Capítulo 37
En la sala común Ava encontró a Bonnie sentada en uno de los sillones de tres cuerpos que ocupaba el centro del lugar, la leona de mayor edad estaba garabateando algo en un anotador digital con un laiz especial, junto a ella una cachorra de león miraba la pantalla con atención.
La tigresa recordó que no la había visto desde aquella cena previa al rescate de la familia de tigres.
-Hola Bonnie.
-Ava -la leona giró hacia ella, pero su mirada no duró más que un segundo-. Ven, siéntate, estamos haciendo la lista de pendientes para la reunión general.
-Creí que Patrick la había suspendido -Ava respondió, yendo hacia ellas para sentarse en el descansa brazos del sillón. Bonnie no ocupaba mucho espacio, pero la cachorra se echó y ella era larga-. Hum..., ¿quién es esta pequeña de aquí..., Naiara?
La cachorra largó un maullido ronco hacia ella.
-No se nos permite estar transformados en el interior de la Casa Matriz, ¿lo recuerdas?
Otro maullido, esta vez más breve, Naiara agitó sus orejitas.
-Ella ha estado rastreando depósitos de ropa en algunas áreas alrededor de la casa -Bonnie intercedió en defensa de la pequeña-. Todavía le falta práctica, por lo que regresó en piel animal. Lilien fue a buscarle ropa.
Naiara bostezó y a Ava le asombró cuán rápido estaba desarrollándose, pronto la leona alcanzaría mitad del tamaño adulto cuando cumpla doce o trece años y de ahí quedaría en espera hasta que mitad humana de ella llegase hasta la madurez, tal vez en diez años más. La pequeña del alfa, y la cachorra favorita de Marshall, estaba creciendo tanto...
-Bien, creo que podríamos hacer una excepción. Pero solo esta vez.
Otro movimiento de orejas le dijo que Naiara le entendió.
-¿Y bien? -Le insistió a Bonnie.
La mujer no apartó su vista de la pantalla cuando respondió:
-Tus tigres se están adaptando bien, además la lluvia se ha adelantado para hoy. Patrick nos ha dado el visto bueno en el almuerzo.
Debajo de su habitual tono gentil, Ava percibió cierta tensión incómoda. Como si Bonnie tratase de evadir algo.
-Naiara -una mujer llamó a la cachorra desde la entrada del segundo pasillo principal que dirigía al ala este de habitaciones-. Ven.
-Ve con Elena.
Bonnie rascó la parte trasera de una de las orejas de la pequeña leona mientras ella pasaba su mejilla por su rodilla emitiendo un ronroneo bajo, Naiara arqueó el lomo para estirarse y luego saltó del sillón, miró a Ava por encima de su hombro y gruñó una despedida.
-Adiós pequeña -Ava le sonrió.
Naiara sacudió la punta blanca de su cola y corrió a encontrarse con Elena, la leona adulta las saludó agitando la mano en el aire. Tras corresponder el saludo, Ava volvió su atención a Bonnie y se sentó junto a ella.
-¿Pasa algo?
Bonnie agitó la cabeza, su largo cabello rubio se sacudió.
-¿Estás bien?
-Sí, estoy bien..., bien.
Pero si temblorosa voz decía lo contrario.
-Bonnie, no puedes mentirme. -Ava rodeó a su amiga con un brazo, parecía que en vez de días habían pasado meses sin verse-. Sé que he estado ocupada últimamente, pero estoy para ti cuando me necesites.
Ava podría haber hecho un tiempo para ver a su amiga, si su agenda no hubiese enloquecido con un asunto urgente tras otro. Se sentía egoísta.
-Lo sé, lo sé... -Bonnie sorbió por la nariz al tiempo que intentaba borrar sus lágrimas-. Pero estoy bien, de verdad.
-¿Qué pasó? -Ava insistió.
-Fui a un bar esa noche.
-¿Y, alguien te lastimó? -Su lado violento se preguntaba si podían ir de cacería, la tigresa rugió en su mente-. Puedes contarme lo que sea.
-Encontré a mi compañero -murmuró con voz muy queda-. Alto, pelirrojo, un poco delgado, ojos de ensueño... -Los ojos de Bonnie se iluminaron-. Pero estaba acompañado, aunque no podía asegurar si ya estaba marcado, yo..., los seguí a su territorio.
Ava leyó entre líneas.
-¿Exactamente en donde te metiste?
Los hombros de Bonnie cayeron hacia adelante, parecía mucho más joven así, tan decaída.
-Tal vez..., hice una pequeña muy pequeña excursión al territorio de los leopardos.
-Oh Bonnie...
-Está bien, está bien, no hay necesidad de alarmarse, no fue más de una hora.
-Pero aún si fueran minutos, has traspasado los límites.
Ava trató de hablar sin regaños, pero la preocupación que sentía por Bonnie ardía en su piel.
-Usé perfume de camuflaje, nadie me vio ni supo que estuve ahí.
-Hmm...
-Tienes que creerme -exclamó levantando un poco la voz.
Ava le hizo un gesto con la mano, y se cercioró de que nadie más estuviese oyendo, para su alivio la sala continuaba vacía.
-Bien, te creo -dijo entre dientes-. ¿Qué hiciste después?
-Los encontré en su cabaña, una gran casa en un árbol, sentados en una gran hamaca colgante cerca del tronco -la frustración de Bonnie casi mordía las palabras-. Ella le decía lo orgullosa que estaba por su crecimiento como lugarteniente, y él besaba su cabello murmurando sobre lo hermosa que era y lo agradecido que estaba por haberlo aceptado como compañero.
Las últimas palabras quedaron en el aire y se enredaron en el tenso y angustiante silencio que sucedió después. Bonnie enterró el rostro en el pecho de Ava, y ella acarició el cabello de su amiga, su rostro, su hombro, su brazo. Insegura sobre cómo actuar, qué debía decir en una situación así. Deseó por un momento tener la capacidad de su hermana para reconfortar a las personas con palabras.
Pero, pensó, incluso Alice se quedaría sin habla al saber que Bonnie ya no podría emparejarse. Algo más pedía su atención, Ava regresó sobre los detalles hasta encontrarlo.
-Entonces tu compañero es el lugarteniente de los leopardos ¿Cómo se llamaba? Creo que Marshall mencionó su nombre algunas veces.
-Finnick.
Incluso decir su nombre le provocaba un doloroso esfuerzo a Bonnie.
«Idiota, mide tus palabras»
-Oh Bonnie... -Ava besó su cabello rubio-. Lamento tanto que estés pasando por esto..., pero no significa que no puedas vincularte en algún momento.
Empujandola sin mucha fuerza, Bonnie se incorporó y la miró furibunda.
-Todos me dicen esto, Bonnie tu solo debes vincularte y todo será mejor ¡como si fuera tan sencillo! Un vínculo no podrá saciar mi hambre, ¿el tuyo llena algo dentro de ti?
Ava abrió los ojos con sorpresa y algo de pánico, había confiado en que su vínculo permanecía oculto a los sentidos de los demás, estaba equivocada. «Tal vez se está acomodando, poco a poco»
-Lo siento -Bonnie se cruzó de brazos y se dejó caer hacia atrás contra el respaldo-. Cada vez me irrito con mayor frecuencia y por las cosas más estúpidas e insignificante, y como si eso no fuera poco, la necesidad me mata lentamente. El instinto de acoplamiento es una mierda -masculló con un chasquido de dientes-. ¿Por qué el destino es tan cruel conmigo?
Ava se inclinó contra el respaldo también, apoyó su hombro, luego la cabeza, y observó la tristeza y frustración de su amiga.
-No lo sé, desearía tener las respuestas.
Bonnie suspiró.
-Gracias por escucharme, no se lo he dicho a nadie más. -Bonnie giró hacia ella-. ¿Cómo es, llena algo en tu interior?
-Es demasiado.
Demasiado impredecible, demasiado hermoso, algo tan grande y brillante no era lo que ella merecía. No estaba segura...
-No estoy segura de merecer a Marshall.
Le tembló la voz y el alma al decirlo.
-Por supuesto que sí, mereces ser feliz.
-He intentado lastimarlo antes, él podría tener a alguien mejor, hay muchas mujeres solteras en la coalición.
La tigresa de Ava no sabía porqué de pronto tenía este brote de inseguridad, o porqué sugería que Marshall podía tener a otra mujer, cuando el animal sabía que era suyo. Ese sencillo conocimiento la sacudía cada vez que se detenía a comprenderlo.
-Pero de entre tantas mujeres, te eligió a ti. Porque hay algo que solo tienes tú.
Ava quería creerle, pero el miedo que invadía todo su cuerpo le susurraba la dulce idea de escapar para mantenerse a salvo, y mantener a salvo a Marshall.
-No puedo parar de pensar en qué ha sido un error.
Su tigresa gruñó.
-Sentir miedo es natural -Bonnie le sonrió-. Pero piensa que él te dio una parte que nadie más tendrá, Marshall confía en ti, ¿por qué no haces lo mismo? Deja que se acerque.
«Lo volveré a lastimar» Ava pensó, mientras intentaba componer una sonrisa real para su amiga «Siempre destruyo lo que me rodea»
-¿Quieres ayudarme con estos pendientes? -Bonnie le sugirió-. En realidad, es Marshall quien debe hacer los preparativos para la reunión general pero no atiende mis llamados.
-Debe estar ocupado. -Ava tomó el anotado y comenzó a estudiar la lista-. Puedo hacerlo por él.
Marshall quería un poco de tiempo a solas, Ava podía mantener a raya su necesidad de saber de él.
-Bien, nos ocuparemos nosotras -Bonnie se puso de pie en un salto-. Lo primero en la lista es la comida.
-Entonces, Vamos con Alex.
Pasaron lo que quedaba de la tarde yendo de un lado a otro, con Bonnie tomando su brazo todo el tiempo, Ava tachó cada ítem de la lista: comida, energía, luces, sistema de sonido, entretenimiento y patrullajes de seguridad. La lluvia caía con mayor intensidad cuando se despidieron.
-¿Estás segura de que no quieres que te acompañe un poco más? -Ava le preguntó.
Sujetando el anotador cerca de su pecho, Bonnie sacudió la cabeza rechazando la oferta.
-Tengo una revisión de rutina en la enfermería, debo darme prisa o Trent se pondrá más idiota de lo que ya es.
-¿Trent?
Bonnie hizo una mueca.
-Lamentablemente. Como él tiene contactos con proveedores de medicamentos, puede conseguir mis medicinas, así que Gala le ha relegado mis revisiones.
-Pero ¿estás bien?
-Sí, sí -Bonnie retrocedió sonriendo-. Por ahora está bajo control. -Se dio vuelta y fue hacia las escaleras-. Pero llegará el momento en que nada de eso tenga efecto en mí -murmuró.
Con las manos cerradas en fuertes puños ante el dolor que atravesaba Bonnie a diario, Ava la vio desaparecer rumbo a la segunda planta. Sin nada más que hacer, y resistiendose al impulso de ir por Marshall, Ava decidió buscar a los tigres de la familia Dawn y averiguar en qué estado se encontraban.
Solo encontró a Amber en uno de los pasillos de habitaciones secundarios.
-Voy a una sesión de entrenamiento con las cazadoras -dijo la joven tigresa con entusiasmo-. Sisy me enseñará unos movimientos.
Amber golpeó el aire con sus puños, sus ojos brillantes y vivaces. Encontrarse con esta imagen que era como el día y la noche si la comparaba con la primera vez que vio a Amber, alimentaba las famelicas esperanzas de Ava.
-¿Cómo están los demás? -Le preguntó, amoldandose a su paso.
-Todos están afuera, han salido a patrullar el territorio, los cachorros y jóvenes se han quedado con Walter y Eugene.
-Eso es... Estupendo..., pero, ¿están bien?
Amber le disparó una mirada escurridiza.
-Sus ánimos están mucho mejor. Nora nos ha dicho que traerás a los nuestros a casa.
Ava sintió como su pelaje se erizaba con expectación.
-¿Y ustedes lo creen?
Amber frunció el ceño.
-Claro que sí. Sabemos lo de los cazadores, los que mataron a Aaron ya están bajo tierra. -Un estremecimiento recorrió los hombros de Amber cubiertos por el uniforme de entrenamiento negro-. Gold Pride ha respondido por nosotros, ahora sabemos que no estamos solos y que en verdad nos ayudarán. -Amber giró la mirada hacia Ava-. Y todo ha sido gracias a ti y a tu león, nos han quitado un enorme peso de encima al permitirnos vivir bajo su protección.
Ava vio a la vulnerable mujer detrás de ese brillo entusiasta y la férrea voluntad de encontrar su propia fuerza para proteger a su familia, y se sintió bien, útil y valiente. Por una vez nadie se estaba alejando de ella al ver la iminente marea de violencia.
-Haremos todo lo que esté a nuestro alcance para traerlos de regreso -le dijo, poniendo una mano en su hombro.
-Lo sé -Amber se detuvo-. Mi familia cuenta contigo.
Se separaron en los escalones exteriores, Ava quedó cerca de la entrada, resguardada de la lluvia. Sin embargo, ni el sonido de las gotas de agua, ni el rico olor de la tierra mojada, sirvieron para calmar la agitación en su interior. Regresó al interior, cruzó la gran sala a grandes pasos y fue por el pasillo del ala Este de habitaciones. Allí vivían las parejas y familias pequeñas, además del lugarteniente quien debía estar en su habitación en la zona familiar mixta.
Podía sentir su presencia con cada paso, como si pudiese ver el hilo transparente que lo unía a él, como los hilos verdes, azules y ambarinos de su vínculo.
-Marshall ¿estás ahí? -preguntó al llegar a su puerta.
-No, todavía no.
Ava gruñó, no podía irrumpir por la fuerza porque Marshall estaba bloqueando la entrada, así que optó por un acercamiento más furtivos, tomó una de las salidas de emergencia y salió al húmedo y frío exterior para dar un rodeo y llegar hasta los ventanales de su habitación. El corazón de Ava se encogió dentro de su pecho.
Sí, Marshall estaba sentado contra la puerta, casi derrumbado, una de sus piernas doblada hacia el pecho, el brazo descansando sobre la rodilla. Su rostro lleno de lágrimas, su pecho agitado.
Múltiples paquetes de comida esparcidos por el suelo, pisoteados y rasgados.
-Marshall...
◈ ◈ ◈ ◈ ◈ ◈ ◈ ◈ ◈ ◈
El cuerpo le ardía de vergüenza cuando vio a Ava entrar a su habitación, había acabado con su escondite pero sólo pudo consumir la mitad de un paquete. Ahora era él quien estaba siendo devorado por la ansiedad, sus pensamientos giraban sin control.
-Marshall..., ¿qué pasó?
Ava llegó hasta la esquina de la cama más cercana y se sentó. Él inclinó la cabeza hacia atrás y la miró.
-Perdí el control, como siempre. Soy un hombre débil después de todo.
-No eres débil.
Marshall chasqueó la lengua, negándose a aceptar este consuelo, incluso si venía de ella.
Tenía demasiado, sentía que había tocado fondo. Estaba tan enojado y asustado a la vez, tantos sentimientos chocando en su pecho, agitando esa bolsa de carne que un día cercano podría dejar de latir.
Y todo esto, se lo había provocado él, nadie más que él.
«Voy a morir. Voy a romper mi promesa» mentía al decir que no le importaba la muerte, antes creía que tenía tiempo, ahora todo era tan cercano, tan diferente, Marshall de verdad podría morir.
Y dejaría a Ava sola. Sola y sin nada que la protegiera de lo que sea que le aterraba en su mente. Marshall se agitó, la saliva comenzó a acumularse en su boca, y el hambre lo atravesaba como una navaja. Pero era un hambre falsa y él lo sabía bien. Poner algo en su boca solía calmar su ansiedad, si era algo sabroso, mucho mejor.
Pero él había destrozado sus reservas, y la comida estaba desparramada en el suelo o triturada dentro de su envoltorio, si quería comer debía recoger los pedazos, volver a comer del suelo, como lo hizo una vez hace diecinueve años cuando apenas era un cachorro hambriento y desesperado por matar y comer cualquier alimaña que estuviera cerca.
«Debes estar avergonzada, Dee. Viendo que tu hermano mayor sobrevivió para convertirse en esto»
-¿Qué pasó? -Ava se acercó a él y se sentó a su lado.
-Me enojé, y rompí todo.
-Sí, eso veo, pero ¿qué te hizo enojar?
-Todo. -Marshall hizo un leve encogimiento-. Es mucho para tomar, lo que tengo, lo que va a pasar, lo que debo hacer, lo que sucederá si no lo hago... Y..., y..., le grité a Rebel cuando vino a buscarme. -Apenado y furioso consigo mismo Marshall se cubrió el rostro con las manos-. Le grité para que me dejara solo, siempre termina así, las personas se preocupan por mí ¿y yo qué hago? Las maltrato. Soy un asco.
Ava tiró de su brazo para que le dejase ver su rostro.
-No digas eso, querías espacio y ella no lo respetó.
-No hay justificación para ser un cabrón de mierda.
Ava permitió que su gruñido se filtrase en su voz cuando replicó:
-No quiero que sigas lastimandote de ese modo.
-¿Por qué te importa? Tú también lo haces.
-¡Hasta en eso somos similares! -Ava bufó, y luego lo empujó con el hombro, pero no logró moverlo ni un centímetro-. Ambos tenemos algo de lo que no podemos defendernos, nuestra mente.
Marshall permaneció en silencio, su mirada fija en la cama, las lágrimas de su rostro se habían secado pero su expresión seguía viéndose vacía.
-Pero si yo elegí luchar contra esto, entonces tú también puedes.
-¿Cómo? Es inútil, ya escuchaste lo que dijeron, la dieta no funciona.
-Porque has estado haciendo trampa -Ava miró toda la comida en el suelo. Le inquietaba que a nadie se le hubiese pasado por la cabeza que Marshall pudiera ocultar comida. Pero, eso es porque confiaban en la honestidad de Marshall-. ¿Desde cuándo guardas comida no permitida en tu habitación?
Marshall hizo una mueca, pero no le respondió, tampoco le miró a los ojos.
Bien, Ava tomaría un problema a la vez.
-Si sigues las indicaciones puedes mantenerlo bajo control.
Marshall gruñó por lo bajo.
-¿Estás segura?
-Sí.
Ava sintió el calor que se extendía desde su pecho hacia todas direcciones y una sensación de seguridad creció en su interior ¿era esto a lo que Bonnie se refería? ¿Ava necesitaba cuidar de los demás para sentirse plena? No, era algo más... Era distinta la sensación de ayudar a Marshall.
-Nolan siempre decía cuando éramos niños: el sol siempre brilla aunque las nubes lo tapen.
-¿Y eso que significa? -Marshall la miró de reojo.
-No eres una mala persona solo porque has tenido un mal día.
Tomando una larga bocanada de aire para luego soltarla con un estremecimiento, Marshall finalmente giró su rostro para enfrentar Ava. Había una profunda pena en los hermosos colores de sus ojos.
-Sabes..., también tuve una hermana hace tiempo. Pero murió, hace diecinueve años -su voz se oscureció-. Ella murió por mi culpa.
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