Capítulo 46


-Informe.

El león alfa de Gold Pride esperó en silencio luego de dar por iniciada la reunión la mañana siguiente al desmantelamiento del recinto. Con una expresión agotada en el rostro, la mirada estrecha y fija más allá del alto cuerpo de Micah, quien era el que se había quedado frente a él, esperó.

El resto de los miembros de la junta se desplegaban a ambos lados del líder de las brigadas fronterizas.

Fue Alexander quien rompió el silencio.

-Milo hizo las cuentas -dijo, cruzandose de brazos se apoyó contra un librero ubicado a la izquierda del escritorio-. Para poder mantenerlos a todos debemos conseguir el triple de provisiones, al menos dos veces al mes. Las arcas de la coalición podrán seguir este ritmo durante unos dos o tres meses, luego de eso los números estarán en rojo.

Marshall vio la preocupación que el cocinero trataba de ocultar, tensaba su rostro.

Apoyando los puños sobre el escritorio, el alfa miró a la mujer que estaba en el lado opuesto a Alexander, Tanya asintió ante la orden silenciosa.

-Todavía es temprano para saber el estado de salud de todos -Tanya comentó, pasando una mano por sus rizos oscuros, la holgada sudadera beige la hacía ver mucho más pequeña de lo que era-. Nos llevará tiempo conocer las condiciones de cada uno.

-Pero tenemos algunos datos preliminares -agregó Gala, quien estaba a la derecha de la doctora-. La gran mayoría tiene cicatrices de perforaciones, quemaduras y cortes. Sanarán con el tiempo. Por ahora han pedido que tomemos como prioridad a las embarazadas.

A Marshall se le erizó la piel. Había atado cabos desde que las vio, gracias a lo que le había dicho Ava. Sabía que esas mujeres habían sido obligadas a concebir y llevar la mezcla genética en sus vientres. Ninguna fue violada, pero no estaba seguro de la diferencia entre una acción y otra.

-¿Alguna está en riesgo? -Le preguntó a la enfermera, controlando al mismo tiempo la ira caliente del león.

Gala parpadeó hacia él, luego sacudió la cabeza.

-No lo sabremos hasta realizar los análisis de rutina y obtener la información completa.

-Intentaremos dar la mejor atención a cada una de las víctimas -repuso Patrick, su ceño seguía contraído.

El león de Marshall se paseaba inquieto, sintiendo la inestabilidad de su alfa como un intenso picor sobre la piel.

-¿Qué es lo que te preocupa? -Le preguntó.

Sus cansados ojos verdes se fijaron en él.

-Nos quedaremos sin recursos -admitió con voz tensa-. Eso es inevitable cuando el crecimiento se acelera de golpe.

-Podrías pedir un incentivo a la ACC -mencionó Tanya con entusiasmo, parecía tener la misma inquietud del animal de Marshall, movía los pies como si quisiera brincar sobre Patrick para calmarlo. Adorable-. Las tasas de interés son bajas y podremos subsistir con eso el resto del año mientras buscamos otras fuentes de ingresos.

Los ánimos de los miembros de la junta aumentaron a medida que movían sus cabezas en acuerdo. Todos menos Patrick.

-Es una buena idea -afirmó-. Pero para obtener el incentivo debo justificar el incremento de miembros.

La sonrisa de conformidad se borró del rostro de la doctora, su voz fue de la seguridad a la preocupación en un segundo.

-¿Pueden hacernos algo si descubren el origen de los nuevos miembros?

Marshall podía ver en sus ojos la verdadera pregunta que había querido decir, ella estaba preocupada de que Patrick volviera a la cárcel.

-Yo estaría más preocupado por la forma en que fueron liberados -respondió Kenny moviendo un hombro-. Los policías son adorable gatitos esponjosos comparados con la gente de Kage.

Tiene razón, Marshall pensó en medio del silencio que las palabras del líder de patrulla dejó en la oficina, nadie de la gente de Ember había tenido piedad por ninguna persona en el recinto que no fuera aliada o víctima. No había regla, moral o ley que los detuviera.

Marshall capturó un movimiento por el rabillo del ojo, y vio a Micah esbozar una sonrisa torcida y sarcástica, él ladeó la cabeza ligeramente hacia un costado para dirigirse a Patrick.

-¿Ahora vas a cubrir a un maldito desconocido, que tiene un ejército armado y planea asaltos sangrientos a gran escala como si se tratara del menú del desayuno? -Al terminar su acalorada pregunta cerró la boca en una línea tensa, pero el gruñido seguía ahí, vibrando en su cuerpo.

Marshall podía ver la indignación ardiendo en sus ojos fragmentados de azul. Se movió para intervenir pero Patrick lo cortó con un movimiento de mano.

-No voy a permitir que la coalición vuelva a ser intervenida por la policía por ayudarlo -dijo el alfa, levantándose en toda su altura, flexionando los anchos hombros cubiertos por la tela roja de su camiseta-. Nos guste o no, no hay otra opción. Ember nos llevó hasta los tigres de Nora, cumplió la parte del trato, el silencio es nuestra parte.

-A menos que quieras ser un soplón -Alexander sugirió con un brillo mordaz y una sonrisa ladeada-. Nadie te detiene chico grande -le guiñó un ojo.

Con el rostro enrojecido de rabia ante la provocación, Micah encaró con toda la fuerza de su cuerpo hacia Alex solo para ser bloqueado por el firme brazo de Kenny.

-No es momento de freír al cocinero -dijo este, rodando los ojos-. La reunión todavía no termina.

Riendo por lo bajo, Alexander preparó los puños y los alzó a la altura de su rostro, saltando en un juego de pies.

-Sueltalo Kenny -dijo, lanzando golpes al aire-. Ya estoy listo.

Del otro lado, Gala suspiró. La enfermera rodeó el escritorio y a Patrick, al pasar tomó un rollo de cinta, cortó un pedazo con los dientes y se detuvo detrás de Alexander.

-Listo -dijo luego de taparle la boca con la cinta-. Problema resuelto.

En medio de los gritos inentendibles del cocinero, Gala se movió delante de él y lo obligó a abrazarla por detrás.

-Con esto se quedará quieto -dijo sonriente, pero sus ojos eran escalofriantemente negros-. ¿Seguimos?

Patrick asintió, conteniendo su propia risa.

-Gracias Gala -habló, luego de aclararse la voz dijo-. El plan B tiene que ver con Maeve. -Patrick le dio una mirada fugaz a Marshall y luego continuó-. El enclave de la madre de Marshall tomará las tierras de Idaho City en seis meses, van a desarrollar la ciudad, construirán más tiendas, bares, restaurantes, centros recreativos y demás. Gold Pride invertirá en sus negocios y será socio, así obtendremos ingresos en dos o tres meses.

-¿Harás una alianza económica con el enclave? -Marshall preguntó.

Ahora entendía porqué su madre todavía continuaba dando vueltas en la coalición.

-Sí, y para solventar el exceso de gastos pediré un préstamo al alfa del clan Ice Daggers.

Alexander empezó a gruñir y a murmurar a través de la cinta, luego de unas morisquetas y balbuceos obtuvo la atención de Patrick.

-Dejalo hablar.

Gala le quitó la cinta de un tirón.

-¡Carajo eso dolió!

Gala apoyó la espalda contra su pecho y palmeó su brazo a modo de disculpa.

-¿Decías? -La despiadada mujer revoloteó sus pestañas hacia él con cariño.

Pero Alex seguía con el ceño fruncido.

-Tu viejo clan comercia productos del mar -dijo, casi mordiendo las palabras, un segundo después su humor cambió completamente como el color de sus ojos, ahora dorados-. Pienso que si cambiamos la dieta a pescados y mariscos durante algunos meses ahorraremos dinero y evitaremos endeudarnos con otros clanes.

Patrick pensó la propuesta y luego:

-Explícate.

Alexander alzó la mirada al Alfa.

-Los productos del mar son más baratos que la carne sintética y algunas verduras, si podemos lograr importarlos a través del clan Icy Souls los gastos de la coalición en provisiones no serán tan altos.

-Ah, no eres tan cabeza hueca después de todo -Kenny se burló, el cocinero lo ignoró.

Alexander era un auténtico bufón con músculos, pero también tenía cerebro.

-Gala, ¿puedes conseguirnos un trato?

La pequeña enfermera se mordió el labio inferior, Alex la estrechó en sus brazos y apoyó su barbilla sobre la cabeza de Gala.

-Eso requerirá una visita al clan blanco. Y ahora estamos cubiertos de trabajo.

-Oh, no te preocupes -dijo Tanya-. Llamaré a algunos contactos y en un chasquido tendré una horda de residentes bajo mi mando.

Los ojos marrones de Gala se iluminaron.

-¿Estás segura?

-Por supuesto -Tanya sonrió-. En esa etapa matarían por obtener un poco de experiencia.

Marshall torció la boca en una mueca.

-Uh, eso no se oye bien si hablamos de médicos.

Tanya tensó la espalda

-Oh, tranquilo nadie saldrá herido bajo mi vigilancia.

Marshall le guiñó un ojo.

-Confío en eso.

-De acuerdo -Patrick tomó la palabra, echando una mirada abarcativa a todos los presentes-. Con el problema económico casi resuelto, sólo nos queda abordar la situación de los nuevos miembros de la mejor manera posible. Tanya -llamó.

Instantáneamente ella lo miró, compartieron una suave e íntima mirada, parte del cansancio del Alfa se fue cuando siguió:

-Tú y el equipo médico se encargarán de curar todo lo que pueda ser curado. La gente de Alex los pondrá en forma. -Una pausa, Patrick miró hacia el frente-. Micah, Kenny, ustedes reforzarán la seguridad del territorio y trabajarán con el sistema de vigilancia vecinal del pueblo. Cubriremos todas las brechas posibles para que ningún cazador pueda entrar o salir sin ser visto. ¿Entendido?

Rectos cómo dos espigas de hierro, los dos hombres asintieron.

-No todos querrán quedarse en Gold Pride, deben tener familiares, amigos, clanes o alguna organización de respaldo, un sitio donde regresar. Pondré a Joey a rastrear sus identidades, será como una tarea de escuela para él.

-Ava puede ayudarlo -sugirió Kenny.

-Ava tiene que descansar -replicó Marshall, su tono algo brusco tomó por sorpresa al león moreno.

-De acuerdo... Cerraré mi gran boca.

Marshall negó.

-Disculpa, toda esta situación nos tiene tensos a todos.

-No, sólo eres tú tratando de proteger a tu pareja -dijo Alex.

-Y lo entendemos -terminó Kenny.

-Ugh -Micah hizo una mueca-. ¿Hay algo más que debamos saber? Algunos tenemos que trabajar.

-El alma de la fiesta -Kenny murmuró.

Patrick suspiró.

-No, eso es todo. Volveremos a reunirnos en una semana para ver los avances.

El alfa dio por terminada la reunión y todos se dispersaron. Marshall bajó a la primera planta de la Casa Matriz. Tenía pocas tareas para hacer debido a que Patrick había reorganizado algunas de sus responsabilidades y ahora Neil tenía parte sus supervisiones en los nuevos negocios en el pueblo.

Así que tenía tiempo libre para cuidar a Ava.

Pero disponer de ese tiempo y que le dejen usarlo...

-Pierdete Chelsea, no estoy de humor.

Chelsea le quitó las manos de sus ojos y se puso a caminar a la par.

-Nunca estás de humor -protesto, formando en su boca un puchero.

Marshall suspiró.

-¿Cuál es el problema?

-Deberías hablar con Maeve.

Él se detuvo y giró para mirarla de frente.

-Acabas de llegar de una misión casi suicida y ella no te ha dicho nada -Chelsea se cruzó los brazos, llevaba un ajustado suéter rosa que volvía su busto mucho más prominente de lo que era-. ¿Eso no te parece extraño?

Marshall se pasó una mano por la melena.

-Bueno, honestamente no pensé en eso.

Chelsea resopló, pero luego su mirada verde se suavizó sobre él.

-Lo entiendo, hay... -se detuvo echando un vistazo a la gran sala que había sido convertida en un comedor extra-. Muchas cosas sucediendo.

-¿Hay algo que no me estás diciendo?

La leona se acercó, su voz fue baja esta vez, casi como un susurro.

-Ha vuelto a comportarse de manera extraña, más huraña, agresiva, decaída... Incluso Jeff me dijo que le preocupaba, deberías hablar con ella. Pero hablar en serio -Chelsea le dio una mirada que le provocó un escalofrío.

-¿Dónde está ahora?

-En Idaho City, ella y Killian están en las tierras donde construirán las torres.

-Entonces la mudanza será oficial.

-Sip, te recomiendo que no intentes hacerle cambiar de opinión.

Con un suspiro resignado, aceptó. Pero todavía le desagradaba ver a su madre cediendo el territorio en el que había crecido solo por manipulaciones y juegos sucios «Huh, debo hablar sobre eso con Patrick»

-¿Y mis hermanas?

Chelsea formó una sonrisa traviesa, sus ojos volvieron a brillar con algo que pudo identificar como malicia.

-Salieron a pasear con tu gatita.

Marshall por poco se tragó su lengua.

-¿Qué? -cuestionó con voz estrangulada.

Chelsea rodó los ojos.

-Oh no seas dramático ¿qué tiene de malo? En algún momento tiene que integrarse a la familia.

Bueno, no es como si le estuvieran advirtiendo de algo, pero sus hermanas podían hacer añicos el orgullo de un hombre si sabían sus secretos. Birdie y Rebel sabían mucho sobre Marshall.

«Pensándolo así, no es tan malo que Ava los conozca un poco»

-Te enviaré la ubicación de Maeve -dijo Chelsea, deslizando sus dedos con uñas decoradas con estrellas plateadas sobre un barniz rosa-. Salió hace media hora así que puedes alcanzarla.

Después de que Chelsea lo despidiera con un coqueto guiño y una sonrisa -además de su amenaza al decirle que tenía algo para él-, Marshall se puso en camino hacia el sur. Podría ver a Ava en la tarde si tenía suerte, no podía retrasar esto por más tiempo.

Idaho City era mucho más grande que Willow County. Le sorprendía que el enclave de su madre se hiciera cargo de esta extensión de territorio, duplicaba en tamaño a Aberdeen, pero no podían ubicar a todos aquí. «Ah, las torres» pensó, uniendo los puntos rápidamente mientras se internaba en una carretera de tierra secundaria en la parte norte. Construir torres de apartamentos en un punto de control tenía sentido si se buscaba instalarse rápido.

Sonaba totalmente a un plan de respaldo que haría Eve. Sin embargo, seguía sin creerlo.

El camino lo llevó a una colina poco pronunciada a las afueras de la ciudad, la tierra en la cima había sido despejada y acomodada por completo y ahora parecía una enorme mancha medio blanquecina en forma de medialuna. En medio de esta extensión árida y solitaria encontró dos camionetas negras y más allá de ellas las figuras de Maeve y dos hombres.

Uno de ellos hacía señas al aire con una mano mientras proyectaba un holograma de las torres en un anotador digital grande. Fue el primero en notar a Marshall, ya que Maeve y Killian estaban de espaldas.

-Buenas tardes -saludó.

Eve lo miró por encima del hombro, llevaba una gabardina marrón que llegaba a las rodillas.

-Marshall.

Killian, uno de los alfas que lideraba el enclave junto a Eve, volteó hacia él y le estrechó la mano que Marshall le tendió formalmente.

-Marshall muchacho -Killian sonrió, ancho y fuerte como solía recordarlo, sus ojos cobrizos seguían igual de feroces-. Cuánto has crecido.

Marshall asintió, agradeciendo el cumplido.

-Me alegra volver a verlo, Alfa Killian.

Estrechando la mirada y sacudiendo la cabeza, el lobo de cabello negro largó una risa ronca.

-Oh, deja las formalidades, ya eres todo un adulto. Eve me dijo que te hicieron lugarteniente en tu coalición así que algún día nos veremos de igual a igual -su orgullo por él era evidente en cada palabra.

-No planeo que suceda demasiado pronto.

Estaría perdido sin Patrick.

-Marshall, hijo, él es Dane Sánchez -dijo Eve señalando al delgado hombre que llevaba una camisa azul cielo y pantalones de traje gris-. Es nuestro arquitecto.

Marshall estrechó su mano con el hombre.

-Así que ya está decidido ¿el enclave vivirá aquí? -Preguntó, dando media vuelta, observando el espacio grande y desolado.

Solo el aullido del viento y los murmullos de las criaturas salvajes podían servir de compañía, pero aquí no había calor humano.

-La gran mayoría -respondió Killian, ya que su madre prefirió alejarse con el pretexto de admirar la ciudad en el horizonte-. El resto se desplegará en todas direcciones.

-En nombre de Gold Pride, les deseo buena suerte.

Con una sonrisa aun más grande revelando delgadas líneas en las esquinas de sus ojos, el lobo presente en Killian, le apretó el hombro.

-Eve, necesito hablar contigo.

-¿Podemos posponerlo para otra ocasión? -dijo ella, todavía de espaldas.

-No.

-Eve el chico necesita a su madre -Killian le guiñó un ojo-. Dane y yo terminaremos de revisar los planos, te pondremos al tanto después.

-Bien.

Eve lo miró y le hizo un ademán con la cabeza para que lo siguiera. Chelsea tenía razón, estaba extrañamente inexpresiva ¿tal vez sentía molestia o estaba enfadada con él por su falta de comunicación? ¿Tal vez estaba decepcionada al ver que su hijo no le contaba sobre su vida? Marshall sintió una aguda presión en el pecho, su boca comenzó a salivar.

Apretando los dientes, hizo el control sobre sí mismo y las señales de ansiedad que brotaban lentamente con cada paso.

Cuando estuvieron fuera del rango auditivo de ambos hombres Eve se detuvo, giró y lo abrazó.

-Nunca paras de meterte en problemas ¿cierto?

Le tembló la voz, le dolió el alma.

-No robé las tartas de la señora Benson esa vez.

-No -coincidió ella en su ajustado abrazo-. Fuiste directamente al nido de las bestias.

Con cada palabra, el abrazo se hacía más fuerte, más agobiante. Su madre estaba enojada y preocupada a la vez.

-Pero volví ma, aquí estoy -Marshall la sostuvo-. Ahora dime lo que está pasando, no viniste a Gold Pride solo para hacer negocios o para verme, dejaste de perseguirme después de que cumplí dieciocho.

Su madre gruñó contra su chaqueta azul.

-Nunca dejaré de andar tras de ti, soy tu madre.

Marshall rio por lo bajo.

-Lo sé y te quiero -susurró, poniendo un beso en el cabello de la mujer que lo salvó-. Has vuelto a pensar en él.

Era lo único que podía hacer que su fuerte madre se alejara de todo, incluso de sus responsabilidades. Cuando eso sucedía Eve siempre acudía a Marshall, aunque no lo necesitara, aunque supiera que estaba bien, ella siempre lo buscaba.

-Estoy aquí mamá, no me voy a ir.

-Pero estás enfermo, y no puedo hacer nada, no puedo... Va a pasar otra vez.

Marshall gruñó.

-No. No vas a perderme.

Un temblor la sacudió.

-Cinco minutos -murmuró-. Le di la espalda durante cinco minutos y jamás volví a Ray.

-No fue tu culpa ma, no sabías que habían predadores en ese centro.

Una vez más, Maeve negó. Nunca dejaría de martirizarse, su dolor de madre jamás se lo permitiría.

-Debí quedarme en esa mesa con él, debí dejar que Jeff pidiera la comida. Oh Marshall, extraño tanto a tu hermano -sollozó.

El primer hijo de Eve y Jeff Lawrence, de ocho años, desapareció de un centro comercial en el día de la primavera, en una semana se cumplirá un nuevo aniversario de ese trágico suceso. Para Eve es un recordatorio del trozo de su vida que perdió, que le robaron.

-Desearía poder hacer algo para aliviarte.

Su madre emitió un débil suspiro.

-No se puede, no hay nada. Pero estás aquí, conmigo, me siento menos sola.

-¿En serio no puedo hacer algo más?

Eve se apartó, el viento deshacía cualquier intento por acomodar el desorden de su melena, pero ella insistía en tocarlo, mirarlo, para saber que estaba bien.

-Verte hacer tu vida es suficiente -respondió, esbozando una breve sonrisa, lentamente Marshall vio regresar su fuerza-. Has elegido a una gran mujer -mencionó alisando los pliegues de sus hombros-. Hará más fuerte a nuestra familia.

Marshall imaginó a Ava en medio de una cena familiar, escuchando las historias de Jeff, los cotilleos de Birdie o uniéndose a Rebel en uno de sus juegos de mesa.

-Gracias mamá.

La opinión de Maeve era importante para él, no sabía si sería capaz de sobrellevar que rechazara a la mujer que había elegido, no se alejaría, sin embargo, nada podía alejarlo de su familia, ni de Ava.

-Mis niños crecen tan rápido -dijo Eve en medio de un suspiro.

-Bueno, ahora seremos vecinos, me aseguraré de visitarte una vez a la semana.

-Eso espero -acordó, su mirada era severa pero maternal a la vez-. Nada de misiones peligrosas por un tiempo.

-No puedo prometerlo, el mundo es muy grande.

Y lleno de peligros.

-Pero Gold Pride es un sitio seguro -le recordó borrando el último rastro de lágrimas en su rostro.

Ava era su sitio seguro.

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