Capítulo 31
Marshall contuvo el rugido que subía por su garganta y tensaba sus cuerdas vocales. El sabor de Ava en su boca, la suavidad de su piel y la fuerza de su cuerpo, seguían siendo marcas en su mente. Marcas que no pretendía borrar. Y aunque la bestia en su interior quería más, ajustó las riendas de su cordura.
Ava le abrió una puerta, le mostró su vulnerabilidad. Y Marshall entendió que le había fallado, le había herido. La furia se arremolinaba en su interior mientras subía las escaleras de la segunda planta, cometió un error pero no estaba dispuesto a repetirlo. Había dos olores desconocidos y fuertes que se entrelazaban con el de Micah. Eso llevaba a dos posibilidades, o se habían ensañado tanto con él que llevaban su olor o el león blanco estaba de regreso en la Casa Matriz.
Su león mostró los dientes.
Llegaron al pasillo superior, el rastro de olor cruzaba la puerta de la oficina de Patrick. El animal de Marshall volvió a rugir imperioso, clavandole las garras al saber que del otro lado había dos desconocidos que representaban una amenaza para Ava. Debía ir primero, asegurarse, tomaría las represalias de su temperamento después.
La tigresa gruñó bajo cuando Marshall abrió la puerta y entró primero. Había un olor fresco y punzante, como si hubiera respirado adentro de un iceberg, el otro era más suave y terrenal, como un bosque. Además de Patrick, Jason, Callahan y Dimael, había otras dos personas en la oficina.
No sabía cuál de los perfumes le pertenecía a cuál, estaban demasiado compenetrados, enzarzados, pero no de la forma en que lo haría si ambos tuvieran algún tipo de relación o vínculo.
Uno de ellos, estaba sentado en una de las sillas frente al escritorio de madera oscura, vestía formal por lo que podía ver y tenía el cabello gris con raíces negras. La otra persona, una mujer, estaba de pie detrás del hombre. Alta, rubia, vestía con una remera negra de cuello alto cuyas mangas no llegaban a cubrir los antebrazos, el material parecía algún tipo de tela protectora como una especie de blindaje flexible, además tenía pantalones cargo verde oscuro, con múltiples bolsillos y lo que parecía ser un cinturón con extrañas fundas cuadradas.
«Está armada» justo cuando ese pensamiento llegó a su mente para desatar su instinto protector y ponerse en defensa de Ava, Patrick clavó su mirada en él. Hizo que su león retrocediera con una sola mirada cargada de autoridad y poder, su humor no era el mejor en este momento.
Frenando su necesidad por los pelos, Marshall notó que tanto Dimael como Jason estaban a ambos lados de la oficina, en posición de alerta. Si la mujer decidía un ataque los hombres estaban listos para interceptarla, además, si Callahan optaba por unirse Marshall y Ava lo detendrian.
Se respiraba tensión en el aire, los ingredientes estaban puestos para un conflicto violento.
Cuando estuvieron a una distancia en la que podían cubrir a su alfa para interponerse en un ataque frontal, Marshall y Ava se detuvieron, en posición de descanso con las piernas separadas y las manos cruzadas por detrás.
Ava estaba más próxima a interponerse, Marshall pensó, y su león merodeaba desesperado por salir.
-Bien -Patrick habló, su mirada verde dorada se enfocó en el desconocido-. Mi equipo de investigación a cargo del caso está aquí.
El hombre apoyó un pie haciendo deslizar la silla hacia su izquierda para girar y enfrentarlos. El gruñido agresivo de la tigresa sobrecargó el aire, la mujer detrás de él llevó una mano a una de las fundas del cinturón.
-Un movimiento y estás muerta -amenazó Dimael, la gravedad de su voz reflejaba al furioso leopardo de las nieves.
-Te haré pedazos antes de tocarla -murmuró Callahan, pero la advertencia era seria.
-Sonya, cálmate -ordenó suavemente el hombre, con su mirada fija en Ava.
Sus ojos tenían el color del cobre, una capa de barba oscura enmarcaba sus labios y mandíbula, recortada con precisión. Camisa blanca, chaleco formal gris con pantalones del mismo estilo y color, una corbata simple de color negro y zapatos oscuros lo hacían ver como si hubiese salido de una reunión empresarial.
-Ember -Ava pronunció su nombre con una mezcla de ira, desagrado y confusión.
Patrick alzó una ceja.
-¿Lo conoces?
Un asentimiento brusco.
-Es un ex agente de la AAC. Era un agente de campo senior que dictó el curso de orientación cuando ingresé como aprendiz.
La sonrisa ladeada de Ember le recordó a Marshall a la de un lobo, pero Marshall no estaba seguro de lo que era, o si era un cambiante. Su león, por otro lado, quería destriparlo para borrarle esa sonrisa de la cara.
-Me alegra haber sido inolvidable, si mal no recuerdo, eso pasó hace cuatro años.
-Cierra el pico, lo tuyo fue tortura. -Ava cerró los labios, conteniendo lo que iba a decir-. Y pasaron seis.
«Muy joven» Marshall pensó, Ava había cumplido treinta este año, debió empezar el entrenamiento a los veinticuatro.
-Sigues siendo igual de impulsiva, Queen.
En una fracción de segundo Ava sacó las garras y se movió hacia Ember, pero la detuvo la mujer que lo protegía, quien sacó algo parecido a una pistola taser tan rápido que ninguno se dio cuenta. Y la estaba presionando contra el cuello de Ava aprovechando la diferencia de altura. La tigresa podía alcanzar a darle un arañazo poco profundo a Ember si usaba una técnica de empuje, pero podía terminar con una descarga eléctrica. Así que Ava esperó, torturando los nervios de Marshall.
Marshall estaba a punto de ver rojo, la necesidad instintiva de protegerla desgarraba su cordura lentamente.
-TC378 -dijo Ava, sin inmutarse por el arma que tocaba su piel-. Con balas paralizantes supongo.
Los ojos de la mujer, de un gris verdoso fantasmal, centellearon.
-Las suficientes para fundir tus neuronas, retrocede.
Ava siseó.
-Ava..., es mejor hablar primero -sugirió Marshall, empleando toda su fuerza para parecer neutral. Debía analizar las cosas, no podían llevarse por el instinto o las emociones-. Luego podrás arrancarle los ojos.
Ember movió su atención a Marshall. Bien, el león se relamio al ver que la amenaza dejaba de centrarse en Ava. No sabía qué clase de cambiante era, pero estaba seguro que podía acabar con él en un par de movimientos, tal vez tres...
-Ava, guarda las garras -Patrick habló, luego se dirigió a Ember con una expresión tensa en el rostro-. Dile a tu guardia que baje el arma, están en desventaja.
Ember se inclinó.
-Coincido en eso -dijo, y luego levantó la cabeza hacia la mujer-. Sonya, no me hagas arrepentirme de haberte dado el lugar.
Sonya apretó más el arma, sus delgados labios estaban tan cerrados y presionados que se formaron líneas blancas.
-Estás en una posición de peligro -refutó la mujer-. Primero ella.
Marshall sabía que nunca se destrabaría el enfrentamiento si no intervenía, en cierta forma, ambas mujeres se parecían. En su terquedad.
Chasqueando la lengua, Marshall rodeó la muñeca de Ava con su mano y tiró de ella contra él, su espalda chocó contra su pecho y sin importarle la presencia de los demás, acercó los labios a su oído:
-Vamos a hablar.
Pudo sentir como algo en ella se descomprimía, su aliento salió poco después pero su mirada no dejaba de ser agresiva. Almacenó la reacción violenta al escuchar su antiguo nombre para un análisis posterior y luego ocupó la silla libre antes de decirle que se mantuviera detrás de él.
Dedicó una lenta mirada hacia Patrick para decirle que la situación estaba bajo control.
-Entonces, Ember Kage, dime por qué hay una base armada en mi territorio.
En los ojos verdes de Patrick podía verse la necesidad de morder y desgarrar.
-La zona de influencia no es precisamente tu territorio.
-Un vacío legal -adujo Marshall-. Pero una base armada aún estando asentada en la zona de influencia es un problema para todos los cambiantes a su alrededor.
Las zonas de influencia eran escasas, ya que los territorios de los clanes y otros tipos de organizaciones tendían a expandirse si tenían la posibilidad. Gold Pride podía extenderse al sudeste si Patrick lo quisiera.
Por el momento todos los pueblos de ese sector permanecían fuera de la protección de la coalición y la mayoría de sus habitantes eran humanos. Sin embargo, en la zona de influencia también estaban las tierras de la familia Dawn.
-Sí, pero los cambiantes no pueden entrometerse en asuntos que están fuera de su territorio ¿no es esa una de las reglas del Código del Alfa?
Ember miró a Patrick, quien sostuvo esa mirada tratando de controlar al león que tenía toda la intención de salir al frente.
-Gold Pride no ignora los pedidos de ayuda -respondió el alfa de un modo tajante-. Pero ese no es el asunto que has venido a tratar aquí. Responde.
Ember compuso una media sonrisa. Detrás de Marshall, Ava estiró las garras.
-Somos mercenarios a sueldo -dijo Ember, girando un poco para ver a Ava de reojo-. Mi trabajo y el de mi gente es liquidar las grandes organizaciones que lucran con los cambiantes. Los filantropos nos contratan para hacer el trabajo indeseado.
-Asesinos adiestrados -Ava repuso entre dientes.
-Lo dice la que capturó y mató a mis contactos.
Patrick detuvo con la mirada a la tigresa antes de que decidiera saltarle a la yugular.
-¿Conocías a Hyram? -Marshall preguntó.
-Era mi punto de entrada a un recinto grande hasta que ustedes lo mataron.
-Fue legal -la voz de Patrick se oscureció-. Atacaron a miembros de la coalición.
-Miembros que estaban fuera de su territorio.
Ava dio un paso, Marshall sujetó su muñeca de nuevo pero ella no se detuvo.
-Salvando a una familia de la esclavitud y el encierro -dijo ella, la frialdad de su tono le erizó el pelaje-. ¿Fuiste tú quien los entregó?
Ember clavó la mirada en ella.
-Qué acusación tan horrible.
Pero en su rostro no se veía rastro alguno de pena, consternación o algo parecido al arrepentimiento.
-¡Responde!
Sonya le gruñó.
-Tranquila -Ember susurró para ella-. Estamos conversando de manera civilizada. -Dirigió su atención hacia Patrick-. El punto importante es que tu coalición arruinó meses de cuidadosa planificación, estábamos a punto ejecutar un plan de captura de un director de recinto conectado con el alias de Mirianni.
El león de Marshall dejó de gruñir, irguió las orejas. Compartió una breve mirada con su alfa y supo que él también pensaba lo mismo.
-¿Interesados? -Ember alzó una ceja oscura.
-¿Cuánto sabes de mi coalición? -Patrick preguntó.
Echando la espalda hacia atrás Ember cruzó una pierna, su actitud era demasiado relajada, aún cuando estaba entre hombres más grandes de alguna forma lograba imponer su presencia, tenía algo que lo hacía ver peligroso.
-Lo suficiente para deducir que todavía se están recuperando del último golpe.
Conteniendo un gruñido, fue Ava quien hizo la pregunta:
-¿Qué sabes sobre Mirianni?
-Un influyente sobre los mercados, según los rumores en el bajo mundo, está próximo a convertirse en la persona más poderosa de la tierra. Pero nadie lo ha visto ni sabe quién es, es un profesional borrando huellas.
-¿Cómo sabes que es un criminal? -Marshall dudó.
Ember movió un hombro.
-Rumores..., pero hay varias cosas que apuntan hacia él desde hace décadas. Sucesivas limpiezas de territorios, recintos cada vez más grandes, cambios drásticos en la ruta final de los mercados, incluso las depuraciones no confirmadas de Europa.
-No puede ser -dijo Patrick con aspereza.
-Eso mismo dije yo -Ember sonrió-. Pero con un par de maldiciones más fuertes.
-Las depuraciones no son un tema confirmado -dijo Ava, Marshall había relajado su agarre sobre su muñeca deslizando la mano hasta entrelazar sus dedos. Ella no lo apartó.
-¿No te parece extraño que en diez años hayan ocurrido más de trescientos noventa y siete sucesiones de alfas? -Al ver que ella no respondía continuó-. La AAC nunca piensa en grande ¿no es así?
-Tienen métodos para llegar a sus objetivos -Ava se defendió.
-Unos métodos bastante ineficientes.
Patrick volvió a detenerla, luego pasó una mano por su mandíbula recubierta por una fina capa de barba un tono más oscuro que su melena.
-Si esta persona es tan hábil borrando su rastro ¿como sabes que está conectado con esas actividades ilícitas?
Ember fijó su mirada en Marshall unos segundos, y el color cobre de sus ojos por un momento pareció convertirse en rojo. Sabía que había visto esa clase de pigmentación, pero no podía recordarlo.
-Múltiples empresas fantasmas, grupos y entidades que parecen trabajar de forma independiente pero accionan a su favor. -Ember dio un lento parpadeo-. Un ejemplo de ello son las limpiezas, su fachada es la de conseguir territorio y recursos en poder de los cambiantes, pero su verdadero objetivo es alimentar el tráfico y los mercados.
-Hijo de puta -Dimael maldijo entre dientes.
Desde el escritorio, Patrick chasqueó la lengua.
-Si esta persona es tan poderosa como para cambiar el rumbo de los peligros más crueles para los cambiantes, ¿por qué lo hace? ¿Cuál es su motivo.
-Poder -dijo Dimael con un simple ecogimiento de hombros.
-Dinero -repuso Ava.
-O tal vez es un demonio ambicioso -terminó Marshall.
-Todas son opciones válidas pero ninguna está comprobada -la voz de Ember se hizo dura-. Al no saber su verdadera identidad o forma, es imposible hacerle un seguimiento.
-Estás cazando a un fantasma -Ava concluyó.
-Exacto. Pero este fantasma ha diezmado la población de cambiantes solitarios en pueblos pequeños en los últimos quince años.
-Suena lógico -ella repuso haciendo uso de su experiencia en el campo de la caza-. Si se hace de forma gradual nadie sospecharía sobre desapariciones, los solitarios se mantienen en constante movimiento.
«Diablos, es tan inteligente» el león estaba fascinado con ella.
-Así es, por eso los cazadores los escogen a ellos, los miembros de los clanes tienen el respaldo suficiente para buscarlos.
Patrick asintió en acuerdo. No era necesario ser adivino para saber qué era lo que cruzó por su mente, hace poco ocurrió el secuestro de Gala y Alexander, el alfa contactó a todos los clanes vecinos en una desesperada búsqueda en donde se desplegaron la mayoría de las patrullas. Un par de días después de la desaparición, Patrick fue contactado por el ya fallecido alfa del clan Icy Souls donde supo que Gala seguía siendo miembro del clan de osos polares.
-Suponiendo que tuvieras razón sobre este misterioso criminal sin rostro -Patrick estrechó la mirada sobre Ember-. ¿Por qué nos eligió?
-Organización pequeña recién formada sin aliados ni recursos, aunque la tapadera fuera la explotación del supuesto yacimiento de plata en el territorio apuesto que sólo se trataría de una empresa fantasma incapaz de rastrear a su director. De haber funcionado su plan, la coalición habría sido empujada a los cazadores después de la expulsión de las tierras y todos sus miembros habrían terminado en los circuitos del tráfico.
Un gran silencio sucedió a la detallada explicación, y Marshall pudo sentir la fuerza con la que su alfa cerraba los puños, la tensión con la que apretaba las mandíbulas. Marshall volteó hacia Ava y la vio en las mismas condiciones, pero en el fuego ambarino de su mirada se podía ver las dudas.
¿Nolan estaba enterado del destino de la coalición al momento de colaborar con aquellos que querían las tierras? ¿Sabía que estaba vendiendo a sus compañeros de coalición?
-¿Qué es lo que quieres?
-Quiero tres chivos expiatorios para ingresarlos al recinto de Dane Rotchër. Se harán pasar por objetivos capturados.
-De ninguna manera -Patrick gruñó.
-Entonces buscaré a la familia de cambiantes más cercana, creo que Lake Fork tiene un buen número de solitarios.
-¡No te atrevas! -Ava siseó.
Sonya volvió a empuñar su pistola.
-Ava...
Pero la advertencia en los ojos verdes del alfa no tuvo su efecto.
-¿Qué? -Ella gruñó-. ¿Dejarás que venda a otros inocentes como pretendía hacer con la familia Dawn?
-No iba a venderlos -Sonya lo defendió con dureza-. Ellos iban a ser sacados del circuito y puestos en un lugar seguro, nuestros soldados iban a ocupar su lugar para infiltrarse en la organización.
-Ahí es donde quiero llegar -Ember volvió a sonreír con malicia y diversión mezcladas-. Necesito de unos cuantos caballitos de troya adicionales. La seguridad del recinto ya está comprometida en su mayoría, he logrado tener su voluntad a mi favor. Solo pido a alguien que llegue al centro de la estructura, alguien que esté dispuesto a llegar a Rotchër sin disparar las alarmas para capturarlo con vida.
Ember permaneció esperando la respuesta de Patrick, pero todos estaban conscientes de que ya tenía seleccionada a esa persona.
El león de Marshall dio un rugido estridente, negándose a la idea.
Pero él...
-¿Qué ofreces a cambio? -Preguntó, era capaz de ver a través del feroz instinto protector que intentaba bañar su visión de rojo. Marshall no era ningún tonto sobreprotector, sabía con certeza que Ava podía cuidarse, su tigresa poseía una belleza letal, sin embargo eso no quería decir que no pudiera encargarse de su seguridad. Todos los planes necesitaban un seguro-. No estamos en deuda con tu organización.
Ember esbozó una sonrisa y Marshall pudo ver el inicio de unos colmillos, el hombre era un cambiante.
-Tú eres el negociador ¿eh? -Ember giró un poco la silla-. Si la operación es un éxito, lo cual será, tendrá exposición mediática. Rotchër es un investigador que realiza experimentos de vanguardia con cambiantes. -Sus ojos se oscurecieron, al igual que su voz-. Quiero saber cuáles son y qué métodos utiliza, su captura nos ayudará a entender cuáles son los nuevos usos de los cambiantes capturados.
-Personal de trabajo a cambio de propaganda a favor de la coalición -Marshall sopesó los pros y los contras mientras observaba a su alfa. La última decisión la tenía Patrick, pero sabía que confiaba lo suficiente como para necesitar la opinión de Marshall-. Los riesgos son elevados. No arriesgaremos nuestras vidas con suposiciones.
Ava apretó su mano.
-Dijiste que maneja un recinto grande -dijo Ava-. ¿hay cambiantes encerrados?
-Sí, logística interna arrojó un número de entre quinientos y setecientos que esperan traslado, otros doscientos que se usan en laboratorios.
La fuerza de su agarre se incrementó hasta llegar al umbral de dolor, Marshall podía sentir cómo sus huesos empezaban a apretarse entre sí.
-Propaganda y números a favor -Patrick analizó.
Al león de Marshall no le gustaba nada el rumbo de la conversación, no entendía por qué pensaban que su gente debía ponerse en peligro, en especial Ava.
-¿Estamos dispuestos a aceptar a tantas personas? -Ava preguntó.
El alfa asintió.
-Si trabajamos con Fire Hearts podemos reducir el impacto del incremento de números.
Marshall estuvo de acuerdo en eso. El clan de los leopardos estaba abierto a nuevos miembros.
-Si hay múltiples tipos de cambiantes involucrados podemos realizar un trabajo colaborativo con Silver Knives, Fire Hearts y Black Eyes.
Los lobos del noroeste y los pardos del sur todavía se mantenían al margen con la coalición, y Gold Pride no había hecho ningún intento por establecer vías de comunicación sólidas. Marshall estaba dispuesto a tender los primeros cables si su alfa lo necesitaba.
-¿Tenemos un trato? -Ember inquirió.
Patrick se puso de pie, erguido en toda su altura, su aura de poder era intensa pero contenida. Marshall admiraba su carácter, donde otros podrían mostrarse agresivos o no cooperativos en absoluto, Patrick estaba dispuesto a hablar primero y matar después.
Actuaba en base a pruebas lógicas.
-Una vez que tenga el plan detallado, con especial énfasis en los protocolos de seguridad, hablaremos. No voy a decidir nada hasta que me asegure que los míos estén bien protegidos.
La sonrisa de Ember fue afilada, sus ojos duros. Pero su suspiro salió despreocupado mientras se pasaba una mano por el cabello gris.
-De acuerdo, te enviaré el plan con lujo de detalles. De todos modos necesito tiempo para encontrar otro contacto para entrar.
Dicho eso, Ember se puso de pie y le extendió una mano a Patrick, con algo de cautela, el alfa la estrechó durante un par de segundos.
-Dima, Jason, serán sus escoltas hasta que queden fuera del territorio -ordenó.
Ambos hombres asintieron.
-Esperen -Ava los detuvo-. Ember..., hay siete miembros de esa familia que están desaparecidos ¿sabes donde están?
Con las manos en los bolsillos de su pantalón de traje, Ember estrechó la mirada sobre ella.
-Sí, en el recinto. Hyram se movió sin previo aviso, supongo que era su garantía para que Bobby Hedwing no lo traicione.
Su sonrisa fue feroz antes de caminar hacia la puerta.
-Muévete el culo Callahan, tenemos trabajo que hacer.
Ember, Sonya y Callahan abandonaron la oficina. Luego de que la puerta se cerró, Patrick rodeó el escritorio.
-Hay algo que no me estás diciendo -le dijo a Ava.
Ella le sostuvo la mirada, una chispa de puro poder bañaba sus ojos dorados, el cuerpo de Ava estaba tan tenso que Marshall temía que pudiera romperse en mil fragmentos.
-Ya lo oíste, él es Bobby Hedwing, el único que sabe como sacar a esos tigres. -Soltando su mano, Ava tomó una larga respiración, luego entrelazó los dedos en su nuca y juntó los codos después de soltar el aire, su voz fue más clara pero igual de acerada cuando dijo-. Son su garantía ahora, estamos obligados a cooperar.
Esta vez, la tranquila apariencia del alfa fue destrozada con un gruñido tan agresivo que el león de Marshall se agazapó.
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