hasta que lo comprendiera. Pero no puedo cambiar el pasado, será la carga que llevaré hasta el final.

Wilder gruñó por lo bajo. Frotó su sien en el cabello de Josie y apretó su hombro con una mano.

-No, cariño -murmuró con dulzura-. No.

Apoyó su frente en la de ella, ambos cerraron los ojos.

Ava apartó la mirada con el rostro colorado. Miró a Marshall, este león que la había enfurecido, decepcionado. El hombre al que intentó matar para vengar a Nolan.

Ahora entendía que hizo lo que creía correcto, al igual que Nolan, aunque las acciones de este último no pueden ser justificadas.

Ni siquiera por su motivo, mantener a sus hermanos a salvo.

Lo había prometido incontables veces. Nolan vivió y murió por su promesa.

-¿Hay alguna manera de borrar esas fichas? -Marshall preguntó.

Josie negó en silencio.

-Ember nos dijo que está buscando cazadores que tengan vínculos con esa base de datos -habló Wilder, todavía consolando a su compañera.

-¿La base es muy grande? -Ava inquirió.

¿Cuántos cazadores saben que estamos vivos?

-No, pero es muy exclusiva. Sus miembros deben representar a la élite.

Y las fichas deben pertenecer a objetivos de alto valor económico. Las capturas más difíciles y riesgosas.

-Aún si fuesen pocos -habló Marshall-. ¿Cuál es el riesgo de captura?

-Moderado -respondió Josie-. Las fotografías son viejas, probablemente fueron tomadas poco tiempo después de que fuesen liberados. Un mes, tal vez más. Ahora han cambiado, han crecido, y sus rostros ya no se parecen tanto.

-Te quedarás -Marshall masculló, como si hubiese adivinado la idea que se le pasó por la cabeza.

Una que involucraba todas sus cosas en un par de maletas y un inicio forzado en el punto más remoto de la tierra al que pudiera viajar.

-Ava -su nombre fue dicho con timidez-. Quisiera seguir en contacto contigo, con Byron y Alice.

Los ojos de Josie brillaban con una emoción que trataba de alcanzar a Ava, pero ella no podía tomarla, sentirla, darle un significado. Esta mujer era extraña para ella. Pero era su madre al fin.

Si Marshall había aceptado a Eve como su madre, a pesar de no compartir la misma sangre, ¿por qué no podía aceptar a Josie que sí tenía su sangre?

-Dejame hablar con ellos primero. Hay muchas cosas que no saben y esto en verdad es mucho para procesar.

El semblante de Josie se entristeció, pero aceptó con un ademán.

-Esperé casi veintinueve años, puedo esperar un poco más.

Ava le ofreció una sonrisa, pero le salió temblorosa.

Terminó la video llamada prometiendo que volvería a contactar con ella. La pareja se despidió y cuando la pantalla volvió a mostrar el menú del programa de comunicaciones, Ava recordó algo:

-No pude preguntarle quien era mi padre.

-¿Crees que lo conozca? -Marshall preguntó, extendiendole una mano para ayudarle a levantarse de la silla-. ¿Crees que sea Wilder?

Ava negó, no sabía si era un cambiante y si lo fuera era extremadamente raro que los progenitores se conozcan entre sí en los recintos y laboratorios. El proceso es mecánico y artificial hasta el último paso.

-Mi padre es un tigre -recordó en voz alta.

Marshall la miró esperando oír algo más.

-Debe serlo ¿no? Soy una tigresa.

Intentó disimular los nervios que amenazaban con quebrarle la voz. Lo que había leído, lo que había visto y lo que sabía ahora, eran cosas que le revolvían el estómago y le generaban un miedo atroz.

No sabía si podía seguir adelante de la misma manera en que Josie lo hizo. Ella no vivía día tras día temiendo que la frágil humanidad se terminase ahogando en la cosa viciosa y violenta que construyeron en su cabeza.

Ava estaba dañada de una forma que nadie entendería, ni siquiera Marshall.

-Oye -Marshall levantó su barbilla con los dedos-. ¿En qué piensas?

-En todo y a la vez en nada. Es confuso.

Es aterrador ser el monstruo que puede acabar con todo.

Marshall la rodeó. Su calor envolvente la arrulló y destrozó sus temblores, sus miedos. Él la hacía sentir segura, normal, como una mujer a la que no rompieron y armaron para convertirla en un objeto de guerra. Ava escondió el rostro en su pecho y escuchó sus latidos.

-Estoy aquí, tranquila.

¿Qué harás cuando sepas lo que hay en mí? ¿Seguirás a mí lado aún sabiendo lo que el grito puede hacerte?

-No me dejes sola -rogó en un hilito de voz-. Por favor.

Marshall besó su cabello con fuerza y dejó sus labios ahí, mientras el vínculo se sacudía con el peso de sus emociones mezcladas, y su cuerpo temblaba entre sollozos bajos y distantes.

-No hay nada en este mundo que me haga alejarme de ti.

Su amor sincero y doloroso se sintió como el primer rayo de sol, el primer trago de libertad después de una vida encerrada. Como la dulce canción de un ave en primavera.

Algo a lo que aferrarse.

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